Don Bosco se comunicaba con los jóvenes a través del oratorio, un espacio que ofrecía diversas actividades comunicativas como música y teatro. Estas actividades involucraban y acogían a los jóvenes, creando un ambiente educativo. Don Bosco intuía que estas actividades tenían un gran poder para involucrar a los jóvenes de manera efectiva en su misión educativa.