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Aprendiendo Naturalmente
www.familiaescolar.com (Chile)
1 — La Educación en Casa
por Kathleen McCurdy
¿Qué es la educación en casa?
Pese a que la mayoría de la gente en países
desarrollados ha recibido su educación en las aulas
de algún colegio, es quizás sorprendente saber que
hay algunos ahora que rechazan ese modo de
aprender. ¿Es posible que una madre, carente de una
preparación pedagógica, esté sin embargo calificada
para enseñar a sus hijos? Muchos sostienen que los
niños educados con estas metodologías, poseerán
una deficiencia de socialización. Existen personas
que nos preguntan cómo es posible tener siempre a
nuestros hijos junto a nosotros, en vez de disfrutar
de su ausencia mientras van a la escuela.
La verdad es que la educación no se trata de lo que
se enseña, sino de lo que se aprende. Pero como hay
muchos que obtienen el sustento mediante la
profesión pedagógica, hace ya siglos que se piensa
que todo lo que se sabe tiene que haberse aprendido
mediante la educación formal. Sin embargo, quienes
enseñan a sus hijos en casa se han dado cuenta de
que ellos aprenden a todas horas, a la vez en forma
sistemática y esporádica, pero en todo caso muy
eficientemente. Más aun, en el hogar los niños
disfrutan de las atenciones individualizadas de sus
padres, quienes no tienen necesidad de adelantarlos
o retrasarlos según el ritmo de aprendizaje de algún
grupo, como en los tradicionales cursos escolares.
Todos los padres, que cuentan con habilidades
comunes (caminar y hablar, por ejemplo) ya han
compartido con sus hijos muchas de esas
habilidades antes de mandarlos por primera vez a la
escuela. Solamente mediante su ejemplo y
asistencia, han compartido habilidades tales como el
vestirse, alimentarse, saludar a otros, y muchas otras
destrezas casi sin darse cuenta. ¿Porqué pensar que,
al llegar a la edad escolar los padres repentinamente
van a perder la habilidad de compartir su
conocimiento con sus hijos? El acto de mandarlos a
la escuela los aleja de la influencia paternal y cede a
la maestra la responsabilidad por su crecimiento
intelectual. De hecho, los niños ya no responden tan
efectivamente al ejemplo de los padres, teniendo
otras autoridades (los profesores) a quienes tener en
cuenta.
¿Cuáles son los motivos para aprender en casa,
en vez de la escuela?
Quizás al principio los padres piensan en retirar a
los hijos de la escuela al encontrarse con algún
problema. Posiblemente el niño es tardío en
desarrollarse y todavía necesita ayuda individual. La
maestra no puede estar siempre a su lado y por lo
tanto el pequeño estudiante va atrasándose más y
más en su aprendizaje, hasta quedar retrasado de los
demás escolares y con ello avergonzado y
desmotivado. O puede ser que es un niño muy
adelantado, ya comprende la materia y se queda
ocioso esperando mientras la maestra repasa la
lección con los otros en la clase. Mientras tanto, de
aburrido que está, se pone travieso y comete alguna
maldad. Si estuviera más estimulado
intelectualmente, no encontraría motivo para la
picardía.
Otras razones que se presentan para consideración a
los que se interesan en enseñar a los hijos pueden
ser: La oportunidad de incluir una filosofía o
sistema de creencia en conjunto con los demás
estudios; El deseo de proteger a los niños
enfrentados a las drogas, inmoralidad, y aún las
armas que han aparecido en algunas escuelas; Una
necesidad, ya sea por alguna enfermedad o alergia,
de apartarlos del grupo; Casos de estar siempre de
viaje (militares o misioneros) o empeñados en algún
deporte u otro talento requiriendo mucho enfoque
durante el año entero.
Hay una razón más importante que todas las demás.
Se trata de padres que aman mucho a sus hijos y
quieren compartir con ellos la vida, inclusive los
estudios. Si yo les enseñé a caminar, y aprendieron
conmigo a conversar, a decir 'por favor' y 'gracias', y
un millar de otras capacidades ¿qué motivo hay para
mandarlos lejos a aprender a leer y a contar? cuando
yo ya poseo tales habilidades y se los puedo
compartir a ellos también.
El propósito no es hacer competencia con las
escuelas ni inventar una nueva forma de instruir a
los niños. En cambio, queremos retornar al sistema
inicial cuando los padres tenían la completa
responsabilidad para la educación juvenil. Aquellos
padres y madres que ya están dedicados a facilitar el
desarrollo físico, intelectual y espiritual de sus hijos
tendrán los mejores éxitos en esta tarea,
especialmente al aprender a despojarse de la
mentalidad escolar y dejarse desarrollar un sistema
más natural.
Para aquellos padres ya acostumbrados a
desprenderse de sus hijos lo más pronto posible,
enviándolos a jardines de infantes y parvularios, les
será difícil comprender de qué se trata esto de la
educación en casa. Así como en años pasados
cuando se les decía a las madres que les dieran a los
chicos la leche en botella, en preferencia al alimento
más natural para los bebés, se equivocaron. Ahora
sabemos que no solamente la salud pero también el
cariño y la conexión espiritual entre la madre y el
hijo queda afectado por la decisión en cuanto al
modo de alimentarlo. Y así es también más natural y
saludable que los niños aprendan en el hogar e
imiten a sus seres más queridos.
¿Serán socializados los niños que aprenden en
casa sin asistir a la escuela?
Los padres que sacan a los hijos de la escuela para
educarlos en casa tendrán que enfrentar muchas
preguntas en cuanto a ello. Los amigos y vecinos
pensarán que no están calificados para enseñar a los
niños. A los parientes les parecerá extraño, y quizás
los abuelos se quejarán de que "la escuela te sirvió a
ti; ¿por qué lo vas a rechazar para tus hijos?" Pero lo
que más les preocupa es la duda de que los niños
nunca van a aprender a jugar con otros o a
comportarse adecuadamente.
La verdad es que las habilidades sociales se
aprenden de los padres. Si los niños están todo el
día en la escuela, no tienen mucha oportunidad de
imitar a los adultos. Están siempre imitando a otros
niños y es realmente una maravilla cuando logran
conseguir un poco de madurez social. En cambio los
niños educados en casa demuestran una sensibilidad
social asombrosa.
Pero para algunas autoridades, la pregunta en cuanto
a la socialización tiene otro sentido: ¿Cómo
aprenderán a estar sujetos a las autoridades? Y
¿cómo lograrán conformarse si no son presionados
por sus compañeros? Es posible que este sentido de
la socialización tiene más que ver con el socialismo
y la respuesta puede ser: Nuestros hijos serán
individualizados, en vez de socializados. Sabrán
hacer decisiones por su cuenta en vez de hacerlos
según el dictamen de lo popular.
Honrarán a las autoridades propiamente
constituidas, en vez de llegar a ser conformistas. En
realidad, los niños son socializados en la familia y
es allí donde aprenden a vivir en una sociedad y a
ser responsables.
¿Podemos compartir el entusiasmo para
aprender?
Hay muchos padres que ya no se sienten
entusiasmados para aprender. Habiendo luchado por
años en sus estudios escolares, siempre esperando el
día de concluir tal empeño, por fin lograron
"completar" sus estudios y salir a comenzar a vivir.
Pero después se dan cuenta de que tendremos que
seguir aprendiendo por toda la vida. Sin embargo,
ahora lo que aprendemos se trata de lo que nos
interesa, de lo que nos es útil. Quizás nos ha tocado
aprender a manejar un automóvil, o ubicar las
señales en el televisor. La madre aprende alguna
receta para variar la comida, el padre se interesa en
alguna nueva idea política. Puede que uno se
interesa en desarrollar una habilidad deportiva o
aprender algo en cuanto a la salud o las artes o
cualquier otra cosa.
Si hacemos una lista de cuanto conocemos, veremos
que la mayoría fue aprendido fuera del colegio. Y si
hacemos otra lista de lo que nos gustaría aprender,
veremos que en muchos casos solamente tenemos
que hacer preguntas, o leerlo en algún libro, o
simplemente observar a uno que ya lo sabe hacer.
¿No sería razonable permitir que nuestros hijos
aprendieran de igual modo? La verdad es que al
compartir nuestros intereses con ellos, tendrán la
oportunidad de conocer la manera más óptima para
el aprendizaje.
Por ejemplo, digamos que la madre está interesada
en la moda de Francia. Se afana por revisar las
revistas de moda, siempre haciendo comentario en
cuanto a ellas, y su hija nota que hasta se puede
suscribir para recibirlas en casa. Ahora, cuando la
hija comienza a tomar interés en los cantantes
folklóricos, digamos, ella va a averiguar si hay
revistas en cuanto a ello. Ya está aprendiendo a
hacer trabajo de investigaciones simplemente
observando a la madre. Cuando nosotros seguimos
aprendiendo y estudiando las cosas que nos interesa,
nuestros hijos tendrán un ejemplo de lo que es
realmente importante para ellos: Seguir aprendiendo
es para toda la vida.
2 — ¿De qué manera aprenden los niños?
por Kathleen McCurdy
En otro tiempo los investigadores científicos
pensaban que cada uno aprende el idioma
simplemente al escuchar e imitar a los mayores.
Pero resulta que es más complicada la cosa. Los
niños no comienzan a conversar en oraciones
completas, sino que al principio usan solamente los
sustantivos. Cuando ya pueden decir unas cuantas
palabras, los oímos añadir algunos verbos: "Mira
gato", "Quiero pan". Después poco a poco dicen las
otras palabras hasta completar las frases. Esta
construcción de la sintaxis en el vocabulario del
niño demuestra que la mente extrae de la
conversación las reglas del uso. No hay que
enseñarlas porque la mente está dedicada a buscar
el diseño.
Los niños comienzan, apenas nacidos, a buscar el
diseño de todas las cosas. Nacieron ya motivados a
aprenderlo todo, y sin empeñarnos ellos aprenden la
lengua, aprenden a caminar, a vestirse, a usar la
cuchara, pero lo aprenden a su propio modo de
aprender. "A toda hora están haciendo
investigaciones, exploraciones, pruebas y exámenes
de todo lo que encuentran, hasta el momento de
encontrarse cautivos en el escritorio de la escuela,
obligados a sentarse quietos y callados, a hacer
solamente lo ordenado, y a comenzar y dejar de
hacerlo según lo requerido. Estas condiciones están
en contraposición al desarrollo intelectual y al
aprendizaje, y lo que resulta son los fracasos, los
problemas disciplinarios, las dificultades y el
aburrimiento que solemos encontrar en los
colegios." 1
.
Los neurocientíficos nos dicen que la mente está
activa a todas horas, aun cuando estamos dormidos.
Entonces ¿para qué existen las escuelas donde los
niños deben permanecer pasivos, en general
escuchando, mientras la maestra está activa? Si el
niño de cuatro años ya llegó a conocer por su cuenta
las indicaciones del género y el número en las
palabras y el diseño de la conjugación de los verbos,
¿por qué hay que enseñárselo de nuevo como si
fuera una cosa oscura y difícil?
Según los científicos y psicólogos, el cerebro tiene
la naturaleza de una computadora que descubre y
reconoce los diseños o modelos de todo, notando lo
que es similar y lo que es diferente. Por ejemplo, si
uno ya conoce al gato y se encuentra con un perro,
uno va a notar que aunque tiene cuatro patas y una
cola a igual que el gato, también posee un hocico
más grande, una cola más gruesa y unas cuantas
distinciones más que lo identifican como algo que
no es gato. Y se puede notar que a los niños
pequeños les interesa mucho las diferencias que
existen entre los animales. ¿Será porque tienen un
deseo de ejercitar esa misma habilidad de notar las
similitudes y las diferencias? El proceso de
aprendizaje puede definirse como el acto de "extraer
de la confusión un diseño que tiene significado." 1
Lo que es necesario para extraer el diseño de las
cosas, ya sea le diseño de una tela o alfombra, o de
la gramática, la matemática, la ciencia, la historia y
todo lo demás—lo que es necesario, pues, es una
buena cantidad de ello. En la clase uno encuentra
muy poco de todo, solamente lo que la maestra
puede presentar a todos en conjunto, apenas una
gotera. Pero fuera de la clase existe mucha
información y variedad de conocimiento, una
inundación de ideas. De allí se puede conocer más
fácilmente el diseño de las cosas, justamente al
modo más eficaz en que funciona el cerebro.
Según los estudios científicos, lo más importante es
la interacción con el ambiente. Por ejemplo si los
animales del laboratorio son colocados en una jaula
con tareas interactivas y juguetes, sus cerebros
pesan más y tienen mayor capacidad que otros
animales en jaulas sin tal enriquecimiento. Pero hay
que notar que cuando estas jaulas fueron colocadas
cerca de los primeros para que los últimos pudieran
observar a los primeros que jugaban, no se notó
ningún crecimiento en sus cerebros. Pudiendo sólo
observar, sin poder interactuar con el ambiente, no
sirve para aumentar el conocimiento.
Cuando se espera que los niños aprendan, es
importante considerar este punto en cuanto a la
interacción. Lo que les interesa, lo que pica su
curiosidad, les hace pensar y preguntar, o buscar la
solución es lo que les va a ayudar—diremos, les
alimentará el cerebro. Si queremos tener niños
inteligentes entonces "no deberíamos obligarlos a
pasar el tiempo pasivamente observando y
escuchando. Pero eso es lo que ocurre en muchos
casos: con la televisión, en los parvularios, en las
actividades públicas, y hasta en el hogar. ¡Quién
sabe cuánto es lo que se pierde de las habilidades
escolásticas con esta exigente pasividad!" 2
.
Existe una historia de un famoso experimento en
que dos gatitos gemelos fueron colocados en un
estanque circular que había sido pintado
previamente con rayas verticales de blanco y negro.
Un gatito estaba encerrado en una jaulita movible,
mientras que se permitía al otro andar por cualquier
lado. Aunque ambos sostuvieron el mismo estímulo
visual, el gatito pasivo que no pudo investigar por si
mismo quedó ciego a las rayas verticales mientras
que el otro desarrolló conexiones visuales entre sí y
las rayas. Así concluyeron que "la experiencia es lo
que forma al cerebro, pero es necesario interactuar
con la experiencia." 2
.
Según otros estudios, la interacción con adultos, y
especialmente la estimulación lingüística, es una de
las ventajas más importantes para el desarrollo
mental. "Los padres están realmente participando en
el desarrollo de las mentes de sus hijos justamente
en proporción al tiempo en que se dedican a
interaccionar y comunicar con ellos. La interacción
lingüística realmente actualiza los tejidos del
cerebro." 2
.
__________
Se ha incluido aquí material de los siguientes autores:
1) Leslie A. Hart en Educational Leadership, Marzo de1981.
2) Jane M. Healy en Endangered Minds—Why Our Children Don't Think, Simon & Schuster, 1990.
3 — Comenzando la educación en casa
por Kathleen McCurdy
¿Hay que ser maestra para hacer que los niños
aprendan?
Es común que los padres que tienen el propósito de
enseñar a sus hijos comienzan a hacerlo en la forma
en que ellos estudiaron, es decir, en forma de
colegio. Hay padres que apartan una pieza para la
escuela, logran obtener escritorios y pizarra, mapas
y cuadernos. Luego comienzan a ubicar algunos
libros o textos para los cursos que piensan "enseñar"
y a planificar el programa escolar.
El problema que se les presentará casi enseguida es
que les falta horas en el día para hacerlo todo. En
general, el padre tiene que trabajar para ganar el
sueldo así que le toca a la madre hacer la parte de
maestra. Y siendo dueña de casa, hay que cocinar,
limpiar, recibir visitas, cuidar a los hijos
preescolares; y todo esto va a estorbar "las clases".
La "maestra" y el "estudiante" se van a desalentar
con tantas interrupciones y a preguntarse si vale la
pena hacerlo.
Hay otra dificultad que sobreviene después que la
novedad hubiese pasado. Se trata de lo difícil que es
para el niño encontrarse día y noche con la madre
que se ha convertido en profesora. Se hace de todo
una lección, y el hijo no se puede "ir a casa" pues
vive en la "escuela" con la "profesora". De modo
que el niño comienza a resistir la instrucción de los
padres y ellos se preguntan cómo llegó a ser tan
difícil la educación, si antes de comenzar la escuela
en casa pudieron ayudar al niño a aprender tantas
cosas.
¿Qué es lo que ocurre aquí? Los padres no tuvieron
dificultades cuando ayudaban al niño a aprender a
hablar, a caminar, a vestirse, a decir "gracias" y
"perdón". ¿Por qué se encuentran con dificultades
cuando se trata de aprender a leer o hacer la
aritmética? ¿Será que los profesores se han
equipado con habilidades que los padres no
conocen? Pero la verdad es que los profesores que
intentan enseñar a sus hijos en casa tienen la misma
dificultad. La razón es sencilla: Los niños necesitan
tener padres.
Cuando los padres se convierten en profesores, a los
niños les parece que han dejado de ser padres y se
sienten alarmados. Los que hacen estudios de
investigación han notado que las comunicaciones
entre el profesor y el alumno son bien diferentes a
las conversaciones entre padres e hijos. Una de las
diferencias más salientes que notaron entre las
conversaciones de los niños con sus madres y con
sus maestras fue la ausencia de preguntas en la
escuela. Según los datos, los niños hacían unas
veintiséis preguntas por hora a sus madres,
comparado a solo dos preguntas a sus maestras.
Además, las preguntas que hacían en el colegio no
eran tanto preguntas de curiosidad y de por qué sino
eran más comúnmente preguntas como ¿dónde está
la tiza? Conversaciones con los docentes tenían la
tendencia de salir como una serie de preguntas que
ellos hacían, organizadas en forma de averiguar en
cuanto a, y fomentar el desarrollo de las facultades
del niño. Pero este enfoque parecía ahogar las
averiguaciones de los niños y sus conversaciones
espontáneas con los adultos. Los niños simplemente
no hacían preguntas de curiosidad en el colegio.1
.
Los padres que intentan enseñar a sus hijos tienen
objetivos predeterminados y se empeñan en obligar
a los niños a conformarse. Aquel propósito parece
ser obligarlos a desarrollarse en la forma aceptada y
considerada como normal en la sociedad. Pero los
padres que están empeñados en cultivar a los hijos
saben facilitar sus propios esfuerzos por aprender, y
su propósito será simplemente de ayudarles a crecer
y desarrollar hasta alcanzar a su plenitud potencial.
Algunos investigadores notaron que los padres no-
directivos que aceptan los esfuerzos del niño para
aprender, ya sean verbales o no verbales, logran
facilitar el desarrollo y adquisición del lenguaje.
Pero en los casos en que el padre mantiene un papel
sumamente activo y dirigente, esa conducta tiene un
efecto de interferencia que demora la adquisición de
nuevas habilidades verbales. 2
.
La mayoría de los padres comprenden que no hay
que enseñarle al pequeñuelo a caminar o hablar sino
simplemente esperar que lo aprenda cuando él
quiere y está listo. Después de todo, los niños
adquieren todas las habilidades que los padres les
animan a desarrollar con tal que los padres
ejemplifican aquellas aptitudes. De manera que los
padres que tienen más éxito en facilitar la educación
de sus hijos son los que se han olvidado de lo que es
la escuela, los que no han tratado de "enseñar" sino
de cultivar y de ser el padre o la madre de su hijo.
En fin, el niño está motivado a aprender desde su
nacimiento. No podemos añadir nada sino que
interferir en el proceso. Y así dice el psicólogo
Leslie Hart:
Imagínese que mi vecino y yo estamos parados en el
jardín en el invierno. Le digo: "He plantado 50
bulbos de tulipanes. ¿Qué debo hacer para
motivarlos a crecer en la primavera?" Por supuesto
que la pregunta es absurda. Los tulipanes ya tienen
lo que necesitan: Estar bien plantados, algo de
buena tierra, y el calor que la próxima temporada les
traerá. Se los puedo "de-motivar" por medio de un
montón de tierra o tablas echadas encima, o
demasiados químicos. Pero la motivación para
crecer ya está en los bulbos, junto con todas las
instrucciones para construir hojas y formar pétalos.
Así es con los humanos. Se puede impedirles y
descorazonarles a aprender, o se puede alentar y
animarles para aprender, por supuesto. Pero no hay
razón ni necesidad para tratar de motivarles.3
¡Qué hermoso! Nuestros hijos aprendiendo y
desarrollando como un jardín de tulipanes. Podemos
alimentar sus mentes al contestar sus preguntas, y
podemos rociar sus espíritus al proporcionarles
muchas experiencias instructivas. No sabemos cómo
lo harán para construir sus "hojas y pétalos", pero
nos podemos asegurar que estarán equipados
adecuadamente para sobrevivir en nuestra sociedad.
__________
Se ha incluido aquí material de los siguientes autores:
1) Tizan and Hughes, Young Children Learning, p.200, 213, Harvard University Press, 1984
2) Rudoph Schaffer, Mothering, p.73, Harvard University Press, 1977
3) Leslie Hart, How the Brain Works, Basic Books, 1975.
4 — Adquiriendo Destreza y Conocimiento
por Kathleen McCurdy
La destreza es una habilidad que se aprende. Por
ejemplo, no es necesario aprender a respirar pero sí
tenemos que aprender a caminar. El niño comienza
a ensayar y por fin a dar pasitos, hasta obtener la
maestría del proceso de caminar. Si uno se enferma
gravemente es posible olvidarlo y tener que
aprender a caminar de nuevo.
La mayoría de la gente aprende a caminar antes de
los dos años sin profesor, sólo por medio del
ejemplo de sus padres u otros familiares y por lo
general teniendo un fin, alcanzar hasta el estante del
papá o quizás de salir al patio. Lo que sucede es que
de alguna manera el niño aprende a caminar. No es
necesario enseñarle nada en cuanto a ello, solito lo
aprende. Algunos niños aprenden a caminar a los 8
meses, otros tardan hasta los 18 meses. Pero en
ausencia de alguna enfermedad que lo impida, casi
todos lo han aprendido al momento de celebrar el
segundo cumpleaños.
Supongamos que se decide enseñar a caminar. Se
requeriría que aprendan el nombre de cada hueso de
las extremidades, y otras partes de la anatomía de
los pies. Habría que hablar en relación al sistema de
mantener el equilibrio, balanceando en un pie
mientras se mueve el otro. Después hay que ensayar
el procedimiento de tomar un paso —no dos o tres,
sino uno sólo— porque así se aprenden las cosas en
la escuela, en forma sistemática. De esta manera
seguramente descubriríamos niños que parecen estar
incapacitados para caminar, así como ya
encontramos a niños que el sistema escolar ha
dejado con dificultades y desmotivados para la
lectura o escritura. Pero ese no es el modo natural
para aprender.
Los padres son los mejores modelos.
El niño aprende lo que él desea saber. Los padres no
tienen problema al facilitar los procesos de vestirse,
usar el tenedor, atar los zapatos, y en fin, un
tremendo conjunto de destrezas que el niño ya ha
adquirido antes de presentarse al colegio. Y ¿por
qué pensamos que no se puede aprender a leer del
mismo modo?
La verdad es que si tenemos paciencia, si esperamos
a que se interese, y nos empeñamos en crear
oportunidades que le ofrecen la necesidad de
saberlo, el niño aprenderá todo lo que necesita a
cada momento.
Un día le pregunté a uno de mis hijos, el que es
ingeniero electrónico, si acaso había aprendido las
tablas de multiplicación. Este joven, que fue
educado en casa, me aseguró que los había
aprendido unas tres veces y que aún no las sabía
todas. "Siempre me olvido del 7 x 8," me dijo, "pero
puedo calcularlo fácilmente." En este día de
calculadoras ¿vale la pena aprender las tablas? Lo
básico es que el niño comprenda lo que significa la
multiplicación, y para la mayoría de los casos las
tablas no lo son. Es decir, quizás hay algunas
destrezas más básicas que otras.
