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Reflexiones teórico-metodológicas sobre la investigación cualitativa
Ficha bibliográfica
Martínez Salgado, Carolina. “Introducción al trabajo cualitativo de investigación”.
Castro, Roberto. “En busca del significado: supuestos alcances y limitaciones del
análisis cualitativo”.
En Szasz, Ivonne y Susana Lerner (1996). Para comprender la subjetividad.
Investigación cualitativa en salud reproductiva y sexualidad. El Colegio de México,
México.
INTRODUCCIÓN AL TRABAJO CUALITATIVO
DE INVESTIGACIÓN
CAROLINA MARTÍNEZ SALGADO
1
PRIMERAS IMPRESIONES
Hay muchos caminos que conducen al terreno de la investigación cualitativa.
Probablemente la perspectiva que de ella tenemos, las expectativas que nos genera y la
manera en que la ponemos en práctica, tengan que ver con el campo de donde venimos
y la vía por la que hemos llegado. Quisiera, por eso, empezar refiriéndome a cómo
empezó para mí esta aventura.
Mi quehacer profesional se ha dirigido, desde un principio, al estudio de los
problemas de salud en el ámbito poblacional. Hasta hace algunos años mi trabajo se
desarrollaba por entero en las áreas de la epidemiología y la sociodemografía,
disciplinas que trabajan fundamentalmente con métodos de investigación cuantitativos.
A finales de los ochenta tuve ocasión de estar cerca de la discusión sobre las
limitaciones de procedimientos como el censo y la encuesta para profundizar en la
comprensión de los procesos demográficos y su significado (Oliveira y García, 1986;
Lerner y Quesnel, 1986; Jelin, Llovet y Ramos, 1986). Preocupaciones similares habían
orientado también nuestras discusiones en el pequeño grupo de investigación del que yo
formaba parte (Córdova et al., 1986 y 1989). Desde entonces empecé a interesarme cada
vez más por las alternativas que ofrecían los métodos cualitativos. Pero fue hasta 1992
que pude dirigir de lleno mi trabajo hacia este terreno, gracias a una beca2
para
desarrollar un proyecto que incluyó mi propia capacitación en ciertos procedimientos de
tipo cualitativo y el desarrollo de un ejercicio empírico para mostrar su utilidad en la
comprensión más profunda de algunos tópicos en el ámbito poblacional, entre ellos,
desde luego, la problemática de salud.
3
Ésta fue la ruta por la que llegué al campo de la
investigación cualitativa.
1
Departamento de Atención a la Salud, UAM-X.
2
Otorgada por el Fund for Leadership Development del Programa de Población de la Fundación
MacArthur para los periodos 1992-1993, 1993-1994 y 1994-1995.
3
Los lineamientos generales que orientan este ejercicio empírico pueden revisarse en Martínez, 1992.
De mis primeras impresiones al incursionar en este nuevo ámbito, hay dos que
para mí fueron fundamentales. En primer lugar, el reconocimiento de las experiencias
subjetivas tanto del observador como de las personas estudiadas y la importancia que se
les concede como elementos de la investigación misma. En segundo, la multiplicidad de
posiciones que hay en ese gran continente, que si bien dificultan al recién llegado
orientarse en su interior, lo colocan frente a un amplio horizonte con gran riqueza y
variedad de recursos.
Entre las diversas obras que he tenido ocasión de revisar como parte de mi
propio entrenamiento, me llamaron la atención algunos párrafos, en los cuales autores
muy reconocidos —de corrientes bastante distintas— hablan de sus respectivos caminos
hacia el campo de la investigación cualitativa, y en sus relatos encontré reflejadas
algunas de esas primeras impresiones mías. Es muy probable que lo mismo ocurra a
muchos de quienes se acercan a esta forma de trabajo. Pongo solamente dos ejemplos.
4
El primero está tomado de un texto de Michael Patton, un renombrado investigador
estadounidense en el área de la evaluación, que se define a sí mismo como un
pragmático dispuesto a adoptar la perspectiva que le parezca metodológicamente más
adecuada para responder a sus preguntas de investigación:
Mi entrenamiento profesional me expuso sólo a una perspectiva: el paradigma
cuantitativo/experimental. Sólo a través de la práctica de la evaluación descubrí en
los métodos cualitativos un conjunto completamente separado de posibilidades de
investigación. Mi interés subsecuente en los paradigmas se ha centrado en la
inquietud de que demasiada investigación, evaluación y análisis de política se basan
en hábitos, más que en una respuesta metodológicamente adecuada a la situación.
Las formas rutinarias de pensar y las cegueras paradigmáticas restringen la
flexibilidad metodológica y la creatividad, y encierran a los investigadores dentro de
patrones inconscientes de percepción y de comportamiento que disfrazan la
naturaleza sesgada predeterminada de sus “decisiones” metodológicas… Las
“decisiones” metodológicas tienden a derivarse de prescripciones disciplinarias, de
la preocupación por el estatus científico, de viejos hábitos metodológicos y de la
comodidad de permanecer dentro de los márgenes de lo que el investigador conoce
mejor. El entrenamiento y la socialización académica tienden a sesgar a los
investigadores en favor de ciertas aproximaciones y en contra de otras (Patton,
1990:37-38).
El segundo está constituido por varios fragmentos de un emotivo texto de Daniel
Bertaux, conocido sociólogo francés que en el momento de redactar este trabajo se
mostraba ya mucho más entusiasta respecto a corrientes filosóficas como el marxismo y
el estructuralismo, en aquel momento hegemónicas en Francia, que de la tradición
positivista de la sociología empírica, de la que él mismo provenía:
Una vez fui positivista. Pensaba que la sociología podía llegar a ser una verdadera
ciencia, y estaba deseoso de hacerla más científica. Pensaba “entre más cuantifique,
mejor”... Pero lo que realmente me despertó de mi sueño positivista fue un
terremoto histórico: mayo de 1968 [en Francia]... Si hay algo que pueda llamarse
conocimiento sociológico, la forma de alcanzarlo no es mediante la metodología
cuantitativa. Y el principal obstáculo hacia él es precisamente la creencia en la
sociología como ciencia, en una palabra: el positivismo... Lo que quisiera hacer aquí
es mostrar que hay otra forma de practicar la sociología. Otra forma de hacer
observaciones. Otra forma de analizarlas. Otra forma de escribir. Y, generalmente
4
Las citas textuales son traducciones libre de la autora sobre las versiones en el idioma original.
hablando, otra forma de definir la relación de la sociología con la sociedad. […] Con
base en el ejemplo de la aproximación por medio de la historia de vida, me gustaría
decirle [a los investigadores “positivistas”] que su preocupación por la
representatividad de las muestras, por el análisis de datos, por la prueba, puede ser
alcanzada también con la aproximación “cualitativa” y que esta aproximación
permite aun más: un acceso directo al ámbito de las relaciones sociales que
constituyen, después de todo, la sustancia misma del conocimiento sociológico...
estoy convencido de que el desarrollo de esta nueva aproximación tendrá lugar sólo
con la ayuda de los [antes] positivistas. Ellos están listos para cambiar sus métodos y
aproximaciones en cuanto se demuestre que nuevos métodos y aproximaciones
“funcionan mejor”, porque creen en una ética de la validez científica, porque son
“materialistas” espontáneos, y porque son completamente honestos […] (Bertaux,
1981: 29-32).
Queda por mencionar otra fuerte sensación que experimenta quien empieza a
introducirse al terreno de la investigación cualitativa: la de estar ante un término que
puede tomar muy diversas connotaciones según el autor, el momento histórico, el
quehacer profesional o el tipo de procedimiento que se esté revisando. Pero también de
esto se han ocupado los investigadores que tienen una amplia experiencia en este estilo
de trabajo (Denzin y Lincoln, 1994: X-XI; Tesch, 1990: 3-4; Patton, 1990: 65; Jacob,
1988: 16; Taylor y Bogdan, 1984). La investigación cualitativa, dicen Denzin y Lincoln,
es un campo muy amplio que atraviesa disciplinas, problemas de investigación, métodos
y perspectivas epistemológicas. Es un conjunto de prácticas interpretativas que no se
encuentra ligado con una determinada teoría o paradigma en particular, ni es privativo
de una u otra área del conocimiento, ni posee sus propios métodos, sino que se vale de
las aproximaciones, los métodos y las técnicas de diversas disciplinas y perspectivas
teóricas, como la etnometodología, la fenomenología, el feminismo, psicoanálisis, los
estudios culturales, la teoría crítica, el positivismo y el postpositivismo, entre otros. Esto
es lo que impide ofrecer una definición esencial del campo. De hecho, según estos
autores, cualquier intento de dar tal definición requeriría un análisis cualitativo de las
circunstancias en las que la definición se produjera.
De manera que no hay que esperar encontrarse con un conjunto unificado de
principios compartidos por numerosos estudiosos, sino con un campo marcado por
tensiones y contradicciones que se expresan en las distintas definiciones y
concepciones, paradigmas y estilos de investigación. Además, las preocupaciones de los
practicantes de este estilo de trabajo varían de acuerdo con el área de su quehacer
profesional: la enfermería, la antropología cultural, la educación, el trabajo social, la
comunicación, la psicología, la historia, los estudios organizacionales, las ciencias
médicas, la sociología. Por si esto no bastara, están las barreras derivadas de las
diferencias nacionales, raciales, culturales y de género. Aun así, en el momento actual
se le considera ya como un campo de estudio por derecho propio, en el cual puede
anclarse con firmeza el trabajo de los investigadores interesados en él (Denzin y
Lincoln, 1994: IX-XI).
HISTORIA Y SITUACIÓN ACTUAL
Al final de su libro introductorio a la investigación cualitativa —editado en Estados
Unidos—, Taylor y Bogdan (1984: 245) hacen notar que aun cuando este tipo de
estudios se han estado llevando a cabo desde el inicio de lo que ahora llamamos ciencias
sociales, hasta ese momento habían sido muy pocos los investigadores dedicados a
ellos, y que ése era un momento notable por el creciente interés que se empezaba a
observar por esta forma de aproximación.
Un año antes se había publicado en Francia un texto sobre la historia de vida en
las ciencias sociales (Poirier et al., 1983) que podría verse también como un síntoma de
esa especie de “reanimación” de la investigación cualitativa registrada por los autores de
la época. En esta obra encontramos una versión sobre lo ocurrido con la modalidad de
trabajo que ellos sustentan:
Pueden distinguirse dos fases dentro de la historia de los relatos de vida. Después de
la gran época de las life histories o life stories en Estados Unidos, siguió una caída
en la afición a ellas, y luego en los años cincuenta en Europa se desarrolló un
movimiento de gran amplitud y profundidad en favor de la recolección directa o
indirecta de testimonios “vividos” —en todos los dominios: histórico, etnológico,
psicológico, sociológico y literario... Nos parece ... que la recolección de los relatos
de vida se inscribe en ... el cuadro de una evolución profunda de los métodos y de
los principios de la creación estética y científica. Los relatos de vida quieren hacer
hablar a la “gente del silencio” a partir de sus más humildes representantes: del
pastor al emigrado, del obrero de fábrica al campesino... En el plano general de la
historia de las ideas, parece que el movimiento actual —que se manifiesta bastante
espectacularmente en favor de los relatos de vida— se inscribe en la línea de una
dinámica de los procesos de creatividad literaria y científica: la preocupación por
aproximarse cada vez más a lo real concreto... (Poirier, 1983: 22, 24)
De esa misma época data un artículo de Bryman (1984), en Inglaterra, al que más
adelante haremos referencia.
La historia, sin embargo, ha sido larga y compleja, y ha dejado su huella. Me
gustaría tomar una propuesta de periodización elaborada por Denzin y Lincoln (1994: 7-
11) que me parece de gran ayuda orientadora dentro de este ámbito, para reconocer las
diversas tradiciones a las que se adscriben los autores que trabajan en él y enmarcar el
momento actual dentro de las fases por las que la investigación cualitativa ha pasado
durante el presente siglo. Esta versión de la historia nos proporciona también elementos
para entender cómo se genera la multiplicidad de enfoques a la que ya hemos hecho
referencia, por la coexistencia de cada una de las corrientes que han ido consolidándose
a lo largo del siglo. Según este ordenamiento, las disciplinas humanas han pasado por
cinco fases desde principios de siglo hasta nuestros días.
Período tradicional
Iría de 1900 (y antes) hasta la segunda guerra mundial (y un poco más adelante,
digamos hasta 1950). Es un periodo en el que los estudios cualitativos se hacen
predominantemente desde un paradigma científico positivista, preocupado por la
objetividad, la validez y la confiabilidad, y se toma como objeto de estudio a personas
extrañas, extranjeras, diferentes. El investigador sale al trabajo de campo y regresa para
escribir un relato “objetivo” sobre una cultura de nativos de tierras distantes, relato que
estructura bajo las normas de la etnografía clásica. Denzin y Lincoln retoman la crítica
de R. Rosaldo a esta perspectiva, para señalar que tales textos se basaban en cuatro
creencias: la necesidad de objetividad, la complicidad con el imperialismo, la etnografía
como creadora de cuadros de las culturas estudiadas a la manera de piezas de museo
(monumentalismo) y una especie de intemporalidad que parecería suponer que la
cultura estudiada permanece igual a sí misma por siempre. Este modelo, que para
algunos es como una especie de reliquia del pasado colonial, se mantiene hasta nuestros
días, es capaz de presentar teorías bastante densas y complejas, y tiene aún mucho qué
enseñar sobre cómo realizar trabajo de campo y cómo escribir teoría. Pero muchos de
sus supuestos se han puesto en duda; por ejemplo, la pretensión de objetividad, sus
tintes colonialistas y el monumentalismo. Trabajos clásicos de esta época serían: los de
Malinowski, M. Mead y G. Bateson, entre otros. La llamada Escuela de Chicago, con su
aproximación por medio de la historia de vida, pertenece también a esta época. Como
veremos, de los trabajos de esta corriente se deriva una de las discusiones que
caracterizan a los periodos más recientes, la que se refiere al investigador como autor
que se adjudica el poder de representar la historia del sujeto a partir de la narración que
éste le ha hecho.
Periodo modernista o edad de oro
Iría de la época de la posguerra hasta los años setenta, pero tiene todavía en nuestros
días una fuerte presencia. En él los autores toman sus fundamentos de los preceptos que
se generaron en los trabajos del periodo tradicional. El paradigma más poderoso es el
postpositivismo, aunque las nuevas generaciones de graduados adoptan nuevas teorías
interpretativas, como la etnometodología, la fenomenología, la teoría crítica y el
feminismo. Una preocupación característica de esta etapa es la de formalizar los
métodos cualitativos, como ilustran, entre otros, los conocidos textos de Taylor y
Bogdan de 1984 y el ya clásico de Glaser y Strauss de 1967. Se estudian procesos
sociales importantes y se desea dar voz a lo grupos menos favorecidos de la sociedad.
Se procura hacer investigación cualitativa con el mismo rigor que se acostumbra en los
estudios cuantitativos, se intenta ajustar la idea de validez interna y externa a modelos
construccionistas e interaccionistas, y se considera importante la búsqueda de
asociaciones causales. Los datos que se obtienen de entrevistas casi estructuradas con
respuesta abierta y mediante observación participante se analizan de manera estadística,
estandarizada. El trabajo cualitativo del periodo modernista “... se vistió con el lenguaje
y la retórica del discurso positivista y postpositivista. Ésta fue la edad dorada del
análisis cualitativo riguroso sostenido en la sociología por un lado, por Boys in White
(Becker et al., 1961) y por el otro, por The Discovery of Grounded Theory (Glaser y
Strauss, 1967)”, (Denzin y Lincoln, 1994: 8). Los autores hacen notar que esta fase
llegó a su fin en un momento en el que la guerra de Vietnam era omnipresente en la vida
estadunidense.
Periodo de géneros borrosos
El inicio y el fin de la tercera etapa estarían marcados, según esta periodización, por dos
libros de Clifford Geertz, un investigador con gran influencia en su época. El primero de
ellos, The Interpretation of Cultures, se publicó en 1973; el segundo, Local Knowledge,
en 1983. Entre los planteamientos que aparecen en estas obras está la idea de abrir
camino a nuevas modalidades de aproximación más plurales e interpretativas, cuyo
punto de partida está en las representaciones culturales y su significado. El antropólogo,
dice Geertz, hace una interpretación de otra interpretación, de manera que la suya no
tiene por qué ser una voz privilegiada al escribir sobre la experiencia del sujeto que
estudia, sino que es simplemente su interpretación de la interpretación que aquél le ha
comunicado.
Por entonces, Geertz hizo notar que las fronteras entre las ciencias sociales y las
humanidades se estaban borrando, que había una especie de mezcla entre géneros como
la ficción, la etnografía y los tratados teóricos, y que simultáneamente surgían nuevas
formas de aproximación (el postestructuralismo, el neopositivismo, el neomarxismo, el
deconstruccionismo). Cambiaba también la forma de comunicar los hallazgos de
investigación: en lugar de artículos científicos se empezaron a escribir ensayos. Las
reglas firmes sobre cómo debería ser un texto, cuáles eran los temas que ameritaban
estudio y cuáles los estándares de evaluación se hacían igualmente borrosas. A juicio de
Denzin y Lincoln, los paradigmas predominantes en este periodo fueron el
postpositivista, el naturalista y el construccionista.
Período de crisis de representación
Esta fase podría fecharse de mediados de los ochenta a principios de los noventa, y se
caracteriza por una honda ruptura en donde se hacen cada vez más patentes las
consecuencias de los planteamientos iniciados en el periodo precedente. Las normas
clásicas de la antropología, vigentes a principios de siglo, se han erosionado casi por
entero. Surgen nuevas perspectivas en donde se reclama la consideración de las
diferencias de clase, género y raza. Los criterios de validez, confiabilidad y objetividad
se siguen discutiendo. Se hacen más comunes las teorías interpretativas que las teorías
fundamentales (grounded theories), y se ponen en duda los modelos previos sobre la
verdad y el significado. Se discute también sobre las relaciones entre el trabajo de
campo y la comunicación de los hallazgos.
Dos importantes supuestos de la investigación cualitativa se cuestionan: que el
investigador pueda capturar directamente la experiencia vivida, este cuestionamiento es
a lo que se denomina la crisis de representación. El segundo, que los criterios de
validez, generalización y confiabilidad, tradicionalmente usados para evaluar e
interpretar la investigación cualitativa, sean realmente adecuados para ello; esto es a lo
que se denomina la crisis de legitimidad. Las dudas condujeron a reflexiones que han
impulsado a esta modalidad de investigación hacia nuevas búsquedas.
Para el problema planteado por la crisis de representación, se buscan respuestas a partir
del reconocimiento de que lo que el investigador intenta es recrear en su texto la
experiencia vivida por el sujeto en estudio, lo que desde luego no resuelve el asunto,
pero lo plantea en un marco que problematiza la relación entre la experiencia y el texto.
Sobre la crisis de legitimidad, la pregunta por responder es cómo podría evaluarse este
tipo de estudio. Ambas crisis, por cierto, se vinculan: “... cualquier representación debe
legitimarse a sí misma en términos de algún conjunto de criterios que permitan al autor
(y al lector) hacer conexiones entre el texto y el mundo sobre el que se escribe” (Denzin
y Lincoln, 1994: 11).
Periodo posmoderno
El quinto momento es el posmoderno o presente, que se inicia con la década actual. Es
ésta una fase marcada por la doble crisis heredada del momento precedente, en la que
surgen nuevas epistemologías procedentes de grupos que antes no se habían
manifestado, y se tiende a realizar más investigación orientada hacia la acción desde
perspectivas mas criticas frente a las situaciones sociales, y tendientes a remplazar las
amplias narrativas por teorías mas locales, de mas pequeña escala, que tratan de
ajustarse a problemas y situaciones específicos. En este periodo no se concede un lugar
privilegiado o preponderante a ningún discurso, ni se considera que alguna teoría en
particular sea la que posee la clave del conocimiento universal. Hay, para terminar, un
fuerte peso de la tecnología, cuyos efectos a más largo plazo sobre la investigación
cualitativa están por verse.
Los autores de esta periodización nos advierten que esta historia, como cualquier otra,
podría ser un tanto arbitraria, y que podría presentarse también como varias historias
separadas, diferentes para cada uno de los campos disciplinarios involucrados. Un lector
procedente de otro contexto bien podría, además, tener la impresión de que está
elaborada desde la visión de un grupo de autores cuya perspectiva —como ellos mismos
postulan— tiene los matices de su particular ubicación en un cierto momento histórico y
una determinada región del mundo, para no hablar de su disciplina de origen, campo de
trabajo, clase, raza y género. Pero esto no disminuye en nada la orientación que
proporciona, ni el valor de las cuatro conclusiones que a partir de ella se plantean.
Una, que todas y cada una de estas modalidades de investigación surgidas a lo largo del
siglo se encuentran vigentes en la actualidad de manera simultánea y proporcionan la
base para los trabajos que se desarrollan dentro de cada tradición. Otra, que este proceso
por el que ha pasado la investigación cualitativa ha llevado a reconocer en el acto de
investigar algo más de lo que permitían ver las perspectivas preocupadas por la
neutralidad y la objetividad; ahora se reconoce que la investigación está influida por la
situación de clase, raza, género y etnicidad, y que es, por tanto, un proceso
multicultural.
Las otras dos conclusiones me parecen especialmente interesantes, porque hacen ver a
la época presente bajo la luz de una gran apertura a la búsqueda creativa de un más
profundo conocimiento de nuestra situación en el mundo. Una de ellas sostiene que
nunca antes se ofreció al investigador tal variedad de alternativas en cuanto a
paradigmas, estrategias de investigación o métodos de análisis. La otra, que es éste un
momento de descubrimientos y redescubrimientos en el que se debate sobre nuevas
formas de ver, interpretar, argumentar y comunicar. Como ya decía al principio, esto
supone dificultades para elegir ante tan amplio abanico, pero nos introduce también a un
apasionante campo de investigación.
El trabajo en los países de América Latina, dirigido a los problemas particulares que
afectan a cada país y a las diversas regiones en cada uno de ellos, apenas empieza a
hacerse. Nos encontramos en un momento en el que se abren interesantes posibilidades
para quienes se ocupan de las ciencias sociales y humanas. Está ante nosotros —
investigadores locales— el reto de emprender este camino hacia un más profundo
conocimiento de nuestra compleja problemática.
PARA QUÉ SIRVEN LOS ESTUDIOS CUALITATIVOS
Sabemos ahora que nos encontramos en un campo impregnado por numerosas tensiones
y contradicciones. Pero uno tiende a buscar al menos algunas coincidencias básicas; por
ejemplo, cuáles son sus propósitos y qué es lo que podemos lograr por medio de esta
forma de aproximación.
