1. ALIADOS DE BLESA
EL CONFIDENCIAL (9/10/2014)
Elpidio y Blesa, tal para cual
“El muerto en la primera línea”, como aconsejaban enfáticos los periodistas
veteranos, sin quitarse el cigarrillo de la boca, con la larga punta ceniza desafiando la
gravedad. Pues eso, lo esencial a la primera línea: que la Justicia española está
infinitamente mejor sin que tipos como Elpidio Silva se puedan poner la toga el resto
de su vida profesional, que con la edad que tiene (nació en el 59), los 17 años de
inhabilitación por prevaricar en el ‘caso Blesa’ dejan la certeza de una condena
definitiva.
El muerto en la primera línea, sí, para que con ese titular se embarren otra vez de
demagogia todos los que ensalzaron a Elpidio Silva como el símbolo de la Justicia en
España, el único juez valiente que se atrevió a encarcelar a un banquero. Entre todos
ellos, Elpidio y los que lo jaleaban desde sus tribunas de radio o de papel, lo único que
han conseguido es generar frustraciones en el personal. Frustraciones ‘marca España’.
Elpido Silva, como lo fue en su día Baltasar Garzón cuando degeneró en justiciero
universal, disfrazó de Justicia la ambición personal, los objetivos personales. Se quitó
la venda alegórica que ciega a la Justicia, y se plantó en el juzgado en plan sheriff del
Oeste para encarcelar a los banqueros. Hasta el mismo juicio en el se le sentó en el
banquillo, y en el que por cierto sólo quiso responder a las preguntas de su abogado,
mantuvo la obsesión que le condujo directamente a la prevaricación.
“Existía algo que era algo más que un indicio de criminalidad [en la actuación
deMiguel Blesa]; lo que en doctrina americana se llama evidencia, y eso fue el
hundimiento de la tercera entidad del país llevando al país a la bancarrota, a que se
disparase la prima de riesgo…” Por eso, por esa sentencia previa que Elpidio Silva tenía
en su cabeza, le bastaban tres consultas de Wikipedia y dos búsquedas de Google para
armar un auto de encarcelamiento sin fianzadel banquero. Como admitió el propio
Elpidio, “las sociedades requieren hacer sus ajustes ante situaciones de crisis tan
tremendas. ¿Un banquero en la cárcel? Pues sí”.
Durante la instrucción, el tipo de jueces como Elpidio Silva parecen, ante la
opinión pública, como los más interesados en que paguen sus culpas los delincuentes y,
en realidad, caminan en sentido contrario. Luego, cuando llega la absolución, la
frustración social está garantizada y la condena general se repite: ‘La Justicia es un
cachondeo’
El muerto en la primera línea y los reproches también en la primera línea. Porque se
leen las cosas que decía, y dice, Elpidio Silva, y responderán muchos: "Y qué
inconveniente existe en que vaya a la cárcel un tipo como Miguel Blesa, que
efectivamente contribuyó al hundimiento deCaja Madrid, que nos ha costado a los
españoles 20.000 millones de euros; qué problema supone que esté entre rejas un tipo
como ese, que se ha enriquecido de la forma más grosera, más insultante, como
acabamos de ver con las tarjetas opacas". Pues esa es la cuestión, que para llegar a ese
2. objetivo, que el banquero que se ha enriquecido vilmente pueda acabar en la cárcel, lo
único que se precisa es que su causa no caiga en manos de jueces como Elpidio Silva.
Para juzgar a delincuentes, para garantizar que los delincuentes acaban en la cárcel,
hacen falta jueces, no justicieros.
Desde aquella Justicia primitiva del ‘ojo por ojo y diente por diente’ hasta la
actualidad, el proceso judicial ha evolucionado, por suerte para todos, hasta
elgarantismo actual, que protege y defiende los derechos individuales de todos para
que no se puedan ver pisoteados. Por eso las instrucciones inquisitoriales, como la que
emprendió el juez Elpidio Silva, son tan lesivas, porque en un sistema garantista como
el nuestro los excesos judiciales en cualquier procedimiento se pueden pagar con la
absolución de los delincuentes.
Eso es lo controvertido de todo esto, que durante la instrucción, el tipo de jueces
como Elpidio Silva parecen, ante la opinión pública, como los más interesados en que
paguen sus culpas los delincuentes y, en realidad, caminan en sentido contrario. Luego,
cuando llega la absolución, la frustración social está garantizada y la condena general se
repite: "La Justicia es un cachondeo".
Anda henchido de satisfacción el ya exjuez Elpidio Silva porque entiende que el
hecho de que exista un voto particular en su sentencia condenatoria “quiebra la
condena”. Eso dice. Aunque en realidad, el magistrado que ha emitido el voto particular
lo único que hace es menospreciar el concepto justiciero que llevó a Elpidio a su
desvarío judicial. Sostiene el magistrado Arturo Beltrán, que presidía el tribunal y que
firmó el voto discrepante, que son ciertas las “irregularidades” cometidas por Elpidio
Silva, como lo es también que actuó “con desmesura”, pero que de forma general “por
deplorable que sea, puede explicarse al margen del derecho penal”.
Es decir, en el mismo ámbito de ‘justicia social’ que lo entendía el propio Elpidio
Silva. Parece que también olvida lo esencial, que el único fin del proceso contra Miguel
Blesa es que pague por todos los posibles delitos cometidos y toda actuación que ponga
en peligro ese objetivo debe ser reprobada y rechazada.
El falso debate que ha planteado siempre Elpidio Silva es el que nos obliga a elegir
entre él, su actuación judicial, y Miguel Blesa, su gestión en Caja Madrid. Es tan falso
ese debate que, más bien al contrario, cuando se analizan los rasgos de personalidad de
ambos, tan pagados de sí mismo, tan dispuestos a aprovechar el sistema público en su
favor, a la primera conclusión a la que se puede llegar es que, en realidad, son tal para
cual. Prevaricar para hacer prevalecer el interés personal por encima del interés
público. A cada uno de ellos, cada cual en su ámbito, cada cual frente a la distinta
gravedad de sus actuaciones, se podría aplicar esa degeneración profesional. Tal para
cual.