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Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) 
INSTITUTO BÍBLICO DEL AIRE 
FASCÍCULO INTERNACIONAL NÚMERO DIECINUEVE 
Un estudio versículo por versículo de 1 Corintios 
(Parte 2) 
1
Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) 
Introducción 
En este fascículo, quisiera continuar con nuestro estudio 
detallado sobre el libro de 1 Corintios, la carta, sumamente 
práctica, de Pablo a la iglesia de Corinto. Le recomiendo que 
estudie el fascículo 18 antes de leer este, ya que le brindará 
la base necesaria para comprender mejor las verdades que Dios 
desea que aprendamos en esta sección final de 1 Corintios. 
2
Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) 
Capítulo 1 
“Hombre y mujer, Dios y Cristo” 
(1 Corintios 11:1-16) 
En los capítulos 8, 9 y 10 de 1 Corintios, Pablo nos 
compartió su filosofía del ministerio, que era su filosofía de 
vida: “No se puede servir a los demás y servirse a uno mismo a 
la vez”. Pero después del primer versículo del capítulo 11, el 
apóstol enfoca otro problema que existía en la iglesia de 
Corinto: el rol de las mujeres en el cuerpo de Cristo. En el 
versículo 6 del capítulo 11, escribe: “Porque si la mujer no se 
cubre, que se corte también el cabello; y si le es vergonzoso a 
la mujer cortarse el cabello o raparse, que se cubra”. El “si” 
en este versículo es muy significativo. 
En Corinto, la prostitución era una parte muy real de la 
cultura, a tal punto que estaba incluida en la adoración en los 
templos paganos. Si una mujer quería que todos supieran que era 
una prostituta, a diferencia de la mayoría de las mujeres, no 
usaba velo ni se cubría la cabeza, y usaba el cabello muy corto. 
El cabello corto era una señal de prostitución en la cultura 
corintia. 
En las iglesias caseras de Corinto, algunas mujeres, debido 
a su propia revolución espiritual interior y a la libertad que 
habían experimentado en Cristo, creían que debían sentirse 
libres de no cubrirse la cabeza cuando oraban o profetizaban 
durante los cultos. 
Pablo comienza a tratar este problema con gran tacto en el 
versículo 2: “Os alabo, hermanos, porque en todo os acordáis de 
mí, y retenéis las instrucciones tal como os las entregué”. La 
palabra “instrucciones” es muy importante. Aparentemente, en las 
iglesias primitivas era necesario tomar decisiones acerca de 
temas culturales, y Pablo compartió lo que él pensaba que sería 
3
Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) 
sabio hacer en el marco de esa cultura. Si no tenía una base 
bíblica específica para sus consideraciones, las llamaba 
“instrucciones”. 
En el versículo 3, Pablo continúa tratando el problema de 
las mujeres que se quitan el velo en la adoración pública: “Pero 
quiero que sepáis que Cristo es la cabeza de todo varón, y el 
varón es la cabeza de la mujer, y Dios la cabeza de Cristo. Todo 
varón que ora o profetiza con la cabeza cubierta, afrenta su 
cabeza. Pero toda mujer que ora o profetiza con la cabeza 
descubierta, afrenta su cabeza; porque lo mismo es que si se 
hubiese rapado. Porque si la mujer no se cubre, que se corte 
también el cabello; y si le es vergonzoso a la mujer cortarse el 
cabello o raparse, que se cubra. Porque el varón no debe cubrirse 
la cabeza, pues él es imagen y gloria de Dios; pero la mujer es 
gloria del varón. Porque el varón no procede de la mujer, sino la 
mujer del varón, y tampoco el varón fue creado por causa de la 
mujer, sino la mujer por causa del varón. Por lo cual la mujer 
debe tener señal de autoridad sobre su cabeza, por causa de los 
ángeles” (3-10). 
¿Qué dice Pablo en este pasaje? Primero, es claro que está 
diciendo que estas mujeres se equivocan al quitarse el velo en 
la adoración pública, dado lo que esto significa para la cultura 
corintia. En el espíritu de ser “todo a todos” (ver 9:22), es 
decir, adaptarse para no perder oportunidades de ser de 
testimonio, Pablo indica claramente que estas mujeres deberían 
cubrirse la cabeza. Escribe que, si en esa cultura es vergonzoso 
que una mujer tenga el cabello corto o no lleve un velo, 
entonces, ella debería usar un velo y llevar el cabello largo 
para dar buen testimonio. 
Y después dice algo muy sorprendente, si consideramos que 
proviene de un hombre que había sido rabí judío. Escribe que 
cuando un hombre ora o profetiza, no debe cubrirse la cabeza. 
4
Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) 
Entre los judíos más ortodoxos es costumbre, aún hoy, usar el 
talit, una especie de chal que el hombre se coloca sobre la 
cabeza al orar. Pero Pablo escribe aquí que los hombres deben 
estar con la cabeza descubierta en la presencia de Dios. 
Lo que Pablo dice, en realidad, es que la relación entre el 
hombre y su esposa es muy similar a la relación entre Cristo y 
Dios. Es obvio que Dios el Padre está sobre el Hijo, y que la 
gloria del Padre es la principal preocupación del Hijo. Sin 
embargo, escuchamos decir al Hijo: “Yo y el Padre uno somos”, lo 
cual significa que trabajan juntos, en perfecta armonía. (Juan 
10:30). 
Como suelen hacerlo él y Pedro, Pablo utiliza la relación 
entre Cristo y la iglesia, y la unidad de esencia existente 
entre Jesús y el Padre, como modelo bíblico inspirado para el 
matrimonio (1 Pedro 2:25; 3:1,7; Efesios 5:22-27). No dice que 
la mujer no es nada y el hombre es todo. Dice que la mujer y el 
hombre se relacionan de la misma manera en que Jesús, el Hijo, 
se relaciona con Dios el Padre. El esposo está sobre la esposa 
en el sentido de que tiene la responsabilidad sobre el hogar y 
la familia, y la autoridad que implica tal responsabilidad. 
Pero, así como el Padre estaba sobre el Hijo, pero al mismo 
tiempo el Padre y el Hijo eran uno -en perfecta armonía el uno 
con el otro y, en muchos sentidos, igualmente Dios- así es 
posible que un hombre y su esposa estén en una relación en que 
él está “sobre” y ella “debajo”, sin que esto implique falta de 
absoluta igualdad. 
Estudie estos primeros dieciséis versículos de 1 Corintios 
11 en detalle, y creo que descubrirá que son muy profundos. 
Ellos nos dicen algo acerca del rol y la función de un hombre y 
una mujer devotos en un matrimonio cuyo centro es Cristo, y 
también acerca del igual valor del hombre y la mujer. Además, 
tratan un problema que era, básicamente, cultural, y debería 
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Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) 
tener una aplicación cultural. Estos problemas culturales y sus 
aplicaciones culturales deben distinguirse de las enseñanzas 
bíblicas que son supraculturales, como el hecho de que, para un 
matrimonio cristiano, los modelos son la relación entre el Hijo 
y el Padre y la relación entre Cristo y la iglesia. 
6
Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) 
Capítulo 2 
“¿La Cena del Señor o vuestra cena?” 
(1 Corintios 11:17-34) 
En el versículo 17 de 1 Corintios 11, Pablo comienza a 
tratar un nuevo problema de la iglesia de Corinto. Al parecer, 
antes de tomar la Cena del Señor, los creyentes celebraban un 
“banquete de amor” para que el que llevaban comida de sus casas. 
En la iglesia de Corinto, algunos de los creyentes eran 
esclavos, personas muy pobres. Estos pobres no podían llevar 
comida y quedaban con hambre cuando se servían los alimentos. En 
lugar de poner toda la comida en una mesa común y compartirla 
por partes iguales, se comía en pequeños grupos. Algunas 
personas se hartaban de comida, mientras otras, en el mismo 
salón, tenían hambre y observaban cómo comían sus hermanos y 
hermanas. ¿Se imagina esto en una comunidad de creyentes? 
También debe de haber habido mucho vino allí, y para cuando 
comenzaban a celebrar verdaderamente la Cena del Señor, ¡algunos 
estaban ebrios! Este es el problema que Pablo encara a partir 
del versículo 17: “Pero al anunciaros esto que sigue, no os 
alabo; porque no os congregáis para lo mejor, sino para lo peor. 
Pues en primer lugar, cuando os reunís como iglesia, oigo que 
hay entre vosotros divisiones; y en parte lo creo”. 
Pablo nos da un fundamento fascinante para la forma en que 
Dios utiliza las divisiones entre creyentes: “Porque es preciso 
que entre vosotros haya disensiones, para que se hagan 
manifiestos entre vosotros los que son aprobados” (11:19). Algo 
bueno que podemos decir acerca de las divisiones entre creyentes 
es que Dios las utiliza para revelar quiénes de ellos tienen su 
aprobación. 
Después, Pablo da una hermosa instrucción que, en la 
actualidad, suele leerse cuando los creyentes celebran la Cena 
7
Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) 
del Señor: “Porque yo recibí del Señor lo que también os he 
enseñado: Que el Señor Jesús, la noche que fue entregado, tomó 
pan; y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed; 
esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en 
memoria de mí. Asimismo tomó también la copa, después de haber 
cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; 
haced esto todas las veces que la bebiereis, en memoria de mí. 
Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis 
esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga” 
(23-26). 
Este pasaje ofrece una solución inspirada al horrible 
problema de que la Cena del Señor fuera deshonrada en la iglesia 
de Corinto. El capítulo termina con las siguientes palabras de 
Pablo: “Si alguno tuviere hambre, coma en su casa, para que no 
os reunáis para juicio” (34). 
Basándose en este versículo, muchas iglesias, en la 
actualidad, creen que no es bíblico tener una cocina en sus 
instalaciones o reunirse como congregación para compartir 
cualquier clase de comida. Creo que se trata de una 
interpretación y aplicación extremas de este versículo. El 
problema no era el hecho de que comieran, sino que estaban 
cometiendo el pecado de la gula, no compartían con los que no 
tenían nada para comer, y se embriagaban; eso es lo que Pablo 
corrige en este pasaje. No creo que Pablo prohibiera la comunión 
entre creyentes que se produce al compartir una comida. 
Compartir una comida es una metáfora que se utiliza con 
frecuencia en la Biblia para indicar el más profundo nivel de 
comunión (Apocalipsis 3:20; Lucas 14:16-24). 
8 
La Cena del Señor 
¿Cuál es el significado de la Cena del Señor? En más de 
veinte siglos de historia de la iglesia, los seguidores de
Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) 
Cristo no se han puesto de acuerdo en la respuesta a esta 
pregunta. Algunos han respondido que cuando los creyentes se 
reunen alrededor de esta mesa, el pan y el vino se convierten 
realmente en el cuerpo y la sangre de Cristo. Esto se llama 
“transustanciación”. Otros dicen que el Espíritu Santo 
simplemente está con el pan y el vino en forma muy especial. 
Ellos lo llaman “consustanciación”. Un tercer grupo cree que la 
Cena del Señor es solo una recordación simbólica del sacrificio 
del cuerpo y la sangre de Jesús, ya que Él dijo: “Haced esto en 
memoria de mí”. Ellos creen que la noche anterior a su muerte en 
la cruz, Jesús dijo: “Esta es la forma en que yo elijo ser 
recordado”. 
Es interesante que esta figura simbólica de sí mismo que 
Jesús dio a la iglesia para que observe hasta que Él regrese, en 
cierta forma, no es hermosa. En realidad, es una figura trágica 
de nuestro Señor. Es una figura de Cristo crucificado. Pero, 
naturalmente, cuando comprendemos que representa el amor de Dios 
que trajo salvación a este mundo, en realidad, es una figura muy 
hermosa. Al tratar un problema terrible en la iglesia de 
Corinto, Pablo nos da una instrucción muy importante en relación 
con la Cena del Señor. 
9
Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) 
Capítulo 3 
Mirar hacia arriba, mirar hacia adentro, mirar alrededor 
(1 Corintios 11:17-34) 
Las instrucciones que el apóstol Pablo da a la iglesia en 1 
Corintios 11 para celebrar la Cena del Señor han sido leídas en 
millones de cultos de comunión. Quisiera dedicar un capítulo más 
a este tema, dada su enorme importancia. Pablo continúa su 
enseñanza en el versículo 27: “De manera que cualquiera que 
comiere este pan o bebiere esta copa del Señor indignamente, 
será culpado del cuerpo y de la sangre del Señor. Por tanto, 
pruébese cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y beba de la 
copa. Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir el 
cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí. Por lo cual hay 
muchos enfermos y debilitados entre vosotros, y muchos duermen. 
Si, pues, nos examinásemos a nosotros mismos, no seríamos 
juzgados; mas siendo juzgados, somos castigados por el Señor, 
para que no seamos condenados con el mundo. Así que, hermanos 
míos, cuando os reunís a comer, esperaos unos a otros. Si alguno 
tuviere hambre, coma en su casa, para que no os reunáis para 
juicio”(27-34). 
Mientras continúa tratando el tema de la forma blasfema en 
que se estaba celebrando la Cena del Señor en la iglesia de 
Corinto, Pablo nos entrega una valiosa joya de instrucción. 
Antes que nada, hace la obvia observación de que el propósito de 
este sacramento, que fue instituido por el Señor Jesucristo, es 
que nos reunamos y miremos hacia arriba. Este acto es llamado 
“comunión” por algunos, porque su propósito es mantener nuestra 
unión con Cristo. 
Pablo escribe que llegar a esta mesa “indignamente” es un 
pecado muy serio. En el versículo 30, escribe: “Por lo cual hay 
muchos enfermos y debilitados entre vosotros, y muchos duermen”. 
10
Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) 
Pablo, en realidad, está enseñando: “Es por eso que muchos de 
ustedes están enfermos y debilitados, y muchos han muerto”. 
Ante todo, debemos llegar mirando hacia arriba, creyendo en 
lo que representa la Cena. Esta Cena representa el evangelio que 
nos salva. También representa la unión que tenemos con el Cristo 
resucitado y vivo. Así como el pan y el vino, por medio de la 
digestión primero y, después, de la circulación, se convierten 
en parte de cada fibra de nuestro ser físico, celebramos el 
milagro de que estamos en unión con Cristo. 
Después, la Cena del Señor nos pide que miremos hacia 
adentro: “...pruébese cada uno a sí mismo” (28). Esto nos 
recuerda una gran verdad enseñada por Jesús: que debemos 
juzgarnos primero a nosotros mismos y, entonces, estaremos 
capacitados para juzgar a los demás (Mateo 7:1-5). Este es un 
principio muy importante para aplicar al acercarnos a la mesa 
del Señor. 
Hay dos lugares más adonde debemos mirar al acercarnos a la 
Cena del Señor. (1) Debemos mirar hacia atrás, a la cruz de 
Jesucristo y (2), hacia delante, al regreso de Jesucristo. La 
cruz de Cristo es el tema central de las Escrituras. El Antiguo 
Testamento habla del significado de la cruz a través de los 
sacrificios de animales, y el Nuevo Testamento se vuelve para 
mirar a la cruz. 
Recordemos que Jesús estaba celebrando una Pascua judía con 
sus apóstoles judíos cuando convirtió esa forma principal de 
adoración judía tradicional (lo cual implica que no era bíblica) 
en la forma central de adoración cristiana. ¡Esta es la única 
instrucción que dio Jesús a sus apóstoles en cuanto a la forma 
en que su iglesia debía adorarlo! La comida de la Pascua 
conmemoraba la milagrosa liberación de los hijos de Israel de su 
cruel esclavitud en Egipto. En esa ocasión, cada creyente había 
matado un cordero y untado parte de su sangre en el dintel de la 
11
Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) 
puerta de su casa. Cuando el ángel de la muerte de Jehová vio la 
sangre allí rociada, pasó de largo aquella casa, y el 
primogénito de aquella casa no sufrió la muerte (Éxodo 12:12- 
13). 
Cuando celebró aquella Pascua con sus discípulos, Jesús les 
dijo que no volvería a comer esa comida “hasta que se cumpla” 
(Lucas 22:15,16). Les estaba diciendo que, al morir en la cruz, 
Él se convertía en el cumplimiento de todo lo que el cordero de 
la Pascua representaba. Debemos mirar hacia atrás, a la cruz, 
cuando celebramos la Cena del Señor. 
Y también debemos mirar hacia delante en la Cena del Señor, 
porque Jesús dijo: “Haced esto en memoria de mí, para recordarme 
hasta que yo venga”. Así que, cuando nos reunimos alrededor de 
la mesa del Señor, estamos mirando hacia delante, con la 
esperanza de su Segunda Venida (Tito 2:13). 
Finalmente, en esta instrucción correctiva sobre la 
comunión, Jesús y Pablo enseñan que debemos mirar a nuestro 
alrededor cuando nos acercamos a la mesa. La comunión no es solo 
vertical. Es horizontal. Hay muchos lugares donde se enseña esto 
en el Nuevo Testamento: “Por tanto, si traes tu ofrenda al 
altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra 
ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate 
primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda” 
(Mateo 5:23-24). El apóstol Juan nos dice sin ambages, al final 
del cuarto capítulo de su primera epístola, que si decimos que 
amamos a Dios y no amamos a nuestro hermano, somos mentirosos, 
porque la relación vertical con Dios y la relación horizontal 
con nuestro hermano son inseparables. 
La mesa de la comunión también nos enseña esa disciplina 
espiritual, cuando Pablo nos dice que esperemos hasta que todos 
estén presentes para participar. Si las cosas no andan bien en 
su relación horizontal, con algún hermano o hermana, y usted 
12
Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) 
sabe que van a celebrar la Cena del Señor el domingo, vaya y 
reconcíliese con su hermano o hermana. Reconcilie la comunión en 
su relación horizontal, porque sabe que va a celebrar la 
relación vertical de su comunión con Cristo. 
13 
En resumen 
La inspirada instrucción de Pablo en este gran pasaje que 
nos muestra cómo encarar la Cena del Señor nos ordena que 
miremos hacia arriba, hacia adentro, hacia atrás, hacia delante 
y a nuestro alrededor cuando nos acercamos a la mesa de nuestro 
Señor.
Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) 
Capítulo 4 
En cuanto a las cosas espirituales 
(1 Corintios 12:1-11) 
En el capítulo 12, llegamos a una importante nueva división 
en esta magnífica carta pastoral. Los primeros once capítulos 
son la sección correctiva, y estamos entrando en los capítulos 
constructivos de esta epístola. 
En los primeros once capítulos, Pablo escribe soluciones 
específicas para problemas específicos, al tratar los conflictos 
de los que tuvo conocimiento por medio de la iglesia casera de 
Cloé y de la carta que había recibido de esta iglesia. Pero 
ahora, en los capítulos restantes, prescribirá soluciones 
espirituales generales que pueden solucionar todos los problemas 
de la iglesia corintia... y de nuestras iglesias en la 
actualidad. 
Los primeros tres capítulos de esta sección de soluciones 
generales podrían ser titulados: “La función del Espíritu 
Santo”. Pablo les dirá a los corintios (y a usted y a mí) cómo 
el Espíritu Santo quiere funcionar en una iglesia. 
No podemos menos que tener preguntas acerca de la situación 
espiritual de estos corintios. Pablo los llama “santos”, pero 
después describe todos sus problemas. Entonces los llama 
“carnales” y les dice que son bebés espirituales. Cuando 
llegamos al capítulo doce, recibimos el diagnóstico del apóstol 
Pablo sobre la situación espiritual de los corintios: ¡los 
creyentes corintios eran espiritualmente ignorantes! No 
ignoraban el hecho del Espíritu Santo, pero sí la función del 
Espíritu Santo en una iglesia local. 
En el capítulo 13, Pablo habla de lo que en otros lugares 
llama “el fruto del Espíritu” (Gálatas 5:22,23). Hay dos obras 
fundamentales del Espíritu Santo en las vidas de los creyentes. 
14
Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) 
Una es la obra del Espíritu Santo en nosotros que Jesús llamó 
“el nuevo nacimiento”. Pero, si buscamos la preposición “en” o 
“sobre” al leer el Libro de los Hechos, veremos que el Espíritu 
Santo también hace una obra sobre nosotros, para poder trabajar 
a través de nosotros, como sus agentes. 
La obra del Espíritu sobre nosotros está relacionada con el 
ministerio. La evidencia o prueba de que el Espíritu Santo está 
haciendo su obra en nosotros es el fruto del Espíritu. La prueba 
de que el Espíritu ha venido sobre nosotros para usarnos en el 
ministerio es lo que Pablo llama “los dones del Espíritu”. Los 
dones del Espíritu nos equipan para varias clases de 
ministerios. En el capítulo 12, Pablo nos dice cómo funciona el 
Espíritu Santo en una iglesia. 
Pablo comparte su segunda solución espiritual en el 
capítulo 13, el famoso “capítulo del amor”. Nos dice que el amor 
es la mayor evidencia de la obra del Espíritu en nosotros. La 
esencia del capítulo del amor es que la obra del Espíritu sobre 
nosotros nunca puede reemplazar la dinámica obra del Espíritu en 
nosotros. Un principio que muchas veces se aplica en la 
Escritura es: “No se trata de esto o aquello, sino de esto y 
aquello”. Todos deberíamos orar para que se produzca la obra 
milagrosa del Espíritu Santo en nosotros y sobre nosotros. 
En el capítulo 14, Pablo va a enseñar el orden que debe 
prevalecer entre nosotros cuando el Espíritu Santo está haciendo 
su obra en nosotros y sobre nosotros. Estos grandes capítulos, 
en los que Pablo enseña a los corintios –y a usted y a mí-acerca 
de las cosas espirituales, son el corazón de esta carta. 
Pablo presentará su cuarta solución espiritual en el 
capítulo 15, donde escribe una obra maestra sobre la 
resurrección. No solo la muerte y resurrección de Jesús, que son 
el evangelio de Jesucristo que nos salva, sino nuestra propia 
15
Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) 
resurrección, tanto en los últimos días como en el poder de la 
resurrección diaria que nos da victoria sobre el pecado. 
Pablo presenta una última solución espiritual en el 
capítulo 16, donde da instrucciones para recoger una ofrenda 
para los santos que sufrían en Jerusalén. El último capítulo de 
esta carta es más que una posdata y una palabra final de saludo. 
Pablo coloca deliberadamente a la mayordomía entre las cosas 
espirituales que son soluciones generales para los problemas de 
la iglesia. 
Así que tenemos correctivos específicos para lo que Pablo 
llama “carnalidades” en los primeros once capítulos de esta 
carta, y soluciones espirituales generales para todos los 
problemas de la iglesia de Corinto (y de nuestras iglesias en la 
actualidad) en los capítulos 12 al 16. 
Hay dos observaciones que deberíamos hacer en esta segunda 
división de la primera carta de Pablo a los corintios. Pablo 
escribe que es un error ignorar la función del Espíritu Santo. 
La exclamación que escuchamos a través de todas las cartas de 
Pablo es: “Lo que quiero es que no ignoren”. No olvidemos hacer 
una segunda observación al final del capítulo 14, donde Pablo 
escribe: “Si alguno se cree profeta, o espiritual, reconozca que 
lo que os escribo son mandamientos del Señor. Mas el que ignora, 
ignore” (1 Corintios 14:37,38). 
Pablo comparte magníficas verdades espirituales en estos 
tres capítulos, y al final de ellas, básicamente, escribe: “Si 
eres una persona auténticamente espiritual, reconocerás que las 
verdades que he escrito aquí son mandamientos del Señor. Pero 
después que he compartido todas estas verdades, si aún eres 
ignorante, es porque prefieres serlo, y yo prefiero respetar tu 
decisión y dejarte en tu ignorancia”. 