Taylor y Bogdan (1984: 126-127) consideran que la mayor parte de los estudios
cualitativos que van más allá de las meras descripciones toman dos direcciones, y al
final de su libro reconocen una tercera. Estas tres direcciones son:
a) el desarrollo de la teoría sociológica,
b) la prueba y verificación de teorías existentes, y
c) la aplicación de estos conocimientos a situaciones prácticas.
Su texto está dirigido a quienes trabajan en alguna de las dos primeras direcciones, que
son de corte académico. Los estudios cualitativos de naturaleza teórica tienen el
propósito de explicar los hechos de la vida social de los sujetos estudiados en el entorno
en el que se encuentran. La investigación cualitativa debe proporcionar una “descripción
densa” de la vida social (según la concepción de Geertz, 1973), lo que supone una
detallada presentación del contexto y del significado de los eventos relevantes para
quienes se encuentran involucrados en ellos. Para avanzar en el desarrollo de teorías y
conocimientos, la propuesta de Taylor y Bogdan es muy cercana a la de Glaser y Strauss
(1967). Para probar o verificar propuestas sobre teoría social, el camino sería el de la
inducción analítica. En cuanto a la tercera dirección, que es la de índole práctica,
evaluativa, para la acción, Taylor y Bogdan remiten a la obra de Patton.
La aproximación propuesta por Glaser y Strauss (1967) denominada Teoría
Fundamentada (Grounded Theory) surge, entre otras cosas, de la convicción de que la
generación de teoría se había convertido en una tarea bastante descuidada por los
científicos sociales en la medida que los esfuerzos se concentraron en la prueba y
verificación de teorías ya existentes; así, su propuesta esta destinada precisamente a
permitir la generación de teorías, conceptos, hipótesis y proposiciones a partir de los
datos, más que de supuestos previos, hallazgos de otras investigaciones o marcos
teóricos ya existentes.
Patton, ubicado en el terreno de la evaluación de programas, de políticas y de desarrollo
de organizaciones, coincide con esta distinción entre la investigación académica básica,
cuyo propósito es generar teoría, descubrir la verdad, buscar el conocimiento por el
conocimiento mismo, y la investigación aplicada como la que él desarrolla, que tiene el
objeto de informar a la acción, mejorar la toma de decisiones, aplicar el conocimiento a
la solución de problemas humanos y sociales. Los contrastes que él establece entre
algunos elementos de lo que denomina el método cuantitativo-experimental y el
cualitativo-naturalista, pueden resultarnos de utilidad para identificar algunas
características más de los métodos cualitativos, aun si es por oposición con los
cuantitativos (Patton, 1990: 35-63).
A diferencia de lo que se estila en la investigación cuantitativa, el diseño de la
investigación cualitativa no se especifica por entero en el inicio, sino que se va
desplegando conforme transcurre el trabajo de campo; se parte de un foco de interés, de
ciertos planes para observar o entrevistar, de temas básicos por explorar, pero no de
variables operacionales o de hipótesis que deban probarse. Esto demanda, entre otras
cosas, cierta tolerancia a la incertidumbre y a la ambigüedad que estarán presentes
durante el proceso, tanto por parte del investigador cualitativo como de las instituciones
que lo evalúan y financian (lo que, como dice Patton, no es un problema menor).
Para los métodos cuantitativos es fundamental la cuidadosa construcción y aplicación
del instrumento con el que se recogerán los datos, que debe administrarse en una forma
estandarizada de acuerdo con procedimientos prescritos para asegurar que mida lo que
se supone que mide; la validez del estudio se encuentra anclada en el instrumento. Para
el estudio cualitativo —siempre según Patton— el instrumento es el investigador
mismo, de manera que la validez se encuentra estrechamente relacionada con la
destreza, competencia y rigurosidad de la persona que ejecuta el trabajo de campo; de
ahí el énfasis que se da en esta modalidad de trabajo a la necesidad de empatía y
neutralidad por parte del investigador. Desde el punto de vista de autores como Patton,
la posible “pérdida de rigor” atribuible a variaciones que se pueden originar en las más
diversas situaciones (fatiga, entrenamiento, destreza, experiencia) es más que
compensada por la flexibilidad, penetración y habilidad para construir conocimiento
tácito, que son características del instrumento humano.
Por lo que se refiere al tipo de resultados obtenidos, el cuestionario con preguntas
cerradas que suele usarse en los estudios cuantitativos proporciona datos sistemáticos,
estandarizados, fácilmente agregables, que pueden presentarse en un corto espacio para
dar una versión sucinta de patrones estadísticamente generalizables, pero las preguntas
estandarizadas sólo tocan la superficie de lo que esos datos significan. La entrevista de
tipo cualitativo, en cambio, da lugar a relatos detallados y diversos en contenido, de mas
difícil análisis porque no necesariamente hay respuestas sistemáticas ni estandarizadas.
Su presentación requiere que se dé sentido a una información amplia y rica, que se
identifiquen patrones significativos y se comunique la esencia de lo que datos revelan.
Pero esta forma de trabajo permite conocer el punto de vista de los respondentes sin
predeterminarlo mediante una selección previa de las categorías de un cuestionario,
profundizar en algunos de los significados en el ámbito de la experiencia personal,
obtener una comprensión del mundo más próxima a como lo ven los respondentes.
Otro punto de referencia, en varios sentidos distinto de los anteriores, que me parece
fundamental incorporar, es el de Bertaux (1981). Para mostrar algunas de las
implicaciones que tendría la adopción de una perspectiva epistemológica diferente, este
autor sigue paso a paso las etapas de un estudio diseñado desde la perspectiva que ha
predominado en el mundo occidental —la positivista—, y propone para cada una de
ellas las posibilidades que se derivan de esa otra perspectiva.
Cuando un investigador se decide por un determinado tópico de investigación elige
simultáneamente el significado social de su práctica profesional. La primera pregunta
que hay que plantearse es ¿para quién trabajo?, ¿por qué estoy haciendo este proyecto
de investigación? No es fácil dar una respuesta sincera a estas preguntas. Luego viene la
elaboración y prueba de hipótesis; en las ciencias sociales, dice Bertaux, esta etapa se
origina en una analogía superficial con las ciencias físicas, en un intento de establecer el
carácter “científico” de las primeras de una manera epistemológicamente falsa y
prácticamente estéril. Por lo que se refiere al uso de la encuesta, considera que ésta
sería la técnica adecuada si por “relaciones sociales” se entendiera “relaciones entre
variables”; mas cuando se las concibe a la manera en que los teóricos sociales de
diversas corrientes han mostrado que son estas “relaciones sociales”, entonces habría
que pensar en otras técnicas más adecuadas, como el trabajo histórico, la observación
participante, la intervención o las historias de vida, por ejemplo. La elección de la
población en estudio debería partir, también, de un planteamiento teórico: si se tratara
de observar, por ejemplo, un conjunto de relaciones sociales, habría que determinar cuál
conjunto de la totalidad social es el que sería pertinente elegir. Decidirse por seleccionar
como población de estudio a “las mujeres” no sería lo más recomendable; pero podría
serlo, en cambio, el estudio de las relaciones socialmente definidas entre los géneros.
Bertaux discute también el asunto de la muestra y la representatividad; lo importante,
como siempre, es conectar el pensamiento teórico con la observación empírica, camino
por el cual se llegaría a un distinto concepto de representatividad, relacionado con el
concepto de “saturación del conocimiento”. Se buscaría, entonces, una representatividad
que fuera más allá del nivel morfológico (el de la descripción superficial), para llegar a
uno sociológico (el de las relaciones socioestructurales). Para saber cuántos ciudadanos
votarán en una elección, el nivel morfológico resultaría adecuado, pero para entender
cómo se moldea la práctica de la votación y la elección de por quién votar, entonces el
nivel sociológico sería relevante.
Bertaux nos recuerda que los “objetos” que las ciencias sociales examinan son
parlantes, aun más, son pensantes y lo que dicen tiene significado; además, el
investigador es uno de ellos, un ser humano entre seres humanos. Con frecuencia las
personas a las que estudia saben más de lo que pasa que el investigador mismo; este
último tiene, sin embargo, algo que añadir, porque cada persona tiene un campo de
percepción limitado, y es ahí donde el reto para la investigación social empieza: se trata
de decir algo más sobre el todo del que forma parte el grupo en estudio, de unir los
fragmentos de conocimiento que ha encontrado por uno y otro lado. Éste es el sentido
que el autor le reconoce a la fase de “análisis de la información”: un proceso no sólo de
análisis sino de síntesis, un proceso continuo de concentración en el ámbito a la vez
invisible pero omnipresente de las relaciones sociales. Cuando esa red de relaciones se
ha entendido, puede considerarse que se ha completado el “análisis”. En cuanto al
principio de objetividad, nos remite a Ferraroti (1981), quien sostiene que dada la
naturaleza particular de la realidad social, entre más íntimamente subjetivo sea el
conocimiento sociológico, será más profundo y objetivo. La tarea primaria del científico
social no es “probar” la veracidad del conocimiento que genera (sólo en la práctica
social —esto es, en la historia— puede llegar a probarse algo), ni explicar cómo
funcionan unas supuestas leyes inmutables, fijas, que rigen el comportamiento del
mundo social; su tarea central es la de entender y describir en profundidad, por medio
de conceptos teóricos si es necesario, el movimiento de las sociedades.
Por último, describe la etapa de la comunicación de resultados. Ésta demanda, a su
juicio, algo más que un simple informe; lo que importa es que la comunicación sea leída
y que tenga sentido para la gente. Para ello se requieren, entre otras cosas, modalidades
narrativas elaboradas con una estructura y un lenguaje muy distinto del que se usa en el
artículo científico clásico.
Quiero cerrar este repaso sobre algunas de las peculiaridades que parecen distinguir a la
investigación cualitativa de la cuantitativa con la síntesis que ofrece Bryman (1984) en
la primera parte de su artículo. La metodología cuantitativa, dice, es una aproximación a
la investigación social a la manera de las ciencias naturales. Sus preocupaciones giran
en torno a las definiciones operativas, la objetividad, la confiabilidad, la generalización,
el establecimiento de relaciones de causalidad. El instrumento preferido en esta
tradición es la encuesta, porque mediante los ítems del cuestionario se pueden poner en
operación los conceptos, mantener la objetividad por medio de la distancia entre
observador y observado, controlar la aplicación, lograr la replicabilidad mediante el uso
del mismo instrumento en otro contexto, y tratar el problema de la causalidad con
técnicas de análisis estadístico. La metodología cualitativa difiere de la anterior en
varias cosas. Su preocupación básica es la comprensión del mundo social desde el punto
de vista del actor, tema que aparece en la mayor parte de los escritos metodológicos de
esta perspectiva. Esto supone que el investigador se involucra muy cercanamente con
los sujetos de investigación. Hay un interés por conocer el contexto, para posibilitar así
que el comportamiento de las personas pueda entenderse dentro del sistema de
significados empleado por el grupo particular de la sociedad de que se trate. A
diferencia de la aproximación cuantitativa, que tiende a ser rígida y fija, la cualitativa es
fluida y flexible, se interesa en descubrir hechos nuevos, no anticipados, y se permite
alterar los planes de investigación conforme a los hallazgos que se van obteniendo.
Lo más interesante del artículo de Bryman, me parece a mí, es precisamente la
argumentación que introduce sobre cómo los aspectos técnicos se cruzan con los
epistemológicos para crear cierta confusión sobre el significado de lo que debe
entenderse por cada uno de estos enfoques, cualitativo y cuantitativo. Creo que es éste
un punto crucial para orientarse dentro del campo de la investigación cualitativa.
INVESTIGACIÓN CUANTITATIVA O CUALLTATIVA
¿CUESTIÓN DE MÉTODO O DE PARADIGMA?
Prácticamente todos los autores que se ocupan de la investigación cualitativa reconocen
que en el fondo de la elección metodológica está la cuestión epistemológica (Guba y
Lincoln, 1994; Tesch, 1990; Patton, 1990: 37-39; Bertaux, 1981; entre otros). La
diferencia está en la importancia que cada uno de ellos da a esta elección, y en la
posición que asumen frente a la compatibilidad entre unas y otras posturas
epistemológicas. Las dos posibilidades extremas son la adscripción personal del
investigador a una determinada tradición epistemológica, o la apertura a cualquier
paradigma que se considere adecuado para trabajar sobre el problema que se investiga.
El planteamiento de Bryman es una buena puerta para entrar a esta discusión.
En el debate entre investigación cuantitativa y cualitativa, dice el autor, están
entremezclados dos de los sentidos que tienen estos términos, esto es, su referencia a
ellos como técnicas de la investigación social (por ejemplo, encuesta frente a
observación participante) y su referencia a determinadas posiciones epistemológicas
(positivismo frente a fenomenología, por poner un caso). El autor revisa las distintas
connotaciones —técnica y epistemológica— que se dan a los términos cualitativo y
cuantitativo en diversos trabajos, y concluye que no siempre hay correspondencia entre
esos dos sentidos. Su opinión es que desde un punto de vista técnico no hay nada que
impida la combinación de las dos perspectivas (cualitativa y cuantitativa), pero
considera necesario subrayar que en cada una de ellas subyace cierta tradición
epistemológica que no desaparece con este uso complementario. Así, el marco
epistemológico de las técnicas cuantitativas es el empirismo o el positivismo lógico,
mientras que las cualitativas se enmarcan en perspectivas como la fenomenológica, la
búsqueda de la comprensión (verstehen) o el interaccionismo simbólico. El primer tipo
de aproximación tiende a estudiar los eventos desde el exterior, a partir de un conjunto
de intereses empíricos que se imponen a la realidad social con poca referencia al
significado que las observaciones tienen para los sujetos investigados, que quedan como
algo inerte. El segundo tipo se interesa fundamentalmente, como punto de partida
empírico, por la perspectiva de los actores, cuya experiencia efectivamente vivida tratan
de enfocar (pp. 77-78).
El tratamiento que hacen Guba y Lincoln (1994: 99-105) nos permite profundizar aún
más en esta discusión. Ellos sugieren que los términos cuantitativo y cualitativo deben
reservarse para referirse a ciertos tipos de métodos, ambos susceptibles de aplicarse
dentro de diversos paradigmas de investigación. Consideran, además, que la elección de
método es secundaria a la elección de paradigma. Pero sugieren que para entrar a esta
discusión conviene precisar qué es lo que se entiende por método, perspectiva
epistemológica e incluso posición ontológica.
Por paradigma entienden el sistema básico de creencias o visión del mundo que guía la
acción del investigador. Se trata de construcciones humanas que se refieren a los
primeros —o últimos— principios, cuya veracidad no puede nunca llegar a establecerse.
Tales paradigmas involucran tres elementos: el ontológico (que plantea la pregunta
básica sobre la naturaleza de la realidad y, de ahí, qué es lo que puede ser conocido), el
epistemológico (que plantea la pregunta de cómo conocemos el mundo, y cuáles son las
relaciones entre el investigador y el conocimiento), y el metodológico (que se centra en
cómo procedemos para obtener ese conocimiento sobre el mundo). Su amplia revisión
de las condiciones recientes de la investigación cualitativa actual les permite abrir el
abanico de opciones paradigmáticas mucho más allá de la dicotomía que hasta aquí
habíamos encontrado (positivismo versus fenomenología, procedimientos cuantitativos
experimentales versus cualitativos naturalistas). Para ejemplificar las implicaciones de
cada opción toman el caso de dos pares de posiciones: por un lado, el positivismo y el
postpositivismo (al que llaman el “paradigma recibido”); por el otro, el constructivismo
y la teoría crítica (a los que llaman “paradigmas alternativos”). Podemos darnos cuenta,
a partir de las consideraciones que ahí se hacen, de que los principios básicos bajo los
que operan los paradigmas positivista y postpositivista (validez interna, validez externa,
confiabilidad y objetividad) merecen algunas críticas por parte de paradigmas
alternativos como el interpretativista/construccionista y la teoría crítica. Estos últimos
han remplazado tales principios para evaluar la calidad de los estudios cualitativos, por
otros, como serían el de qué tan fidedignos y auténticos son los resultados obtenidos, o
cuál es su utilidad y su capacidad de persuadir a aquellos a quienes se les presenta,
puesto que cualquier conjunto de respuestas que se ofrezcan a cualquier pregunta son
siempre construcciones humanas, y éstas no pueden ser incontrovertiblemente correctas,
de manera que el valor de los resultados no puede lograr su fundamento sólo en la
“prueba empírica”.
Desde este punto de vista resulta fácilmente admisible la utilización de los métodos
cualitativos y cuantitativos, solos o en forma complementaria, por cualquiera de los
distintos paradigmas desde los cuales se emprenda una investigación. Empero, sería más
discutible si los diversos paradigmas son compatibles entre sí, o cuáles de ellos lo son.
Lo cierto es que la definición que cada investigador haga de su propia postura en este
debate le ayudará a orientar sus decisiones dentro de este multiparadigmático campo.
Ésta es también una decisión fundamental para determinar los procedimientos que se
seguirían desde la elección del tópico de investigación hasta el diseño mismo del
estudio, las técnicas de recolección utilizables, la manera de seleccionar a la población
en estudio, la recolección y análisis de información, los criterios bajo los cuales se
evaluará la calidad del estudio e incluso la forma de comunicar los resultados.
UNA REFLEXIÓN FINAL
Lazarsfeld, un reconocido investigador que en la periodización que revisamos
pertenecería a la fase modernista, hacía una indicación que continúa siendo muy útil en
nuestros días: antes de declararse partidario de los métodos cualitativos, es necesario
tener claro a qué tipo de situaciones pueden ser aplicados, distinguir los diversos tipos
de métodos de los que puede echarse mano y tener claro a qué se refiere exactamente la
idea de métodos cualitativos (Boudon, 1972).
Bryman, que como vimos escribe en uno de los periodos marcados por las más diversas
búsquedas, nos recuerda la ya clásica respuesta de Trow (1957) —“lo que dicta cuál es
el método de investigación adecuado es el problema que se investiga”—, pero señala
además que la elección depende en buena medida de la formación (como ya decía
Patton) y de las preferencias de cada investigador.
Devereux, con una década de anticipación, profundiza en esa última dirección, y
muestra que no sólo los aspectos racionales y científicos definen el rumbo de una
investigación, y deja claro el papel de los componentes subjetivos.
Los autores más cercanos al “paradigma recibido” prefieren enfatizar la cualidad
objetiva, “científica”, de la opción tomada por el investigador, así que sostienen que el
método adecuado se elige racionalmente de acuerdo con las necesidades del problema
en estudio. El reconocimiento de los aspectos subjetivos y personales, cuyas raíces se
remontan incluso a la biografía del investigador, es más característico de quienes
trabajan desde alguno de los “paradigmas alternativos” que han florecido en los tiempos
recientes. Esa conciencia del papel de las características y tendencias personales del
investigador es algo que se convierte en un descubrimiento para todo aquel capaz de
enfrentarlo. Los “paradigmas alternativos” consideran necesario no sólo reconocerlo,
sino dar cuenta de estos elementos, incorporar al observador como el importante
componente que es del escenario en el que investiga.
Termino esta introducción, por eso, con unas reflexiones de Bertaux (1993: 136) que me
parece podrían ser extendidas más allá de la sociología, a cualquier otra disciplina de la
que se ocupe quien esté interesado en la investigación cualitativa:
La elección de un método particular para estudiar tal o cual objeto sociológico no
tiene nada de anodino. Compromete a la persona que hará la investigación a una
determinada relación de campo, a ciertas prácticas existenciales; contiene en
filigrana ciertas formas de pensamiento y excluye otras. En resumen, lo que está en
juego en realidad son algunos años de la vida de un(a) sociólogo(a). En la medida en
que él/ella controle la elección de su método, la decisión será tomada mucho más en
función de inclinaciones profundas que de consideraciones racionales. Y está muy
bien que sea así, porque para hacer un buen trabajo de investigación es necesario en
principio desear hacerlo. La pasión es el motor del descubrimiento.
EN BUSCA DEL SIGNIFICADO:
SUPUESTOS, ALCANCES Y LIMITACIONES
DEL ANÁLISIS CUALITATIVO
ROBERTO CASTRO
INTRODUCCIÓN
Este capítulo contiene algunas precisiones sobre la naturaleza, los alcances y las
limitaciones de los métodos cualitativos. La primera parte, necesariamente abstracta,
está destinada a analizar las principales diferencias entre los métodos cualitativos y los
cuantitativos. En vez de abordar esta comparación a la manera tradicional (en la que
cada método se analiza en términos de lo que carece), he decidido comparar estos
métodos en términos de sus propios supuestos. Esto necesariamente implica revisar el
indisoluble vínculo entre teoría y métodos. La segunda parte provee un análisis más
específico de los métodos cualitativos, como instrumentos indispensables de las ciencias
sociales para la búsqueda del sentido de la acción. La exposición se centra en particular
en el análisis cualitativo de textos, tales como las transcripciones de entrevistas, lo que
permite identificar las diversas transformaciones (y reducciones) a las que debe
someterse la información con el fin de ser analizada. La tercera parte contiene un
ensayo de codificación de un segmento de entrevista. Con ello se busca demostrar,
mediante un ejercicio concreto, la complejidad del esfuerzo analítico que acompaña al
análisis cualitativo. Así, en este capítulo se transitará de lo abstracto a lo concreto en la
discusión de los métodos cualitativos. Por último, el trabajo concluye haciendo énfasis
en la necesidad de entender a los métodos cualitativos y cuantitativos como formas
complementarias, más que antagónicas, de investigar la realidad.
MÉTODOS CUANTITATIVOS Y CUALITATIVOS
La existencia de paradigmas
Durante los primeros 20 años posteriores a la segunda guerra mundial, la sociología
“científica” era sinónimo de sociología “cuantitativa”, debido a la influencia positivista
bajo la cual se había desarrollado: la objetividad, la rigurosidad, la confiabilidad, la
validez y la verificación, es decir, los aspectos metodológicos centrales de las ciencias
físico-naturales se convirtieron también en la aspiración fundamental de los científicos
sociales. Sólo durante los últimos 25 años ha tenido lugar un resurgimiento de los
métodos cualitativos, esencialmente como una reacción ante las limitaciones del método
positivista (Baldus, 1990).
Dicho resurgimiento ha transformado la identidad de las ciencias sociales. Muchos
científicos sociales se han alejado del ideal físico-natural de antaño, y se han acercado a
las humanidades, y más que buscar leyes sociales que expliquen las determinantes de la
conducta, se interesan por analizar el sentido que los individuos atribuyen a sus actos y
a su entorno. En vez de ver la sociedad como un organismo vivo o como una célula, la
ven como un gran teatro o como un juego trascendente. En lugar de imaginar al
científico social como un técnico de laboratorio que estudia su objeto con absoluta
objetividad e imparcialidad, lo ven como un narrador que no logra dejar de ser parte de
su propia narración. Para estos científicos sociales, los instrumentos de las llamadas
ciencias duras han cedido su lugar a las metáforas de las humanidades. Como señala
Geertz, hoy las ciencias sociales se interesan más por la clase de cosas que unen
crisantemos y espadas, que por las que unen planetas y péndulos (Geertz, 1991: 63). El
cuadro 1 resume muy genéricamente esta transición.
