El documento discute si los empresarios nacen o se hacen. El autor argumenta que los empresarios nacen con ciertas cualidades como la creatividad y la visión que no se pueden enseñar en las aulas. Señala que los grandes empresarios exitosos del mundo no tuvieron necesariamente una formación universitaria. Concluye que aunque es posible desarrollar habilidades administrativas en la universidad, es difícil formar a alguien como empresario si no tiene una vocación innata para el emprendimiento.