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FASCÍCULO INTERNACIONAL NÚMERO 14 
Instituto Bíblico del Aire 
Gálatas, Efesios, Filipenses, Colosenses, 
1 y 2 Tesalonicenses, 1 y 2 Timoteo, 
Tito y Filemón 
FASCÍCULO INTERNACIONAL NÚMERO 14 
Capítulo 1 
La Epístola de Pablo a los Gálatas 
La epístola que Pablo escribió a los gálatas es una clase 
diferente de carta de las que hemos estudiado. Gálatas es una carta 
emotiva e inspirada. Cuando Pablo la escribe, ¡está enojado! (Sería 
más exacto decir que está “lleno de justa indignación”). Aunque, con 
frecuencia, Pablo trata problemas de la iglesia en sus cartas, en esta 
ocasión está particularmente alterado. Al escribir a los gálatas, trata 
un problema mucho más serio que los problemas de los pecaminosos 
corintios. 
El evangelio apóstata 
Al leer Gálatas, uno tiene una idea de lo que les había 
sucedido a estos creyentes. Después que Pablo les predicó el 
evangelio de “salvación por gracia a través de la fe, sin nada 
agregado”, los líderes judíos mesiánicos de la iglesia, como Santiago, 
complementaron esta enseñanza de Pablo a los gálatas diciéndoles a 
los recién convertidos: “Lo que Pablo les dijo es cierto, pero ustedes 
no pueden ser salvos si no son circuncidados y guardan la ley de 
Moisés”. Trataban de hacer judíos a estos discípulos gentiles de 
Jesucristo.
2 
El evangelio absoluto 
Cuando Pablo se enteró de que esto había sucedido, y de que 
estaban circuncidando a muchos Gálatas que eran cristianos, escribió 
esta carta tan emotiva. Después de un saludo frío y breve, escribe: 
“Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del 
que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio 
diferente. No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y 
quieren pervertir el evangelio de Cristo. Mas si aun nosotros, o un 
ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os 
hemos anunciado, sea anatema. Como antes hemos dicho, también 
ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que 
habéis recibido, sea anatema” (Gálatas 1:6-9). 
En griego, la última palabra significa ‘maldito’. Ahora bien, 
esta es una afirmación muy fuerte, la más dura que hace este apóstol 
en todas sus cartas. Pablo dice: “Hay solo un evangelio; el evangelio 
que yo les prediqué. Las personas que continuaron mi ministerio les 
están predicando otro evangelio, algo que es una perversión del 
evangelio que yo les prediqué a ustedes”. 
Pablo está hablando, aquí, de la apostasía. Encontramos esa 
palabra en los libros de la Ley y en el Libro de los Jueces 
(Deuteronomio 13). Apostasía significa ‘abandonar aquello que 
alguna vez se creyó’. Pablo ve la apostasía como un cáncer espiritual 
mucho peor que cualquier problema de la iglesia de Corinto. Por lo 
tanto, al escribir su carta a los gálatas, él contrasta este evangelio 
apóstata que se está enseñando a los gálatas con el evangelio absoluto 
que él les predicó. Esta carta se convierte, entonces, en una 
extraordinaria declaración del evangelio de gracia que Pablo 
predicaba. Sus cartas a los corintios, los romanos y los gálatas dejan 
clara y enfáticamente establecido el evangelio que Pablo predicaba, el 
que Jesús comisionó a su iglesia para que predicara a toda criatura. 
Un apóstol absoluto 
En los dos primeros capítulos de esta carta, Pablo afirma cosas 
verdaderamente extraordinarias sobre su vida y su ministerio. Dice 
que, después de convertirse en el camino a Damasco, pasó tres años 
en Arabia bajo la instrucción del mismísimo Cristo resucitado. 
También dice que, catorce años más tarde, viajó a Jerusalén y fue 
confirmado por Jacobo, Pedro, y otros líderes de la iglesia como 
apóstol legítimo. Los apóstoles decidieron, entonces, que Pablo 
llevaría el evangelio a los gentiles, y los demás predicarían a los 
judíos (ver Gálatas 2:7). 