Paradójicamente, lo menos importante en este vuelco de las ciencias sociales hacia los
métodos cualitativos son los métodos en sí mismos. En un sentido muy general, éstos se
reducen a acciones: observar, preguntar, escuchar, registrar y examinar (Schwandt,
1994). El giro hacia los métodos cualitativos significa, ante todo, la adopción de un
paradigma epistemológico alternativo que se daba por sentado dentro del enfoque
positivista. Los métodos no son medios neutrales para obtener información respecto de
la realidad social. La opción por los métodos cualitativos implica que un conjunto de
supuestos metateóricos acerca de dicha realidad han sido aceptados de antemano.
CUADRO 1
De la ciencia social positivista a la interpretativa
Variables Enfoque positivista Enfoque interpretativa
1. Origen de la conducta humana Leyes externas como
determinantes de la conducta
Sentido interpretativo subjetivo
de la acción
2. Caracterización de la sociedad Semejante a un organismo vivo
o a una célula
Semejante a un gran teatro o
juego
3. Caracterización del científico
social
Semejante a un técnico de
laboratorio
Semejante a un narrador que es
parte de su propio relato
4. Recursos de investigación
preferidos
Instrumentos de las Ciencias
duras
Metáforas de las humanidades
Según Guba y Lincoln (1994: 108), “los paradigmas pueden ser vistos como un
conjunto de creencias básicas (o metafísicas) relacionadas con principios últimos.
Representan una visión del mundo que define, para quien los detenta, la naturaleza del
‘mundo’, el lugar de los individuos en él, y el rango de posibles relaciones con ese
mundo y sus partes, tal como hacen, por ejemplo, las cosmologías y las teologías. Las
creencias son básicas en el sentido de que deben ser aceptadas sobre la base de la fe
(cursivas en el original)”. Cada paradigma responde a tres preguntas estrechamente
interrelacionadas, que suponen una estructura social y un tipo de actor específicos, así
como una forma particular de conocerlos. De acuerdo con estos autores, estas preguntas
se refieren a tres cuestiones:
a) La cuestión ontológica, que exige una definición respecto de la forma y la naturaleza
de la realidad, y de lo que se puede conocer de ella. Por ejemplo, si se asume la
existencia de un mundo “real”, cognoscible en sus propios términos, entonces se asume
también que pueden conocerse cómo son en realidad las cosas; se asume que sólo cabe
formular preguntas relacionadas con asuntos “reales”, mientras que preguntas
relacionadas con asuntos subjetivos no son aceptables.
b) La cuestión epistemológica, que exige una definición respecto al tipo de relación que
se establece entre el científico que conoce y la realidad que se conoce. Si respecto de la
cuestión ontológica se dijo que hay una realidad “objetiva”, entonces respecto a la
cuestión epistemológica la postura del científico debe ser de distanciamiento y
objetividad, precisamente para poder conocer la realidad sin sesgos. Sin embargo, si
respecto de la cuestión ontológica se dijo que sólo tenemos acceso a la “realidad” por
conducto de las interpretaciones subjetivas que de la construcción social de la misma se
hacen, entonces la postura del científico debe considerar que el conocimiento de la
realidad está necesariamente en función del contexto y del discurso que se usa.
c) La cuestión metodológica, que exige una definición respecto de los métodos
específicos con los que se puede conocer la realidad. Si respecto de las cuestiones
ontológica y epistemológica se dijo que la realidad cognoscible es “real”, independiente
del sujeto, entonces los métodos deben incluir mecanismos que permitan el control de
“variables confusoras”, la verificación, la replicabilidad y, en general, todo lo que
permita un conocimiento “objetivo”. Si, en cambio, respecto de aquellas cuestiones se
dijo que la realidad sólo es cognoscible mediante interpretación, y que la interpretación
es reflexiva respecto del contexto y del discurso, entonces los métodos deben incluir
procedimientos que privilegien el conocimiento de los mecanismos interpretativos que
usamos.
Los métodos cuantitativos suponen respuestas a estas preguntas, diferentes de las que
implican los métodos cualitativos. Vale la pena detenerse brevemente en este aspecto.
Los métodos cuantitativos
Los métodos cuantitativos enfatizan la relación entre variables y privilegian la medición
y el análisis de relaciones causales entre variables. El supuesto ontológico fundamental
es que existe una realidad social que es independiente de los individuos, y que es
cognoscible mediante procedimientos objetivos, sobre todo mediante la cuantificación.
Esta perspectiva, en consecuencia, supone varias decisiones metateóricas:
1) Una primera decisión se refiere al nivel de realidad que debe ser conocido, asociado
estrechamente a los factores objetivos, externos a los individuos. Los individuos son
conceptuados como “juguetes de una ilusión de libertad” (Durkheim, 1978: 32), que en
realidad están determinados por aquellos factores.
2) Se piensa que esos factores objetivos constituyen patrones regulares, cuyas leyes
pueden ser conocidas.
3) Al enfatizar la importancia de las “leyes” sociales que existen en la realidad y que
determinan la conducta de los individuos, se privilegia a la explicación como el tipo de
conocimiento producible.
4) Al postular que la conducta humana puede explicarse en relación con las leyes
sociales, se tiende a favorecer un nivel de análisis macro que permita la generalización
de los hallazgos.
5) Dado que se asume que los fenómenos sociales presentan patrones recurrentes y
generales, se postula que es posible elaborar teorías sociales generales. En
consecuencia, el conocimiento puede desarrollarse por medio de una lógica hipotética-
deductiva, en la que la falsación constituye uno de los puntos modales de la actividad
científica.
6) Con el fin de permitir la verificación, se asume que es posible recortar la realidad en
forma precisa, y que este recorte se puede lograr, en primera instancia, por medio de
conceptos bien delimitados.
7) Finalmente, y consecuencia de lo anterior, una última decisión se refiere al carácter
explicativo y sintético (de grandes cantidades de información) que, se asume, es posible
imprimir al discurso científico-social.
La característica central de los métodos cuantitativos es la medición numérica que
aplican a los fenómenos, observados. La estadística constituye un instrumento
apropiado para medir fenómenos “objetivos” y “regulares”, así como para estimar su
variabilidad y su grado de generalización. Más aún, por definición la estadística es un
instrumento sintetizador por excelencia, que permite manejar grandes cantidades de
información para reducir las a unas cuantas categorías.
La estadística, sin embargo, no es una herramienta específicamente creada para realizar
estudios sociales. Por el contrario, deriva directamente de la teoría matemática y, por lo
tanto, su aplicación implica otro conjunto de supuestos metateóricos. Como ha señalado
Cicourel (1982), los sistemas matemáticos (axiomáticos) cifrados, están compuestos
simplemente por símbolos relacionados por verdades lógicas o tautologías. Esto es,
dichos sistemas no se refieren al mundo “real”. “La sustitución de los símbolos y
verdades lógicas de un sistema axiomático cifrado, abstracto, por términos descriptivos
y enunciados empíricos (por ejemplo, los de la sociología) conduce a un sistema
descifrado. Los axiomas o postulados de un sistema axiomático cifrado pueden
convertirse en las leyes científicas de un sistema descifrado. Por tanto, los sistemas
axiomáticos descifrados exigen que se demuestre una correspondencia entre los
elementos, relaciones y operaciones de los sistemas matemático y sustantivo en
Cuestión” (Cicourel, 1966: 35; paréntesis y cursivas míos). Si esta correspondencia se
da, se dice que los dos sistemas son isomórficos. Lo importante aquí es “cómo suponen
tales isomorfismos los sociólogos que construyen o emplean ‘modelos matemáticos’ y
‘modelos de medida’ con teorías implícitas y qué consecuencias se siguen para la teoría
y el método” (Cicourel, 1982: 36).
En otras palabras: cuando se decide aplicar métodos cuantitativos para estudiar un
fenómeno social dado, se asume que las propiedades lógicas básicas de la estadística
también existen en el fenómeno bajo estudio. En tal caso, la aplicación de métodos
estadísticos constituye simplemente una estrategia para analizar mejor las relaciones
lógicas existentes entre los diferentes componentes del fenómeno estudiado.
De lo anterior se deriva una doble consecuencia: por una parte, el cientista social debe
estar consciente del supuesto de isomorfismo al aplicar métodos cuantitativos; en
consecuencia, el marco teórico utilizado debe suponer (explícita o implícitamente) que
el fenómeno estudiado posee propiedades numéricas. Asimismo, debe estar consciente
de las consecuencias de aplicar métodos numéricos en el caso de que el supuesto de
isomorfismo no se cumpla: el método forzaría la naturaleza de los hallazgos e
impondría sobre ellos relaciones carentes de sentido, aun en el caso de que las pruebas
de significancia resultaran satisfactorias. Por ejemplo, la mortalidad infantil puede ser
estudiada estadísticamente, y es posible identificar correlaciones significativas con la
edad de la madre. Las propiedades numéricas de las variables “número de hijos
muertos” y “edad de la madre” son lo suficientemente claras como para poder seguir
reglas matemáticas para explorar las características agregadas de este fenómeno. Pero
supongamos que lo que interesa no es la mortalidad infantil en sí misma, sino el dolor y
el duelo que normalmente resulta de cada una de estas muertes. Podríamos asumir que
“duelo” es una variable con propiedades numéricas, o podríamos atribuírselas
arbitrariamente. Así, podríamos decidir que un mes de duelo será igual a uno; dos
meses, igual a dos, y así sucesivamente. Una vez que esta crucial decisión se toma, esto
es, una vez que se asume que “duelo” es una variable con propiedades numéricas, es
posible utilizar complejos métodos estadísticos para explorar la correlación entre estas
variables. Con este esquema, tal vez terminaríamos “descubriendo” que mientras más
joven es la madre más grande es el duelo, o tal vez a la inversa (y, con algo de suerte,
podríamos obtener un buen grado de significancia estadística). Sin embargo, es difícil
imaginar una teoría sociológica que proponga seriamente que el único aspecto crucial
del duelo es su duración en el tiempo, según la medición por encuestas. La duración
podría ser una de sus propiedades, pero no es la variable en sí misma. Al optar sólo por
un método numérico podríamos explorar la correlación entre “duelo” y “edad de la
madre”, pero estaríamos renunciando al estudio del significado de la muerte infantil
para las madres; esto es, renunciaríamos al estudio de la manera en que el duelo es
vivido subjetivamente por las madres.
Los métodos cualitativos
Los métodos cualitativos hacen énfasis en el estudio de procesos sociales. El supuesto
ontológico fundamental es que la realidad se construye socialmente y que, por lo tanto,
no es independiente de los individuos. A diferencia de los métodos cuantitativos, que se
concentran en el estudio “objetivo” de fenómenos externos a los individuos, los
métodos cualitativos privilegian el estudio “interpretativo” de la subjetividad de los
individuos, y de los productos que resultan de su interacción. El aspecto sociológico
central de esta perspectiva se refiere al significado que la realidad tiene para los
individuos y la manera en que estos significados se vinculan con sus conductas. Como
en el caso anterior, esta perspectiva supone varios presupuestos metateóricos que
conviene mencionar:
1) Una primera decisión se refiere al nivel de realidad que debe ser conocido, asociado
estrechamente a factores subjetivos, internos a los individuos. Los individuos son
concebidos como “actores interpretativos” cuya dimensión subjetiva es estructurada
inicialmente “por encuentros con objetos externos... [que] se internalizan con el proceso
de socialización” (Alexander, 1992: 21).
2) Al centrarse en la dimensión subjetiva de los individuos, se abre un enorme espacio
para la libertad de los individuos (en contraste con las “determinantes”
macrosociológicas), y su conceptuación como el punto de partida en la producción de
los fenómenos sociales. En consecuencia, en lugar de “leyes” sociales, se habla de
contingencias. El orden social es entendido como el resultado de la suma de
negociaciones intersubjetivas. Desde este punto de vista, se postula que son los actores
los que crean el orden social mediante la interacción social, y no a la inversa (el orden
social corno determinante de la producción de tipos específicos de actores).
3) Al enfatizar la importancia de las “contingencias” y de los factores subjetivos, se
favorece a la comprensión, más que a la explicación como el tipo de conocimiento
producible.
4) Para poder llevar a cabo una adecuada comprensión de los factores subjetivos, los
sujetos y las situaciones de estudio deben ser abordados en un plano de análisis micro,
de tal manera que las particularidades interpretativas de los procesos sociales puedan ser
aprehendidas.
5) La decisión metateórica previa implica que no es posible aspirar a elaborar una teoría
general de la cual el conocimiento de lo social pueda ser deducido. Ello se debe, ante
todo, a que no es posible elaborar teorías generales en una realidad dominada por
“contingencias”. En consecuencia, la perspectiva interpretativa opta por desarrollar el
conocimiento en forma inductiva. Las inducciones deben llevarse a cabo a partir de
observaciones específicas de individuos concretos y de sus interacciones (Glaser y
Strauss, 1967).
6) Con el fin de lograr un conocimiento interpretativo, los conceptos deben ser lo
suficientemente flexibles como para aprehender la múltiple diversidad de los
significados que los objetos pueden representar para los individuos, así como la
variedad de interpretaciones que los individuos pueden realizar sobre su entorno. En
consecuencia, más que con conceptos rigurosamente delimitados, se asume que sólo es
posible trabajar con conceptos sensibilizadores que, en vez de constituir un recorte
preciso de la realidad, representan “direcciones en las cuales mirar” (Blumer, 1969).
7) Como consecuencia de lo anterior, una última decisión se refiere al carácter
descriptivo, analítico y exploratorio que, se asume, debe imprimirse al ejercicio de la
ciencia social.
El cuadro 2 presenta un resumen de las características enunciadas y una comparación
con los métodos cuantitativos. Debe advertirse que este tipo de esquemas conllevan el
riesgo de simplificar las diferencias entre los métodos cualitativos y cuantitativos, hasta
el extremo de hacerlos aparecer como antagónicos. Se trata, sin embargo, de enfoques
que bien pueden ser complementarios, pues cada uno aborda aspectos que el otro deja
de lado.
CUADRO 2
Comparación esquemática
entre métodos cuantitativos y cualitativos
Tipo de decisión metodólogica Métodos Cuantitativos Métodos Cualitativos
1. Nivel de la realidad analizado Objetivo Subjetivo
2. Casualidad de los fenómenos
colectivos
Leyes Contingencias
3. Tipo de conocimiento generado Explicación Comprensión
4. Nivel de análisis Macro Micro
5. Forma de análisis Deducción Inducción
6. Tipo de Conceptos Definitivos Sensibilizadores
7. Tipo de ciencia social Explicativa y sintética Descriptiva, analítica y
exploratoria
Los métodos cualitativos en ciencias sociales incluyen, entre otros, la observación
participante, el análisis cara-a-cara, el análisis de textos, el análisis de entrevistas en
profundidad, el análisis conversacional, etc. (Denzin, 1970). Como en el caso de los
métodos cuantitativos, la validez interna y la validez externa constituyen problemas
metodológicos serios que no deben ser dejados de lado por el científico social
(Zetterberg, 1965). Sin embargo, en el caso de los métodos cualitativos, las respuestas
ofrecidas a estos problemas varían enormemente, dependiendo de la perspectiva que se
adopte. En un extremo (muy próximo a la postura positivista), algunos autores afirman
que en términos de validez no debería haber mayor diferencia con los métodos
numéricos: o hay, o no hay correspondencia entre el concepto y el “indicador” (validez
interna), así como hay o no hay correspondencia entre los hallazgos y la realidad
empírica (validez externa). En el otro extremo (radicalmente relativista), se afirma que
estas cuestiones carecen de sentido, pues cada situación social, dadas las cualidades
interpretativas de los actores, es “única” (incluyendo la del lector que lee —interpreta—
un texto científico), por lo que no cabe buscar parámetros que aseguren la
sustentabilidad del texto por sí mismo (Altheide y Johnson 1994).
Entre estos extremos, el problema de la validez de los métodos cualitativos ha sido
abordado de diversas maneras. Por razones de espacio no cabe aquí una revisión
detallada de esta discusión. Basta señalar que algunos autores se centran en la validez y
capacidad de generalización de los métodos etnográficos (Hammersley, 1992;
Schatzman y Strauss, 1973); otros discuten la situación de los estudios de caso
(Burawoy et al., 1991), o analizan el caso de los métodos de interpretación de textos
(Silverman, 1993; Atkinson, 1990) o bien sugieren criterios para evaluar la validez y
generabilicidad de estos métodos desde diversas perspectivas (Altheide y Johnson,
1994; Kirk y Miller, 1986), etcétera.
En todo caso, una característica general de los métodos cualitativos es que el científico
social debe registrar sus observaciones en forma escrita, y luego realizar un análisis
sistemático de esta información. Como en el caso de la estadística, este procedimiento
implica varios supuestos que determinan la naturaleza de los hallazgos obtenidos. En la
siguiente parte me concentraré en el análisis de estos supuestos, en particular en lo que
respecta a las transcripciones de entrevistas abiertas.
LA BÚSQUEDA DEL SIGNIFICADO EN EL ANÁLISIS CUALITATIVO
La obtención de la información
Existen diversas corrientes teóricas que tienen al análisis cualitativo como su método de
investigación. Entre ellas se encuentran la teoría fundamentada, la fenomenología, la
etnometodología, y muchas más. Estas corrientes difieren en función de diversos
postulados teóricos y, en última instancia, en la forma en que construyen su objeto. En
todo caso, lo que todas ellas tienen en común es su interés por definir a los significados
construidos socialmente como su principal objeto de estudio. El análisis que sigue es
válido para todas esas corrientes. Sin embargo, conviene elegir a una y sobre ella
“montar” la discusión, con el fin de evitar un análisis en exceso abstracto. Tomemos,
entonces, a la teoría fundamentada.
El objetivo principal de ésta es “generar una teoría que explique un patrón de conducta
que sea relevante y problemático para los involucrados” (Glaser, 1978: 93). El punto de
arranque de este abordaje cualitativo (originalmente propuesto por Glaser y Strauss,
1967) es el reconocimiento del vínculo indisoluble entre teoría y métodos. Desde un
marco simbólico-interaccionista (que se basa en las propuestas de Mead y Blumer), los
autores postulan que la tarea sociológica fundamental es la generación de teoría
mediante el desarrollo de categorías ad hoc que derivan en línea directa de la
información empírica, en lugar de tratar de “forzar” la información dentro de categorías
preestablecidas. Ciertamente no es posible aproximarse a la realidad sin ninguna
preconcepción de ella. El científico social requiere de algunas categorías que le
permitan observar el fenómeno bajo estudio. Pero como lo han sugerido Schwartz y
Jacobs (1984: 50), estas categorías son como los estereotipos y clisés que normalmente
usamos cuando somos presentados ante alguien a quien no hemos visto nunca antes. En
estos casos, intercambiamos una serie de preguntas y respuestas básicas acerca de cada
uno (nombre, ocupación, opinión sobre el clima, etc.), con el fin de identificar algún
tema más significativo y relevante, de modo que la conversación pueda enfocarse ahí.
De acuerdo con estos autores, utilizamos estos clisés y estereotipos con el fin de
deshacernos de ellos, y no con el de conversar acerca de ellos.
De manera semejante, la teoría fundamentada postula que la realidad social debe ser
abordada con el fin de descubrir problemas relevantes y significativos que ocurren en
ese momento; problemas que, por definición, no pueden detectarse con anticipación,
esto es, antes de que entremos en contacto con la realidad. De acuerdo con estos autores,
en la investigación sociológica estos clisés desempeñan el mismo papel que los
“conceptos sensibilizadores”: nos permiten aprehender las particularidades de la
situación bajo estudio, al mismo tiempo que nos facilitan continuar con las siguientes
etapas de nuestra investigación.
Eventualmente, estas “observaciones” son transformadas en “textos” por el
investigador, y la esencia del análisis cualitativo se realiza en este material escrito. Los
textos pueden ser notas personales, diarios de campo, transcripciones de entrevistas o
conversaciones, u otras.
Conviene, sin embargo, recordar que una característica distintiva del análisis cualitativo
(por lo menos de aquel propuesto desde la teoría fundamentada) es que la recolección de
la información no constituye una etapa diferente del proceso de análisis, como es el caso
en la investigación convencional. Por ejemplo, en las encuestas, el trabajo de campo es
las más de las veces independiente de la tarea de codificar y capturar la información de
los cuestionarios, y éstas son independientes del proceso de análisis. En el caso de la
teoría fundamentada, todas las fases del proceso de investigación ocurren
simultáneamente, de acuerdo con las necesidades que vayan resultando de la ejecución
del proyecto. Esto es lo que se conoce como muestreo teórico, un proceso en el que la
recolección de la información depende de la teoría que vaya surgiendo. En este sentido,
la sensibilidad teórica es la capacidad del investigador de “conceptuar y formular una
teoría en la medida en que ésta va emergiendo de la información” (Glaser y Strauss,
1967: 46). Mediante esta capacidad, el investigador deriva de la información los
conceptos que mejor se adaptan a la realidad y que, por consiguiente, son “relevantes” y
“funcionan” para explicar lo que pasa. Por lo demás, estos conceptos deben ser lo
suficientemente modificables de manera que puedan también responder a la variabilidad
de los procesos sociales (Glaser, 1978: 4).
A diferencia de los estudios cuantitativos, en los que el muestreo estadístico se utiliza
para verificar teorías previamente existentes, en la teoría fundamentada el muestreo
teórico se lleva a cabo con el fin de generar teoría relevante. En los primeros, el
principal criterio consiste en entrevistar a todos aquellos circunstancialmente incluidos
en la muestra, definida mediante procedimientos estadísticos. En la segunda, el criterio
es entrevistar a todos aquellos intencionalmente seleccionados dado que presentan
alguna relevancia teórica (Glaser y Strauss, 1967: 48). En consecuencia, la saturación
teórica constituye el principal criterio para decidir cuándo detener el proceso de
muestreo. Esta es entendida como el momento del proceso de investigación en el cual
ya no se obtiene información nueva, y en el que, por consiguiente, el científico social
puede darse a la tarea de desarrollar las propiedades y dimensiones de una categoría
dada (Glaser y Strauss, 1967: 61). En la medida en que la recolección de observaciones
continúa, la información es transformada en textos.
Las transformaciones de la información
Así como los métodos cuantitativos implican una serie de supuestos acerca de la
realidad social, así también los métodos cualitativos no están exentos de ciertos
supuestos que es preciso identificar.