Además, debemos tener en cuenta que una destreza
será más importante para uno que otro, según el
enfoque de su talento o habilidad natural. El que va
a ser escritor tendrá que conocer los detalles de la
gramática, pero no el pintor o el mecánico. El que
va a ser astrónomo tendrá que comprender bien la
matemática, pero quizás no será de tanta
importancia para el poeta.
También es importante que nosotros, como padres,
mostremos la destreza que deseamos modelar para
el niño, puesto que el ejemplo y el ánimo que le
ofrecemos son las dos herramientas más valiosas
para el aprendizaje.
No olvidemos que nadie aprende a caminar para
recibir una nota o para pasar al otro curso. Se
aprende a caminar para poder llegar a algún lugar.
De igual forma el niño que se percata de lo
interesante que son las historias de los libros,
seguramente hará el esfuerzo necesario para adquirir
destreza en la lectura. Y por otro lado, a los niños
que les falta la experiencia de escuchar los cuentos
leídos por sus padres, les será difícil interesarse en
la lectura aún cuando la maestra se preocupe de
enseñarles.
El conocimiento. El conocimiento no se aprende
por la repetición. En el pasado los niños tenían que
recitar los datos que se deseaba enseñarles. Y ¿qué
pasó? Al completar el examen todo quedó olvidado.
Las dinastías de Europa, la tabla de los elementos
químicos, los verbos latinos, las capitales de los
países (muchos de las cuales han sido cambiadas
desde entonces) —toda esta información no es
conocimiento.
El conocimiento consiste en datos organizados en
una forma útil, es decir, no organizados en un libro
o currículo pero organizados en referencia a la
comprensión del individuo que lo quiere aprender.
Como dijimos al principio, la mente está dedicada a
buscar el diseño. Si se comprende el diseño de la
química o de la geografía, no será importante
memorizarla toda para saberla. Y veamos que cada
persona va a tenerlo organizado de distinta manera.
Por ejemplo, en el colegio quizás aprendimos que
Afganistán se ubicaba cerca de la India pero en
realidad poco se sabía de ella. Ahora, después del
ataque a las torres gemelas, todo el mundo sabe
muchos datos en cuanto a este país. En el momento
de tener significado, se adquiere el conocimiento sin
esfuerzo.
Los padres que desean ayudar a sus hijos en la
adquisición del conocimiento sólo tienen que
aprovecharse de las oportunidades que la vida les
presenta. Si la abuelita va a someterse a la cirugía
para corregir la vista, se presenta la oportunidad
para conversar acerca de la óptica, la anatomía del
ojo, y de la profesión de cirujano. ¿Se cortó la niña
el dedo? Oportunidad para hacer un esquema de la
circulación de la sangre, o leer algo en cuanto a los
primeros auxilios. ¿Encontraron una araña en el
patio? Vamos a la biblioteca para buscar el nombre.
Esta forma de conocimiento no se olvida jamás.
El cerebro no es simplemente una botella que espera
ser llenada. Tampoco es como una esponja que todo
lo absorbe. Es un órgano muy complicado que nos
ayuda a diferenciar entre lo importante y lo que no
lo es. Pero si dejamos que los profesores tomen
estas decisiones, ya lo hemos menospreciado.
Pronto no tendrá el niño la habilidad de aprender en
forma correcta, buscando el diseño que tiene
significado para él. Por lo tanto es importante que
los padres no solamente protejan a sus hijos de esa
forma de educación, pero que tampoco los
incorporen ellos mismos en sus esfuerzos por
educarlos.
Resumiendo entonces, ¿cómo asegurar que los
niños adquieran una destreza básica? Primero, es
necesario determinar si están listos para aprenderla.
Se necesita madurez, quizás algo de experiencia, y a
veces otras destrezas previas. Segundo, se necesita
el modelo, especialmente de los padres. Tercero, se
necesita alguna razón: porque es útil, porque le
interesa, porque le puede ayudar en alguna forma.
Cuarto, el niño debe poseer una aptitud para tal
destreza. Así como algunos nunca van a poder tocar
un instrumento de música, otros no van a lograr
comprender el álgebra.
Y ¿cómo conseguir que los hijos adquieran
suficiente conocimiento? Primero, lo más
importante es contestarles las preguntas. Cuando los
niños están haciendo preguntas es precisamente
cuando están aprendiendo. Segundo, la información
tiene que ser pertinente, relacionada a su
experiencia. Tercero, es necesario proveer
herramientas de referencia, ya sea mapas,
diccionarios, y enciclopedias por ejemplo. El texto
que el padre usó en la universidad puede servir al
hijo para buscar respuestas a sus preguntas.
Piénselo así: Se está construyendo una pared. Cada
ladrillo es un dato y el cemento es la experiencia
que los une y sostiene a toda la pared. Este tipo de
educación es inestimable y no se perderá al llegar el
verano. Es la educación de los sabios, de los líderes,
de los que saben y saben que lo saben.
5 — En cuanto al "Plan de Estudios"
por Kathleen McCurdy
Se puede decir que una de las primeras preguntas
que hacen los padres al contemplar la posibilidad de
la educación en casa es: ¿Qué vamos a usar como
textos o plan de estudios? Es como si
preguntáramos qué microbús vamos a tomar, sin
primero decidir el destino deseado. El enfrentar la
responsabilidad por la educación de nuestros hijos
es un gran desafío para muchos. Una puede sentirse
inadecuada para la tarea y el salir de compras para
elegir los libros parece casi una diversión. Pero
examinemos primero otras consideraciones.
Algunos deciden educar a sus hijos quizás al sentir
algún llamado divino. Muchos, al notar los
resultados de la educación pública, deciden hacerlo
por su cuenta. Al fin da lo mismo. Es un deber el
educar a los hijos, y muchos piensan que si pudiesen
hallar el mejor colegio, o ahora el mejor programa,
o que sean los mejores textos... ¡ya todo quedaría
bien! Para los padres que recién comienzan a
asumir el deber, o para los hijos recientemente des-
ingresados del colegio, tal vez será mejor continuar
por un tiempo los estudios con el currículo,
cambiando lentamente al estudio más natural.
No es necesario el uso de textos. Los padres no
deben temer despojarse de los textos que después de
todo están diseñados para uso profesional en los
colegios. Si ya decidimos que la educación formal
es inadecuada, no normal, ni necesaria ¿porqué
imitarla? Vamos entonces a volver a la manera
natural de aprender, la manera que conforma al
diseño de la mente, la manera de aprender de los
bebés y los niñitos pre-escolares—sin "beneficio"
de currículo formal.
Y resulta que hasta los adultos aprenden mejor así,
según Jay Gilbert, el presidente de una compañía
para el desarrollo profesional en Nueva York. Según
artículo publicado en Electronic Design de junio,
1986, el Sr. Gilbert cree que los estudios formales
para el adelantamiento de gerentes e ingenieros
gastan los recursos, malgastan el tiempo y no
producen rendimiento según la inversión requerida.
La razón es: El modelo "escolar" para continuar la
educación—enseñando cursos según el juicio de
algún profesor en cuanto a lo necesario de aprender
—cae en conflicto con todo lo que se conoce
científicamente acerca de la manera en que los
adultos logran aprender... En vez de profesores y
libros de texto, Gilbert aconseja, prueben usar
proyectos relacionados al trabajo... . De hecho, dice
Gilbert, como los proyectos están correlacionados
con necesidades reales e inmediatas del trabajo, los
ingenieros desarrollarán automáticamente el sentido
de tecnología propietaria y de participación que la
tutoría nunca iba a proporcionarles.
Por supuesto que los niños aprenden en la misma
forma que los adultos. Lo que la ciencia conoce en
cuanto a la mente humana se describe en los escritos
de Leslie Hart, cuyo artículo en Educational
Leadership, de marzo, 1981, nota lo siguiente: "El
cerebro humano tiene la naturaleza de un poderoso
mecanismo para extraer el diseño de todo." El
profesor Hart apunta que los niños aprenden la
gramática de su lengua sin más que escuchando y
ensayando la conversación de los adultos que lo
rodean. "Si un chico de 4 años puede discernir el
diseño de la construcción de los verbos y los
plurales [añadiendo 'ía' en 'sabía' y 'tenía', y
poniendo la 's' final cuando hay más de uno]
simplemente escuchando el hablar de adultos
¿porqué hay que proporcionarles en el colegio los
libros para lectura que tienen limitados y aun
pequeños vocabularios, y tratar de descomponer
otros temas a porciones infantiles de igual
manera?".
La mente diseñada para el auto-aprendizaje. Si
los niños aprenden a hablar, a caminar, a vestirse y
alimentarse, llegando a tener la destreza de uno que
cumple cinco años sin más que el modelo y el
estímulo de sus padres ¿acaso no continuarán, como
dice Hart, "sondeando, explorando, examinando,
investigando, probando" para tomar el sentido de su
mundo? hasta o a menos que "se encuentran
cautivos en un escritorio de la escuela, forzados a
escuchar y estar quietos, obligados a hacer lo que se
les diga, y a comenzar y terminar todo según se les
ordena." Hart concluye: "Estas son condiciones
cerebro-antagonistas y bajo ellas el aprendizaje se
para en seco."
Hay otro problemita incluido en la ruta del currículo
y es que una vez gastado el dinero, una se ve
obligada a concernirse con sacar el mejor provecho
de su inversión. Así que nos preocupamos en
completar el libro y cubrir toda la materia, dejando
de pensar en que se olvidan de lo que no les
interesa, de que pasamos por alto las oportunidades
para aprender lo que viene más al caso en su
experiencia porque todavía hay que preparase para
una prueba... . Y así nos esclavizamos nuevamente
en un sistema diseñado por personas que nunca
conocieron a nuestros hijos ni pueden anticipar lo
que les será más importante en la vida, la vida que
nuestros hijos escogerán para sí.
La mejor educación. ¿Qué vamos a usar entonces?
Visite la biblioteca. Compre libros que le son
interesantes a su hijo. Los textos de su propia
educación pueden servir de libros de referencia al
buscar respuestas a las preguntas que se presentan.
La enciclopedia y ahora el computador son
herramientas muy útiles, y especialmente un buen
diccionario. En el esfuerzo a contestar las preguntas
de los hijos, una se asombra de lo poco que
recordamos de nuestros años en el colegio.
La mejor educación es simplemente contestar a las
preguntas y ayudarles a buscar las respuestas. Por
demás, los padres pueden crear más oportunidades
para las preguntas. Por ejemplo, al leerles relatos en
cuanto a los exploradores, se les ocurrirá preguntas
en cuanto a la geografía o la ciencia. Visitando al
museo engendrará preguntas en cuanto a la historia
—y quizás otro viaje a la biblioteca. Y en relación
al trabajo, al lavar la loza por ejemplo, se
presentarán oportunidades para conversar acerca de
las propiedades del jabón, el agua y otros aspectos
de la física.
Esta manera de aprender es efectiva, eficiente y casi
sin esfuerzo. Los padres guían a los hijos, no
perdiendo oportunidad de ayudarles a satisfacer la
curiosidad (sin sobrepasarse hasta alcanzar a
aburrirles, por supuesto). Los resultados serán
prontamente evidentes. El niño mostrará un
progreso asombroso y fácilmente sobrepasará a sus
previos compañeros. El niño que tiene preguntas ya
tiene la razón para aprender—su curiosidad. Nunca
se olvidará de lo que él desea conocer. Por lo tanto,
hágase usted algunas preguntas antes de
preocuparse por la compra del currículo.
Nos preguntamos. ¿Cuál es la meta a la cual
apuntamos para la educación de nuestro hijo? Si es
un diploma, basta aprobar los exámenes de fin de
año. Si deseamos proveer una educación superior a
lo común ¿porqué no confiar en ese magnífico
cerebro que nació ya motivado para aprender?
(Hart) ¿Existe un mejor plan que la "reforma
educacional" corriente? Sí, el método usado por
todas las edades de cariñosos padres guiando a sus
hijos. ¿Qué currículo usaron los padres de famosos
tales como Abraham Lincoln, Thomas Edison,
Leonardo da Vinci, Moisés, y muchos otros
personajes que han adelantado nuestra sociedad?
Lea sus biografías—estos y muchos otros
aprendieron en casa. Fueron autodidactos que
pensaron por sí mismo. Y ¿qué es lo peor que puede
ocurrir si no uso libros de texto y simplemente me
ocupo en contestar las preguntas de mis hijos? Pues,
algunos días quizás no se hacen las camas porque
hay tantas preguntas. Y lo mejor que podría suceder
es que vamos a llegar a conocer personas
maravillosas, nuestros hijos. Y nosotros como
padres recibiremos una mejor educación al
esforzarnos para ayudarles.
Y si todavía quiere hacer compras educacionales, he
aquí una lista. No son requeridas estas cosas, y es
posible que ya tiene varias de ellas. Tampoco se
pretende que sea una lista completa, pero le dará
ideas y es para comenzar:
 Juego de enciclopedia (puede ser de segunda
mano).
 Microscopio, o por lo menos una lupa.
 Mapas: del vecindario o ciudad, del país, y
mundial.
 Libros guías en cuanto a pájaros, flores,
minerales, etc.
 Un globo terráqueo.
 Telescopio, mapas de las estrellas y
constelaciones.
 Máquina para escuchar grabaciones de música y
de libros.
 Herramientas para el jardín, semillas para
plantar.
 Instrumentos de música, aunque sea una flauta o
guitarra.
 Libros de música y cancioneros.
 Computador.
 Conexión al Internet.
 Compás, regla, calculadora.
 Algunos juegos de ingenio para la matemática,
de ajedrez, naipes.
 Monopolio.
 Suscripción a revistas científicas o literarias para
niños.
 Juegos de experimentos químicos o de la física.
 Pinturas, lápices para dibujar y pintar.
 Materiales para hacer arte y artesanía.
 Animales domésticos, mascotas (aunque sea un
pececito).
 Juegos de construcción, Legos, etc.
 Herramientas: martillo, alicates, clavos, madera,
etc.
 Utensilios de cocina.
 Máquina para cocer.
 Un vehículo echado a perder ú otros aparatos
(TV, radio, plancha) para desarmar.
 Un lugar al campo...
"En nuestro estilo de vida moderno los niños quedan privados no solamente
de sus padres, sino de personas en general.
Es principalmente por medio del observar, jugar, y trabajar con otros mayores
y menores de sí, que el niño puede descubrir lo que puede hacer por sí,
a la vez de lo que puede llegar a ser.
De manera que el relegar a los niños a un mundo infantil
es privarles de su humanidad."
--Urie Bronfenbrenner
6 — La importancia del jugar en el Aprendizaje Natural
por Kathleen McCurdy
A veces nos hemos entretenido observando las
travesuras en el simpático juego de perritos y
gatitos. Brincan, saltan, muerden, rugen, se pillan la
cola, se enredan en madejas de lana, desgarran
quizás un zapato—parece divertido pero por
supuesto sabemos que realmente están practicando
su instinto para sobrevivir. Se nos dice que los
animales nunca gastan el tiempo jugando como lo
hacen los niños; la vida es muy seria para ellos.
Tienen que pasarlo desarrollando y perfeccionando
las habilidades necesarias para comer y no ser
comido. Pero ¿es el juego de los niños realmente
diferente al de los animales?
Los científicos que han estudiado a los chimpancés
observaron que los animales jóvenes que fueron
privados de sus madres no jugaban como los demás.
Durante los primeros cuatro o cinco años de vida,
los monitos se mantenían juntos a sus madres y
tenían tiempo de más para observar el
comportamiento de los adultos y para incorporar lo
observado en sus juegos. Jane Van Lawick-Goodall
y sus colegas, que estudiaron a los chimpancés
silvestres en Tanzania, reportaron un ejemplo
impresionante de cómo este tiempo de observación
junto con el juego que realizaban los monitos
conduce al comportamiento adiestrado de los
adultos.
Los chimpancés adultos han aprendido a cazar y
comerse las termitas. Buscan unos palitos
adecuados, les sacan la corteza, los mojan en la
boca, y luego los insertan en los orificios de las
termitas. Después de esperar un minuto para que las
termitas se adhieran al palito, se los remueve y los
lamen con buen apetito. Se observó que los
chimpancés jóvenes sentados cerca de sus mamás
jugaban con palitos. Pasaban largo tiempo
sacándoles la corteza a los palitos, o intentando
introducir palitos de diferentes tamaños en diversos
orificios. No intentaban cazar a las termitas,
solamente jugaban. Un pequeño chimpancé que
había perdido a su madre en sus primeros años y fue
criado por sus hermanos mayores, nunca adquirió la
destreza especializada de cazar las termitas. Le
faltaba la oportunidad de observar de cerca a los
adultos y no disfrutó de la protección que una mamá
le hubiera proporcionado al enfrentar las vicisitudes
de la vida.
Por lo tanto, algunos han concluido que el jugar es
realmente importante no sólo para sobrevivir sino
porque también proporciona la oportunidad de
practicar rutinas parciales y secuencias del
comportamiento que después forman un conjunto de
destrezas, y la habilidad para resolver los problemas
de la vida. El jugar también reduce o neutraliza el
apuro de lograr algo. Todos nos hemos encontrado
en la instancia de querer aprender o recordar algo
importante, aunque sea el nombre de una persona,
sin lograrlo. Después nos asombramos cuando, ya
bajado la presión y sin intentarlo, se nos viene el
nombre a la memoria. Justamente así, el juego
ayuda a los niños a aprender en una forma casual,
muchas cosas que de otra manera parecerían
demasiado complicadas. Al restar importancia al
objetivo, el juego ayuda a que los niños aprendan
más fácilmente las habilidades que necesitarán
cuando sean mayores.
El psicólogo e investigador Jerome Bruner estudió
los efectos del juego relacionado a la habilidad del
niño para resolver problemas. El y sus colegas
diseñaron un experimento en que niños de tres a
cinco años fueron instados a realizar la tarea de
sacar un premio que se encontraba en una caja fuera
de alcance. La única manera posible era uniendo
dos palitos con una grapa así construyendo un palo
más largo con el cual alcanzar el premio. Se
dividieron a los niños en cinco grupos. El primer
grupo fue "enseñado" por un adulto que demostraba
como unir los palitos con una grapa. El segundo
grupo fue entrenado en el uso de la grapa. El tercer
grupo observaron al que hacía el experimento
mientras realizaba la tarea de construir el palo y
alcanzar el premio. El cuarto grupo no recibió
ninguna preparación pero simplemente se les dio la
oportunidad de jugar con los materiales. El quinto
grupo fue el grupo de control y no recibió ninguna
preparación previa.
Los resultados de este experimento fueron
asombrosos. Los niños que solamente jugaron con
los materiales pudieron resolver el problema tan
bien como los que observaron la demostración y
solución completa, y doblaron el porcentaje de
logros comparados con los niños que fueron
enseñados o a los que fueron entrenados. Dijo el Dr.
Bruner: Nos llamó la atención la tenacidad de los
niños del grupo de juego que se clavó en la tarea.
Aún cuando su primera estrategia fuera mal guiada,
terminaron con solucionarlo porque podían resistir
la frustración y la tentación a desanimarse. Estaban
jugando."(Psychology Today, enero de 1975.)
Otros investigadores han encontrado que la
oportunidad para jugar tiene un efecto en la
creatividad del niño más tarde. El juego sirve como
un vehículo para la adquisición del lenguaje, y
ayuda al niño a asimilar las experiencias que tiene y
así lograr su propio entendimiento del mundo.
"Ahora comprendemos que el jugar es asunto serio,
en realidad es el asunto principal de la juventud. Es
el vehículo para la improvisación y la combinación,
el primero que conduce al sistema de regla por la
cual un mundo de reserva cultural reemplaza a la
operación del impulso juvenil." (Bruner, op. cit.)
Por supuesto que los niños en familias escolares
tienen mucho más tiempo para jugar, lo que puede
explicar su mayor desarrollo social comparado a sus
prójimos.
Según Benjamín Bloom, profesor de educación en
la Universidad de Chicago, cerca de 95 por ciento
de la enseñanza en las escuelas hoy en día está
enfocado en los "procesos mentales de bajo nivel"—
repetición maquinal de reglas gramaticales, tablas
de multiplicación, nombres y fechas históricos. La
mayoría de los profesores gastan muy poco tiempo
en los "procesos mentales de alto nivel"—la
solución de problemas, análisis, interpretación. Sin
embargo, Bloom y otros notaron mediante estudios
recientes que, a medida que los niños mejoraron sus
habilidades mentales, también ganaban en cuanto a
la repetición maquinal. "Conociendo que significa
una idea o un principio y como se le puede aplicar
ayuda al niño a aprender más y conocer mejor," dijo
Bloom.
Estos "procesos mentales de alto nivel" son
exactamente aquellos que se están ejerciendo
mediante el juego. Niñitos intentando conseguir un
premio de la caja fuera de su alcance tienen que
analizar e interpretar la situación. Intentando varias
soluciones, ellos están ejerciendo la habilidad de
interpretar resultados y eventualmente los conducirá
a la solución del problema. Sea que el niño esté
corriendo sus autitos, construyendo con sus piezas
de Lego, o sirviendo el té a sus muñecas, estos
procesos mentales de alto nivel se están
implementando a lo sumo.
Como Hart, Smith y otros han apuntado, los recién
nacidos comienzan enseguida a hacer un vigoroso
esfuerzo para sacar el sentido a las cosas en el
mundo a que han entrado. A toda hora están
haciendo investigaciones, exploraciones, pruebas y
exámenes de todo lo que encuentran, hasta el
momento de encontrarse cautivos en el escritorio de
la escuela, obligados a sentarse quietos y callados, a
hacer solamente lo ordenado, y a comenzar y dejar
de hacerlo según lo requerido. Estas condiciones
están en contraposición al desarrollo intelectual y
bajo ellas el aprendizaje se para en seco. (Leslie
Hart, Educational Leaderhip, marzo, 1981).
Un artículo en la revista Changing Times,
diciembre, 1986, revisó un número de productos
obtenibles en el comercio que fueron diseñados para
ayudar a los padres a preparar a sus párvulos a leer.
Encontraron que tales productos eran inadecuados
para párvulos "porque el proceso de aprendizaje
usado es de forma estructurada y formal, teniendo
que ver con libros de tarea y otros materiales y
procedimientos académicos tradicionales." Como
dicen los autores, los niños aprenden mejor cuando
tienen bastantes oportunidades para explorar, crear,
e iniciar sus propios actividades para aprender a su
propio ritmo, y experimentar su mundo en forma
palpable, sea construyendo torres con los bloques
alfabéticos o visitando al zoológico.
Otra crítica que publicaron fue que las actividades
sugeridas en los libros de tareas y los programas
parecían ser "innecesariamente maquinados". Por
ejemplo, la instrucción de cortar formas de
calcetines de papel en diferentes colores para que el
niño aprenda a clasificarlos. Ellos sugieren que "el
niño puede aprender lo mismo clasificando
verdaderos calcetines." Sí, y quizás aprenderían aun
más, a guardar la ropa, por ejemplo. Los libros de
tarea y otros auxilios para el aprendizaje infectan
con una enfermedad llamada "complete el espacio
en blanco" y no les ayuda a tener pensamientos
críticos, creativos, y de lograr un aprendizaje
significativo, dice una asesora de artes del lenguaje,
Carol Otis Hurst, que diseña programas de literatura
para las escuelas públicas y es profesora
universitaria. Ella siente que los niños y
especialmente los párvulos deberían ocuparse "de
cosas mucho más importantes, como la causa y el
efecto de la lluvia relacionada a los charcos" y otros
descubrimientos no enseñables.
