Las cuatro virtudes cardinales son la prudencia, la justicia, la fortaleza y la templanza. La prudencia consiste en actuar con reflexión para tomar buenas decisiones. La justicia es dar a cada uno lo que le corresponde. La fortaleza es tener valor y constancia para perseverar en el bien a pesar de los obstáculos. La templanza es controlar y canalizar correctamente las tendencias para lograr el equilibrio. Juntas, estas virtudes permiten alcanzar una vida correcta y buena.
2. INTRODUCCIÓN
Como primer acercamiento definamos la palabra virtud.
Es una cualidad personal que se considera buena y correcta.
Actuar con amabilidad y consideración por los sentimientos y
pensamientos de otros, es hacer del mundo un lugar más agradable en el
que estar con la actitud de comenzando por uno y ayudar sin entorpecer
el trabajo o proyectos de otros.
En definitiva virtud es una propensión y facilidad para conocer y obrar el
bien.
3. DESARROLLO
Las virtudes cardinales son el principio y el fundamento de las demás
virtudes.
También llamadas virtudes morales, reciben ese nombre por que en latín
“cardinal” significa cardinalis cardo, gozne, el gozne de una puerta, es
decir que todas las virtudes giran en torno a ellas.
Las Virtudes cardinales, son hábitos que se adquieren con el ejercicio y la
repetición y que la habilitan para la realización de una vida correcta y
buena.
Mediante estas virtudes nuestras facultades apetitivas se inclinan hacia lo
conveniente y conforme al juicio de la razón. La repetición de los actos
provoca la aparición de hábitos. Cuando estos hábitos predisponen al
hombre adecuadamente para el cumplimiento del bien reciben el
nombre de virtudes y en caso contrario de vicios.
La moral llama a un trabajo ascético (se dice de la persona que se dedica
a la práctica y ejercicio de la perfección espiritual y lleva una vida
modesta y sobria) sobre las pasiones, para dominarlas al juicio de la
razón, de modo tal que ellas nos ayuden para la mejor consecución de
nuestros fines.
4. Estas virtudes son cuatro:
PRUDENCIA.
Consiste en actuar con reflexión y precaución para evitar posibles daños,
dispone la razón practica para discernir el bien y elegir los medios justos
para realizarlos. Es el valor que nos ayuda con mayor conciencia frente a
las situaciones ordinarias de la vida, nos ayuda a reflexionar y a considerar
los efectos que pueden producir nuestras palabras y acciones, teniendo
como resultado un actuar correcto en cualquier circunstancia. Este valor
se forja por la manera en que se conduce el hombre ordinariamente. Ante
una situación problemática se debe antes que nada reflexionar y
conservar la calma, en todo momento, pues si nos damos cuenta y
reflexionamos, la mayoría de los malos aciertos en la vida, ocurren por una
mala decisión.
En definitiva la prudencia es un juicio ordenado, la prudencia juzgará si en
un determinado caso, nos podemos comportar de un modo que no sea el
adecuado.
Moralmente será siempre mas prudente aquel que sabrá tomar la mejor
decisión sin atropellar la moral y lo ético. Si se actúa con prudencia no
existen los riesgos, pues se actúa razonando y usando la lógica, de esta
manera se medita y prevé los actos.
5. JUSTICIA.
Consiste en dar a cada uno lo que le corresponde.
Para ello precisamente se necesita la guía de la prudencia. La justicia no
existe sin la misericordia, la caridad o el amor. La justicia es principio
fundamental de la existencia y coexistencia de los hombres, como
asimismo de las comunidades humanas, de las sociedades y los pueblos.
A lo largo de los siglos, la justicia ha ido teniendo definición según las
distintas relaciones y aspectos.
Todo ello es testimonio de cómo la justicia tiene una significación
fundamental en el orden moral entre los hombres, en las relaciones
sociales e internacionales. Puede decirse que el sentido mismo de la
existencia del hombre sobre la tierra está vinculado a la justicia, definir
correctamente "cuánto se debe" a cada uno por parte de todos y, al
mismo tiempo, a todos por parte de cada uno.
La justicia es la base de la posibilidad real de ser bueno; en esto se apoya
la elevada categoría de la prudencia.
La justicia protege y garantiza los derechos y deberes
fundamentales, observa y juzga las condiciones que afectan a los diversos
sectores de la sociedad, vigila y guía la disparidad de oportunidades
económicas y orienta las circunstancias sociales de modo que favorezcan
la convivencia pacífica de los pueblos.
6. FORTALEZA.
La fortaleza en la filosofía griega se entiende como fuerza de ánimo frente
a las adversidades de la vida, como desprecio del peligro.
La virtud de la fortaleza consiste en tener el valor y la constancia para
perseverar en una obra buena hasta el final, no importando los obstáculos
o soportando una mala situación con paciencia e inteligencia hasta el
final sin derrumbarse.
También incluye el valor en situaciones de peligro y la capacidad de
tomar riesgos prudentes. Según la doctrina de Santo Tomás, la virtud de la
fortaleza se encuentra en el hombre que está dispuesto a afrontar los
peligros y dispuesto a soportar las adversidades por una causa justa, por la
verdad, la justicia, etcétera.
La virtud de la fortaleza requiere siempre una cierta superación de la
debilidad humana y, sobre todo, del miedo. Porque el hombre, por
naturaleza, teme espontáneamente el peligro, los disgustos y sufrimientos.
Tenemos necesidad de fortaleza para ser hombres.
En efecto, hombre verdaderamente prudente es sólo el que posee la
virtud de la fortaleza; del mismo modo que hombre verdaderamente justo
es sólo el que tiene la virtud de la fortaleza. Asegura, en las dificultades, la
firmeza y la constancia en la práctica del bien.
7. TEMPLANZA.
La virtud de la templanza es la virtud que nos capacita para controlar y
canalizar correctamente nuestras tendencias.
A esta virtud se la llama también sobriedad. La virtud de la templanza
representa el término medio entre el desenfreno y la insensibilidad.
Templanza se refiere más a la ética personal. Para unos, un
comportamiento es conformarse a unas reglas, pero no sólo es esto. La
ética es un dinamismo interno del sujeto. Es adecuarse a la recta ratio, no
a las reglas externas. La templanza no es meramente dominarse y
moderarse, sino que es una discreción ordenadora en orden a la armonía
y perfección del interior del hombre. Ordenar por la templanza no sólo
significa suprimir, sino armonizar.
El filósofo latino Cicerón definía esta templanza natural como "dominio
firme y moderado, impuesto por la razón sobre la concupiscencia y demás
ímpetus desordenados" Esta "templanza natural" se puede invocar y
practicar por motivos bien diversos y algunos son bastantes fútiles. Es el
caso, por ejemplo, de cuantos se privan del placer de comer y de beber
para mantener un canon discutible de belleza, o la de quienes rehúsan
ciertos placeres sensibles para mantenerse "puros" en una sociedad que
califican de desordenada.
CONCLUSIÓN
La politica de los griegos consistía en el cultivo de tres virtudes específicas:
andreia (Valentía), sofrosine (Moderación o equilibrio) y dicaiosine
(Justicia): estas virtudes formaban un ciudadano relevante, útil y perfecto.
En La República, Platón añadió una cuarta, la prudencia.
Un individuo puede lograr estas virtudes: la prudencia viene del ejercicio
de razón, la fortaleza de ejercer las emociones o el espíritu, la templanza
de dejar que la razón anule los deseos, y desde estas la justicia viene, un
estado en que cada elemento de la mente está de acuerdo con los otros.