A diferencia de los cuestionarios de respuestas cerradas, las entrevistas abiertas
permiten a los entrevistados abundar libremente acerca de las preguntas que se les
formulan. En ambos casos, sin embargo, las respuestas son registradas de alguna forma,
ya sea mediante el marcado de alguna de las respuestas ya existentes en el cuestionario,
o mediante el registro abierto de las mismas (grabación y transcripción, diario de
campo, etc.). Como dice Cicourel, las respuestas marcadas de un cuestionario cerrado
son como las perforaciones de una tarjeta IBM (o la captura en disco, diríamos ahora):
por sí mismas no significan nada absolutamente. Esto es debido a que el “código” con el
cual pueden ser transformadas en algo con significado se encuentra más allá del
cuestionario mismo, y que sólo puede ser provisto por la teoría sociológica que se está
utilizando como marco interpretativo (Cicourel, 1982:148). Algo similar puede decirse
respecto de la información obtenida mediante una entrevista etnográfica: es necesario
apoyarse en alguna teoría sociológica y referirse a un contexto sociocultural
históricamente específico con el fin de poder “interpretar” la información. Es, asimismo,
imperioso conocer las restricciones metodológicas que se imponen sobre esa
información.
Varios autores (Oakley, 1981; Blaxter y Paterson, 1982; Cornwell, 1984; Calnan y
Johnson, 1985), han notado que el escenario mismo de la entrevista afecta el tipo de
información que los individuos aportan. Cornwell, sin embargo, apoyándose en el
marco interpretativo que usa, ha enfrentado el problema brillantemente: mientras que en
las entrevistas estandarizadas las variaciones de este tipo “son tratadas como ‘un
problema de sesgo’ y los entrevistadores son entrenados con técnicas diseñadas para
superarlas..., [la investigación cualitativa] estas variaciones son aceptadas como una
parte de la realidad social que está siendo investigada y como una valiosa fuente de
información respecto de la manera en que los individuos se comportan ante extraños y
en una relación donde [clases sociales de ambos actores no son las mismas] (Cornwell,
1984: 16; paréntesis míos).
Por otro lado, al igual que los métodos estadísticos, cuya aplicación necesariamente
implica renunciar a una considerable cantidad de información cualitativa con el fin de
concentrarse en los aspectos comunes de las unidades bajo observación, los métodos
cualitativos implican un proceso selectivo al cual se somete la información. Al usar
métodos cualitativos, la primera cuestión de la que el científico social debe estar
consciente es que el mero hecho de grabar una entrevista abierta tiene una doble
consecuencia: por una parte, hace posible “fijar lo dicho”, es decir, rescatarlo de sus
formas perecederas y fijarlo “en términos susceptibles de consulta” (Geertz, 1989: 32).
Pero también implica la pérdida de una importante cantidad de información sobre
fenómenos que son inherentes al hecho, de hablar, como gestos, expresiones faciales,
ademanes, etc. Esta es la consecuencia de la primera de varias transformaciones a las
cuales la información (la entrevista) es sometida: de un hecho “real” a un registro
grabado.
Una segunda y crucial transformación ocurre cuando el contenido de la grabación es
transcrito y, consecuentemente, reducido a un “texto”. La transcripción textual de una
conversación (entre un investigador y un entrevistado) constituye la “descripción” de la
interacción verbal original. Sin embargo, otro conjunto de fenómenos inherentes al acto
de hablar, como el volumen, la entonación, el tono, el timbre y el ritmo de la voz, no
quedan registrados en la transcripción (Mishler, 1984: 22). Una consecuencia inmediata
es que es el texto —y no el discurso oral del cual deriva—, lo que se convierte en el
objeto de análisis. En consecuencia, un supuesto crucial debe ser identificado aquí: las
transcripciones de este tipo deben ser leídas “como si” representaran el habla real.
El lector de tales transcripciones normalmente no está consciente de este supuesto,
debido a que, a pesar de la ausencia de signos gramaticales que indiquen aquellos
aspectos mencionados (entonación, volumen, ritmo, etc.), el lector puede llenar estos
vacíos por intrapolación, la cual es posible mediante el sentido común, esto es, por
medio de la familiaridad que un determinado “miembro” (del mismo grupo que el
entrevistador y el entrevistado) puede tener del contexto social en el que la entrevista y
su transformación en texto ocurrió (Mishler, 1984: 28).
Una transformación adicional resulta del proceso de codificación. Si la medición
numérica es la imputación de números a dimensiones específicas de un fenómeno dado,
la codificación es una especie de acción evaluatoria nominal mediante la cual es posible
clasificar el material. En el análisis de contenido —el análisis cuantitativo de textos—
codificar significa asignarle un número a cada categoría, de manera que sea posible el
análisis estadístico de la información. Además de su falta de flexibilidad, otra limitación
muy importante del análisis de contenido es que a cada unidad codificable sólo se le
puede asignar una categoría, con el fin de no violar el supuesto de independencia entre
las mediciones, lo que ocurriría con múltiples códigos (Mishler, 1984: 42). Esto,
además de la dudosa existencia de isomorfismo entre la estadística y las significaciones
que se transmiten mediante el habla, hace a la codificación cuantitativa poco apropiada
para el análisis interpretativo. -
En el análisis cualitativo, la asignación de códigos constituye una identificación
preliminar de los hallazgos, dado que cada código normalmente “indexa” un amplio
conjunto de significados. Esto es, un código normalmente constituye un intento del
investigador por clasificar una palabra, una frase, o una sección del texto en categorías
específicas significativas que tengan sentido dentro del marco teórico que esté siendo
utilizado.
Una cuarta transformación de la información ya codificada tiene lugar cuando el
investigador convierte interpretativamente esos códigos en “significados”, es decir, en
explicaciones teóricamente consistentes de lo dicho. Por lo tanto, es necesario tener en
cuenta la distancia entre el fenómeno originalmente bajo estudio (el significado de un
discurso) y las sucesivas reducciones de la información: primero en casetes, después en
textos, en códigos y finalmente en interpretaciones. La figura 1 ilustra este proceso.
FIGURA 1
Transformaciones de la información
en los métodos cualitativos
OBSERVACIÓN-ENTREVISTA
GRABACIÓN
TEXTO (INTRAPOLACIÓN)
ODIFICACIÓN (CATEGORIZACIÓN)
NTERPRETACIÓN
Estamos, entonces, frente a una paradoja metodológica: una aproximación sistemática a
la información recolectada (entrevistas) requiere de un simultáneo distanciamiento. En
otras palabras, es necesario someter esta información a una serie de transformaciones
(grabación, transcripción, codificación, etc.) con el fin de analizarla sistemáticamente;
pero justamente estas transformaciones implican un paulatino empobrecimiento de la
información original.
Una interpretación errónea de esta paradoja puede llevar a creer que los estudios
cualitativos persiguen, en última instancia, un objeto demasiado elusivo que hace poco
factibles estos intentos. Su correcta interpretación, por el contrario, nos permite estar
conscientes de las limitaciones de un esfuerzo de esta naturaleza, lo cual a su vez
permite considerar aún más valiosos los hallazgos obtenidos mediante este método.
La generalización de los hallazgos
Dada su propia naturaleza, los métodos cualitativos suelen apoyarse en pequeñas
muestras, no representativas estadísticamente, de entrevistados. La pregunta obligada,
en consecuencia, se refiere a la validez de este abordaje. Pero el problema se resuelve si
se distingue entre inferencia estadística, por un lado, e inferencia lógica, por otro. La
estadística permite al investigador derivar conclusiones acerca de qué tan extensa (o
general) es la existencia de un fenómeno en la población donde la muestra fue tomada.
La inferencia lógica o teórica, por el contrario, “es el proceso mediante el cual el
analista deriva conclusiones acerca de la vinculación esencial entre dos o más
características en términos de algún esquema explicatorio sistemático —algún conjunto
de proposiciones teóricas—” (Mitchell, 1983: 200).
El abordaje usado en muchos de los estudios cualitativos no incluye a la inferencia
estadística, sino a la inferencia teórica. Esto, sin embargo, no significa que los que
utilizan esta última al trabajar con pequeñas muestras no puedan generalizar sus
hallazgos a la población en su conjunto; significa, simplemente, que la inferencia se
hace por otros medios metodológicamente diferentes de los estadísticos. Como lo señaló
Znaniecki: “Mientras que ambas formas de inducción tienden a alcanzar verdades
generales y abstractas respecto a datos concretos y particulares, la inducción numérica
abstrae mediante generalización, mientras que la inducción analítica generaliza
mediante abstracción” (Znaniecki, 1934: 250).
UN EJEMPLO DE ANÁLISIS CUALITATIVO
Se presenta aquí un ejercicio de codificación de un breve segmento de entrevista
realizada en 1988 en Ocuituco, una comunidad rural de 3,200 habitantes del noreste del
estado de Morelos. El objetivo es ilustrar la complejidad del enfoque cualitativo, así
como mostrar la necesidad de proceder de manera muy sistemática en el análisis. La
finalidad del proyecto del que forma parte esta entrevista es explorar desde una
perspectiva sociológica, la experiencia subjetiva de los ocuitecos sobre la salud y la
enfermedad, la reproducción y la anticoncepción, así como identificar, en el discurso de
los entrevistados, los principales factores sociales a los que se asocia dicha experiencia.
El segmento codificado se incluye al final de esta sección. El software utilizado es el
paquete Ethnograph (Seidel, 1995).
El primer punto notable es que la conversación se inició antes de que la entrevistadora
(Andrea) comenzara a grabarla. Aunque el lector puede imaginar el tipo de estrategias
utilizadas por la investigadora hasta este momento (presentación, saludos, explicación
de los propósitos de la entrevista, obtención de la aceptación, sondeos iniciales para
establecer el rapport, solicitud de permiso para activar la grabadora, etc.), en realidad
carecemos de información acerca de la manera en que esta etapa inicial (no grabada)
puede haber afectado el contenido del resto de la conversación. En otras palabras, el
lector no cuenta aquí con información sobre la forma en que la entrevistada (Dionisia)
definió la situación en un principio. Por lo tanto, debemos asumir que esta información
faltante no afecta (sesga o distorsiona) en forma significativa, la validez del análisis
subsiguiente.
La descripción de la conversación (i.e., el texto) comienza presentando a ambos actores
en una conversación sobre algo de reproducción en general. En consecuencia, se asigna
un código (Reproducc) al segmento comprendido entre las líneas 4-16. De las líneas 4 a
10 Dionisia provee información acerca de la edad que tenía cuando tuvo su primer
parto, por lo que se le asigna el código correspondiente (Edad 1parto). A partir de la
línea 17, Dionisia habla de su matrimonio, por lo que se atribuye este código al resto del
segmento. También, de las líneas 11 a la 16, la entrevistada provee información sobre la
edad que tenía cuando se casó, por lo que el segmento se codifica Edad 1mat. En el
segmento 11-13, la entrevistadora frasea su pregunta de tal manera que impone una
definición de la situación sobre la entrevistada, cuando dice “o sea que usted se casó
muy jovencita”. Como consecuencia de ello, no podemos saber si la palabra “todavía”
que aparece en la respuesta (línea 13) es un efecto de esta imposición, o si es de hecho
una palabra que indica la percepción real de Dionisia sobre este tema. A partir de la
línea 17 el tema gira en torno a las razones de haberse casado tan jovencita, por lo que
se codifica acordemente (Razón-matr). Esta sección comienza con una pregunta
formulada por Andrea, que comienza con las palabras “¿por qué?” (“¿y por qué se casó
tan joven?”). La pregunta “¿por qué?” es una solicitud de explicación, es decir, de
razones. Las razones pueden ser de dos tipos, ya sean motivos o causas (Bruyn, 1966).
Los motivos implican un proceso interpretativo (o un impulso interior) del entrevistado,
mientras que las causas se refieren más bien a fuerzas externas al individuo. En este
sentido, una pregunta que comienza con las palabras “por qué” es una pregunta
ambigua, de manera que el codificador debe estar consciente de las diferentes clases de
respuestas a que puede dar lugar.
Considérese, por ejemplo, el segmento contenido entre las líneas 18-20. La entrevistada
comienza aduciendo una causa para explicar su matrimonio temprano: “la ignorancia,
más que nada es la ignorancia”. Esta respuesta, al mismo tiempo, es una caracterización
de la propia persona, por lo que se codifica también así (auto-caract). Inmediatamente
después Dionisia continúa indicando lo que parece ser una controversia (“debate”) de la
que ella parece estar al tanto, o por lo menos una representación de tal controversia. Al
hacer explícita su posición negativa respecto de este asunto, Dionisia está también
sugiriendo que otras mujeres pueden tener este motivo (deseo de irse de la casa) como
la razón de un matrimonio temprano.
Esta sección (líneas 17-40) también ha sido codificada como “debate”. Bien puede ser
que diversos tipos de debates colectivos estén teniendo lugar en la comunidad al
momento de la entrevista. Si así fuera, ellos deben ser identificados con la mayor
precisión posible dado que el objetivo de esta investigación es, como se dijo arriba,
identificar, en el discurso de los entrevistados, los principales factores sociales a los
cuales se asocia la experiencia subjetiva de la reproducción y la anticoncepción.
Al señalar que ella no tuvo como motivo para casarse joven el deseo de salirse de su
casa, Dionisia provee también información indirecta sobre el tipo de interacción que ella
tenía con su madre (“mi mamá me dejaba salir en bailables de la escuela”). Esto es
codificado como interacción con la madre (interac-ma). Cabe esperar que diferentes
tipos de interacción aparecerán conforme avance el análisis (interacción con el esposo,
con los hijos, con los médicos, etc.), y que estos tipos, a su vez, se asocien con
diferentes patrones de experiencia subjetiva.
Entre las líneas 26-34, Dionisia provee información acerca de su escolaridad
(educación), y explica el hecho de que ella fue tarde a la escuela (a los 12 años) porque
su padre murió cuando ella era casi una recién nacida y, en consecuencia, tuvo que
quedarse en casa con su madre (codificado como “muerte”: cabe esperar que diversas
referencias a la muerte y al acto de morir aparecerán durante la codificación; conviene
registrarlas desde ya para eventualmente poder observar posibles patrones de
significaciones asociados con esta categoría).
El segmento 32-40 está codificado como “sexualidad” dado que contiene información
sobre la etapa en que Dionisia comenzó a sentirse atraída por personas del sexo opuesto.
No cabe duda de que, como tal, el código “sexualidad” es muy general. Sin embargo, el
codificador puede esperar que, conforme avance el análisis, será posible identificar
dimensiones y propiedades más específicas.
Entre las líneas 41 y 53 surge un tema que puede resultar crucial en esta investigación:
“violencia”. Es importante notar que nuevamente Dionisia hace referencia al debate
antes mencionado, pero esta vez haciendo explícito el vínculo entre el contenido de ese
debate y la experiencia de ser golpeada, vinculación que no estaba clara en el primer
segmento codificado como “debate” (17-40). Ser golpeada por la madre es otra forma
de interacción con ella, por lo que este segmento también es codificado como “interac-
ma”.
Las líneas 41-53 también contienen una referencia al fenómeno de cambio social. Es
interesante notar que la entrevistada vincula el hecho de que su madre acostumbraba
golpearla con su apreciación de que en épocas pasadas había un tipo de educación
diferente al actual. Esto podría estar sugiriendo que en la actualidad estas prácticas son
socialmente menos aceptables que antes. Si este fuera el caso, será interesante observar
cómo se asocia este hecho con el “debate” que posiblemente está ocurriendo en la
comunidad en torno a la violencia doméstica como uno de los motivos para casarse
pronto. En otras palabras: a) el “debate” puede ser real en la comunidad; b) uno de los
argumentos en este debate puede ser que las madres acostumbran golpear mucho a las
hijas; c) esto podría ser tomado por las hijas jóvenes como un motivo para casarse
pronto; d) al mismo tiempo, golpear a las hijas podría ser una práctica social con poca
aceptación social (a diferencia de lo que ocurría antes); e) si éste fuera el caso, habría
que observar que uno de los argumentos centrales de un debate público se refiere a la
existencia de una práctica “privada” no aceptada socialmente: uno esperaría encontrar
que la gente prefiere no hablar de ello.
Algunos datos adicionales sobre este tema aparecen en las líneas 43-47. Por una parte,
el segmento se refiere otra vez a uno de los tipos de interacción que tenía Dionisia con
su madre; por otra, también se hace referencia a la violencia. Pero, además de estos dos
códigos, un tercer tipo de información parece estar contenido en este segmento: al
afirmar que “sí me pegaba, pero tenía bastante razón, porque las madres no están locas,
no tienen nada de locas para que nomás así porque sí, lleguen y iórale!”, ¿está Dionisia
sugiriendo que hay otros actores sociales que sí están locos como para llegar y golpear
arbitrariamente?, ¿los esposos, por ejemplo?, ¿o los padres? En esta etapa del análisis es
difícil pensar en un código apropiado para registrar esta posible implicación. Pero la
hipótesis debe ser registrada en un memo, pues podría ser necesario recuperarla más
adelante (con el surgimiento de nuevas evidencias). En cualquier caso, si en efecto
resulta que uno de los motivos para casarse temprano es salir de la casa, este tipo de
matrimonio deberá ser categorizado también como “estrategias”, tal como lo sugiere
Dionisia en las líneas 49-51. En las líneas previas (47-51), es claro que la entrevistada
aduce una causa (la ignorancia), más que un motivo (“como mi mamá me pega yo me
voy a ir”) como la razón fundamental de su matrimonio temprano.
El análisis se complica cuando Andrea formula la siguiente pregunta. La entrevistadora
parece estar buscando un motivo para explicar el matrimonio temprano de la señora. En
consecuencia, hace una sugerencia en calidad de sondeo: “Entonces usted se casó
porque estaba enamorada” (líneas 54-55). Es importante notar otra vez la sutil
imposición de la entrevistadora: la palabra “entonces” al principio de la frase equivale a
las expresiones “por lo tanto”, o “entonces sólo nos queda una explicación”. La
cuidadosa respuesta de Dionisia (líneas 56-60) hace ver que ella está en desacuerdo con
la imposición de Andrea dado que ella tiene aún otra explicación, además de estar
enamorada: “simplemente porque el fulano me llamó la atención”. Aunque esta
respuesta podría ser codificada como un motivo, el contexto (en la entrevista) dentro del
cual esta afirmación fue formulada, y los matices que la acompañan (“pues”,
“simplemente”) nos permiten mantener la idea de que, tal como lo afirmó Dionisia
antes, la razón principal de su matrimonio temprano es una causa: “la ignorancia”.
A partir de la línea 61, la entrevistadora empieza a explorar una de las dimensiones
centrales de la investigación: el “conocimiento” de los diversos actores respecto a los
temas de la salud y la enfermedad y la reproducción. Ante la pregunta (ambigua) acerca
del grado de preparación que tenía para la vida matrimonial, Dionisia primero duda
(“fíjese que no, pero sí”), y después decide contarle a la entrevistadora acerca de los
“ideales” personales que tenía al casarse: todos sus hijos deberían ser del mismo padre.
El segmento es codificado también como “preparación” porque es la respuesta a una
pregunta al respecto. Y finalmente, el segmento también contiene información,
implícita, sobre la condición de la mujer-madre en los días en que Dionisia se casó: un
“ideal” de tener hijos sólo de un mismo padre puede corresponder a una realidad donde
lo contrario es lo que ocurre. El codificador debe detectar esta posibilidad y estar atento
para identificar evidencias y explicaciones sobre este fenómeno. En este punto también
vale la pena registrar en un memo la posibilidad de que estemos aquí nuevamente ante
un ejemplo de definiciones diferenciales de la situación: mientras que para la
entrevistadora “estar preparada para la vida matrimonial” significa algo así como “saber
algo sobre relaciones sexuales y reproducción”, para Dionisia, aparentemente, significa
sobre todo “tener un proyecto, un ideal, sobre cuál debe ser el principal resultado de
casarse”.
La insatisfacción de Andrea con la respuesta anterior la fuerza a ser más explícita en la
siguiente pregunta (líneas 76-78): ahora inquiere abiertamente sobre el conocimiento
que tenía Dionisia sobre su cuerpo. Interesantemente, Dionisia ofrece la respuesta más
breve posible (una palabra): “nada”. Más interesante aún es la respuesta de Dionisia al
sondeo de Andrea (“nada” ¿nada?”): la entrevistada parece indicar que la fuente
principal de conocimientos sobre su cuerpo era su propia percepción de signos y
síntomas corporales, principalmente aquellos manifestados mediante el dolor:
“solamente lo que a mí me dolía era.., la cabeza, me agarraban fuertes gripas, eso era lo
que yo sufría. De ahí para acá, yo no supe de nada” (líneas 82-85). El segmento es
codificado como “conocimiento” sobre “sexualidad”, pues responde a una pregunta
sobre estos temas. Sin embargo, es importante notar que algunas dimensiones de la
categoría “conocimiento” han comenzado a emerger: la fuente del conocimiento (“si me
duele, lo conozco”), el objeto del conocimiento (“sé que quiero a mis hijos del mismo
padre”), etc. De nuevo, debe ser registrado en un memo hasta que aparezcan nuevas
evidencias para refinar los hallazgos. El segmento analizado en este ejercicio concluye
en este punto.