Algunos padres concienzudos se preocupan de que
sus niños quieren estar siempre jugando, y temen
que es tiempo gastado en cuanto a lo que concierne
el aprendizaje. Pero si estos padres pensaran
analíticamente y observaran el juego de sus niños,
descubrirían que un montón de aprendizaje está
ocurriendo. El verdadero aprendizaje ocurre en la
familia cuando los padres juegan con los niños. Pero
de lo contrario, muchos nos hemos dado cuenta de
lo poco que sirven los juegos maquinados que son
diseñados para fomentar el aprendizaje. Son
inmediatamente rechazados por los niños.
En una familia expertos en computadores, la madre
afirmaba que nunca los iba a comprender. Todos
trataban de mostrarle la forma de utilizarlos. Hasta
el más pequeño gozaba de los juegos mientras el
hermano mayor se apuraba por tener la oportunidad
de probar su nuevo programa. La hermana
solicitaba: "Ven Mamá ¡es divertido! Tienes que
probarlo". Papá sugería que le sería más fácil
escribir su boletín informativo para familias
escolares si lo hiciera en el computador en
preferencia a la máquina para escribir. Pero la
madre afirmaba que los computadores no eran para
ella. "No gracias. Me quedo con la máquina que me
ha servido tan bien hasta ahora."
Computadores iban y venían, cada uno más
“inteligente” que el otro. "Prueba este. Te lo
explico, o si quieres lo puedes leer en el libro,"
ofreció el adolescente. Una noche cuando todos los
demás se habían acostado, la mamá iba apagando
las luces cuando notó que habían dejado un
computador prendido. Uno de los chicos había
comenzado un dibujo y lo había dejado en el
computador sin terminar. No atreviéndose a
apagarlo, mamá comenzó a jugar con el computador
y a completar el dibujo. Probó una que otra cosa y
notó que le hacía preguntas y ella las podía
contestar. Había observado mucho más de lo que
pensaba mientras otros lo usaban. Pronto el dibujo
quedó terminado... y a mamá le había "picado el
bichito" de los computadores mientras solamente
jugaba. Nunca interesada en llegar a ser una experta,
sin embargo había aprendido una habilidad útil
mediante el juego.
Autores Holt y Moore describen a la escuela como
"la cárcel de los niños", donde está prohibido jugar
y donde el aprendizaje es casi imposible porque la
madre no está presente para protegerlos de las
distracciones y presiones, y donde las mentes
inquisitivas están obligados a callarse, a estudiar y
no hacer preguntas, y aún su tiempo libre se les
llena de tareas escolares. En su libro A Good
Enough Parent, Bruno Bettelheim nota:
Mientras más oportunidades tengan el niño para
disfrutar de la riqueza y franca fantasía del juego en
todas sus formas, lo más sólido será su desarrollo.
Esta es la razón por la cual los niños privados de
cultura y que tuvieron poca oportunidad para jugar y
que sus padres no jugaron con ellos tienen tan
difíciles tiempos en el colegio. Sin la experiencia de
salir adelante en los juegos, no tienen confianza
para lograr éxito en la escuela." (p. 208) "Los niños
no logran mucho si viendo televisión o realizando
actividades tales como el aprendizaje académico les
impide las ricas experiencias de los juegos y el
jugar."
En un artículo en la revista Child de 1988 titulado
"¿Puede salir Johnny a jugar?", Randi Londer habló
con unos expertos que deploraban el estado de los
sitios de juego hoy en día. "'Ciertas escuelas han
organizado actividades físicas para el recreo' dice
Dr. Sutton-Smith quien ha escrito varios libros
acerca de los juegos y del jugar. 'A los adultos les
gusta porque pueden mantener el control. El único
problema es que los niños prefieren perseguir a sus
compañeros en el patio antes que se les diga cómo
deberían ejercitar las piernas. El entusiasmo de
pillarse los conduce a más ejercicio que la pista o
una carrera de campo. Londer continúa:
Muchos expertos comentaron este tema de devolver
a los niños el control de sus juegos y ejercicio—el
control para iniciar el juego ellos mismos, y la
libertad para hacerlo cuándo y cómo lo desean. Los
niños ya están en bastantes situaciones donde los
adultos los dirigen y organizan,' dice el Dr. Hart de
City University en Nueva York. "Ellos pierden el
control de sus actividades, pierden autonomía social
y pierden la oportunidad de soñar y crear.' Cuando
preguntamos a la gente que es lo que más recuerda
acerca de su juventud, dice el Dr. Hart, ellos
recuerdan los lugares no diseñados para nada, los
lugares 'encontrados'. Los sitios vacíos, un canal al
fondo del jardín, lugares para esconderse bajo los
puentes. 'Son estos lugares olvidados los cuales los
niños desean' él dice, 'porque allí ellos pueden crear
su propio significado. Ahí es donde los niños se
olvidan del tiempo, donde ellos fantasean e inventan
sus propios mundos, jugando sin límites o metas... .
Asistiendo a un parque de juegos [gimnasio], les
enseña a ser consumidores en vez de creadores.'"
Nuestra confianza en nuestro niño es lo que crea en él una confianza básica en sí
mismo, una confianza acerca de sus propias habilidades.
–Bruno Bettelheim
7 — Una familia pionera
por Kathleen McCurdy
Como nueva madre allá en el año 1962, me sentí
colmada del deseo de proporcionar a mi hijo la
mejor educación, una educación que le ayudara a
llegar a ser un miembro de la sociedad, temeroso de
Dios y respetado por sus semejantes. Había leído las
biografías de Abraham Lincoln, Benjamín Franklin,
David Livingston, Albert Schweitzer, Thomas
Edison, y varios otros, y me sentí especialmente
interesada en los pocos detalles que quedan
registrado en cuanto a la infancia y juventud de
Cristo. Un día se me ocurrió la idea de que lo que
más tenían todos estos personajes en común era que
su educación había sucedido en casa, a manos de
sus padres. Me impresionó que cuando Cristo
enseñaba a la gente, algunos decían "¿De dónde
sacó éste tantos conocimientos sin haber
estudiado?" (Juan 7:15 NVI. La versión de
Goodspeed, dice "'¿Cómo puede este hombre leer?'
dicen ellos, 'si nunca ha asistido a la escuela'").
Siendo que mis padres hacían viajes
frecuentemente, mi propia educación formal fue
algo inconstante. Un surtido de media docena de
años los pasé en aulas de diversos colegios y a los
17 años de edad aprobé un examen de validación de
educación media y entré al colegio superior. Ya
estaba acostumbrada a averiguar las cosas por mí
misma, así que no fue difícil ayudar a mis hijos
(tuve cinco) a aprender a leer, escribir y calcular.
Pero tratando con parientes que me criticaban y
explicando a personas desconocidas la razón por
qué mis hijos no asistían a la escuela no fue tan
fácil. Después de un tiempo fue más fácil comprar
currículo y hacer clases. Entonces podíamos decir
que los niños estaban en un programa escolar
privado, y facilitaba la conversación en cuanto a
distintos cursos y asignaturas.
Al principio no nos dimos cuenta, pero en eso
perdimos lo que había sido el gozo de aprender en
casa. La presión de nuestros semejantes nos había
conducido a adoptar métodos del colegio, aún
cuando manteníamos a los hijos en casa. Probé
varios programas y currículos, a veces
componiéndolos yo misma. Pero también me
comencé a desanimar, a preguntarme si no sería
mejor mandarlos a la escuela. Por cierto, los niños
estaban aprendiendo, aunque en general no era lo
que se encontraba en los libros de texto. Realmente
evitaban los estudios de texto y nunca terminaron
ningún curso.
Mientras tanto, hacíamos cosas como caminatas al
campo, identificación de árboles, flores silvestres,
bichos, hongos, etc. (vivíamos en el campo).
Llegaron a ser clientes favoritos de la biblioteca.
Cuando el trabajo de papá lo llevaba a otra parte,
viajábamos con él. Visitamos lugares históricos
como sitios de batallas de la independencia, lugares
de interés científico como un cráter meteórico.
También los niños nos ayudaban en el negocio
casero. Por algunos años mi marido manejaba un
negocio de imprenta. Los niños ayudaban en varias
de las tareas que les era más fácil, y al crecer
aprendieron a manejar algunas de las máquinas
impresoras. A veces hasta ayudaban en la redacción,
haciendo las correcciones de gramática.
Cuando el mayor contaba unos 13 años, le pidió al
abuelito que lo dejara probar si podría arreglar una
vieja camioneta que había sido abandonada. Le sacó
el motor, de a poco juntó el precio para comprar un
motor reacondicionado, lo instaló, arregló otras
partes y, después de varios años y con ayuda de los
dos abuelos, de tíos y otros, por fin lo hizo
funcionar. Al cumplir los 18 años, el abuelito se lo
regaló, y todavía funcionaba unos diez años después
cuando lo vendió.
Habían ocasiones en que yo tuve que salir de casa a
trabajar, ya sea ayudando a los ancianos en la
comunidad o haciendo ventas de jabones y escobas
de puerta en puerta. Casi siempre los niños me
acompañaban. Pensaba que éstas eran intrusiones a
sus estudios y los distraía de sus tareas escolares.
Sin embargo, estas actividades eran tan prácticas e
importantes en la adquisición de habilidades para la
vida adulta que yo no veía cómo podría limitarles
esas experiencias y reemplazarlas con más tareas
escolares. A medida que los niños menores me
ocupaban más y más, los hijos mayores comenzaron
a buscar empleo fuera de la casa, y yo traté de no
pensar en lo que iba a resultar. Me preguntaba si las
horrendas predicciones de los parientes iban a venir
acabo.
Cuando el mayor cumplió los 16 años, comenzó a
trabajar en la cuadrilla forestal de su tío. A los 18
años cuando ya contrataban en otros estados, decidí
que sería mejor si mi hijo concluyera formalmente
su período escolar, en el sentido de ingresar al
mundo adulto. Debería rendir la prueba para aprobar
el último año de educación media. A la verdad, esto
me preocupaba a mí más que a él. ¿Aprobaría?
¿Conocía lo suficiente de la materia para demostrar
capacidad y sacar una buena nota? No teníamos
ninguna comprobación, ni notas, grados, documento
oficial, o libros de texto completados. Nos
quedamos sorprendidos cuando logró una nota
mayor al 90% en relación a los demás que rindieron
la prueba. ¡Se había validado el aprendizaje en casa!
Fue la primera comprobación para nosotros.
Casi todos nuestros hijos han rendido el mismo
examen con resultados similares. Tres de ellos
asistieron a colegios superiores. A uno se le ofreció
una beca de parte del negocio donde trabajaba, pero
él lo rechazó. "¿Para qué voy a gastar el tiempo
estudiando en el colegio lo que puedo aprender
trabajando y ganando?" dijo. Ahora tiene un puesto
como gerente de un gran hotel, lo que por lo común
requiere al menos un magíster. Obtuvo el puesto
careciendo de educación formal alguna, por tener
intacta su habilidad de pensar creativamente y de
proponer ideas originales en beneficio del negocio.
Nuestros hijos han trabajado en varias ocupaciones
y no temen cambiar a otra si les parece mejor.
Siempre siguen aprendiendo. Entre los cinco han
sido: técnico electrónico para una estación
televisora, gerente de su propio negocio (varios),
trabajos forestales (dos), artista en loza, costurera,
artesano en joyas y oro, pastor de iglesia, cajera en
un negocio, gerente de proyecciones para una
cadena de negocios, ayudante en una pizzería,
mecánico de máquinas diesel, empaquetador,
trabajador en fábrica de aluminio, diseñador de
programas para computador, técnico y diseñador de
páginas web, modista, contratista en prados
institucionales. Sus éxitos nos han inspirado con
confianza para rechazar firmemente la idea social en
cuanto a la importancia de las experiencias
educativas estructuradas. Siempre los dejé libres
para pensar por sí y aprender lo que querían, aún al
sentirme culpable por no obligarlos a hacer las
tediosas tareas escolares.
En nuestra familia el trabajo es importante, y el
jugar también lo es. Se apoya el empeño por
adquirir conocimiento y destreza, pero el concepto
de "escuela" es una idea ajena. Nada de lo que pasa
en el hogar se asemeja al estudio formal, con
excepción al rendimiento de las pruebas de fin de
año. En éstas, los niños se sacaban las mejores
notas, y en general se mostraban adelantados dos o
tres grados más que otros de la misma edad. No es
porque a las pruebas se debiera considerar de tan
alto valor para las familias escolares. La calidad de
su vida, sus éxitos, la confianza en si mismo, la
felicidad que sienten—éstos son de mayor valor en
la determinación del grado de éxito que han logrado
como estudiantes en casa. Pero las pruebas y los
exámenes son mejor comprendidas por los
educadores profesionales, y también los abuelitos
los encuentran menos subjetivas que nuestra propia
opinión. Por lo menos éstas le muestran que los
niños están recibiendo realmente una educación
"equivalente" al que recibirían en un colegio.
No creo que mi familia sea muy diferente a otras.
Nuestros hijos peleaban, había que animarlos a
completar el lavado de loza, se quejaban si tenían
que escribir cartas de agradecimiento, y se
olvidaban de alimentar al perro. Pero por otro lado,
comprendieron mucho en cuanto a la biología, la
química, y la física porque ellos lo vivían
diariamente. Al no estar encerrados en aulas
escolares, conocían y discutían las noticias del día, y
conocieron mucho en cuanto a la historia,
sociología, geografía y política. La historia era
importante porque, como a todos los niños, a ellos
les gustaba las historias y especialmente las de
personas y lugares relacionados a ellos. Por
ejemplo, la visita que hicimos a un lugar histórico
les fue más interesante al saber que uno de sus
antepasados figuraba en la historia de ese lugar. Y
después, al leer cierto capítulo de la historia del
país, lo encontraron de mayor interés al recordar la
visita que hicieron a ese mismo lugar.
Poco a poco he desarrollado una filosofía en cuanto
a la educación: La educación en casa significa que
los niños son aprendices de los padres, de sus
habilidades y vivencias. Al participar en las
actividades normales de la vida, al aprovecharse de
las experiencias que forman parte de la vida diaria,
al tomar parte en las actividades e intereses de sus
padres, los niños aprenden mucho que es necesario
para sobrevivir en nuestra sociedad. Aprenden
habilidades sociales apropiadas al observar a los
adultos interaccionando con los demás. Aprenden a
leer, escribir y calcular porque sus padres usan estas
habilidades diariamente—del mismo modo en que
aprendieron a hablar y a caminar. Sin libros de
texto, sin clases, pero mediante el ejemplo y el
ánimo proporcionado por sus padres, los niños han
aprendido todo lo que necesitan saber para entrar a
la universidad, ocupar un puesto, contraer un
matrimonio y fundar su propio hogar.
Una vez expresé temor a mi esposo de que los niños
no hacían tareas de composición. No hacían
resúmenes de libros leídos, aunque daban detallados
repasos en forma oral de lo que estaban leyendo (al
preguntarles de qué se trata el libro que leían, uno
podría pensar que les iban a contar en sus propias
palabras el cuento entero), pero parecía que no se
interesaban en escribir composiciones o ensayos
como se hace en el colegio. Pero él me contó de las
muchas hojas de notas que escribía en el
computador el hijo que entonces tenía 13 años,
delineando su esquema para lo que ahora
llamaríamos una página web. Y ya llevaba unas 400
líneas escritas para una programación de software.
Concluimos que si nuestros hijos tenían algo para
comunicar, estaban bien equipados para hacerlo.
No les hice practicar la ortografía, sin embargo
parece que lo descifraron bien por su cuenta. Claro
que tampoco les hice ensayar el caminar, pero
también lo amaestraron. Una tarde el hijo que
entonces tenía 9 años me preguntó cómo se escribía
la palabra "inspector". Me dijo que no parecía bien
cuando lo escribió como "impector". Sin embargo,
otro de los hijos aún tiene problemas con la
ortografía, pero tiene bastante habilidad mecánica.
Por supuesto que también existen grandes
diferencias de habilidades y de éxitos, hasta en el
colegio. En el hogar se puede aceptar nuestras
diferencias, mientras que en el colegio se espera que
los niños sean estandarizados.
Como madre, he esperado mucho de mis hijos.
Además de las tareas cotidianas (lavar la loza,
limpiar el patio por ejemplo), y leer los libros que
ellos seleccionaban, esperaba que nos hicieran
preguntas en cuanto a lo que les interesaba.
Esperaba que averiguaran la manera de hacer
cualquier cosa que quisieran hacer. Uno decidió
aprender otra lengua. Le conseguí algunos libros
infantiles en ese idioma, llenas de dibujos. Su
hermano quería abrir una cuenta de ahorro bancaria.
La próxima pregunta: ¿Qué significa "interés
compuesto"? Ya había discernido el significado de
"interés" y sólo necesitaba una explicación de
ciertos términos como "compuesto diario" y
"compuesto anual".
He aprendido que no vale la pena decirle al niño
más de lo que desea saber. Mejor ahorrarse el
aliento. Pero hay mucho que ellos desean saber, y
mientras siguen haciendo preguntas, siguen
aprendiendo. Las diversas áreas de aprendizaje
quedarán bien repasadas, ya que se trata de lo que
ellos comprenden les es necesario y deseable de
conocer. También jugando se aprende mucho, y el
juego es el trabajo propio del niño. "Enseñar" no
fue realmente parte de nuestro horario, pero sí el
animar, facilitar, discutir, y "estar con" los hijos, y
éstos parecen ser los aspectos más importantes en la
vida de las familias escolares. La parte del niño es
pensar, razonar, investigar, experimentar, y en el
proceso de ello, aprenderán. Este tipo de educación
es efectivo, completo y cabal porque es aprendizaje
por medio del vivir. También es divertido. Por eso
lo llamamos Aprendizaje Natural.
8 — Así se aprende a leer
por Kathleen McCurdy
Un cimiento sólido
En nuestra sociedad la lectura es fundamental. Si
nuestros hijos tienen una base sólida en las destrezas
del lenguaje, y especialmente en cuanto a leer y
escribir, podemos sentirnos asegurados que
poseerán todo lo necesario para aprender lo demás
que deben conocer para sobrevivir en nuestra
sociedad. Eso es porque leer y escribir son
habilidades de comunicación, junto con hablar y
escuchar. Y es por medio de la comunicación que
podemos ganar conocimiento. Claro que hablar y
escribir también son importantes habilidades de
comunicación, aunque en los colegios no se les da
tanta importancia ahora, tal vez porque
comúnmente el niño los aprende más temprano y en
forma más natural.
Los niños aprenden a hablar porque: 1) escuchan a
otras personas que les están hablando, y 2) quieren
comunicar algo a los demás. Las investigaciones
han demostrado que los niños aprenden a leer
cuando: 1) se les ha leído a ellos, y 2) tienen libre
acceso a materiales que realmente desean leer. En
un reporte de las investigaciones que se hicieron en
los Estados Unidos en cuanto al aprendizaje, se dice
que "La mejor manera en que los padres pueden
ayudar a sus hijos a llegar a ser mejores lectores es
al hacerles lectura... Los padres pueden animar a
los hijos a leer en varias formas. Algunos
aleccionan informalmente al apuntar letras y
palabras en los letreros y envases. Otros usan
herramientas más específicas, tales como cuadernos
de ejercicios. Pero los niños cuyos padres
simplemente les han leído, han llegado a leer tan
bien como aquellos cuyos padres usaron textos o
que se recibieron de profesores."1
.
Desarrollo de las habilidades del lenguaje
Existen varias razones para explicar porqué le
proporciona la mejor ayuda en adquirir destreza
para la lectura, el simple acto de leerle al niño. En
primer lugar, ayuda a desarrollar el vocabulario. El
niño aprende el significado de las palabras al
escucharlas en el contexto. Por ejemplo, se
desconocía la palabra "aurífero" antes de leerla tres
veces en un cuento de F. Coloane. Allí, al describir
una hazaña fueguina en que descubren oro en las
arenas fluviales del Estrecho de Magallanes, dice
"... se habían encontrado otros aluviones auríferos
casi tan ricos..." y se comprendió que la palabra se
refiere al oro. Es importante conversar en cuanto a
lo que se ha leído, y esto clarifica aún más el
significado. Si se los anima a hacerlo, los niños se
adelantarán a preguntar en cuanto a palabras que
desconocen.
Un segundo motivo es que al leerles las historias, el
niño tiene la oportunidad de desarrollar la sintaxis,
es decir, la construcción de las oraciones. Si se
escucha a las personas de habla inglés, se notará que
se enredan en el orden gramatical de las frases.
Dicen "Yo gusto tu rojo vestido" cuando quieren
decir "Me gusta tu vestido rojo". El inglés tiene otra
sintaxis. La manera más fácil de aprender la sintaxis
de cualquier idioma es al escucharlo y usarlo
continuamente.
También los niños a quienes se les ha leído perciben
el placer que se ha de encontrar en los libros y por
lo tanto serán motivados a leerlos por sí mismo. La
pronunciación correcta, el significado y uso de los
signos de puntuación (indicando la expresión), los
diferentes estilos usados en la lectura de papá y de
mamá quedan todos más claros por medio de la
lectura en voz alta.
Juegos de palabras
A los niños les gustará juegos y rimas que les ayuda
a comprender cómo se construye las palabras. Por
ejemplo, al niñito le gustaría conocer palabras que
comienzan con el mismo sonido de su nombre:
Carlos = cara, cosa, cuna. Marta = marca, mesa,
mide, mona, muñeca. O quizás le gustaría
comenzar con una palabra como "gato" y cambiarle
el primer sonido así: pato, rato. O "lana": nana,
sana, cana, pana. Si no leen todavía, no importa
puesto que esto se trata de sonidos solamente, para
no complicarlo. Al avanzar, se puede proponer
juegos más complicados. Por ejemplo,
seleccionando un conjunto de esdrújulas para notar
cómo suenan al oído. Estos juegos se prestan para
entretener al viajar o estar en espera por alguna
razón. Si el niño quiere comer y la mamá le falta
terminar de hacer la comida, se le puede sugerir
algún juego de palabras para entretenerlo y a la vez
ayudarle a aprender.
Aprendiendo la clave
En algún momento el niño hará la transición a las
palabras visuales. Cubos alfabéticos hechos de
madera son fáciles para las manos pequeñas, y
atractivos. Se le puede ayudar a construir un tren de
cubos, explicando que la "A" es la locomotora. Si
una se sienta en el suelo y le ayuda a poner los
cubos en orden alfabético, el niño pensará que están
jugando. Y así lo es, cantando la canción del
alfabeto se irá aprendiendo las letras. Pronto podrá
ponerlos todos en orden sin ayuda, aunque todavía
le falta conocerlos individualmente. Está
aprendiendo a alfabetizar, habilidad que le resultará
muy útil al buscar nombres en la guía telefónica o
palabras en el diccionario.
Otro juego para cuando está aburrido, digamos en
una reunión, puede pintar todas las letras "o", o
todas las palabras que terminan en "ía" tales como
día, mía, tía en algún folleto o diario a mano. Y por
fin, comenzando con los sonidos más fáciles de p, l,
m, t, se le ayuda a hacer pequeñas palabras con los
cubos, hasta que aprenda poco a poco los sonidos de
todas las letras. Si se tiene suficientes cubos, se
puede construir frases enteras que son más fáciles
de leer que las pequeñas letras del libro.
Listo para leer
John Holt, uno de los fomentadores tempranos de la
educación en casa, escribió en su revista que "la
mayoría de los niños, al encontrarse con material
interesante para leer, lograrían por su propia cuenta
descifrar el proceso—aún cuando lo le enseñáramos
nada, y solamente le explicáramos lo que las
palabras decían cuando ellos nos lo preguntaran." 2
Y lo he comprobado en mi propia experiencia,
siempre que el niño esté listo para leer.