Pablo también escribe, en estos capítulos de soluciones 
espirituales generales, que es un error ignorar la función del 
16
Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) 
Espíritu Santo. Si al estudiar estos capítulos entendemos cómo 
desea funcionar el Espíritu Santo en este mundo y decidimos 
ignorar la obra del Espíritu, estamos siendo desobedientes y 
podríamos estar perdiendo algo en nuestro ministerio como 
creyentes. Pablo también nos dirá que es un error idolatrar 
algunos dones o manifestaciones del Espíritu Santo. 
17
Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) 
Capítulo 5 
Dones y ministerios 
(1 Corintios 12:1-6) 
Los primeros once versículos de 1 Corintios 12 nos llevan a 
lo que yo considero el corazón de esta carta. Quiero, ahora, 
estudiar estos versículos de a uno por vez. En el versículo 3, 
el apóstol Pablo trata, obviamente, la actividad demoníaca 
relacionada con la adoración de ídolos en Corinto. Las personas 
que adoraban y ofrecían sacrificios a estos ídolos estaban 
adorando y ofreciendo sacrificios a demonios (10:19-21; 12:2, 
3). 
Cuando estas personas adoraban a los ídolos, los espíritus 
malignos hacían que maldijeran a Jesús. Pablo escribe: “Por 
tanto, os hago saber que nadie que hable por el Espíritu de Dios 
llama anatema a Jesús; y nadie puede llamar a Jesús Señor, sino 
por el Espíritu Santo”. 
La base doctrinal para la comunión en las iglesias eran 
simplemente tres palabras: “Jesús es Señor”. Jesús dijo: “El que 
no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi 
discípulo”. También dijo: “Si alguno viene a mí, y no aborrece a 
su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y 
aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo” (Lucas 
14:25-27). 
¿Qué significaba esto para aquellos que escucharon a Jesús 
decir esas palabras? Significaba que tenían que estar dispuestos 
a morir por Jesús o no podrían ser discípulos de él; que 
Jesucristo debía ser más importante para ellos que cualquier 
posesión o persona en sus vidas, o no podrían ser sus 
discípulos. Pablo enseña la misma verdad cuando escribe esta 
base doctrinal para la comunión en la iglesia neotestamentaria. 
18
Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) 
¿Cómo se ve esto plasmado en la vida de un creyente? Según 
Jesús, para que una persona llegue al punto en que pueda ver el 
reino de Dios y entre en una relación con Él en la que Él sea, 
en verdad, su Rey, debe nacer de nuevo. Esto es lo que Jesús 
dijo a Nicodemo (Juan 3:3,5). Pablo concuerda con Jesús al 
escribir que, para llegar al punto en que podamos decir tanto 
con nuestros labios como con nuestra vida: “Jesús es Señor”, 
debemos tener una experiencia del Espíritu Santo, es decir, 
debemos nacer de nuevo. 
Ahora, con esta introducción, en el versículo 4, Pablo 
comienza a darnos la gran enseñanza de estos tres capítulos 
sobre la función del Espíritu Santo en una iglesia local. Pablo 
enfatiza dos conceptos en este capítulo. Según el apóstol, 
cuando el Espíritu Santo funciona adecuadamente en una iglesia, 
esta se caracteriza por su diversidad y su unidad. Observemos 
con cuánta frecuencia repite Pablo ambos conceptos en este 
capítulo. ¿Cómo pueden coexistir en una iglesia estos dos 
principios opuestos? En la inspiración del Espíritu Santo, Pablo 
reune estos dos principios opuestos cuando dice que una iglesia 
así funciona como un cuerpo humano. Hay gran diversidad entre un 
ojo y un oído, una mano y un pie. Pero esa diversidad funciona 
con una sorprendente unidad, porque todos estos miembros 
diversos de un cuerpo están bajo el control de una sola cabeza. 
En la última mitad del siglo XX, ha habido un avivamiento 
del interés en el Espíritu Santo. Cuando interpretamos nuestras 
experiencias con el Espíritu Santo, debemos tener cuidado de no 
crear muchas divisiones y confusión, ya que nos sentimos 
tentados a cometer errores en la forma en que caratulamos 
nuestras experiencias con el Espíritu Santo. Por ejemplo, 
¿alguna vez escuchó a las personas referirse a un creyente o a 
un pastor o a una iglesia como “lleno -o llena- del Espíritu 
Santo”? Lo que esta expresión implica es que hay dos clases de 
19
Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) 
creyentes, pastores o iglesias. Hay creyentes, pastores e 
iglesias que son llenos del Espíritu Santo y hay otros 
creyentes, pastores o iglesias que nunca son llenos del Espíritu 
Santo. 
¿Es esto lo que la Biblia dice cuando describe a creyentes 
que son llenos del Espíritu Santo? Todos los creyentes reciben 
el mandato de ser llenos del Espíritu (ver Efesios 5:18). En el 
idioma original se nos ordena, literalmente, “ser continuamente 
llenos del Espíritu”. En griego, la instrucción está 
estructurada de tal manera que, sin duda, se trata de una orden 
y no una opción para un auténtico discípulo de Jesucristo. 
¿Qué significa ser lleno del Espíritu Santo? En el libro de 
los Hechos se nos dice que Pedro, “lleno del Espíritu”, predicó 
ese gran sermón en el Día de Pentecostés. Poco después dice que 
“Pedro, lleno del Espíritu” predicó y miles fueron salvos. Más 
adelante, leemos: “Pedro, lleno del Espíritu”, hizo esto o hizo 
aquello. Ahora, en los momentos en que la Biblia no nos dice 
explícitamente que estaba lleno del Espíritu... ¿estaba Pedro 
lleno del Espíritu? 
El Espíritu Santo no es un líquido. El Espíritu Santo es 
una Persona, y solo una de dos opciones es posible: o tenemos a 
la Persona del Espíritu Santo en nuestras vidas, o no la 
tenemos. La verdadera cuestión no es cuánto tenemos nosotros del 
Espíritu, sino cuánto tiene el Espíritu de nosotros. Cuando el 
Espíritu tiene la totalidad de nosotros, entonces somos llenos 
del Espíritu. 
Un creyente lleno del Espíritu es un creyente controlado 
por el Espíritu. Antes de ordenarnos ser “ser continuamente 
llenos” del Espíritu Santo, Pablo escribió: “No os embriaguéis 
con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos 
[continuamente] del Espíritu”(Efesios 5:18). Así como una 
persona que está ebria está bajo la influencia o el control del 
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Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) 
alcohol, nosotros debemos estar bajo la influencia o el control 
del Espíritu Santo. 
Pablo nos dice en este capítulo que, cuando nosotros y los 
miembros de nuestra iglesia seamos llenos del Espíritu Santo, 
nuestra iglesia se caracterizará por una sorprendente diversidad 
y unidad. Como Pablo lo expresa aquí: “Ahora bien, hay 
diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo” (4). Dado que 
los dones espirituales nos equipan para los ministerios 
espirituales, el versículo 5 dice: “Hay diversidad de 
ministerios”. Esto significa diferentes formas de servir a Dios. 
Hay diversidad de dones, y a partir de estos diferentes modelos 
de dones, hay diversidad de modelos de ministerios. En una 
iglesia controlada por el Espíritu, los miembros de ese cuerpo 
no tienen todos los mismos dones o los mismos ministerios. 
A continuación, en el versículo 6, escribe: “Y hay 
diversidad de operaciones, pero Dios, que hace todas las cosas 
en todos, es el mismo”. Los dones y ministerios del Espíritu no 
son dados como nosotros deseamos, sino como Él lo dispone(11). 
Quizá eso es lo que quiere decir aquí, en los versículos 4, 5, y 
6, cuando Pablo escribe que hay diversidad de dones, de 
ministerios, y que la forma en que Dios obra a través de estos 
diversos dones y ministerios no siempre es la misma. Pero 
enfatiza el hecho de que es el mismo Espíritu el que está 
obrando, o funcionando, en y a través de todos estos dones y 
ministerios diversos. Estas manifestaciones del Espíritu son 
dadas para provecho de toda la iglesia. 
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Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) 
Capítulo 6 
Los dones del Espíritu Santo 
(1 Corintios 12:7-11) 
Este pasaje describe los diversos dones espirituales en una 
iglesia local, que es el cuerpo de Cristo. Leemos: “Porque a 
éste es dada por el Espíritu palabra de sabiduría” (8). Estoy 
convencido de que esto significa el don de predicar y enseñar la 
Palabra de Dios con el discernimiento para aplicarla e ilustrar 
lo que la Palabra significa para nosotros. 
Pablo también escribe que, en el cuerpo, Dios da “a otro, 
dones de sanidades por el mismo Espíritu” (9). No pensemos 
solamente en términos de sanidad física cuando leamos esto. 
Recordemos que la dimensión espiritual de un ser humano es de 
mayor valor que la física, porque la dimensión espiritual es 
eterna, y la dimensión visible, física, de un hombre o mujer es 
temporal. Por lo tanto, la sanidad espiritual, interior, es de 
mayor valor aún que la sanidad física y externa. 
También leemos en el versículo 10: “...a otro, profecía”. 
Un profeta es una persona a través de la cual Dios habla. Estoy 
persuadido de que cuando los pastores-maestros o evangelistas 
predican con la unción del Espíritu sobre ellos, eso es 
profecía, porque Dios habla a través de ellos. 
Pablo escribe después: “...a otro, discernimiento de 
espíritus” (10). Pablo señaló en los primeros versículos de este 
capítulo que, antes de convertirse a Cristo, estas personas 
estaban totalmente bajo el control de los espíritus malignos 
asociados con la adoración de ídolos. ¿Cómo sabemos que somos 
controlados por el Espíritu Santo y no por algún espíritu 
maligno? La respuesta es que necesitamos la Palabra de Dios y el 
don de discernimiento en el cuerpo de Cristo. 
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Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) 
A continuación, escribe, también en el versículo 10: “...a 
otro, diversos géneros de lenguas”. ¿De qué habla Pablo? 
Sabemos que en el día de Pentecostés hubo un fenómeno espiritual 
milagroso en que las barreras idiomáticas fueron derribadas. 
Cuando Pedro predicó su gran sermón y los apóstoles alabaron a 
Dios, hablaban en una lengua determinada. Pero todos los 
comprendieron, sin importar cuál fuera su lengua materna. Fue un 
gran milagro. El mensaje predicado por Pedro y los apóstoles 
estaba destinado a oídos de hombres. Por eso, el profeta Joel y 
el autor del Libro de los Hechos lo llaman “profecía” (Joel 
2:28; Hechos 2:17,18). 
Diré más acerca de las lenguas cuando lleguemos al capítulo 
14 de esta carta, que Pablo comienza escribiendo que la persona 
que habla en lenguas no está hablándoles a los hombres, sino a 
Dios. Pablo nos dice que los hombres no pueden comprenderlos 
porque, en su espíritu, están hablando misterios; no idiomas, 
sino misterios (14:2). Esto no es lo que sucedió en el día de 
Pentecostés. Lucas, en el Libro de los Hechos, y Pablo, en esta 
carta a los corintios, hablan de dos clases de lenguas 
diferentes. 
Lea nuevamente esta lista de dones en los versículos 7 al 
10, y familiarícese con ellos. Al estudiar los dones 
espirituales que se mencionan en 1 Corintios 12, debería tratar 
de descubrir qué clase de don espiritual le ha dado el Espíritu 
Santo a usted. Después, debería buscar formas de ejercitar los 
dones que considera que Él le ha dado. 
Pablo concluye su enseñanza acerca de estos dones 
espirituales escribiendo: “Pero todas estas cosas las hace uno y 
el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él 
quiere” (11). Así obra el Espíritu Santo. Da dones como estos a 
las personas que están en el cuerpo, que los equipan para 
realizar sus ministerios. 
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Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) 
Capítulo 7 
Cinco huellas dactilares de una iglesia sana 
(1 Corintios 12:4-19) 
Después de su gran pasaje sobre cómo los dones espirituales 
se convierten en patrones para el ministerio, Pablo continúa con 
otra parte de esta gran enseñanza. Toma los dos principios 
opuestos –diversidad y unidad- y los une diciéndonos que una 
iglesia funciona como un cuerpo humano. 
¿Qué es una iglesia? ¿Cuál es la esencia y la función de 
una iglesia? Jesús nos dice: “Yo edificaré mi iglesia, y los 
poderes del infierno no podrán evitar que lo haga”. Leemos que 
Él ahora anda en medio de sus iglesias (Mateo 16:18; Apocalipsis 
1:12,13,20). ¿Cuáles son las evidencias de que nuestra iglesia 
forma parte de la iglesia que el Cristo vivo y resucitado está 
construyendo y visitando hoy? 
Hay más de sesenta mil millones de dedos en este mundo, y 
cada uno deja una huella dactilar única. En cualquier lugar del 
mundo, los organismos encargados de hacer cumplir la ley pueden 
identificarnos a usted o a mí por nuestras huellas dactilares. 
¿Tiene la iglesia que Cristo está edificando “huellas 
dactilares” que la identifiquen? En otras palabras, si nuestra 
iglesia fuera “acusada” de ser parte de la iglesia que Cristo 
está edificando, ¿habría suficientes pruebas como para 
condenarnos? 
En el Nuevo Testamento, he descubierto lo que, estoy 
convencido, son diez “huellas dactilares” que pueden ayudar a 
identificar la iglesia que Cristo está edificando y bendiciendo 
con su presencia divina hoy. Estas “huellas” no solo identifican 
a la iglesia que Cristo está edificando, sino que también pueden 
darnos el entendimiento necesario para poder monitorear la salud 
24
Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) 
25 
de una iglesia. 
Encuentro estas huellas en dos lugares. Las cinco primeras 
se encuentran cuando se inició la iglesia, o en lo que llamamos 
“la Gran Comisión” que dio nacimiento a la iglesia. Jesús ordenó 
a los discípulos: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las 
naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y 
del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que 
os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, 
hasta el fin del mundo. Amén”(Mateo 28:19-20). 
El libro de los Hechos es un registro de cómo los apóstoles 
y discípulos de Jesús implementaron esa Gran Comisión. Su 
objetivo al predicar el evangelio era hacer discípulos, a los 
que debían bautizar y enseñar. Esta Comisión dice, literalmente: 
“Haced discípulos: id; bautizad; enseñad”. 
Así que, en el día de Pentecostés, cuando se convirtieron 
tres mil judíos, los apóstoles sabían qué hacer con ellos. 
Leemos que quienes se convirtieron “perseveraban en la doctrina 
de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el 
partimiento del pan y en las oraciones” (Hechos 2:42). Esto 
describe el comienzo de la Iglesia de Jesucristo, y es aquí 
donde encuentro las primeras cinco “huellas dactilares” de una 
iglesia sana. 
En la “mano derecha”, pensemos que el evangelismo es la 
huella del pulgar. Los apóstoles predicaron el evangelio a las 
personas y trajeron a los convertidos a la iglesia. La huella 
del índice es la enseñanza. En obediencia a la Gran Comisión, 
los apóstoles enseñaron a los que se convirtieron el día de 
Pentecostés. La huella del dedo medio es la comunión. Los 
discípulos que se convirtieron a través de la predicación de los 
apóstoles no solo fueron evangelizados, sino que perseveraban en 
la enseñanza y la comunión de los apóstoles. La huella del 
anular es la adoración. Ellos expresaban su amor por el Cristo
Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) 
vivo y resucitado por medio del partimiento del pan con los 
apóstoles. Esto significa que celebraban la Cena del Señor 
juntos. Yo llamo “la huella del dedo meñique” a la oración, ya 
que leemos que los nuevos discípulos perseveraban en oración con 
los apóstoles. 
Encuentro cinco huellas más en este duodécimo capítulo de 
la primera carta de Pablo a los corintios, que, según creo, es 
la mayor afirmación del Nuevo Testamento sobre cómo ha dispuesto 
Cristo que una iglesia funcione en este mundo. 
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Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) 
Capítulo 8 
Cinco huellas más de una iglesia sana 
(1 Corintios 12:12-24) 
En el último capítulo mencioné que las huellas dactilares 
de la mano derecha de una iglesia sana son: la del pulgar, el 
evangelismo; la del índice, la enseñanza; la del medio, la 
comunión; la del anular, la adoración, y la del meñique, la 
oración. 
En este profundo capítulo, encuentro otras cinco huellas 
dactilares de una iglesia sana. Según esta inspirada descripción 
de cómo debe funcionar la iglesia, la huella del pulgar de la 
mano izquierda es la unidad, es decir, ser uno. Cuando 
escuchamos a Jesús orar cinco veces para que su iglesia sea una, 
es de esperar que esta huella aparezca. 
La huella del dedo índice de la mano izquierda es la 
diversidad. Pablo está diciendo, básicamente, que si dos de 
nosotros somos exactamente iguales, entonces uno es innecesario. 
Usa una metáfora horrible para confirmar su concepto, cuando 
plantea la pregunta: “Si todo el cuerpo fuera ojo, ¿cómo 
haríamos para escuchar?” (17). ¿Se imagina un globo ocular de 75 
kilos o una oreja de 80 kilos? La belleza de la diversidad hace 
que el cuerpo humano sea atractivo, y un cuerpo humano sin 
diversidad sería horrible. La unidad sin diversidad es 
uniformidad. Una iglesia controlada por el Espíritu Santo tiene 
unidad sin sacrificar la diversidad de dones y ministerios. 
La huella del dedo medio es la pluralidad. “El cuerpo no es 
un solo miembro, sino muchos” (14). Muchas iglesias tienen 
pastores dotados, y eso es maravilloso. Pero cuando la iglesia 
se reune, el pastor no debe ser el único que ejercite sus dones 
espirituales. Eso no es pluralidad. Cada vez que se encuentran 
en el Nuevo Testamento las palabras que describen a los líderes 
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Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) 
de la iglesia, las palabras están en plural. La iglesia no debe 
funcionar como el cuerpo de una persona discapacitada. La 
iglesia debe funcionar como un cuerpo sano, en el cual todos los 
miembros funcionan. El cuerpo de Cristo necesita del trabajo de 
todos sus miembros para funcionar como Dios lo desea. 
La huella del dedo anular es la empatía, es decir, el amor 
por el otro. Si un miembro sufre, todos los miembros de ese 
cuerpo sufren. “Mirad cómo se aman”. Eso es lo que decían de la 
primera generación de la iglesia. Que sea también lo que digan 
de la verdadera iglesia del Cristo vivo hoy. 
La huella del dedo meñique podría llamarse “igualdad”. Cada 
miembro del cuerpo tiene igual importancia. En el oído interno 
hay un pequeño hueso que controla nuestro equilibrio. No podemos 
verlo y nunca pensamos en él, pero si nos fuera quitado, 
caeríamos al piso y seríamos como un pez fuera del agua. En la 
iglesia, hay pequeños miembros del cuerpo, como ese. Quizá no se 
los vea, pero realizan una función que es parte vital de la vida 
del cuerpo de creyentes. Todos esos miembros del cuerpo, estén 
en el frente o entre bambalinas, son igualmente importantes para 
la función del cuerpo de Cristo. 
Unidad, diversidad, pluralidad, empatía e igualdad; son 
otras cinco huellas dactilares de la iglesia, según esta 
profunda enseñanza del apóstol Pablo en esta dinámica 
descripción de la naturaleza y función de la verdadera iglesia 
del Cristo resucitado y vivo. 
Problemas para mantener la unidad y la diversidad 
Pablo trata varios problemas al presentar y aplicar en la 
práctica la diversidad y la unidad de la iglesia. El primer 
problema es lo que podríamos llamar “discriminación espiritual”. 
En la iglesia de Corinto había personas que habían recibido 
dones del Espíritu, como el don de lenguas. Cuando recibieron 
28
Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) 
este don de lenguas, creyeron que eran más espirituales que los 
que no lo habían recibido. 
Este problema de la discriminación espiritual existe en las 
iglesias en la actualidad. Muchos creen que el don de lenguas es 
un don que funciona como una “credencial”. Si alguien no ha 
recibido ese don, los que lo tienen lo tratan como si no fuera, 
siquiera, una persona espiritual. Eso es discriminación 
espiritual. Si yo fuera un creyente recién convertido, podría 
sentirme profundamente herido si me discriminaran porque no 
tengo los mismos dones espirituales que otros. Pablo trata el 
efecto de esta discriminación espiritual cuando escribe: “Si 
dijere la oreja: Porque no soy ojo, no soy del cuerpo, ¿por eso 
no será del cuerpo?” (15). 
El siguiente problema que encara el apóstol Pablo podría 
llamarse “depreciación espiritual”. Muchos creyentes son 
inseguros espiritualmente. Así que, si alguien les dice: “Tú no 
tienes dones como yo, y eso significa que no eres un creyente 
auténtico”, comienzan a depreciar, es decir, restar valor, a los 
dones espirituales que Dios les ha dado. 
En última instancia, el problema que preocupa a Pablo aquí 
es el problema de la división espiritual. La secuencia es: la 
discriminación espiritual lleva a la depreciación espiritual, y 
esto, a su vez, puede llevar a la división del cuerpo de Cristo. 
Si yo soy tratado como un ciudadano de segunda en la iglesia a 
la que asisto, y hay otras iglesias a las que puedo ir, buscaré 
alguna donde no sea tratado de esa forma. Ahora tenemos el 
problema de la división. La discriminación espiritual, 
lamentablemente, algunas veces se expresa en que los creyentes 
se reunen en grupos según los dones que han recibido, excluyendo 
a aquellos que no han recibido el mismo conjunto de dones 
espirituales que ellos. 
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Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) 
Cinco veces, en su oración por la iglesia, Jesús rogó que 
fuéramos uno (Juan 17). ¡Cuán trágico, pensar que los creyentes 
puedan permitir que el maligno utilice la función del Espíritu 
Santo, que fue dado para cultivar y mantener nuestra unidad, con 
el fin de causar divisiones y fracturar la unidad por la cual Él 
oró! 
30
Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) 
Capítulo 9 
El cuerpo de Cristo 
(1 Corintios 12:27-31) 
Al llegar al final de nuestro estudio del capítulo 12, 
¿cómo podríamos resumir esta maravillosa enseñanza del apóstol 
Pablo? Antes que nada, no olvidemos observar que el apóstol 
Pablo señala más de una vez que Dios es quien ha armado su 
cuerpo. No tenemos los dones espirituales que nosotros deseamos; 
tenemos los que Él desea que tengamos. Pablo escribe: “Pero 
todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo 
a cada uno en particular como él quiere […] Mas ahora Dios ha 
colocado los miembros cada uno de ellos en el cuerpo, como él 
quiso” (11,18). Esto se refiere, naturalmente, al cuerpo de 
Cristo, la iglesia. En otras palabras, Dios armó el cuerpo de 
Dios precisamente como Él quiso, con diversidad de dones y 
ministerios y unidad cuando funcionan juntos, ya que están bajo 
el control de una Cabeza, el Cristo vivo y resucitado. 
Observemos que el don de lenguas, aquel que aparentemente 
los creyentes corintios consideraban su “credencial”, se 
menciona último en el orden de preferencia (ver 12:10). Si 
tuviéramos que elegir uno de los dones del Espíritu para usarlo 
como “credencial”, el don de lenguas debería ser el último que 
eligiéramos. 
Obviamente, Dios desea que esta sagrada diversidad de dones 
exista, con unidad, en el cuerpo de Cristo. Todas estas personas 
diversas –que ahora lo son más, porque han recibido diversos 
dones del Espíritu- pueden ejercitar sus dones espirituales y 
trabajar juntos en forma sobrenatural, porque todas son 
controladas por el Cristo vivo. 