+ Entrevista a señora Dionisia 1
+ Casada/63 años/8 hijos 2
#-REPRODUCC $-edad1parto
Dionisia: Sí, fíjese, que, que este, 4
de... Fue mujer, la primera y este, la 5 #
tuve a los 2 años de casada. 6 $
Andrea: ¿A los dos años de casada? 7
Dionisia: A los dos años 8
Andrea: ¿Cuántos años tenía usted? 9
Dionisia: 17. 10
$-MATRIMONIO %-EDADIMATR
Andrea: O sea que usted se casó muy 11
jovencita. 12 $
Dionisia: De 15, todavía ni ajustaba los 13 %
15. 14
Andrea: ¿Todavía no? 15
Dionisia: Todavía no 16
#-RAZÓN -MATR% -AUTOCARACT *DEBATE
Andrea: ¿Y por qué se casó tan joven? 17
Dionisia: Ay, pues mire, francamente, la 18 # % *
ignorancia, más que nada es la 19
ignorancia, porque ahora, en esta 20
época culpan a la madre, “que no, que 21
mi madre no me comprende, que mi madre 22
no me deja salir, que no que mi 23
% -INTERAC-MA
madre”. No es cierto, no es cierto 24
porque a mí mi mamá me dejaba salir; 25 %
mí mi mama me dejaba, me dejó salir en 26
@ -EDUCACIÓN & MUERTE
bailables en la escuela. Nada más dos 27
años fui a la escuela, porque ella era 28 @ ٨
sola, ella no tenía esposo, porque mi 29
papá se había muerto cuando yo tenía 8 30
meses. Entonces, yo nada más me crié 31
@ -SEXUALIDAD
con mi mamá. Entonces, pero mi mamá me 32
metió de 12 años a la escuela, pero la 33 @
inquietud me empezó cuando yo tenía 34
como 12, entonces, este, de los 35
muchachos, de los compañeros de la 36
escuela ¿verdad? Como yo ya era de, de 37
12 me metió a la escuela y ya de 13 38
empezaron las inquietudes, yo no voy a 39
culpar a mi madre, para nada. Que no 40
*-INTERAC-MA *-VIOLENCIA *-CAMBIO-SOC
que, que sí, a veces me pegaba, porque 41
ya ve que antes la educación fue muy 42 *
diferente. Entonces que sí me pegaba 43
pero tenía bastante razón, porque las 44
madres no están locas, no tienen nada 45
de locas para que nomás así porque sí 46
@-DEBATE
en y ¡órale!, no. Entonces, pues yo 47
francamente fue por la ignorancia, no 48 @
porque me pegara ni nada. Yo nunca 49
pensé: “no, pues como mi mamá me pega 50
yo me voy a ir”, no, no. Entonces 51
este, ya le digo, me faltaba un mes 52
para cumplir 15 años. 53
Andrea: ¿Entonces usted se casó porque 54
estaba enamorada? 55
Dionisia: Pues sí, simplemente. 56
Simplemente y porque él, el fulano me 57
llamó la atención, pero de ahí para 58
allá, no le voy a decir a usted que 59
por esta, que por esto otro. 60
Reflexiones teoricometodologicas sobre la investigacion cualitativa

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Reflexiones teoricometodologicas sobre la investigacion cualitativa

  • 1. Reflexiones teórico-metodológicas sobre la investigación cualitativa Ficha bibliográfica Martínez Salgado, Carolina. “Introducción al trabajo cualitativo de investigación”. Castro, Roberto. “En busca del significado: supuestos alcances y limitaciones del análisis cualitativo”. En Szasz, Ivonne y Susana Lerner (1996). Para comprender la subjetividad. Investigación cualitativa en salud reproductiva y sexualidad. El Colegio de México, México. INTRODUCCIÓN AL TRABAJO CUALITATIVO DE INVESTIGACIÓN CAROLINA MARTÍNEZ SALGADO 1 PRIMERAS IMPRESIONES Hay muchos caminos que conducen al terreno de la investigación cualitativa. Probablemente la perspectiva que de ella tenemos, las expectativas que nos genera y la manera en que la ponemos en práctica, tengan que ver con el campo de donde venimos y la vía por la que hemos llegado. Quisiera, por eso, empezar refiriéndome a cómo empezó para mí esta aventura. Mi quehacer profesional se ha dirigido, desde un principio, al estudio de los problemas de salud en el ámbito poblacional. Hasta hace algunos años mi trabajo se desarrollaba por entero en las áreas de la epidemiología y la sociodemografía, disciplinas que trabajan fundamentalmente con métodos de investigación cuantitativos. A finales de los ochenta tuve ocasión de estar cerca de la discusión sobre las limitaciones de procedimientos como el censo y la encuesta para profundizar en la comprensión de los procesos demográficos y su significado (Oliveira y García, 1986; Lerner y Quesnel, 1986; Jelin, Llovet y Ramos, 1986). Preocupaciones similares habían orientado también nuestras discusiones en el pequeño grupo de investigación del que yo formaba parte (Córdova et al., 1986 y 1989). Desde entonces empecé a interesarme cada vez más por las alternativas que ofrecían los métodos cualitativos. Pero fue hasta 1992 que pude dirigir de lleno mi trabajo hacia este terreno, gracias a una beca2 para desarrollar un proyecto que incluyó mi propia capacitación en ciertos procedimientos de tipo cualitativo y el desarrollo de un ejercicio empírico para mostrar su utilidad en la comprensión más profunda de algunos tópicos en el ámbito poblacional, entre ellos, desde luego, la problemática de salud. 3 Ésta fue la ruta por la que llegué al campo de la investigación cualitativa. 1 Departamento de Atención a la Salud, UAM-X. 2 Otorgada por el Fund for Leadership Development del Programa de Población de la Fundación MacArthur para los periodos 1992-1993, 1993-1994 y 1994-1995. 3 Los lineamientos generales que orientan este ejercicio empírico pueden revisarse en Martínez, 1992.
  • 2. De mis primeras impresiones al incursionar en este nuevo ámbito, hay dos que para mí fueron fundamentales. En primer lugar, el reconocimiento de las experiencias subjetivas tanto del observador como de las personas estudiadas y la importancia que se les concede como elementos de la investigación misma. En segundo, la multiplicidad de posiciones que hay en ese gran continente, que si bien dificultan al recién llegado orientarse en su interior, lo colocan frente a un amplio horizonte con gran riqueza y variedad de recursos. Entre las diversas obras que he tenido ocasión de revisar como parte de mi propio entrenamiento, me llamaron la atención algunos párrafos, en los cuales autores muy reconocidos —de corrientes bastante distintas— hablan de sus respectivos caminos hacia el campo de la investigación cualitativa, y en sus relatos encontré reflejadas algunas de esas primeras impresiones mías. Es muy probable que lo mismo ocurra a muchos de quienes se acercan a esta forma de trabajo. Pongo solamente dos ejemplos. 4 El primero está tomado de un texto de Michael Patton, un renombrado investigador estadounidense en el área de la evaluación, que se define a sí mismo como un pragmático dispuesto a adoptar la perspectiva que le parezca metodológicamente más adecuada para responder a sus preguntas de investigación: Mi entrenamiento profesional me expuso sólo a una perspectiva: el paradigma cuantitativo/experimental. Sólo a través de la práctica de la evaluación descubrí en los métodos cualitativos un conjunto completamente separado de posibilidades de investigación. Mi interés subsecuente en los paradigmas se ha centrado en la inquietud de que demasiada investigación, evaluación y análisis de política se basan en hábitos, más que en una respuesta metodológicamente adecuada a la situación. Las formas rutinarias de pensar y las cegueras paradigmáticas restringen la flexibilidad metodológica y la creatividad, y encierran a los investigadores dentro de patrones inconscientes de percepción y de comportamiento que disfrazan la naturaleza sesgada predeterminada de sus “decisiones” metodológicas… Las “decisiones” metodológicas tienden a derivarse de prescripciones disciplinarias, de la preocupación por el estatus científico, de viejos hábitos metodológicos y de la comodidad de permanecer dentro de los márgenes de lo que el investigador conoce mejor. El entrenamiento y la socialización académica tienden a sesgar a los investigadores en favor de ciertas aproximaciones y en contra de otras (Patton, 1990:37-38). El segundo está constituido por varios fragmentos de un emotivo texto de Daniel Bertaux, conocido sociólogo francés que en el momento de redactar este trabajo se mostraba ya mucho más entusiasta respecto a corrientes filosóficas como el marxismo y el estructuralismo, en aquel momento hegemónicas en Francia, que de la tradición positivista de la sociología empírica, de la que él mismo provenía: Una vez fui positivista. Pensaba que la sociología podía llegar a ser una verdadera ciencia, y estaba deseoso de hacerla más científica. Pensaba “entre más cuantifique, mejor”... Pero lo que realmente me despertó de mi sueño positivista fue un terremoto histórico: mayo de 1968 [en Francia]... Si hay algo que pueda llamarse conocimiento sociológico, la forma de alcanzarlo no es mediante la metodología cuantitativa. Y el principal obstáculo hacia él es precisamente la creencia en la sociología como ciencia, en una palabra: el positivismo... Lo que quisiera hacer aquí es mostrar que hay otra forma de practicar la sociología. Otra forma de hacer observaciones. Otra forma de analizarlas. Otra forma de escribir. Y, generalmente 4 Las citas textuales son traducciones libre de la autora sobre las versiones en el idioma original.
  • 3. hablando, otra forma de definir la relación de la sociología con la sociedad. […] Con base en el ejemplo de la aproximación por medio de la historia de vida, me gustaría decirle [a los investigadores “positivistas”] que su preocupación por la representatividad de las muestras, por el análisis de datos, por la prueba, puede ser alcanzada también con la aproximación “cualitativa” y que esta aproximación permite aun más: un acceso directo al ámbito de las relaciones sociales que constituyen, después de todo, la sustancia misma del conocimiento sociológico... estoy convencido de que el desarrollo de esta nueva aproximación tendrá lugar sólo con la ayuda de los [antes] positivistas. Ellos están listos para cambiar sus métodos y aproximaciones en cuanto se demuestre que nuevos métodos y aproximaciones “funcionan mejor”, porque creen en una ética de la validez científica, porque son “materialistas” espontáneos, y porque son completamente honestos […] (Bertaux, 1981: 29-32). Queda por mencionar otra fuerte sensación que experimenta quien empieza a introducirse al terreno de la investigación cualitativa: la de estar ante un término que puede tomar muy diversas connotaciones según el autor, el momento histórico, el quehacer profesional o el tipo de procedimiento que se esté revisando. Pero también de esto se han ocupado los investigadores que tienen una amplia experiencia en este estilo de trabajo (Denzin y Lincoln, 1994: X-XI; Tesch, 1990: 3-4; Patton, 1990: 65; Jacob, 1988: 16; Taylor y Bogdan, 1984). La investigación cualitativa, dicen Denzin y Lincoln, es un campo muy amplio que atraviesa disciplinas, problemas de investigación, métodos y perspectivas epistemológicas. Es un conjunto de prácticas interpretativas que no se encuentra ligado con una determinada teoría o paradigma en particular, ni es privativo de una u otra área del conocimiento, ni posee sus propios métodos, sino que se vale de las aproximaciones, los métodos y las técnicas de diversas disciplinas y perspectivas teóricas, como la etnometodología, la fenomenología, el feminismo, psicoanálisis, los estudios culturales, la teoría crítica, el positivismo y el postpositivismo, entre otros. Esto es lo que impide ofrecer una definición esencial del campo. De hecho, según estos autores, cualquier intento de dar tal definición requeriría un análisis cualitativo de las circunstancias en las que la definición se produjera. De manera que no hay que esperar encontrarse con un conjunto unificado de principios compartidos por numerosos estudiosos, sino con un campo marcado por tensiones y contradicciones que se expresan en las distintas definiciones y concepciones, paradigmas y estilos de investigación. Además, las preocupaciones de los practicantes de este estilo de trabajo varían de acuerdo con el área de su quehacer profesional: la enfermería, la antropología cultural, la educación, el trabajo social, la comunicación, la psicología, la historia, los estudios organizacionales, las ciencias médicas, la sociología. Por si esto no bastara, están las barreras derivadas de las diferencias nacionales, raciales, culturales y de género. Aun así, en el momento actual se le considera ya como un campo de estudio por derecho propio, en el cual puede anclarse con firmeza el trabajo de los investigadores interesados en él (Denzin y Lincoln, 1994: IX-XI). HISTORIA Y SITUACIÓN ACTUAL Al final de su libro introductorio a la investigación cualitativa —editado en Estados Unidos—, Taylor y Bogdan (1984: 245) hacen notar que aun cuando este tipo de estudios se han estado llevando a cabo desde el inicio de lo que ahora llamamos ciencias sociales, hasta ese momento habían sido muy pocos los investigadores dedicados a
  • 4. ellos, y que ése era un momento notable por el creciente interés que se empezaba a observar por esta forma de aproximación. Un año antes se había publicado en Francia un texto sobre la historia de vida en las ciencias sociales (Poirier et al., 1983) que podría verse también como un síntoma de esa especie de “reanimación” de la investigación cualitativa registrada por los autores de la época. En esta obra encontramos una versión sobre lo ocurrido con la modalidad de trabajo que ellos sustentan: Pueden distinguirse dos fases dentro de la historia de los relatos de vida. Después de la gran época de las life histories o life stories en Estados Unidos, siguió una caída en la afición a ellas, y luego en los años cincuenta en Europa se desarrolló un movimiento de gran amplitud y profundidad en favor de la recolección directa o indirecta de testimonios “vividos” —en todos los dominios: histórico, etnológico, psicológico, sociológico y literario... Nos parece ... que la recolección de los relatos de vida se inscribe en ... el cuadro de una evolución profunda de los métodos y de los principios de la creación estética y científica. Los relatos de vida quieren hacer hablar a la “gente del silencio” a partir de sus más humildes representantes: del pastor al emigrado, del obrero de fábrica al campesino... En el plano general de la historia de las ideas, parece que el movimiento actual —que se manifiesta bastante espectacularmente en favor de los relatos de vida— se inscribe en la línea de una dinámica de los procesos de creatividad literaria y científica: la preocupación por aproximarse cada vez más a lo real concreto... (Poirier, 1983: 22, 24) De esa misma época data un artículo de Bryman (1984), en Inglaterra, al que más adelante haremos referencia. La historia, sin embargo, ha sido larga y compleja, y ha dejado su huella. Me gustaría tomar una propuesta de periodización elaborada por Denzin y Lincoln (1994: 7- 11) que me parece de gran ayuda orientadora dentro de este ámbito, para reconocer las diversas tradiciones a las que se adscriben los autores que trabajan en él y enmarcar el momento actual dentro de las fases por las que la investigación cualitativa ha pasado durante el presente siglo. Esta versión de la historia nos proporciona también elementos para entender cómo se genera la multiplicidad de enfoques a la que ya hemos hecho referencia, por la coexistencia de cada una de las corrientes que han ido consolidándose a lo largo del siglo. Según este ordenamiento, las disciplinas humanas han pasado por cinco fases desde principios de siglo hasta nuestros días. Período tradicional Iría de 1900 (y antes) hasta la segunda guerra mundial (y un poco más adelante, digamos hasta 1950). Es un periodo en el que los estudios cualitativos se hacen predominantemente desde un paradigma científico positivista, preocupado por la objetividad, la validez y la confiabilidad, y se toma como objeto de estudio a personas extrañas, extranjeras, diferentes. El investigador sale al trabajo de campo y regresa para escribir un relato “objetivo” sobre una cultura de nativos de tierras distantes, relato que estructura bajo las normas de la etnografía clásica. Denzin y Lincoln retoman la crítica de R. Rosaldo a esta perspectiva, para señalar que tales textos se basaban en cuatro creencias: la necesidad de objetividad, la complicidad con el imperialismo, la etnografía como creadora de cuadros de las culturas estudiadas a la manera de piezas de museo (monumentalismo) y una especie de intemporalidad que parecería suponer que la cultura estudiada permanece igual a sí misma por siempre. Este modelo, que para
  • 5. algunos es como una especie de reliquia del pasado colonial, se mantiene hasta nuestros días, es capaz de presentar teorías bastante densas y complejas, y tiene aún mucho qué enseñar sobre cómo realizar trabajo de campo y cómo escribir teoría. Pero muchos de sus supuestos se han puesto en duda; por ejemplo, la pretensión de objetividad, sus tintes colonialistas y el monumentalismo. Trabajos clásicos de esta época serían: los de Malinowski, M. Mead y G. Bateson, entre otros. La llamada Escuela de Chicago, con su aproximación por medio de la historia de vida, pertenece también a esta época. Como veremos, de los trabajos de esta corriente se deriva una de las discusiones que caracterizan a los periodos más recientes, la que se refiere al investigador como autor que se adjudica el poder de representar la historia del sujeto a partir de la narración que éste le ha hecho. Periodo modernista o edad de oro Iría de la época de la posguerra hasta los años setenta, pero tiene todavía en nuestros días una fuerte presencia. En él los autores toman sus fundamentos de los preceptos que se generaron en los trabajos del periodo tradicional. El paradigma más poderoso es el postpositivismo, aunque las nuevas generaciones de graduados adoptan nuevas teorías interpretativas, como la etnometodología, la fenomenología, la teoría crítica y el feminismo. Una preocupación característica de esta etapa es la de formalizar los métodos cualitativos, como ilustran, entre otros, los conocidos textos de Taylor y Bogdan de 1984 y el ya clásico de Glaser y Strauss de 1967. Se estudian procesos sociales importantes y se desea dar voz a lo grupos menos favorecidos de la sociedad. Se procura hacer investigación cualitativa con el mismo rigor que se acostumbra en los estudios cuantitativos, se intenta ajustar la idea de validez interna y externa a modelos construccionistas e interaccionistas, y se considera importante la búsqueda de asociaciones causales. Los datos que se obtienen de entrevistas casi estructuradas con respuesta abierta y mediante observación participante se analizan de manera estadística, estandarizada. El trabajo cualitativo del periodo modernista “... se vistió con el lenguaje y la retórica del discurso positivista y postpositivista. Ésta fue la edad dorada del análisis cualitativo riguroso sostenido en la sociología por un lado, por Boys in White (Becker et al., 1961) y por el otro, por The Discovery of Grounded Theory (Glaser y Strauss, 1967)”, (Denzin y Lincoln, 1994: 8). Los autores hacen notar que esta fase llegó a su fin en un momento en el que la guerra de Vietnam era omnipresente en la vida estadunidense. Periodo de géneros borrosos El inicio y el fin de la tercera etapa estarían marcados, según esta periodización, por dos libros de Clifford Geertz, un investigador con gran influencia en su época. El primero de ellos, The Interpretation of Cultures, se publicó en 1973; el segundo, Local Knowledge, en 1983. Entre los planteamientos que aparecen en estas obras está la idea de abrir camino a nuevas modalidades de aproximación más plurales e interpretativas, cuyo punto de partida está en las representaciones culturales y su significado. El antropólogo, dice Geertz, hace una interpretación de otra interpretación, de manera que la suya no tiene por qué ser una voz privilegiada al escribir sobre la experiencia del sujeto que estudia, sino que es simplemente su interpretación de la interpretación que aquél le ha comunicado.