¿Cómo se puede saber si el niño está listo? Si es de
una familia lectora, si hacen lectura para los hijos
regularmente, es muy probable que el niño
comenzara el proceso por su cuenta. Un hijo
acompañando a su mamá en el auto, le pregunta
"Mamá ¿qué significa B-U-S?"
Ella le contesta, "Ya sabes el sonido que hace la B."
"Bh" dice él.
"¿Puedes decir la B y la U juntos y después agregar
la S?"
"B-U-S, Bh-uh-ss. ¡Ya lo sé. Es BUS!
Claro que por meses ha leído los letreros—todos los
que él conozca, por lo menos. Sabe el letrero que
dice "Pizza" y puede distinguir la marca COPEC de
la de Shell, las que ha memorizado. Se está fijando
en los diseños e interpretando los símbolos, y habrá
harto de ambos en el fino arte de la lectura.
La gramática del leer
Al comenzar a leer, el niño se encontrará con
palabras que no conforman a las reglas, o que son
difíciles de pronunciar, o tienen otras características
que le estorban. Lo mejor es dejarle buscar las
reglas mediante la experiencia. Al notar la
pronunciación de las palabras "ahora" y "hay", el
niño percibe que la letra H no tiene sonido. Sin
embargo, cuando se encuentra con una CH
necesitará quizás una explicación. Otro problema se
trata de la G, que a veces suena como J (gente) y
otras veces con una voz más fuerte (gato). Si se le
da una regla, el niño la memorizará pero pierde la
oportunidad de descubrirlo por su cuenta. De hecho,
le será más fácil recordarlo si él lo descubrió. Es
mejor apoyarle con explicaciones a sus preguntas,
que solucionarlo todo antes de que tenga
oportunidad de descubrir los interesantes diseños de
la gramática. Si no recuerda las reglas de la
ortografía ¿será posible que no la haya
comprendido? Basta ayudarle a formar una
"familia" de palabras parecidas: galleta, gorro,
gusano; gemela, girasol, gitano; guante, guardia,
guanaco; guerra, guinda, guitarra.
Si el niño tiene dificultad con las palabras más
largas, es fácil mostrarle cómo dividirlas en
palabritas cortas: es-ta-cion-a-mien-to. Una
profesora especializada en la lectura dice: "Si la
gente tuviera que saber todo en cuanto a los motores
de dos tiempos o de cuatro, la relación del
engranaje, la función del carburador, la fuerza
rotatoria, y demás antes de que pudieran aprender a
manejar el auto, algunos de nosotros fracasaríamos
totalmente al intentarlo. Mucho, también, de lo que
se repasa en las clases de gramática y composición
en los colegios de educación primaria y mediana
sería mejor evitarlo por completo al comenzar a
leer. Hay que hacerlo sencillo." 3
.
Comprensión lectora
Por supuesto que existen cosas que tenemos que
conocer antes de conducir a un vehículo, y al
comenzar a leer sólo es necesario aprender lo más
básico en cuanto a ello. Es importante esperar que
los niños lean sólo para su propio beneficio. Es
decir, que lean porque lo quieren hacer, porque
quieren saber el contenido de lo que se lee. A la
verdad, cuando se requiere que los niños hagan
ejercicios de lectura, leyendo páginas enteras de
asuntos no interesantes al propósito de practicar la
lectura, el efecto es de reducir la comprensión. Leer
los pies de fotos y encabezamientos, o las pequeñas
historias divertidas en el diario, o solamente la
información en cuanto a premios en las cajas de
cereal ¡éstas valen la pena! El niño insiste en
comprender lo que realmente quiere conocer. En
cambio cuando tiene que leer textos pesados, resulta
en apagar la mente y negar la comprensión. Al no
poder seguir el contenido, pronto pierde el sentido
de qué se trata, pierde el contexto de las palabras,
queda frustrado y puede desarrollar hábitos para
toda la vida de inatención, de manera que aún
cuando realmente quiere comprender lo que lee, no
puede.
Los lectores más pequeños necesitan libros con
muchas ilustraciones y dibujos. Porque les falta más
experiencia, deben depender del dibujo como
contexto para descifrar el sentido de las muchas
palabras que desconocen. Al llegar al punto de
poder leer mejor, se les puede animar a escoger
entre los libros clásicos. Será natural que el niño
escoja tales libros si sus padres se los han leído y los
aprecian. Los autores clásicos escribieron para todas
las edades, y los niños seguramente han de escoger
los libros de sus padres para leerlos. Luego
escogerán lectura según sus intereses.
La repetición
Lo que a veces olvidamos es que los niños sienten la
necesidad de leer la misma historia vez tras vez.
Retornan a sus libros favoritos porque es la mejor
manera de "programar" sus mentes repasando el
material cada vez más conocido hasta que cada
detalle sea analizado, clasificado, en fin,
comprendido. Al saborear una frase bien construida,
descifrar un extraño deletreo, o meditar en el recién
conocido nuevo significado de una palabra familiar,
ellos acumulan gradualmente mucha información
que se hubiera perdido si solamente se le hubiera
presentado material nuevo y desconocido. El
famoso presidente Abraham Lincoln poseía
solamente tres o cuatro libros durante gran parte de
su juventud y sin embargo fue conocido como un
personaje letrado. Se puede atribuir su gran
conocimiento a su cabal familiaridad con aquellos
libros, los cuales en ningún caso fueron los más
fáciles de leer. A propósito, a él también se le puede
contar entre los que fueron educados en casa.
__________
1) What Works: Research About Teaching and Learning, Departamento de Educación de los Estados Unidos.
2) Growing Without Schooling (Crecer sin escuela), número 7
3) Manito Mini-School Reading Method por Frances Wilbur Horn.
9 — La escritura y la gramática
por Kathleen McCurdy
Cuando un bebé aprende a hablar, está aprendiendo
destrezas que con el tiempo llegarán a ser útiles en
el proceso de escribir. Los niñitos aprenden
primeramente el lenguaje escuchando las
conversaciones de otras personas, y escuchan más
atentamente cuando la conversación es con ellos. De
esas conversaciones escuchadas los niños extraen
las reglas gramaticales y luego la habilidad de
comunicarse con otros. Los padres que se preocupan
de hablar correctamente en el hogar están
estableciendo cimientos sólidos para sus hijos.
Modelos para la forma de hablar.
Cuando la madre le habla al infante, el bebé escucha
y la observa atentamente. No es por el puro agrado
de oír su voz. Las investigaciones demuestran que
un pequeñuelo de pocos días de edad realmente
imita las expresiones faciales de su madre. Al
crecer, comienza a imitar los sonidos que ella hace.
Por lo tanto, los bebés que escuchan el portugués
hacen sonidos portugueses, los japoneses hacen los
sonidos de la lengua de sus padres—mucho antes de
aprender palabras identificables.
Más tarde, el bebé conmueve a sus padres
enunciando sus primeras palabritas. Pero éstas no
son cualesquiera palabras. Casi todas las primeras
palabras son sustantivos: papá, gato, pan. Cuando el
niñito comienza a usar frases de dos palabras, en su
mayoría son formadas de sustantivo y verbo: "Mira
papá", "Dame pan", "Gato, ven".
El bebé extrae de la conversación de sus padres las
palabras importantes en cada oración porque la
mente está "programada" para distinguir diseños, lo
similar y lo diferente. Así que cuando escucha a su
madre hablar de una galleta o dos galletas, no
solamente aprende algo de matemática (cantidad),
sino también está aprendiendo la gramática
(plurales): cuando se agrega una "s" significa que
hay más de una galleta.
El niño aprende también de las conversaciones con
sus familiares a utilizar los artículos. Percibe que las
palabras terminadas en "o" usan el artículo
masculino. Pero como no conoce todavía las
excepciones del diseño, suele cometer errores, tales
como "el mano". En vez de corregir sus errores,
podríamos alabar sus esfuerzos al reconocer que ha
descubierto un diseño gramatical que funciona en la
mayoría de los casos. Mientras el niño escuche las
palabras usadas correctamente, aprenderá las reglas
básicas de la gramática; quizás no los términos pero
sí, el uso.
Leyendo y escribiendo.
Tan pronto como el niño logre mantenerse sentado,
si no antes, comenzará a disfrutar de los libros
ilustrados, si tiene la oportunidad de hacerlo en
compañía de sus padres. A esta temprana edad no le
sirve oír la historia simplemente leída. Necesita
interactuar. La madre puede indicar algún detalle
del dibujo y pronunciar el nombre: "¿Ves el
conejito?" Y después, "¿Dónde está el conejito?"
esperando que el niño lo vea y quizás lo apunte con
el dedito. "Yo veo su orejita. ¿Lo ves tú? ¿Puedes
encontrar la zanahoria que el conejito quiere?" Esta
forma de usar el libro de cuentos le proporciona un
modelo o diseño de la conversación. Su mente
puede captar y absorber la información y también el
proceso. Después, cuando tenga dos o tres años y ya
intenta usar oraciones completas pero aún sencillas,
le interesará oír la lectura del cuento a qué se
refieren las ilustraciones. Estará listo para captar las
partes más complejas del diseño del lenguaje,
inclusive el vocabulario y la entonación.
No se puede recalcar demasiado lo importante que
es esta forma de comunicación entre los padres e
hijos. En realidad es fundamental para su desarrollo
mental, a la vez que forma el cimiento para sus
avances literarios. Los padres que sostienen
conversaciones interactivas con sus hijos desde
temprana edad, y siguen haciéndolo durante el
tiempo de su desarrollo, verán los resultados no
solamente en su habilidad de raciocinio, sino
también en el desarrollo de su vocabulario, su
atención a los temas tratados y su destreza para la
lectura. En las noticias recientemente se destacó los
resultados de una investigación acerca de las graves
faltas en lectura de niños escolares. El artículo
incluyó el siguiente comentario:
A medida que aumenta el rendimiento de los
estudiantes en los tests de lectura, el grado de
comunicación con los padres crece, lo que refuerza
que a mayor comunicación, mejores resultados.1
La composición literaria.
Ahora llega el momento en que el niño podría
contar el repetido cuento del conejito (o cualquier
favorito) en sus propias palabras. También se le
puede animar a contar sus propios cuentos o
simplemente describir lo que está haciendo. Si la
madre le anima y ella misma escribe el cuento
usando las palabras escogidas por él, le será de
mayor motivación. Algunos escriben los cuentos de
sus niños en libritos creados para ello, dejando
espacio para que el niño pueda añadir sus propias
ilustraciones.
Según las investigaciones, niños de poca edad
suelen atribuir significado a sus garabatos. "Las
investigaciones proponen que la mejor manera de
ayudar a los niños en esta etapa de su desarrollo
como escritores es respondiendo a las ideas que
están tratando de expresar."2
El Dr. Bennett,
secretario de educación del gobierno
estadounidense, añade, "Los niños a quienes se les
anima a dibujar y garabatear sus cuentos a temprana
edad llegarán a escribir más fácil y efectivamente, y
con mayor confianza que los niños a quienes no se
les animó a hacerlo."
Un parvulario probablemente intentará primero
escribir su nombre y será suficiente que use letra
imprenta. Cuando comienza a leer palabras
sencillas, se le puede animar a escribirlas en un
cuaderno, añadiendo sus propios dibujos o
recortando las ilustraciones de revistas publicitarias.
Papel cuadriculado servirá para ayudarle en el
tamaño de las distintas letras y uno puede comprar o
crear carteles con las letras cursivas para ayudarle a
recordarlas. No es necesario apurarse en esto. El
niño escribirá como pueda, pero llegará el día
cuando le será importante comunicar mediante la
escritura y en ese momento se encontrará motivado
a hacer el esfuerzo de escribir correctamente.
Buscando oportunidades para escribir.
Algunos de los niños resultan estar listos y
entusiasmados para escribir, mientras que otros lo
evitan por un buen tiempo. Pero a todos les llegará
el día en que la habilidad para escribir será una
necesidad. Si a su hijo no le gusta usar papel y
pluma ¿por qué no sugerir la máquina de escribir o
el computador si lo tiene? Jugando con una
máquina, puede lograr la inspiración que necesita A
uno de mis hijos no le gustaba escribir. Me decía
que iba a esperar que alguien inventara una
maquinita escritora (y claro ¡ahora tiene su Palm
Pilot o agenda electrónica!). Pero quedaba fascinado
con el computador, pasando horas enteras
comunicándose por medio del teclado a todo el
mundo. Y allí tenía que escribir bien, ya que otros
notarían si se equivocaba. Llegó a ser un buen
escritor de esa manera, siempre que no tuviera que
escribir con lápiz.
A los hijos se les puede sugerir que guarden un
diario de vida. También es bueno que los niños
aprendan a escribir cartas de gratitud, por ejemplo a
abuelos por los regalos que ellos les han mandado.
Notas pegadas al refrigerador, cartitas de cariño
escondidas donde las descubrirán (y quizás
contestarán), tarjetas para cumpleaños y navidad,
todas son ocasiones que hemos encontrado para
estimular esta habilidad de una forma lógica y
deseable en vez de forzada y estructurada. El niño
puede ayudarnos a hacer una lista de compras, o
quizás podría escribir una carta al diario en cuanto a
alguna noticia que le impresiona o conmueve.
Una vez, cuando llegábamos a casa después de
haber hecho una visita al planetario de la
universidad con un grupo de familias escolares, le
pedí a mi hijo (tenía como 9 años) si me pudiese
escribir una historia o reportaje acerca de la visita,
con el propósito de publicarla en nuestra revista
para familias escolares. Pasó un largo rato mirando
el papel, lápiz en mano, y por fin anunció que no
sabía qué escribir. Pero esa misma tarde al llegar su
papá de la oficina, el niño comenzó a relatarle toda
la historia de lo ocurrido en el viaje de la mañana.
Yo enseguida tomé una pluma y comencé a escribir
la historia, tal cual lo contaba el niño a su papá.
Después cuando la leía reconociendo, asombrado,
que eran sus mismas palabras, le expliqué que el
escribir es lo mismo que el hablar. Son dos formas
de comunicar una historia. Ya a los 14 años este
mismo hijo escribía actas de reuniones de junta,
programas computacionales (todo a máquina), y
también podía anotarme los mensajes telefónicos,
escribiendo a mano si era necesario.
Uno no debiera perder de vista el verdadero
propósito—la comunicación—cuando se trata de
ayudar a los niños a desarrollar estilo y nitidez en su
escritura. Para comunicarse es preciso tener algo
que decir, y también la necesidad de decirlo.
Las reglas de ortografía.
El español tiene muy pocas reglas, comparado con
el inglés u otros idiomas, por lo tanto será una
tentación insistir que el niño tenga que
memorizarlas. Pero comprender el porqué de las
reglas le será mucho más útil. Así hablaremos una
vez más del diseño de las cosas, en este caso el
diseño del español. Si el niño escribió con falta
ortográfica, se le sugiere que busque otras palabras
para hacer una familia de las palabras que usan el
mismo sistema. Por ejemplo, si él escribe una
palabra grave sin su tilde, se le repite la regla pero
añadiendo la sugerencia de buscar varias otras
palabras que llevan tilde en la penúltima, para darle
experiencia con la regla. Las palabras con letras no
pronunciadas son de difícil ortografía. Pero si el
niño puede hacer una colección: guante, guapo;
hilo, hoyo (las g y las h no se pronuncian), se dará
cuenta de cómo funciona el diseño. Muchos se
equivocan con los homónimos, olvidándose de
diferenciarlos. Se le puede mostrar al niño y
explicar la diferencia entre hecho y echo, solo y
sólo, meses y meces, mediante una conversación en
cuanto a ello o se puede hacer un juego de buscar
ejemplos similares con la ayuda del diccionario.
Algunos niños se pueden interesar en la etimología
o el origen lingüístico de las palabras. Este estudio
les proporciona información de dónde y cuándo se
originaron las diferentes familias de palabras. Por
ejemplo, se puede notar la influencia de los moros
en los vocablos naranja y zanahoria. Es claro que si
uno aprovecha de aprender un segundo idioma, le
ayudará a familiarizarse con su propia lengua.
Más vale comprender que memorizar.
A igual que todos los reglamentos en la vida, es más
fácil aplicar las reglas gramaticales si son
comprendidas. He notado que a muchos adultos les
es difícil aplicar las reglas de puntuación, aunque es
bastante fácil hacerlo cuando son comprendidas,
como lo demostró uno de mis hijos. La última vez
que hicieran tareas de tipo escolar fue cuando éste
tenía unos nueve años. Yo iba a salir de viaje a la
capital y él, muy entusiasmado, esperaba
acompañarme. Siendo que estábamos al comienzo
del año escolar, le di unos tres o cuatro libritos de
tareas para que los completara antes de emprender
el viaje. Uno de los libros trataba de la gramática, y
específicamente de la puntuación. Y bien, lo estudió
cumpliendo todas las tareas. Contestó todas las
preguntas de repaso y completó el libro a tiempo
para partir. Varios meses más tarde y ya en casa
nuevamente, me mostró una carta que recién había
escrito a su abuelita. Noté que le faltaba toda la
puntuación y le pregunté, sorprendida, ¿Porqué no
le pusiste puntos y comas? ¿Para qué es la
puntuación, mamá? me preguntó. Y yo, pensando en
el librito de gramática que tan laboriosamente había
completado, me pregunté ¿Para qué le sirvió ese
esfuerzo?
Entonces se lo expliqué así: La puntuación sirve
para indicar la entonación de lo que está escrito. Sin
entonación, no tiene sentido, lo que se puede
demostrar leyendo en voz alta un párrafo sin
cambiar la voz. Es como notación musical, le dije, y
comencé a cantar "Pío, pío, pío (coma) dicen los
pollitos (coma) cuando tienen hambre (coma)
cuando tienen frío (punto)". Al leer en voz alta uno
eleva la voz frente a una coma, le dije, y la baja al
llegar a un punto. "¡Ahora lo comprendo!" exclamó,
y nunca más tuvo dificultades con la puntuación.
Una costumbre que les sugerí a mis niños fue el
pronunciar bien la palabra que encontraran difícil de
deletrear. Por ejemplo, muchos (inclusive el diario
local) hablan de "juegos artificiales" cuando quieren
decir fuegos artificiales. Se ha escuchado a
vendedores en la feria clamando, "Zanadorias,
caserita" refiriendo en realidad a las zanahorias que
están vendiendo. De hecho, el niño tendrá
problemas si lo trata de escribir como lo escuchó.
Sólo es necesario mostrarle la palabra en el envase
de zanahorias para que aprecie la diferencia y cual
es lo correcto.
Cuando un niño mayor ha escrito algo, es bueno
sugerir que lo corrija él mismo. Ya sabrá cómo
buscar las palabras en el diccionario, y es menos
incómodo que tenerlo marcado y corregido por otro.
A veces mis hijos me pedían que leyera sus "obras
literarias" para que se los aprobara. Yo les contaba
el número de errores que había encontrado y los
dejaba buscarlos solitos, y casi siempre ellos los
encontraban todos. Si los niños están leyendo
buenas publicaciones, estarán acostumbrados a la
gramática correcta y les serán bastante aparente los
errores si toman el tiempo de fijarse. Otra manera de
atraer la atención al asunto es prometerles una
moneda por cada error que encuentren por su cuenta
en el diario (o un premio al que más encuentre). En
todo caso, lo más importante es utilizar en el hogar
un buen lenguaje. Entonces los niños tendrán el
sentido de la gramática "en su sangre".
No debemos olvidarnos de que el propósito de todo
esto es la mejor comunicación. Alcanzándose esta
meta, no hay por qué hacer que el proceso sea difícil
o tedioso. Debemos recordar que los niños también
averiguan las cosas y llegan a comprenderlas
solitos, y muchas veces antes de que aun nos
hayamos preocupado de ello.
_________________________________________
Un día tuve que ir al centro. No es tan a menudo
que vaya al centro de la ciudad, pero tenía que
hablar con un oficial. Encontrando un lugar para
estacionarme, me fui caminando ligeramente por la
vereda frente a un edificio alto de oficinas arriba y
vitrinas al nivel de la calle. Fue en ese momento
que me di cuenta de una escena congojosa.
Una de las vitrinas mostraba lo que parecía ser una
guardería infantil. A través de la ventana pude
divisar unos 25 niñitos. A un lado había unas
mesitas donde algunos niños esperaban mientras un
par de adultos les servían comida. Al otro lado
había juguetes de tamaño grande y sobre las cuales
se podía trepar y jugar. Algunos de los niños
estaban parados cerca o se afirmaban en los
juguetes mientras que otros estaban cerca de la
ventana.
Ningún niño sonreía. Ninguno estaba jugando. Me
fijé que no hacían nada. Aunque muchos de ellos
parecían mirar por la ventana, no se fijaban en mí.
Simplemente miraban... y esperaban. Ni se
demostraban curiosos o interesados como es
natural para niños de esa edad.
Me sentí clavada en el lugar, mirando fijamente a
la escena que más que nada parecía una tienda de
mascotas o animales domésticos. Traté de
comprender qué era lo que me fascinaba y
molestaba en la escena y concluí que era la
completa falta de libertad. Los pequeños presos ya
no interactuaban los unos con los otros, ni con el
mundo de afuera. Parecían solamente esperar,
quizás, a sus padres; esperando que comenzara de
nuevo su vida después que ellos llegaran del
trabajo a buscarlos.
Pensé cuan afortunados son los niños de familias
escolares, cuyos padres están salvándoles a sus
hijos de tal condición. Pues, de seguro se trata de
la libertad: la libertad para pensar, para probar
nuevos caminos educacionales, y sí, para
desarrollar nuevas habilidades sociales.
Aunque nosotros como padres somos productos de
las escuelas y de ese sistema educacional, de
alguna manera debemos, cada uno, descubrir
nuevamente la verdadera libertad y declarar
nuestra independencia de la tiranía de la presión
social, por el bienestar de nuestros hijos. — KSM,
en la revista "Home Education Magazine".
__________
1) La Tercera, Santiago, 1 de julio, 2003
2) William J. Bennett, What Works, Research about Teaching and Learning, 1986.
10 — Conceptos de la matemática
por Kathleen McCurdy
¿Por qué es importante el estudio de la matemática?
Una de las respuestas que me han dado a esta
pregunta es que la matemática ordena las funciones
cerebrales. Facilita que los niños aprendan a pensar
lógicamente. Pero me pregunto ¿no serviría para ese
fin algunos juegos como el ajedrez? La matemática
tiene otros propósitos más importantes, uno de ellos
es ayudarnos en el negocio. Los jóvenes egresados
del colegio tienen la habilidad de solucionar los
ejercicios matemáticos en el papel, utilizando
fórmulas y tablas, pero ¿saben resolver los
problemas que encontrarán en la vida cotidiana? Si
tienen que averiguar la cantidad de pintura que se
necesita para pintar una casa ¿sabrán si se tiene que
sumar, restar, multiplicar o dividir el tamaño de las
ventanas y las murallas? En realidad, muchos
existen como "matemáticos iletrados". La manera
histórica y aceptada de enseñar la matemática
simplemente no sirve en muchos casos.
Las tareas diseñadas para meter en la cabeza de los
niños las fórmulas y tablas, luego pocos usadas, se
está reconociendo ahora como un sistema anticuado
y poco efectivo. En cambio ahora se les anima a los
estudiantes a descubrir, a preguntar ¿porqué? y
¿cómo? Es mejor que se les permita usar la
calculadora, y que se pasen el tiempo razonando las
ideas y descubriendo los diseños matemáticos.
