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Ciencias Sociales 92-93: 35-45, 2001 (II-III)
ACERCA DEL INTERÉS POR LA EVALUACIÓN
En las postrimerías del siglo XX toma
fuerza un nuevo orden mundial sustentado
en la reorganización de las viejas estructu-
ras capitalistas, gracias a la coincidencia de
tres procesos interdependientes con su pro-
pia lógica interna: La crisis y caída del so-
cialismo real, el vertiginoso desarrollo de
las nuevas tecnologías de la información y
de la comunicación y el fortalecimiento de
las ideas neoliberales (López, 1999). En es-
ta nueva dinámica se expanden poderosas
estructuras económicas a nivel mundial que
permean todos los espacios de la sociedad,
incluyendo el educativo. Por lo tanto, no es
casualidad que, en la década de los años
ochenta, la región latinoamericana, enfren-
te una serie de nuevas demandas para la
educación, provenientes de agentes exter-
nos (Banco Mundial y el Fondo Monetario
Internacional) o bien se vea influenciada
por las consecuencias de procesos internos
marcados desde ámbitos internacionales
(Programas de Ajuste Estructural y, más tar-
de, los Tratados de Libre Comercio). Estas
nuevas demandas se expresan en políticas
tendentes a reducir el financiamiento a la
educación, limitar la participación estatal
en los sistemas educativos y fortalecer la
educación profesionalizante en atención a
las demandas de mercado (López, 1999;
Yarzábal, 1999).
En esta nueva dinámica educativa se
popularizan cuestionamientos vinculados con
la calidad, eficiencia, eficacia y pertinencia de
ENFOQUES EVALUATIVOS
Alicia Eugenia Vargas Porras
RESUMEN
La evaluación es un proceso que permite orientar el quehacer educativo. En este
artículo se analizan tres enfoques evaluativos desde sus respectivos paradigmas,
lo cual brinda diferentes resultados: La evaluación sustentada en la descripción de
la realidad consolida el orden establecido; aquella basada en la comprensión de
la realidad permite realizar cambios dentro de lo establecido y la de la pedagogía
crítica abre opciones para la transformación de lo evaluado.
ABSTRACT
Evaluation is a key issue that allows the reorientation of education. This article
presents the analysis of three evaluative approaches from their respective para-
digm, each one bringing different results. The one related to the description para-
digm of reality consolidates the established order; the comprehension of reality
opens up to some changes within the estanblished order; and the evaluation
based on critical pedagogy permits the transformation of realitites.
36 Alicia Eugenia Vargas
los procesos educativos. Surge en ese con-
texto un marcado interés por la evalua-
ción, como fuerza ordenadora de las accio-
nes educativas y como medio legitimador
de las diferentes exigencias de tipo econó-
mico, social y simbólico que se derivan de
las necesidades surgidas por el nuevo or-
den de integración global. Las pretensiones
de control de la evaluación se hacen evi-
dentes en el interés por ligar sus resulta-
dos con el financiamiento de la educación,
la rendición de cuentas, la calidad (conce-
bida en términos de los productos educati-
vos), así como la incorporación del voca-
bulario empresarial (empresas educativas,
clientes, consumidores, productos) al mun-
do educativo.
La evaluación es un proceso com-
plejo en el que intervienen una serie de
factores que confluyen en la dinámica de
lo evaluado y en la utilización de los re-
sultados. La discusión de tres enfoques
evaluativos que se realiza a continuación
tiene como fin analizar las diferentes res-
puestas que encontramos a cuatro pre-
guntas fundamentales para la evaluación y
que se refieren a: ¿Qué es evaluar? ¿Cómo
se relaciona el sujeto que evalúa con lo
que se evalúa? ¿Cómo se evalúa? y ¿Para
qué se evalúa?
Las cuatro preguntas se interrelacio-
nan, pues la primera corresponde a la con-
cepción ontológica, la segunda es más de or-
den epistemológico, la tercera es del orden
metodológico y la cuarta se relaciona con el
poder que deriva del uso, apropiación, con-
secuencias, repercusiones de los resultados
de la evaluación.
La creencia generalizada de que la
evaluación es la emisión de juicios sobre
un problema o situación determinada in-
corpora diferentes dimensiones a la luz de
determinados enfoques evaluativos, cada
uno de los cuales aclara, de manera dife-
rente, cómo llegamos a ese juicio, quién lo
emite, qué consecuencias tiene y para
quiénes.
El análisis se inicia recordando que la
teoría evaluativa ha evolucionado en el
contexto de los cambios paradigmáticos
que han experimentado las Ciencias Socia-
les, los cuales se relacionan con el debate
de lo subjetivo y lo objetivo. Esta aclara-
ción facilita la comprensión de los tres en-
foques que se presentan posteriormente y
que se identifican con tres perspectivas de
la evaluación: la de describir la realidad,
comprender la realidad o transformar la
realidad.
EL DEBATE DE LA OBJETIVIDAD-SUBJETIVIDAD
EN LAS CIENCIAS SOCIALES
A lo largo de la historia de las Cien-
cias Sociales, los teóricos han diferido con
respecto a la importancia relativa de las
dos dimensiones de la realidad social: la
subjetiva y la objetiva. Esta dualidad se ha
expresado a través de diferentes confron-
taciones de pensamiento tales como el
idealismo y el materialismo, el humanismo
y el cienticismo, la fenomenología y el
conductismo. Sin embargo, la dualidad de
lo subjetivo y lo objetivo está referida a
una distinción ontológica (o sea, lo rela-
cionado con la naturaleza de la realidad)
entre las dos diferentes formas del “ser”
que constituyen la vida social y que son,
por un lado, la conciencia o subjetividad
a través de la cual las intenciones y creen-
cias del individuo y del grupo se expresan
por medios simbólicos, y los fenómenos
externos a la conciencia (lo objetivo) que
inciden a nivel del comportamiento indivi-
dual y grupal en una forma medible y pre-
decible (Morrow y Torres, 1995; Guba y
Lincoln, 1994).
De acuerdo con lo anterior, los cien-
tíficos sociales han discutido acerca de la
aproximación subjetivo-objetiva que hace-
mos los seres humanos a la realidad, dan-
do origen a diferentes posiciones metodo-
lógicas asociadas con la aproximación es-
cogida. De esta forma, lo subjetivo se rela-
ciona con conocimiento movido por el in-
terés histórico hermenéutico (de la com-
prensión y la interpretación histórica de los
fenómenos sociales) en donde existe una
aproximación subjetiva de las personas a la
37Enfoques evaluativos
realidad en tanto siempre estamos influidas
por nuestra condición de seres históricos:
“con nuestro modo de ver; con nuestras ac-
titudes y conceptos ligados a la lengua; con
valores, normas culturales y estilos de pen-
samiento y de vida” (Martínez, 1989:122).
Por su parte, lo objetivo se mueve por el in-
terés del conocimiento empírico analítico,
o sea del conocimiento fundamentado en
la experiencia en donde se concibe al ser
humano como si fuese una “tabula rasa”
en la que se inscriben las impresiones del
mundo externo.
La consideración de esta dualidad de
lo subjetivo y lo objetivo, permite diferen-
ciar dos paradigmas teóricos en las ciencias
sociales: El positivismo y el hermenéutico.
El primero busca encontrar los hechos o
causas de los fenómenos sociales y enfatiza
en la necesidad de objetivar la realidad in-
dependizándola de los estados subjetivos
de los individuos. De esta forma, “... el
científico social debe considerar los hechos
o fenómenos sociales como ‘cosas’ que
ejercen una influencia externa sobre las
personas” (Taylor y Bogdan, 1994:15). Por
su parte, el otro paradigma busca compren-
der los fenómenos sociales desde la pers-
pectiva propia de los actores sociales pues
se considera que la realidad que importa es
aquello que las personas perciben como
importante.
En sus inicios la teoría social se am-
paró en el paradigma positivista y buscó
comparar “teorías” con “hechos”, dentro de
un marco de objetividad. Sin embargo,
conforme avanzó el conocimiento de las
Ciencias Sociales, tal pretendida objetivi-
dad fue blanco de críticas y cuestiona-
mientos, ya que la captación de la esencia
de los objetos ha sido descartada debido a
que el sujeto que conoce no puede pres-
cindir de su subjetividad. En este sentido,
también la teoría evaluativa se sustentó ini-
cialmente en el paradigma que busca el
predominio de la objetividad (positivismo);
sin embargo, la misma evolución de la teo-
ría de las ciencias sociales también permi-
tió reconocer, en la evaluación, el predo-
minio de la subjetividad (enfoques críticos,
postestructuralistas, fenomenológicos, pos-
modernistas, constructivistas, críticos). Hoy
se reconoce que la evaluación es funda-
mentalmente subjetiva, pues se comprende
como proceso sociopolítico, en donde en-
tran en juego diferentes actores e instan-
cias entre las que existen relaciones esta-
blecidas que se traducen en flujos de po-
der y de decisión (De Alba, 1993; Díaz-Ba-
rriga, 1994).
Considerando la evolución que se ha
dado en las ciencias sociales, de lo objetivo
a lo subjetivo, es posible definir los tres
grandes enfoques curriculares que se indican
a continuación.