Pablo da prioridad a algunos ministerios y roles de 
liderazgo en la iglesia al mostrarnos otra lista (28). Escribe: 
31
Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) 
“Primeramente apóstoles”. Algunos dicen que esto significa los 
doce apóstoles originales. Cuando ellos salieron de escena, fue 
el fin de ese tipo de ministerio. Otros dicen que la palabra 
“apóstol”, en realidad, significa ‘enviado’ o ‘misionero’. Así 
que podemos aplicar este don a los misioneros o a las personas 
que son llamadas a plantar una iglesia o iniciar un ministerio, 
porque pueden ser consideradas dentro del don del apostolado. 
Después, Pablo escribe: “...luego profetas”. Los profetas 
son quienes hablan por Dios, o aquellos a través de los cuales 
Dios habla cuando enseñan y predican su Palabra. Después, 
escribe: “...lo tercero maestros”. La Gran Comisión señala que, 
cuando se hacen discípulos, es necesario enseñarles. Por eso, es 
de esperar encontrar en la iglesia personas que tienen el don de 
enseñanza. Después, Pablo ubica a “los que hacen milagros, 
después los que sanan”. 
Después, a “los que ayudan, los que administran”. Estos 
dones prácticos no han sido mencionados anteriormente. No todos 
los dones espirituales son tan pastorales como el de sanar por 
fe o predicar la Palabra de Dios. ¡Cuán desesperadamente las 
iglesias y los ministerios creados para implementar la Gran 
Comisión necesitan buenos administradores! Y aquí encontramos a 
“los que ayudan”, aquellas personas que simplemente ayudan a que 
las cosas se hagan. Finalmente, al final de la lista, Pablo 
vuelve a mencionar el don de lenguas. 
Pablo formula varias preguntas al concluir este capítulo: 
“¿Son todos apóstoles? ¿son todos profetas? ¿todos maestros? 
¿hacen todos milagros? ¿Tienen todos dones de sanidad? ¿hablan 
todos lenguas? ¿interpretan todos?” (29,30). La respuesta obvia 
y esperada es “No”. Si dos de nosotros somos exactamente 
iguales, entonces uno de nosotros no es necesario. Si alguno de 
nosotros tuviera todos los dones, no necesitaríamos a los demás 
miembros del cuerpo. Pero tal como Dios lo ha dispuesto, nadie 
32
Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) 
tiene todos los dones. Por esa razón, todos somos necesarios, y 
todos nos necesitamos mutuamente. Gloria a Dios, porque nos ha 
hecho únicos a todos, y eso hace que cada uno de nosotros sea 
miembro necesario del cuerpo de Cristo. 
33
Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) 
Capítulo 10 
Una sinfonía de amor 
(1 Corintios 13) 
El capítulo trece de esta epístola es considerado el 
“capítulo del amor” de la Biblia. Sin embargo, debemos darnos 
cuenta de que, aun siendo un capítulo fundamental sobre el amor, 
no es este el tema principal en él; el tema principal son los 
dones espirituales. Antes de considerar este capítulo versículo 
por versículo, nos ayudará a comprenderlo mejor estudiar el 
contexto en el cual Pablo escribió estas inspiradas palabras 
sobre el amor. Esta profunda declaración sobre el amor viene a 
continuación de una magnífica enseñanza sobre los dones 
espirituales que concluye de esta forma: “Procurad, pues, los 
dones mejores. Mas yo os muestro un camino aun más excelente” 
(12:31). 
Con estas palabras como introducción, Pablo escribe, 
entonces, el gran capítulo del amor de la Biblia. La conclusión 
del capítulo trece es, en realidad, el primer versículo del 
capítulo catorce: “Seguid el amor; y procurad los dones 
espirituales”. Al principio de este maravilloso tratado sobre el 
amor, se nos dice que procuremos los mejores dones espirituales, 
y las últimas palabras del capítulo son, nuevamente, que 
procuremos los dones espirituales (12:31; 14:1). 
En este capítulo, Pablo presenta un contraste entre el amor 
y los dones espirituales que más valoraban los creyentes 
corintios. Algunas veces, un joyero utiliza un terciopelo negro 
para exhibir sus diamantes. De la misma manera, Pablo presenta 
el tema del amor sobre el trasfondo de su argumento, de manera 
que podamos tener una mejor perspectiva sobre los dones 
espirituales. Lo sabemos porque nos está enseñando sobre dones 
34
Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) 
espirituales en el capítulo doce, y regresa al tema en el 
capítulo catorce. 
El capítulo trece presenta la evidencia de la gran obra del 
Espíritu Santo en nosotros. Este capítulo es como una “sinfonía 
de amor” en tres movimientos. El primer movimiento está 
compuesto por los primeros tres versículos. Yo lo llamo 
“Comparación del amor”. 
En estos tres versículos iniciales, el apóstol Pablo 
compara al amor con cosas que eran altamente valoradas por los 
corintios, como creyentes y como griegos cultos. Por ejemplo, 
como creyentes, valoraban el don de lenguas y, como griegos, 
valoraban la elocuencia. Por ello, comienza escribiendo: “Si yo 
hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a 
ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe” (1). En otras 
palabras, si hablo en lenguas, o con gran elocuencia griega, 
pero sin amor, soy solamente un montón de ruido. 
Después, compara el amor con el don de profecía y con 
comprender todos los misterios, tener todo conocimiento y fe 
suficiente como para mover montañas. Declara que, aunque 
tengamos todas estas cosas, sin amor, no somos nada. Y llega a 
decir que si entregara todo su dinero a los pobres y diera su 
cuerpo para ser quemado como mártir, si no tiene amor, “de nada 
me sirve”(3). El apóstol Pablo declara, al comparar el amor con 
estas cosas que más valoraban los corintios: “Nada que yo sea, 
nada que tenga ni nada que pueda hacer remplazará jamás la 
importancia del amor en mi vida”. 
Al segundo movimiento de esta sinfonía de amor, yo lo llamo 
“Racimo de amor”(4-7). En su gran clásico devocional sobre este 
capítulo, titulado The Greatest Thing in the World (La cosa más 
grande del mundo), Henry Drummond escribió, acerca de estos 
versículos: “El concepto del amor pasa por el prisma del 
intelecto de Pablo, inspirado por el Espíritu Santo, y sale al 
35
Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) 
otro lado como un racimo de virtudes”. Él llamó a este segundo 
movimiento “Análisis del amor”. 
En la Biblia, hay diferentes palabras griegas que se 
utilizan para referirse al amor. Eros se refiere al amor 
erótico. Phileo representa una clase de amor fraternal. Pero el 
concepto que pasa por el prisma del intelecto de Pablo -que está 
inspirado por el Espíritu Santo- en estos cuatro versículos es 
el que representa la palabra griega agape. Este amor 
desinteresado solo puede ser comprendido como un racimo o 
conjunto de virtudes. Pablo presenta quince virtudes en los 
versículos 4 al 7 y nos dice que si tenemos este amor agape, nos 
comportaremos de estas maneras. 
El tercer movimiento de esta sinfonía de amor está en los 
versículos 8 al 13. A este tercer movimiento lo llamo “Elogio 
del amor”. En el movimiento final de esta magnífica sinfonía de 
amor, Pablo nos muestra por qué cada una de las cualidades con 
las que comparó al amor en el primer movimiento no puede 
remplazar al amor. Este movimiento final concluye con las 
palabras: “Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, 
estos tres; pero el mayor de ellos es el amor” (13). Al 
presentar la comparación y el elogio del amor en este tercer 
movimiento, Pablo nos muestra por qué el amor es lo más grande 
del mundo. 
¿Por qué la fe, la esperanza y el amor son los tres valores 
eternos? La fe es un valor eterno porque la Escritura nos 
informa que, sin fe, no podemos acercarnos a Dios o agradarle 
(Hebreos 11:6). ¿Qué de la esperanza? La esperanza es la 
convicción en los corazones de los seres humanos de que hay algo 
bueno en esta vida, y de que eso bueno les sucederá a ellos. 
También leemos en el libro de Hebreos: “Es, pues, la fe la 
certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”. 
En otras palabras, la fe da sustancia a nuestras esperanzas. La 
36
Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) 
esperanza es importante porque nos lleva a la fe. Y la fe es 
importante porque nos lleva a Dios. 
Pablo dice aquí que el amor es más grande que la esperanza 
y la fe, porque no es algo que nos lleve a algo que nos lleva a 
Dios. Este amor agape que él describe aquí es Dios. (1 Juan 
4:8,16). Cuando descubrimos este amor agape, hemos descubierto a 
Dios. Hemos descubierto la presencia divina de Dios, porque este 
amor es la esencia de su ser. Es por esto que Pablo concluye que 
el amor es lo más grande del mundo. 
No es de extrañarse que Pablo haya comenzado este capítulo 
diciendo: “Permítanme que les muestre algo más grande que los 
dones espirituales”. No es de extrañarse que nos diga que este 
amor es incomparable, y lo más grande del mundo. Y podemos 
comprender por qué, después de hablarnos del amor agape, 
escribe: “Seguid el amor; y procurad los dones espirituales”. 
Los dones espirituales son importantes. Debemos desearlos. Pero 
hagamos del amor nuestro principal objetivo, porque Dios es 
amor. 
37
Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) 
Capítulo 11 
Un racimo de virtudes 
(1 Corintios 13:4-7) 
En el centro del capítulo trece de 1 Corintios, debemos 
examinar este “racimo de virtudes” que son la esencia del amor 
que es la esencia de Dios. Pablo no puede definir al amor, ya 
que no puede definir a Dios. Pero sí nos dice, aquí y en otros 
lugares de sus escritos, que si el Espíritu de Dios vive en 
nuestros corazones, la prueba de ese milagro serán estas quince 
virtudes (Gálatas 5:22,23). Lo cual significa que en estos 
versículos no solo se nos presenta un racimo de cualidades o un 
análisis del amor. Si queremos saber más acerca de quién y qué 
es Dios, debemos examinar estas virtudes de a una por vez, 
porque no solo representan un análisis del amor, sino que son un 
análisis de la esencia de Dios. 
Primero, Pablo nos dice que el amor “es sufrido”. Esto se 
ha traducido muchas veces como “es paciente”, pero la palabra 
griega utilizada en el original indica un amor que es 
misericordioso, es decir, incondicional, que no toma venganza 
por sí mismo aun cuando tenga el derecho y la oportunidad de 
hacerlo. 
Después, leemos que el amor “es benigno”. Esta palabra 
griega significa ‘el amor es fácil’: fácil de vivir con él, 
fácil de acercarse a él. El amor es dulce. El amor es bueno. El 
amor hace cosas buenas. Todos estos conceptos están reunidos en 
la palabra griega que se traduce como “benigno”. 
Pablo nos dice, después: “El amor no tiene envidia”. Otra 
manera de comprender la palabra que Pablo utiliza nos sugiere un 
compromiso desinteresado para con el bienestar del otro. En 
otras palabras, un altruismo santificado. No solo nos 
preocupamos por el bienestar de la persona que amamos, sino que 
38
Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) 
nos comprometemos, desinteresada y deliberadamente, con su 
bienestar. 
La próxima cualidad es: “...no es jactancioso”. Esto 
significa que no es presumido. No es fanfarrón. La persona que 
tiene esta cualidad no tiene necesidad de impresionar a los 
demás. 
Después, Pablo dice: “...no se envanece”. El amor no es 
engreído, orgulloso ni arrogante. En otras palabras, el amor es 
humilde. 
A continuación, escribe: “...no hace nada indebido”. El 
amor tiene buenos modales, un comportamiento cortés y amable, 
porque está centrado en los demás. Y después: “...no se irrita”. 
Esto significa que no se altera fácilmente. Buenas traducciones 
de esta característica serían “no se pone nervioso” o “no es 
quisquilloso”, ya que reflejan esta cualidad. Entre estas dos 
cualidades, Pablo nos dice que el amor “no busca lo suyo”. Si 
tenemos esta cualidad del amor en nuestro corazón, no seremos 
egocéntricos ni egoístas. No estaremos buscando hacer nuestra 
voluntad. El amor no es quisquilloso y se comporta cortésmente 
porque no busca hacer las cosas a su manera. 
Las próximas cuatro virtudes también están agrupadas: 
“...no guarda rencor”, en el original griego, significa que una 
persona que tiene esta clase de amor no guarda un registro de 
los errores y los fracasos de la persona amada. Tiene lo que 
podría llamarse una “memoria santificada”. En realidad, Pablo 
escribe que esta cualidad del amor “no se goza de la injusticia, 
mas se goza de la verdad”. Estas dos virtudes implican algo así 
como esto: No nos alegramos cuando la persona que es objeto de 
nuestro amor falla. No queremos que falle, y nos lamentamos 
cuando esto sucede. Gozarse de la verdad significa alegrarse 
cuando la verdad prevalece en la vida del ser amado. 
39
Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) 
Cuando Pablo escribe: “Todo lo sufre”, en realidad, no es 
esta la mejor traducción, ya que la expresión griega, en 
realidad, sugiere algo así como: “El amor todo lo cubre”. 
Queremos que el ser amado tenga éxito espiritual, y cuando 
fracasa, no se lo contamos a los demás. Cuando la persona amada 
nos cuenta sus fracasos, los guardamos en secreto. 
“Todo lo cree” significa que el amor cree lo mejor acerca 
de la persona amada. El amor tiene la fe para ver y creer en el 
potencial del ser amado. “Todo lo espera” significa que el amor 
espera gozosamente el cumplimiento de lo que ve y cree acerca 
del ser amado. Cuando Pablo escribe: “Todo lo soporta”, quiere 
decir que el amor persevera mientras espera el cumplimiento de 
lo que cree y espera ver en la vida del ser amado. 
Después de presentar estas quince virtudes, Pablo escribe: 
“El amor nunca deja de ser”(8). La palabra griega, aquí, sugiere 
que la persona que ama tiene confianza para esperar, creer y 
soportar porque sabe que este amor no viene de sí. Este amor 
viene de Dios, y este conjunto de virtudes es una expresión del 
milagro de que Dios vive en ella y se expresa a través de ella. 
Dado que Dios es amor, y estas virtudes revelan el amor que es 
Dios, este amor nunca deja de ser, porque Dios nunca deja de 
ser. Nosotros dejamos de acercarnos a Dios y de apropiarnos de 
Él; dejamos de amar, y el objeto de nuestro amor no siempre 
recibe este tipo de amor de nosotros; pero este amor que Dios 
tiene por nosotros y, a través de nosotros, por otros, nunca 
deja de ser. 
40
Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) 
Capítulo 12 
Amor excéntrico 
(1 Corintios 13:4-7) 
Este gran capítulo de la Biblia nos dice que el amor es 
incomparable porque Dios es amor, y la cualidad del amor que se 
compara, se reune y se elogia en este capítulo es Dios. Es 
debido a que esta cualidad del amor es Dios que el amor es 
incomparable e irreemplazable. 
Estas quince virtudes no agotan la lista de cualidades que 
expresan el amor agape. Son simplemente algunos ejemplos de 
virtudes espirituales que surgen en la vida de una persona que 
está llena del Espíritu de Aquel que, en su esencia, es amor. 
Cuando examinamos las quince virtudes que definen y expresan el 
amor que es Dios, hay un sentido en que podríamos decir que ese 
amor es “excéntrico” porque es “descéntrico”. 
Los corintios acusaban al Apóstol Pablo de ser excéntrico, 
es decir, “estar descentrado”. Todos tenemos un centro alrededor 
del cual gira nuestra vida. Para la mayoría de las personas, 
este centro es su yo, o sus logros egoístas. Los corintios 
reconocían la obvia realidad de que Pablo no tenía en su vida el 
mismo centro que tenían ellos. Pablo estaba de acuerdo con 
ellos. (2 Corintios 5:13). 
Los ingenieros aeroespaciales nos han regalado una nueva 
palabra: “descéntrico”. Cuando un satélite está en una órbita 
irregular y tiene problemas de funcionamiento, se lo llama 
“descéntrico”, porque el centro de su órbita ha cambiado. Cuando 
estudiamos las quince virtudes que expresan el amor agape, esta 
es una buena palabra para describir algo que todas ellas tienen 
en común. Si tenemos este amor en nuestra vida, porque el 
Espíritu Santo vive en nosotros, en cierto sentido, somos 
excéntricos, porque somos descéntricos. La gente de este mundo 
41
Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) 
nos considerará excéntricos, porque tenemos un centro diferente 
en nuestra vida. Seremos descéntricos porque el centro de 
nuestra vida cambió cuando el Cristo vivo y resucitado 
estableció su residencia en nuestro corazón. 
Otra observación acerca de este racimo de virtudes es que 
ellas se expresan externamente porque primero se experimentan 
internamente. Son la expresión exterior de una realidad 
interior. Por ejemplo, podemos decir que este amor es 
externamente indestructible porque, internamente, es 
incondicional. Cuando amamos a alguien con amor agape, por la 
gracia de Dios, podemos decir: “Mi amor por ti no está basado en 
tu comportamiento. Mi amor por ti es incondicional. Nada que 
hagas o digas puede hacer que yo deje de amarte. Este amor es 
resistente. Este amor puede aceptar cualquier cosa que tú digas 
o hagas, porque te amo con el amor de Dios”. 
Gran parte de lo que hoy se considera amor es condicional, 
porque el amor humano generalmente está basado en el 
comportamiento. Muchos niños son amados en forma condicional. 
Los padres les dicen a sus hijos, ya sea en forma explícita o 
implícita: “Si obtienes buenas calificaciones y no nos causas 
problemas, es posible que te amemos”. Eso hace que el niño se 
sienta muy inseguro, porque aunque haga las cosas bien esta 
semana, ¿cómo sabrá si podrá mantener el mismo nivel de logros 
la semana próxima? 
Si una mujer cree que es amada por su esposo solo por su 
comportamiento en el área sexual, quizá piense: “¿Qué sucederá 
si enfermo? ¿Si quedo embarazada? ¿Qué sucederá si no puedo 
seguir funcionando de la misma manera? ¿Seguirá amándome?”. 
Si un hombre cree que es amado por su esposa simplemente 
porque es buen proveedor, puede llegar a pensar: “¿Qué pasará si 
pierdo mi trabajo? ¿Qué pasará si enfermo y ya no puedo sostener 
a mi familia? ¿Seguirá amándome mi esposa?”. 
42
Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) 
Finalmente, este amor es, externamente, imposible, a menos 
que internamente sea espiritual y sea un milagro. No podemos 
amar a las personas de esta manera con nuestras propias fuerzas. 
Es solo gracias a que Dios es la fuente maravillosa de este amor 
en el interior, que tenemos la capacidad de expresarlo. 
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Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) 
Capítulo 13 
La solución que nunca falla 
(1 Corintios 13) 
Al leer esta primera carta de Pablo a los corintios, no 
olvide observar que este capítulo del amor puede ser una 
solución espiritual general para todos los problemas de esa 
iglesia que él ha tratado hasta ahora. Por ejemplo, el primer 
problema que trató fue el de las divisiones en la iglesia. ¿Cuál 
era, en realidad, la causa básica de esa división? Orgullo, 
arrogancia, personas egoístas y egocéntricas eran el motivo 
principal de esa división. Aunque les había dado una solución 
específica para ese problema en los primeros cuatro capítulos de 
su carta, cuando enseña que el amor es humilde y se concentra en 
los demás, el apóstol está dándole a esta iglesia una solución 
general a su problema de divisiones. 
En el capítulo cinco, Pablo trató el tema del hermano que 
estaba teniendo relaciones con su madrastra. Observemos que en 
el centro de la inspirada solución de Pablo a ese problema está 
el amor por Cristo, el amor por su iglesia, y el amor por el 
hermano caído. Toda disciplina de la iglesia, en la Biblia, está 
basada en el principio de amar, reconciliar y restaurar a 
nuestro hermano. 
En el capítulo seis, nos dice que los corintios se 
iniciaban juicios unos a otros, y Pablo, al dar la base de su 
solución específica, pregunta: “¿Por qué no sufrís más bien el 
agravio? ¿Por qué no sufrís más bien el ser defraudados?” (7). 
¿Saben? El amor no busca su propia ventaja en forma egoísta. No 
busca que las cosas se hagan a su manera. Así que el amor agape 
sería una solución general para el problema de los juicios de 
unos contra otros en los tribunales de Corinto. 
44
Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) 
Ciertamente, el espíritu de la enseñanza específica sobre 
el matrimonio, en el capítulo siete, es el amor agape. ¿Cuál es 
la causa específica de la mayoría de los problemas en los 
matrimonios cristianos? El egoísmo. ¿Cuál es la solución general 
para el egoísmo? El amor agape, que tan elocuentemente se 
presenta en el capítulo trece. 
Al hablar del problema de comer carne ofrecida a los 
ídolos, Pablo escribe: “El conocimiento envanece, pero el amor 
edifica” (8:1). La solución específica que Pablo prescribe no es 
que está bien o mal comer esa carne. El tema era: ¿Cuánto amas a 
tu hermano que cree que está mal hacerlo? Jesucristo amó a ese 
hermano más débil al punto de morir por él. ¿Lo amas tú lo 
suficiente como para renunciar a un plato de carne? 
En los capítulos que hablan de los dones y ministerios del 
Espíritu a través de su iglesia, Pablo enfatiza una y otra vez 
el principio del amor al dar sus soluciones específicas en el 
capítulo doce. Los dones espirituales y los ministerios no son 
dados para nuestra propia edificación, sino para la edificación 
de nuestro hermano. Son dados para el bien de todos los demás 
miembros del cuerpo. En el capítulo catorce se menciona más de 
cuarenta veces el concepto de que debemos edificar a los demás 
miembros del cuerpo. Todo ese capítulo trata, en realidad, sobre 
el amor centrado en los demás, dedicado al servicio. 
Aun cuando leemos la aplicación del capítulo de la 
resurrección (15), encontramos amor. Cuando comprendemos el 
evangelio de la muerte y la resurrección de Jesucristo que nos 
ha salvado, la aplicación es que siempre debemos abundar en la 
obra del Señor para que otros experimenten esa salvación. Y el 
amor es, obviamente, el espíritu de la colecta para los santos 
que sufrían en Jerusalén, en el capítulo 16, que es, además, un 
hermoso ejemplo de la solución general, que se encuentra en el 
amor agape del capítulo trece. 
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Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) 
A lo largo de toda esta carta a los corintios, tenemos 
soluciones específicas a problemas específicos. Cuando Pablo 
concluye sus correctivos específicos para las carnalidades de la 
iglesia de Corinto, comenzando el capítulo doce con las 
palabras: “No quiero, hermanos, que ignoréis acerca de los dones 
espirituales”, está presentando soluciones generales, 
espirituales, para sus problemas. Junto con la función del 
Espíritu Santo, el orden que llevará a la edificación de todos 
en la iglesia, y la mayordomía, el amor agape es su prioridad y 
su solución general para todos los problemas de la iglesia de 
Corinto. Así que este gran capítulo del amor es el corazón de la 
carta a los corintios. La solución general a todos los problemas 
de la iglesia de Corinto se encuentra en este maravilloso 
capítulo. 
46
Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) 
Capítulo 14 
La edificación de la iglesia 
(1 Corintios 14:1-5) 
En el capítulo catorce, Pablo trata nuevamente el tema del 
don de lenguas. Cuando consideramos este tema en el libro de los 
Hechos y en esta epístola de Pablo, debemos llegar a la 
conclusión que di en mi comentario sobre la forma en que Pablo 
menciona a las lenguas en el capítulo doce de esta carta. Las 
lenguas que se hablaron en Pentecostés no son las mismas a las 
que Pablo se refiere en esta carta a los corintios. Las lenguas 
que se hablaron en Pentecostés fueron llamadas profecía, porque 
un profeta es aquel que habla por Dios a los hombres, y esas 
lenguas estaban dirigidas a los oídos de los hombres (Joel 2:28; 
Hechos 2:17,18). 
Pablo comienza su enseñanza sobre el don de lenguas en este 
capítulo diciéndonos que el que habla en lenguas no habla a los 
hombres, sino a Dios. Las lenguas que se mencionan diecisiete 
veces en este capítulo están dirigidas a los oídos de Dios, no 
de los hombres. 