En 1929 el superintendente de escuelas en la ciudad
de Manchester, estado de New Hampshire, llamado
L. P. Benezet, se preocupó por la falta de habilidad
en los niños especialmente en relación a los temas
del lenguaje, la gramática y la habilidad para
comunicar sus ideas. Escribió: "Resolví hacer un
experimento abandonando toda forma de
instrucción formal en cuanto a la aritmética antes
del séptimo grado y en cambio concentrar la
enseñanza de los niños en leer, razonar y recitar."
Los niños realizaban reportajes de libros que habían
leído y de incidentes que habían visto. No se les
obligó a esforzarse por seguir el proceso de la
división escrita. "Por unos cuantos años", continuó,
"había notado que el esfuerzo en la temprana
introducción de la aritmética había resultado en
entorpecer y casi anestesiar las facultades del
razonamiento en los niños."[1]
.
Pero a través de los años los números se fueron
insinuando en la experiencia de los niños.
Aprendieron a dividir en dos y doblar una cantidad,
y de hacer estimaciones de tamaño, y así con el
desarrollo natural de las tablas de multiplicar,
llegando lentamente a la aritmética formal. Benezet
terminó en concluir que los niños que no fueron
arrastrados a la temprana pero poco comprendida
aritmética por fin terminaron en adelantarse por
encima de los demás. La capacidad de leer y
escribir, y la capacidad de reflexionar
independientemente y de hablar y escribir
claramente también les ayuda a muchos a obtener
mayores resultados con la matemática.
Veremos que la visualización es lo que más capacita
al niño para la matemática. El niño que puede
dibujar el problema lo habrá comprendido y
también le será fácil solucionarlo, aún cuando no
conoce las fórmulas y tablas. Mejor no preguntarle
entonces, ¿Cuánto son 5 menos 3? Pero más bien:
Tengo cinco galletas y voy a regalarte tres.
¿Cuántas me quedarán? "Cuando los niñitos se
encuentran por primera vez frente a los números,
SIEMPRE deberían conocerlos como adjetivos y no
como sustantivos. No decirles al principio 'tres' o
'siete' a solas, pero más bien siempre 'dos monedas'
o 'tres fósforos' o 'cuatro cucharas', o lo que sea."[2]
.
Aprendiendo la matemática desde chiquitos.
En un reportaje especial se escribió que un número
creciente de educadores en escuelas públicas y
Fami escolar -  Aprendiendo naturalmente- Cap 16
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  • 1. Aprendiendo Naturalmente www.familiaescolar.com (Chile) 1 — La Educación en Casa por Kathleen McCurdy ¿Qué es la educación en casa? Pese a que la mayoría de la gente en países desarrollados ha recibido su educación en las aulas de algún colegio, es quizás sorprendente saber que hay algunos ahora que rechazan ese modo de aprender. ¿Es posible que una madre, carente de una preparación pedagógica, esté sin embargo calificada para enseñar a sus hijos? Muchos sostienen que los niños educados con estas metodologías, poseerán una deficiencia de socialización. Existen personas que nos preguntan cómo es posible tener siempre a nuestros hijos junto a nosotros, en vez de disfrutar de su ausencia mientras van a la escuela. La verdad es que la educación no se trata de lo que se enseña, sino de lo que se aprende. Pero como hay muchos que obtienen el sustento mediante la profesión pedagógica, hace ya siglos que se piensa que todo lo que se sabe tiene que haberse aprendido mediante la educación formal. Sin embargo, quienes enseñan a sus hijos en casa se han dado cuenta de que ellos aprenden a todas horas, a la vez en forma sistemática y esporádica, pero en todo caso muy eficientemente. Más aun, en el hogar los niños disfrutan de las atenciones individualizadas de sus padres, quienes no tienen necesidad de adelantarlos o retrasarlos según el ritmo de aprendizaje de algún grupo, como en los tradicionales cursos escolares. Todos los padres, que cuentan con habilidades comunes (caminar y hablar, por ejemplo) ya han compartido con sus hijos muchas de esas habilidades antes de mandarlos por primera vez a la escuela. Solamente mediante su ejemplo y asistencia, han compartido habilidades tales como el vestirse, alimentarse, saludar a otros, y muchas otras destrezas casi sin darse cuenta. ¿Porqué pensar que, al llegar a la edad escolar los padres repentinamente van a perder la habilidad de compartir su conocimiento con sus hijos? El acto de mandarlos a la escuela los aleja de la influencia paternal y cede a la maestra la responsabilidad por su crecimiento intelectual. De hecho, los niños ya no responden tan efectivamente al ejemplo de los padres, teniendo otras autoridades (los profesores) a quienes tener en cuenta. ¿Cuáles son los motivos para aprender en casa, en vez de la escuela? Quizás al principio los padres piensan en retirar a los hijos de la escuela al encontrarse con algún problema. Posiblemente el niño es tardío en desarrollarse y todavía necesita ayuda individual. La maestra no puede estar siempre a su lado y por lo tanto el pequeño estudiante va atrasándose más y más en su aprendizaje, hasta quedar retrasado de los demás escolares y con ello avergonzado y desmotivado. O puede ser que es un niño muy adelantado, ya comprende la materia y se queda ocioso esperando mientras la maestra repasa la lección con los otros en la clase. Mientras tanto, de aburrido que está, se pone travieso y comete alguna maldad. Si estuviera más estimulado intelectualmente, no encontraría motivo para la picardía. Otras razones que se presentan para consideración a los que se interesan en enseñar a los hijos pueden ser: La oportunidad de incluir una filosofía o sistema de creencia en conjunto con los demás estudios; El deseo de proteger a los niños enfrentados a las drogas, inmoralidad, y aún las armas que han aparecido en algunas escuelas; Una necesidad, ya sea por alguna enfermedad o alergia, de apartarlos del grupo; Casos de estar siempre de viaje (militares o misioneros) o empeñados en algún deporte u otro talento requiriendo mucho enfoque durante el año entero.
  • 2. Hay una razón más importante que todas las demás. Se trata de padres que aman mucho a sus hijos y quieren compartir con ellos la vida, inclusive los estudios. Si yo les enseñé a caminar, y aprendieron conmigo a conversar, a decir 'por favor' y 'gracias', y un millar de otras capacidades ¿qué motivo hay para mandarlos lejos a aprender a leer y a contar? cuando yo ya poseo tales habilidades y se los puedo compartir a ellos también. El propósito no es hacer competencia con las escuelas ni inventar una nueva forma de instruir a los niños. En cambio, queremos retornar al sistema inicial cuando los padres tenían la completa responsabilidad para la educación juvenil. Aquellos padres y madres que ya están dedicados a facilitar el desarrollo físico, intelectual y espiritual de sus hijos tendrán los mejores éxitos en esta tarea, especialmente al aprender a despojarse de la mentalidad escolar y dejarse desarrollar un sistema más natural. Para aquellos padres ya acostumbrados a desprenderse de sus hijos lo más pronto posible, enviándolos a jardines de infantes y parvularios, les será difícil comprender de qué se trata esto de la educación en casa. Así como en años pasados cuando se les decía a las madres que les dieran a los chicos la leche en botella, en preferencia al alimento más natural para los bebés, se equivocaron. Ahora sabemos que no solamente la salud pero también el cariño y la conexión espiritual entre la madre y el hijo queda afectado por la decisión en cuanto al modo de alimentarlo. Y así es también más natural y saludable que los niños aprendan en el hogar e imiten a sus seres más queridos. ¿Serán socializados los niños que aprenden en casa sin asistir a la escuela? Los padres que sacan a los hijos de la escuela para educarlos en casa tendrán que enfrentar muchas preguntas en cuanto a ello. Los amigos y vecinos pensarán que no están calificados para enseñar a los niños. A los parientes les parecerá extraño, y quizás los abuelos se quejarán de que "la escuela te sirvió a ti; ¿por qué lo vas a rechazar para tus hijos?" Pero lo que más les preocupa es la duda de que los niños nunca van a aprender a jugar con otros o a comportarse adecuadamente. La verdad es que las habilidades sociales se aprenden de los padres. Si los niños están todo el día en la escuela, no tienen mucha oportunidad de imitar a los adultos. Están siempre imitando a otros niños y es realmente una maravilla cuando logran conseguir un poco de madurez social. En cambio los niños educados en casa demuestran una sensibilidad social asombrosa. Pero para algunas autoridades, la pregunta en cuanto a la socialización tiene otro sentido: ¿Cómo aprenderán a estar sujetos a las autoridades? Y ¿cómo lograrán conformarse si no son presionados por sus compañeros? Es posible que este sentido de la socialización tiene más que ver con el socialismo y la respuesta puede ser: Nuestros hijos serán individualizados, en vez de socializados. Sabrán hacer decisiones por su cuenta en vez de hacerlos según el dictamen de lo popular. Honrarán a las autoridades propiamente constituidas, en vez de llegar a ser conformistas. En realidad, los niños son socializados en la familia y es allí donde aprenden a vivir en una sociedad y a ser responsables. ¿Podemos compartir el entusiasmo para aprender? Hay muchos padres que ya no se sienten entusiasmados para aprender. Habiendo luchado por años en sus estudios escolares, siempre esperando el día de concluir tal empeño, por fin lograron "completar" sus estudios y salir a comenzar a vivir. Pero después se dan cuenta de que tendremos que seguir aprendiendo por toda la vida. Sin embargo, ahora lo que aprendemos se trata de lo que nos interesa, de lo que nos es útil. Quizás nos ha tocado aprender a manejar un automóvil, o ubicar las señales en el televisor. La madre aprende alguna receta para variar la comida, el padre se interesa en alguna nueva idea política. Puede que uno se interesa en desarrollar una habilidad deportiva o aprender algo en cuanto a la salud o las artes o cualquier otra cosa.
  • 3. Si hacemos una lista de cuanto conocemos, veremos que la mayoría fue aprendido fuera del colegio. Y si hacemos otra lista de lo que nos gustaría aprender, veremos que en muchos casos solamente tenemos que hacer preguntas, o leerlo en algún libro, o simplemente observar a uno que ya lo sabe hacer. ¿No sería razonable permitir que nuestros hijos aprendieran de igual modo? La verdad es que al compartir nuestros intereses con ellos, tendrán la oportunidad de conocer la manera más óptima para el aprendizaje. Por ejemplo, digamos que la madre está interesada en la moda de Francia. Se afana por revisar las revistas de moda, siempre haciendo comentario en cuanto a ellas, y su hija nota que hasta se puede suscribir para recibirlas en casa. Ahora, cuando la hija comienza a tomar interés en los cantantes folklóricos, digamos, ella va a averiguar si hay revistas en cuanto a ello. Ya está aprendiendo a hacer trabajo de investigaciones simplemente observando a la madre. Cuando nosotros seguimos aprendiendo y estudiando las cosas que nos interesa, nuestros hijos tendrán un ejemplo de lo que es realmente importante para ellos: Seguir aprendiendo es para toda la vida. 2 — ¿De qué manera aprenden los niños? por Kathleen McCurdy En otro tiempo los investigadores científicos pensaban que cada uno aprende el idioma simplemente al escuchar e imitar a los mayores. Pero resulta que es más complicada la cosa. Los niños no comienzan a conversar en oraciones completas, sino que al principio usan solamente los sustantivos. Cuando ya pueden decir unas cuantas palabras, los oímos añadir algunos verbos: "Mira gato", "Quiero pan". Después poco a poco dicen las otras palabras hasta completar las frases. Esta construcción de la sintaxis en el vocabulario del niño demuestra que la mente extrae de la conversación las reglas del uso. No hay que enseñarlas porque la mente está dedicada a buscar el diseño. Los niños comienzan, apenas nacidos, a buscar el diseño de todas las cosas. Nacieron ya motivados a aprenderlo todo, y sin empeñarnos ellos aprenden la lengua, aprenden a caminar, a vestirse, a usar la cuchara, pero lo aprenden a su propio modo de aprender. "A toda hora están haciendo investigaciones, exploraciones, pruebas y exámenes de todo lo que encuentran, hasta el momento de encontrarse cautivos en el escritorio de la escuela, obligados a sentarse quietos y callados, a hacer solamente lo ordenado, y a comenzar y dejar de hacerlo según lo requerido. Estas condiciones están en contraposición al desarrollo intelectual y al aprendizaje, y lo que resulta son los fracasos, los problemas disciplinarios, las dificultades y el aburrimiento que solemos encontrar en los colegios." 1 . Los neurocientíficos nos dicen que la mente está activa a todas horas, aun cuando estamos dormidos. Entonces ¿para qué existen las escuelas donde los niños deben permanecer pasivos, en general escuchando, mientras la maestra está activa? Si el niño de cuatro años ya llegó a conocer por su cuenta las indicaciones del género y el número en las palabras y el diseño de la conjugación de los verbos, ¿por qué hay que enseñárselo de nuevo como si fuera una cosa oscura y difícil? Según los científicos y psicólogos, el cerebro tiene la naturaleza de una computadora que descubre y reconoce los diseños o modelos de todo, notando lo que es similar y lo que es diferente. Por ejemplo, si uno ya conoce al gato y se encuentra con un perro, uno va a notar que aunque tiene cuatro patas y una cola a igual que el gato, también posee un hocico más grande, una cola más gruesa y unas cuantas distinciones más que lo identifican como algo que no es gato. Y se puede notar que a los niños pequeños les interesa mucho las diferencias que existen entre los animales. ¿Será porque tienen un deseo de ejercitar esa misma habilidad de notar las
  • 4. similitudes y las diferencias? El proceso de aprendizaje puede definirse como el acto de "extraer de la confusión un diseño que tiene significado." 1 Lo que es necesario para extraer el diseño de las cosas, ya sea le diseño de una tela o alfombra, o de la gramática, la matemática, la ciencia, la historia y todo lo demás—lo que es necesario, pues, es una buena cantidad de ello. En la clase uno encuentra muy poco de todo, solamente lo que la maestra puede presentar a todos en conjunto, apenas una gotera. Pero fuera de la clase existe mucha información y variedad de conocimiento, una inundación de ideas. De allí se puede conocer más fácilmente el diseño de las cosas, justamente al modo más eficaz en que funciona el cerebro. Según los estudios científicos, lo más importante es la interacción con el ambiente. Por ejemplo si los animales del laboratorio son colocados en una jaula con tareas interactivas y juguetes, sus cerebros pesan más y tienen mayor capacidad que otros animales en jaulas sin tal enriquecimiento. Pero hay que notar que cuando estas jaulas fueron colocadas cerca de los primeros para que los últimos pudieran observar a los primeros que jugaban, no se notó ningún crecimiento en sus cerebros. Pudiendo sólo observar, sin poder interactuar con el ambiente, no sirve para aumentar el conocimiento. Cuando se espera que los niños aprendan, es importante considerar este punto en cuanto a la interacción. Lo que les interesa, lo que pica su curiosidad, les hace pensar y preguntar, o buscar la solución es lo que les va a ayudar—diremos, les alimentará el cerebro. Si queremos tener niños inteligentes entonces "no deberíamos obligarlos a pasar el tiempo pasivamente observando y escuchando. Pero eso es lo que ocurre en muchos casos: con la televisión, en los parvularios, en las actividades públicas, y hasta en el hogar. ¡Quién sabe cuánto es lo que se pierde de las habilidades escolásticas con esta exigente pasividad!" 2 . Existe una historia de un famoso experimento en que dos gatitos gemelos fueron colocados en un estanque circular que había sido pintado previamente con rayas verticales de blanco y negro. Un gatito estaba encerrado en una jaulita movible, mientras que se permitía al otro andar por cualquier lado. Aunque ambos sostuvieron el mismo estímulo visual, el gatito pasivo que no pudo investigar por si mismo quedó ciego a las rayas verticales mientras que el otro desarrolló conexiones visuales entre sí y las rayas. Así concluyeron que "la experiencia es lo que forma al cerebro, pero es necesario interactuar con la experiencia." 2 . Según otros estudios, la interacción con adultos, y especialmente la estimulación lingüística, es una de las ventajas más importantes para el desarrollo mental. "Los padres están realmente participando en el desarrollo de las mentes de sus hijos justamente en proporción al tiempo en que se dedican a interaccionar y comunicar con ellos. La interacción lingüística realmente actualiza los tejidos del cerebro." 2 . __________ Se ha incluido aquí material de los siguientes autores: 1) Leslie A. Hart en Educational Leadership, Marzo de1981. 2) Jane M. Healy en Endangered Minds—Why Our Children Don't Think, Simon & Schuster, 1990. 3 — Comenzando la educación en casa por Kathleen McCurdy ¿Hay que ser maestra para hacer que los niños aprendan? Es común que los padres que tienen el propósito de enseñar a sus hijos comienzan a hacerlo en la forma en que ellos estudiaron, es decir, en forma de colegio. Hay padres que apartan una pieza para la escuela, logran obtener escritorios y pizarra, mapas
  • 5. y cuadernos. Luego comienzan a ubicar algunos libros o textos para los cursos que piensan "enseñar" y a planificar el programa escolar. El problema que se les presentará casi enseguida es que les falta horas en el día para hacerlo todo. En general, el padre tiene que trabajar para ganar el sueldo así que le toca a la madre hacer la parte de maestra. Y siendo dueña de casa, hay que cocinar, limpiar, recibir visitas, cuidar a los hijos preescolares; y todo esto va a estorbar "las clases". La "maestra" y el "estudiante" se van a desalentar con tantas interrupciones y a preguntarse si vale la pena hacerlo. Hay otra dificultad que sobreviene después que la novedad hubiese pasado. Se trata de lo difícil que es para el niño encontrarse día y noche con la madre que se ha convertido en profesora. Se hace de todo una lección, y el hijo no se puede "ir a casa" pues vive en la "escuela" con la "profesora". De modo que el niño comienza a resistir la instrucción de los padres y ellos se preguntan cómo llegó a ser tan difícil la educación, si antes de comenzar la escuela en casa pudieron ayudar al niño a aprender tantas cosas. ¿Qué es lo que ocurre aquí? Los padres no tuvieron dificultades cuando ayudaban al niño a aprender a hablar, a caminar, a vestirse, a decir "gracias" y "perdón". ¿Por qué se encuentran con dificultades cuando se trata de aprender a leer o hacer la aritmética? ¿Será que los profesores se han equipado con habilidades que los padres no conocen? Pero la verdad es que los profesores que intentan enseñar a sus hijos en casa tienen la misma dificultad. La razón es sencilla: Los niños necesitan tener padres. Cuando los padres se convierten en profesores, a los niños les parece que han dejado de ser padres y se sienten alarmados. Los que hacen estudios de investigación han notado que las comunicaciones entre el profesor y el alumno son bien diferentes a las conversaciones entre padres e hijos. Una de las diferencias más salientes que notaron entre las conversaciones de los niños con sus madres y con sus maestras fue la ausencia de preguntas en la escuela. Según los datos, los niños hacían unas veintiséis preguntas por hora a sus madres, comparado a solo dos preguntas a sus maestras. Además, las preguntas que hacían en el colegio no eran tanto preguntas de curiosidad y de por qué sino eran más comúnmente preguntas como ¿dónde está la tiza? Conversaciones con los docentes tenían la tendencia de salir como una serie de preguntas que ellos hacían, organizadas en forma de averiguar en cuanto a, y fomentar el desarrollo de las facultades del niño. Pero este enfoque parecía ahogar las averiguaciones de los niños y sus conversaciones espontáneas con los adultos. Los niños simplemente no hacían preguntas de curiosidad en el colegio.1 . Los padres que intentan enseñar a sus hijos tienen objetivos predeterminados y se empeñan en obligar a los niños a conformarse. Aquel propósito parece ser obligarlos a desarrollarse en la forma aceptada y considerada como normal en la sociedad. Pero los padres que están empeñados en cultivar a los hijos saben facilitar sus propios esfuerzos por aprender, y su propósito será simplemente de ayudarles a crecer y desarrollar hasta alcanzar a su plenitud potencial. Algunos investigadores notaron que los padres no- directivos que aceptan los esfuerzos del niño para aprender, ya sean verbales o no verbales, logran facilitar el desarrollo y adquisición del lenguaje. Pero en los casos en que el padre mantiene un papel sumamente activo y dirigente, esa conducta tiene un efecto de interferencia que demora la adquisición de nuevas habilidades verbales. 2 . La mayoría de los padres comprenden que no hay que enseñarle al pequeñuelo a caminar o hablar sino simplemente esperar que lo aprenda cuando él quiere y está listo. Después de todo, los niños adquieren todas las habilidades que los padres les animan a desarrollar con tal que los padres ejemplifican aquellas aptitudes. De manera que los padres que tienen más éxito en facilitar la educación de sus hijos son los que se han olvidado de lo que es la escuela, los que no han tratado de "enseñar" sino de cultivar y de ser el padre o la madre de su hijo. En fin, el niño está motivado a aprender desde su nacimiento. No podemos añadir nada sino que interferir en el proceso. Y así dice el psicólogo Leslie Hart:
  • 6. Imagínese que mi vecino y yo estamos parados en el jardín en el invierno. Le digo: "He plantado 50 bulbos de tulipanes. ¿Qué debo hacer para motivarlos a crecer en la primavera?" Por supuesto que la pregunta es absurda. Los tulipanes ya tienen lo que necesitan: Estar bien plantados, algo de buena tierra, y el calor que la próxima temporada les traerá. Se los puedo "de-motivar" por medio de un montón de tierra o tablas echadas encima, o demasiados químicos. Pero la motivación para crecer ya está en los bulbos, junto con todas las instrucciones para construir hojas y formar pétalos. Así es con los humanos. Se puede impedirles y descorazonarles a aprender, o se puede alentar y animarles para aprender, por supuesto. Pero no hay razón ni necesidad para tratar de motivarles.3 ¡Qué hermoso! Nuestros hijos aprendiendo y desarrollando como un jardín de tulipanes. Podemos alimentar sus mentes al contestar sus preguntas, y podemos rociar sus espíritus al proporcionarles muchas experiencias instructivas. No sabemos cómo lo harán para construir sus "hojas y pétalos", pero nos podemos asegurar que estarán equipados adecuadamente para sobrevivir en nuestra sociedad. __________ Se ha incluido aquí material de los siguientes autores: 1) Tizan and Hughes, Young Children Learning, p.200, 213, Harvard University Press, 1984 2) Rudoph Schaffer, Mothering, p.73, Harvard University Press, 1977 3) Leslie Hart, How the Brain Works, Basic Books, 1975. 4 — Adquiriendo Destreza y Conocimiento por Kathleen McCurdy La destreza es una habilidad que se aprende. Por ejemplo, no es necesario aprender a respirar pero sí tenemos que aprender a caminar. El niño comienza a ensayar y por fin a dar pasitos, hasta obtener la maestría del proceso de caminar. Si uno se enferma gravemente es posible olvidarlo y tener que aprender a caminar de nuevo. La mayoría de la gente aprende a caminar antes de los dos años sin profesor, sólo por medio del ejemplo de sus padres u otros familiares y por lo general teniendo un fin, alcanzar hasta el estante del papá o quizás de salir al patio. Lo que sucede es que de alguna manera el niño aprende a caminar. No es necesario enseñarle nada en cuanto a ello, solito lo aprende. Algunos niños aprenden a caminar a los 8 meses, otros tardan hasta los 18 meses. Pero en ausencia de alguna enfermedad que lo impida, casi todos lo han aprendido al momento de celebrar el segundo cumpleaños. Supongamos que se decide enseñar a caminar. Se requeriría que aprendan el nombre de cada hueso de las extremidades, y otras partes de la anatomía de los pies. Habría que hablar en relación al sistema de mantener el equilibrio, balanceando en un pie mientras se mueve el otro. Después hay que ensayar el procedimiento de tomar un paso —no dos o tres, sino uno sólo— porque así se aprenden las cosas en la escuela, en forma sistemática. De esta manera seguramente descubriríamos niños que parecen estar incapacitados para caminar, así como ya encontramos a niños que el sistema escolar ha dejado con dificultades y desmotivados para la lectura o escritura. Pero ese no es el modo natural para aprender. Los padres son los mejores modelos. El niño aprende lo que él desea saber. Los padres no tienen problema al facilitar los procesos de vestirse, usar el tenedor, atar los zapatos, y en fin, un tremendo conjunto de destrezas que el niño ya ha adquirido antes de presentarse al colegio. Y ¿por qué pensamos que no se puede aprender a leer del mismo modo? La verdad es que si tenemos paciencia, si esperamos a que se interese, y nos empeñamos en crear
  • 7. oportunidades que le ofrecen la necesidad de saberlo, el niño aprenderá todo lo que necesita a cada momento. Un día le pregunté a uno de mis hijos, el que es ingeniero electrónico, si acaso había aprendido las tablas de multiplicación. Este joven, que fue educado en casa, me aseguró que los había aprendido unas tres veces y que aún no las sabía todas. "Siempre me olvido del 7 x 8," me dijo, "pero puedo calcularlo fácilmente." En este día de calculadoras ¿vale la pena aprender las tablas? Lo básico es que el niño comprenda lo que significa la multiplicación, y para la mayoría de los casos las tablas no lo son. Es decir, quizás hay algunas destrezas más básicas que otras. Además, debemos tener en cuenta que una destreza será más importante para uno que otro, según el enfoque de su talento o habilidad natural. El que va a ser escritor tendrá que conocer los detalles de la gramática, pero no el pintor o el mecánico. El que va a ser astrónomo tendrá que comprender bien la matemática, pero quizás no será de tanta importancia para el poeta. También es importante que nosotros, como padres, mostremos la destreza que deseamos modelar para el niño, puesto que el ejemplo y el ánimo que le ofrecemos son las dos herramientas más valiosas para el aprendizaje. No olvidemos que nadie aprende a caminar para recibir una nota o para pasar al otro curso. Se aprende a caminar para poder llegar a algún lugar. De igual forma el niño que se percata de lo interesante que son las historias de los libros, seguramente hará el esfuerzo necesario para adquirir destreza en la lectura. Y por otro lado, a los niños que les falta la experiencia de escuchar los cuentos leídos por sus padres, les será difícil interesarse en la lectura aún cuando la maestra se preocupe de enseñarles. El conocimiento. El conocimiento no se aprende por la repetición. En el pasado los niños tenían que recitar los datos que se deseaba enseñarles. Y ¿qué pasó? Al completar el examen todo quedó olvidado. Las dinastías de Europa, la tabla de los elementos químicos, los verbos latinos, las capitales de los países (muchos de las cuales han sido cambiadas desde entonces) —toda esta información no es conocimiento. El conocimiento consiste en datos organizados en una forma útil, es decir, no organizados en un libro o currículo pero organizados en referencia a la comprensión del individuo que lo quiere aprender. Como dijimos al principio, la mente está dedicada a buscar el diseño. Si se comprende el diseño de la química o de la geografía, no será importante memorizarla toda para saberla. Y veamos que cada persona va a tenerlo organizado de distinta manera. Por ejemplo, en el colegio quizás aprendimos que Afganistán se ubicaba cerca de la India pero en realidad poco se sabía de ella. Ahora, después del ataque a las torres gemelas, todo el mundo sabe muchos datos en cuanto a este país. En el momento de tener significado, se adquiere el conocimiento sin esfuerzo. Los padres que desean ayudar a sus hijos en la adquisición del conocimiento sólo tienen que aprovecharse de las oportunidades que la vida les presenta. Si la abuelita va a someterse a la cirugía para corregir la vista, se presenta la oportunidad para conversar acerca de la óptica, la anatomía del ojo, y de la profesión de cirujano. ¿Se cortó la niña el dedo? Oportunidad para hacer un esquema de la circulación de la sangre, o leer algo en cuanto a los primeros auxilios. ¿Encontraron una araña en el patio? Vamos a la biblioteca para buscar el nombre. Esta forma de conocimiento no se olvida jamás. El cerebro no es simplemente una botella que espera ser llenada. Tampoco es como una esponja que todo lo absorbe. Es un órgano muy complicado que nos ayuda a diferenciar entre lo importante y lo que no lo es. Pero si dejamos que los profesores tomen estas decisiones, ya lo hemos menospreciado. Pronto no tendrá el niño la habilidad de aprender en forma correcta, buscando el diseño que tiene significado para él. Por lo tanto es importante que los padres no solamente protejan a sus hijos de esa forma de educación, pero que tampoco los incorporen ellos mismos en sus esfuerzos por educarlos.