LA EVALUACIÓN COMO DESCRIPCIÓN
DE LA REALIDAD
Autores como Worthen y Sanders
(1987), Guba y Lincoln (1989), Vaca-Pache-
co (1996), coinciden al mencionar el desa-
rrollo de la evaluación, indicando que esta
disciplina, empezó a evolucionar a princi-
pios de siglo XX, dentro de un enfoque sus-
tentado en la sociología positivista o empi-
rista que trasladó el análisis propio de las
ciencias naturales a las ciencias sociales,
dándole a la realidad social un grado de ri-
gidez que buscó hacer predecibles los fe-
nómenos sociales, privilegiando además la
adquisición de conocimiento objetivo de la
realidad social.
En sus inicios la evaluación se plan-
tó con el interés de medir diferentes atri-
butos en los niños y niñas para así poder
tomar decisiones de tipo educativo y psi-
cológico. Con este fin, se elaboraron ins-
trumentos de medición de conocimientos,
cociente de inteligencia, y estimación de
otros factores que permitían clasificar la
capacidad de los individuos en diferentes
aspectos. La evaluación, en este caso, fue
entendida como una medición y el interés
primordial fue buscar métodos de medi-
ción y estandarización de resultados cada
vez más precisos con el fin de predecir el
resultado de diferentes aspectos del que-
hacer humano.
38 Alicia Eugenia Vargas
A pesar de ser ésta una concepción de
evaluación muy primitiva es, en la actuali-
dad, ampliamente aceptada y utilizada en los
sistemas que buscan evaluar la eficiencia de
los sistemas educativos, establecer índices
del logro educativo de un país, y enmarcar
la realidad educativa en criterios de lo medi-
ble y cuantificable mediante indicadores,
porcentajes y estándares.
Posterior a la Primera Guerra Mun-
dial, se inició un movimiento progresista
en la educación basado en los escritos de
John Dewey, en donde la práctica evalua-
tiva se modificó. Ralph Tyler, conocido
hoy como el “padre de la evaluación”,
conceptualizó entre los años de 1930 y
1945 un enfoque basado en la determina-
ción de la medida en que se alcanzaban
los objetivos educacionales propuestos,
bajo el cual la evaluación se concibió co-
mo una descripción de las fortalezas y de-
bilidades de lo evaluado con respecto a
objetivos previamente establecidos. En la
actualidad, este enfoque es muy frecuente
en tanto es común la práctica de evaluar
contra los objetivos propuestos de un
programa o una institución.
Posteriormente, alrededor de los
años 1960, y ante la realidad de que no
siempre existen objetivos evaluables, se
conceptualizó la idea de una evaluación
para emitir juicios, y así se empezaron a
buscar técnicas evaluativas que permitieran
estimar el valor o el mérito de lo evaluado.
Este enfoque definió a la evaluación como
la determinación de la calidad, efectividad
o valor de un programa, producto, proyec-
to, proceso, objetivo o curriculum. Bajo es-
ta concepción, la evaluación empezó a uti-
lizar métodos para determinar estándares
que permitieran establecer si lo evaluado
los cumplía parcial o totalmente, recolectar
información relevante, y emitir juicios
(Worthen y Sanders, 1989).
Ocurre entonces un crecimiento de
la tecnificación de la evaluación. Dentro
de la nueva dinámica que cobra la evalua-
ción, se evidencian tendencias que bus-
can juzgar el impacto de un programa en
la práctica, independientemente de lo que
se esperaba de él. Uno de los grandes ex-
ponentes de esta tendencia es Michael
Scriven quien defiende la idea de que la
evaluación debe partir de un planteamien-
to pragmático para conocer los efectos de
un programa sin preocuparse por saber la
medida en que los objetivos fueron alcan-
zados.
Posteriormente y apoyándose en la
cibernética y en la teoría de sistemas surge
la evaluación sistémica concebida como
proceso integral, consubstancial de la fun-
ción educativa, encaminado a conocer, rea-
limentar y mejorar el sistema educativo o
sus subsistemas. Con este fin se integra en
la evaluación el examen del contexto, los
recursos (insumos), el proceso y el produc-
to del programa. Su máximo exponente es
Daniel Stufflebeam, quien elabora el modelo
CIPP (contexto, insumo, proceso, producto)
de evaluación sistémica, el cual ha sido muy
utilizado para evaluar programas sociales
(Vaca-Pacheco, 1996).
Todas estas tendencias se ubican den-
tro de un enfoque positivista o neopositivis-
ta que gira en torno a la concepción de que
la realidad educativa es predecible, medi-
ble, cuantificable y controlable y que es po-
sible parcializar el conocimiento de esa rea-
lidad mediante diferentes evaluaciones que
analizan elementos de esa realidad educati-
va en forma descontextualizada y generali-
zada. De esta forma se evalúan por ejemplo
parcelas de conocimientos y se juzga el éxi-
to educativo a través de los índices de pro-
moción, retención o deserción. Es, por ello,
un enfoque reduccionista pues no conside-
ra el contexto ni la situación sociohistórica
en la que se dan los procesos sociales. Ade-
más, es determinista pues asocia la evalua-
ción con medición y con control tanto de
procesos educativos como, en última ins-
tancia, de los individuos, ejerciéndose así
una influencia hegemonizante mediante las
instituciones educativas.
Se evidencia aquí una relación distante
del sujeto que evalúa con los diferentes acto-
res y elementos que son objeto de evalua-
ción. No es casualidad que se privilegie la
evaluación externa con el fin de mantener la
39Enfoques evaluativos
pretendida objetividad y la imparcialidad
del proceso. De esta forma, se espera que
la persona que evalúa defina con claridad
el tipo, modalidad, etapas, niveles, variables
por evaluar y que, además, seleccione y di-
señe instrumentos, mecanismos y procedi-
mientos para obtener una evaluación que
identifique, con veracidad objetiva, la forma
como suceden los hechos educativos. La
persona que evalúa es quien llega a emitir
juicios de valor y a recomendar o a tomar
decisiones con respecto a los resultados de
la evaluación.
Congruente con lo anterior, se privilegia
el método científico como parámetro de verdad
y por ello el proceso evaluativo debe ser asép-
tico y suprimir al máximo las interferencias,
deseos, intereses, interpretaciones e inter-
vención de la persona que evalúa y de las y
los participantes en la evaluación, quienes
deben mantenerse al margen del proyecto
evaluativo para no incorporar sesgos ni erro-
res subjetivos. Es por ello necesario diseñar
procesos evaluativos sin la intervención de
los sujetos.
En cuanto a las técnicas que se utili-
zan, éstas son principalmente cuantitativas
pues permiten plantear la validez, confiabi-
lidad y el poder de discriminación de las
pruebas, volcándose así la importancia de
la evaluación en la consistencia de los ins-
trumentos y en el logro de la objetividad
con que estiman lo evaluado con el fin de
utilizar los resultados de hechos parciales
en explicaciones universales con respecto
al comportamiento de la población estu-
diada. Es así como, por ejemplo, los exá-
menes de Bachillerato que realiza el Minis-
terio de Educación Pública en la educación
secundaria costarricense, sirven de argu-
mento para indicar el éxito (o fracaso) de
la educación a nivel institucional, regional
y nacional.
La articulación de evaluación y el
poder se centra en la pretendida objetivi-
dad de los datos y en una forma de domi-
nación racional en donde los temas por
evaluar se convierten en el fin último de
la educación. Desde ahí, la evaluación sea
empleada para privilegiar unos temas so-
bre otros y dirigir el sistema educativo ha-
cia logros medibles, cuantificables, obser-
vables y generalizables. Los resultados de
la evaluación sirven además para justificar
la exclusión –o negación de oportunida-
des– de quienes no merecen estar en el
sistema educativo sin preguntar las causas
de tal exclusión.
La evaluación fundamentada en el
pensamiento social positivista o neopositivis-
ta sirve tan sólo para describir la realidad pe-
ro se constituye en un instrumento para con-
solidar la hegemonía del pensamiento neoli-
beral pues privilegia aquellos aspectos de la
educación (actitudes, contenidos, valores, in-
terrelaciones, preocupaciones, intereses) que
convienen al nuevo orden mundial y fortale-
ce así el desarrollo de un currículum (como
síntesis cultural) que favorece a los grupos
hegemónicos. De esta forma, se utilizan me-
canismos de evaluación nacionales e interna-
cionales, institucionales o individuales, para
fortalecer la competencia en detrimento de
la colaboración y que fomentan –mediante el
consenso– formas de poder que vinculan la
educación con productos más que con pro-
cesos simbólicos.
El próximo enfoque implica un salto
cualitativo para la evaluación pues, sin llegar
a ser transformador, logra aportar elementos
para una mayor comprensión de la realidad.
LA EVALUACIÓN COMO COMPRENSIÓN
DE LA REALIDAD
En contraposición con el paradigma
positivista que sustentó la evaluación des-
de sus inicios, surgen recientemente algu-
nos enfoques evaluativos que buscan darle
cabida a los aspectos subjetivos de la eva-
luación. El sustento positivista de la objeti-
vidad empieza a ser cuestionado con el
desarrollo de teorías en las ciencias socia-
les, como la fenomenología y el constructi-
vismo, en donde se busca conocer los fe-
nómenos del mundo cotidiano a partir de
la comprensión de los diversos símbolos,
hechos y situaciones que hacen las perso-
nas, en su vida cotidiana, de lo evaluado.