“Porque el que habla en lenguas no habla a los hombres, 
sino a Dios; pues nadie le entiende, aunque por el Espíritu 
habla misterios”(2). 
Las Escrituras dicen que Dios nos ha dado la música para 
que, cuando estamos en su presencia en adoración y tenemos la 
necesidad intensa de expresar lo inexpresable, podamos 
expresarle, a través de la música, eso que de otra manera sería 
inexpresable. Por eso el pueblo de Dios siempre ha sido un 
pueblo musical. David nos exhorta a venir ante su presencia con 
cánticos (Salmos 100:2). David tenía cuatro mil sacerdotes que 
no hacían más que alabar a Dios con los instrumentos que él 
mismo había hecho para la adoración (1 Crónicas 23:5). 
47
Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) 
Viendo la forma en que concluye el capítulo doce, es obvio 
que no todos tienen el don de lenguas, ni todos deberían esperar 
tenerlo. Este don no tendría que ser considerado como una “carta 
de presentación”, en el sentido de que quien lo tiene es un 
auténtico espiritual y quienes no lo han recibido no son tan 
espirituales. Si alguno de los dones que Pablo menciona en el 
capítulo doce pudiera ser considerado una buena “carta de 
presentación”, sería el don de profecía. Después de decirnos que 
quien habla en lenguas le habla a Dios, Pablo escribe: “Pero el 
que profetiza habla a los hombres” y hay tres resultados de 
esto: “...para edificación, exhortación y consolación”. Un 
profeta es alguien a través de quien Dios habla su palabra a su 
pueblo para edificarlo. Dado que el objetivo de todos estos 
dones espirituales es que todas las cosas sean para la 
edificación de la iglesia (26), quien tiene el don de profecía 
es mayor que el que habla en lenguas. 
En el versículo cuatro, Pablo señala claramente que cuando 
una persona habla en una lengua desconocida, se está edificando 
a sí mismo. Pero la persona que profetiza, la persona a través 
de la cual Dios habla su Palabra, está edificando a la iglesia. 
Por eso es que escribe, a continuación: “Así que, quisiera que 
todos vosotros... profetizaseis; porque mayor es el que 
profetiza que el que habla en lenguas, a no ser que las 
interprete para que la iglesia reciba edificación”. 
Una vez más, observemos que el énfasis está puesto en que 
el propósito de todos los dones espirituales es que la iglesia 
sea edificada. Así que, según la inspirada enseñanza de Pablo, 
si se habla en lenguas en la iglesia, o en la congregación, debe 
haber un intérprete. Todo lo que suceda en la congregación debe 
beneficiar a todos sus integrantes. 
48
Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) 
Capítulo 15 
Decentemente y con orden 
(1 Corintios 14:6-22) 
El apóstol Pablo manifiesta con vehemencia su oposición al 
ejercicio del don de lenguas cuando la iglesia está reunida. Con 
renuencia, marca ciertas pautas para el ejercicio de este don 
cuando todo el cuerpo está reunido: No debe manifestarse más de 
dos o tres veces en una reunión; debe ser de a una persona por 
vez; y siempre debe haber interpretación. La interpretación es 
imperativa, ya que todos los que asisten a la reunión deben ser 
edificados. Las lenguas, sin interpretación, edificarían 
únicamente a la persona que las habla. Eso es inaceptable para 
el apóstol. 
Veamos que, en el versículo 6, Pablo escribe: ”Hermanos, si 
yo voy a vosotros hablando en lenguas, ¿qué os aprovechará, si 
no os hablare con revelación, o con ciencia, o con profecía, o 
con doctrina?”. En otras palabras, debe haber una proclamación, 
una predicación o una enseñanza de lo que la Palabra de Dios 
dice y significa, para que yo pueda edificar al hermano. 
Y concluye en el versículo 9: “Así también vosotros, si por 
la lengua no diereis palabra bien comprensible, ¿cómo se 
entenderá lo que decís? Porque hablaréis al aire”. En otro 
pasaje, Pablo escribe: “Así que, teniendo tal esperanza, usamos 
de mucha franqueza” (¡Debemos usar palabras fáciles de 
entender!). (2 Corintios 3:12). 
Con relación al don de lenguas, Pablo continúa: “Tantas 
clases de idiomas hay, seguramente, en el mundo, y ninguno de 
ellos carece de significado. Pero si yo ignoro el valor de las 
palabras, seré como extranjero para el que habla, y el que habla 
será como extranjero para mí” (10,11). (Si no se comprende el 
idioma, ¿cómo habrá edificación?). 
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Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) 
“Así también vosotros; pues que anheláis dones espirituales, 
procurad abundar en ellos para edificación de la iglesia. Por lo 
cual, el que habla en lengua extraña, pida en oración poder 
interpretarla. Porque si yo oro en lengua desconocida, mi 
espíritu ora, pero mi entendimiento queda sin fruto. ¿Qué, pues? 
Oraré con el espíritu, pero oraré también con el entendimiento; 
cantaré con el espíritu, pero cantaré también con el 
entendimiento” (12-15). 
Pablo está enseñando que, aun cuando estemos solos en 
nuestro lugar privado de oración, si experimentamos este 
fenómeno, debemos orar pidiendo interpretación, para ser más 
edificados aún. Pero luego vuelve al tema del contexto de la 
congregación, en los versículos 18 y 19: “Doy gracias a Dios que 
hablo en lenguas más que todos vosotros; pero en la iglesia 
prefiero hablar cinco palabras con mi entendimiento, para 
enseñar también a otros, que diez mil palabras en lengua 
desconocida”. 
Lo que está enfatizando continuamente es que, en la 
congregación, toda la iglesia debe ser edificada por todo lo que 
sucede cuando la congregación está reunida. Lo resume diciendo, 
en el versículo 20: “Hermanos, no seáis niños en el modo de 
pensar, sino sed niños en la malicia, pero maduros en el modo de 
pensar”. En otras palabras: “¡Maduren!”. Esto significa que es 
mejor ser un poco ingenuos, como niños, por nuestra inocencia y 
pureza, que ser cínicos. Pero, fundamentalmente, está diciendo: 
“Crezcan en su entendimiento”. 
Pablo llamó a estos corintios “niños” en el capítulo tres. 
En el tercer movimiento de su sinfonía del amor, en el capítulo 
trece, les enseñó con el ejemplo que debían dejar de lado su 
forma infantil de actuar. Ahora, aquí, por tercera vez, les dice 
a estos corintios que son como niños, espiritualmente e 
intelectualmente. 
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Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) 
Las mujeres y el hablar en la iglesia 
En los versículos finales de este capítulo, hay un pasaje 
muy controvertido que prohíbe a las mujeres hablar en la 
iglesia. Pablo llega al punto de decir que es vergonzoso que las 
mujeres hablen en la iglesia. Una perspectiva cultural adecuada 
nos ayudará a comprender estos difíciles versículos. 
Se cree que, en las iglesias caseras de Corinto, se seguía 
la costumbre de sentar a los hombres y las mujeres en lados 
opuestos de un cuarto. Dado que, en las culturas de esa época, 
las mujeres tenían muy poca educación, aparentemente no lograban 
comprender la enseñanza y se ponían a charlar entre ellas. 
También les preguntaban a sus esposos qué significaba la 
enseñanza que estaban recibiendo. Esto, sin duda, distraía mucho 
a los demás, ya que para hablar con sus esposos debían gritar al 
otro lado del cuarto. Esto explica la instrucción de que debían 
esperar a estar en sus casas para preguntar a sus esposos. 
En el capítulo once, Pablo da instrucciones acerca de las 
mujeres que oran y profetizan en la iglesia. Esto significa, 
naturalmente, que él no prohibía estrictamente que las mujeres 
hablaran en la congregación. Lo que Pablo considera “indecoroso” 
es la charla ociosa y las preguntas que formulaban a sus esposos 
al otro lado del cuarto. 
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Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) 
Capítulo 16 
Hágase todo para edificación 
(1 Corintios 14:26-36) 
En estos once versículos, Pablo resume lo que ha enseñado 
en este capítulo catorce. Aunque ha tratado el tema de las 
lenguas en profundidad, y menciona las lenguas diecisiete veces, 
como he observado, el verdadero tema de este capítulo se 
menciona más de cuarenta veces. Este tema es que, cuando la 
iglesia se reune, todo debe ser hecho para la edificación de 
toda la congregación. 
Este resumen de su enseñanza es, también, una completa 
instrucción sobre cómo deben adorar los creyentes cuando la 
iglesia se reune. Si usted viviera en una cultura donde hay 
muchas iglesias y asistiera a una iglesia diferente cada domingo 
durante doce semanas, quedaría impresionado por el hecho de que 
esas iglesias tienen formas muy diferentes de adorar. Supongamos 
que usted abriera su Nuevo Testamento, preguntándose: “¿Cuál de 
estas iglesias adora a Dios y a Cristo de la manera correcta?”. 
Descubrirá que la única instrucción que Jesús dio a su iglesia 
con respecto a las formas de adoración fue cuando instituyó lo 
que llamamos “la comunión” o “la Cena del Señor”. El pasaje que 
menciono al comienzo de este capítulo de mi comentario es la 
instrucción más precisa que encontramos en el Nuevo Testamento 
sobre cómo debe adorar la iglesia. 
Para resumir este resumen, observemos algunos principios 
que Pablo comparte en los versículos 26 al 36. Primero, deben 
participar todos los presentes. Cuando nos reunimos, cada uno de 
nosotros debe tener algo para compartir: un salmo, una 
enseñanza, una revelación, una lengua o una interpretación (26). 
Después escribe que el profeta, es decir, según entiendo, el 
predicador o maestro de la Palabra, no debe ser uno solo, sino 
52
Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) 
dos o tres (29). Mientras estos dos o tres profetas se turnan 
para compartir la Palabra, si algo es revelado a otra persona, 
el que está hablando debe callar para permitir que los demás 
compartan (30). La idea es que si todos llegan con algo para 
compartir, y todos tienen oportunidad de hablar por turno, todos 
serán instruidos, consolados, exhortados y edificados. 
Pablo describe algo similar a lo que se considera el método 
más efectivo para enseñar una clase universitaria en la 
actualidad. Esto se llama “seminario” y se hace énfasis en esta 
forma de enseñanza en los cursos de posgrado, o en universidades 
pequeñas y de gran sofisticación intelectual, donde las clases 
son reducidas y los estudiantes, especialmente dotados. El 
profesor es, fundamentalmente, una persona a la que se puede 
recurrir en caso necesario, y los estudiantes se turnan para 
presentar, comentar y defender delante de la clase un ensayo que 
han escrito. Esto se considera la forma más efectiva para que 
los estudiantes aprendan, porque hay discusión e interacción. En 
principio, esto es precisamente lo que Pablo prescribió dos mil 
años atrás, cuando escribió estos once versículos. 
¿Qué hacen, en la actualidad, nuestras iglesias, cuando se 
reunen? ¿Tienen todos algo para compartir? Si usted pertenece a 
una iglesia donde se aplican estos principios, quizá en el 
contexto de un grupo pequeño, toda la semana estará inmerso en 
la Palabra. Estará buscando un Salmo, una enseñanza, algo que el 
Señor le haya revelado personalmente, sabiendo que, cuando el 
cuerpo se reuna, usted tendrá oportunidad de compartirlo. Pero 
si nunca se le da esa oportunidad, probablemente no va a buscar 
nada para compartir. Para que este orden de culto funcione, 
todos deben llevar algo cuando se reunen, y todos deben tener 
oportunidad de compartir lo que han traído. En este orden de 
culto de la iglesia, cada persona tiene oportunidad de ejercitar 
su don, y esos dones crecen y florecen. 
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Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) 
Una instrucción similar para la adoración se presenta en el 
54 
libro de Hebreos (10:21-25). 
Ambos pasajes que nos dicen cómo deberíamos adorar 
comparten un principio común. Ese principio es que, cuando nos 
reunimos con otros creyentes, nuestro objetivo debe ser 
considerarnos unos a otros, ver cómo podemos edificar y bendecir 
a los demás creyentes que se reunen con nosotros. 
¿Me permite hacerle una pregunta personal? ¿Por qué va 
usted a la iglesia? Muchos creyentes asisten solamente por lo 
que pueden recibir del culto. Observe que estos dos pasajes 
indican que aquello que la mayoría de los creyentes quiere 
recibir cuando va a la iglesia, deberían recibirlo del Señor 
antes de reunirse con la congregación. Cuando participan de la 
experiencia de adoración, su objetivo debería ser: 
“Considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las 
buenas obras”. 
Aunque muchos consideran que el capítulo catorce de 1 
Corintios es “el capítulo de las lenguas” del Nuevo Testamento, 
su verdadero énfasis se encuentra en estas palabras de Pablo: 
“Hágase todo para edificación”.
Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) 
Capítulo 17 
¿Qué es el evangelio? 
(1 Corintios 15:1-4) 
Supongamos que yo le diera a usted papel y lápiz y le 
pidiera que escriba su respuesta a esta pregunta: “¿Qué es el 
evangelio?”. Imagine que yo le pidiera que acompañe su respuesta 
a mi pregunta con citas bíblicas. ¿Cómo respondería usted a mi 
pregunta? 
Jesús encomendó a sus apóstoles y discípulos que declararan 
su evangelio a toda criatura en toda nación de la tierra (Marcos 
16:15). Si tomamos en serio esta Gran Comisión, debemos comenzar 
a obedecer este mandado dado a la iglesia asegurándonos de saber 
precisamente qué es el evangelio. 
Según el apóstol Pablo, el evangelio consiste en dos hechos 
acerca de Jesucristo. Pablo escribe: “Además os declaro, 
hermanos, el evangelio que os he predicado [...] Porque 
primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo 
murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue 
sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las 
Escrituras” (1 Corintios 15:1,3,4). Esa es la respuesta 
correcta a la pregunta: “¿Qué es el evangelio?”. Pablo comenzó 
esta carta diciéndoles a los corintios que, cuando llegó a su 
ciudad, estaba decidido a no saber nada entre ellos, sino a 
Jesucristo, y a Él crucificado (2:1,2). Y concluye su carta 
recordándoles que él predicaba a Cristo crucificado y 
resucitado. 
¿Ha descubierto usted que para los autores de los cuatro 
evangelios, la celebración de la resurrección es mucho más 
importante que la Navidad? Cuando el apóstol Juan escribió su 
evangelio, dedicó aproximadamente la mitad de sus veintiún 
capítulos a los treinta y tres años que Jesús vivió en la 
55
Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) 
tierra, y la otra mitad del evangelio a la última semana de vida 
de Jesús. De los ochenta y nueve capítulos que suman los cuatro 
evangelios, cuatro hablan del nacimiento y los primeros treinta 
años que vivió Jesús, y veintisiete hablan de la última semana 
que vivió Jesús. ¿Por qué la última semana de la vida de Jesús 
es tan importante, y por qué la Pascua es mucho más importante 
que la Navidad para quienes escribieron estas inspiradas 
biografías de Jesús? 
La respuesta obvia a estas preguntas es que, durante esa 
semana, Jesús murió y fue resucitado de los muertos para nuestra 
salvación. Una respuesta no tan obvia es que, durante esa 
semana, Jesucristo demostró la vida eterna, que es el marco o la 
perspectiva a través de la cual todos los que creemos el 
evangelio deberíamos ver la vida y la muerte, y establecer 
nuestras prioridades para vivir en este mundo. 
En el capítulo quince de 1 Corintios, después de establecer 
claramente que el evangelio es la muerte y resurrección de 
Jesucristo, Pablo se concentra, como un rayo láser, en ese 
segundo hecho del evangelio: la resurrección de Jesucristo. Y 
escribe cincuenta y ocho inspirados versículos, demostrando, en 
forma devocional y práctica, lo que la resurrección de 
Jesucristo debería significar para usted y para mí. En este gran 
capítulo del Nuevo Testamento, el apóstol Pablo descorre el velo 
de la tumba y nos muestra que hay vida después de la muerte, 
vida más allá de la tumba. 
Todos los domingos, cuando los seguidores de Jesucristo se 
reunen para adorarlo, están celebrando el segundo hecho del 
evangelio: que Jesucristo se levantó de los muertos. ¿Alguna vez 
se preguntó usted por qué los apóstoles, que eran todos judíos, 
cambiaron su día de la adoración del día de reposo, el sábado - 
séptimo día- al primer día de la semana? Si lee con atención, 
descubrirá que ellos nunca llaman “día de reposo” al domingo. El 
56
Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) 
primer día de la semana es llamado “el día del Señor” por los 
apóstoles, porque ese fue el día en que Jesús resucitó de los 
muertos. Cada domingo que la iglesia se reune para adorar es una 
celebración de la resurrección de Jesucristo, porque en el 
primer día de la semana, Jesús declaró y demostró el absoluto 
valor eterno de la resurrección y la vida eterna. 
En la obra maestra de Pablo sobre la resurrección, el 
énfasis de su mensaje está en que la resurrección de Jesucristo 
es una profecía, una prueba, un prototipo y una vista previa del 
maravilloso milagro de que, en la segunda venida de Jesucristo, 
habrá una resurrección sobrenatural de todos los creyentes, 
tanto vivos como muertos. Según Pablo, ese gran milagro ha sido 
predicho, proclamado y probado más allá de toda duda por la 
resurrección de Jesucristo. 
Jesucristo murió y resucitó de los muertos para nuestra 
salvación. La buena noticia (el evangelio) es que, cuando Jesús 
murió en la cruz, Dios cargó sobre su único y amado Hijo todo el 
castigo que nosotros, los seres humanos rebeldes, merecíamos 
justamente por nuestros pecados. De esta manera, Dios ejerció y 
satisfizo su perfecta justicia. Dios, también, expresó su 
perfecto amor cuando Jesús murió en la cruz. El amado apóstol 
Juan señala a la cruz y dice: “En esto consiste el amor: no en 
que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a 
nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados 
[...] y no solamente por los nuestros, sino también por los de 
todo el mundo” (1 Juan 4:10; 2:2). 
Cuando usted pone su fe en la muerte de Cristo por usted y 
confía personalmente en Él para que sea su Salvador, ha entrado 
a la salvación por la cual Jesucristo murió y resucitó (Isaías 
53; 2 Corintios 5:21; 1 Pedro 2:24). 
La palabra griega que se traduce como “confesar” está 
57
Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) 
compuesta por las palabras griegas ‘lo mismo’ y ‘hablar’. 
Confesar significa, literalmente, ‘hablar lo mismo’, es decir, 
estar de acuerdo con Dios. Ese es el sentido en el que se nos 
exhorta, en el Nuevo Testamento, a confesar a Jesucristo (1 Juan 
4:1-6). Mientras reflexiona sobre el significado de la muerte y 
la resurrección de Jesucristo, lo desafío a “hablar lo mismo” y 
estar de acuerdo con Dios acerca del significado de la muerte de 
Jesucristo. 
El profeta Isaías nos muestra cómo confesar que Jesucristo 
murió por nuestros pecados. Isaías escribió: “Todos nosotros nos 
descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas 
Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros” (Isaías 53:6). 
La palabra “todos” aparece al principio y al final de este 
versículo. La primera vez, se refiere a la mala noticia de que 
cada uno de nosotros se ha descarriado y apartado por su propio 
camino. Cuando usted reflexiona sobre ese primer “todos” de este 
versículo, ¿cree que lo incluye a usted? 
Cuando aparece en el final de este versículo, “todos” se 
refiere a la buena noticia de que Dios cargó en Jesucristo todos 
los pecados o iniquidades de todos nosotros. ¿Cree que este 
“todos” lo incluye a usted? Cuando, por fe, usted se incluye en 
los dos “todos” de este versículo de Isaías, está confesando el 
valor eterno de que Jesucristo murió por sus pecados. 
El capítulo de la resurrección de la Biblia 
El capítulo quince de 1 Corintios trata íntegramente acerca 
de la resurrección. En este capítulo, Pablo nos muestra que la 
resurrección –no solo la resurrección de Jesucristo, sino 
también la resurrección de los creyentes muertos- es un aspecto 
muy importante del evangelio que él predicó cuando llegó a 
Corinto. Por eso comienza este capítulo diciendo: “Además os 
58
Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) 
declaro, hermanos, el evangelio que os he predicado, el cual 
también recibisteis, en el cual también perseveráis; por el cual 
asimismo, si retenéis la palabra que os he predicado, sois 
salvos, si no creísteis en vano” (1, 2). 
Pablo pasa entonces a concentrarse en el evangelio que 
había predicado: “Porque primeramente os he enseñado lo que 
asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme 
a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer 
día, conforme a las Escrituras” (3, 4). 
El evangelio consta, en realidad, de dos hechos: la muerte 
de Jesucristo y la resurrección de Jesucristo. Muchas personas 
creen que el evangelio consta de un solo hecho: el hecho de que 
Cristo murió por nuestros pecados. La muerte de Jesucristo, 
cuando ponemos nuestra fe en ella, significa perdón; pero la 
resurrección de Jesucristo, cuando ponemos nuestra fe en ese 
segundo gran hecho del evangelio, significa comunión con el 
Cristo que puede, verdaderamente, darnos la gracia de ser y 
hacer todas las cosas que Él nos llama a ser y hacer. Estos dos 
hechos componen el evangelio. 
Ahora Pablo ocupa cincuenta y ocho versículos para hablar 
sobre ese segundo hecho: la resurrección de Jesucristo. Esto es 
así, probablemente, porque, en la carta que los corintios le 
escribieron a él, tenían preguntas y dudas acerca de la 
resurrección. Puede ser que todo el concepto de la resurrección 
fuera un problema intelectual para estos filosóficos e 
intelectualmente sofisticados griegos. 
Este capítulo trata, principalmente, sobre la resurrección, 
pero comienza con una declaración clara y precisa de qué es el 
evangelio. ¿Comprende usted lo que es el evangelio? Tal vez no 
sea un seguidor de Cristo porque nunca ha escuchado 
verdaderamente el evangelio usted mismo. Los primeros cuatro 
versículos de este capítulo dan a cualquier persona una 
59
Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) 
declaración precisa de lo que es, verdaderamente, el evangelio, 
que significa ‘buenas noticias’. Jesucristo murió en la cruz no 
solo por los pecados del mundo, sino por los pecados de usted y 
los míos. 
Al pensar en la posibilidad de creer en Jesús, quizá usted 
piense que nunca podría vivir como los seguidores de Cristo han 
sido llamados e instruidos para vivir. Bueno... tiene toda la 
razón. No podrá vivir de esa manera sin el dinámico poder del 
Cristo vivo y resucitado en su vida. Por eso necesita comprender 
que el segundo hecho del evangelio es la resurrección de 
Jesucristo. Eso significa que Él está vivo, que es real, y que 
usted puede tener una relación con Él que le dará la gracia de 
vivir como debe vivir un discípulo de Jesucristo. 
Si usted nunca ha puesto su fe en Jesucristo, ¿quiere creer 
en el evangelio ahora? Si lo hace, conocerá la salvación. Una 
vez que experimente esa salvación, acompáñeme al resto de este 
magnífico capítulo y vea lo que la buena noticia de la 
resurrección puede significar para usted, tanto ahora como 
cuando deba enfrentar la innegable realidad de su muerte. 
60
Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) 
Capítulo 19 
Fe en los hechos 
(1 Corintios 15:1-10) 
Al estudiar el “capítulo de la resurrección” del Nuevo 
Testamento, es importante que comprendamos que Jesucristo no es 
solo una figura histórica. No es un profeta muerto, ni un 
maestro muerto, ni un líder muerto. Al estudiar la persona de 
Cristo en las Escrituras, descubrimos que Él es el Verbo hecho 
carne, Dios en forma humana. Cuando Él muere en la cruz, muere 
por los pecados del mundo en general y por nuestros pecados en 
particular. Cuando ponemos nuestra fe en esa obra completa de 
Cristo por nosotros en la cruz, el resultado es nuestra 
salvación personal. 