  • 8. Resumiendo entonces, ¿cómo asegurar que los niños adquieran una destreza básica? Primero, es necesario determinar si están listos para aprenderla. Se necesita madurez, quizás algo de experiencia, y a veces otras destrezas previas. Segundo, se necesita el modelo, especialmente de los padres. Tercero, se necesita alguna razón: porque es útil, porque le interesa, porque le puede ayudar en alguna forma. Cuarto, el niño debe poseer una aptitud para tal destreza. Así como algunos nunca van a poder tocar un instrumento de música, otros no van a lograr comprender el álgebra. Y ¿cómo conseguir que los hijos adquieran suficiente conocimiento? Primero, lo más importante es contestarles las preguntas. Cuando los niños están haciendo preguntas es precisamente cuando están aprendiendo. Segundo, la información tiene que ser pertinente, relacionada a su experiencia. Tercero, es necesario proveer herramientas de referencia, ya sea mapas, diccionarios, y enciclopedias por ejemplo. El texto que el padre usó en la universidad puede servir al hijo para buscar respuestas a sus preguntas. Piénselo así: Se está construyendo una pared. Cada ladrillo es un dato y el cemento es la experiencia que los une y sostiene a toda la pared. Este tipo de educación es inestimable y no se perderá al llegar el verano. Es la educación de los sabios, de los líderes, de los que saben y saben que lo saben. 5 — En cuanto al "Plan de Estudios" por Kathleen McCurdy Se puede decir que una de las primeras preguntas que hacen los padres al contemplar la posibilidad de la educación en casa es: ¿Qué vamos a usar como textos o plan de estudios? Es como si preguntáramos qué microbús vamos a tomar, sin primero decidir el destino deseado. El enfrentar la responsabilidad por la educación de nuestros hijos es un gran desafío para muchos. Una puede sentirse inadecuada para la tarea y el salir de compras para elegir los libros parece casi una diversión. Pero examinemos primero otras consideraciones. Algunos deciden educar a sus hijos quizás al sentir algún llamado divino. Muchos, al notar los resultados de la educación pública, deciden hacerlo por su cuenta. Al fin da lo mismo. Es un deber el educar a los hijos, y muchos piensan que si pudiesen hallar el mejor colegio, o ahora el mejor programa, o que sean los mejores textos... ¡ya todo quedaría bien! Para los padres que recién comienzan a asumir el deber, o para los hijos recientemente des- ingresados del colegio, tal vez será mejor continuar por un tiempo los estudios con el currículo, cambiando lentamente al estudio más natural. No es necesario el uso de textos. Los padres no deben temer despojarse de los textos que después de todo están diseñados para uso profesional en los colegios. Si ya decidimos que la educación formal es inadecuada, no normal, ni necesaria ¿porqué imitarla? Vamos entonces a volver a la manera natural de aprender, la manera que conforma al diseño de la mente, la manera de aprender de los bebés y los niñitos pre-escolares—sin "beneficio" de currículo formal. Y resulta que hasta los adultos aprenden mejor así, según Jay Gilbert, el presidente de una compañía para el desarrollo profesional en Nueva York. Según artículo publicado en Electronic Design de junio, 1986, el Sr. Gilbert cree que los estudios formales para el adelantamiento de gerentes e ingenieros gastan los recursos, malgastan el tiempo y no producen rendimiento según la inversión requerida. La razón es: El modelo "escolar" para continuar la educación—enseñando cursos según el juicio de algún profesor en cuanto a lo necesario de aprender —cae en conflicto con todo lo que se conoce científicamente acerca de la manera en que los adultos logran aprender... En vez de profesores y libros de texto, Gilbert aconseja, prueben usar proyectos relacionados al trabajo... . De hecho, dice Gilbert, como los proyectos están correlacionados con necesidades reales e inmediatas del trabajo, los
  • 9. ingenieros desarrollarán automáticamente el sentido de tecnología propietaria y de participación que la tutoría nunca iba a proporcionarles. Por supuesto que los niños aprenden en la misma forma que los adultos. Lo que la ciencia conoce en cuanto a la mente humana se describe en los escritos de Leslie Hart, cuyo artículo en Educational Leadership, de marzo, 1981, nota lo siguiente: "El cerebro humano tiene la naturaleza de un poderoso mecanismo para extraer el diseño de todo." El profesor Hart apunta que los niños aprenden la gramática de su lengua sin más que escuchando y ensayando la conversación de los adultos que lo rodean. "Si un chico de 4 años puede discernir el diseño de la construcción de los verbos y los plurales [añadiendo 'ía' en 'sabía' y 'tenía', y poniendo la 's' final cuando hay más de uno] simplemente escuchando el hablar de adultos ¿porqué hay que proporcionarles en el colegio los libros para lectura que tienen limitados y aun pequeños vocabularios, y tratar de descomponer otros temas a porciones infantiles de igual manera?". La mente diseñada para el auto-aprendizaje. Si los niños aprenden a hablar, a caminar, a vestirse y alimentarse, llegando a tener la destreza de uno que cumple cinco años sin más que el modelo y el estímulo de sus padres ¿acaso no continuarán, como dice Hart, "sondeando, explorando, examinando, investigando, probando" para tomar el sentido de su mundo? hasta o a menos que "se encuentran cautivos en un escritorio de la escuela, forzados a escuchar y estar quietos, obligados a hacer lo que se les diga, y a comenzar y terminar todo según se les ordena." Hart concluye: "Estas son condiciones cerebro-antagonistas y bajo ellas el aprendizaje se para en seco." Hay otro problemita incluido en la ruta del currículo y es que una vez gastado el dinero, una se ve obligada a concernirse con sacar el mejor provecho de su inversión. Así que nos preocupamos en completar el libro y cubrir toda la materia, dejando de pensar en que se olvidan de lo que no les interesa, de que pasamos por alto las oportunidades para aprender lo que viene más al caso en su experiencia porque todavía hay que preparase para una prueba... . Y así nos esclavizamos nuevamente en un sistema diseñado por personas que nunca conocieron a nuestros hijos ni pueden anticipar lo que les será más importante en la vida, la vida que nuestros hijos escogerán para sí. La mejor educación. ¿Qué vamos a usar entonces? Visite la biblioteca. Compre libros que le son interesantes a su hijo. Los textos de su propia educación pueden servir de libros de referencia al buscar respuestas a las preguntas que se presentan. La enciclopedia y ahora el computador son herramientas muy útiles, y especialmente un buen diccionario. En el esfuerzo a contestar las preguntas de los hijos, una se asombra de lo poco que recordamos de nuestros años en el colegio. La mejor educación es simplemente contestar a las preguntas y ayudarles a buscar las respuestas. Por demás, los padres pueden crear más oportunidades para las preguntas. Por ejemplo, al leerles relatos en cuanto a los exploradores, se les ocurrirá preguntas en cuanto a la geografía o la ciencia. Visitando al museo engendrará preguntas en cuanto a la historia —y quizás otro viaje a la biblioteca. Y en relación al trabajo, al lavar la loza por ejemplo, se presentarán oportunidades para conversar acerca de las propiedades del jabón, el agua y otros aspectos de la física. Esta manera de aprender es efectiva, eficiente y casi sin esfuerzo. Los padres guían a los hijos, no perdiendo oportunidad de ayudarles a satisfacer la curiosidad (sin sobrepasarse hasta alcanzar a aburrirles, por supuesto). Los resultados serán prontamente evidentes. El niño mostrará un progreso asombroso y fácilmente sobrepasará a sus previos compañeros. El niño que tiene preguntas ya tiene la razón para aprender—su curiosidad. Nunca se olvidará de lo que él desea conocer. Por lo tanto, hágase usted algunas preguntas antes de preocuparse por la compra del currículo. Nos preguntamos. ¿Cuál es la meta a la cual apuntamos para la educación de nuestro hijo? Si es un diploma, basta aprobar los exámenes de fin de año. Si deseamos proveer una educación superior a lo común ¿porqué no confiar en ese magnífico cerebro que nació ya motivado para aprender?
  • 10. (Hart) ¿Existe un mejor plan que la "reforma educacional" corriente? Sí, el método usado por todas las edades de cariñosos padres guiando a sus hijos. ¿Qué currículo usaron los padres de famosos tales como Abraham Lincoln, Thomas Edison, Leonardo da Vinci, Moisés, y muchos otros personajes que han adelantado nuestra sociedad? Lea sus biografías—estos y muchos otros aprendieron en casa. Fueron autodidactos que pensaron por sí mismo. Y ¿qué es lo peor que puede ocurrir si no uso libros de texto y simplemente me ocupo en contestar las preguntas de mis hijos? Pues, algunos días quizás no se hacen las camas porque hay tantas preguntas. Y lo mejor que podría suceder es que vamos a llegar a conocer personas maravillosas, nuestros hijos. Y nosotros como padres recibiremos una mejor educación al esforzarnos para ayudarles. Y si todavía quiere hacer compras educacionales, he aquí una lista. No son requeridas estas cosas, y es posible que ya tiene varias de ellas. Tampoco se pretende que sea una lista completa, pero le dará ideas y es para comenzar:  Juego de enciclopedia (puede ser de segunda mano).  Microscopio, o por lo menos una lupa.  Mapas: del vecindario o ciudad, del país, y mundial.  Libros guías en cuanto a pájaros, flores, minerales, etc.  Un globo terráqueo.  Telescopio, mapas de las estrellas y constelaciones.  Máquina para escuchar grabaciones de música y de libros.  Herramientas para el jardín, semillas para plantar.  Instrumentos de música, aunque sea una flauta o guitarra.  Libros de música y cancioneros.  Computador.  Conexión al Internet.  Compás, regla, calculadora.  Algunos juegos de ingenio para la matemática, de ajedrez, naipes.  Monopolio.  Suscripción a revistas científicas o literarias para niños.  Juegos de experimentos químicos o de la física.  Pinturas, lápices para dibujar y pintar.  Materiales para hacer arte y artesanía.  Animales domésticos, mascotas (aunque sea un pececito).  Juegos de construcción, Legos, etc.  Herramientas: martillo, alicates, clavos, madera, etc.  Utensilios de cocina.  Máquina para cocer.  Un vehículo echado a perder ú otros aparatos (TV, radio, plancha) para desarmar.  Un lugar al campo... "En nuestro estilo de vida moderno los niños quedan privados no solamente de sus padres, sino de personas en general. Es principalmente por medio del observar, jugar, y trabajar con otros mayores y menores de sí, que el niño puede descubrir lo que puede hacer por sí, a la vez de lo que puede llegar a ser. De manera que el relegar a los niños a un mundo infantil es privarles de su humanidad." --Urie Bronfenbrenner 6 — La importancia del jugar en el Aprendizaje Natural por Kathleen McCurdy
  • 11. A veces nos hemos entretenido observando las travesuras en el simpático juego de perritos y gatitos. Brincan, saltan, muerden, rugen, se pillan la cola, se enredan en madejas de lana, desgarran quizás un zapato—parece divertido pero por supuesto sabemos que realmente están practicando su instinto para sobrevivir. Se nos dice que los animales nunca gastan el tiempo jugando como lo hacen los niños; la vida es muy seria para ellos. Tienen que pasarlo desarrollando y perfeccionando las habilidades necesarias para comer y no ser comido. Pero ¿es el juego de los niños realmente diferente al de los animales? Los científicos que han estudiado a los chimpancés observaron que los animales jóvenes que fueron privados de sus madres no jugaban como los demás. Durante los primeros cuatro o cinco años de vida, los monitos se mantenían juntos a sus madres y tenían tiempo de más para observar el comportamiento de los adultos y para incorporar lo observado en sus juegos. Jane Van Lawick-Goodall y sus colegas, que estudiaron a los chimpancés silvestres en Tanzania, reportaron un ejemplo impresionante de cómo este tiempo de observación junto con el juego que realizaban los monitos conduce al comportamiento adiestrado de los adultos. Los chimpancés adultos han aprendido a cazar y comerse las termitas. Buscan unos palitos adecuados, les sacan la corteza, los mojan en la boca, y luego los insertan en los orificios de las termitas. Después de esperar un minuto para que las termitas se adhieran al palito, se los remueve y los lamen con buen apetito. Se observó que los chimpancés jóvenes sentados cerca de sus mamás jugaban con palitos. Pasaban largo tiempo sacándoles la corteza a los palitos, o intentando introducir palitos de diferentes tamaños en diversos orificios. No intentaban cazar a las termitas, solamente jugaban. Un pequeño chimpancé que había perdido a su madre en sus primeros años y fue criado por sus hermanos mayores, nunca adquirió la destreza especializada de cazar las termitas. Le faltaba la oportunidad de observar de cerca a los adultos y no disfrutó de la protección que una mamá le hubiera proporcionado al enfrentar las vicisitudes de la vida. Por lo tanto, algunos han concluido que el jugar es realmente importante no sólo para sobrevivir sino porque también proporciona la oportunidad de practicar rutinas parciales y secuencias del comportamiento que después forman un conjunto de destrezas, y la habilidad para resolver los problemas de la vida. El jugar también reduce o neutraliza el apuro de lograr algo. Todos nos hemos encontrado en la instancia de querer aprender o recordar algo importante, aunque sea el nombre de una persona, sin lograrlo. Después nos asombramos cuando, ya bajado la presión y sin intentarlo, se nos viene el nombre a la memoria. Justamente así, el juego ayuda a los niños a aprender en una forma casual, muchas cosas que de otra manera parecerían demasiado complicadas. Al restar importancia al objetivo, el juego ayuda a que los niños aprendan más fácilmente las habilidades que necesitarán cuando sean mayores. El psicólogo e investigador Jerome Bruner estudió los efectos del juego relacionado a la habilidad del niño para resolver problemas. El y sus colegas diseñaron un experimento en que niños de tres a cinco años fueron instados a realizar la tarea de sacar un premio que se encontraba en una caja fuera de alcance. La única manera posible era uniendo dos palitos con una grapa así construyendo un palo más largo con el cual alcanzar el premio. Se dividieron a los niños en cinco grupos. El primer grupo fue "enseñado" por un adulto que demostraba como unir los palitos con una grapa. El segundo grupo fue entrenado en el uso de la grapa. El tercer grupo observaron al que hacía el experimento mientras realizaba la tarea de construir el palo y alcanzar el premio. El cuarto grupo no recibió ninguna preparación pero simplemente se les dio la oportunidad de jugar con los materiales. El quinto grupo fue el grupo de control y no recibió ninguna preparación previa. Los resultados de este experimento fueron asombrosos. Los niños que solamente jugaron con los materiales pudieron resolver el problema tan bien como los que observaron la demostración y solución completa, y doblaron el porcentaje de logros comparados con los niños que fueron enseñados o a los que fueron entrenados. Dijo el Dr.