Esta carta de Pablo a los gálatas es la única que escribió con su 
propia mano. Cuando escribió sus otras cartas, tuvo un estenógrafo, 
quizá, porque no veía bien. Al menos, parte de su “aguijón en la 
carne” era la mala visión, casi hasta el punto de la ceguera (2 
Corintios 12:7). Probablemente, Pablo estaba tan molesto cuando 
escribió esta carta que no pudo esperar a que llegara el estenógrafo. 
Escribió esta carta lleno de emoción, porque el mensaje de la Gracia 
que había predicado cuando los gálatas se convirtieron estaba siendo 
pervertido.
3 
Tarea: Vemos que Pablo estaba airado porque estaban 
alterando el evangelio. Vuelva a leer esta carta y trate de definir, 
primero, cuál es el evangelio apóstata y, después, el evangelio 
absoluto que Pablo había predicado. Esto lo ayudará a comprender el 
mensaje de Pablo y el evangelio de Cristo. Compare el primer 
capítulo de esta carta con el primer capítulo de Filipenses. Dado que 
Pablo estaba en la cárcel, y no podía predicar el evangelio, predicaban 
otros hermanos creyentes. Pablo se gozaba en esto, porque estaban 
predicando el evangelio verdadero. Compare esta situación con lo que 
Pablo sentía hacia ese evangelio pervertido que era predicado a los 
gálatas. 
El evangelio en reversa 
En el capítulo 1, aprendemos que el tema de la breve carta de 
Pablo a los gálatas es el evangelio de Jesús. En el capítulo 2, vemos 
una demostración de lo que yo llamo “el evangelio en reversa”. 
Aquí, la gran enseñanza evangélica del apóstol Pablo se da en 
el contexto de una fuerte confrontación que tuvo con Pedro. El 
problema tenía que ver con el hecho de que muchos que eran judíos 
antes de convertirse en discípulos de Jesús querían retener su calidad 
de judíos en el mayor grado posible después de convertirse. 
El primer concilio de la iglesia fue convocado en Jerusalén, y 
fue allí donde se resolvió este problema. Se decidió que, mientras no 
confiaran en esas tradiciones judías para su salvación, no había nada 
de malo en que los discípulos judíos de Jesús conservaran sus 
costumbres judías como discípulos de su Mesías judío. Pero también 
se decidió que los discípulos gentiles de Jesús no tenían por qué 
practicar esas costumbres judías, y se indicó expresamente a los 
discípulos judíos que no pusieran esa carga sobre los creyentes 
gentiles. 
Pero, después de este concilio en Jerusalén, el asunto seguía 
siendo controvertido. Por ejemplo, en la iglesia de Antioquía había 
muchos creyentes, tanto judíos como gentiles. Ellos vivían en 
comunidad y compartían muchas comidas. Dado que muchos de los 
asuntos cuestionados estaban relacionados con las comidas y la forma 
de comer, aparentemente, a la hora de la comida, se preparaban dos 
mesas diferentes. En una mesa se observaban las leyes judías con 
respecto de los alimentos, y en la otra, no. 
Cuando el apóstol Pablo visitó Antioquía, todos se 
preguntaban qué mesa elegiría. Pablo se sentó a la mesa de los 
gentiles, y comió las comidas “no judías”. Pedro quedó tan 
impresionado con ese proceder, que se sentó con Pablo a la misma 
mesa y, aparentemente, continuó haciendo esto durante bastante 
tiempo. 
Pero, un día, algunos hermanos de Jerusalén, que guardaban la 
ley judía de manera muy rígida, aparecieron a la hora de la comida. 
Pablo, seguramente, estaba de espaldas a la puerta, mientras que, 
según parece, Pedro estaba mirando hacia ella. Cuando Pedro vio 
aparecer a estos legalistas discípulos judíos, se levantó de la mesa de
4 
los gentiles y fue hacia la mesa de los judíos. Bernabé, que había 
estado comiendo con Pablo y Pedro a la mesa de los gentiles, 
aparentemente tuvo la intención de seguir el ejemplo de Pedro. En ese 
momento, Pablo se volvió y vio quién estaba a la puerta. 
