Este documento resume las ideas de varios pensadores sobre las vanguardias artísticas del siglo XX. Explica que las vanguardias surgieron de la superposición de tres proyectos sociales a fines del siglo XIX y principios del siglo XX: el antiguo régimen, el capitalismo y la revolución socialista. Esto creó un ambiente de libertad e iconoclasia que dio lugar a las vanguardias. Luego, analiza cómo pensadores como Lyotard, Jameson, Foster y otros conceptualizaron el modernismo y posmodernismo. Finalmente, resume las ideas de
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Vanguardias (2)
1. Vanguardias
Intentaré mirar las vanguardias artísticas desde hoy, o mejor dicho, desde lo
que pasó después. Tomaré como referencias una historiador del arte, Hal
Foster, y una crítica literaria Josefina Ludmer (cuándo no). Habrá
incursiones del historiador Perry Anderson y de Andreas Huyssen.
En su libro El retorno de lo real, publicado originalmente en inglés en el
año 1996 Foster se pregunta, en el último capítulo: ¿Qué pasó con el
posmodernismo? Vean entonces que nos estamos ubicando en un momento
histórico, fines del siglo XX, en que la tan mentada posmodernidad ya
quedó atrás y debemos prepararnos para lo que sigue. Por supuesto que
primero deberíamos saber qué fue la tal posmodernidad para lo que no
podremos evitar conocer qué cosas fue la modernidad si aquella siguió a
esta. Foster aprovecha, entonces, el funeral del posmodernismo para hacer
un repaso de todo el siglo XX.
Comencemos con el concepto tal como lo habían difundido Jean-François
Lyotard y Fredric Jameson desde fines de la década del 70. Dice Foster:
“Para J-F. Lyotard el posmodernismo marcaba el final de los grandes
relatos que homologaron a la modernidad con el progreso (la marcha de la
razón, el aumento del bienestar, el avance de la técnica, la emancipación de
los trabajadores, etc.), en tanto que para F. Jameson el posmodernismo
inspiraba un renovado relato de diferentes estadios de la cultura moderna
relacionados con distintos modos de producción capitalista”. Véase
entonces que al llamado modernismo, movimiento que abarcó la primera
mitad del siglo XX siguió el llamado posmodernismo que Jameson
entendió como la forma del arte y la cultura del capitalismo tardío pero en
el que, según Lyotard y otros, se habrían perdido las grandes
cosmovisiones del modernismo con su fe en la razón y también en el arte
como medio para cambiar el mundo.
¿Cuándo y por qué se había producido esa irrupción tan singular que tomó
el apelativo militar de vanguardias y que caracterizó la modernidad? El
historiador inglés Perry Anderson, observa que la vanguardias artísticas
fueron consecuencia de una encrucijada histórica muy particular: a fines
del siglo XIX y principios del siglo XX se superpusieron, según la visión
de Anderson, tres proyectos sociales que convivieron de manera inestable
algunas décadas e impregnaron el mundo de representaciones de las
vanguardias estéticas. Esos tres proyectos eran: uno que venía de atrás y
que mantenía los valores de vida y las estructuras sociales y de
pensamiento del antiguo régimen; y otros dos que, mirando al futuro,
proponían cambios de distinto tenor: el progreso que proponía el pujante
capitalismo de los países occidentales y la ilusión de la revolución
socialista que creció y se llevó a cabo en algunas sociedades. Dice
Anderson que esa encrucijada tan original, que no sobrevivió mucho
2. tiempo (los restos del antiguo régimen fueron barridos luego de la primera
guerra mundial, las ilusiones de progreso y revolución fueron despejando
sus intenciones a lo largo de los años y viendo que escondían aliens
bastante siniestros en su vientre) permitió la libertad, la disponibilidad, la
iconoclasia, la diversidad que supusieron los lenguajes de vanguardia.
Si nos remontamos algo más de la mano de Andreas Huyssen, a mediados
del siglo XIX, debemos recordar algo que ya vimos para estudiar el
modernismo dariano: la presencia de una sociedad moderna que irrumpe en
el seno de una sociedad tradicional. Baudelaire, gran observador de la vida
moderna, admiraba y a la vez temía lo que esa vida traía consigo: sin duda
era una vida más democrática en la que la aureola artística que señalaba
como elegidos a los poetas se perdía (hay un poema en prosa de Baudelaire
que se titula “La pérdida de la aureola” que es ejemplar para entender esto).