  • 12. Bruner: Nos llamó la atención la tenacidad de los niños del grupo de juego que se clavó en la tarea. Aún cuando su primera estrategia fuera mal guiada, terminaron con solucionarlo porque podían resistir la frustración y la tentación a desanimarse. Estaban jugando."(Psychology Today, enero de 1975.) Otros investigadores han encontrado que la oportunidad para jugar tiene un efecto en la creatividad del niño más tarde. El juego sirve como un vehículo para la adquisición del lenguaje, y ayuda al niño a asimilar las experiencias que tiene y así lograr su propio entendimiento del mundo. "Ahora comprendemos que el jugar es asunto serio, en realidad es el asunto principal de la juventud. Es el vehículo para la improvisación y la combinación, el primero que conduce al sistema de regla por la cual un mundo de reserva cultural reemplaza a la operación del impulso juvenil." (Bruner, op. cit.) Por supuesto que los niños en familias escolares tienen mucho más tiempo para jugar, lo que puede explicar su mayor desarrollo social comparado a sus prójimos. Según Benjamín Bloom, profesor de educación en la Universidad de Chicago, cerca de 95 por ciento de la enseñanza en las escuelas hoy en día está enfocado en los "procesos mentales de bajo nivel"— repetición maquinal de reglas gramaticales, tablas de multiplicación, nombres y fechas históricos. La mayoría de los profesores gastan muy poco tiempo en los "procesos mentales de alto nivel"—la solución de problemas, análisis, interpretación. Sin embargo, Bloom y otros notaron mediante estudios recientes que, a medida que los niños mejoraron sus habilidades mentales, también ganaban en cuanto a la repetición maquinal. "Conociendo que significa una idea o un principio y como se le puede aplicar ayuda al niño a aprender más y conocer mejor," dijo Bloom. Estos "procesos mentales de alto nivel" son exactamente aquellos que se están ejerciendo mediante el juego. Niñitos intentando conseguir un premio de la caja fuera de su alcance tienen que analizar e interpretar la situación. Intentando varias soluciones, ellos están ejerciendo la habilidad de interpretar resultados y eventualmente los conducirá a la solución del problema. Sea que el niño esté corriendo sus autitos, construyendo con sus piezas de Lego, o sirviendo el té a sus muñecas, estos procesos mentales de alto nivel se están implementando a lo sumo. Como Hart, Smith y otros han apuntado, los recién nacidos comienzan enseguida a hacer un vigoroso esfuerzo para sacar el sentido a las cosas en el mundo a que han entrado. A toda hora están haciendo investigaciones, exploraciones, pruebas y exámenes de todo lo que encuentran, hasta el momento de encontrarse cautivos en el escritorio de la escuela, obligados a sentarse quietos y callados, a hacer solamente lo ordenado, y a comenzar y dejar de hacerlo según lo requerido. Estas condiciones están en contraposición al desarrollo intelectual y bajo ellas el aprendizaje se para en seco. (Leslie Hart, Educational Leaderhip, marzo, 1981). Un artículo en la revista Changing Times, diciembre, 1986, revisó un número de productos obtenibles en el comercio que fueron diseñados para ayudar a los padres a preparar a sus párvulos a leer. Encontraron que tales productos eran inadecuados para párvulos "porque el proceso de aprendizaje usado es de forma estructurada y formal, teniendo que ver con libros de tarea y otros materiales y procedimientos académicos tradicionales." Como dicen los autores, los niños aprenden mejor cuando tienen bastantes oportunidades para explorar, crear, e iniciar sus propios actividades para aprender a su propio ritmo, y experimentar su mundo en forma palpable, sea construyendo torres con los bloques alfabéticos o visitando al zoológico. Otra crítica que publicaron fue que las actividades sugeridas en los libros de tareas y los programas parecían ser "innecesariamente maquinados". Por ejemplo, la instrucción de cortar formas de calcetines de papel en diferentes colores para que el niño aprenda a clasificarlos. Ellos sugieren que "el niño puede aprender lo mismo clasificando verdaderos calcetines." Sí, y quizás aprenderían aun más, a guardar la ropa, por ejemplo. Los libros de tarea y otros auxilios para el aprendizaje infectan con una enfermedad llamada "complete el espacio en blanco" y no les ayuda a tener pensamientos críticos, creativos, y de lograr un aprendizaje significativo, dice una asesora de artes del lenguaje,
  • 13. Carol Otis Hurst, que diseña programas de literatura para las escuelas públicas y es profesora universitaria. Ella siente que los niños y especialmente los párvulos deberían ocuparse "de cosas mucho más importantes, como la causa y el efecto de la lluvia relacionada a los charcos" y otros descubrimientos no enseñables. Algunos padres concienzudos se preocupan de que sus niños quieren estar siempre jugando, y temen que es tiempo gastado en cuanto a lo que concierne el aprendizaje. Pero si estos padres pensaran analíticamente y observaran el juego de sus niños, descubrirían que un montón de aprendizaje está ocurriendo. El verdadero aprendizaje ocurre en la familia cuando los padres juegan con los niños. Pero de lo contrario, muchos nos hemos dado cuenta de lo poco que sirven los juegos maquinados que son diseñados para fomentar el aprendizaje. Son inmediatamente rechazados por los niños. En una familia expertos en computadores, la madre afirmaba que nunca los iba a comprender. Todos trataban de mostrarle la forma de utilizarlos. Hasta el más pequeño gozaba de los juegos mientras el hermano mayor se apuraba por tener la oportunidad de probar su nuevo programa. La hermana solicitaba: "Ven Mamá ¡es divertido! Tienes que probarlo". Papá sugería que le sería más fácil escribir su boletín informativo para familias escolares si lo hiciera en el computador en preferencia a la máquina para escribir. Pero la madre afirmaba que los computadores no eran para ella. "No gracias. Me quedo con la máquina que me ha servido tan bien hasta ahora." Computadores iban y venían, cada uno más “inteligente” que el otro. "Prueba este. Te lo explico, o si quieres lo puedes leer en el libro," ofreció el adolescente. Una noche cuando todos los demás se habían acostado, la mamá iba apagando las luces cuando notó que habían dejado un computador prendido. Uno de los chicos había comenzado un dibujo y lo había dejado en el computador sin terminar. No atreviéndose a apagarlo, mamá comenzó a jugar con el computador y a completar el dibujo. Probó una que otra cosa y notó que le hacía preguntas y ella las podía contestar. Había observado mucho más de lo que pensaba mientras otros lo usaban. Pronto el dibujo quedó terminado... y a mamá le había "picado el bichito" de los computadores mientras solamente jugaba. Nunca interesada en llegar a ser una experta, sin embargo había aprendido una habilidad útil mediante el juego. Autores Holt y Moore describen a la escuela como "la cárcel de los niños", donde está prohibido jugar y donde el aprendizaje es casi imposible porque la madre no está presente para protegerlos de las distracciones y presiones, y donde las mentes inquisitivas están obligados a callarse, a estudiar y no hacer preguntas, y aún su tiempo libre se les llena de tareas escolares. En su libro A Good Enough Parent, Bruno Bettelheim nota: Mientras más oportunidades tengan el niño para disfrutar de la riqueza y franca fantasía del juego en todas sus formas, lo más sólido será su desarrollo. Esta es la razón por la cual los niños privados de cultura y que tuvieron poca oportunidad para jugar y que sus padres no jugaron con ellos tienen tan difíciles tiempos en el colegio. Sin la experiencia de salir adelante en los juegos, no tienen confianza para lograr éxito en la escuela." (p. 208) "Los niños no logran mucho si viendo televisión o realizando actividades tales como el aprendizaje académico les impide las ricas experiencias de los juegos y el jugar." En un artículo en la revista Child de 1988 titulado "¿Puede salir Johnny a jugar?", Randi Londer habló con unos expertos que deploraban el estado de los sitios de juego hoy en día. "'Ciertas escuelas han organizado actividades físicas para el recreo' dice Dr. Sutton-Smith quien ha escrito varios libros acerca de los juegos y del jugar. 'A los adultos les gusta porque pueden mantener el control. El único problema es que los niños prefieren perseguir a sus compañeros en el patio antes que se les diga cómo deberían ejercitar las piernas. El entusiasmo de pillarse los conduce a más ejercicio que la pista o una carrera de campo. Londer continúa: Muchos expertos comentaron este tema de devolver a los niños el control de sus juegos y ejercicio—el control para iniciar el juego ellos mismos, y la libertad para hacerlo cuándo y cómo lo desean. Los
  • 14. niños ya están en bastantes situaciones donde los adultos los dirigen y organizan,' dice el Dr. Hart de City University en Nueva York. "Ellos pierden el control de sus actividades, pierden autonomía social y pierden la oportunidad de soñar y crear.' Cuando preguntamos a la gente que es lo que más recuerda acerca de su juventud, dice el Dr. Hart, ellos recuerdan los lugares no diseñados para nada, los lugares 'encontrados'. Los sitios vacíos, un canal al fondo del jardín, lugares para esconderse bajo los puentes. 'Son estos lugares olvidados los cuales los niños desean' él dice, 'porque allí ellos pueden crear su propio significado. Ahí es donde los niños se olvidan del tiempo, donde ellos fantasean e inventan sus propios mundos, jugando sin límites o metas... . Asistiendo a un parque de juegos [gimnasio], les enseña a ser consumidores en vez de creadores.'" Nuestra confianza en nuestro niño es lo que crea en él una confianza básica en sí mismo, una confianza acerca de sus propias habilidades. –Bruno Bettelheim 7 — Una familia pionera por Kathleen McCurdy Como nueva madre allá en el año 1962, me sentí colmada del deseo de proporcionar a mi hijo la mejor educación, una educación que le ayudara a llegar a ser un miembro de la sociedad, temeroso de Dios y respetado por sus semejantes. Había leído las biografías de Abraham Lincoln, Benjamín Franklin, David Livingston, Albert Schweitzer, Thomas Edison, y varios otros, y me sentí especialmente interesada en los pocos detalles que quedan registrado en cuanto a la infancia y juventud de Cristo. Un día se me ocurrió la idea de que lo que más tenían todos estos personajes en común era que su educación había sucedido en casa, a manos de sus padres. Me impresionó que cuando Cristo enseñaba a la gente, algunos decían "¿De dónde sacó éste tantos conocimientos sin haber estudiado?" (Juan 7:15 NVI. La versión de Goodspeed, dice "'¿Cómo puede este hombre leer?' dicen ellos, 'si nunca ha asistido a la escuela'"). Siendo que mis padres hacían viajes frecuentemente, mi propia educación formal fue algo inconstante. Un surtido de media docena de años los pasé en aulas de diversos colegios y a los 17 años de edad aprobé un examen de validación de educación media y entré al colegio superior. Ya estaba acostumbrada a averiguar las cosas por mí misma, así que no fue difícil ayudar a mis hijos (tuve cinco) a aprender a leer, escribir y calcular. Pero tratando con parientes que me criticaban y explicando a personas desconocidas la razón por qué mis hijos no asistían a la escuela no fue tan fácil. Después de un tiempo fue más fácil comprar currículo y hacer clases. Entonces podíamos decir que los niños estaban en un programa escolar privado, y facilitaba la conversación en cuanto a distintos cursos y asignaturas. Al principio no nos dimos cuenta, pero en eso perdimos lo que había sido el gozo de aprender en casa. La presión de nuestros semejantes nos había conducido a adoptar métodos del colegio, aún cuando manteníamos a los hijos en casa. Probé varios programas y currículos, a veces componiéndolos yo misma. Pero también me comencé a desanimar, a preguntarme si no sería mejor mandarlos a la escuela. Por cierto, los niños estaban aprendiendo, aunque en general no era lo que se encontraba en los libros de texto. Realmente evitaban los estudios de texto y nunca terminaron ningún curso. Mientras tanto, hacíamos cosas como caminatas al campo, identificación de árboles, flores silvestres, bichos, hongos, etc. (vivíamos en el campo). Llegaron a ser clientes favoritos de la biblioteca. Cuando el trabajo de papá lo llevaba a otra parte, viajábamos con él. Visitamos lugares históricos como sitios de batallas de la independencia, lugares de interés científico como un cráter meteórico.
  • 15. También los niños nos ayudaban en el negocio casero. Por algunos años mi marido manejaba un negocio de imprenta. Los niños ayudaban en varias de las tareas que les era más fácil, y al crecer aprendieron a manejar algunas de las máquinas impresoras. A veces hasta ayudaban en la redacción, haciendo las correcciones de gramática. Cuando el mayor contaba unos 13 años, le pidió al abuelito que lo dejara probar si podría arreglar una vieja camioneta que había sido abandonada. Le sacó el motor, de a poco juntó el precio para comprar un motor reacondicionado, lo instaló, arregló otras partes y, después de varios años y con ayuda de los dos abuelos, de tíos y otros, por fin lo hizo funcionar. Al cumplir los 18 años, el abuelito se lo regaló, y todavía funcionaba unos diez años después cuando lo vendió. Habían ocasiones en que yo tuve que salir de casa a trabajar, ya sea ayudando a los ancianos en la comunidad o haciendo ventas de jabones y escobas de puerta en puerta. Casi siempre los niños me acompañaban. Pensaba que éstas eran intrusiones a sus estudios y los distraía de sus tareas escolares. Sin embargo, estas actividades eran tan prácticas e importantes en la adquisición de habilidades para la vida adulta que yo no veía cómo podría limitarles esas experiencias y reemplazarlas con más tareas escolares. A medida que los niños menores me ocupaban más y más, los hijos mayores comenzaron a buscar empleo fuera de la casa, y yo traté de no pensar en lo que iba a resultar. Me preguntaba si las horrendas predicciones de los parientes iban a venir acabo. Cuando el mayor cumplió los 16 años, comenzó a trabajar en la cuadrilla forestal de su tío. A los 18 años cuando ya contrataban en otros estados, decidí que sería mejor si mi hijo concluyera formalmente su período escolar, en el sentido de ingresar al mundo adulto. Debería rendir la prueba para aprobar el último año de educación media. A la verdad, esto me preocupaba a mí más que a él. ¿Aprobaría? ¿Conocía lo suficiente de la materia para demostrar capacidad y sacar una buena nota? No teníamos ninguna comprobación, ni notas, grados, documento oficial, o libros de texto completados. Nos quedamos sorprendidos cuando logró una nota mayor al 90% en relación a los demás que rindieron la prueba. ¡Se había validado el aprendizaje en casa! Fue la primera comprobación para nosotros. Casi todos nuestros hijos han rendido el mismo examen con resultados similares. Tres de ellos asistieron a colegios superiores. A uno se le ofreció una beca de parte del negocio donde trabajaba, pero él lo rechazó. "¿Para qué voy a gastar el tiempo estudiando en el colegio lo que puedo aprender trabajando y ganando?" dijo. Ahora tiene un puesto como gerente de un gran hotel, lo que por lo común requiere al menos un magíster. Obtuvo el puesto careciendo de educación formal alguna, por tener intacta su habilidad de pensar creativamente y de proponer ideas originales en beneficio del negocio. Nuestros hijos han trabajado en varias ocupaciones y no temen cambiar a otra si les parece mejor. Siempre siguen aprendiendo. Entre los cinco han sido: técnico electrónico para una estación televisora, gerente de su propio negocio (varios), trabajos forestales (dos), artista en loza, costurera, artesano en joyas y oro, pastor de iglesia, cajera en un negocio, gerente de proyecciones para una cadena de negocios, ayudante en una pizzería, mecánico de máquinas diesel, empaquetador, trabajador en fábrica de aluminio, diseñador de programas para computador, técnico y diseñador de páginas web, modista, contratista en prados institucionales. Sus éxitos nos han inspirado con confianza para rechazar firmemente la idea social en cuanto a la importancia de las experiencias educativas estructuradas. Siempre los dejé libres para pensar por sí y aprender lo que querían, aún al sentirme culpable por no obligarlos a hacer las tediosas tareas escolares. En nuestra familia el trabajo es importante, y el jugar también lo es. Se apoya el empeño por adquirir conocimiento y destreza, pero el concepto de "escuela" es una idea ajena. Nada de lo que pasa en el hogar se asemeja al estudio formal, con excepción al rendimiento de las pruebas de fin de año. En éstas, los niños se sacaban las mejores notas, y en general se mostraban adelantados dos o tres grados más que otros de la misma edad. No es porque a las pruebas se debiera considerar de tan alto valor para las familias escolares. La calidad de
  • 16. su vida, sus éxitos, la confianza en si mismo, la felicidad que sienten—éstos son de mayor valor en la determinación del grado de éxito que han logrado como estudiantes en casa. Pero las pruebas y los exámenes son mejor comprendidas por los educadores profesionales, y también los abuelitos los encuentran menos subjetivas que nuestra propia opinión. Por lo menos éstas le muestran que los niños están recibiendo realmente una educación "equivalente" al que recibirían en un colegio. No creo que mi familia sea muy diferente a otras. Nuestros hijos peleaban, había que animarlos a completar el lavado de loza, se quejaban si tenían que escribir cartas de agradecimiento, y se olvidaban de alimentar al perro. Pero por otro lado, comprendieron mucho en cuanto a la biología, la química, y la física porque ellos lo vivían diariamente. Al no estar encerrados en aulas escolares, conocían y discutían las noticias del día, y conocieron mucho en cuanto a la historia, sociología, geografía y política. La historia era importante porque, como a todos los niños, a ellos les gustaba las historias y especialmente las de personas y lugares relacionados a ellos. Por ejemplo, la visita que hicimos a un lugar histórico les fue más interesante al saber que uno de sus antepasados figuraba en la historia de ese lugar. Y después, al leer cierto capítulo de la historia del país, lo encontraron de mayor interés al recordar la visita que hicieron a ese mismo lugar. Poco a poco he desarrollado una filosofía en cuanto a la educación: La educación en casa significa que los niños son aprendices de los padres, de sus habilidades y vivencias. Al participar en las actividades normales de la vida, al aprovecharse de las experiencias que forman parte de la vida diaria, al tomar parte en las actividades e intereses de sus padres, los niños aprenden mucho que es necesario para sobrevivir en nuestra sociedad. Aprenden habilidades sociales apropiadas al observar a los adultos interaccionando con los demás. Aprenden a leer, escribir y calcular porque sus padres usan estas habilidades diariamente—del mismo modo en que aprendieron a hablar y a caminar. Sin libros de texto, sin clases, pero mediante el ejemplo y el ánimo proporcionado por sus padres, los niños han aprendido todo lo que necesitan saber para entrar a la universidad, ocupar un puesto, contraer un matrimonio y fundar su propio hogar. Una vez expresé temor a mi esposo de que los niños no hacían tareas de composición. No hacían resúmenes de libros leídos, aunque daban detallados repasos en forma oral de lo que estaban leyendo (al preguntarles de qué se trata el libro que leían, uno podría pensar que les iban a contar en sus propias palabras el cuento entero), pero parecía que no se interesaban en escribir composiciones o ensayos como se hace en el colegio. Pero él me contó de las muchas hojas de notas que escribía en el computador el hijo que entonces tenía 13 años, delineando su esquema para lo que ahora llamaríamos una página web. Y ya llevaba unas 400 líneas escritas para una programación de software. Concluimos que si nuestros hijos tenían algo para comunicar, estaban bien equipados para hacerlo. No les hice practicar la ortografía, sin embargo parece que lo descifraron bien por su cuenta. Claro que tampoco les hice ensayar el caminar, pero también lo amaestraron. Una tarde el hijo que entonces tenía 9 años me preguntó cómo se escribía la palabra "inspector". Me dijo que no parecía bien cuando lo escribió como "impector". Sin embargo, otro de los hijos aún tiene problemas con la ortografía, pero tiene bastante habilidad mecánica. Por supuesto que también existen grandes diferencias de habilidades y de éxitos, hasta en el colegio. En el hogar se puede aceptar nuestras diferencias, mientras que en el colegio se espera que los niños sean estandarizados. Como madre, he esperado mucho de mis hijos. Además de las tareas cotidianas (lavar la loza, limpiar el patio por ejemplo), y leer los libros que ellos seleccionaban, esperaba que nos hicieran preguntas en cuanto a lo que les interesaba. Esperaba que averiguaran la manera de hacer cualquier cosa que quisieran hacer. Uno decidió aprender otra lengua. Le conseguí algunos libros infantiles en ese idioma, llenas de dibujos. Su hermano quería abrir una cuenta de ahorro bancaria. La próxima pregunta: ¿Qué significa "interés compuesto"? Ya había discernido el significado de "interés" y sólo necesitaba una explicación de
  • 17. ciertos términos como "compuesto diario" y "compuesto anual". He aprendido que no vale la pena decirle al niño más de lo que desea saber. Mejor ahorrarse el aliento. Pero hay mucho que ellos desean saber, y mientras siguen haciendo preguntas, siguen aprendiendo. Las diversas áreas de aprendizaje quedarán bien repasadas, ya que se trata de lo que ellos comprenden les es necesario y deseable de conocer. También jugando se aprende mucho, y el juego es el trabajo propio del niño. "Enseñar" no fue realmente parte de nuestro horario, pero sí el animar, facilitar, discutir, y "estar con" los hijos, y éstos parecen ser los aspectos más importantes en la vida de las familias escolares. La parte del niño es pensar, razonar, investigar, experimentar, y en el proceso de ello, aprenderán. Este tipo de educación es efectivo, completo y cabal porque es aprendizaje por medio del vivir. También es divertido. Por eso lo llamamos Aprendizaje Natural. 8 — Así se aprende a leer por Kathleen McCurdy Un cimiento sólido En nuestra sociedad la lectura es fundamental. Si nuestros hijos tienen una base sólida en las destrezas del lenguaje, y especialmente en cuanto a leer y escribir, podemos sentirnos asegurados que poseerán todo lo necesario para aprender lo demás que deben conocer para sobrevivir en nuestra sociedad. Eso es porque leer y escribir son habilidades de comunicación, junto con hablar y escuchar. Y es por medio de la comunicación que podemos ganar conocimiento. Claro que hablar y escribir también son importantes habilidades de comunicación, aunque en los colegios no se les da tanta importancia ahora, tal vez porque comúnmente el niño los aprende más temprano y en forma más natural. Los niños aprenden a hablar porque: 1) escuchan a otras personas que les están hablando, y 2) quieren comunicar algo a los demás. Las investigaciones han demostrado que los niños aprenden a leer cuando: 1) se les ha leído a ellos, y 2) tienen libre acceso a materiales que realmente desean leer. En un reporte de las investigaciones que se hicieron en los Estados Unidos en cuanto al aprendizaje, se dice que "La mejor manera en que los padres pueden ayudar a sus hijos a llegar a ser mejores lectores es al hacerles lectura... Los padres pueden animar a los hijos a leer en varias formas. Algunos aleccionan informalmente al apuntar letras y palabras en los letreros y envases. Otros usan herramientas más específicas, tales como cuadernos de ejercicios. Pero los niños cuyos padres simplemente les han leído, han llegado a leer tan bien como aquellos cuyos padres usaron textos o que se recibieron de profesores."1 . Desarrollo de las habilidades del lenguaje Existen varias razones para explicar porqué le proporciona la mejor ayuda en adquirir destreza para la lectura, el simple acto de leerle al niño. En primer lugar, ayuda a desarrollar el vocabulario. El niño aprende el significado de las palabras al escucharlas en el contexto. Por ejemplo, se desconocía la palabra "aurífero" antes de leerla tres veces en un cuento de F. Coloane. Allí, al describir una hazaña fueguina en que descubren oro en las arenas fluviales del Estrecho de Magallanes, dice "... se habían encontrado otros aluviones auríferos casi tan ricos..." y se comprendió que la palabra se refiere al oro. Es importante conversar en cuanto a lo que se ha leído, y esto clarifica aún más el significado. Si se los anima a hacerlo, los niños se adelantarán a preguntar en cuanto a palabras que desconocen. Un segundo motivo es que al leerles las historias, el niño tiene la oportunidad de desarrollar la sintaxis, es decir, la construcción de las oraciones. Si se escucha a las personas de habla inglés, se notará que se enredan en el orden gramatical de las frases. Dicen "Yo gusto tu rojo vestido" cuando quieren decir "Me gusta tu vestido rojo". El inglés tiene otra sintaxis. La manera más fácil de aprender la sintaxis