40 Alicia Eugenia Vargas
La interpretación subjetiva adquiere rele-
vancia, como forma de aclarar la percep-
ción de las personas involucradas en rela-
ción con diferentes aspectos del hecho que
se evalúa. De esta forma, la evaluación se
da en la interacción dinámica de la relación
entre la persona que evalúa y las demás
participantes del proceso.
Algunos modelos que se han pro-
puesto y que permiten una comprensión de
la realidad son la evaluación iluminativa
de Malcom Parlett y David Hamilton, la
evaluación respondente de Robert Stake, la
hermenéutico-constructivista (cuarta gene-
ración) de Egon Guba e Yvonna Lincoln y
la democrática de E. House y K. Howe. El
aporte principal de estos modelos evaluati-
vos consiste en comprender la evaluación
como un proceso complejo y dinámico,
considerando la interacción de lo evaluado
con otras dinámicas que se incorporan al
proceso evaluativo mediante relaciones en-
tre lo que se evalúa con los diferentes suje-
tos que tienen que ver –en una forma u
otra– con la evaluación. Dado que la eva-
luación se realiza por y para los seres hu-
manos, es inevitable incorporar la subjetivi-
dad y por lo tanto se hace necesario aclarar
los aspectos subjetivos como parte del pro-
ceso evaluativo.
Para realizar la evaluación, el enfoque
comprensivo de la realidad parte de la posi-
ción ontológica que considera las realidades
como construcciones sociales, en donde
existen tantas construcciones como indivi-
duos y por ello, en todo proceso evaluativo
se hace necesario aclarar y compartir esas
construcciones con respecto a lo evaluado,
hasta llegar al consenso. En este enfoque se
niega la posibilidad del dualismo sujeto-ob-
jeto, considerando más bien la interacción
entre lo observado y el observador. Se re-
chaza además la aproximación experimental,
el control y la manipulación, y se busca la
interacción y puesta en común de las cons-
trucciones individuales y grupales mediante
procesos hermenéuticos que provoquen la
interacción de los involucrados.
Autores como Guba y Lincoln (1989),
al plantear lo que ellos llaman “la evalua-
ción de la cuarta generación”, consideran
necesario iniciar el proceso evaluativo me-
diante la aclaración de tres grupos de fac-
tores de análisis que son: Las pretensiones
o aspectos favorables de lo evaluado; las
preocupaciones o elementos desfavorables
y los puntos en disputa, aquellos aspectos
acerca de los cuales puede haber discre-
pancia, controversia o desacuerdo por par-
te de los participantes. Estos tres grupos de
factores son analizados, discutidos y aclara-
dos hasta el consenso por parte de todas
las personas involucradas, sean éstas agen-
tes (quienes producen, utilizan e implemen-
tan lo evaluado), beneficiarios (quienes se
benefician de una manera u otra en el uso
de lo evaluado) y las víctimas (aquellos a
quienes afecta negativamente el uso de lo
evaluado).
Por su parte, House y Howe (1999),
en la evaluación democrática, consideran
tres dimensiones para la evaluación que son:
deliberación, inclusión y diálogo. La primera
dimensión corresponde al razonamiento re-
flexivo con respecto a los aspectos relevan-
tes que incluyen la identificación de prefe-
rencias y valores de las y los involucrados en
relación con lo evaluado. La inclusión cons-
tituye la aclaración y consideración de los in-
tereses relevantes de las diversas personas
interesadas a quienes afecta, de una u otra
forma, lo evaluado. La dialogicidad consiste
en el establecimiento de espacios para que,
tanto los involucrados como las y los evalua-
dores, puedan intercambiar sus opiniones,
discutir sus intereses, y presentar ideas con
respecto a lo que se evalúa.
Las alternativas propuestas dentro de
este enfoque comprensivo de la realidad
pretenden ampliar la participación de las di-
versas personas relacionadas con lo que se
evalúa, pero a la vez se le asigna un rol pro-
tagónico a la persona que evalúa, quien asu-
me un papel facilitador que tiene como fin
aclarar las reconstrucciones emergentes que
surjan en el proceso, por parte de los dife-
rentes grupos involucrados. La persona que
evalúa es participante clave pues se encarga
de reconstruir las realidades de las diferentes
personas con respecto a lo evaluado.
41Enfoques evaluativos
De esta forma, el rol asignado a la
persona que evalúa incorpora un elemento
adicional para la comprensión de este en-
foque evaluativo ya que la dicotomía suje-
to-objeto, en realidad, no es superada sino
que persiste en la relación de la persona
que evalúa con respecto a las y los demás
involucrados (sean éstos evaluados o parti-
cipantes en general), en tanto la o el eva-
luador es quien incorpora nueva informa-
ción, interpreta los aportes de las diferentes
personas, devuelve información a los de-
más y establece así mecanismos sociales de
dominación. El consenso se logra con base
en la dinámica y acción de la persona que
evalúa, quien se convierte en la figura cla-
ve del proceso. La o el evaluador mantiene
el poder y puede así fortalecer la tendencia
de quien contrate la evaluación. Surgen
aquí elementos éticos y políticos relaciona-
dos con la coerción, la manipulación y el
conflicto de intereses entre las personas
participantes.
Por otro lado, la puesta en discusión
de la construcción que cada cual hace acerca
de lo evaluado, sin que medie una actitud
crítica ni reflexiva, puede dar como resulta-
do la aceptación de ideas (representaciones,
significados, etc.) sobre la realidad/realida-
des que reproduzcan la ideología imperante
y que fortalezcan la falsa conciencia. De esta
forma, las relaciones de inequidad y desi-
gualdad tienden a perpetuarse mediante el
sutil mecanismo ideológico de integrar, me-
diante el consenso, las construcciones acríti-
cas de los involucrados.
Finalmente, se puede considerar que
este segundo enfoque de la evaluación
centra su análisis en la dinámica interna de
las instituciones, olvidando el análisis de
las fuerzas sociopolíticas, económicas y
culturales que confluyen e intervienen en
lo evaluado y en la evaluación. No se in-
cluye el desarrollo sociohistórico de los
procesos que se evalúan y por lo tanto no
hay posibilidad de analizar lo heredado ni
sus determinantes.
Concluiremos este apartado con la
consideración de un último enfoque evalua-
tivo que tiene como fin primordial, la trans-
formación de lo evaluado y de las personas
que se involucran en la evaluación.
LA EVALUACIÓN COMO TRANSFORMACIÓN
DE LA REALIDAD
En el contexto de la pedagogía crítica
surgen nuevas alternativas para la evalua-
ción que tratan de explicar la realidad so-
cial analizando la dicotomía teoría-praxis y
sujeto-objeto, en la acción social e incorpo-
rando la perspectiva del currículum como
una forma de política cultural. Como tal, en
la educación es posible abrir espacios para
algunas voces, acallar, ignorar, silenciar, re-
significar otras, en un intento por legitimar
una forma de vida particular y consolidar la
conformación axiológica que favorezca un
orden social establecido (McLaren, 1998).
De esta manera, los contenidos, las formas
de aprendizaje y las prácticas sociales tien-
den a mantener la hegemonía. Por su par-
te, la pedagogía crítica plantea la necesidad
de develar la naturaleza de las diversas re-
laciones existentes (desde el análisis de las
contradicciones y de las interrelaciones de
un hecho, por ejemplo) para fortalecer una
educación problematizadora que permita
una inserción crítica en la realidad que
conduzca a la creación de alternativas y
vías emancipatorias en la construcción y
organización del conocimiento. “La educa-
ción problematizadora se hace, así, un es-
fuerzo permanente a través del cual los
hombres van percibiendo, críticamente, có-
mo están siendo el mundo*, en el que y con
el que están” (Freire, 1997:90).
Dentro de la pedagogía crítica la eva-
luación se concibe como un proceso de au-
torreflexión y de producción de conoci-
miento que realizan las y los participantes
sobre la teoría y la práctica de su propia ac-
ción. La evaluación se convierte así en pra-
xis crítica a lo largo de todo el proceso
* “Está siendo el mundo” significa aportar a su cons-
trucción y va más allá de “estar en el mundo”.
42 Alicia Eugenia Vargas
educativo, pero su interés no es únicamente
reflexionar sino promover cambios, tanto
en las personas como en lo evaluado. Surge
así la reflexión-acción-reflexión en donde
los conocimientos producidos mediante la
evaluación se revierten a los propios acto-
res del proceso, en la dinámica transforma-
dora de su práctica, que provoca de nuevo
la reflexión.
En este sentido, por ejemplo, la eva-
luación hermenéutico-dialéctica que plan-
tea De Alba (1991, 1993) se sustenta en la
autorreflexión concientizadora que integra,
en una síntesis dialéctica, elementos del sa-
ber técnico-científico con el saber cotidia-
no, en un proceso de reflexión y análisis
crítico que produce conocimientos sobre y
para la acción transformadora posible, me-
diante una propuesta educativa que se en-
cuentra inserta en un espacio y tiempo de-
terminados.
En esa perspectiva, la evaluación se
entiende como un proceso de reflexión y
análisis crítico mediante el cual se trabaja
sobre una situación, problemática o proce-
so social, partiendo de valoraciones y con-
cepciones iniciales que se van reformulan-
do en el proceso mismo. A su vez, se men-
ciona como síntesis conceptual valorativa al
momento de cierre que permite la com-
prensión y la valoración de lo evaluado
(De Alba, 1991).