Flaubert temía la irrupción de la chusma en los gustos artísticos y veía con
terror el crecimiento de la sociedad de masas. De allí que se recluyera, él y
muchos artistas, en el arte como en una religión, y tratara de mantener al
arte incontaminado, separado de la vida como resguardo de esos nuevos
valores que la sociedad propagaba. Creo que a Darío le pasó algo similar,
con todo lo plástico que pudo ser su espíritu para aceptar las novedades que
el nuevo orden le proponía.
De allí que una de las líneas que el modernismo desarrolló fue
precisamente la de un arte puro que mantuviese al arte separado de la vida;
pero al mismo tiempo creció otra vertiente que parodió ese hermetismo, ese
encierro del arte, y apeló a la parodia para romper ese hechizo de la
creación. Se podría decir que en la primera línea estuvieron la
experimentaciones plásticas y visuales de la pintura y la poesía de los
cubistas, los expresionistas que llevaron la pintura hacia la abstracción, los
que se preocuparon de darle sentido a la forma. En su contracara dadá con
sus ready-made (Duchamp: el urinario, el secabotellas, la rueda de
bicicleta), el surrealismo con sus juegos de cadáveres exquisitos y su
escritura automática, buscaron socavar el purismo del arte.
Digamos, volviendo al planteo de Foster, que un primer momento de
plenitud del modernismo se produjo, hacia mediados de los años 30 del
siglo XX, cuando la interrogación sobre el sujeto, el otro y la técnica
encontraron una primera respuesta. Pongámoslo así: el discurso sobre el
sujeto, central para entender los alcances de la creación artística, sufrirá en
las décadas vanguardistas distintos énfasis. Se pasaría de la confianza
creadora de un yo consciente a las incertidumbres de una conciencia no
siempre alerta a los inmanejables espacios del sueño y la imaginación. Las
investigaciones de Freud, aprovechadas por el surrealismo, dieron paso a
las preguntas de Lacan que ya en los años 30 estudiaba la formación del yo
en lo que él llamaba el estadio del espejo. De allí en más la presencia del
sujeto como unidad iba a ceder hasta la postulación de la “muerte del
3. sujeto” (década del 60) y su posterior resurrección, giro subjetivo (década
del 90) como sujeto esquizo, impotente. Al mismo tiempo de la capacidad
comprensiva que los artistas vanguardistas tuvieron del arte primitivo y de
su posibilidad de integrarlo a una historia universal del arte se pasaría, a
través de los estudios etnográficos de Levi-Strauss y otros, a visiones
relativistas de la cultura que terminarían matando esa historia del arte (del
fin del arte hablará Arthur Danto a fines del siglo XX). Asimismo la
tecnología, gran fetiche de la sociedad moderna, iba a ser interrogada por
Walter Benjamin desde su central artículo de los 30 “El arte en la era de la
reproductibilidad técnica”. Benjamin veía cómo el valor aurático del objeto
artístico único se perdía cuando podía ser reproducido.
Foster postula que estos tres aspectos: sujeto, otro, tecnología, fueron
modificándose a lo largo del siglo y fueron dando lugar a cambios notables
en las culturas.
En medio de todo eso adelantemos algunos de los pensamientos críticos
más destacados. La llamada Escuela de Francfort tuvo en Teodoro Adorno
uno de sus filósofos más importantes. Adorno, de origen judío, debió salir
de Alemania y refugiarse en EEUU durante la persecución nazi. Dejó la
Europa de los totalitarismos y se zambulló en la sociedad capitalista que
vería en su peor fase de masificación y consumismo. Si la vida
espectacularizaba la política (actos nazis o totalitarismo soviético en la
visión de Adorno) o la sociedad requería un arte para ser consumido como
una hamburguesa (esto no lo dijo Adorno que era pre-McDonald) entonces
la única salida era pertrecharse detrás del arte. Para Adorno la cultura de
masas y la que provenía de la teatralización de la vida eran generadoras de
alienación. De forma que Adorno proponía lo que él llamaba la “alienación
positiva”: enajenarse en el arte, defenderse en el universo humanizador y
simbólico que el arte podía proporcionar.
Como se darán cuenta el pensamiento era muy polémico y si esto no fuera
un modestísimo curso de Literatura me gustaría entrar en ese debate.
Por ahora es suficiente.
Saludos