¡Pablo se puso furioso! El apóstol dice en Gálatas 2:11: “Pero 
cuando Pedro vino a Antioquía, le resistí cara a cara, porque era de 
condenar”. El texto original, en griego, sugiere aquí que se 
enfrentaron a solo centímetros de distancia. En este contexto, Pablo 
nos da lo que yo llamo “el evangelio en reversa”. 
Al final del enfrentamiento con Pedro, Pablo nos presenta esta 
gran declaración: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no 
vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo 
vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo 
por mí. No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la 
justicia, entonces por demás murió Cristo” (Gálatas 2:20, 21). 
Pablo, básicamente, está diciendo: “El evangelio dice que 
Cristo murió para que ustedes pudieran vivir. Pero este es el evangelio 
en reversa: Ahora, ustedes deben morir para que Cristo viva”. 
Sabemos que Pablo no habla de morir literalmente, en Gálatas 2:20, 
porque tres veces, en este mismo versículo, dice: “yo vivo”. Pablo 
habla de vivir verdaderamente. En este versículo, nos da tres razones 
por las que realmente vive. 
Primero, básicamente, Pablo dice: “Yo vivo realmente, porque 
vivo por fe”. Vivo abundantemente en este mundo presente, y viviré 
eternamente, porque vivo por la fe en Cristo, y no, por tratar de 
abrirme camino hacia el cielo guardando un montón de leyes y reglas. 
Segundo, dice: “Yo vivo, porque Cristo vive en mí”. Pablo les 
pregunta a los discípulos de Cristo nacidos de nuevo: “¿Acaso no se 
dan cuenta de que Cristo vive en ustedes? ¿No saben que su cuerpo es 
templo del Espíritu Santo, y que Cristo vive, realmente, en ustedes?” 
(ver 1 Corintios 6:19). Esta es una enseñanza dinámica: “Cristo en 
vosotros, la esperanza de gloria” (Colosenses 1:27). 
Finalmente, la esencia de lo que Pablo le dijo a Pedro era: “Yo 
vivo, porque estoy crucificado con Cristo”. Le estaba diciendo a 
Pedro, a los creyentes de Antioquía, a los gálatas, y a usted y a mí 
que, dado que Cristo murió para que nosotros pudiéramos vivir, 
ahora, nosotros debemos “morir” para que Cristo pueda vivir su vida 
a través de nosotros. Esto es similar a lo que Pablo enseña en 
Romanos, cuando dice: “Así que, hermanos, os ruego [...], que 
presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo” (Romanos 12:1). ¿Vive 
usted, realmente, porque vive por fe? ¿Vive usted, realmente, porque 
Cristo vive en usted? ¿Vive usted, realmente, porque está crucificado 
con Cristo? ¿Vive, realmente, porque cree que Cristo murió para que 
usted pudiera vivir? ¿Muere usted a sí mismo para que Cristo pueda 
vivir? ¿Vive usted el evangelio en reversa? 
El evangelio en alegoría 
En Gálatas 3 y 4, Pablo describe lo que me gusta llamar “el 
evangelio en alegoría”. En el capítulo 3, el apóstol formula ocho
5 
preguntas. Si escuchamos y respondemos las preguntas de Pablo, 
veremos que nos presenta un argumento muy convincente a favor de 
la justificación por fe, y no, por obras. Pablo enseña que no somos 
salvos porque obedezcamos la ley de Moisés. 
En este tercer capítulo, Pablo presenta dos alegorías. La 
primera es la de Abraham, que nos muestra, con su experiencia, que la 
fe no es asunto de inteligencia ni de obras; es un don que recibimos de 
Dios. Abraham recibió este don de la fe. No ganó la fe como si fuera 
un pago que Dios le debía. Por eso pudo creerle cuando, a los setenta 
y cinco años, Dios le dijo que iba a tener una descendencia tan 
numerosa como los granos de arena de todas las playas del mundo, y 
las estrellas de los cielos. Abraham le creyó a Dios y, por eso, Dios lo 
declaró justo. En este ejemplo, Pablo nos dice que, si tenemos fe 
salvadora, porque creemos en el evangelio de Cristo, somos hijos de 
Abraham. 