Pero Jesucristo también resucitó de los muertos. Cuando 
estaba en el aposento alto, antes de ser traicionado por Judas, 
Jesús dijo a los discípulos que iba a comenzar un nuevo orden de 
cosas. Después de su muerte y resurrección, Él iba a estar en 
este mundo de tal manera que a ellos les sería posible tener una 
relación con Él aún más íntima que la que habían tenido mientras 
estuvo con ellos en un cuerpo físico. Hace ya dos mil años que 
ese orden diferente está en vigencia. Cuando usted pone su fe 
personal en el hecho de la resurrección, el resultado puede ser 
una comunión íntima con Jesús. 
Uno de los mejores argumentos a favor de la realidad de la 
resurrección de Jesucristo es la vida y el ministerio del 
apóstol Pablo. ¿Qué convirtió a Saulo de Tarso, aquel que odiaba 
con tal fuerza a Cristo, en el gran apóstol de Jesucristo? Fue 
la resurrección de Jesús. 
No podemos explicar la vida del apóstol Pablo sin recurrir 
a la palabra “experiencia”. Él tuvo, al menos, tres experiencias 
fundamentales. Tuvo una experiencia en el camino a Damasco, pero 
61
Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) 
también tuvo una experiencia en el desierto de Arabia. Y 
sostiene que fue en el desierto de Arabia, durante tres años, 
que el Cristo resucitado le enseñó todas las cosas que comparte 
con nosotros en sus obras maestras teológicas (Gálatas 1:11 - 
2:10). También tuvo una experiencia celestial (2 Corintios 12:1- 
4). En este “capítulo de la resurrección”, Pablo sostiene que lo 
que cambió por completo el curso de su vida fue su encuentro con 
el Cristo resucitado. Escribe: “...y al último de todos, como a 
un abortivo, me apareció a mí”(8). 
Después, nos presenta una tremenda declaración sobre sí 
mismo: “Porque yo soy el más pequeño de los apóstoles, que no 
soy digno de ser llamado apóstol, porque perseguí a la iglesia 
de Dios. Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia 
no ha sido en vano para conmigo, antes he trabajado más que 
todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo” (9, 
10). 
Muchos piensan que Pablo, aquí, se comporta como un 
egocéntrico. Pero, si hacemos un estudio serio de todos sus 
escritos, veremos que no lo es. No pasemos por alto esta 
importante aclaración: “Pero no yo, sino la gracia de Dios 
conmigo”. Pablo reconoce que no fue él quien hizo todas esas 
cosas. Lo que dice no es jactancia, sino un hecho real. Hizo su 
trabajo en forma más efectiva que todos los otros apóstoles 
juntos... por la gracia de Dios que le fue dada. 
El énfasis de Pablo, aquí, está centrado en el resultado de 
toda su labor apostólica: “Porque o sea yo o sean ellos, así 
predicamos, y así habéis creído” (11). 
62 
La resurrección aplicada 
Comenzando con el versículo 12, Pablo retoma el hecho: Si 
la resurrección de Jesucristo es cierta, entonces, la 
resurrección de los seguidores de Cristo que han muerto también
Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) 
es cierta. El resto del capítulo no se concentra tanto en la 
resurrección de Jesucristo como en la resurrección de todos los 
creyentes. 
Los corintios no solo dudaban de la resurrección de Jesús, 
sino que dudaban, principalmente, de la enseñanza de Pablo de 
que los creyentes, un día, serán resucitados de los muertos. 
Durante el resto del capítulo, por lo tanto, Pablo relaciona la 
resurrección de Jesús con la resurrección de todos los 
seguidores de Cristo. 
Lea con atención los primeros once versículos como 
introducción a este capítulo sobre la resurrección. A medida que 
lee, observe que Pablo se concentra en la resurrección de Cristo 
como parte del evangelio, por un lado, y como transición para 
pasar al tema de nuestra propia resurrección, por el otro. Este 
capítulo debería significar mucho para nosotros cuando 
enfrentamos la realidad de nuestra propia muerte o la de un ser 
amado. 
63
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  • 1. Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) INSTITUTO BÍBLICO DEL AIRE FASCÍCULO INTERNACIONAL NÚMERO DIECINUEVE Un estudio versículo por versículo de 1 Corintios (Parte 2) 1
  • 2. Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) Introducción En este fascículo, quisiera continuar con nuestro estudio detallado sobre el libro de 1 Corintios, la carta, sumamente práctica, de Pablo a la iglesia de Corinto. Le recomiendo que estudie el fascículo 18 antes de leer este, ya que le brindará la base necesaria para comprender mejor las verdades que Dios desea que aprendamos en esta sección final de 1 Corintios. 2
  • 3. Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) Capítulo 1 “Hombre y mujer, Dios y Cristo” (1 Corintios 11:1-16) En los capítulos 8, 9 y 10 de 1 Corintios, Pablo nos compartió su filosofía del ministerio, que era su filosofía de vida: “No se puede servir a los demás y servirse a uno mismo a la vez”. Pero después del primer versículo del capítulo 11, el apóstol enfoca otro problema que existía en la iglesia de Corinto: el rol de las mujeres en el cuerpo de Cristo. En el versículo 6 del capítulo 11, escribe: “Porque si la mujer no se cubre, que se corte también el cabello; y si le es vergonzoso a la mujer cortarse el cabello o raparse, que se cubra”. El “si” en este versículo es muy significativo. En Corinto, la prostitución era una parte muy real de la cultura, a tal punto que estaba incluida en la adoración en los templos paganos. Si una mujer quería que todos supieran que era una prostituta, a diferencia de la mayoría de las mujeres, no usaba velo ni se cubría la cabeza, y usaba el cabello muy corto. El cabello corto era una señal de prostitución en la cultura corintia. En las iglesias caseras de Corinto, algunas mujeres, debido a su propia revolución espiritual interior y a la libertad que habían experimentado en Cristo, creían que debían sentirse libres de no cubrirse la cabeza cuando oraban o profetizaban durante los cultos. Pablo comienza a tratar este problema con gran tacto en el versículo 2: “Os alabo, hermanos, porque en todo os acordáis de mí, y retenéis las instrucciones tal como os las entregué”. La palabra “instrucciones” es muy importante. Aparentemente, en las iglesias primitivas era necesario tomar decisiones acerca de temas culturales, y Pablo compartió lo que él pensaba que sería 3
  • 4. Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) sabio hacer en el marco de esa cultura. Si no tenía una base bíblica específica para sus consideraciones, las llamaba “instrucciones”. En el versículo 3, Pablo continúa tratando el problema de las mujeres que se quitan el velo en la adoración pública: “Pero quiero que sepáis que Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón es la cabeza de la mujer, y Dios la cabeza de Cristo. Todo varón que ora o profetiza con la cabeza cubierta, afrenta su cabeza. Pero toda mujer que ora o profetiza con la cabeza descubierta, afrenta su cabeza; porque lo mismo es que si se hubiese rapado. Porque si la mujer no se cubre, que se corte también el cabello; y si le es vergonzoso a la mujer cortarse el cabello o raparse, que se cubra. Porque el varón no debe cubrirse la cabeza, pues él es imagen y gloria de Dios; pero la mujer es gloria del varón. Porque el varón no procede de la mujer, sino la mujer del varón, y tampoco el varón fue creado por causa de la mujer, sino la mujer por causa del varón. Por lo cual la mujer debe tener señal de autoridad sobre su cabeza, por causa de los ángeles” (3-10). ¿Qué dice Pablo en este pasaje? Primero, es claro que está diciendo que estas mujeres se equivocan al quitarse el velo en la adoración pública, dado lo que esto significa para la cultura corintia. En el espíritu de ser “todo a todos” (ver 9:22), es decir, adaptarse para no perder oportunidades de ser de testimonio, Pablo indica claramente que estas mujeres deberían cubrirse la cabeza. Escribe que, si en esa cultura es vergonzoso que una mujer tenga el cabello corto o no lleve un velo, entonces, ella debería usar un velo y llevar el cabello largo para dar buen testimonio. Y después dice algo muy sorprendente, si consideramos que proviene de un hombre que había sido rabí judío. Escribe que cuando un hombre ora o profetiza, no debe cubrirse la cabeza. 4
  • 5. Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) Entre los judíos más ortodoxos es costumbre, aún hoy, usar el talit, una especie de chal que el hombre se coloca sobre la cabeza al orar. Pero Pablo escribe aquí que los hombres deben estar con la cabeza descubierta en la presencia de Dios. Lo que Pablo dice, en realidad, es que la relación entre el hombre y su esposa es muy similar a la relación entre Cristo y Dios. Es obvio que Dios el Padre está sobre el Hijo, y que la gloria del Padre es la principal preocupación del Hijo. Sin embargo, escuchamos decir al Hijo: “Yo y el Padre uno somos”, lo cual significa que trabajan juntos, en perfecta armonía. (Juan 10:30). Como suelen hacerlo él y Pedro, Pablo utiliza la relación entre Cristo y la iglesia, y la unidad de esencia existente entre Jesús y el Padre, como modelo bíblico inspirado para el matrimonio (1 Pedro 2:25; 3:1,7; Efesios 5:22-27). No dice que la mujer no es nada y el hombre es todo. Dice que la mujer y el hombre se relacionan de la misma manera en que Jesús, el Hijo, se relaciona con Dios el Padre. El esposo está sobre la esposa en el sentido de que tiene la responsabilidad sobre el hogar y la familia, y la autoridad que implica tal responsabilidad. Pero, así como el Padre estaba sobre el Hijo, pero al mismo tiempo el Padre y el Hijo eran uno -en perfecta armonía el uno con el otro y, en muchos sentidos, igualmente Dios- así es posible que un hombre y su esposa estén en una relación en que él está “sobre” y ella “debajo”, sin que esto implique falta de absoluta igualdad. Estudie estos primeros dieciséis versículos de 1 Corintios 11 en detalle, y creo que descubrirá que son muy profundos. Ellos nos dicen algo acerca del rol y la función de un hombre y una mujer devotos en un matrimonio cuyo centro es Cristo, y también acerca del igual valor del hombre y la mujer. Además, tratan un problema que era, básicamente, cultural, y debería 5
  • 6. Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) tener una aplicación cultural. Estos problemas culturales y sus aplicaciones culturales deben distinguirse de las enseñanzas bíblicas que son supraculturales, como el hecho de que, para un matrimonio cristiano, los modelos son la relación entre el Hijo y el Padre y la relación entre Cristo y la iglesia. 6
  • 7. Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) Capítulo 2 “¿La Cena del Señor o vuestra cena?” (1 Corintios 11:17-34) En el versículo 17 de 1 Corintios 11, Pablo comienza a tratar un nuevo problema de la iglesia de Corinto. Al parecer, antes de tomar la Cena del Señor, los creyentes celebraban un “banquete de amor” para que el que llevaban comida de sus casas. En la iglesia de Corinto, algunos de los creyentes eran esclavos, personas muy pobres. Estos pobres no podían llevar comida y quedaban con hambre cuando se servían los alimentos. En lugar de poner toda la comida en una mesa común y compartirla por partes iguales, se comía en pequeños grupos. Algunas personas se hartaban de comida, mientras otras, en el mismo salón, tenían hambre y observaban cómo comían sus hermanos y hermanas. ¿Se imagina esto en una comunidad de creyentes? También debe de haber habido mucho vino allí, y para cuando comenzaban a celebrar verdaderamente la Cena del Señor, ¡algunos estaban ebrios! Este es el problema que Pablo encara a partir del versículo 17: “Pero al anunciaros esto que sigue, no os alabo; porque no os congregáis para lo mejor, sino para lo peor. Pues en primer lugar, cuando os reunís como iglesia, oigo que hay entre vosotros divisiones; y en parte lo creo”. Pablo nos da un fundamento fascinante para la forma en que Dios utiliza las divisiones entre creyentes: “Porque es preciso que entre vosotros haya disensiones, para que se hagan manifiestos entre vosotros los que son aprobados” (11:19). Algo bueno que podemos decir acerca de las divisiones entre creyentes es que Dios las utiliza para revelar quiénes de ellos tienen su aprobación. Después, Pablo da una hermosa instrucción que, en la actualidad, suele leerse cuando los creyentes celebran la Cena 7
  • 8. Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) del Señor: “Porque yo recibí del Señor lo que también os he enseñado: Que el Señor Jesús, la noche que fue entregado, tomó pan; y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí. Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis, en memoria de mí. Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga” (23-26). Este pasaje ofrece una solución inspirada al horrible problema de que la Cena del Señor fuera deshonrada en la iglesia de Corinto. El capítulo termina con las siguientes palabras de Pablo: “Si alguno tuviere hambre, coma en su casa, para que no os reunáis para juicio” (34). Basándose en este versículo, muchas iglesias, en la actualidad, creen que no es bíblico tener una cocina en sus instalaciones o reunirse como congregación para compartir cualquier clase de comida. Creo que se trata de una interpretación y aplicación extremas de este versículo. El problema no era el hecho de que comieran, sino que estaban cometiendo el pecado de la gula, no compartían con los que no tenían nada para comer, y se embriagaban; eso es lo que Pablo corrige en este pasaje. No creo que Pablo prohibiera la comunión entre creyentes que se produce al compartir una comida. Compartir una comida es una metáfora que se utiliza con frecuencia en la Biblia para indicar el más profundo nivel de comunión (Apocalipsis 3:20; Lucas 14:16-24). 8 La Cena del Señor ¿Cuál es el significado de la Cena del Señor? En más de veinte siglos de historia de la iglesia, los seguidores de
  • 9. Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) Cristo no se han puesto de acuerdo en la respuesta a esta pregunta. Algunos han respondido que cuando los creyentes se reunen alrededor de esta mesa, el pan y el vino se convierten realmente en el cuerpo y la sangre de Cristo. Esto se llama “transustanciación”. Otros dicen que el Espíritu Santo simplemente está con el pan y el vino en forma muy especial. Ellos lo llaman “consustanciación”. Un tercer grupo cree que la Cena del Señor es solo una recordación simbólica del sacrificio del cuerpo y la sangre de Jesús, ya que Él dijo: “Haced esto en memoria de mí”. Ellos creen que la noche anterior a su muerte en la cruz, Jesús dijo: “Esta es la forma en que yo elijo ser recordado”. Es interesante que esta figura simbólica de sí mismo que Jesús dio a la iglesia para que observe hasta que Él regrese, en cierta forma, no es hermosa. En realidad, es una figura trágica de nuestro Señor. Es una figura de Cristo crucificado. Pero, naturalmente, cuando comprendemos que representa el amor de Dios que trajo salvación a este mundo, en realidad, es una figura muy hermosa. Al tratar un problema terrible en la iglesia de Corinto, Pablo nos da una instrucción muy importante en relación con la Cena del Señor. 9
  • 10. Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) Capítulo 3 Mirar hacia arriba, mirar hacia adentro, mirar alrededor (1 Corintios 11:17-34) Las instrucciones que el apóstol Pablo da a la iglesia en 1 Corintios 11 para celebrar la Cena del Señor han sido leídas en millones de cultos de comunión. Quisiera dedicar un capítulo más a este tema, dada su enorme importancia. Pablo continúa su enseñanza en el versículo 27: “De manera que cualquiera que comiere este pan o bebiere esta copa del Señor indignamente, será culpado del cuerpo y de la sangre del Señor. Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y beba de la copa. Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí. Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros, y muchos duermen. Si, pues, nos examinásemos a nosotros mismos, no seríamos juzgados; mas siendo juzgados, somos castigados por el Señor, para que no seamos condenados con el mundo. Así que, hermanos míos, cuando os reunís a comer, esperaos unos a otros. Si alguno tuviere hambre, coma en su casa, para que no os reunáis para juicio”(27-34). Mientras continúa tratando el tema de la forma blasfema en que se estaba celebrando la Cena del Señor en la iglesia de Corinto, Pablo nos entrega una valiosa joya de instrucción. Antes que nada, hace la obvia observación de que el propósito de este sacramento, que fue instituido por el Señor Jesucristo, es que nos reunamos y miremos hacia arriba. Este acto es llamado “comunión” por algunos, porque su propósito es mantener nuestra unión con Cristo. Pablo escribe que llegar a esta mesa “indignamente” es un pecado muy serio. En el versículo 30, escribe: “Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros, y muchos duermen”. 10
  • 11. Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) Pablo, en realidad, está enseñando: “Es por eso que muchos de ustedes están enfermos y debilitados, y muchos han muerto”. Ante todo, debemos llegar mirando hacia arriba, creyendo en lo que representa la Cena. Esta Cena representa el evangelio que nos salva. También representa la unión que tenemos con el Cristo resucitado y vivo. Así como el pan y el vino, por medio de la digestión primero y, después, de la circulación, se convierten en parte de cada fibra de nuestro ser físico, celebramos el milagro de que estamos en unión con Cristo. Después, la Cena del Señor nos pide que miremos hacia adentro: “...pruébese cada uno a sí mismo” (28). Esto nos recuerda una gran verdad enseñada por Jesús: que debemos juzgarnos primero a nosotros mismos y, entonces, estaremos capacitados para juzgar a los demás (Mateo 7:1-5). Este es un principio muy importante para aplicar al acercarnos a la mesa del Señor. Hay dos lugares más adonde debemos mirar al acercarnos a la Cena del Señor. (1) Debemos mirar hacia atrás, a la cruz de Jesucristo y (2), hacia delante, al regreso de Jesucristo. La cruz de Cristo es el tema central de las Escrituras. El Antiguo Testamento habla del significado de la cruz a través de los sacrificios de animales, y el Nuevo Testamento se vuelve para mirar a la cruz. Recordemos que Jesús estaba celebrando una Pascua judía con sus apóstoles judíos cuando convirtió esa forma principal de adoración judía tradicional (lo cual implica que no era bíblica) en la forma central de adoración cristiana. ¡Esta es la única instrucción que dio Jesús a sus apóstoles en cuanto a la forma en que su iglesia debía adorarlo! La comida de la Pascua conmemoraba la milagrosa liberación de los hijos de Israel de su cruel esclavitud en Egipto. En esa ocasión, cada creyente había matado un cordero y untado parte de su sangre en el dintel de la 11
  • 12. Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) puerta de su casa. Cuando el ángel de la muerte de Jehová vio la sangre allí rociada, pasó de largo aquella casa, y el primogénito de aquella casa no sufrió la muerte (Éxodo 12:12- 13). Cuando celebró aquella Pascua con sus discípulos, Jesús les dijo que no volvería a comer esa comida “hasta que se cumpla” (Lucas 22:15,16). Les estaba diciendo que, al morir en la cruz, Él se convertía en el cumplimiento de todo lo que el cordero de la Pascua representaba. Debemos mirar hacia atrás, a la cruz, cuando celebramos la Cena del Señor. Y también debemos mirar hacia delante en la Cena del Señor, porque Jesús dijo: “Haced esto en memoria de mí, para recordarme hasta que yo venga”. Así que, cuando nos reunimos alrededor de la mesa del Señor, estamos mirando hacia delante, con la esperanza de su Segunda Venida (Tito 2:13). Finalmente, en esta instrucción correctiva sobre la comunión, Jesús y Pablo enseñan que debemos mirar a nuestro alrededor cuando nos acercamos a la mesa. La comunión no es solo vertical. Es horizontal. Hay muchos lugares donde se enseña esto en el Nuevo Testamento: “Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda” (Mateo 5:23-24). El apóstol Juan nos dice sin ambages, al final del cuarto capítulo de su primera epístola, que si decimos que amamos a Dios y no amamos a nuestro hermano, somos mentirosos, porque la relación vertical con Dios y la relación horizontal con nuestro hermano son inseparables. La mesa de la comunión también nos enseña esa disciplina espiritual, cuando Pablo nos dice que esperemos hasta que todos estén presentes para participar. Si las cosas no andan bien en su relación horizontal, con algún hermano o hermana, y usted 12
  • 13. Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) sabe que van a celebrar la Cena del Señor el domingo, vaya y reconcíliese con su hermano o hermana. Reconcilie la comunión en su relación horizontal, porque sabe que va a celebrar la relación vertical de su comunión con Cristo. 13 En resumen La inspirada instrucción de Pablo en este gran pasaje que nos muestra cómo encarar la Cena del Señor nos ordena que miremos hacia arriba, hacia adentro, hacia atrás, hacia delante y a nuestro alrededor cuando nos acercamos a la mesa de nuestro Señor.