Esta aproximación a la evaluación,
desde una perspectiva hermenéutico-dia-
léctica, considera que la comprensión de la
realidad es muy compleja porque en ella
confluyen una serie de elementos tales co-
mo los valores personales y colectivos, las
diversidades y diferencias, las variadas
creencias, circunstancias, recursos. Es ade-
más cambiante, pues la comprensión de
una realidad convoca a elementos siempre
diversos y por ello, un proceso evaluativo
nunca se desarrolla en la misma situación
de tiempo y espacio, ni con las mismas
personas, ni dentro de las mismas circuns-
tancias. De ahí que la evaluación se conci-
ba como un proceso constante, dinámico,
de reflexión y análisis crítico, que contribu-
ye al conocimiento nunca acabado de lo
evaluado y, por lo tanto, la evaluación –co-
mo proceso de autorreflexión y análisis crí-
tico– es elemento permanente en todo pro-
ceso educativo.
La consideración de los cambios co-
bra su dimensión real y la validez del co-
nocimiento obtenido acerca de lo evaluado
–en un momento determinado– reside en la
construcción de sentidos que tiene lo eva-
luado para las diferentes personas partici-
pantes, mediante diferentes medios que
permitan discutir, confrontar, aclarar situa-
ciones desde las y los sujetos participantes
en el proceso.
En este enfoque se incorporan nue-
vos elementos a la evaluación: la dialéctica
teórico-práctica, que incluye el análisis teó-
rico sobre lo evaluado y el componente
axiológico de quienes se integran en la eva-
luación; la epistemología de la totalidad que
considera la historicidad del proceso mismo
así como su contextualización, tomando en
cuenta también las interrelaciones de ele-
mentos que le dan significatividad a una
evaluación en particular; y la participación
comprometida de las personas involucradas
dentro de lo que se denomina la práctica
de la posibilidad que tiene como idea final,
la transformación.
Con respecto a la dialéctica teórico-
práctica, el proceso evaluativo se desarrolla
a partir de la consideración de la compren-
sión teórica y del sustento axiológico (políti-
co, social, e ideológico-cultural) para buscar
la consolidación o transformación de un pro-
ceso o situación social. Tanto el carácter teó-
rico como el carácter axiológico de la eva-
luación se interrelacionan. El primero se re-
fiere a la comprensión misma del proceso o
situación social desde las diferentes abstrac-
ciones que realizan diversas personas para
explicar aspectos de la realidad por evaluar.
El carácter axiológico se relaciona con el ni-
vel de responsabilidad, compromiso, signifi-
catividad y relevancia que presenten las per-
sonas involucradas en la evaluación con res-
pecto a la formulación y ejecución de la va-
loración.
El enfoque transformador se sustenta
en la epistemología (modo de conocer) de la
43Enfoques evaluativos
totalidad, y desde ahí la evaluación re-
quiere visualizar la historicidad del proce-
so mismo (su origen, su desarrollo, su de-
venir). A la par, es necesario analizar los
elementos estructurales que han permane-
cido relativamente estables, así como la
función que cumplen en el desarrollo y
consolidación de ciertas tendencias, pro-
blemáticas, expresiones, marginaciones o
inhibiciones que se evidencian en la ac-
ción educativa.
Con respecto a la participación com-
prometida de las personas involucradas, es-
te enfoque abandona la posición tecnocrá-
tica asumida en los dos enfoques anterio-
res. Las y los evaluadores se integran acti-
vamente con el resto del grupo, tratando
de generar niveles superiores de toma de
conciencia. El análisis de las contradiccio-
nes y el conflicto que presentan las situa-
ciones o hechos evaluados, contribuyen a
esa reflexión crítica que se realiza de lo
evaluado.
Dentro de este enfoque, la evalua-
ción se considera como un proceso sociopo-
lítico en el que entran en juego diferentes
sujetos e instancias entre las que existen re-
laciones establecidas que se traducen en
flujos de poder y de decisión. El conoci-
miento acerca de lo evaluado se elabora
con la participación de todas las personas
involucradas, desde la confrontación de las
diferencias y las contradicciones que ocu-
rren entre estos protagonistas. De esta for-
ma, se recupera el compromiso, la respon-
sabilidad de los diferentes actores con la si-
tuación evaluada y por ende, con la eva-
luación misma.
El poder es cuestionado y objeto de
reflexión también, considerando que en toda
evaluación de aspectos educativos que se
realice, se van a evidenciar manifestaciones
ideológicas que sustentan los intereses de
los grupos dominantes, por lo cual es nece-
sario trabajar la evaluación desde la óptica
de la práctica de la posibilidad, en la medida
en que ésta permite asumir el compromiso
de los cambios (transformaciones) que supo-
ne una evaluación.
Se entiende a la práctica de la posibi-
lidad como aquella que se orienta ha-
cia un determinado proyecto educati-
vo deseado a partir del análisis de las
condiciones específicas y particulares
de posibilidad que este proyecto tie-
ne para devenir en práctica. La prácti-
ca de la posibilidad se caracteriza en-
tonces por la dirección específica que
tiene en relación con un proyecto
educativo y se desarrolla en el terre-
no de las relaciones sociales y los in-
tereses de distintos grupos y sectores,
que determinan la selección del con-
tenido y los modos de trabajarlo (De
Alba, 1991, p. 154).
El recorrido realizado con respecto a
los enfoques evaluativos nos lleva a com-
prender que la evaluación es un proceso
complejo en donde confluyen una serie de
elementos cuya amalgama conduce a fines
diversos. Es peligroso continuar con la
práctica más común de la evaluación,
aquella que se posiciona en un paradigma
positivista, pues con ello se estaría consoli-
dando el orden establecido. Con la evolu-
ción del pensamiento en las Ciencias So-
ciales se aclara la comprensión de la eva-
luación como proceso marcado por rela-
ciones de poder y, por lo tanto, deja de
ser un proceso ingenuo. Dentro de la diná-
mica de la globalización económica, la
evaluación puede servir para legitimar pro-
cesos educativos que sirvan fundamental-
mente a los intereses hegemónicos y por
ello es necesario pensar alternativas para
la evaluación desde enfoques más com-
prensivos y que busquen la posibilidad de
la transformación.
Finalmente, a manera de resumen, la
tabla a continuación nos presenta una aclara-
ción de los enfoques analizados, consideran-
do para ello inicialmente la pregunta sobre
¿Qué es la realidad? y continuando con los
cuestionamientos propuestos al inicio de esta
discusión: qué es evaluar, cómo se relaciona
el sujeto que evalúa con aquello que evalúa,
cómo se evalúa y para qué se evalúa.
44 Alicia Eugenia Vargas
BIBLIOGRAFÍA
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mación conceptual del campo. México:
Universidad Nacional Autónoma de
México, Centro de Estudios sobre la
Universidad. 1991.
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contexto del pensamiento neoliberal”.
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ladores). Universidad y evaluación. Esta-
do del debate. Argentina: Rei Argentina S.
A. Instituto de Estudios y Acción Social,
Aique Grupo Editor, S. A. 1994. pp. 21-42.
ENFOQUES EVALUATIVOS
La evaluación es la emisión de un juicio sobre un problema o situación determinada...
LA EVALUACIÓN VISTA COMO...
INTERROGANTES DESCRIPCIÓN DE LA COMPRENSIÓN DE LA TRANSFORMACIÓN DE
REALIDAD REALIDAD LA REALIDAD
¿Cómo se concibe " Predecible, " Construcciones sociales " Dinámica, cambiante,
la realidad? " medible, de las y los individuos inacabada
" cuantificable, " Construcción
" controlable, de sentido
" parcializable
¿Qué es la evaluación? " Una medición " Proceso complejo y dinámico " Proceso de autorreflexión y
" Emisión de juicios de construcción de análisis crítico sobre la teoría
conocimiento entre lo y práctica de las personas
que se evalúa y los diferentes participantes
sujetos relacionados con
la evaluación
¿Cómo se relaciona " Relación distante " La evaluación se da en la " Integración activa de las
el sujeto que evalúa aséptica interacción simbólica de la y los participantes
con lo evaluado? " Evaluación externa persona que evalúa y los " Análisis de contradicciones
y objetiva demás participantes y conflictos
" La persona que evalúa " Autorreflexión constante
mantiene el control
¿Cómo se evalúa? " Busca métodos de " Busca aclarar las " Considera la dialéctica
medición y estandarización construcciones individuales teórico-práctica
de resultados en torno a lo evaluado " Considera el desarrollo
histórico y el análisis de los
condicionantes actuales
¿Para qué se evalúa? " Para controlar y ejercer " Aclara situaciones sin " Como proceso sociopolítico,
la dominación racional llegar a una posición la evaluación aclara
apoyada en la objetividad crítica ni reflexiva flujos de poder y
de los datos " Cambios dentro de de decisión
" Consolida la situación lo establecido " Requiere del compromiso
establecida de las personas en el marco
de la posibilidad
" Hace factible la
transformación
45Enfoques evaluativos
Freire, P. Pedagogía del oprimido. México, D.
F.: Siglo veintiuno editores, S.A. de C.V.
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de resistencia y un lenguaje de espe-
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drid, España: Miño y Dávila, Editores.
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Altos Estudios. 1996.
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roamericana. Globalización e identi-
dad. Madrid, España: Julio Le Parc.
VEGAP. 1999. pp. 27-34.
