30. y el que se
humilla será
enaltecido.”
Palabra del Señor
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31. Decía santa Teresa
La “humildad” viene
de “humus”, que
significa tierra.
Pues hay que tener los pies sobre la
tierra, no en las nubes o en la fantasía.
32. La realidad
es que, por
uno mismo,
sólo somos
nada y
pecado. Todo
es DON de
Dios, quien
se merece
toda la gloria.
33. Por la humildad no
quiere decir que debemos rebajarnos sin
apreciar las cualidades. Debemos desarrollar las cualidades que
tenemos para bien de
todos. Pero siempre
reconociendo
que todo lo bueno viene de Dios y
a Él debe retornar.
34. La humildad no consiste en una postura o
palabras concretas; sino en una actitud del
alma
reconociendo que
Dios es el Todo y
nosotros muy poca
cosa. Unidos
siempre al amor a
Dios y al prójimo.
35. Nuestro bien
consiste en seguir
trabajando, aunque
sabemos que todo
lo hacemos con la
ayuda de Dios.
Como la vanidad
tiende a exaltarnos,
la humildad pide
rebajarnos para
quedarnos en la
verdad.
36.
37. En la última cena, al
lavar Jesús los pies
a los apóstoles nos
dio un ejemplo para
que actuemos
nosotros con el
mismo espíritu de
servicio y de
rebajamiento ante
los demás.
38. Hoy Jesús nos
enseña. por
medio de una
parábola, cómo
debemos orar
con estos
sentimientos
de humildad.
39. La parábola va
dirigida a
“aquellos que se
tenían por justos y
despreciaban a los
demás”.
Estos eran los fariseos que, por fuera, parecían muy justos y cumplidores de la ley;
pero por dentro no eran agradables a
Dios.
41. El otro es un
publicano, tenido
por la gente como
pecador, ya que
solían cobrar de
más,
aprovechándose
de los pobres.
42. El fariseo da gracias a
Dios, no por lo que
Dios hace, sino por lo
que él mismo hace.
Parece como que se lo
recuerda a Dios exigiendo la recompensa.
Es orgulloso, se cree
con más derechos que
los otros.
43. Lo peor es
que
desprecia a
los demás;
y especialmente a quien está
haciendo una verdadera oración.
44.
45. Jesús nos dice
que a Dios le
agrada más un
pecador
penitente que
un cumplidor
externo que
orgullosamente
se cree justo.
46. San Pablo hoy, en la 2ª
lectura, parecería
engreírse al decir: “He
combatido el buen
combate…”
Pero todo lo
atribuye a Dios que
le ayudó y le da
fuerzas…