  • 6. Por entonces, Geertz hizo notar que las fronteras entre las ciencias sociales y las humanidades se estaban borrando, que había una especie de mezcla entre géneros como la ficción, la etnografía y los tratados teóricos, y que simultáneamente surgían nuevas formas de aproximación (el postestructuralismo, el neopositivismo, el neomarxismo, el deconstruccionismo). Cambiaba también la forma de comunicar los hallazgos de investigación: en lugar de artículos científicos se empezaron a escribir ensayos. Las reglas firmes sobre cómo debería ser un texto, cuáles eran los temas que ameritaban estudio y cuáles los estándares de evaluación se hacían igualmente borrosas. A juicio de Denzin y Lincoln, los paradigmas predominantes en este periodo fueron el postpositivista, el naturalista y el construccionista. Período de crisis de representación Esta fase podría fecharse de mediados de los ochenta a principios de los noventa, y se caracteriza por una honda ruptura en donde se hacen cada vez más patentes las consecuencias de los planteamientos iniciados en el periodo precedente. Las normas clásicas de la antropología, vigentes a principios de siglo, se han erosionado casi por entero. Surgen nuevas perspectivas en donde se reclama la consideración de las diferencias de clase, género y raza. Los criterios de validez, confiabilidad y objetividad se siguen discutiendo. Se hacen más comunes las teorías interpretativas que las teorías fundamentales (grounded theories), y se ponen en duda los modelos previos sobre la verdad y el significado. Se discute también sobre las relaciones entre el trabajo de campo y la comunicación de los hallazgos. Dos importantes supuestos de la investigación cualitativa se cuestionan: que el investigador pueda capturar directamente la experiencia vivida, este cuestionamiento es a lo que se denomina la crisis de representación. El segundo, que los criterios de validez, generalización y confiabilidad, tradicionalmente usados para evaluar e interpretar la investigación cualitativa, sean realmente adecuados para ello; esto es a lo que se denomina la crisis de legitimidad. Las dudas condujeron a reflexiones que han impulsado a esta modalidad de investigación hacia nuevas búsquedas. Para el problema planteado por la crisis de representación, se buscan respuestas a partir del reconocimiento de que lo que el investigador intenta es recrear en su texto la experiencia vivida por el sujeto en estudio, lo que desde luego no resuelve el asunto, pero lo plantea en un marco que problematiza la relación entre la experiencia y el texto. Sobre la crisis de legitimidad, la pregunta por responder es cómo podría evaluarse este tipo de estudio. Ambas crisis, por cierto, se vinculan: “... cualquier representación debe legitimarse a sí misma en términos de algún conjunto de criterios que permitan al autor (y al lector) hacer conexiones entre el texto y el mundo sobre el que se escribe” (Denzin y Lincoln, 1994: 11). Periodo posmoderno El quinto momento es el posmoderno o presente, que se inicia con la década actual. Es ésta una fase marcada por la doble crisis heredada del momento precedente, en la que surgen nuevas epistemologías procedentes de grupos que antes no se habían manifestado, y se tiende a realizar más investigación orientada hacia la acción desde perspectivas mas criticas frente a las situaciones sociales, y tendientes a remplazar las amplias narrativas por teorías mas locales, de mas pequeña escala, que tratan de ajustarse a problemas y situaciones específicos. En este periodo no se concede un lugar
  • 7. privilegiado o preponderante a ningún discurso, ni se considera que alguna teoría en particular sea la que posee la clave del conocimiento universal. Hay, para terminar, un fuerte peso de la tecnología, cuyos efectos a más largo plazo sobre la investigación cualitativa están por verse. Los autores de esta periodización nos advierten que esta historia, como cualquier otra, podría ser un tanto arbitraria, y que podría presentarse también como varias historias separadas, diferentes para cada uno de los campos disciplinarios involucrados. Un lector procedente de otro contexto bien podría, además, tener la impresión de que está elaborada desde la visión de un grupo de autores cuya perspectiva —como ellos mismos postulan— tiene los matices de su particular ubicación en un cierto momento histórico y una determinada región del mundo, para no hablar de su disciplina de origen, campo de trabajo, clase, raza y género. Pero esto no disminuye en nada la orientación que proporciona, ni el valor de las cuatro conclusiones que a partir de ella se plantean. Una, que todas y cada una de estas modalidades de investigación surgidas a lo largo del siglo se encuentran vigentes en la actualidad de manera simultánea y proporcionan la base para los trabajos que se desarrollan dentro de cada tradición. Otra, que este proceso por el que ha pasado la investigación cualitativa ha llevado a reconocer en el acto de investigar algo más de lo que permitían ver las perspectivas preocupadas por la neutralidad y la objetividad; ahora se reconoce que la investigación está influida por la situación de clase, raza, género y etnicidad, y que es, por tanto, un proceso multicultural. Las otras dos conclusiones me parecen especialmente interesantes, porque hacen ver a la época presente bajo la luz de una gran apertura a la búsqueda creativa de un más profundo conocimiento de nuestra situación en el mundo. Una de ellas sostiene que nunca antes se ofreció al investigador tal variedad de alternativas en cuanto a paradigmas, estrategias de investigación o métodos de análisis. La otra, que es éste un momento de descubrimientos y redescubrimientos en el que se debate sobre nuevas formas de ver, interpretar, argumentar y comunicar. Como ya decía al principio, esto supone dificultades para elegir ante tan amplio abanico, pero nos introduce también a un apasionante campo de investigación. El trabajo en los países de América Latina, dirigido a los problemas particulares que afectan a cada país y a las diversas regiones en cada uno de ellos, apenas empieza a hacerse. Nos encontramos en un momento en el que se abren interesantes posibilidades para quienes se ocupan de las ciencias sociales y humanas. Está ante nosotros — investigadores locales— el reto de emprender este camino hacia un más profundo conocimiento de nuestra compleja problemática. PARA QUÉ SIRVEN LOS ESTUDIOS CUALITATIVOS Sabemos ahora que nos encontramos en un campo impregnado por numerosas tensiones y contradicciones. Pero uno tiende a buscar al menos algunas coincidencias básicas; por ejemplo, cuáles son sus propósitos y qué es lo que podemos lograr por medio de esta forma de aproximación. Taylor y Bogdan (1984: 126-127) consideran que la mayor parte de los estudios cualitativos que van más allá de las meras descripciones toman dos direcciones, y al final de su libro reconocen una tercera. Estas tres direcciones son: a) el desarrollo de la teoría sociológica,
  • 8. b) la prueba y verificación de teorías existentes, y c) la aplicación de estos conocimientos a situaciones prácticas. Su texto está dirigido a quienes trabajan en alguna de las dos primeras direcciones, que son de corte académico. Los estudios cualitativos de naturaleza teórica tienen el propósito de explicar los hechos de la vida social de los sujetos estudiados en el entorno en el que se encuentran. La investigación cualitativa debe proporcionar una “descripción densa” de la vida social (según la concepción de Geertz, 1973), lo que supone una detallada presentación del contexto y del significado de los eventos relevantes para quienes se encuentran involucrados en ellos. Para avanzar en el desarrollo de teorías y conocimientos, la propuesta de Taylor y Bogdan es muy cercana a la de Glaser y Strauss (1967). Para probar o verificar propuestas sobre teoría social, el camino sería el de la inducción analítica. En cuanto a la tercera dirección, que es la de índole práctica, evaluativa, para la acción, Taylor y Bogdan remiten a la obra de Patton. La aproximación propuesta por Glaser y Strauss (1967) denominada Teoría Fundamentada (Grounded Theory) surge, entre otras cosas, de la convicción de que la generación de teoría se había convertido en una tarea bastante descuidada por los científicos sociales en la medida que los esfuerzos se concentraron en la prueba y verificación de teorías ya existentes; así, su propuesta esta destinada precisamente a permitir la generación de teorías, conceptos, hipótesis y proposiciones a partir de los datos, más que de supuestos previos, hallazgos de otras investigaciones o marcos teóricos ya existentes. Patton, ubicado en el terreno de la evaluación de programas, de políticas y de desarrollo de organizaciones, coincide con esta distinción entre la investigación académica básica, cuyo propósito es generar teoría, descubrir la verdad, buscar el conocimiento por el conocimiento mismo, y la investigación aplicada como la que él desarrolla, que tiene el objeto de informar a la acción, mejorar la toma de decisiones, aplicar el conocimiento a la solución de problemas humanos y sociales. Los contrastes que él establece entre algunos elementos de lo que denomina el método cuantitativo-experimental y el cualitativo-naturalista, pueden resultarnos de utilidad para identificar algunas características más de los métodos cualitativos, aun si es por oposición con los cuantitativos (Patton, 1990: 35-63). A diferencia de lo que se estila en la investigación cuantitativa, el diseño de la investigación cualitativa no se especifica por entero en el inicio, sino que se va desplegando conforme transcurre el trabajo de campo; se parte de un foco de interés, de ciertos planes para observar o entrevistar, de temas básicos por explorar, pero no de variables operacionales o de hipótesis que deban probarse. Esto demanda, entre otras cosas, cierta tolerancia a la incertidumbre y a la ambigüedad que estarán presentes durante el proceso, tanto por parte del investigador cualitativo como de las instituciones que lo evalúan y financian (lo que, como dice Patton, no es un problema menor). Para los métodos cuantitativos es fundamental la cuidadosa construcción y aplicación del instrumento con el que se recogerán los datos, que debe administrarse en una forma estandarizada de acuerdo con procedimientos prescritos para asegurar que mida lo que se supone que mide; la validez del estudio se encuentra anclada en el instrumento. Para el estudio cualitativo —siempre según Patton— el instrumento es el investigador mismo, de manera que la validez se encuentra estrechamente relacionada con la destreza, competencia y rigurosidad de la persona que ejecuta el trabajo de campo; de ahí el énfasis que se da en esta modalidad de trabajo a la necesidad de empatía y neutralidad por parte del investigador. Desde el punto de vista de autores como Patton,
  • 9. la posible “pérdida de rigor” atribuible a variaciones que se pueden originar en las más diversas situaciones (fatiga, entrenamiento, destreza, experiencia) es más que compensada por la flexibilidad, penetración y habilidad para construir conocimiento tácito, que son características del instrumento humano. Por lo que se refiere al tipo de resultados obtenidos, el cuestionario con preguntas cerradas que suele usarse en los estudios cuantitativos proporciona datos sistemáticos, estandarizados, fácilmente agregables, que pueden presentarse en un corto espacio para dar una versión sucinta de patrones estadísticamente generalizables, pero las preguntas estandarizadas sólo tocan la superficie de lo que esos datos significan. La entrevista de tipo cualitativo, en cambio, da lugar a relatos detallados y diversos en contenido, de mas difícil análisis porque no necesariamente hay respuestas sistemáticas ni estandarizadas. Su presentación requiere que se dé sentido a una información amplia y rica, que se identifiquen patrones significativos y se comunique la esencia de lo que datos revelan. Pero esta forma de trabajo permite conocer el punto de vista de los respondentes sin predeterminarlo mediante una selección previa de las categorías de un cuestionario, profundizar en algunos de los significados en el ámbito de la experiencia personal, obtener una comprensión del mundo más próxima a como lo ven los respondentes. Otro punto de referencia, en varios sentidos distinto de los anteriores, que me parece fundamental incorporar, es el de Bertaux (1981). Para mostrar algunas de las implicaciones que tendría la adopción de una perspectiva epistemológica diferente, este autor sigue paso a paso las etapas de un estudio diseñado desde la perspectiva que ha predominado en el mundo occidental —la positivista—, y propone para cada una de ellas las posibilidades que se derivan de esa otra perspectiva. Cuando un investigador se decide por un determinado tópico de investigación elige simultáneamente el significado social de su práctica profesional. La primera pregunta que hay que plantearse es ¿para quién trabajo?, ¿por qué estoy haciendo este proyecto de investigación? No es fácil dar una respuesta sincera a estas preguntas. Luego viene la elaboración y prueba de hipótesis; en las ciencias sociales, dice Bertaux, esta etapa se origina en una analogía superficial con las ciencias físicas, en un intento de establecer el carácter “científico” de las primeras de una manera epistemológicamente falsa y prácticamente estéril. Por lo que se refiere al uso de la encuesta, considera que ésta sería la técnica adecuada si por “relaciones sociales” se entendiera “relaciones entre variables”; mas cuando se las concibe a la manera en que los teóricos sociales de diversas corrientes han mostrado que son estas “relaciones sociales”, entonces habría que pensar en otras técnicas más adecuadas, como el trabajo histórico, la observación participante, la intervención o las historias de vida, por ejemplo. La elección de la población en estudio debería partir, también, de un planteamiento teórico: si se tratara de observar, por ejemplo, un conjunto de relaciones sociales, habría que determinar cuál conjunto de la totalidad social es el que sería pertinente elegir. Decidirse por seleccionar como población de estudio a “las mujeres” no sería lo más recomendable; pero podría serlo, en cambio, el estudio de las relaciones socialmente definidas entre los géneros. Bertaux discute también el asunto de la muestra y la representatividad; lo importante, como siempre, es conectar el pensamiento teórico con la observación empírica, camino por el cual se llegaría a un distinto concepto de representatividad, relacionado con el concepto de “saturación del conocimiento”. Se buscaría, entonces, una representatividad que fuera más allá del nivel morfológico (el de la descripción superficial), para llegar a uno sociológico (el de las relaciones socioestructurales). Para saber cuántos ciudadanos votarán en una elección, el nivel morfológico resultaría adecuado, pero para entender
  • 10. cómo se moldea la práctica de la votación y la elección de por quién votar, entonces el nivel sociológico sería relevante. Bertaux nos recuerda que los “objetos” que las ciencias sociales examinan son parlantes, aun más, son pensantes y lo que dicen tiene significado; además, el investigador es uno de ellos, un ser humano entre seres humanos. Con frecuencia las personas a las que estudia saben más de lo que pasa que el investigador mismo; este último tiene, sin embargo, algo que añadir, porque cada persona tiene un campo de percepción limitado, y es ahí donde el reto para la investigación social empieza: se trata de decir algo más sobre el todo del que forma parte el grupo en estudio, de unir los fragmentos de conocimiento que ha encontrado por uno y otro lado. Éste es el sentido que el autor le reconoce a la fase de “análisis de la información”: un proceso no sólo de análisis sino de síntesis, un proceso continuo de concentración en el ámbito a la vez invisible pero omnipresente de las relaciones sociales. Cuando esa red de relaciones se ha entendido, puede considerarse que se ha completado el “análisis”. En cuanto al principio de objetividad, nos remite a Ferraroti (1981), quien sostiene que dada la naturaleza particular de la realidad social, entre más íntimamente subjetivo sea el conocimiento sociológico, será más profundo y objetivo. La tarea primaria del científico social no es “probar” la veracidad del conocimiento que genera (sólo en la práctica social —esto es, en la historia— puede llegar a probarse algo), ni explicar cómo funcionan unas supuestas leyes inmutables, fijas, que rigen el comportamiento del mundo social; su tarea central es la de entender y describir en profundidad, por medio de conceptos teóricos si es necesario, el movimiento de las sociedades. Por último, describe la etapa de la comunicación de resultados. Ésta demanda, a su juicio, algo más que un simple informe; lo que importa es que la comunicación sea leída y que tenga sentido para la gente. Para ello se requieren, entre otras cosas, modalidades narrativas elaboradas con una estructura y un lenguaje muy distinto del que se usa en el artículo científico clásico. Quiero cerrar este repaso sobre algunas de las peculiaridades que parecen distinguir a la investigación cualitativa de la cuantitativa con la síntesis que ofrece Bryman (1984) en la primera parte de su artículo. La metodología cuantitativa, dice, es una aproximación a la investigación social a la manera de las ciencias naturales. Sus preocupaciones giran en torno a las definiciones operativas, la objetividad, la confiabilidad, la generalización, el establecimiento de relaciones de causalidad. El instrumento preferido en esta tradición es la encuesta, porque mediante los ítems del cuestionario se pueden poner en operación los conceptos, mantener la objetividad por medio de la distancia entre observador y observado, controlar la aplicación, lograr la replicabilidad mediante el uso del mismo instrumento en otro contexto, y tratar el problema de la causalidad con técnicas de análisis estadístico. La metodología cualitativa difiere de la anterior en varias cosas. Su preocupación básica es la comprensión del mundo social desde el punto de vista del actor, tema que aparece en la mayor parte de los escritos metodológicos de esta perspectiva. Esto supone que el investigador se involucra muy cercanamente con los sujetos de investigación. Hay un interés por conocer el contexto, para posibilitar así que el comportamiento de las personas pueda entenderse dentro del sistema de significados empleado por el grupo particular de la sociedad de que se trate. A diferencia de la aproximación cuantitativa, que tiende a ser rígida y fija, la cualitativa es fluida y flexible, se interesa en descubrir hechos nuevos, no anticipados, y se permite alterar los planes de investigación conforme a los hallazgos que se van obteniendo. Lo más interesante del artículo de Bryman, me parece a mí, es precisamente la argumentación que introduce sobre cómo los aspectos técnicos se cruzan con los
  • 11. epistemológicos para crear cierta confusión sobre el significado de lo que debe entenderse por cada uno de estos enfoques, cualitativo y cuantitativo. Creo que es éste un punto crucial para orientarse dentro del campo de la investigación cualitativa. INVESTIGACIÓN CUANTITATIVA O CUALLTATIVA ¿CUESTIÓN DE MÉTODO O DE PARADIGMA? Prácticamente todos los autores que se ocupan de la investigación cualitativa reconocen que en el fondo de la elección metodológica está la cuestión epistemológica (Guba y Lincoln, 1994; Tesch, 1990; Patton, 1990: 37-39; Bertaux, 1981; entre otros). La diferencia está en la importancia que cada uno de ellos da a esta elección, y en la posición que asumen frente a la compatibilidad entre unas y otras posturas epistemológicas. Las dos posibilidades extremas son la adscripción personal del investigador a una determinada tradición epistemológica, o la apertura a cualquier paradigma que se considere adecuado para trabajar sobre el problema que se investiga. El planteamiento de Bryman es una buena puerta para entrar a esta discusión. En el debate entre investigación cuantitativa y cualitativa, dice el autor, están entremezclados dos de los sentidos que tienen estos términos, esto es, su referencia a ellos como técnicas de la investigación social (por ejemplo, encuesta frente a observación participante) y su referencia a determinadas posiciones epistemológicas (positivismo frente a fenomenología, por poner un caso). El autor revisa las distintas connotaciones —técnica y epistemológica— que se dan a los términos cualitativo y cuantitativo en diversos trabajos, y concluye que no siempre hay correspondencia entre esos dos sentidos. Su opinión es que desde un punto de vista técnico no hay nada que impida la combinación de las dos perspectivas (cualitativa y cuantitativa), pero considera necesario subrayar que en cada una de ellas subyace cierta tradición epistemológica que no desaparece con este uso complementario. Así, el marco epistemológico de las técnicas cuantitativas es el empirismo o el positivismo lógico, mientras que las cualitativas se enmarcan en perspectivas como la fenomenológica, la búsqueda de la comprensión (verstehen) o el interaccionismo simbólico. El primer tipo de aproximación tiende a estudiar los eventos desde el exterior, a partir de un conjunto de intereses empíricos que se imponen a la realidad social con poca referencia al significado que las observaciones tienen para los sujetos investigados, que quedan como algo inerte. El segundo tipo se interesa fundamentalmente, como punto de partida empírico, por la perspectiva de los actores, cuya experiencia efectivamente vivida tratan de enfocar (pp. 77-78). El tratamiento que hacen Guba y Lincoln (1994: 99-105) nos permite profundizar aún más en esta discusión. Ellos sugieren que los términos cuantitativo y cualitativo deben reservarse para referirse a ciertos tipos de métodos, ambos susceptibles de aplicarse dentro de diversos paradigmas de investigación. Consideran, además, que la elección de método es secundaria a la elección de paradigma. Pero sugieren que para entrar a esta discusión conviene precisar qué es lo que se entiende por método, perspectiva epistemológica e incluso posición ontológica. Por paradigma entienden el sistema básico de creencias o visión del mundo que guía la acción del investigador. Se trata de construcciones humanas que se refieren a los primeros —o últimos— principios, cuya veracidad no puede nunca llegar a establecerse. Tales paradigmas involucran tres elementos: el ontológico (que plantea la pregunta básica sobre la naturaleza de la realidad y, de ahí, qué es lo que puede ser conocido), el
  • 12. epistemológico (que plantea la pregunta de cómo conocemos el mundo, y cuáles son las relaciones entre el investigador y el conocimiento), y el metodológico (que se centra en cómo procedemos para obtener ese conocimiento sobre el mundo). Su amplia revisión de las condiciones recientes de la investigación cualitativa actual les permite abrir el abanico de opciones paradigmáticas mucho más allá de la dicotomía que hasta aquí habíamos encontrado (positivismo versus fenomenología, procedimientos cuantitativos experimentales versus cualitativos naturalistas). Para ejemplificar las implicaciones de cada opción toman el caso de dos pares de posiciones: por un lado, el positivismo y el postpositivismo (al que llaman el “paradigma recibido”); por el otro, el constructivismo y la teoría crítica (a los que llaman “paradigmas alternativos”). Podemos darnos cuenta, a partir de las consideraciones que ahí se hacen, de que los principios básicos bajo los que operan los paradigmas positivista y postpositivista (validez interna, validez externa, confiabilidad y objetividad) merecen algunas críticas por parte de paradigmas alternativos como el interpretativista/construccionista y la teoría crítica. Estos últimos han remplazado tales principios para evaluar la calidad de los estudios cualitativos, por otros, como serían el de qué tan fidedignos y auténticos son los resultados obtenidos, o cuál es su utilidad y su capacidad de persuadir a aquellos a quienes se les presenta, puesto que cualquier conjunto de respuestas que se ofrezcan a cualquier pregunta son siempre construcciones humanas, y éstas no pueden ser incontrovertiblemente correctas, de manera que el valor de los resultados no puede lograr su fundamento sólo en la “prueba empírica”. Desde este punto de vista resulta fácilmente admisible la utilización de los métodos cualitativos y cuantitativos, solos o en forma complementaria, por cualquiera de los distintos paradigmas desde los cuales se emprenda una investigación. Empero, sería más discutible si los diversos paradigmas son compatibles entre sí, o cuáles de ellos lo son. Lo cierto es que la definición que cada investigador haga de su propia postura en este debate le ayudará a orientar sus decisiones dentro de este multiparadigmático campo. Ésta es también una decisión fundamental para determinar los procedimientos que se seguirían desde la elección del tópico de investigación hasta el diseño mismo del estudio, las técnicas de recolección utilizables, la manera de seleccionar a la población en estudio, la recolección y análisis de información, los criterios bajo los cuales se evaluará la calidad del estudio e incluso la forma de comunicar los resultados. UNA REFLEXIÓN FINAL Lazarsfeld, un reconocido investigador que en la periodización que revisamos pertenecería a la fase modernista, hacía una indicación que continúa siendo muy útil en nuestros días: antes de declararse partidario de los métodos cualitativos, es necesario tener claro a qué tipo de situaciones pueden ser aplicados, distinguir los diversos tipos de métodos de los que puede echarse mano y tener claro a qué se refiere exactamente la idea de métodos cualitativos (Boudon, 1972). Bryman, que como vimos escribe en uno de los periodos marcados por las más diversas búsquedas, nos recuerda la ya clásica respuesta de Trow (1957) —“lo que dicta cuál es el método de investigación adecuado es el problema que se investiga”—, pero señala además que la elección depende en buena medida de la formación (como ya decía Patton) y de las preferencias de cada investigador. Devereux, con una década de anticipación, profundiza en esa última dirección, y muestra que no sólo los aspectos racionales y científicos definen el rumbo de una investigación, y deja claro el papel de los componentes subjetivos.
  • 13. Los autores más cercanos al “paradigma recibido” prefieren enfatizar la cualidad objetiva, “científica”, de la opción tomada por el investigador, así que sostienen que el método adecuado se elige racionalmente de acuerdo con las necesidades del problema en estudio. El reconocimiento de los aspectos subjetivos y personales, cuyas raíces se remontan incluso a la biografía del investigador, es más característico de quienes trabajan desde alguno de los “paradigmas alternativos” que han florecido en los tiempos recientes. Esa conciencia del papel de las características y tendencias personales del investigador es algo que se convierte en un descubrimiento para todo aquel capaz de enfrentarlo. Los “paradigmas alternativos” consideran necesario no sólo reconocerlo, sino dar cuenta de estos elementos, incorporar al observador como el importante componente que es del escenario en el que investiga. Termino esta introducción, por eso, con unas reflexiones de Bertaux (1993: 136) que me parece podrían ser extendidas más allá de la sociología, a cualquier otra disciplina de la que se ocupe quien esté interesado en la investigación cualitativa: La elección de un método particular para estudiar tal o cual objeto sociológico no tiene nada de anodino. Compromete a la persona que hará la investigación a una determinada relación de campo, a ciertas prácticas existenciales; contiene en filigrana ciertas formas de pensamiento y excluye otras. En resumen, lo que está en juego en realidad son algunos años de la vida de un(a) sociólogo(a). En la medida en que él/ella controle la elección de su método, la decisión será tomada mucho más en función de inclinaciones profundas que de consideraciones racionales. Y está muy bien que sea así, porque para hacer un buen trabajo de investigación es necesario en principio desear hacerlo. La pasión es el motor del descubrimiento. EN BUSCA DEL SIGNIFICADO: SUPUESTOS, ALCANCES Y LIMITACIONES DEL ANÁLISIS CUALITATIVO ROBERTO CASTRO INTRODUCCIÓN Este capítulo contiene algunas precisiones sobre la naturaleza, los alcances y las limitaciones de los métodos cualitativos. La primera parte, necesariamente abstracta, está destinada a analizar las principales diferencias entre los métodos cualitativos y los cuantitativos. En vez de abordar esta comparación a la manera tradicional (en la que cada método se analiza en términos de lo que carece), he decidido comparar estos métodos en términos de sus propios supuestos. Esto necesariamente implica revisar el indisoluble vínculo entre teoría y métodos. La segunda parte provee un análisis más específico de los métodos cualitativos, como instrumentos indispensables de las ciencias sociales para la búsqueda del sentido de la acción. La exposición se centra en particular en el análisis cualitativo de textos, tales como las transcripciones de entrevistas, lo que permite identificar las diversas transformaciones (y reducciones) a las que debe someterse la información con el fin de ser analizada. La tercera parte contiene un ensayo de codificación de un segmento de entrevista. Con ello se busca demostrar, mediante un ejercicio concreto, la complejidad del esfuerzo analítico que acompaña al análisis cualitativo. Así, en este capítulo se transitará de lo abstracto a lo concreto en la discusión de los métodos cualitativos. Por último, el trabajo concluye haciendo énfasis
  • 14. en la necesidad de entender a los métodos cualitativos y cuantitativos como formas complementarias, más que antagónicas, de investigar la realidad. MÉTODOS CUANTITATIVOS Y CUALITATIVOS La existencia de paradigmas Durante los primeros 20 años posteriores a la segunda guerra mundial, la sociología “científica” era sinónimo de sociología “cuantitativa”, debido a la influencia positivista bajo la cual se había desarrollado: la objetividad, la rigurosidad, la confiabilidad, la validez y la verificación, es decir, los aspectos metodológicos centrales de las ciencias físico-naturales se convirtieron también en la aspiración fundamental de los científicos sociales. Sólo durante los últimos 25 años ha tenido lugar un resurgimiento de los métodos cualitativos, esencialmente como una reacción ante las limitaciones del método positivista (Baldus, 1990). Dicho resurgimiento ha transformado la identidad de las ciencias sociales. Muchos científicos sociales se han alejado del ideal físico-natural de antaño, y se han acercado a las humanidades, y más que buscar leyes sociales que expliquen las determinantes de la conducta, se interesan por analizar el sentido que los individuos atribuyen a sus actos y a su entorno. En vez de ver la sociedad como un organismo vivo o como una célula, la ven como un gran teatro o como un juego trascendente. En lugar de imaginar al científico social como un técnico de laboratorio que estudia su objeto con absoluta objetividad e imparcialidad, lo ven como un narrador que no logra dejar de ser parte de su propia narración. Para estos científicos sociales, los instrumentos de las llamadas ciencias duras han cedido su lugar a las metáforas de las humanidades. Como señala Geertz, hoy las ciencias sociales se interesan más por la clase de cosas que unen crisantemos y espadas, que por las que unen planetas y péndulos (Geertz, 1991: 63). El cuadro 1 resume muy genéricamente esta transición. Paradójicamente, lo menos importante en este vuelco de las ciencias sociales hacia los métodos cualitativos son los métodos en sí mismos. En un sentido muy general, éstos se reducen a acciones: observar, preguntar, escuchar, registrar y examinar (Schwandt, 1994). El giro hacia los métodos cualitativos significa, ante todo, la adopción de un paradigma epistemológico alternativo que se daba por sentado dentro del enfoque positivista. Los métodos no son medios neutrales para obtener información respecto de la realidad social. La opción por los métodos cualitativos implica que un conjunto de supuestos metateóricos acerca de dicha realidad han sido aceptados de antemano.