Alicia Eugenia Vargas Porras
aevargas@cariari.ucr.ac.cr

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Enfoques evaluativos

  • 1. Ciencias Sociales 92-93: 35-45, 2001 (II-III) ACERCA DEL INTERÉS POR LA EVALUACIÓN En las postrimerías del siglo XX toma fuerza un nuevo orden mundial sustentado en la reorganización de las viejas estructu- ras capitalistas, gracias a la coincidencia de tres procesos interdependientes con su pro- pia lógica interna: La crisis y caída del so- cialismo real, el vertiginoso desarrollo de las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación y el fortalecimiento de las ideas neoliberales (López, 1999). En es- ta nueva dinámica se expanden poderosas estructuras económicas a nivel mundial que permean todos los espacios de la sociedad, incluyendo el educativo. Por lo tanto, no es casualidad que, en la década de los años ochenta, la región latinoamericana, enfren- te una serie de nuevas demandas para la educación, provenientes de agentes exter- nos (Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional) o bien se vea influenciada por las consecuencias de procesos internos marcados desde ámbitos internacionales (Programas de Ajuste Estructural y, más tar- de, los Tratados de Libre Comercio). Estas nuevas demandas se expresan en políticas tendentes a reducir el financiamiento a la educación, limitar la participación estatal en los sistemas educativos y fortalecer la educación profesionalizante en atención a las demandas de mercado (López, 1999; Yarzábal, 1999). En esta nueva dinámica educativa se popularizan cuestionamientos vinculados con la calidad, eficiencia, eficacia y pertinencia de ENFOQUES EVALUATIVOS Alicia Eugenia Vargas Porras RESUMEN La evaluación es un proceso que permite orientar el quehacer educativo. En este artículo se analizan tres enfoques evaluativos desde sus respectivos paradigmas, lo cual brinda diferentes resultados: La evaluación sustentada en la descripción de la realidad consolida el orden establecido; aquella basada en la comprensión de la realidad permite realizar cambios dentro de lo establecido y la de la pedagogía crítica abre opciones para la transformación de lo evaluado. ABSTRACT Evaluation is a key issue that allows the reorientation of education. This article presents the analysis of three evaluative approaches from their respective para- digm, each one bringing different results. The one related to the description para- digm of reality consolidates the established order; the comprehension of reality opens up to some changes within the estanblished order; and the evaluation based on critical pedagogy permits the transformation of realitites.
  • 2. 36 Alicia Eugenia Vargas los procesos educativos. Surge en ese con- texto un marcado interés por la evalua- ción, como fuerza ordenadora de las accio- nes educativas y como medio legitimador de las diferentes exigencias de tipo econó- mico, social y simbólico que se derivan de las necesidades surgidas por el nuevo or- den de integración global. Las pretensiones de control de la evaluación se hacen evi- dentes en el interés por ligar sus resulta- dos con el financiamiento de la educación, la rendición de cuentas, la calidad (conce- bida en términos de los productos educati- vos), así como la incorporación del voca- bulario empresarial (empresas educativas, clientes, consumidores, productos) al mun- do educativo. La evaluación es un proceso com- plejo en el que intervienen una serie de factores que confluyen en la dinámica de lo evaluado y en la utilización de los re- sultados. La discusión de tres enfoques evaluativos que se realiza a continuación tiene como fin analizar las diferentes res- puestas que encontramos a cuatro pre- guntas fundamentales para la evaluación y que se refieren a: ¿Qué es evaluar? ¿Cómo se relaciona el sujeto que evalúa con lo que se evalúa? ¿Cómo se evalúa? y ¿Para qué se evalúa? Las cuatro preguntas se interrelacio- nan, pues la primera corresponde a la con- cepción ontológica, la segunda es más de or- den epistemológico, la tercera es del orden metodológico y la cuarta se relaciona con el poder que deriva del uso, apropiación, con- secuencias, repercusiones de los resultados de la evaluación. La creencia generalizada de que la evaluación es la emisión de juicios sobre un problema o situación determinada in- corpora diferentes dimensiones a la luz de determinados enfoques evaluativos, cada uno de los cuales aclara, de manera dife- rente, cómo llegamos a ese juicio, quién lo emite, qué consecuencias tiene y para quiénes. El análisis se inicia recordando que la teoría evaluativa ha evolucionado en el contexto de los cambios paradigmáticos que han experimentado las Ciencias Socia- les, los cuales se relacionan con el debate de lo subjetivo y lo objetivo. Esta aclara- ción facilita la comprensión de los tres en- foques que se presentan posteriormente y que se identifican con tres perspectivas de la evaluación: la de describir la realidad, comprender la realidad o transformar la realidad. EL DEBATE DE LA OBJETIVIDAD-SUBJETIVIDAD EN LAS CIENCIAS SOCIALES A lo largo de la historia de las Cien- cias Sociales, los teóricos han diferido con respecto a la importancia relativa de las dos dimensiones de la realidad social: la subjetiva y la objetiva. Esta dualidad se ha expresado a través de diferentes confron- taciones de pensamiento tales como el idealismo y el materialismo, el humanismo y el cienticismo, la fenomenología y el conductismo. Sin embargo, la dualidad de lo subjetivo y lo objetivo está referida a una distinción ontológica (o sea, lo rela- cionado con la naturaleza de la realidad) entre las dos diferentes formas del “ser” que constituyen la vida social y que son, por un lado, la conciencia o subjetividad a través de la cual las intenciones y creen- cias del individuo y del grupo se expresan por medios simbólicos, y los fenómenos externos a la conciencia (lo objetivo) que inciden a nivel del comportamiento indivi- dual y grupal en una forma medible y pre- decible (Morrow y Torres, 1995; Guba y Lincoln, 1994). De acuerdo con lo anterior, los cien- tíficos sociales han discutido acerca de la aproximación subjetivo-objetiva que hace- mos los seres humanos a la realidad, dan- do origen a diferentes posiciones metodo- lógicas asociadas con la aproximación es- cogida. De esta forma, lo subjetivo se rela- ciona con conocimiento movido por el in- terés histórico hermenéutico (de la com- prensión y la interpretación histórica de los fenómenos sociales) en donde existe una aproximación subjetiva de las personas a la
  • 3. 37Enfoques evaluativos realidad en tanto siempre estamos influidas por nuestra condición de seres históricos: “con nuestro modo de ver; con nuestras ac- titudes y conceptos ligados a la lengua; con valores, normas culturales y estilos de pen- samiento y de vida” (Martínez, 1989:122). Por su parte, lo objetivo se mueve por el in- terés del conocimiento empírico analítico, o sea del conocimiento fundamentado en la experiencia en donde se concibe al ser humano como si fuese una “tabula rasa” en la que se inscriben las impresiones del mundo externo. La consideración de esta dualidad de lo subjetivo y lo objetivo, permite diferen- ciar dos paradigmas teóricos en las ciencias sociales: El positivismo y el hermenéutico. El primero busca encontrar los hechos o causas de los fenómenos sociales y enfatiza en la necesidad de objetivar la realidad in- dependizándola de los estados subjetivos de los individuos. De esta forma, “... el científico social debe considerar los hechos o fenómenos sociales como ‘cosas’ que ejercen una influencia externa sobre las personas” (Taylor y Bogdan, 1994:15). Por su parte, el otro paradigma busca compren- der los fenómenos sociales desde la pers- pectiva propia de los actores sociales pues se considera que la realidad que importa es aquello que las personas perciben como importante. En sus inicios la teoría social se am- paró en el paradigma positivista y buscó comparar “teorías” con “hechos”, dentro de un marco de objetividad. Sin embargo, conforme avanzó el conocimiento de las Ciencias Sociales, tal pretendida objetivi- dad fue blanco de críticas y cuestiona- mientos, ya que la captación de la esencia de los objetos ha sido descartada debido a que el sujeto que conoce no puede pres- cindir de su subjetividad. En este sentido, también la teoría evaluativa se sustentó ini- cialmente en el paradigma que busca el predominio de la objetividad (positivismo); sin embargo, la misma evolución de la teo- ría de las ciencias sociales también permi- tió reconocer, en la evaluación, el predo- minio de la subjetividad (enfoques críticos, postestructuralistas, fenomenológicos, pos- modernistas, constructivistas, críticos). Hoy se reconoce que la evaluación es funda- mentalmente subjetiva, pues se comprende como proceso sociopolítico, en donde en- tran en juego diferentes actores e instan- cias entre las que existen relaciones esta- blecidas que se traducen en flujos de po- der y de decisión (De Alba, 1993; Díaz-Ba- rriga, 1994). Considerando la evolución que se ha dado en las ciencias sociales, de lo objetivo a lo subjetivo, es posible definir los tres grandes enfoques curriculares que se indican a continuación. LA EVALUACIÓN COMO DESCRIPCIÓN DE LA REALIDAD Autores como Worthen y Sanders (1987), Guba y Lincoln (1989), Vaca-Pache- co (1996), coinciden al mencionar el desa- rrollo de la evaluación, indicando que esta disciplina, empezó a evolucionar a princi- pios de siglo XX, dentro de un enfoque sus- tentado en la sociología positivista o empi- rista que trasladó el análisis propio de las ciencias naturales a las ciencias sociales, dándole a la realidad social un grado de ri- gidez que buscó hacer predecibles los fe- nómenos sociales, privilegiando además la adquisición de conocimiento objetivo de la realidad social. En sus inicios la evaluación se plan- tó con el interés de medir diferentes atri- butos en los niños y niñas para así poder tomar decisiones de tipo educativo y psi- cológico. Con este fin, se elaboraron ins- trumentos de medición de conocimientos, cociente de inteligencia, y estimación de otros factores que permitían clasificar la capacidad de los individuos en diferentes aspectos. La evaluación, en este caso, fue entendida como una medición y el interés primordial fue buscar métodos de medi- ción y estandarización de resultados cada vez más precisos con el fin de predecir el resultado de diferentes aspectos del que- hacer humano.