  • 18. de cualquier idioma es al escucharlo y usarlo continuamente. También los niños a quienes se les ha leído perciben el placer que se ha de encontrar en los libros y por lo tanto serán motivados a leerlos por sí mismo. La pronunciación correcta, el significado y uso de los signos de puntuación (indicando la expresión), los diferentes estilos usados en la lectura de papá y de mamá quedan todos más claros por medio de la lectura en voz alta. Juegos de palabras A los niños les gustará juegos y rimas que les ayuda a comprender cómo se construye las palabras. Por ejemplo, al niñito le gustaría conocer palabras que comienzan con el mismo sonido de su nombre: Carlos = cara, cosa, cuna. Marta = marca, mesa, mide, mona, muñeca. O quizás le gustaría comenzar con una palabra como "gato" y cambiarle el primer sonido así: pato, rato. O "lana": nana, sana, cana, pana. Si no leen todavía, no importa puesto que esto se trata de sonidos solamente, para no complicarlo. Al avanzar, se puede proponer juegos más complicados. Por ejemplo, seleccionando un conjunto de esdrújulas para notar cómo suenan al oído. Estos juegos se prestan para entretener al viajar o estar en espera por alguna razón. Si el niño quiere comer y la mamá le falta terminar de hacer la comida, se le puede sugerir algún juego de palabras para entretenerlo y a la vez ayudarle a aprender. Aprendiendo la clave En algún momento el niño hará la transición a las palabras visuales. Cubos alfabéticos hechos de madera son fáciles para las manos pequeñas, y atractivos. Se le puede ayudar a construir un tren de cubos, explicando que la "A" es la locomotora. Si una se sienta en el suelo y le ayuda a poner los cubos en orden alfabético, el niño pensará que están jugando. Y así lo es, cantando la canción del alfabeto se irá aprendiendo las letras. Pronto podrá ponerlos todos en orden sin ayuda, aunque todavía le falta conocerlos individualmente. Está aprendiendo a alfabetizar, habilidad que le resultará muy útil al buscar nombres en la guía telefónica o palabras en el diccionario. Otro juego para cuando está aburrido, digamos en una reunión, puede pintar todas las letras "o", o todas las palabras que terminan en "ía" tales como día, mía, tía en algún folleto o diario a mano. Y por fin, comenzando con los sonidos más fáciles de p, l, m, t, se le ayuda a hacer pequeñas palabras con los cubos, hasta que aprenda poco a poco los sonidos de todas las letras. Si se tiene suficientes cubos, se puede construir frases enteras que son más fáciles de leer que las pequeñas letras del libro. Listo para leer John Holt, uno de los fomentadores tempranos de la educación en casa, escribió en su revista que "la mayoría de los niños, al encontrarse con material interesante para leer, lograrían por su propia cuenta descifrar el proceso—aún cuando lo le enseñáramos nada, y solamente le explicáramos lo que las palabras decían cuando ellos nos lo preguntaran." 2 Y lo he comprobado en mi propia experiencia, siempre que el niño esté listo para leer. ¿Cómo se puede saber si el niño está listo? Si es de una familia lectora, si hacen lectura para los hijos regularmente, es muy probable que el niño comenzara el proceso por su cuenta. Un hijo acompañando a su mamá en el auto, le pregunta "Mamá ¿qué significa B-U-S?" Ella le contesta, "Ya sabes el sonido que hace la B." "Bh" dice él. "¿Puedes decir la B y la U juntos y después agregar la S?" "B-U-S, Bh-uh-ss. ¡Ya lo sé. Es BUS! Claro que por meses ha leído los letreros—todos los que él conozca, por lo menos. Sabe el letrero que dice "Pizza" y puede distinguir la marca COPEC de la de Shell, las que ha memorizado. Se está fijando en los diseños e interpretando los símbolos, y habrá harto de ambos en el fino arte de la lectura. La gramática del leer Al comenzar a leer, el niño se encontrará con palabras que no conforman a las reglas, o que son difíciles de pronunciar, o tienen otras características que le estorban. Lo mejor es dejarle buscar las reglas mediante la experiencia. Al notar la
  • 19. pronunciación de las palabras "ahora" y "hay", el niño percibe que la letra H no tiene sonido. Sin embargo, cuando se encuentra con una CH necesitará quizás una explicación. Otro problema se trata de la G, que a veces suena como J (gente) y otras veces con una voz más fuerte (gato). Si se le da una regla, el niño la memorizará pero pierde la oportunidad de descubrirlo por su cuenta. De hecho, le será más fácil recordarlo si él lo descubrió. Es mejor apoyarle con explicaciones a sus preguntas, que solucionarlo todo antes de que tenga oportunidad de descubrir los interesantes diseños de la gramática. Si no recuerda las reglas de la ortografía ¿será posible que no la haya comprendido? Basta ayudarle a formar una "familia" de palabras parecidas: galleta, gorro, gusano; gemela, girasol, gitano; guante, guardia, guanaco; guerra, guinda, guitarra. Si el niño tiene dificultad con las palabras más largas, es fácil mostrarle cómo dividirlas en palabritas cortas: es-ta-cion-a-mien-to. Una profesora especializada en la lectura dice: "Si la gente tuviera que saber todo en cuanto a los motores de dos tiempos o de cuatro, la relación del engranaje, la función del carburador, la fuerza rotatoria, y demás antes de que pudieran aprender a manejar el auto, algunos de nosotros fracasaríamos totalmente al intentarlo. Mucho, también, de lo que se repasa en las clases de gramática y composición en los colegios de educación primaria y mediana sería mejor evitarlo por completo al comenzar a leer. Hay que hacerlo sencillo." 3 . Comprensión lectora Por supuesto que existen cosas que tenemos que conocer antes de conducir a un vehículo, y al comenzar a leer sólo es necesario aprender lo más básico en cuanto a ello. Es importante esperar que los niños lean sólo para su propio beneficio. Es decir, que lean porque lo quieren hacer, porque quieren saber el contenido de lo que se lee. A la verdad, cuando se requiere que los niños hagan ejercicios de lectura, leyendo páginas enteras de asuntos no interesantes al propósito de practicar la lectura, el efecto es de reducir la comprensión. Leer los pies de fotos y encabezamientos, o las pequeñas historias divertidas en el diario, o solamente la información en cuanto a premios en las cajas de cereal ¡éstas valen la pena! El niño insiste en comprender lo que realmente quiere conocer. En cambio cuando tiene que leer textos pesados, resulta en apagar la mente y negar la comprensión. Al no poder seguir el contenido, pronto pierde el sentido de qué se trata, pierde el contexto de las palabras, queda frustrado y puede desarrollar hábitos para toda la vida de inatención, de manera que aún cuando realmente quiere comprender lo que lee, no puede. Los lectores más pequeños necesitan libros con muchas ilustraciones y dibujos. Porque les falta más experiencia, deben depender del dibujo como contexto para descifrar el sentido de las muchas palabras que desconocen. Al llegar al punto de poder leer mejor, se les puede animar a escoger entre los libros clásicos. Será natural que el niño escoja tales libros si sus padres se los han leído y los aprecian. Los autores clásicos escribieron para todas las edades, y los niños seguramente han de escoger los libros de sus padres para leerlos. Luego escogerán lectura según sus intereses. La repetición Lo que a veces olvidamos es que los niños sienten la necesidad de leer la misma historia vez tras vez. Retornan a sus libros favoritos porque es la mejor manera de "programar" sus mentes repasando el material cada vez más conocido hasta que cada detalle sea analizado, clasificado, en fin, comprendido. Al saborear una frase bien construida, descifrar un extraño deletreo, o meditar en el recién conocido nuevo significado de una palabra familiar, ellos acumulan gradualmente mucha información que se hubiera perdido si solamente se le hubiera presentado material nuevo y desconocido. El famoso presidente Abraham Lincoln poseía solamente tres o cuatro libros durante gran parte de su juventud y sin embargo fue conocido como un personaje letrado. Se puede atribuir su gran conocimiento a su cabal familiaridad con aquellos libros, los cuales en ningún caso fueron los más fáciles de leer. A propósito, a él también se le puede contar entre los que fueron educados en casa. __________
  • 20. 1) What Works: Research About Teaching and Learning, Departamento de Educación de los Estados Unidos. 2) Growing Without Schooling (Crecer sin escuela), número 7 3) Manito Mini-School Reading Method por Frances Wilbur Horn. 9 — La escritura y la gramática por Kathleen McCurdy Cuando un bebé aprende a hablar, está aprendiendo destrezas que con el tiempo llegarán a ser útiles en el proceso de escribir. Los niñitos aprenden primeramente el lenguaje escuchando las conversaciones de otras personas, y escuchan más atentamente cuando la conversación es con ellos. De esas conversaciones escuchadas los niños extraen las reglas gramaticales y luego la habilidad de comunicarse con otros. Los padres que se preocupan de hablar correctamente en el hogar están estableciendo cimientos sólidos para sus hijos. Modelos para la forma de hablar. Cuando la madre le habla al infante, el bebé escucha y la observa atentamente. No es por el puro agrado de oír su voz. Las investigaciones demuestran que un pequeñuelo de pocos días de edad realmente imita las expresiones faciales de su madre. Al crecer, comienza a imitar los sonidos que ella hace. Por lo tanto, los bebés que escuchan el portugués hacen sonidos portugueses, los japoneses hacen los sonidos de la lengua de sus padres—mucho antes de aprender palabras identificables. Más tarde, el bebé conmueve a sus padres enunciando sus primeras palabritas. Pero éstas no son cualesquiera palabras. Casi todas las primeras palabras son sustantivos: papá, gato, pan. Cuando el niñito comienza a usar frases de dos palabras, en su mayoría son formadas de sustantivo y verbo: "Mira papá", "Dame pan", "Gato, ven". El bebé extrae de la conversación de sus padres las palabras importantes en cada oración porque la mente está "programada" para distinguir diseños, lo similar y lo diferente. Así que cuando escucha a su madre hablar de una galleta o dos galletas, no solamente aprende algo de matemática (cantidad), sino también está aprendiendo la gramática (plurales): cuando se agrega una "s" significa que hay más de una galleta. El niño aprende también de las conversaciones con sus familiares a utilizar los artículos. Percibe que las palabras terminadas en "o" usan el artículo masculino. Pero como no conoce todavía las excepciones del diseño, suele cometer errores, tales como "el mano". En vez de corregir sus errores, podríamos alabar sus esfuerzos al reconocer que ha descubierto un diseño gramatical que funciona en la mayoría de los casos. Mientras el niño escuche las palabras usadas correctamente, aprenderá las reglas básicas de la gramática; quizás no los términos pero sí, el uso. Leyendo y escribiendo. Tan pronto como el niño logre mantenerse sentado, si no antes, comenzará a disfrutar de los libros ilustrados, si tiene la oportunidad de hacerlo en compañía de sus padres. A esta temprana edad no le sirve oír la historia simplemente leída. Necesita interactuar. La madre puede indicar algún detalle del dibujo y pronunciar el nombre: "¿Ves el conejito?" Y después, "¿Dónde está el conejito?" esperando que el niño lo vea y quizás lo apunte con el dedito. "Yo veo su orejita. ¿Lo ves tú? ¿Puedes encontrar la zanahoria que el conejito quiere?" Esta forma de usar el libro de cuentos le proporciona un modelo o diseño de la conversación. Su mente puede captar y absorber la información y también el proceso. Después, cuando tenga dos o tres años y ya intenta usar oraciones completas pero aún sencillas, le interesará oír la lectura del cuento a qué se refieren las ilustraciones. Estará listo para captar las partes más complejas del diseño del lenguaje, inclusive el vocabulario y la entonación. No se puede recalcar demasiado lo importante que es esta forma de comunicación entre los padres e
  • 21. hijos. En realidad es fundamental para su desarrollo mental, a la vez que forma el cimiento para sus avances literarios. Los padres que sostienen conversaciones interactivas con sus hijos desde temprana edad, y siguen haciéndolo durante el tiempo de su desarrollo, verán los resultados no solamente en su habilidad de raciocinio, sino también en el desarrollo de su vocabulario, su atención a los temas tratados y su destreza para la lectura. En las noticias recientemente se destacó los resultados de una investigación acerca de las graves faltas en lectura de niños escolares. El artículo incluyó el siguiente comentario: A medida que aumenta el rendimiento de los estudiantes en los tests de lectura, el grado de comunicación con los padres crece, lo que refuerza que a mayor comunicación, mejores resultados.1 La composición literaria. Ahora llega el momento en que el niño podría contar el repetido cuento del conejito (o cualquier favorito) en sus propias palabras. También se le puede animar a contar sus propios cuentos o simplemente describir lo que está haciendo. Si la madre le anima y ella misma escribe el cuento usando las palabras escogidas por él, le será de mayor motivación. Algunos escriben los cuentos de sus niños en libritos creados para ello, dejando espacio para que el niño pueda añadir sus propias ilustraciones. Según las investigaciones, niños de poca edad suelen atribuir significado a sus garabatos. "Las investigaciones proponen que la mejor manera de ayudar a los niños en esta etapa de su desarrollo como escritores es respondiendo a las ideas que están tratando de expresar."2 El Dr. Bennett, secretario de educación del gobierno estadounidense, añade, "Los niños a quienes se les anima a dibujar y garabatear sus cuentos a temprana edad llegarán a escribir más fácil y efectivamente, y con mayor confianza que los niños a quienes no se les animó a hacerlo." Un parvulario probablemente intentará primero escribir su nombre y será suficiente que use letra imprenta. Cuando comienza a leer palabras sencillas, se le puede animar a escribirlas en un cuaderno, añadiendo sus propios dibujos o recortando las ilustraciones de revistas publicitarias. Papel cuadriculado servirá para ayudarle en el tamaño de las distintas letras y uno puede comprar o crear carteles con las letras cursivas para ayudarle a recordarlas. No es necesario apurarse en esto. El niño escribirá como pueda, pero llegará el día cuando le será importante comunicar mediante la escritura y en ese momento se encontrará motivado a hacer el esfuerzo de escribir correctamente. Buscando oportunidades para escribir. Algunos de los niños resultan estar listos y entusiasmados para escribir, mientras que otros lo evitan por un buen tiempo. Pero a todos les llegará el día en que la habilidad para escribir será una necesidad. Si a su hijo no le gusta usar papel y pluma ¿por qué no sugerir la máquina de escribir o el computador si lo tiene? Jugando con una máquina, puede lograr la inspiración que necesita A uno de mis hijos no le gustaba escribir. Me decía que iba a esperar que alguien inventara una maquinita escritora (y claro ¡ahora tiene su Palm Pilot o agenda electrónica!). Pero quedaba fascinado con el computador, pasando horas enteras comunicándose por medio del teclado a todo el mundo. Y allí tenía que escribir bien, ya que otros notarían si se equivocaba. Llegó a ser un buen escritor de esa manera, siempre que no tuviera que escribir con lápiz. A los hijos se les puede sugerir que guarden un diario de vida. También es bueno que los niños aprendan a escribir cartas de gratitud, por ejemplo a abuelos por los regalos que ellos les han mandado. Notas pegadas al refrigerador, cartitas de cariño escondidas donde las descubrirán (y quizás contestarán), tarjetas para cumpleaños y navidad, todas son ocasiones que hemos encontrado para estimular esta habilidad de una forma lógica y deseable en vez de forzada y estructurada. El niño puede ayudarnos a hacer una lista de compras, o quizás podría escribir una carta al diario en cuanto a alguna noticia que le impresiona o conmueve. Una vez, cuando llegábamos a casa después de haber hecho una visita al planetario de la universidad con un grupo de familias escolares, le pedí a mi hijo (tenía como 9 años) si me pudiese
  • 22. escribir una historia o reportaje acerca de la visita, con el propósito de publicarla en nuestra revista para familias escolares. Pasó un largo rato mirando el papel, lápiz en mano, y por fin anunció que no sabía qué escribir. Pero esa misma tarde al llegar su papá de la oficina, el niño comenzó a relatarle toda la historia de lo ocurrido en el viaje de la mañana. Yo enseguida tomé una pluma y comencé a escribir la historia, tal cual lo contaba el niño a su papá. Después cuando la leía reconociendo, asombrado, que eran sus mismas palabras, le expliqué que el escribir es lo mismo que el hablar. Son dos formas de comunicar una historia. Ya a los 14 años este mismo hijo escribía actas de reuniones de junta, programas computacionales (todo a máquina), y también podía anotarme los mensajes telefónicos, escribiendo a mano si era necesario. Uno no debiera perder de vista el verdadero propósito—la comunicación—cuando se trata de ayudar a los niños a desarrollar estilo y nitidez en su escritura. Para comunicarse es preciso tener algo que decir, y también la necesidad de decirlo. Las reglas de ortografía. El español tiene muy pocas reglas, comparado con el inglés u otros idiomas, por lo tanto será una tentación insistir que el niño tenga que memorizarlas. Pero comprender el porqué de las reglas le será mucho más útil. Así hablaremos una vez más del diseño de las cosas, en este caso el diseño del español. Si el niño escribió con falta ortográfica, se le sugiere que busque otras palabras para hacer una familia de las palabras que usan el mismo sistema. Por ejemplo, si él escribe una palabra grave sin su tilde, se le repite la regla pero añadiendo la sugerencia de buscar varias otras palabras que llevan tilde en la penúltima, para darle experiencia con la regla. Las palabras con letras no pronunciadas son de difícil ortografía. Pero si el niño puede hacer una colección: guante, guapo; hilo, hoyo (las g y las h no se pronuncian), se dará cuenta de cómo funciona el diseño. Muchos se equivocan con los homónimos, olvidándose de diferenciarlos. Se le puede mostrar al niño y explicar la diferencia entre hecho y echo, solo y sólo, meses y meces, mediante una conversación en cuanto a ello o se puede hacer un juego de buscar ejemplos similares con la ayuda del diccionario. Algunos niños se pueden interesar en la etimología o el origen lingüístico de las palabras. Este estudio les proporciona información de dónde y cuándo se originaron las diferentes familias de palabras. Por ejemplo, se puede notar la influencia de los moros en los vocablos naranja y zanahoria. Es claro que si uno aprovecha de aprender un segundo idioma, le ayudará a familiarizarse con su propia lengua. Más vale comprender que memorizar. A igual que todos los reglamentos en la vida, es más fácil aplicar las reglas gramaticales si son comprendidas. He notado que a muchos adultos les es difícil aplicar las reglas de puntuación, aunque es bastante fácil hacerlo cuando son comprendidas, como lo demostró uno de mis hijos. La última vez que hicieran tareas de tipo escolar fue cuando éste tenía unos nueve años. Yo iba a salir de viaje a la capital y él, muy entusiasmado, esperaba acompañarme. Siendo que estábamos al comienzo del año escolar, le di unos tres o cuatro libritos de tareas para que los completara antes de emprender el viaje. Uno de los libros trataba de la gramática, y específicamente de la puntuación. Y bien, lo estudió cumpliendo todas las tareas. Contestó todas las preguntas de repaso y completó el libro a tiempo para partir. Varios meses más tarde y ya en casa nuevamente, me mostró una carta que recién había escrito a su abuelita. Noté que le faltaba toda la puntuación y le pregunté, sorprendida, ¿Porqué no le pusiste puntos y comas? ¿Para qué es la puntuación, mamá? me preguntó. Y yo, pensando en el librito de gramática que tan laboriosamente había completado, me pregunté ¿Para qué le sirvió ese esfuerzo? Entonces se lo expliqué así: La puntuación sirve para indicar la entonación de lo que está escrito. Sin entonación, no tiene sentido, lo que se puede demostrar leyendo en voz alta un párrafo sin cambiar la voz. Es como notación musical, le dije, y comencé a cantar "Pío, pío, pío (coma) dicen los pollitos (coma) cuando tienen hambre (coma) cuando tienen frío (punto)". Al leer en voz alta uno eleva la voz frente a una coma, le dije, y la baja al llegar a un punto. "¡Ahora lo comprendo!" exclamó, y nunca más tuvo dificultades con la puntuación.
  • 23. Una costumbre que les sugerí a mis niños fue el pronunciar bien la palabra que encontraran difícil de deletrear. Por ejemplo, muchos (inclusive el diario local) hablan de "juegos artificiales" cuando quieren decir fuegos artificiales. Se ha escuchado a vendedores en la feria clamando, "Zanadorias, caserita" refiriendo en realidad a las zanahorias que están vendiendo. De hecho, el niño tendrá problemas si lo trata de escribir como lo escuchó. Sólo es necesario mostrarle la palabra en el envase de zanahorias para que aprecie la diferencia y cual es lo correcto. Cuando un niño mayor ha escrito algo, es bueno sugerir que lo corrija él mismo. Ya sabrá cómo buscar las palabras en el diccionario, y es menos incómodo que tenerlo marcado y corregido por otro. A veces mis hijos me pedían que leyera sus "obras literarias" para que se los aprobara. Yo les contaba el número de errores que había encontrado y los dejaba buscarlos solitos, y casi siempre ellos los encontraban todos. Si los niños están leyendo buenas publicaciones, estarán acostumbrados a la gramática correcta y les serán bastante aparente los errores si toman el tiempo de fijarse. Otra manera de atraer la atención al asunto es prometerles una moneda por cada error que encuentren por su cuenta en el diario (o un premio al que más encuentre). En todo caso, lo más importante es utilizar en el hogar un buen lenguaje. Entonces los niños tendrán el sentido de la gramática "en su sangre". No debemos olvidarnos de que el propósito de todo esto es la mejor comunicación. Alcanzándose esta meta, no hay por qué hacer que el proceso sea difícil o tedioso. Debemos recordar que los niños también averiguan las cosas y llegan a comprenderlas solitos, y muchas veces antes de que aun nos hayamos preocupado de ello. _________________________________________ Un día tuve que ir al centro. No es tan a menudo que vaya al centro de la ciudad, pero tenía que hablar con un oficial. Encontrando un lugar para estacionarme, me fui caminando ligeramente por la vereda frente a un edificio alto de oficinas arriba y vitrinas al nivel de la calle. Fue en ese momento que me di cuenta de una escena congojosa. Una de las vitrinas mostraba lo que parecía ser una guardería infantil. A través de la ventana pude divisar unos 25 niñitos. A un lado había unas mesitas donde algunos niños esperaban mientras un par de adultos les servían comida. Al otro lado había juguetes de tamaño grande y sobre las cuales se podía trepar y jugar. Algunos de los niños estaban parados cerca o se afirmaban en los juguetes mientras que otros estaban cerca de la ventana. Ningún niño sonreía. Ninguno estaba jugando. Me fijé que no hacían nada. Aunque muchos de ellos parecían mirar por la ventana, no se fijaban en mí. Simplemente miraban... y esperaban. Ni se demostraban curiosos o interesados como es natural para niños de esa edad. Me sentí clavada en el lugar, mirando fijamente a la escena que más que nada parecía una tienda de mascotas o animales domésticos. Traté de comprender qué era lo que me fascinaba y molestaba en la escena y concluí que era la completa falta de libertad. Los pequeños presos ya no interactuaban los unos con los otros, ni con el mundo de afuera. Parecían solamente esperar, quizás, a sus padres; esperando que comenzara de nuevo su vida después que ellos llegaran del trabajo a buscarlos. Pensé cuan afortunados son los niños de familias escolares, cuyos padres están salvándoles a sus hijos de tal condición. Pues, de seguro se trata de la libertad: la libertad para pensar, para probar nuevos caminos educacionales, y sí, para desarrollar nuevas habilidades sociales. Aunque nosotros como padres somos productos de las escuelas y de ese sistema educacional, de alguna manera debemos, cada uno, descubrir nuevamente la verdadera libertad y declarar nuestra independencia de la tiranía de la presión social, por el bienestar de nuestros hijos. — KSM, en la revista "Home Education Magazine".
  • 24. __________ 1) La Tercera, Santiago, 1 de julio, 2003 2) William J. Bennett, What Works, Research about Teaching and Learning, 1986. 10 — Conceptos de la matemática por Kathleen McCurdy ¿Por qué es importante el estudio de la matemática? Una de las respuestas que me han dado a esta pregunta es que la matemática ordena las funciones cerebrales. Facilita que los niños aprendan a pensar lógicamente. Pero me pregunto ¿no serviría para ese fin algunos juegos como el ajedrez? La matemática tiene otros propósitos más importantes, uno de ellos es ayudarnos en el negocio. Los jóvenes egresados del colegio tienen la habilidad de solucionar los ejercicios matemáticos en el papel, utilizando fórmulas y tablas, pero ¿saben resolver los problemas que encontrarán en la vida cotidiana? Si tienen que averiguar la cantidad de pintura que se necesita para pintar una casa ¿sabrán si se tiene que sumar, restar, multiplicar o dividir el tamaño de las ventanas y las murallas? En realidad, muchos existen como "matemáticos iletrados". La manera histórica y aceptada de enseñar la matemática simplemente no sirve en muchos casos. Las tareas diseñadas para meter en la cabeza de los niños las fórmulas y tablas, luego pocos usadas, se está reconociendo ahora como un sistema anticuado y poco efectivo. En cambio ahora se les anima a los estudiantes a descubrir, a preguntar ¿porqué? y ¿cómo? Es mejor que se les permita usar la calculadora, y que se pasen el tiempo razonando las ideas y descubriendo los diseños matemáticos. En 1929 el superintendente de escuelas en la ciudad de Manchester, estado de New Hampshire, llamado L. P. Benezet, se preocupó por la falta de habilidad en los niños especialmente en relación a los temas del lenguaje, la gramática y la habilidad para comunicar sus ideas. Escribió: "Resolví hacer un experimento abandonando toda forma de instrucción formal en cuanto a la aritmética antes del séptimo grado y en cambio concentrar la enseñanza de los niños en leer, razonar y recitar." Los niños realizaban reportajes de libros que habían leído y de incidentes que habían visto. No se les obligó a esforzarse por seguir el proceso de la división escrita. "Por unos cuantos años", continuó, "había notado que el esfuerzo en la temprana introducción de la aritmética había resultado en entorpecer y casi anestesiar las facultades del razonamiento en los niños."[1] . Pero a través de los años los números se fueron insinuando en la experiencia de los niños. Aprendieron a dividir en dos y doblar una cantidad, y de hacer estimaciones de tamaño, y así con el desarrollo natural de las tablas de multiplicar, llegando lentamente a la aritmética formal. Benezet terminó en concluir que los niños que no fueron arrastrados a la temprana pero poco comprendida aritmética por fin terminaron en adelantarse por encima de los demás. La capacidad de leer y escribir, y la capacidad de reflexionar independientemente y de hablar y escribir claramente también les ayuda a muchos a obtener mayores resultados con la matemática. Veremos que la visualización es lo que más capacita al niño para la matemática. El niño que puede dibujar el problema lo habrá comprendido y también le será fácil solucionarlo, aún cuando no conoce las fórmulas y tablas. Mejor no preguntarle entonces, ¿Cuánto son 5 menos 3? Pero más bien: Tengo cinco galletas y voy a regalarte tres. ¿Cuántas me quedarán? "Cuando los niñitos se encuentran por primera vez frente a los números, SIEMPRE deberían conocerlos como adjetivos y no como sustantivos. No decirles al principio 'tres' o 'siete' a solas, pero más bien siempre 'dos monedas' o 'tres fósforos' o 'cuatro cucharas', o lo que sea."[2] . Aprendiendo la matemática desde chiquitos. En un reportaje especial se escribió que un número creciente de educadores en escuelas públicas y