  • 14. Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) Capítulo 4 En cuanto a las cosas espirituales (1 Corintios 12:1-11) En el capítulo 12, llegamos a una importante nueva división en esta magnífica carta pastoral. Los primeros once capítulos son la sección correctiva, y estamos entrando en los capítulos constructivos de esta epístola. En los primeros once capítulos, Pablo escribe soluciones específicas para problemas específicos, al tratar los conflictos de los que tuvo conocimiento por medio de la iglesia casera de Cloé y de la carta que había recibido de esta iglesia. Pero ahora, en los capítulos restantes, prescribirá soluciones espirituales generales que pueden solucionar todos los problemas de la iglesia corintia... y de nuestras iglesias en la actualidad. Los primeros tres capítulos de esta sección de soluciones generales podrían ser titulados: “La función del Espíritu Santo”. Pablo les dirá a los corintios (y a usted y a mí) cómo el Espíritu Santo quiere funcionar en una iglesia. No podemos menos que tener preguntas acerca de la situación espiritual de estos corintios. Pablo los llama “santos”, pero después describe todos sus problemas. Entonces los llama “carnales” y les dice que son bebés espirituales. Cuando llegamos al capítulo doce, recibimos el diagnóstico del apóstol Pablo sobre la situación espiritual de los corintios: ¡los creyentes corintios eran espiritualmente ignorantes! No ignoraban el hecho del Espíritu Santo, pero sí la función del Espíritu Santo en una iglesia local. En el capítulo 13, Pablo habla de lo que en otros lugares llama “el fruto del Espíritu” (Gálatas 5:22,23). Hay dos obras fundamentales del Espíritu Santo en las vidas de los creyentes. 14
  • 15. Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) Una es la obra del Espíritu Santo en nosotros que Jesús llamó “el nuevo nacimiento”. Pero, si buscamos la preposición “en” o “sobre” al leer el Libro de los Hechos, veremos que el Espíritu Santo también hace una obra sobre nosotros, para poder trabajar a través de nosotros, como sus agentes. La obra del Espíritu sobre nosotros está relacionada con el ministerio. La evidencia o prueba de que el Espíritu Santo está haciendo su obra en nosotros es el fruto del Espíritu. La prueba de que el Espíritu ha venido sobre nosotros para usarnos en el ministerio es lo que Pablo llama “los dones del Espíritu”. Los dones del Espíritu nos equipan para varias clases de ministerios. En el capítulo 12, Pablo nos dice cómo funciona el Espíritu Santo en una iglesia. Pablo comparte su segunda solución espiritual en el capítulo 13, el famoso “capítulo del amor”. Nos dice que el amor es la mayor evidencia de la obra del Espíritu en nosotros. La esencia del capítulo del amor es que la obra del Espíritu sobre nosotros nunca puede reemplazar la dinámica obra del Espíritu en nosotros. Un principio que muchas veces se aplica en la Escritura es: “No se trata de esto o aquello, sino de esto y aquello”. Todos deberíamos orar para que se produzca la obra milagrosa del Espíritu Santo en nosotros y sobre nosotros. En el capítulo 14, Pablo va a enseñar el orden que debe prevalecer entre nosotros cuando el Espíritu Santo está haciendo su obra en nosotros y sobre nosotros. Estos grandes capítulos, en los que Pablo enseña a los corintios –y a usted y a mí-acerca de las cosas espirituales, son el corazón de esta carta. Pablo presentará su cuarta solución espiritual en el capítulo 15, donde escribe una obra maestra sobre la resurrección. No solo la muerte y resurrección de Jesús, que son el evangelio de Jesucristo que nos salva, sino nuestra propia 15
  • 16. Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) resurrección, tanto en los últimos días como en el poder de la resurrección diaria que nos da victoria sobre el pecado. Pablo presenta una última solución espiritual en el capítulo 16, donde da instrucciones para recoger una ofrenda para los santos que sufrían en Jerusalén. El último capítulo de esta carta es más que una posdata y una palabra final de saludo. Pablo coloca deliberadamente a la mayordomía entre las cosas espirituales que son soluciones generales para los problemas de la iglesia. Así que tenemos correctivos específicos para lo que Pablo llama “carnalidades” en los primeros once capítulos de esta carta, y soluciones espirituales generales para todos los problemas de la iglesia de Corinto (y de nuestras iglesias en la actualidad) en los capítulos 12 al 16. Hay dos observaciones que deberíamos hacer en esta segunda división de la primera carta de Pablo a los corintios. Pablo escribe que es un error ignorar la función del Espíritu Santo. La exclamación que escuchamos a través de todas las cartas de Pablo es: “Lo que quiero es que no ignoren”. No olvidemos hacer una segunda observación al final del capítulo 14, donde Pablo escribe: “Si alguno se cree profeta, o espiritual, reconozca que lo que os escribo son mandamientos del Señor. Mas el que ignora, ignore” (1 Corintios 14:37,38). Pablo comparte magníficas verdades espirituales en estos tres capítulos, y al final de ellas, básicamente, escribe: “Si eres una persona auténticamente espiritual, reconocerás que las verdades que he escrito aquí son mandamientos del Señor. Pero después que he compartido todas estas verdades, si aún eres ignorante, es porque prefieres serlo, y yo prefiero respetar tu decisión y dejarte en tu ignorancia”. Pablo también escribe, en estos capítulos de soluciones espirituales generales, que es un error ignorar la función del 16
  • 17. Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) Espíritu Santo. Si al estudiar estos capítulos entendemos cómo desea funcionar el Espíritu Santo en este mundo y decidimos ignorar la obra del Espíritu, estamos siendo desobedientes y podríamos estar perdiendo algo en nuestro ministerio como creyentes. Pablo también nos dirá que es un error idolatrar algunos dones o manifestaciones del Espíritu Santo. 17
  • 18. Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) Capítulo 5 Dones y ministerios (1 Corintios 12:1-6) Los primeros once versículos de 1 Corintios 12 nos llevan a lo que yo considero el corazón de esta carta. Quiero, ahora, estudiar estos versículos de a uno por vez. En el versículo 3, el apóstol Pablo trata, obviamente, la actividad demoníaca relacionada con la adoración de ídolos en Corinto. Las personas que adoraban y ofrecían sacrificios a estos ídolos estaban adorando y ofreciendo sacrificios a demonios (10:19-21; 12:2, 3). Cuando estas personas adoraban a los ídolos, los espíritus malignos hacían que maldijeran a Jesús. Pablo escribe: “Por tanto, os hago saber que nadie que hable por el Espíritu de Dios llama anatema a Jesús; y nadie puede llamar a Jesús Señor, sino por el Espíritu Santo”. La base doctrinal para la comunión en las iglesias eran simplemente tres palabras: “Jesús es Señor”. Jesús dijo: “El que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo”. También dijo: “Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo” (Lucas 14:25-27). ¿Qué significaba esto para aquellos que escucharon a Jesús decir esas palabras? Significaba que tenían que estar dispuestos a morir por Jesús o no podrían ser discípulos de él; que Jesucristo debía ser más importante para ellos que cualquier posesión o persona en sus vidas, o no podrían ser sus discípulos. Pablo enseña la misma verdad cuando escribe esta base doctrinal para la comunión en la iglesia neotestamentaria. 18
  • 19. Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) ¿Cómo se ve esto plasmado en la vida de un creyente? Según Jesús, para que una persona llegue al punto en que pueda ver el reino de Dios y entre en una relación con Él en la que Él sea, en verdad, su Rey, debe nacer de nuevo. Esto es lo que Jesús dijo a Nicodemo (Juan 3:3,5). Pablo concuerda con Jesús al escribir que, para llegar al punto en que podamos decir tanto con nuestros labios como con nuestra vida: “Jesús es Señor”, debemos tener una experiencia del Espíritu Santo, es decir, debemos nacer de nuevo. Ahora, con esta introducción, en el versículo 4, Pablo comienza a darnos la gran enseñanza de estos tres capítulos sobre la función del Espíritu Santo en una iglesia local. Pablo enfatiza dos conceptos en este capítulo. Según el apóstol, cuando el Espíritu Santo funciona adecuadamente en una iglesia, esta se caracteriza por su diversidad y su unidad. Observemos con cuánta frecuencia repite Pablo ambos conceptos en este capítulo. ¿Cómo pueden coexistir en una iglesia estos dos principios opuestos? En la inspiración del Espíritu Santo, Pablo reune estos dos principios opuestos cuando dice que una iglesia así funciona como un cuerpo humano. Hay gran diversidad entre un ojo y un oído, una mano y un pie. Pero esa diversidad funciona con una sorprendente unidad, porque todos estos miembros diversos de un cuerpo están bajo el control de una sola cabeza. En la última mitad del siglo XX, ha habido un avivamiento del interés en el Espíritu Santo. Cuando interpretamos nuestras experiencias con el Espíritu Santo, debemos tener cuidado de no crear muchas divisiones y confusión, ya que nos sentimos tentados a cometer errores en la forma en que caratulamos nuestras experiencias con el Espíritu Santo. Por ejemplo, ¿alguna vez escuchó a las personas referirse a un creyente o a un pastor o a una iglesia como “lleno -o llena- del Espíritu Santo”? Lo que esta expresión implica es que hay dos clases de 19
  • 20. Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) creyentes, pastores o iglesias. Hay creyentes, pastores e iglesias que son llenos del Espíritu Santo y hay otros creyentes, pastores o iglesias que nunca son llenos del Espíritu Santo. ¿Es esto lo que la Biblia dice cuando describe a creyentes que son llenos del Espíritu Santo? Todos los creyentes reciben el mandato de ser llenos del Espíritu (ver Efesios 5:18). En el idioma original se nos ordena, literalmente, “ser continuamente llenos del Espíritu”. En griego, la instrucción está estructurada de tal manera que, sin duda, se trata de una orden y no una opción para un auténtico discípulo de Jesucristo. ¿Qué significa ser lleno del Espíritu Santo? En el libro de los Hechos se nos dice que Pedro, “lleno del Espíritu”, predicó ese gran sermón en el Día de Pentecostés. Poco después dice que “Pedro, lleno del Espíritu” predicó y miles fueron salvos. Más adelante, leemos: “Pedro, lleno del Espíritu”, hizo esto o hizo aquello. Ahora, en los momentos en que la Biblia no nos dice explícitamente que estaba lleno del Espíritu... ¿estaba Pedro lleno del Espíritu? El Espíritu Santo no es un líquido. El Espíritu Santo es una Persona, y solo una de dos opciones es posible: o tenemos a la Persona del Espíritu Santo en nuestras vidas, o no la tenemos. La verdadera cuestión no es cuánto tenemos nosotros del Espíritu, sino cuánto tiene el Espíritu de nosotros. Cuando el Espíritu tiene la totalidad de nosotros, entonces somos llenos del Espíritu. Un creyente lleno del Espíritu es un creyente controlado por el Espíritu. Antes de ordenarnos ser “ser continuamente llenos” del Espíritu Santo, Pablo escribió: “No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos [continuamente] del Espíritu”(Efesios 5:18). Así como una persona que está ebria está bajo la influencia o el control del 20
  • 21. Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) alcohol, nosotros debemos estar bajo la influencia o el control del Espíritu Santo. Pablo nos dice en este capítulo que, cuando nosotros y los miembros de nuestra iglesia seamos llenos del Espíritu Santo, nuestra iglesia se caracterizará por una sorprendente diversidad y unidad. Como Pablo lo expresa aquí: “Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo” (4). Dado que los dones espirituales nos equipan para los ministerios espirituales, el versículo 5 dice: “Hay diversidad de ministerios”. Esto significa diferentes formas de servir a Dios. Hay diversidad de dones, y a partir de estos diferentes modelos de dones, hay diversidad de modelos de ministerios. En una iglesia controlada por el Espíritu, los miembros de ese cuerpo no tienen todos los mismos dones o los mismos ministerios. A continuación, en el versículo 6, escribe: “Y hay diversidad de operaciones, pero Dios, que hace todas las cosas en todos, es el mismo”. Los dones y ministerios del Espíritu no son dados como nosotros deseamos, sino como Él lo dispone(11). Quizá eso es lo que quiere decir aquí, en los versículos 4, 5, y 6, cuando Pablo escribe que hay diversidad de dones, de ministerios, y que la forma en que Dios obra a través de estos diversos dones y ministerios no siempre es la misma. Pero enfatiza el hecho de que es el mismo Espíritu el que está obrando, o funcionando, en y a través de todos estos dones y ministerios diversos. Estas manifestaciones del Espíritu son dadas para provecho de toda la iglesia. 21
  • 22. Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) Capítulo 6 Los dones del Espíritu Santo (1 Corintios 12:7-11) Este pasaje describe los diversos dones espirituales en una iglesia local, que es el cuerpo de Cristo. Leemos: “Porque a éste es dada por el Espíritu palabra de sabiduría” (8). Estoy convencido de que esto significa el don de predicar y enseñar la Palabra de Dios con el discernimiento para aplicarla e ilustrar lo que la Palabra significa para nosotros. Pablo también escribe que, en el cuerpo, Dios da “a otro, dones de sanidades por el mismo Espíritu” (9). No pensemos solamente en términos de sanidad física cuando leamos esto. Recordemos que la dimensión espiritual de un ser humano es de mayor valor que la física, porque la dimensión espiritual es eterna, y la dimensión visible, física, de un hombre o mujer es temporal. Por lo tanto, la sanidad espiritual, interior, es de mayor valor aún que la sanidad física y externa. También leemos en el versículo 10: “...a otro, profecía”. Un profeta es una persona a través de la cual Dios habla. Estoy persuadido de que cuando los pastores-maestros o evangelistas predican con la unción del Espíritu sobre ellos, eso es profecía, porque Dios habla a través de ellos. Pablo escribe después: “...a otro, discernimiento de espíritus” (10). Pablo señaló en los primeros versículos de este capítulo que, antes de convertirse a Cristo, estas personas estaban totalmente bajo el control de los espíritus malignos asociados con la adoración de ídolos. ¿Cómo sabemos que somos controlados por el Espíritu Santo y no por algún espíritu maligno? La respuesta es que necesitamos la Palabra de Dios y el don de discernimiento en el cuerpo de Cristo. 22
  • 23. Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) A continuación, escribe, también en el versículo 10: “...a otro, diversos géneros de lenguas”. ¿De qué habla Pablo? Sabemos que en el día de Pentecostés hubo un fenómeno espiritual milagroso en que las barreras idiomáticas fueron derribadas. Cuando Pedro predicó su gran sermón y los apóstoles alabaron a Dios, hablaban en una lengua determinada. Pero todos los comprendieron, sin importar cuál fuera su lengua materna. Fue un gran milagro. El mensaje predicado por Pedro y los apóstoles estaba destinado a oídos de hombres. Por eso, el profeta Joel y el autor del Libro de los Hechos lo llaman “profecía” (Joel 2:28; Hechos 2:17,18). Diré más acerca de las lenguas cuando lleguemos al capítulo 14 de esta carta, que Pablo comienza escribiendo que la persona que habla en lenguas no está hablándoles a los hombres, sino a Dios. Pablo nos dice que los hombres no pueden comprenderlos porque, en su espíritu, están hablando misterios; no idiomas, sino misterios (14:2). Esto no es lo que sucedió en el día de Pentecostés. Lucas, en el Libro de los Hechos, y Pablo, en esta carta a los corintios, hablan de dos clases de lenguas diferentes. Lea nuevamente esta lista de dones en los versículos 7 al 10, y familiarícese con ellos. Al estudiar los dones espirituales que se mencionan en 1 Corintios 12, debería tratar de descubrir qué clase de don espiritual le ha dado el Espíritu Santo a usted. Después, debería buscar formas de ejercitar los dones que considera que Él le ha dado. Pablo concluye su enseñanza acerca de estos dones espirituales escribiendo: “Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere” (11). Así obra el Espíritu Santo. Da dones como estos a las personas que están en el cuerpo, que los equipan para realizar sus ministerios. 23
  • 24. Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) Capítulo 7 Cinco huellas dactilares de una iglesia sana (1 Corintios 12:4-19) Después de su gran pasaje sobre cómo los dones espirituales se convierten en patrones para el ministerio, Pablo continúa con otra parte de esta gran enseñanza. Toma los dos principios opuestos –diversidad y unidad- y los une diciéndonos que una iglesia funciona como un cuerpo humano. ¿Qué es una iglesia? ¿Cuál es la esencia y la función de una iglesia? Jesús nos dice: “Yo edificaré mi iglesia, y los poderes del infierno no podrán evitar que lo haga”. Leemos que Él ahora anda en medio de sus iglesias (Mateo 16:18; Apocalipsis 1:12,13,20). ¿Cuáles son las evidencias de que nuestra iglesia forma parte de la iglesia que el Cristo vivo y resucitado está construyendo y visitando hoy? Hay más de sesenta mil millones de dedos en este mundo, y cada uno deja una huella dactilar única. En cualquier lugar del mundo, los organismos encargados de hacer cumplir la ley pueden identificarnos a usted o a mí por nuestras huellas dactilares. ¿Tiene la iglesia que Cristo está edificando “huellas dactilares” que la identifiquen? En otras palabras, si nuestra iglesia fuera “acusada” de ser parte de la iglesia que Cristo está edificando, ¿habría suficientes pruebas como para condenarnos? En el Nuevo Testamento, he descubierto lo que, estoy convencido, son diez “huellas dactilares” que pueden ayudar a identificar la iglesia que Cristo está edificando y bendiciendo con su presencia divina hoy. Estas “huellas” no solo identifican a la iglesia que Cristo está edificando, sino que también pueden darnos el entendimiento necesario para poder monitorear la salud 24
  • 25. Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) 25 de una iglesia. Encuentro estas huellas en dos lugares. Las cinco primeras se encuentran cuando se inició la iglesia, o en lo que llamamos “la Gran Comisión” que dio nacimiento a la iglesia. Jesús ordenó a los discípulos: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén”(Mateo 28:19-20). El libro de los Hechos es un registro de cómo los apóstoles y discípulos de Jesús implementaron esa Gran Comisión. Su objetivo al predicar el evangelio era hacer discípulos, a los que debían bautizar y enseñar. Esta Comisión dice, literalmente: “Haced discípulos: id; bautizad; enseñad”. Así que, en el día de Pentecostés, cuando se convirtieron tres mil judíos, los apóstoles sabían qué hacer con ellos. Leemos que quienes se convirtieron “perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones” (Hechos 2:42). Esto describe el comienzo de la Iglesia de Jesucristo, y es aquí donde encuentro las primeras cinco “huellas dactilares” de una iglesia sana. En la “mano derecha”, pensemos que el evangelismo es la huella del pulgar. Los apóstoles predicaron el evangelio a las personas y trajeron a los convertidos a la iglesia. La huella del índice es la enseñanza. En obediencia a la Gran Comisión, los apóstoles enseñaron a los que se convirtieron el día de Pentecostés. La huella del dedo medio es la comunión. Los discípulos que se convirtieron a través de la predicación de los apóstoles no solo fueron evangelizados, sino que perseveraban en la enseñanza y la comunión de los apóstoles. La huella del anular es la adoración. Ellos expresaban su amor por el Cristo
  • 26. Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) vivo y resucitado por medio del partimiento del pan con los apóstoles. Esto significa que celebraban la Cena del Señor juntos. Yo llamo “la huella del dedo meñique” a la oración, ya que leemos que los nuevos discípulos perseveraban en oración con los apóstoles. Encuentro cinco huellas más en este duodécimo capítulo de la primera carta de Pablo a los corintios, que, según creo, es la mayor afirmación del Nuevo Testamento sobre cómo ha dispuesto Cristo que una iglesia funcione en este mundo. 26
  • 27. Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) Capítulo 8 Cinco huellas más de una iglesia sana (1 Corintios 12:12-24) En el último capítulo mencioné que las huellas dactilares de la mano derecha de una iglesia sana son: la del pulgar, el evangelismo; la del índice, la enseñanza; la del medio, la comunión; la del anular, la adoración, y la del meñique, la oración. En este profundo capítulo, encuentro otras cinco huellas dactilares de una iglesia sana. Según esta inspirada descripción de cómo debe funcionar la iglesia, la huella del pulgar de la mano izquierda es la unidad, es decir, ser uno. Cuando escuchamos a Jesús orar cinco veces para que su iglesia sea una, es de esperar que esta huella aparezca. La huella del dedo índice de la mano izquierda es la diversidad. Pablo está diciendo, básicamente, que si dos de nosotros somos exactamente iguales, entonces uno es innecesario. Usa una metáfora horrible para confirmar su concepto, cuando plantea la pregunta: “Si todo el cuerpo fuera ojo, ¿cómo haríamos para escuchar?” (17). ¿Se imagina un globo ocular de 75 kilos o una oreja de 80 kilos? La belleza de la diversidad hace que el cuerpo humano sea atractivo, y un cuerpo humano sin diversidad sería horrible. La unidad sin diversidad es uniformidad. Una iglesia controlada por el Espíritu Santo tiene unidad sin sacrificar la diversidad de dones y ministerios. La huella del dedo medio es la pluralidad. “El cuerpo no es un solo miembro, sino muchos” (14). Muchas iglesias tienen pastores dotados, y eso es maravilloso. Pero cuando la iglesia se reune, el pastor no debe ser el único que ejercite sus dones espirituales. Eso no es pluralidad. Cada vez que se encuentran en el Nuevo Testamento las palabras que describen a los líderes 27
  • 28. Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) de la iglesia, las palabras están en plural. La iglesia no debe funcionar como el cuerpo de una persona discapacitada. La iglesia debe funcionar como un cuerpo sano, en el cual todos los miembros funcionan. El cuerpo de Cristo necesita del trabajo de todos sus miembros para funcionar como Dios lo desea. La huella del dedo anular es la empatía, es decir, el amor por el otro. Si un miembro sufre, todos los miembros de ese cuerpo sufren. “Mirad cómo se aman”. Eso es lo que decían de la primera generación de la iglesia. Que sea también lo que digan de la verdadera iglesia del Cristo vivo hoy. La huella del dedo meñique podría llamarse “igualdad”. Cada miembro del cuerpo tiene igual importancia. En el oído interno hay un pequeño hueso que controla nuestro equilibrio. No podemos verlo y nunca pensamos en él, pero si nos fuera quitado, caeríamos al piso y seríamos como un pez fuera del agua. En la iglesia, hay pequeños miembros del cuerpo, como ese. Quizá no se los vea, pero realizan una función que es parte vital de la vida del cuerpo de creyentes. Todos esos miembros del cuerpo, estén en el frente o entre bambalinas, son igualmente importantes para la función del cuerpo de Cristo. Unidad, diversidad, pluralidad, empatía e igualdad; son otras cinco huellas dactilares de la iglesia, según esta profunda enseñanza del apóstol Pablo en esta dinámica descripción de la naturaleza y función de la verdadera iglesia del Cristo resucitado y vivo. Problemas para mantener la unidad y la diversidad Pablo trata varios problemas al presentar y aplicar en la práctica la diversidad y la unidad de la iglesia. El primer problema es lo que podríamos llamar “discriminación espiritual”. En la iglesia de Corinto había personas que habían recibido dones del Espíritu, como el don de lenguas. Cuando recibieron 28
  • 29. Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) este don de lenguas, creyeron que eran más espirituales que los que no lo habían recibido. Este problema de la discriminación espiritual existe en las iglesias en la actualidad. Muchos creen que el don de lenguas es un don que funciona como una “credencial”. Si alguien no ha recibido ese don, los que lo tienen lo tratan como si no fuera, siquiera, una persona espiritual. Eso es discriminación espiritual. Si yo fuera un creyente recién convertido, podría sentirme profundamente herido si me discriminaran porque no tengo los mismos dones espirituales que otros. Pablo trata el efecto de esta discriminación espiritual cuando escribe: “Si dijere la oreja: Porque no soy ojo, no soy del cuerpo, ¿por eso no será del cuerpo?” (15). El siguiente problema que encara el apóstol Pablo podría llamarse “depreciación espiritual”. Muchos creyentes son inseguros espiritualmente. Así que, si alguien les dice: “Tú no tienes dones como yo, y eso significa que no eres un creyente auténtico”, comienzan a depreciar, es decir, restar valor, a los dones espirituales que Dios les ha dado. En última instancia, el problema que preocupa a Pablo aquí es el problema de la división espiritual. La secuencia es: la discriminación espiritual lleva a la depreciación espiritual, y esto, a su vez, puede llevar a la división del cuerpo de Cristo. Si yo soy tratado como un ciudadano de segunda en la iglesia a la que asisto, y hay otras iglesias a las que puedo ir, buscaré alguna donde no sea tratado de esa forma. Ahora tenemos el problema de la división. La discriminación espiritual, lamentablemente, algunas veces se expresa en que los creyentes se reunen en grupos según los dones que han recibido, excluyendo a aquellos que no han recibido el mismo conjunto de dones espirituales que ellos. 29
  • 30. Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) Cinco veces, en su oración por la iglesia, Jesús rogó que fuéramos uno (Juan 17). ¡Cuán trágico, pensar que los creyentes puedan permitir que el maligno utilice la función del Espíritu Santo, que fue dado para cultivar y mantener nuestra unidad, con el fin de causar divisiones y fracturar la unidad por la cual Él oró! 30