  • 4. 38 Alicia Eugenia Vargas A pesar de ser ésta una concepción de evaluación muy primitiva es, en la actuali- dad, ampliamente aceptada y utilizada en los sistemas que buscan evaluar la eficiencia de los sistemas educativos, establecer índices del logro educativo de un país, y enmarcar la realidad educativa en criterios de lo medi- ble y cuantificable mediante indicadores, porcentajes y estándares. Posterior a la Primera Guerra Mun- dial, se inició un movimiento progresista en la educación basado en los escritos de John Dewey, en donde la práctica evalua- tiva se modificó. Ralph Tyler, conocido hoy como el “padre de la evaluación”, conceptualizó entre los años de 1930 y 1945 un enfoque basado en la determina- ción de la medida en que se alcanzaban los objetivos educacionales propuestos, bajo el cual la evaluación se concibió co- mo una descripción de las fortalezas y de- bilidades de lo evaluado con respecto a objetivos previamente establecidos. En la actualidad, este enfoque es muy frecuente en tanto es común la práctica de evaluar contra los objetivos propuestos de un programa o una institución. Posteriormente, alrededor de los años 1960, y ante la realidad de que no siempre existen objetivos evaluables, se conceptualizó la idea de una evaluación para emitir juicios, y así se empezaron a buscar técnicas evaluativas que permitieran estimar el valor o el mérito de lo evaluado. Este enfoque definió a la evaluación como la determinación de la calidad, efectividad o valor de un programa, producto, proyec- to, proceso, objetivo o curriculum. Bajo es- ta concepción, la evaluación empezó a uti- lizar métodos para determinar estándares que permitieran establecer si lo evaluado los cumplía parcial o totalmente, recolectar información relevante, y emitir juicios (Worthen y Sanders, 1989). Ocurre entonces un crecimiento de la tecnificación de la evaluación. Dentro de la nueva dinámica que cobra la evalua- ción, se evidencian tendencias que bus- can juzgar el impacto de un programa en la práctica, independientemente de lo que se esperaba de él. Uno de los grandes ex- ponentes de esta tendencia es Michael Scriven quien defiende la idea de que la evaluación debe partir de un planteamien- to pragmático para conocer los efectos de un programa sin preocuparse por saber la medida en que los objetivos fueron alcan- zados. Posteriormente y apoyándose en la cibernética y en la teoría de sistemas surge la evaluación sistémica concebida como proceso integral, consubstancial de la fun- ción educativa, encaminado a conocer, rea- limentar y mejorar el sistema educativo o sus subsistemas. Con este fin se integra en la evaluación el examen del contexto, los recursos (insumos), el proceso y el produc- to del programa. Su máximo exponente es Daniel Stufflebeam, quien elabora el modelo CIPP (contexto, insumo, proceso, producto) de evaluación sistémica, el cual ha sido muy utilizado para evaluar programas sociales (Vaca-Pacheco, 1996). Todas estas tendencias se ubican den- tro de un enfoque positivista o neopositivis- ta que gira en torno a la concepción de que la realidad educativa es predecible, medi- ble, cuantificable y controlable y que es po- sible parcializar el conocimiento de esa rea- lidad mediante diferentes evaluaciones que analizan elementos de esa realidad educati- va en forma descontextualizada y generali- zada. De esta forma se evalúan por ejemplo parcelas de conocimientos y se juzga el éxi- to educativo a través de los índices de pro- moción, retención o deserción. Es, por ello, un enfoque reduccionista pues no conside- ra el contexto ni la situación sociohistórica en la que se dan los procesos sociales. Ade- más, es determinista pues asocia la evalua- ción con medición y con control tanto de procesos educativos como, en última ins- tancia, de los individuos, ejerciéndose así una influencia hegemonizante mediante las instituciones educativas. Se evidencia aquí una relación distante del sujeto que evalúa con los diferentes acto- res y elementos que son objeto de evalua- ción. No es casualidad que se privilegie la evaluación externa con el fin de mantener la
  • 5. 39Enfoques evaluativos pretendida objetividad y la imparcialidad del proceso. De esta forma, se espera que la persona que evalúa defina con claridad el tipo, modalidad, etapas, niveles, variables por evaluar y que, además, seleccione y di- señe instrumentos, mecanismos y procedi- mientos para obtener una evaluación que identifique, con veracidad objetiva, la forma como suceden los hechos educativos. La persona que evalúa es quien llega a emitir juicios de valor y a recomendar o a tomar decisiones con respecto a los resultados de la evaluación. Congruente con lo anterior, se privilegia el método científico como parámetro de verdad y por ello el proceso evaluativo debe ser asép- tico y suprimir al máximo las interferencias, deseos, intereses, interpretaciones e inter- vención de la persona que evalúa y de las y los participantes en la evaluación, quienes deben mantenerse al margen del proyecto evaluativo para no incorporar sesgos ni erro- res subjetivos. Es por ello necesario diseñar procesos evaluativos sin la intervención de los sujetos. En cuanto a las técnicas que se utili- zan, éstas son principalmente cuantitativas pues permiten plantear la validez, confiabi- lidad y el poder de discriminación de las pruebas, volcándose así la importancia de la evaluación en la consistencia de los ins- trumentos y en el logro de la objetividad con que estiman lo evaluado con el fin de utilizar los resultados de hechos parciales en explicaciones universales con respecto al comportamiento de la población estu- diada. Es así como, por ejemplo, los exá- menes de Bachillerato que realiza el Minis- terio de Educación Pública en la educación secundaria costarricense, sirven de argu- mento para indicar el éxito (o fracaso) de la educación a nivel institucional, regional y nacional. La articulación de evaluación y el poder se centra en la pretendida objetivi- dad de los datos y en una forma de domi- nación racional en donde los temas por evaluar se convierten en el fin último de la educación. Desde ahí, la evaluación sea empleada para privilegiar unos temas so- bre otros y dirigir el sistema educativo ha- cia logros medibles, cuantificables, obser- vables y generalizables. Los resultados de la evaluación sirven además para justificar la exclusión –o negación de oportunida- des– de quienes no merecen estar en el sistema educativo sin preguntar las causas de tal exclusión. La evaluación fundamentada en el pensamiento social positivista o neopositivis- ta sirve tan sólo para describir la realidad pe- ro se constituye en un instrumento para con- solidar la hegemonía del pensamiento neoli- beral pues privilegia aquellos aspectos de la educación (actitudes, contenidos, valores, in- terrelaciones, preocupaciones, intereses) que convienen al nuevo orden mundial y fortale- ce así el desarrollo de un currículum (como síntesis cultural) que favorece a los grupos hegemónicos. De esta forma, se utilizan me- canismos de evaluación nacionales e interna- cionales, institucionales o individuales, para fortalecer la competencia en detrimento de la colaboración y que fomentan –mediante el consenso– formas de poder que vinculan la educación con productos más que con pro- cesos simbólicos. El próximo enfoque implica un salto cualitativo para la evaluación pues, sin llegar a ser transformador, logra aportar elementos para una mayor comprensión de la realidad. LA EVALUACIÓN COMO COMPRENSIÓN DE LA REALIDAD En contraposición con el paradigma positivista que sustentó la evaluación des- de sus inicios, surgen recientemente algu- nos enfoques evaluativos que buscan darle cabida a los aspectos subjetivos de la eva- luación. El sustento positivista de la objeti- vidad empieza a ser cuestionado con el desarrollo de teorías en las ciencias socia- les, como la fenomenología y el constructi- vismo, en donde se busca conocer los fe- nómenos del mundo cotidiano a partir de la comprensión de los diversos símbolos, hechos y situaciones que hacen las perso- nas, en su vida cotidiana, de lo evaluado.