  • 15. CUADRO 1 De la ciencia social positivista a la interpretativa Variables Enfoque positivista Enfoque interpretativa 1. Origen de la conducta humana Leyes externas como determinantes de la conducta Sentido interpretativo subjetivo de la acción 2. Caracterización de la sociedad Semejante a un organismo vivo o a una célula Semejante a un gran teatro o juego 3. Caracterización del científico social Semejante a un técnico de laboratorio Semejante a un narrador que es parte de su propio relato 4. Recursos de investigación preferidos Instrumentos de las Ciencias duras Metáforas de las humanidades Según Guba y Lincoln (1994: 108), “los paradigmas pueden ser vistos como un conjunto de creencias básicas (o metafísicas) relacionadas con principios últimos. Representan una visión del mundo que define, para quien los detenta, la naturaleza del ‘mundo’, el lugar de los individuos en él, y el rango de posibles relaciones con ese mundo y sus partes, tal como hacen, por ejemplo, las cosmologías y las teologías. Las creencias son básicas en el sentido de que deben ser aceptadas sobre la base de la fe (cursivas en el original)”. Cada paradigma responde a tres preguntas estrechamente interrelacionadas, que suponen una estructura social y un tipo de actor específicos, así como una forma particular de conocerlos. De acuerdo con estos autores, estas preguntas se refieren a tres cuestiones: a) La cuestión ontológica, que exige una definición respecto de la forma y la naturaleza de la realidad, y de lo que se puede conocer de ella. Por ejemplo, si se asume la existencia de un mundo “real”, cognoscible en sus propios términos, entonces se asume también que pueden conocerse cómo son en realidad las cosas; se asume que sólo cabe formular preguntas relacionadas con asuntos “reales”, mientras que preguntas relacionadas con asuntos subjetivos no son aceptables. b) La cuestión epistemológica, que exige una definición respecto al tipo de relación que se establece entre el científico que conoce y la realidad que se conoce. Si respecto de la cuestión ontológica se dijo que hay una realidad “objetiva”, entonces respecto a la cuestión epistemológica la postura del científico debe ser de distanciamiento y objetividad, precisamente para poder conocer la realidad sin sesgos. Sin embargo, si respecto de la cuestión ontológica se dijo que sólo tenemos acceso a la “realidad” por conducto de las interpretaciones subjetivas que de la construcción social de la misma se hacen, entonces la postura del científico debe considerar que el conocimiento de la realidad está necesariamente en función del contexto y del discurso que se usa. c) La cuestión metodológica, que exige una definición respecto de los métodos específicos con los que se puede conocer la realidad. Si respecto de las cuestiones ontológica y epistemológica se dijo que la realidad cognoscible es “real”, independiente del sujeto, entonces los métodos deben incluir mecanismos que permitan el control de “variables confusoras”, la verificación, la replicabilidad y, en general, todo lo que permita un conocimiento “objetivo”. Si, en cambio, respecto de aquellas cuestiones se dijo que la realidad sólo es cognoscible mediante interpretación, y que la interpretación
  • 16. es reflexiva respecto del contexto y del discurso, entonces los métodos deben incluir procedimientos que privilegien el conocimiento de los mecanismos interpretativos que usamos. Los métodos cuantitativos suponen respuestas a estas preguntas, diferentes de las que implican los métodos cualitativos. Vale la pena detenerse brevemente en este aspecto. Los métodos cuantitativos Los métodos cuantitativos enfatizan la relación entre variables y privilegian la medición y el análisis de relaciones causales entre variables. El supuesto ontológico fundamental es que existe una realidad social que es independiente de los individuos, y que es cognoscible mediante procedimientos objetivos, sobre todo mediante la cuantificación. Esta perspectiva, en consecuencia, supone varias decisiones metateóricas: 1) Una primera decisión se refiere al nivel de realidad que debe ser conocido, asociado estrechamente a los factores objetivos, externos a los individuos. Los individuos son conceptuados como “juguetes de una ilusión de libertad” (Durkheim, 1978: 32), que en realidad están determinados por aquellos factores. 2) Se piensa que esos factores objetivos constituyen patrones regulares, cuyas leyes pueden ser conocidas. 3) Al enfatizar la importancia de las “leyes” sociales que existen en la realidad y que determinan la conducta de los individuos, se privilegia a la explicación como el tipo de conocimiento producible. 4) Al postular que la conducta humana puede explicarse en relación con las leyes sociales, se tiende a favorecer un nivel de análisis macro que permita la generalización de los hallazgos. 5) Dado que se asume que los fenómenos sociales presentan patrones recurrentes y generales, se postula que es posible elaborar teorías sociales generales. En consecuencia, el conocimiento puede desarrollarse por medio de una lógica hipotética- deductiva, en la que la falsación constituye uno de los puntos modales de la actividad científica. 6) Con el fin de permitir la verificación, se asume que es posible recortar la realidad en forma precisa, y que este recorte se puede lograr, en primera instancia, por medio de conceptos bien delimitados. 7) Finalmente, y consecuencia de lo anterior, una última decisión se refiere al carácter explicativo y sintético (de grandes cantidades de información) que, se asume, es posible imprimir al discurso científico-social. La característica central de los métodos cuantitativos es la medición numérica que aplican a los fenómenos, observados. La estadística constituye un instrumento apropiado para medir fenómenos “objetivos” y “regulares”, así como para estimar su variabilidad y su grado de generalización. Más aún, por definición la estadística es un instrumento sintetizador por excelencia, que permite manejar grandes cantidades de información para reducir las a unas cuantas categorías. La estadística, sin embargo, no es una herramienta específicamente creada para realizar estudios sociales. Por el contrario, deriva directamente de la teoría matemática y, por lo tanto, su aplicación implica otro conjunto de supuestos metateóricos. Como ha señalado Cicourel (1982), los sistemas matemáticos (axiomáticos) cifrados, están compuestos simplemente por símbolos relacionados por verdades lógicas o tautologías. Esto es,
  • 17. dichos sistemas no se refieren al mundo “real”. “La sustitución de los símbolos y verdades lógicas de un sistema axiomático cifrado, abstracto, por términos descriptivos y enunciados empíricos (por ejemplo, los de la sociología) conduce a un sistema descifrado. Los axiomas o postulados de un sistema axiomático cifrado pueden convertirse en las leyes científicas de un sistema descifrado. Por tanto, los sistemas axiomáticos descifrados exigen que se demuestre una correspondencia entre los elementos, relaciones y operaciones de los sistemas matemático y sustantivo en Cuestión” (Cicourel, 1966: 35; paréntesis y cursivas míos). Si esta correspondencia se da, se dice que los dos sistemas son isomórficos. Lo importante aquí es “cómo suponen tales isomorfismos los sociólogos que construyen o emplean ‘modelos matemáticos’ y ‘modelos de medida’ con teorías implícitas y qué consecuencias se siguen para la teoría y el método” (Cicourel, 1982: 36). En otras palabras: cuando se decide aplicar métodos cuantitativos para estudiar un fenómeno social dado, se asume que las propiedades lógicas básicas de la estadística también existen en el fenómeno bajo estudio. En tal caso, la aplicación de métodos estadísticos constituye simplemente una estrategia para analizar mejor las relaciones lógicas existentes entre los diferentes componentes del fenómeno estudiado. De lo anterior se deriva una doble consecuencia: por una parte, el cientista social debe estar consciente del supuesto de isomorfismo al aplicar métodos cuantitativos; en consecuencia, el marco teórico utilizado debe suponer (explícita o implícitamente) que el fenómeno estudiado posee propiedades numéricas. Asimismo, debe estar consciente de las consecuencias de aplicar métodos numéricos en el caso de que el supuesto de isomorfismo no se cumpla: el método forzaría la naturaleza de los hallazgos e impondría sobre ellos relaciones carentes de sentido, aun en el caso de que las pruebas de significancia resultaran satisfactorias. Por ejemplo, la mortalidad infantil puede ser estudiada estadísticamente, y es posible identificar correlaciones significativas con la edad de la madre. Las propiedades numéricas de las variables “número de hijos muertos” y “edad de la madre” son lo suficientemente claras como para poder seguir reglas matemáticas para explorar las características agregadas de este fenómeno. Pero supongamos que lo que interesa no es la mortalidad infantil en sí misma, sino el dolor y el duelo que normalmente resulta de cada una de estas muertes. Podríamos asumir que “duelo” es una variable con propiedades numéricas, o podríamos atribuírselas arbitrariamente. Así, podríamos decidir que un mes de duelo será igual a uno; dos meses, igual a dos, y así sucesivamente. Una vez que esta crucial decisión se toma, esto es, una vez que se asume que “duelo” es una variable con propiedades numéricas, es posible utilizar complejos métodos estadísticos para explorar la correlación entre estas variables. Con este esquema, tal vez terminaríamos “descubriendo” que mientras más joven es la madre más grande es el duelo, o tal vez a la inversa (y, con algo de suerte, podríamos obtener un buen grado de significancia estadística). Sin embargo, es difícil imaginar una teoría sociológica que proponga seriamente que el único aspecto crucial del duelo es su duración en el tiempo, según la medición por encuestas. La duración podría ser una de sus propiedades, pero no es la variable en sí misma. Al optar sólo por un método numérico podríamos explorar la correlación entre “duelo” y “edad de la madre”, pero estaríamos renunciando al estudio del significado de la muerte infantil para las madres; esto es, renunciaríamos al estudio de la manera en que el duelo es vivido subjetivamente por las madres. Los métodos cualitativos Los métodos cualitativos hacen énfasis en el estudio de procesos sociales. El supuesto ontológico fundamental es que la realidad se construye socialmente y que, por lo tanto,
  • 18. no es independiente de los individuos. A diferencia de los métodos cuantitativos, que se concentran en el estudio “objetivo” de fenómenos externos a los individuos, los métodos cualitativos privilegian el estudio “interpretativo” de la subjetividad de los individuos, y de los productos que resultan de su interacción. El aspecto sociológico central de esta perspectiva se refiere al significado que la realidad tiene para los individuos y la manera en que estos significados se vinculan con sus conductas. Como en el caso anterior, esta perspectiva supone varios presupuestos metateóricos que conviene mencionar: 1) Una primera decisión se refiere al nivel de realidad que debe ser conocido, asociado estrechamente a factores subjetivos, internos a los individuos. Los individuos son concebidos como “actores interpretativos” cuya dimensión subjetiva es estructurada inicialmente “por encuentros con objetos externos... [que] se internalizan con el proceso de socialización” (Alexander, 1992: 21). 2) Al centrarse en la dimensión subjetiva de los individuos, se abre un enorme espacio para la libertad de los individuos (en contraste con las “determinantes” macrosociológicas), y su conceptuación como el punto de partida en la producción de los fenómenos sociales. En consecuencia, en lugar de “leyes” sociales, se habla de contingencias. El orden social es entendido como el resultado de la suma de negociaciones intersubjetivas. Desde este punto de vista, se postula que son los actores los que crean el orden social mediante la interacción social, y no a la inversa (el orden social corno determinante de la producción de tipos específicos de actores). 3) Al enfatizar la importancia de las “contingencias” y de los factores subjetivos, se favorece a la comprensión, más que a la explicación como el tipo de conocimiento producible. 4) Para poder llevar a cabo una adecuada comprensión de los factores subjetivos, los sujetos y las situaciones de estudio deben ser abordados en un plano de análisis micro, de tal manera que las particularidades interpretativas de los procesos sociales puedan ser aprehendidas. 5) La decisión metateórica previa implica que no es posible aspirar a elaborar una teoría general de la cual el conocimiento de lo social pueda ser deducido. Ello se debe, ante todo, a que no es posible elaborar teorías generales en una realidad dominada por “contingencias”. En consecuencia, la perspectiva interpretativa opta por desarrollar el conocimiento en forma inductiva. Las inducciones deben llevarse a cabo a partir de observaciones específicas de individuos concretos y de sus interacciones (Glaser y Strauss, 1967). 6) Con el fin de lograr un conocimiento interpretativo, los conceptos deben ser lo suficientemente flexibles como para aprehender la múltiple diversidad de los significados que los objetos pueden representar para los individuos, así como la variedad de interpretaciones que los individuos pueden realizar sobre su entorno. En consecuencia, más que con conceptos rigurosamente delimitados, se asume que sólo es posible trabajar con conceptos sensibilizadores que, en vez de constituir un recorte preciso de la realidad, representan “direcciones en las cuales mirar” (Blumer, 1969). 7) Como consecuencia de lo anterior, una última decisión se refiere al carácter descriptivo, analítico y exploratorio que, se asume, debe imprimirse al ejercicio de la ciencia social. El cuadro 2 presenta un resumen de las características enunciadas y una comparación con los métodos cuantitativos. Debe advertirse que este tipo de esquemas conllevan el
  • 19. riesgo de simplificar las diferencias entre los métodos cualitativos y cuantitativos, hasta el extremo de hacerlos aparecer como antagónicos. Se trata, sin embargo, de enfoques que bien pueden ser complementarios, pues cada uno aborda aspectos que el otro deja de lado. CUADRO 2 Comparación esquemática entre métodos cuantitativos y cualitativos Tipo de decisión metodólogica Métodos Cuantitativos Métodos Cualitativos 1. Nivel de la realidad analizado Objetivo Subjetivo 2. Casualidad de los fenómenos colectivos Leyes Contingencias 3. Tipo de conocimiento generado Explicación Comprensión 4. Nivel de análisis Macro Micro 5. Forma de análisis Deducción Inducción 6. Tipo de Conceptos Definitivos Sensibilizadores 7. Tipo de ciencia social Explicativa y sintética Descriptiva, analítica y exploratoria Los métodos cualitativos en ciencias sociales incluyen, entre otros, la observación participante, el análisis cara-a-cara, el análisis de textos, el análisis de entrevistas en profundidad, el análisis conversacional, etc. (Denzin, 1970). Como en el caso de los métodos cuantitativos, la validez interna y la validez externa constituyen problemas metodológicos serios que no deben ser dejados de lado por el científico social (Zetterberg, 1965). Sin embargo, en el caso de los métodos cualitativos, las respuestas ofrecidas a estos problemas varían enormemente, dependiendo de la perspectiva que se adopte. En un extremo (muy próximo a la postura positivista), algunos autores afirman que en términos de validez no debería haber mayor diferencia con los métodos numéricos: o hay, o no hay correspondencia entre el concepto y el “indicador” (validez interna), así como hay o no hay correspondencia entre los hallazgos y la realidad empírica (validez externa). En el otro extremo (radicalmente relativista), se afirma que estas cuestiones carecen de sentido, pues cada situación social, dadas las cualidades interpretativas de los actores, es “única” (incluyendo la del lector que lee —interpreta— un texto científico), por lo que no cabe buscar parámetros que aseguren la sustentabilidad del texto por sí mismo (Altheide y Johnson 1994). Entre estos extremos, el problema de la validez de los métodos cualitativos ha sido abordado de diversas maneras. Por razones de espacio no cabe aquí una revisión detallada de esta discusión. Basta señalar que algunos autores se centran en la validez y capacidad de generalización de los métodos etnográficos (Hammersley, 1992; Schatzman y Strauss, 1973); otros discuten la situación de los estudios de caso (Burawoy et al., 1991), o analizan el caso de los métodos de interpretación de textos (Silverman, 1993; Atkinson, 1990) o bien sugieren criterios para evaluar la validez y generabilicidad de estos métodos desde diversas perspectivas (Altheide y Johnson, 1994; Kirk y Miller, 1986), etcétera. En todo caso, una característica general de los métodos cualitativos es que el científico social debe registrar sus observaciones en forma escrita, y luego realizar un análisis
  • 20. sistemático de esta información. Como en el caso de la estadística, este procedimiento implica varios supuestos que determinan la naturaleza de los hallazgos obtenidos. En la siguiente parte me concentraré en el análisis de estos supuestos, en particular en lo que respecta a las transcripciones de entrevistas abiertas. LA BÚSQUEDA DEL SIGNIFICADO EN EL ANÁLISIS CUALITATIVO La obtención de la información Existen diversas corrientes teóricas que tienen al análisis cualitativo como su método de investigación. Entre ellas se encuentran la teoría fundamentada, la fenomenología, la etnometodología, y muchas más. Estas corrientes difieren en función de diversos postulados teóricos y, en última instancia, en la forma en que construyen su objeto. En todo caso, lo que todas ellas tienen en común es su interés por definir a los significados construidos socialmente como su principal objeto de estudio. El análisis que sigue es válido para todas esas corrientes. Sin embargo, conviene elegir a una y sobre ella “montar” la discusión, con el fin de evitar un análisis en exceso abstracto. Tomemos, entonces, a la teoría fundamentada. El objetivo principal de ésta es “generar una teoría que explique un patrón de conducta que sea relevante y problemático para los involucrados” (Glaser, 1978: 93). El punto de arranque de este abordaje cualitativo (originalmente propuesto por Glaser y Strauss, 1967) es el reconocimiento del vínculo indisoluble entre teoría y métodos. Desde un marco simbólico-interaccionista (que se basa en las propuestas de Mead y Blumer), los autores postulan que la tarea sociológica fundamental es la generación de teoría mediante el desarrollo de categorías ad hoc que derivan en línea directa de la información empírica, en lugar de tratar de “forzar” la información dentro de categorías preestablecidas. Ciertamente no es posible aproximarse a la realidad sin ninguna preconcepción de ella. El científico social requiere de algunas categorías que le permitan observar el fenómeno bajo estudio. Pero como lo han sugerido Schwartz y Jacobs (1984: 50), estas categorías son como los estereotipos y clisés que normalmente usamos cuando somos presentados ante alguien a quien no hemos visto nunca antes. En estos casos, intercambiamos una serie de preguntas y respuestas básicas acerca de cada uno (nombre, ocupación, opinión sobre el clima, etc.), con el fin de identificar algún tema más significativo y relevante, de modo que la conversación pueda enfocarse ahí. De acuerdo con estos autores, utilizamos estos clisés y estereotipos con el fin de deshacernos de ellos, y no con el de conversar acerca de ellos. De manera semejante, la teoría fundamentada postula que la realidad social debe ser abordada con el fin de descubrir problemas relevantes y significativos que ocurren en ese momento; problemas que, por definición, no pueden detectarse con anticipación, esto es, antes de que entremos en contacto con la realidad. De acuerdo con estos autores, en la investigación sociológica estos clisés desempeñan el mismo papel que los “conceptos sensibilizadores”: nos permiten aprehender las particularidades de la situación bajo estudio, al mismo tiempo que nos facilitan continuar con las siguientes etapas de nuestra investigación. Eventualmente, estas “observaciones” son transformadas en “textos” por el investigador, y la esencia del análisis cualitativo se realiza en este material escrito. Los textos pueden ser notas personales, diarios de campo, transcripciones de entrevistas o conversaciones, u otras.