  • 31. Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) Capítulo 9 El cuerpo de Cristo (1 Corintios 12:27-31) Al llegar al final de nuestro estudio del capítulo 12, ¿cómo podríamos resumir esta maravillosa enseñanza del apóstol Pablo? Antes que nada, no olvidemos observar que el apóstol Pablo señala más de una vez que Dios es quien ha armado su cuerpo. No tenemos los dones espirituales que nosotros deseamos; tenemos los que Él desea que tengamos. Pablo escribe: “Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere […] Mas ahora Dios ha colocado los miembros cada uno de ellos en el cuerpo, como él quiso” (11,18). Esto se refiere, naturalmente, al cuerpo de Cristo, la iglesia. En otras palabras, Dios armó el cuerpo de Dios precisamente como Él quiso, con diversidad de dones y ministerios y unidad cuando funcionan juntos, ya que están bajo el control de una Cabeza, el Cristo vivo y resucitado. Observemos que el don de lenguas, aquel que aparentemente los creyentes corintios consideraban su “credencial”, se menciona último en el orden de preferencia (ver 12:10). Si tuviéramos que elegir uno de los dones del Espíritu para usarlo como “credencial”, el don de lenguas debería ser el último que eligiéramos. Obviamente, Dios desea que esta sagrada diversidad de dones exista, con unidad, en el cuerpo de Cristo. Todas estas personas diversas –que ahora lo son más, porque han recibido diversos dones del Espíritu- pueden ejercitar sus dones espirituales y trabajar juntos en forma sobrenatural, porque todas son controladas por el Cristo vivo. Pablo da prioridad a algunos ministerios y roles de liderazgo en la iglesia al mostrarnos otra lista (28). Escribe: 31
  • 32. Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) “Primeramente apóstoles”. Algunos dicen que esto significa los doce apóstoles originales. Cuando ellos salieron de escena, fue el fin de ese tipo de ministerio. Otros dicen que la palabra “apóstol”, en realidad, significa ‘enviado’ o ‘misionero’. Así que podemos aplicar este don a los misioneros o a las personas que son llamadas a plantar una iglesia o iniciar un ministerio, porque pueden ser consideradas dentro del don del apostolado. Después, Pablo escribe: “...luego profetas”. Los profetas son quienes hablan por Dios, o aquellos a través de los cuales Dios habla cuando enseñan y predican su Palabra. Después, escribe: “...lo tercero maestros”. La Gran Comisión señala que, cuando se hacen discípulos, es necesario enseñarles. Por eso, es de esperar encontrar en la iglesia personas que tienen el don de enseñanza. Después, Pablo ubica a “los que hacen milagros, después los que sanan”. Después, a “los que ayudan, los que administran”. Estos dones prácticos no han sido mencionados anteriormente. No todos los dones espirituales son tan pastorales como el de sanar por fe o predicar la Palabra de Dios. ¡Cuán desesperadamente las iglesias y los ministerios creados para implementar la Gran Comisión necesitan buenos administradores! Y aquí encontramos a “los que ayudan”, aquellas personas que simplemente ayudan a que las cosas se hagan. Finalmente, al final de la lista, Pablo vuelve a mencionar el don de lenguas. Pablo formula varias preguntas al concluir este capítulo: “¿Son todos apóstoles? ¿son todos profetas? ¿todos maestros? ¿hacen todos milagros? ¿Tienen todos dones de sanidad? ¿hablan todos lenguas? ¿interpretan todos?” (29,30). La respuesta obvia y esperada es “No”. Si dos de nosotros somos exactamente iguales, entonces uno de nosotros no es necesario. Si alguno de nosotros tuviera todos los dones, no necesitaríamos a los demás miembros del cuerpo. Pero tal como Dios lo ha dispuesto, nadie 32
  • 33. Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) tiene todos los dones. Por esa razón, todos somos necesarios, y todos nos necesitamos mutuamente. Gloria a Dios, porque nos ha hecho únicos a todos, y eso hace que cada uno de nosotros sea miembro necesario del cuerpo de Cristo. 33
  • 34. Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) Capítulo 10 Una sinfonía de amor (1 Corintios 13) El capítulo trece de esta epístola es considerado el “capítulo del amor” de la Biblia. Sin embargo, debemos darnos cuenta de que, aun siendo un capítulo fundamental sobre el amor, no es este el tema principal en él; el tema principal son los dones espirituales. Antes de considerar este capítulo versículo por versículo, nos ayudará a comprenderlo mejor estudiar el contexto en el cual Pablo escribió estas inspiradas palabras sobre el amor. Esta profunda declaración sobre el amor viene a continuación de una magnífica enseñanza sobre los dones espirituales que concluye de esta forma: “Procurad, pues, los dones mejores. Mas yo os muestro un camino aun más excelente” (12:31). Con estas palabras como introducción, Pablo escribe, entonces, el gran capítulo del amor de la Biblia. La conclusión del capítulo trece es, en realidad, el primer versículo del capítulo catorce: “Seguid el amor; y procurad los dones espirituales”. Al principio de este maravilloso tratado sobre el amor, se nos dice que procuremos los mejores dones espirituales, y las últimas palabras del capítulo son, nuevamente, que procuremos los dones espirituales (12:31; 14:1). En este capítulo, Pablo presenta un contraste entre el amor y los dones espirituales que más valoraban los creyentes corintios. Algunas veces, un joyero utiliza un terciopelo negro para exhibir sus diamantes. De la misma manera, Pablo presenta el tema del amor sobre el trasfondo de su argumento, de manera que podamos tener una mejor perspectiva sobre los dones espirituales. Lo sabemos porque nos está enseñando sobre dones 34
  • 35. Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) espirituales en el capítulo doce, y regresa al tema en el capítulo catorce. El capítulo trece presenta la evidencia de la gran obra del Espíritu Santo en nosotros. Este capítulo es como una “sinfonía de amor” en tres movimientos. El primer movimiento está compuesto por los primeros tres versículos. Yo lo llamo “Comparación del amor”. En estos tres versículos iniciales, el apóstol Pablo compara al amor con cosas que eran altamente valoradas por los corintios, como creyentes y como griegos cultos. Por ejemplo, como creyentes, valoraban el don de lenguas y, como griegos, valoraban la elocuencia. Por ello, comienza escribiendo: “Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe” (1). En otras palabras, si hablo en lenguas, o con gran elocuencia griega, pero sin amor, soy solamente un montón de ruido. Después, compara el amor con el don de profecía y con comprender todos los misterios, tener todo conocimiento y fe suficiente como para mover montañas. Declara que, aunque tengamos todas estas cosas, sin amor, no somos nada. Y llega a decir que si entregara todo su dinero a los pobres y diera su cuerpo para ser quemado como mártir, si no tiene amor, “de nada me sirve”(3). El apóstol Pablo declara, al comparar el amor con estas cosas que más valoraban los corintios: “Nada que yo sea, nada que tenga ni nada que pueda hacer remplazará jamás la importancia del amor en mi vida”. Al segundo movimiento de esta sinfonía de amor, yo lo llamo “Racimo de amor”(4-7). En su gran clásico devocional sobre este capítulo, titulado The Greatest Thing in the World (La cosa más grande del mundo), Henry Drummond escribió, acerca de estos versículos: “El concepto del amor pasa por el prisma del intelecto de Pablo, inspirado por el Espíritu Santo, y sale al 35
  • 36. Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) otro lado como un racimo de virtudes”. Él llamó a este segundo movimiento “Análisis del amor”. En la Biblia, hay diferentes palabras griegas que se utilizan para referirse al amor. Eros se refiere al amor erótico. Phileo representa una clase de amor fraternal. Pero el concepto que pasa por el prisma del intelecto de Pablo -que está inspirado por el Espíritu Santo- en estos cuatro versículos es el que representa la palabra griega agape. Este amor desinteresado solo puede ser comprendido como un racimo o conjunto de virtudes. Pablo presenta quince virtudes en los versículos 4 al 7 y nos dice que si tenemos este amor agape, nos comportaremos de estas maneras. El tercer movimiento de esta sinfonía de amor está en los versículos 8 al 13. A este tercer movimiento lo llamo “Elogio del amor”. En el movimiento final de esta magnífica sinfonía de amor, Pablo nos muestra por qué cada una de las cualidades con las que comparó al amor en el primer movimiento no puede remplazar al amor. Este movimiento final concluye con las palabras: “Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor” (13). Al presentar la comparación y el elogio del amor en este tercer movimiento, Pablo nos muestra por qué el amor es lo más grande del mundo. ¿Por qué la fe, la esperanza y el amor son los tres valores eternos? La fe es un valor eterno porque la Escritura nos informa que, sin fe, no podemos acercarnos a Dios o agradarle (Hebreos 11:6). ¿Qué de la esperanza? La esperanza es la convicción en los corazones de los seres humanos de que hay algo bueno en esta vida, y de que eso bueno les sucederá a ellos. También leemos en el libro de Hebreos: “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”. En otras palabras, la fe da sustancia a nuestras esperanzas. La 36
  • 37. Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) esperanza es importante porque nos lleva a la fe. Y la fe es importante porque nos lleva a Dios. Pablo dice aquí que el amor es más grande que la esperanza y la fe, porque no es algo que nos lleve a algo que nos lleva a Dios. Este amor agape que él describe aquí es Dios. (1 Juan 4:8,16). Cuando descubrimos este amor agape, hemos descubierto a Dios. Hemos descubierto la presencia divina de Dios, porque este amor es la esencia de su ser. Es por esto que Pablo concluye que el amor es lo más grande del mundo. No es de extrañarse que Pablo haya comenzado este capítulo diciendo: “Permítanme que les muestre algo más grande que los dones espirituales”. No es de extrañarse que nos diga que este amor es incomparable, y lo más grande del mundo. Y podemos comprender por qué, después de hablarnos del amor agape, escribe: “Seguid el amor; y procurad los dones espirituales”. Los dones espirituales son importantes. Debemos desearlos. Pero hagamos del amor nuestro principal objetivo, porque Dios es amor. 37
  • 38. Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) Capítulo 11 Un racimo de virtudes (1 Corintios 13:4-7) En el centro del capítulo trece de 1 Corintios, debemos examinar este “racimo de virtudes” que son la esencia del amor que es la esencia de Dios. Pablo no puede definir al amor, ya que no puede definir a Dios. Pero sí nos dice, aquí y en otros lugares de sus escritos, que si el Espíritu de Dios vive en nuestros corazones, la prueba de ese milagro serán estas quince virtudes (Gálatas 5:22,23). Lo cual significa que en estos versículos no solo se nos presenta un racimo de cualidades o un análisis del amor. Si queremos saber más acerca de quién y qué es Dios, debemos examinar estas virtudes de a una por vez, porque no solo representan un análisis del amor, sino que son un análisis de la esencia de Dios. Primero, Pablo nos dice que el amor “es sufrido”. Esto se ha traducido muchas veces como “es paciente”, pero la palabra griega utilizada en el original indica un amor que es misericordioso, es decir, incondicional, que no toma venganza por sí mismo aun cuando tenga el derecho y la oportunidad de hacerlo. Después, leemos que el amor “es benigno”. Esta palabra griega significa ‘el amor es fácil’: fácil de vivir con él, fácil de acercarse a él. El amor es dulce. El amor es bueno. El amor hace cosas buenas. Todos estos conceptos están reunidos en la palabra griega que se traduce como “benigno”. Pablo nos dice, después: “El amor no tiene envidia”. Otra manera de comprender la palabra que Pablo utiliza nos sugiere un compromiso desinteresado para con el bienestar del otro. En otras palabras, un altruismo santificado. No solo nos preocupamos por el bienestar de la persona que amamos, sino que 38
  • 39. Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) nos comprometemos, desinteresada y deliberadamente, con su bienestar. La próxima cualidad es: “...no es jactancioso”. Esto significa que no es presumido. No es fanfarrón. La persona que tiene esta cualidad no tiene necesidad de impresionar a los demás. Después, Pablo dice: “...no se envanece”. El amor no es engreído, orgulloso ni arrogante. En otras palabras, el amor es humilde. A continuación, escribe: “...no hace nada indebido”. El amor tiene buenos modales, un comportamiento cortés y amable, porque está centrado en los demás. Y después: “...no se irrita”. Esto significa que no se altera fácilmente. Buenas traducciones de esta característica serían “no se pone nervioso” o “no es quisquilloso”, ya que reflejan esta cualidad. Entre estas dos cualidades, Pablo nos dice que el amor “no busca lo suyo”. Si tenemos esta cualidad del amor en nuestro corazón, no seremos egocéntricos ni egoístas. No estaremos buscando hacer nuestra voluntad. El amor no es quisquilloso y se comporta cortésmente porque no busca hacer las cosas a su manera. Las próximas cuatro virtudes también están agrupadas: “...no guarda rencor”, en el original griego, significa que una persona que tiene esta clase de amor no guarda un registro de los errores y los fracasos de la persona amada. Tiene lo que podría llamarse una “memoria santificada”. En realidad, Pablo escribe que esta cualidad del amor “no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad”. Estas dos virtudes implican algo así como esto: No nos alegramos cuando la persona que es objeto de nuestro amor falla. No queremos que falle, y nos lamentamos cuando esto sucede. Gozarse de la verdad significa alegrarse cuando la verdad prevalece en la vida del ser amado. 39
  • 40. Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) Cuando Pablo escribe: “Todo lo sufre”, en realidad, no es esta la mejor traducción, ya que la expresión griega, en realidad, sugiere algo así como: “El amor todo lo cubre”. Queremos que el ser amado tenga éxito espiritual, y cuando fracasa, no se lo contamos a los demás. Cuando la persona amada nos cuenta sus fracasos, los guardamos en secreto. “Todo lo cree” significa que el amor cree lo mejor acerca de la persona amada. El amor tiene la fe para ver y creer en el potencial del ser amado. “Todo lo espera” significa que el amor espera gozosamente el cumplimiento de lo que ve y cree acerca del ser amado. Cuando Pablo escribe: “Todo lo soporta”, quiere decir que el amor persevera mientras espera el cumplimiento de lo que cree y espera ver en la vida del ser amado. Después de presentar estas quince virtudes, Pablo escribe: “El amor nunca deja de ser”(8). La palabra griega, aquí, sugiere que la persona que ama tiene confianza para esperar, creer y soportar porque sabe que este amor no viene de sí. Este amor viene de Dios, y este conjunto de virtudes es una expresión del milagro de que Dios vive en ella y se expresa a través de ella. Dado que Dios es amor, y estas virtudes revelan el amor que es Dios, este amor nunca deja de ser, porque Dios nunca deja de ser. Nosotros dejamos de acercarnos a Dios y de apropiarnos de Él; dejamos de amar, y el objeto de nuestro amor no siempre recibe este tipo de amor de nosotros; pero este amor que Dios tiene por nosotros y, a través de nosotros, por otros, nunca deja de ser. 40
  • 41. Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) Capítulo 12 Amor excéntrico (1 Corintios 13:4-7) Este gran capítulo de la Biblia nos dice que el amor es incomparable porque Dios es amor, y la cualidad del amor que se compara, se reune y se elogia en este capítulo es Dios. Es debido a que esta cualidad del amor es Dios que el amor es incomparable e irreemplazable. Estas quince virtudes no agotan la lista de cualidades que expresan el amor agape. Son simplemente algunos ejemplos de virtudes espirituales que surgen en la vida de una persona que está llena del Espíritu de Aquel que, en su esencia, es amor. Cuando examinamos las quince virtudes que definen y expresan el amor que es Dios, hay un sentido en que podríamos decir que ese amor es “excéntrico” porque es “descéntrico”. Los corintios acusaban al Apóstol Pablo de ser excéntrico, es decir, “estar descentrado”. Todos tenemos un centro alrededor del cual gira nuestra vida. Para la mayoría de las personas, este centro es su yo, o sus logros egoístas. Los corintios reconocían la obvia realidad de que Pablo no tenía en su vida el mismo centro que tenían ellos. Pablo estaba de acuerdo con ellos. (2 Corintios 5:13). Los ingenieros aeroespaciales nos han regalado una nueva palabra: “descéntrico”. Cuando un satélite está en una órbita irregular y tiene problemas de funcionamiento, se lo llama “descéntrico”, porque el centro de su órbita ha cambiado. Cuando estudiamos las quince virtudes que expresan el amor agape, esta es una buena palabra para describir algo que todas ellas tienen en común. Si tenemos este amor en nuestra vida, porque el Espíritu Santo vive en nosotros, en cierto sentido, somos excéntricos, porque somos descéntricos. La gente de este mundo 41
  • 42. Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) nos considerará excéntricos, porque tenemos un centro diferente en nuestra vida. Seremos descéntricos porque el centro de nuestra vida cambió cuando el Cristo vivo y resucitado estableció su residencia en nuestro corazón. Otra observación acerca de este racimo de virtudes es que ellas se expresan externamente porque primero se experimentan internamente. Son la expresión exterior de una realidad interior. Por ejemplo, podemos decir que este amor es externamente indestructible porque, internamente, es incondicional. Cuando amamos a alguien con amor agape, por la gracia de Dios, podemos decir: “Mi amor por ti no está basado en tu comportamiento. Mi amor por ti es incondicional. Nada que hagas o digas puede hacer que yo deje de amarte. Este amor es resistente. Este amor puede aceptar cualquier cosa que tú digas o hagas, porque te amo con el amor de Dios”. Gran parte de lo que hoy se considera amor es condicional, porque el amor humano generalmente está basado en el comportamiento. Muchos niños son amados en forma condicional. Los padres les dicen a sus hijos, ya sea en forma explícita o implícita: “Si obtienes buenas calificaciones y no nos causas problemas, es posible que te amemos”. Eso hace que el niño se sienta muy inseguro, porque aunque haga las cosas bien esta semana, ¿cómo sabrá si podrá mantener el mismo nivel de logros la semana próxima? Si una mujer cree que es amada por su esposo solo por su comportamiento en el área sexual, quizá piense: “¿Qué sucederá si enfermo? ¿Si quedo embarazada? ¿Qué sucederá si no puedo seguir funcionando de la misma manera? ¿Seguirá amándome?”. Si un hombre cree que es amado por su esposa simplemente porque es buen proveedor, puede llegar a pensar: “¿Qué pasará si pierdo mi trabajo? ¿Qué pasará si enfermo y ya no puedo sostener a mi familia? ¿Seguirá amándome mi esposa?”. 42
  • 43. Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) Finalmente, este amor es, externamente, imposible, a menos que internamente sea espiritual y sea un milagro. No podemos amar a las personas de esta manera con nuestras propias fuerzas. Es solo gracias a que Dios es la fuente maravillosa de este amor en el interior, que tenemos la capacidad de expresarlo. 43
  • 44. Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) Capítulo 13 La solución que nunca falla (1 Corintios 13) Al leer esta primera carta de Pablo a los corintios, no olvide observar que este capítulo del amor puede ser una solución espiritual general para todos los problemas de esa iglesia que él ha tratado hasta ahora. Por ejemplo, el primer problema que trató fue el de las divisiones en la iglesia. ¿Cuál era, en realidad, la causa básica de esa división? Orgullo, arrogancia, personas egoístas y egocéntricas eran el motivo principal de esa división. Aunque les había dado una solución específica para ese problema en los primeros cuatro capítulos de su carta, cuando enseña que el amor es humilde y se concentra en los demás, el apóstol está dándole a esta iglesia una solución general a su problema de divisiones. En el capítulo cinco, Pablo trató el tema del hermano que estaba teniendo relaciones con su madrastra. Observemos que en el centro de la inspirada solución de Pablo a ese problema está el amor por Cristo, el amor por su iglesia, y el amor por el hermano caído. Toda disciplina de la iglesia, en la Biblia, está basada en el principio de amar, reconciliar y restaurar a nuestro hermano. En el capítulo seis, nos dice que los corintios se iniciaban juicios unos a otros, y Pablo, al dar la base de su solución específica, pregunta: “¿Por qué no sufrís más bien el agravio? ¿Por qué no sufrís más bien el ser defraudados?” (7). ¿Saben? El amor no busca su propia ventaja en forma egoísta. No busca que las cosas se hagan a su manera. Así que el amor agape sería una solución general para el problema de los juicios de unos contra otros en los tribunales de Corinto. 44
  • 45. Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) Ciertamente, el espíritu de la enseñanza específica sobre el matrimonio, en el capítulo siete, es el amor agape. ¿Cuál es la causa específica de la mayoría de los problemas en los matrimonios cristianos? El egoísmo. ¿Cuál es la solución general para el egoísmo? El amor agape, que tan elocuentemente se presenta en el capítulo trece. Al hablar del problema de comer carne ofrecida a los ídolos, Pablo escribe: “El conocimiento envanece, pero el amor edifica” (8:1). La solución específica que Pablo prescribe no es que está bien o mal comer esa carne. El tema era: ¿Cuánto amas a tu hermano que cree que está mal hacerlo? Jesucristo amó a ese hermano más débil al punto de morir por él. ¿Lo amas tú lo suficiente como para renunciar a un plato de carne? En los capítulos que hablan de los dones y ministerios del Espíritu a través de su iglesia, Pablo enfatiza una y otra vez el principio del amor al dar sus soluciones específicas en el capítulo doce. Los dones espirituales y los ministerios no son dados para nuestra propia edificación, sino para la edificación de nuestro hermano. Son dados para el bien de todos los demás miembros del cuerpo. En el capítulo catorce se menciona más de cuarenta veces el concepto de que debemos edificar a los demás miembros del cuerpo. Todo ese capítulo trata, en realidad, sobre el amor centrado en los demás, dedicado al servicio. Aun cuando leemos la aplicación del capítulo de la resurrección (15), encontramos amor. Cuando comprendemos el evangelio de la muerte y la resurrección de Jesucristo que nos ha salvado, la aplicación es que siempre debemos abundar en la obra del Señor para que otros experimenten esa salvación. Y el amor es, obviamente, el espíritu de la colecta para los santos que sufrían en Jerusalén, en el capítulo 16, que es, además, un hermoso ejemplo de la solución general, que se encuentra en el amor agape del capítulo trece. 45
  • 46. Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) A lo largo de toda esta carta a los corintios, tenemos soluciones específicas a problemas específicos. Cuando Pablo concluye sus correctivos específicos para las carnalidades de la iglesia de Corinto, comenzando el capítulo doce con las palabras: “No quiero, hermanos, que ignoréis acerca de los dones espirituales”, está presentando soluciones generales, espirituales, para sus problemas. Junto con la función del Espíritu Santo, el orden que llevará a la edificación de todos en la iglesia, y la mayordomía, el amor agape es su prioridad y su solución general para todos los problemas de la iglesia de Corinto. Así que este gran capítulo del amor es el corazón de la carta a los corintios. La solución general a todos los problemas de la iglesia de Corinto se encuentra en este maravilloso capítulo. 46
  • 47. Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) Capítulo 14 La edificación de la iglesia (1 Corintios 14:1-5) En el capítulo catorce, Pablo trata nuevamente el tema del don de lenguas. Cuando consideramos este tema en el libro de los Hechos y en esta epístola de Pablo, debemos llegar a la conclusión que di en mi comentario sobre la forma en que Pablo menciona a las lenguas en el capítulo doce de esta carta. Las lenguas que se hablaron en Pentecostés no son las mismas a las que Pablo se refiere en esta carta a los corintios. Las lenguas que se hablaron en Pentecostés fueron llamadas profecía, porque un profeta es aquel que habla por Dios a los hombres, y esas lenguas estaban dirigidas a los oídos de los hombres (Joel 2:28; Hechos 2:17,18). Pablo comienza su enseñanza sobre el don de lenguas en este capítulo diciéndonos que el que habla en lenguas no habla a los hombres, sino a Dios. Las lenguas que se mencionan diecisiete veces en este capítulo están dirigidas a los oídos de Dios, no de los hombres. “Porque el que habla en lenguas no habla a los hombres, sino a Dios; pues nadie le entiende, aunque por el Espíritu habla misterios”(2). Las Escrituras dicen que Dios nos ha dado la música para que, cuando estamos en su presencia en adoración y tenemos la necesidad intensa de expresar lo inexpresable, podamos expresarle, a través de la música, eso que de otra manera sería inexpresable. Por eso el pueblo de Dios siempre ha sido un pueblo musical. David nos exhorta a venir ante su presencia con cánticos (Salmos 100:2). David tenía cuatro mil sacerdotes que no hacían más que alabar a Dios con los instrumentos que él mismo había hecho para la adoración (1 Crónicas 23:5). 47