  • 6. 40 Alicia Eugenia Vargas La interpretación subjetiva adquiere rele- vancia, como forma de aclarar la percep- ción de las personas involucradas en rela- ción con diferentes aspectos del hecho que se evalúa. De esta forma, la evaluación se da en la interacción dinámica de la relación entre la persona que evalúa y las demás participantes del proceso. Algunos modelos que se han pro- puesto y que permiten una comprensión de la realidad son la evaluación iluminativa de Malcom Parlett y David Hamilton, la evaluación respondente de Robert Stake, la hermenéutico-constructivista (cuarta gene- ración) de Egon Guba e Yvonna Lincoln y la democrática de E. House y K. Howe. El aporte principal de estos modelos evaluati- vos consiste en comprender la evaluación como un proceso complejo y dinámico, considerando la interacción de lo evaluado con otras dinámicas que se incorporan al proceso evaluativo mediante relaciones en- tre lo que se evalúa con los diferentes suje- tos que tienen que ver –en una forma u otra– con la evaluación. Dado que la eva- luación se realiza por y para los seres hu- manos, es inevitable incorporar la subjetivi- dad y por lo tanto se hace necesario aclarar los aspectos subjetivos como parte del pro- ceso evaluativo. Para realizar la evaluación, el enfoque comprensivo de la realidad parte de la posi- ción ontológica que considera las realidades como construcciones sociales, en donde existen tantas construcciones como indivi- duos y por ello, en todo proceso evaluativo se hace necesario aclarar y compartir esas construcciones con respecto a lo evaluado, hasta llegar al consenso. En este enfoque se niega la posibilidad del dualismo sujeto-ob- jeto, considerando más bien la interacción entre lo observado y el observador. Se re- chaza además la aproximación experimental, el control y la manipulación, y se busca la interacción y puesta en común de las cons- trucciones individuales y grupales mediante procesos hermenéuticos que provoquen la interacción de los involucrados. Autores como Guba y Lincoln (1989), al plantear lo que ellos llaman “la evalua- ción de la cuarta generación”, consideran necesario iniciar el proceso evaluativo me- diante la aclaración de tres grupos de fac- tores de análisis que son: Las pretensiones o aspectos favorables de lo evaluado; las preocupaciones o elementos desfavorables y los puntos en disputa, aquellos aspectos acerca de los cuales puede haber discre- pancia, controversia o desacuerdo por par- te de los participantes. Estos tres grupos de factores son analizados, discutidos y aclara- dos hasta el consenso por parte de todas las personas involucradas, sean éstas agen- tes (quienes producen, utilizan e implemen- tan lo evaluado), beneficiarios (quienes se benefician de una manera u otra en el uso de lo evaluado) y las víctimas (aquellos a quienes afecta negativamente el uso de lo evaluado). Por su parte, House y Howe (1999), en la evaluación democrática, consideran tres dimensiones para la evaluación que son: deliberación, inclusión y diálogo. La primera dimensión corresponde al razonamiento re- flexivo con respecto a los aspectos relevan- tes que incluyen la identificación de prefe- rencias y valores de las y los involucrados en relación con lo evaluado. La inclusión cons- tituye la aclaración y consideración de los in- tereses relevantes de las diversas personas interesadas a quienes afecta, de una u otra forma, lo evaluado. La dialogicidad consiste en el establecimiento de espacios para que, tanto los involucrados como las y los evalua- dores, puedan intercambiar sus opiniones, discutir sus intereses, y presentar ideas con respecto a lo que se evalúa. Las alternativas propuestas dentro de este enfoque comprensivo de la realidad pretenden ampliar la participación de las di- versas personas relacionadas con lo que se evalúa, pero a la vez se le asigna un rol pro- tagónico a la persona que evalúa, quien asu- me un papel facilitador que tiene como fin aclarar las reconstrucciones emergentes que surjan en el proceso, por parte de los dife- rentes grupos involucrados. La persona que evalúa es participante clave pues se encarga de reconstruir las realidades de las diferentes personas con respecto a lo evaluado.
  • 7. 41Enfoques evaluativos De esta forma, el rol asignado a la persona que evalúa incorpora un elemento adicional para la comprensión de este en- foque evaluativo ya que la dicotomía suje- to-objeto, en realidad, no es superada sino que persiste en la relación de la persona que evalúa con respecto a las y los demás involucrados (sean éstos evaluados o parti- cipantes en general), en tanto la o el eva- luador es quien incorpora nueva informa- ción, interpreta los aportes de las diferentes personas, devuelve información a los de- más y establece así mecanismos sociales de dominación. El consenso se logra con base en la dinámica y acción de la persona que evalúa, quien se convierte en la figura cla- ve del proceso. La o el evaluador mantiene el poder y puede así fortalecer la tendencia de quien contrate la evaluación. Surgen aquí elementos éticos y políticos relaciona- dos con la coerción, la manipulación y el conflicto de intereses entre las personas participantes. Por otro lado, la puesta en discusión de la construcción que cada cual hace acerca de lo evaluado, sin que medie una actitud crítica ni reflexiva, puede dar como resulta- do la aceptación de ideas (representaciones, significados, etc.) sobre la realidad/realida- des que reproduzcan la ideología imperante y que fortalezcan la falsa conciencia. De esta forma, las relaciones de inequidad y desi- gualdad tienden a perpetuarse mediante el sutil mecanismo ideológico de integrar, me- diante el consenso, las construcciones acríti- cas de los involucrados. Finalmente, se puede considerar que este segundo enfoque de la evaluación centra su análisis en la dinámica interna de las instituciones, olvidando el análisis de las fuerzas sociopolíticas, económicas y culturales que confluyen e intervienen en lo evaluado y en la evaluación. No se in- cluye el desarrollo sociohistórico de los procesos que se evalúan y por lo tanto no hay posibilidad de analizar lo heredado ni sus determinantes. Concluiremos este apartado con la consideración de un último enfoque evalua- tivo que tiene como fin primordial, la trans- formación de lo evaluado y de las personas que se involucran en la evaluación. LA EVALUACIÓN COMO TRANSFORMACIÓN DE LA REALIDAD En el contexto de la pedagogía crítica surgen nuevas alternativas para la evalua- ción que tratan de explicar la realidad so- cial analizando la dicotomía teoría-praxis y sujeto-objeto, en la acción social e incorpo- rando la perspectiva del currículum como una forma de política cultural. Como tal, en la educación es posible abrir espacios para algunas voces, acallar, ignorar, silenciar, re- significar otras, en un intento por legitimar una forma de vida particular y consolidar la conformación axiológica que favorezca un orden social establecido (McLaren, 1998). De esta manera, los contenidos, las formas de aprendizaje y las prácticas sociales tien- den a mantener la hegemonía. Por su par- te, la pedagogía crítica plantea la necesidad de develar la naturaleza de las diversas re- laciones existentes (desde el análisis de las contradicciones y de las interrelaciones de un hecho, por ejemplo) para fortalecer una educación problematizadora que permita una inserción crítica en la realidad que conduzca a la creación de alternativas y vías emancipatorias en la construcción y organización del conocimiento. “La educa- ción problematizadora se hace, así, un es- fuerzo permanente a través del cual los hombres van percibiendo, críticamente, có- mo están siendo el mundo*, en el que y con el que están” (Freire, 1997:90). Dentro de la pedagogía crítica la eva- luación se concibe como un proceso de au- torreflexión y de producción de conoci- miento que realizan las y los participantes sobre la teoría y la práctica de su propia ac- ción. La evaluación se convierte así en pra- xis crítica a lo largo de todo el proceso * “Está siendo el mundo” significa aportar a su cons- trucción y va más allá de “estar en el mundo”.
  • 8. 42 Alicia Eugenia Vargas educativo, pero su interés no es únicamente reflexionar sino promover cambios, tanto en las personas como en lo evaluado. Surge así la reflexión-acción-reflexión en donde los conocimientos producidos mediante la evaluación se revierten a los propios acto- res del proceso, en la dinámica transforma- dora de su práctica, que provoca de nuevo la reflexión. En este sentido, por ejemplo, la eva- luación hermenéutico-dialéctica que plan- tea De Alba (1991, 1993) se sustenta en la autorreflexión concientizadora que integra, en una síntesis dialéctica, elementos del sa- ber técnico-científico con el saber cotidia- no, en un proceso de reflexión y análisis crítico que produce conocimientos sobre y para la acción transformadora posible, me- diante una propuesta educativa que se en- cuentra inserta en un espacio y tiempo de- terminados. En esa perspectiva, la evaluación se entiende como un proceso de reflexión y análisis crítico mediante el cual se trabaja sobre una situación, problemática o proce- so social, partiendo de valoraciones y con- cepciones iniciales que se van reformulan- do en el proceso mismo. A su vez, se men- ciona como síntesis conceptual valorativa al momento de cierre que permite la com- prensión y la valoración de lo evaluado (De Alba, 1991). Esta aproximación a la evaluación, desde una perspectiva hermenéutico-dia- léctica, considera que la comprensión de la realidad es muy compleja porque en ella confluyen una serie de elementos tales co- mo los valores personales y colectivos, las diversidades y diferencias, las variadas creencias, circunstancias, recursos. Es ade- más cambiante, pues la comprensión de una realidad convoca a elementos siempre diversos y por ello, un proceso evaluativo nunca se desarrolla en la misma situación de tiempo y espacio, ni con las mismas personas, ni dentro de las mismas circuns- tancias. De ahí que la evaluación se conci- ba como un proceso constante, dinámico, de reflexión y análisis crítico, que contribu- ye al conocimiento nunca acabado de lo evaluado y, por lo tanto, la evaluación –co- mo proceso de autorreflexión y análisis crí- tico– es