  • 21. Conviene, sin embargo, recordar que una característica distintiva del análisis cualitativo (por lo menos de aquel propuesto desde la teoría fundamentada) es que la recolección de la información no constituye una etapa diferente del proceso de análisis, como es el caso en la investigación convencional. Por ejemplo, en las encuestas, el trabajo de campo es las más de las veces independiente de la tarea de codificar y capturar la información de los cuestionarios, y éstas son independientes del proceso de análisis. En el caso de la teoría fundamentada, todas las fases del proceso de investigación ocurren simultáneamente, de acuerdo con las necesidades que vayan resultando de la ejecución del proyecto. Esto es lo que se conoce como muestreo teórico, un proceso en el que la recolección de la información depende de la teoría que vaya surgiendo. En este sentido, la sensibilidad teórica es la capacidad del investigador de “conceptuar y formular una teoría en la medida en que ésta va emergiendo de la información” (Glaser y Strauss, 1967: 46). Mediante esta capacidad, el investigador deriva de la información los conceptos que mejor se adaptan a la realidad y que, por consiguiente, son “relevantes” y “funcionan” para explicar lo que pasa. Por lo demás, estos conceptos deben ser lo suficientemente modificables de manera que puedan también responder a la variabilidad de los procesos sociales (Glaser, 1978: 4). A diferencia de los estudios cuantitativos, en los que el muestreo estadístico se utiliza para verificar teorías previamente existentes, en la teoría fundamentada el muestreo teórico se lleva a cabo con el fin de generar teoría relevante. En los primeros, el principal criterio consiste en entrevistar a todos aquellos circunstancialmente incluidos en la muestra, definida mediante procedimientos estadísticos. En la segunda, el criterio es entrevistar a todos aquellos intencionalmente seleccionados dado que presentan alguna relevancia teórica (Glaser y Strauss, 1967: 48). En consecuencia, la saturación teórica constituye el principal criterio para decidir cuándo detener el proceso de muestreo. Esta es entendida como el momento del proceso de investigación en el cual ya no se obtiene información nueva, y en el que, por consiguiente, el científico social puede darse a la tarea de desarrollar las propiedades y dimensiones de una categoría dada (Glaser y Strauss, 1967: 61). En la medida en que la recolección de observaciones continúa, la información es transformada en textos. Las transformaciones de la información Así como los métodos cuantitativos implican una serie de supuestos acerca de la realidad social, así también los métodos cualitativos no están exentos de ciertos supuestos que es preciso identificar. A diferencia de los cuestionarios de respuestas cerradas, las entrevistas abiertas permiten a los entrevistados abundar libremente acerca de las preguntas que se les formulan. En ambos casos, sin embargo, las respuestas son registradas de alguna forma, ya sea mediante el marcado de alguna de las respuestas ya existentes en el cuestionario, o mediante el registro abierto de las mismas (grabación y transcripción, diario de campo, etc.). Como dice Cicourel, las respuestas marcadas de un cuestionario cerrado son como las perforaciones de una tarjeta IBM (o la captura en disco, diríamos ahora): por sí mismas no significan nada absolutamente. Esto es debido a que el “código” con el cual pueden ser transformadas en algo con significado se encuentra más allá del cuestionario mismo, y que sólo puede ser provisto por la teoría sociológica que se está utilizando como marco interpretativo (Cicourel, 1982:148). Algo similar puede decirse respecto de la información obtenida mediante una entrevista etnográfica: es necesario apoyarse en alguna teoría sociológica y referirse a un contexto sociocultural
  • 22. históricamente específico con el fin de poder “interpretar” la información. Es, asimismo, imperioso conocer las restricciones metodológicas que se imponen sobre esa información. Varios autores (Oakley, 1981; Blaxter y Paterson, 1982; Cornwell, 1984; Calnan y Johnson, 1985), han notado que el escenario mismo de la entrevista afecta el tipo de información que los individuos aportan. Cornwell, sin embargo, apoyándose en el marco interpretativo que usa, ha enfrentado el problema brillantemente: mientras que en las entrevistas estandarizadas las variaciones de este tipo “son tratadas como ‘un problema de sesgo’ y los entrevistadores son entrenados con técnicas diseñadas para superarlas..., [la investigación cualitativa] estas variaciones son aceptadas como una parte de la realidad social que está siendo investigada y como una valiosa fuente de información respecto de la manera en que los individuos se comportan ante extraños y en una relación donde [clases sociales de ambos actores no son las mismas] (Cornwell, 1984: 16; paréntesis míos). Por otro lado, al igual que los métodos estadísticos, cuya aplicación necesariamente implica renunciar a una considerable cantidad de información cualitativa con el fin de concentrarse en los aspectos comunes de las unidades bajo observación, los métodos cualitativos implican un proceso selectivo al cual se somete la información. Al usar métodos cualitativos, la primera cuestión de la que el científico social debe estar consciente es que el mero hecho de grabar una entrevista abierta tiene una doble consecuencia: por una parte, hace posible “fijar lo dicho”, es decir, rescatarlo de sus formas perecederas y fijarlo “en términos susceptibles de consulta” (Geertz, 1989: 32). Pero también implica la pérdida de una importante cantidad de información sobre fenómenos que son inherentes al hecho, de hablar, como gestos, expresiones faciales, ademanes, etc. Esta es la consecuencia de la primera de varias transformaciones a las cuales la información (la entrevista) es sometida: de un hecho “real” a un registro grabado. Una segunda y crucial transformación ocurre cuando el contenido de la grabación es transcrito y, consecuentemente, reducido a un “texto”. La transcripción textual de una conversación (entre un investigador y un entrevistado) constituye la “descripción” de la interacción verbal original. Sin embargo, otro conjunto de fenómenos inherentes al acto de hablar, como el volumen, la entonación, el tono, el timbre y el ritmo de la voz, no quedan registrados en la transcripción (Mishler, 1984: 22). Una consecuencia inmediata es que es el texto —y no el discurso oral del cual deriva—, lo que se convierte en el objeto de análisis. En consecuencia, un supuesto crucial debe ser identificado aquí: las transcripciones de este tipo deben ser leídas “como si” representaran el habla real. El lector de tales transcripciones normalmente no está consciente de este supuesto, debido a que, a pesar de la ausencia de signos gramaticales que indiquen aquellos aspectos mencionados (entonación, volumen, ritmo, etc.), el lector puede llenar estos vacíos por intrapolación, la cual es posible mediante el sentido común, esto es, por medio de la familiaridad que un determinado “miembro” (del mismo grupo que el entrevistador y el entrevistado) puede tener del contexto social en el que la entrevista y su transformación en texto ocurrió (Mishler, 1984: 28). Una transformación adicional resulta del proceso de codificación. Si la medición numérica es la imputación de números a dimensiones específicas de un fenómeno dado, la codificación es una especie de acción evaluatoria nominal mediante la cual es posible clasificar el material. En el análisis de contenido —el análisis cuantitativo de textos— codificar significa asignarle un número a cada categoría, de manera que sea posible el
  • 23. análisis estadístico de la información. Además de su falta de flexibilidad, otra limitación muy importante del análisis de contenido es que a cada unidad codificable sólo se le puede asignar una categoría, con el fin de no violar el supuesto de independencia entre las mediciones, lo que ocurriría con múltiples códigos (Mishler, 1984: 42). Esto, además de la dudosa existencia de isomorfismo entre la estadística y las significaciones que se transmiten mediante el habla, hace a la codificación cuantitativa poco apropiada para el análisis interpretativo. - En el análisis cualitativo, la asignación de códigos constituye una identificación preliminar de los hallazgos, dado que cada código normalmente “indexa” un amplio conjunto de significados. Esto es, un código normalmente constituye un intento del investigador por clasificar una palabra, una frase, o una sección del texto en categorías específicas significativas que tengan sentido dentro del marco teórico que esté siendo utilizado. Una cuarta transformación de la información ya codificada tiene lugar cuando el investigador convierte interpretativamente esos códigos en “significados”, es decir, en explicaciones teóricamente consistentes de lo dicho. Por lo tanto, es necesario tener en cuenta la distancia entre el fenómeno originalmente bajo estudio (el significado de un discurso) y las sucesivas reducciones de la información: primero en casetes, después en textos, en códigos y finalmente en interpretaciones. La figura 1 ilustra este proceso. FIGURA 1 Transformaciones de la información en los métodos cualitativos OBSERVACIÓN-ENTREVISTA GRABACIÓN TEXTO (INTRAPOLACIÓN) ODIFICACIÓN (CATEGORIZACIÓN) NTERPRETACIÓN Estamos, entonces, frente a una paradoja metodológica: una aproximación sistemática a la información recolectada (entrevistas) requiere de un simultáneo distanciamiento. En otras palabras, es necesario someter esta información a una serie de transformaciones (grabación, transcripción, codificación, etc.) con el fin de analizarla sistemáticamente; pero justamente estas transformaciones implican un paulatino empobrecimiento de la información original. Una interpretación errónea de esta paradoja puede llevar a creer que los estudios cualitativos persiguen, en última instancia, un objeto demasiado elusivo que hace poco factibles estos intentos. Su correcta interpretación, por el contrario, nos permite estar conscientes de las limitaciones de un esfuerzo de esta naturaleza, lo cual a su vez permite considerar aún más valiosos los hallazgos obtenidos mediante este método.
  • 24. La generalización de los hallazgos Dada su propia naturaleza, los métodos cualitativos suelen apoyarse en pequeñas muestras, no representativas estadísticamente, de entrevistados. La pregunta obligada, en consecuencia, se refiere a la validez de este abordaje. Pero el problema se resuelve si se distingue entre inferencia estadística, por un lado, e inferencia lógica, por otro. La estadística permite al investigador derivar conclusiones acerca de qué tan extensa (o general) es la existencia de un fenómeno en la población donde la muestra fue tomada. La inferencia lógica o teórica, por el contrario, “es el proceso mediante el cual el analista deriva conclusiones acerca de la vinculación esencial entre dos o más características en términos de algún esquema explicatorio sistemático —algún conjunto de proposiciones teóricas—” (Mitchell, 1983: 200). El abordaje usado en muchos de los estudios cualitativos no incluye a la inferencia estadística, sino a la inferencia teórica. Esto, sin embargo, no significa que los que utilizan esta última al trabajar con pequeñas muestras no puedan generalizar sus hallazgos a la población en su conjunto; significa, simplemente, que la inferencia se hace por otros medios metodológicamente diferentes de los estadísticos. Como lo señaló Znaniecki: “Mientras que ambas formas de inducción tienden a alcanzar verdades generales y abstractas respecto a datos concretos y particulares, la inducción numérica abstrae mediante generalización, mientras que la inducción analítica generaliza mediante abstracción” (Znaniecki, 1934: 250). UN EJEMPLO DE ANÁLISIS CUALITATIVO Se presenta aquí un ejercicio de codificación de un breve segmento de entrevista realizada en 1988 en Ocuituco, una comunidad rural de 3,200 habitantes del noreste del estado de Morelos. El objetivo es ilustrar la complejidad del enfoque cualitativo, así como mostrar la necesidad de proceder de manera muy sistemática en el análisis. La finalidad del proyecto del que forma parte esta entrevista es explorar desde una perspectiva sociológica, la experiencia subjetiva de los ocuitecos sobre la salud y la enfermedad, la reproducción y la anticoncepción, así como identificar, en el discurso de los entrevistados, los principales factores sociales a los que se asocia dicha experiencia. El segmento codificado se incluye al final de esta sección. El software utilizado es el paquete Ethnograph (Seidel, 1995). El primer punto notable es que la conversación se inició antes de que la entrevistadora (Andrea) comenzara a grabarla. Aunque el lector puede imaginar el tipo de estrategias utilizadas por la investigadora hasta este momento (presentación, saludos, explicación de los propósitos de la entrevista, obtención de la aceptación, sondeos iniciales para establecer el rapport, solicitud de permiso para activar la grabadora, etc.), en realidad carecemos de información acerca de la manera en que esta etapa inicial (no grabada) puede haber afectado el contenido del resto de la conversación. En otras palabras, el lector no cuenta aquí con información sobre la forma en que la entrevistada (Dionisia) definió la situación en un principio. Por lo tanto, debemos asumir que esta información faltante no afecta (sesga o distorsiona) en forma significativa, la validez del análisis subsiguiente. La descripción de la conversación (i.e., el texto) comienza presentando a ambos actores en una conversación sobre algo de reproducción en general. En consecuencia, se asigna un código (Reproducc) al segmento comprendido entre las líneas 4-16. De las líneas 4 a 10 Dionisia provee información acerca de la edad que tenía cuando tuvo su primer
  • 25. parto, por lo que se le asigna el código correspondiente (Edad 1parto). A partir de la línea 17, Dionisia habla de su matrimonio, por lo que se atribuye este código al resto del segmento. También, de las líneas 11 a la 16, la entrevistada provee información sobre la edad que tenía cuando se casó, por lo que el segmento se codifica Edad 1mat. En el segmento 11-13, la entrevistadora frasea su pregunta de tal manera que impone una definición de la situación sobre la entrevistada, cuando dice “o sea que usted se casó muy jovencita”. Como consecuencia de ello, no podemos saber si la palabra “todavía” que aparece en la respuesta (línea 13) es un efecto de esta imposición, o si es de hecho una palabra que indica la percepción real de Dionisia sobre este tema. A partir de la línea 17 el tema gira en torno a las razones de haberse casado tan jovencita, por lo que se codifica acordemente (Razón-matr). Esta sección comienza con una pregunta formulada por Andrea, que comienza con las palabras “¿por qué?” (“¿y por qué se casó tan joven?”). La pregunta “¿por qué?” es una solicitud de explicación, es decir, de razones. Las razones pueden ser de dos tipos, ya sean motivos o causas (Bruyn, 1966). Los motivos implican un proceso interpretativo (o un impulso interior) del entrevistado, mientras que las causas se refieren más bien a fuerzas externas al individuo. En este sentido, una pregunta que comienza con las palabras “por qué” es una pregunta ambigua, de manera que el codificador debe estar consciente de las diferentes clases de respuestas a que puede dar lugar. Considérese, por ejemplo, el segmento contenido entre las líneas 18-20. La entrevistada comienza aduciendo una causa para explicar su matrimonio temprano: “la ignorancia, más que nada es la ignorancia”. Esta respuesta, al mismo tiempo, es una caracterización de la propia persona, por lo que se codifica también así (auto-caract). Inmediatamente después Dionisia continúa indicando lo que parece ser una controversia (“debate”) de la que ella parece estar al tanto, o por lo menos una representación de tal controversia. Al hacer explícita su posición negativa respecto de este asunto, Dionisia está también sugiriendo que otras mujeres pueden tener este motivo (deseo de irse de la casa) como la razón de un matrimonio temprano. Esta sección (líneas 17-40) también ha sido codificada como “debate”. Bien puede ser que diversos tipos de debates colectivos estén teniendo lugar en la comunidad al momento de la entrevista. Si así fuera, ellos deben ser identificados con la mayor precisión posible dado que el objetivo de esta investigación es, como se dijo arriba, identificar, en el discurso de los entrevistados, los principales factores sociales a los cuales se asocia la experiencia subjetiva de la reproducción y la anticoncepción. Al señalar que ella no tuvo como motivo para casarse joven el deseo de salirse de su casa, Dionisia provee también información indirecta sobre el tipo de interacción que ella tenía con su madre (“mi mamá me dejaba salir en bailables de la escuela”). Esto es codificado como interacción con la madre (interac-ma). Cabe esperar que diferentes tipos de interacción aparecerán conforme avance el análisis (interacción con el esposo, con los hijos, con los médicos, etc.), y que estos tipos, a su vez, se asocien con diferentes patrones de experiencia subjetiva. Entre las líneas 26-34, Dionisia provee información acerca de su escolaridad (educación), y explica el hecho de que ella fue tarde a la escuela (a los 12 años) porque su padre murió cuando ella era casi una recién nacida y, en consecuencia, tuvo que quedarse en casa con su madre (codificado como “muerte”: cabe esperar que diversas referencias a la muerte y al acto de morir aparecerán durante la codificación; conviene registrarlas desde ya para eventualmente poder observar posibles patrones de significaciones asociados con esta categoría).
  • 26. El segmento 32-40 está codificado como “sexualidad” dado que contiene información sobre la etapa en que Dionisia comenzó a sentirse atraída por personas del sexo opuesto. No cabe duda de que, como tal, el código “sexualidad” es muy general. Sin embargo, el codificador puede esperar que, conforme avance el análisis, será posible identificar dimensiones y propiedades más específicas. Entre las líneas 41 y 53 surge un tema que puede resultar crucial en esta investigación: “violencia”. Es importante notar que nuevamente Dionisia hace referencia al debate antes mencionado, pero esta vez haciendo explícito el vínculo entre el contenido de ese debate y la experiencia de ser golpeada, vinculación que no estaba clara en el primer segmento codificado como “debate” (17-40). Ser golpeada por la madre es otra forma de interacción con ella, por lo que este segmento también es codificado como “interac- ma”. Las líneas 41-53 también contienen una referencia al fenómeno de cambio social. Es interesante notar que la entrevistada vincula el hecho de que su madre acostumbraba golpearla con su apreciación de que en épocas pasadas había un tipo de educación diferente al actual. Esto podría estar sugiriendo que en la actualidad estas prácticas son socialmente menos aceptables que antes. Si este fuera el caso, será interesante observar cómo se asocia este hecho con el “debate” que posiblemente está ocurriendo en la comunidad en torno a la violencia doméstica como uno de los motivos para casarse pronto. En otras palabras: a) el “debate” puede ser real en la comunidad; b) uno de los argumentos en este debate puede ser que las madres acostumbran golpear mucho a las hijas; c) esto podría ser tomado por las hijas jóvenes como un motivo para casarse pronto; d) al mismo tiempo, golpear a las hijas podría ser una práctica social con poca aceptación social (a diferencia de lo que ocurría antes); e) si éste fuera el caso, habría que observar que uno de los argumentos centrales de un debate público se refiere a la existencia de una práctica “privada” no aceptada socialmente: uno esperaría encontrar que la gente prefiere no hablar de ello. Algunos datos adicionales sobre este tema aparecen en las líneas 43-47. Por una parte, el segmento se refiere otra vez a uno de los tipos de interacción que tenía Dionisia con su madre; por otra, también se hace referencia a la violencia. Pero, además de estos dos códigos, un tercer tipo de información parece estar contenido en este segmento: al afirmar que “sí me pegaba, pero tenía bastante razón, porque las madres no están locas, no tienen nada de locas para que nomás así porque sí, lleguen y iórale!”, ¿está Dionisia sugiriendo que hay otros actores sociales que sí están locos como para llegar y golpear arbitrariamente?, ¿los esposos, por ejemplo?, ¿o los padres? En esta etapa del análisis es difícil pensar en un código apropiado para registrar esta posible implicación. Pero la hipótesis debe ser registrada en un memo, pues podría ser necesario recuperarla más adelante (con el surgimiento de nuevas evidencias). En cualquier caso, si en efecto resulta que uno de los motivos para casarse temprano es salir de la casa, este tipo de matrimonio deberá ser categorizado también como “estrategias”, tal como lo sugiere Dionisia en las líneas 49-51. En las líneas previas (47-51), es claro que la entrevistada aduce una causa (la ignorancia), más que un motivo (“como mi mamá me pega yo me voy a ir”) como la razón fundamental de su matrimonio temprano. El análisis se complica cuando Andrea formula la siguiente pregunta. La entrevistadora parece estar buscando un motivo para explicar el matrimonio temprano de la señora. En consecuencia, hace una sugerencia en calidad de sondeo: “Entonces usted se casó porque estaba enamorada” (líneas 54-55). Es importante notar otra vez la sutil imposición de la entrevistadora: la palabra “entonces” al principio de la frase equivale a las expresiones “por lo tanto”, o “entonces sólo nos queda una explicación”. La
  • 27. cuidadosa respuesta de Dionisia (líneas 56-60) hace ver que ella está en desacuerdo con la imposición de Andrea dado que ella tiene aún otra explicación, además de estar enamorada: “simplemente porque el fulano me llamó la atención”. Aunque esta respuesta podría ser codificada como un motivo, el contexto (en la entrevista) dentro del cual esta afirmación fue formulada, y los matices que la acompañan (“pues”, “simplemente”) nos permiten mantener la idea de que, tal como lo afirmó Dionisia antes, la razón principal de su matrimonio temprano es una causa: “la ignorancia”. A partir de la línea 61, la entrevistadora empieza a explorar una de las dimensiones centrales de la investigación: el “conocimiento” de los diversos actores respecto a los temas de la salud y la enfermedad y la reproducción. Ante la pregunta (ambigua) acerca del grado de preparación que tenía para la vida matrimonial, Dionisia primero duda (“fíjese que no, pero sí”), y después decide contarle a la entrevistadora acerca de los “ideales” personales que tenía al casarse: todos sus hijos deberían ser del mismo padre. El segmento es codificado también como “preparación” porque es la respuesta a una pregunta al respecto. Y finalmente, el segmento también contiene información, implícita, sobre la condición de la mujer-madre en los días en que Dionisia se casó: un “ideal” de tener hijos sólo de un mismo padre puede corresponder a una realidad donde lo contrario es lo que ocurre. El codificador debe detectar esta posibilidad y estar atento para identificar evidencias y explicaciones sobre este fenómeno. En este punto también vale la pena registrar en un memo la posibilidad de que estemos aquí nuevamente ante un ejemplo de definiciones diferenciales de la situación: mientras que para la entrevistadora “estar preparada para la vida matrimonial” significa algo así como “saber algo sobre relaciones sexuales y reproducción”, para Dionisia, aparentemente, significa sobre todo “tener un proyecto, un ideal, sobre cuál debe ser el principal resultado de casarse”. La insatisfacción de Andrea con la respuesta anterior la fuerza a ser más explícita en la siguiente pregunta (líneas 76-78): ahora inquiere abiertamente sobre el conocimiento que tenía Dionisia sobre su cuerpo. Interesantemente, Dionisia ofrece la respuesta más breve posible (una palabra): “nada”. Más interesante aún es la respuesta de Dionisia al sondeo de Andrea (“nada” ¿nada?”): la entrevistada parece indicar que la fuente principal de conocimientos sobre su cuerpo era su propia percepción de signos y síntomas corporales, principalmente aquellos manifestados mediante el dolor: “solamente lo que a mí me dolía era.., la cabeza, me agarraban fuertes gripas, eso era lo que yo sufría. De ahí para acá, yo no supe de nada” (líneas 82-85). El segmento es codificado como “conocimiento” sobre “sexualidad”, pues responde a una pregunta sobre estos temas. Sin embargo, es importante notar que algunas dimensiones de la categoría “conocimiento” han comenzado a emerger: la fuente del conocimiento (“si me duele, lo conozco”), el objeto del conocimiento (“sé que quiero a mis hijos del mismo padre”), etc. De nuevo, debe ser registrado en un memo hasta que aparezcan nuevas evidencias para refinar los hallazgos. El segmento analizado en este ejercicio concluye en este punto.
  • 28. + Entrevista a señora Dionisia 1 + Casada/63 años/8 hijos 2 #-REPRODUCC $-edad1parto Dionisia: Sí, fíjese, que, que este, 4 de... Fue mujer, la primera y este, la 5 # tuve a los 2 años de casada. 6 $ Andrea: ¿A los dos años de casada? 7 Dionisia: A los dos años 8 Andrea: ¿Cuántos años tenía usted? 9 Dionisia: 17. 10 $-MATRIMONIO %-EDADIMATR Andrea: O sea que usted se casó muy 11 jovencita. 12 $ Dionisia: De 15, todavía ni ajustaba los 13 % 15. 14 Andrea: ¿Todavía no? 15 Dionisia: Todavía no 16 #-RAZÓN -MATR% -AUTOCARACT *DEBATE Andrea: ¿Y por qué se casó tan joven? 17 Dionisia: Ay, pues mire, francamente, la 18 # % * ignorancia, más que nada es la 19 ignorancia, porque ahora, en esta 20 época culpan a la madre, “que no, que 21 mi madre no me comprende, que mi madre 22 no me deja salir, que no que mi 23 % -INTERAC-MA madre”. No es cierto, no es cierto 24 porque a mí mi mamá me dejaba salir; 25 % mí mi mama me dejaba, me dejó salir en 26 @ -EDUCACIÓN & MUERTE bailables en la escuela. Nada más dos 27 años fui a la escuela, porque ella era 28 @ ٨ sola, ella no tenía esposo, porque mi 29 papá se había muerto cuando yo tenía 8 30 meses. Entonces, yo nada más me crié 31 @ -SEXUALIDAD con mi mamá. Entonces, pero mi mamá me 32 metió de 12 años a la escuela, pero la 33 @ inquietud me empezó cuando yo tenía 34 como 12, entonces, este, de los 35 muchachos, de los compañeros de la 36 escuela ¿verdad? Como yo ya era de, de 37 12 me metió a la escuela y ya de 13 38 empezaron las inquietudes, yo no voy a 39 culpar a mi madre, para nada. Que no 40 *-INTERAC-MA *-VIOLENCIA *-CAMBIO-SOC que, que sí, a veces me pegaba, porque 41 ya ve que antes la educación fue muy 42 * diferente. Entonces que sí me pegaba 43 pero tenía bastante razón, porque las 44 madres no están locas, no tienen nada 45 de locas para que nomás así porque sí 46 @-DEBATE en y ¡órale!, no. Entonces, pues yo 47 francamente fue por la ignorancia, no 48 @ porque me pegara ni nada. Yo nunca 49 pensé: “no, pues como mi mamá me pega 50 yo me voy a ir”, no, no. Entonces 51 este, ya le digo, me faltaba un mes 52 para cumplir 15 años. 53 Andrea: ¿Entonces usted se casó porque 54 estaba enamorada? 55 Dionisia: Pues sí, simplemente. 56 Simplemente y porque él, el fulano me 57 llamó la atención, pero de ahí para 58 allá, no le voy a decir a usted que 59 por esta, que por esto otro. 60