  • 48. Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) Viendo la forma en que concluye el capítulo doce, es obvio que no todos tienen el don de lenguas, ni todos deberían esperar tenerlo. Este don no tendría que ser considerado como una “carta de presentación”, en el sentido de que quien lo tiene es un auténtico espiritual y quienes no lo han recibido no son tan espirituales. Si alguno de los dones que Pablo menciona en el capítulo doce pudiera ser considerado una buena “carta de presentación”, sería el don de profecía. Después de decirnos que quien habla en lenguas le habla a Dios, Pablo escribe: “Pero el que profetiza habla a los hombres” y hay tres resultados de esto: “...para edificación, exhortación y consolación”. Un profeta es alguien a través de quien Dios habla su palabra a su pueblo para edificarlo. Dado que el objetivo de todos estos dones espirituales es que todas las cosas sean para la edificación de la iglesia (26), quien tiene el don de profecía es mayor que el que habla en lenguas. En el versículo cuatro, Pablo señala claramente que cuando una persona habla en una lengua desconocida, se está edificando a sí mismo. Pero la persona que profetiza, la persona a través de la cual Dios habla su Palabra, está edificando a la iglesia. Por eso es que escribe, a continuación: “Así que, quisiera que todos vosotros... profetizaseis; porque mayor es el que profetiza que el que habla en lenguas, a no ser que las interprete para que la iglesia reciba edificación”. Una vez más, observemos que el énfasis está puesto en que el propósito de todos los dones espirituales es que la iglesia sea edificada. Así que, según la inspirada enseñanza de Pablo, si se habla en lenguas en la iglesia, o en la congregación, debe haber un intérprete. Todo lo que suceda en la congregación debe beneficiar a todos sus integrantes. 48
  • 49. Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) Capítulo 15 Decentemente y con orden (1 Corintios 14:6-22) El apóstol Pablo manifiesta con vehemencia su oposición al ejercicio del don de lenguas cuando la iglesia está reunida. Con renuencia, marca ciertas pautas para el ejercicio de este don cuando todo el cuerpo está reunido: No debe manifestarse más de dos o tres veces en una reunión; debe ser de a una persona por vez; y siempre debe haber interpretación. La interpretación es imperativa, ya que todos los que asisten a la reunión deben ser edificados. Las lenguas, sin interpretación, edificarían únicamente a la persona que las habla. Eso es inaceptable para el apóstol. Veamos que, en el versículo 6, Pablo escribe: ”Hermanos, si yo voy a vosotros hablando en lenguas, ¿qué os aprovechará, si no os hablare con revelación, o con ciencia, o con profecía, o con doctrina?”. En otras palabras, debe haber una proclamación, una predicación o una enseñanza de lo que la Palabra de Dios dice y significa, para que yo pueda edificar al hermano. Y concluye en el versículo 9: “Así también vosotros, si por la lengua no diereis palabra bien comprensible, ¿cómo se entenderá lo que decís? Porque hablaréis al aire”. En otro pasaje, Pablo escribe: “Así que, teniendo tal esperanza, usamos de mucha franqueza” (¡Debemos usar palabras fáciles de entender!). (2 Corintios 3:12). Con relación al don de lenguas, Pablo continúa: “Tantas clases de idiomas hay, seguramente, en el mundo, y ninguno de ellos carece de significado. Pero si yo ignoro el valor de las palabras, seré como extranjero para el que habla, y el que habla será como extranjero para mí” (10,11). (Si no se comprende el idioma, ¿cómo habrá edificación?). 49
  • 50. Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) “Así también vosotros; pues que anheláis dones espirituales, procurad abundar en ellos para edificación de la iglesia. Por lo cual, el que habla en lengua extraña, pida en oración poder interpretarla. Porque si yo oro en lengua desconocida, mi espíritu ora, pero mi entendimiento queda sin fruto. ¿Qué, pues? Oraré con el espíritu, pero oraré también con el entendimiento; cantaré con el espíritu, pero cantaré también con el entendimiento” (12-15). Pablo está enseñando que, aun cuando estemos solos en nuestro lugar privado de oración, si experimentamos este fenómeno, debemos orar pidiendo interpretación, para ser más edificados aún. Pero luego vuelve al tema del contexto de la congregación, en los versículos 18 y 19: “Doy gracias a Dios que hablo en lenguas más que todos vosotros; pero en la iglesia prefiero hablar cinco palabras con mi entendimiento, para enseñar también a otros, que diez mil palabras en lengua desconocida”. Lo que está enfatizando continuamente es que, en la congregación, toda la iglesia debe ser edificada por todo lo que sucede cuando la congregación está reunida. Lo resume diciendo, en el versículo 20: “Hermanos, no seáis niños en el modo de pensar, sino sed niños en la malicia, pero maduros en el modo de pensar”. En otras palabras: “¡Maduren!”. Esto significa que es mejor ser un poco ingenuos, como niños, por nuestra inocencia y pureza, que ser cínicos. Pero, fundamentalmente, está diciendo: “Crezcan en su entendimiento”. Pablo llamó a estos corintios “niños” en el capítulo tres. En el tercer movimiento de su sinfonía del amor, en el capítulo trece, les enseñó con el ejemplo que debían dejar de lado su forma infantil de actuar. Ahora, aquí, por tercera vez, les dice a estos corintios que son como niños, espiritualmente e intelectualmente. 50
  • 51. Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) Las mujeres y el hablar en la iglesia En los versículos finales de este capítulo, hay un pasaje muy controvertido que prohíbe a las mujeres hablar en la iglesia. Pablo llega al punto de decir que es vergonzoso que las mujeres hablen en la iglesia. Una perspectiva cultural adecuada nos ayudará a comprender estos difíciles versículos. Se cree que, en las iglesias caseras de Corinto, se seguía la costumbre de sentar a los hombres y las mujeres en lados opuestos de un cuarto. Dado que, en las culturas de esa época, las mujeres tenían muy poca educación, aparentemente no lograban comprender la enseñanza y se ponían a charlar entre ellas. También les preguntaban a sus esposos qué significaba la enseñanza que estaban recibiendo. Esto, sin duda, distraía mucho a los demás, ya que para hablar con sus esposos debían gritar al otro lado del cuarto. Esto explica la instrucción de que debían esperar a estar en sus casas para preguntar a sus esposos. En el capítulo once, Pablo da instrucciones acerca de las mujeres que oran y profetizan en la iglesia. Esto significa, naturalmente, que él no prohibía estrictamente que las mujeres hablaran en la congregación. Lo que Pablo considera “indecoroso” es la charla ociosa y las preguntas que formulaban a sus esposos al otro lado del cuarto. 51
  • 52. Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) Capítulo 16 Hágase todo para edificación (1 Corintios 14:26-36) En estos once versículos, Pablo resume lo que ha enseñado en este capítulo catorce. Aunque ha tratado el tema de las lenguas en profundidad, y menciona las lenguas diecisiete veces, como he observado, el verdadero tema de este capítulo se menciona más de cuarenta veces. Este tema es que, cuando la iglesia se reune, todo debe ser hecho para la edificación de toda la congregación. Este resumen de su enseñanza es, también, una completa instrucción sobre cómo deben adorar los creyentes cuando la iglesia se reune. Si usted viviera en una cultura donde hay muchas iglesias y asistiera a una iglesia diferente cada domingo durante doce semanas, quedaría impresionado por el hecho de que esas iglesias tienen formas muy diferentes de adorar. Supongamos que usted abriera su Nuevo Testamento, preguntándose: “¿Cuál de estas iglesias adora a Dios y a Cristo de la manera correcta?”. Descubrirá que la única instrucción que Jesús dio a su iglesia con respecto a las formas de adoración fue cuando instituyó lo que llamamos “la comunión” o “la Cena del Señor”. El pasaje que menciono al comienzo de este capítulo de mi comentario es la instrucción más precisa que encontramos en el Nuevo Testamento sobre cómo debe adorar la iglesia. Para resumir este resumen, observemos algunos principios que Pablo comparte en los versículos 26 al 36. Primero, deben participar todos los presentes. Cuando nos reunimos, cada uno de nosotros debe tener algo para compartir: un salmo, una enseñanza, una revelación, una lengua o una interpretación (26). Después escribe que el profeta, es decir, según entiendo, el predicador o maestro de la Palabra, no debe ser uno solo, sino 52
  • 53. Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) dos o tres (29). Mientras estos dos o tres profetas se turnan para compartir la Palabra, si algo es revelado a otra persona, el que está hablando debe callar para permitir que los demás compartan (30). La idea es que si todos llegan con algo para compartir, y todos tienen oportunidad de hablar por turno, todos serán instruidos, consolados, exhortados y edificados. Pablo describe algo similar a lo que se considera el método más efectivo para enseñar una clase universitaria en la actualidad. Esto se llama “seminario” y se hace énfasis en esta forma de enseñanza en los cursos de posgrado, o en universidades pequeñas y de gran sofisticación intelectual, donde las clases son reducidas y los estudiantes, especialmente dotados. El profesor es, fundamentalmente, una persona a la que se puede recurrir en caso necesario, y los estudiantes se turnan para presentar, comentar y defender delante de la clase un ensayo que han escrito. Esto se considera la forma más efectiva para que los estudiantes aprendan, porque hay discusión e interacción. En principio, esto es precisamente lo que Pablo prescribió dos mil años atrás, cuando escribió estos once versículos. ¿Qué hacen, en la actualidad, nuestras iglesias, cuando se reunen? ¿Tienen todos algo para compartir? Si usted pertenece a una iglesia donde se aplican estos principios, quizá en el contexto de un grupo pequeño, toda la semana estará inmerso en la Palabra. Estará buscando un Salmo, una enseñanza, algo que el Señor le haya revelado personalmente, sabiendo que, cuando el cuerpo se reuna, usted tendrá oportunidad de compartirlo. Pero si nunca se le da esa oportunidad, probablemente no va a buscar nada para compartir. Para que este orden de culto funcione, todos deben llevar algo cuando se reunen, y todos deben tener oportunidad de compartir lo que han traído. En este orden de culto de la iglesia, cada persona tiene oportunidad de ejercitar su don, y esos dones crecen y florecen. 53
  • 54. Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) Una instrucción similar para la adoración se presenta en el 54 libro de Hebreos (10:21-25). Ambos pasajes que nos dicen cómo deberíamos adorar comparten un principio común. Ese principio es que, cuando nos reunimos con otros creyentes, nuestro objetivo debe ser considerarnos unos a otros, ver cómo podemos edificar y bendecir a los demás creyentes que se reunen con nosotros. ¿Me permite hacerle una pregunta personal? ¿Por qué va usted a la iglesia? Muchos creyentes asisten solamente por lo que pueden recibir del culto. Observe que estos dos pasajes indican que aquello que la mayoría de los creyentes quiere recibir cuando va a la iglesia, deberían recibirlo del Señor antes de reunirse con la congregación. Cuando participan de la experiencia de adoración, su objetivo debería ser: “Considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras”. Aunque muchos consideran que el capítulo catorce de 1 Corintios es “el capítulo de las lenguas” del Nuevo Testamento, su verdadero énfasis se encuentra en estas palabras de Pablo: “Hágase todo para edificación”.
  • 55. Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) Capítulo 17 ¿Qué es el evangelio? (1 Corintios 15:1-4) Supongamos que yo le diera a usted papel y lápiz y le pidiera que escriba su respuesta a esta pregunta: “¿Qué es el evangelio?”. Imagine que yo le pidiera que acompañe su respuesta a mi pregunta con citas bíblicas. ¿Cómo respondería usted a mi pregunta? Jesús encomendó a sus apóstoles y discípulos que declararan su evangelio a toda criatura en toda nación de la tierra (Marcos 16:15). Si tomamos en serio esta Gran Comisión, debemos comenzar a obedecer este mandado dado a la iglesia asegurándonos de saber precisamente qué es el evangelio. Según el apóstol Pablo, el evangelio consiste en dos hechos acerca de Jesucristo. Pablo escribe: “Además os declaro, hermanos, el evangelio que os he predicado [...] Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras” (1 Corintios 15:1,3,4). Esa es la respuesta correcta a la pregunta: “¿Qué es el evangelio?”. Pablo comenzó esta carta diciéndoles a los corintios que, cuando llegó a su ciudad, estaba decidido a no saber nada entre ellos, sino a Jesucristo, y a Él crucificado (2:1,2). Y concluye su carta recordándoles que él predicaba a Cristo crucificado y resucitado. ¿Ha descubierto usted que para los autores de los cuatro evangelios, la celebración de la resurrección es mucho más importante que la Navidad? Cuando el apóstol Juan escribió su evangelio, dedicó aproximadamente la mitad de sus veintiún capítulos a los treinta y tres años que Jesús vivió en la 55
  • 56. Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) tierra, y la otra mitad del evangelio a la última semana de vida de Jesús. De los ochenta y nueve capítulos que suman los cuatro evangelios, cuatro hablan del nacimiento y los primeros treinta años que vivió Jesús, y veintisiete hablan de la última semana que vivió Jesús. ¿Por qué la última semana de la vida de Jesús es tan importante, y por qué la Pascua es mucho más importante que la Navidad para quienes escribieron estas inspiradas biografías de Jesús? La respuesta obvia a estas preguntas es que, durante esa semana, Jesús murió y fue resucitado de los muertos para nuestra salvación. Una respuesta no tan obvia es que, durante esa semana, Jesucristo demostró la vida eterna, que es el marco o la perspectiva a través de la cual todos los que creemos el evangelio deberíamos ver la vida y la muerte, y establecer nuestras prioridades para vivir en este mundo. En el capítulo quince de 1 Corintios, después de establecer claramente que el evangelio es la muerte y resurrección de Jesucristo, Pablo se concentra, como un rayo láser, en ese segundo hecho del evangelio: la resurrección de Jesucristo. Y escribe cincuenta y ocho inspirados versículos, demostrando, en forma devocional y práctica, lo que la resurrección de Jesucristo debería significar para usted y para mí. En este gran capítulo del Nuevo Testamento, el apóstol Pablo descorre el velo de la tumba y nos muestra que hay vida después de la muerte, vida más allá de la tumba. Todos los domingos, cuando los seguidores de Jesucristo se reunen para adorarlo, están celebrando el segundo hecho del evangelio: que Jesucristo se levantó de los muertos. ¿Alguna vez se preguntó usted por qué los apóstoles, que eran todos judíos, cambiaron su día de la adoración del día de reposo, el sábado - séptimo día- al primer día de la semana? Si lee con atención, descubrirá que ellos nunca llaman “día de reposo” al domingo. El 56
  • 57. Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) primer día de la semana es llamado “el día del Señor” por los apóstoles, porque ese fue el día en que Jesús resucitó de los muertos. Cada domingo que la iglesia se reune para adorar es una celebración de la resurrección de Jesucristo, porque en el primer día de la semana, Jesús declaró y demostró el absoluto valor eterno de la resurrección y la vida eterna. En la obra maestra de Pablo sobre la resurrección, el énfasis de su mensaje está en que la resurrección de Jesucristo es una profecía, una prueba, un prototipo y una vista previa del maravilloso milagro de que, en la segunda venida de Jesucristo, habrá una resurrección sobrenatural de todos los creyentes, tanto vivos como muertos. Según Pablo, ese gran milagro ha sido predicho, proclamado y probado más allá de toda duda por la resurrección de Jesucristo. Jesucristo murió y resucitó de los muertos para nuestra salvación. La buena noticia (el evangelio) es que, cuando Jesús murió en la cruz, Dios cargó sobre su único y amado Hijo todo el castigo que nosotros, los seres humanos rebeldes, merecíamos justamente por nuestros pecados. De esta manera, Dios ejerció y satisfizo su perfecta justicia. Dios, también, expresó su perfecto amor cuando Jesús murió en la cruz. El amado apóstol Juan señala a la cruz y dice: “En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados [...] y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo” (1 Juan 4:10; 2:2). Cuando usted pone su fe en la muerte de Cristo por usted y confía personalmente en Él para que sea su Salvador, ha entrado a la salvación por la cual Jesucristo murió y resucitó (Isaías 53; 2 Corintios 5:21; 1 Pedro 2:24). La palabra griega que se traduce como “confesar” está 57
  • 58. Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) compuesta por las palabras griegas ‘lo mismo’ y ‘hablar’. Confesar significa, literalmente, ‘hablar lo mismo’, es decir, estar de acuerdo con Dios. Ese es el sentido en el que se nos exhorta, en el Nuevo Testamento, a confesar a Jesucristo (1 Juan 4:1-6). Mientras reflexiona sobre el significado de la muerte y la resurrección de Jesucristo, lo desafío a “hablar lo mismo” y estar de acuerdo con Dios acerca del significado de la muerte de Jesucristo. El profeta Isaías nos muestra cómo confesar que Jesucristo murió por nuestros pecados. Isaías escribió: “Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros” (Isaías 53:6). La palabra “todos” aparece al principio y al final de este versículo. La primera vez, se refiere a la mala noticia de que cada uno de nosotros se ha descarriado y apartado por su propio camino. Cuando usted reflexiona sobre ese primer “todos” de este versículo, ¿cree que lo incluye a usted? Cuando aparece en el final de este versículo, “todos” se refiere a la buena noticia de que Dios cargó en Jesucristo todos los pecados o iniquidades de todos nosotros. ¿Cree que este “todos” lo incluye a usted? Cuando, por fe, usted se incluye en los dos “todos” de este versículo de Isaías, está confesando el valor eterno de que Jesucristo murió por sus pecados. El capítulo de la resurrección de la Biblia El capítulo quince de 1 Corintios trata íntegramente acerca de la resurrección. En este capítulo, Pablo nos muestra que la resurrección –no solo la resurrección de Jesucristo, sino también la resurrección de los creyentes muertos- es un aspecto muy importante del evangelio que él predicó cuando llegó a Corinto. Por eso comienza este capítulo diciendo: “Además os 58
  • 59. Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) declaro, hermanos, el evangelio que os he predicado, el cual también recibisteis, en el cual también perseveráis; por el cual asimismo, si retenéis la palabra que os he predicado, sois salvos, si no creísteis en vano” (1, 2). Pablo pasa entonces a concentrarse en el evangelio que había predicado: “Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras” (3, 4). El evangelio consta, en realidad, de dos hechos: la muerte de Jesucristo y la resurrección de Jesucristo. Muchas personas creen que el evangelio consta de un solo hecho: el hecho de que Cristo murió por nuestros pecados. La muerte de Jesucristo, cuando ponemos nuestra fe en ella, significa perdón; pero la resurrección de Jesucristo, cuando ponemos nuestra fe en ese segundo gran hecho del evangelio, significa comunión con el Cristo que puede, verdaderamente, darnos la gracia de ser y hacer todas las cosas que Él nos llama a ser y hacer. Estos dos hechos componen el evangelio. Ahora Pablo ocupa cincuenta y ocho versículos para hablar sobre ese segundo hecho: la resurrección de Jesucristo. Esto es así, probablemente, porque, en la carta que los corintios le escribieron a él, tenían preguntas y dudas acerca de la resurrección. Puede ser que todo el concepto de la resurrección fuera un problema intelectual para estos filosóficos e intelectualmente sofisticados griegos. Este capítulo trata, principalmente, sobre la resurrección, pero comienza con una declaración clara y precisa de qué es el evangelio. ¿Comprende usted lo que es el evangelio? Tal vez no sea un seguidor de Cristo porque nunca ha escuchado verdaderamente el evangelio usted mismo. Los primeros cuatro versículos de este capítulo dan a cualquier persona una 59
  • 60. Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) declaración precisa de lo que es, verdaderamente, el evangelio, que significa ‘buenas noticias’. Jesucristo murió en la cruz no solo por los pecados del mundo, sino por los pecados de usted y los míos. Al pensar en la posibilidad de creer en Jesús, quizá usted piense que nunca podría vivir como los seguidores de Cristo han sido llamados e instruidos para vivir. Bueno... tiene toda la razón. No podrá vivir de esa manera sin el dinámico poder del Cristo vivo y resucitado en su vida. Por eso necesita comprender que el segundo hecho del evangelio es la resurrección de Jesucristo. Eso significa que Él está vivo, que es real, y que usted puede tener una relación con Él que le dará la gracia de vivir como debe vivir un discípulo de Jesucristo. Si usted nunca ha puesto su fe en Jesucristo, ¿quiere creer en el evangelio ahora? Si lo hace, conocerá la salvación. Una vez que experimente esa salvación, acompáñeme al resto de este magnífico capítulo y vea lo que la buena noticia de la resurrección puede significar para usted, tanto ahora como cuando deba enfrentar la innegable realidad de su muerte. 60
  • 61. Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) Capítulo 19 Fe en los hechos (1 Corintios 15:1-10) Al estudiar el “capítulo de la resurrección” del Nuevo Testamento, es importante que comprendamos que Jesucristo no es solo una figura histórica. No es un profeta muerto, ni un maestro muerto, ni un líder muerto. Al estudiar la persona de Cristo en las Escrituras, descubrimos que Él es el Verbo hecho carne, Dios en forma humana. Cuando Él muere en la cruz, muere por los pecados del mundo en general y por nuestros pecados en particular. Cuando ponemos nuestra fe en esa obra completa de Cristo por nosotros en la cruz, el resultado es nuestra salvación personal. Pero Jesucristo también resucitó de los muertos. Cuando estaba en el aposento alto, antes de ser traicionado por Judas, Jesús dijo a los discípulos que iba a comenzar un nuevo orden de cosas. Después de su muerte y resurrección, Él iba a estar en este mundo de tal manera que a ellos les sería posible tener una relación con Él aún más íntima que la que habían tenido mientras estuvo con ellos en un cuerpo físico. Hace ya dos mil años que ese orden diferente está en vigencia. Cuando usted pone su fe personal en el hecho de la resurrección, el resultado puede ser una comunión íntima con Jesús. Uno de los mejores argumentos a favor de la realidad de la resurrección de Jesucristo es la vida y el ministerio del apóstol Pablo. ¿Qué convirtió a Saulo de Tarso, aquel que odiaba con tal fuerza a Cristo, en el gran apóstol de Jesucristo? Fue la resurrección de Jesús. No podemos explicar la vida del apóstol Pablo sin recurrir a la palabra “experiencia”. Él tuvo, al menos, tres experiencias fundamentales. Tuvo una experiencia en el camino a Damasco, pero 61
  • 62. Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) también tuvo una experiencia en el desierto de Arabia. Y sostiene que fue en el desierto de Arabia, durante tres años, que el Cristo resucitado le enseñó todas las cosas que comparte con nosotros en sus obras maestras teológicas (Gálatas 1:11 - 2:10). También tuvo una experiencia celestial (2 Corintios 12:1- 4). En este “capítulo de la resurrección”, Pablo sostiene que lo que cambió por completo el curso de su vida fue su encuentro con el Cristo resucitado. Escribe: “...y al último de todos, como a un abortivo, me apareció a mí”(8). Después, nos presenta una tremenda declaración sobre sí mismo: “Porque yo soy el más pequeño de los apóstoles, que no soy digno de ser llamado apóstol, porque perseguí a la iglesia de Dios. Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano para conmigo, antes he trabajado más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo” (9, 10). Muchos piensan que Pablo, aquí, se comporta como un egocéntrico. Pero, si hacemos un estudio serio de todos sus escritos, veremos que no lo es. No pasemos por alto esta importante aclaración: “Pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo”. Pablo reconoce que no fue él quien hizo todas esas cosas. Lo que dice no es jactancia, sino un hecho real. Hizo su trabajo en forma más efectiva que todos los otros apóstoles juntos... por la gracia de Dios que le fue dada. El énfasis de Pablo, aquí, está centrado en el resultado de toda su labor apostólica: “Porque o sea yo o sean ellos, así predicamos, y así habéis creído” (11). 62 La resurrección aplicada Comenzando con el versículo 12, Pablo retoma el hecho: Si la resurrección de Jesucristo es cierta, entonces, la resurrección de los seguidores de Cristo que han muerto también
  • 63. Fascículo No. 19: 1 Corintios (Parte 2) es cierta. El resto del capítulo no se concentra tanto en la resurrección de Jesucristo como en la resurrección de todos los creyentes. Los corintios no solo dudaban de la resurrección de Jesús, sino que dudaban, principalmente, de la enseñanza de Pablo de que los creyentes, un día, serán resucitados de los muertos. Durante el resto del capítulo, por lo tanto, Pablo relaciona la resurrección de Jesús con la resurrección de todos los seguidores de Cristo. Lea con atención los primeros once versículos como introducción a este capítulo sobre la resurrección. A medida que lee, observe que Pablo se concentra en la resurrección de Cristo como parte del evangelio, por un lado, y como transición para pasar al tema de nuestra propia resurrección, por el otro. Este capítulo debería significar mucho para nosotros cuando enfrentamos la realidad de nuestra propia muerte o la de un ser amado. 63