elemento permanente en todo pro- ceso educativo. La consideración de los cambios co- bra su dimensión real y la validez del co- nocimiento obtenido acerca de lo evaluado –en un momento determinado– reside en la construcción de sentidos que tiene lo eva- luado para las diferentes personas partici- pantes, mediante diferentes medios que permitan discutir, confrontar, aclarar situa- ciones desde las y los sujetos participantes en el proceso. En este enfoque se incorporan nue- vos elementos a la evaluación: la dialéctica teórico-práctica, que incluye el análisis teó- rico sobre lo evaluado y el componente axiológico de quienes se integran en la eva- luación; la epistemología de la totalidad que considera la historicidad del proceso mismo así como su contextualización, tomando en cuenta también las interrelaciones de ele- mentos que le dan significatividad a una evaluación en particular; y la participación comprometida de las personas involucradas dentro de lo que se denomina la práctica de la posibilidad que tiene como idea final, la transformación. Con respecto a la dialéctica teórico- práctica, el proceso evaluativo se desarrolla a partir de la consideración de la compren- sión teórica y del sustento axiológico (políti- co, social, e ideológico-cultural) para buscar la consolidación o transformación de un pro- ceso o situación social. Tanto el carácter teó- rico como el carácter axiológico de la eva- luación se interrelacionan. El primero se re- fiere a la comprensión misma del proceso o situación social desde las diferentes abstrac- ciones que realizan diversas personas para explicar aspectos de la realidad por evaluar. El carácter axiológico se relaciona con el ni- vel de responsabilidad, compromiso, signifi- catividad y relevancia que presenten las per- sonas involucradas en la evaluación con res- pecto a la formulación y ejecución de la va- loración. El enfoque transformador se sustenta en la epistemología (modo de conocer) de la
  • 9. 43Enfoques evaluativos totalidad, y desde ahí la evaluación re- quiere visualizar la historicidad del proce- so mismo (su origen, su desarrollo, su de- venir). A la par, es necesario analizar los elementos estructurales que han permane- cido relativamente estables, así como la función que cumplen en el desarrollo y consolidación de ciertas tendencias, pro- blemáticas, expresiones, marginaciones o inhibiciones que se evidencian en la ac- ción educativa. Con respecto a la participación com- prometida de las personas involucradas, es- te enfoque abandona la posición tecnocrá- tica asumida en los dos enfoques anterio- res. Las y los evaluadores se integran acti- vamente con el resto del grupo, tratando de generar niveles superiores de toma de conciencia. El análisis de las contradiccio- nes y el conflicto que presentan las situa- ciones o hechos evaluados, contribuyen a esa reflexión crítica que se realiza de lo evaluado. Dentro de este enfoque, la evalua- ción se considera como un proceso sociopo- lítico en el que entran en juego diferentes sujetos e instancias entre las que existen re- laciones establecidas que se traducen en flujos de poder y de decisión. El conoci- miento acerca de lo evaluado se elabora con la participación de todas las personas involucradas, desde la confrontación de las diferencias y las contradicciones que ocu- rren entre estos protagonistas. De esta for- ma, se recupera el compromiso, la respon- sabilidad de los diferentes actores con la si- tuación evaluada y por ende, con la eva- luación misma. El poder es cuestionado y objeto de reflexión también, considerando que en toda evaluación de aspectos educativos que se realice, se van a evidenciar manifestaciones ideológicas que sustentan los intereses de los grupos dominantes, por lo cual es nece- sario trabajar la evaluación desde la óptica de la práctica de la posibilidad, en la medida en que ésta permite asumir el compromiso de los cambios (transformaciones) que supo- ne una evaluación. Se entiende a la práctica de la posibi- lidad como aquella que se orienta ha- cia un determinado proyecto educati- vo deseado a partir del análisis de las condiciones específicas y particulares de posibilidad que este proyecto tie- ne para devenir en práctica. La prácti- ca de la posibilidad se caracteriza en- tonces por la dirección específica que tiene en relación con un proyecto educativo y se desarrolla en el terre- no de las relaciones sociales y los in- tereses de distintos grupos y sectores, que determinan la selección del con- tenido y los modos de trabajarlo (De Alba, 1991, p. 154). El recorrido realizado con respecto a los enfoques evaluativos nos lleva a com- prender que la evaluación es un proceso complejo en donde confluyen una serie de elementos cuya amalgama conduce a fines diversos. Es peligroso continuar con la práctica más común de la evaluación, aquella que se posiciona en un paradigma positivista, pues con ello se estaría consoli- dando el orden establecido. Con la evolu- ción del pensamiento en las Ciencias So- ciales se aclara la comprensión de la eva- luación como proceso marcado por rela- ciones de poder y, por lo tanto, deja de ser un proceso ingenuo. Dentro de la diná- mica de la globalización económica, la evaluación puede servir para legitimar pro- cesos educativos que sirvan fundamental- mente a los intereses hegemónicos y por ello es necesario pensar alternativas para la evaluación desde enfoques más com- prensivos y que busquen la posibilidad de la transformación. Finalmente, a manera de resumen, la tabla a continuación nos presenta una aclara- ción de los enfoques analizados, consideran- do para ello inicialmente la pregunta sobre ¿Qué es la realidad? y continuando con los cuestionamientos propuestos al inicio de esta discusión: qué es evaluar, cómo se relaciona el sujeto que evalúa con aquello que evalúa, cómo se evalúa y para qué se evalúa.
  • 10. 44 Alicia Eugenia Vargas BIBLIOGRAFÍA De Alba, A. Evaluación curricular. Confor- mación conceptual del campo. México: Universidad Nacional Autónoma de México, Centro de Estudios sobre la Universidad. 1991. . Currículum: crisis, mito y perspecti- vas. México: Universidad Nacional Au- tónoma de México, Centro de Estudios sobre la Universidad. 1993. Díaz-Barriga, A. “Evaluación universitaria en el contexto del pensamiento neoliberal”. En: Puiggrós, A. y Krotsch, C. P. (Compi- ladores). Universidad y evaluación. Esta- do del debate. Argentina: Rei Argentina S. A. Instituto de Estudios y Acción Social, Aique Grupo Editor, S. A. 1994. pp. 21-42. ENFOQUES EVALUATIVOS La evaluación es la emisión de un juicio sobre un problema o situación determinada... LA EVALUACIÓN VISTA COMO... INTERROGANTES DESCRIPCIÓN DE LA COMPRENSIÓN DE LA TRANSFORMACIÓN DE REALIDAD REALIDAD LA REALIDAD ¿Cómo se concibe " Predecible, " Construcciones sociales " Dinámica, cambiante, la realidad? " medible, de las y los individuos inacabada " cuantificable, " Construcción " controlable, de sentido " parcializable ¿Qué es la evaluación? " Una medición " Proceso complejo y dinámico " Proceso de autorreflexión y " Emisión de juicios de construcción de análisis crítico sobre la teoría conocimiento entre lo y práctica de las personas que se evalúa y los diferentes participantes sujetos relacionados con la evaluación ¿Cómo se relaciona " Relación distante " La evaluación se da en la " Integración activa de las el sujeto que evalúa aséptica interacción simbólica de la y los participantes con lo evaluado? " Evaluación externa persona que evalúa y los " Análisis de contradicciones y objetiva demás participantes y conflictos " La persona que evalúa " Autorreflexión constante mantiene el control ¿Cómo se evalúa? " Busca métodos de " Busca aclarar las " Considera la dialéctica medición y estandarización construcciones individuales teórico-práctica de resultados en torno a lo evaluado " Considera el desarrollo histórico y el análisis de los condicionantes actuales ¿Para qué se evalúa? " Para controlar y ejercer " Aclara situaciones sin " Como proceso sociopolítico, la dominación racional llegar a una posición la evaluación aclara apoyada en la objetividad crítica ni reflexiva flujos de poder y de los datos " Cambios dentro de de decisión " Consolida la situación lo establecido " Requiere del compromiso establecida de las personas en el marco de la posibilidad " Hace factible la transformación
  • 11. 45Enfoques evaluativos Freire, P. Pedagogía del oprimido. México, D. F.: Siglo veintiuno editores, S.A. de C.V. 1997 (49ava. edición). Guba, E. G., & Lincoln, Y. S. Fourth generation evaluation. California, U.S.A.: SAGE Pu- blications, Inc. 1989. . “Competing paradigms in qualitative research”. En: Handbook of Qualitative Research. California, U.S.A.: Sage Publications Inc. 1994. (pp. 105-117). Martínez, Miguel. Comportamiento humano: nuevos métodos de investigación. México, D.F. Editorial Trillas. 1989 House, E. & Howe, K. (1999). Values in evaluation and social research. California, U.S.A.: Sage Publications, Inc. 1999. López, F. “Globalización y diversidad cultural”. En: Brovetto, J. y M. Rojas-Mix. (Edito- res). Universidad Iberoamericana. Globa- lización e identidad. Madrid, España: Ju- lio Le Parc. VEGAP. 1999. (pp. 155-198). McLaren, P. “Pedagogía crítica, las políticas de resistencia y un lenguaje de espe- ranza”. En: Giroux, H. y McLaren, P. Sociedad, cultura y educación. Ma- drid, España: Miño y Dávila, Editores. 1998. (pp. 216-257). Morrow, R. A. y Torres, C. A. Social theory and education: A critique of theories of social and cultural reproduction. New York, U.S.A.: State University of New York Press. 1995. Taylor, S. J. y Bogdan, R. Introducción a los métodos cualitativos de investi- gación. La búsqueda de significa- dos. España, Barcelona: Ediciones Paidós. 1994. Vaca-Pacheco, I. Evaluación educativa. Tra- yectoria y perspectivas. Puebla, México: Centro Internacional de Prospectiva y Altos Estudios. 1996. Worthen, B. R., & Sanders, J. R. Educational evaluation: Alternative approaches and practical guidelines. New York: Longman. 1987. Yarzábal, L. “Globalización neoliberal y edu- cación superior”. En: Brovetto, J. y M. Rojas-Mix. (Editores). Universidad Ibe- roamericana. Globalización e identi- dad. Madrid, España: Julio Le Parc. VEGAP. 1999. pp. 27-34. Alicia Eugenia Vargas Porras aevargas@cariari.ucr.ac.cr