La segunda ilustración de Pablo nos da perspectiva sobre el 
propósito de la ley. El apóstol escribe: “La ley ha sido nuestro ayo, 
para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe” 
(Gálatas 3:24). En otras palabras, la función de la ley es 
quebrantarnos y mostrarnos que necesitamos un Salvador. Pablo 
escribe: “Si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió 
Cristo” (Gálatas 2:21). La verdad es que una persona nunca podría 
salvarse a sí misma, porque nunca podría guardar todas esas leyes. La 
ley era un tutor disciplinario que nos preparaba para la salvación por 
medio de Cristo. 
En el capítulo 4, Pablo presenta otra alegoría. Aquí 
encontramos un importante principio de la interpretación bíblica. Hay 
muchos hechos bíblicos que contienen tanto historia como alegoría. 
Una alegoría es una historia en la que las personas, los lugares y las 
cosas tienen otro significado que nos instruye moral y 
espiritualmente. Cuando digo que un hecho o un personaje de la 
Biblia es una alegoría, de ninguna manera estoy diciendo que ese 
hecho o ese personaje no sea histórico. 
Por ejemplo, Pablo escribe: “Abraham tuvo dos hijos”. Eso es 
un hecho histórico. Pero los dos hijos también representan una 
alegoría. El primer hijo, Ismael (a quien Abraham concibió a través de 
la esclava egipcia de Sara, llamada Agar), era una imagen de las obras 
de la carne, es decir, de la “naturaleza humana sin intervención de 
Dios”. Dios le había dicho a Abraham que le iba a dar un hijo, y 
Abraham trató de ayudar a acelerar el proceso. Ahora bien, tener un 
hijo por medio de Agar era una costumbre aceptada en esa época. 
Pero el problema era que traer a Ismael al mundo era el plan de 
Abraham, y no, de Dios. La historia de Agar e Ismael es una alegoría 
de la carne. Cuando hacemos las cosas según nuestro parecer y le 
pedimos a Dios que bendiga nuestros planes, Pablo dice que esto es 
una obra de la carne. 
En cambio, la historia de Isaac, el hijo que Abraham tuvo con 
Sara, es una alegoría del Espíritu, porque solo Dios podía hacer que 
eso sucediera. Se nos dice que “Abraham y Sara eran viejos, de edad 
avanzada; y a Sara le había cesado ya la costumbre de las mujeres”
6 
(Génesis 18:11). El nacimiento de Isaac fue un milagro. 
Pablo les dice a los gálatas, y a usted y a mí, que no somos 
salvos por obras. Dios tuvo que lograr nuestra salvación por medio de 
Jesucristo. El Espíritu Santo nos ha dado el don de la fe y el 
arrepentimiento para que podamos recibir la salvación de Dios. Esa 
salvación es un regalo de Dios. No somos salvos porque cumplamos 
la ley de Moisés; obedecemos la ley de Moisés, porque somos salvos. 
Ese es, en esencia, el evangelio absoluto en esta carta de Pablo a los 
gálatas. 
Sea sincero consigo mismo. ¿Alguna vez pensó que podía ser 
suficientemente bueno, o que tenía que seguir un conjunto de normas, 
para ser salvo? Según Pablo, esa es una “salvación” de la carne. El 
evangelio absoluto que Pablo predicó a los gálatas es que debemos 
nacer de nuevo, milagrosamente, por el Espíritu. Esa es la salvación 
que viene del Espíritu. 
El evangelio cosechado 
Pablo concluye su carta a los gálatas presentando un contraste 
entre lo que él llama “las obras de la carne” y “el fruto del Espíritu”. 
La carne y el Espíritu son dos fuerzas que están obrando —mejor 
dicho, están en guerra— en la vida del auténtico creyente. 
Aquí, Pablo describe lo que podríamos llamar “el evangelio 
cosechado”. La metáfora de Pablo habla de sembrar y cosechar. Es 
como si nuestras vidas fueran huertos. Pablo dice que, en el huerto de 
nuestra vida, hay potencial para dos cosas. Podemos plantar y hacer 
crecer las obras de la carne, o podemos plantar y hacer crecer el fruto 
del Espíritu. Cuando las “semillas” del Espíritu han sido plantadas en 
el “huerto” de nuestra vida, el resultado será lo que llamamos “el fruto 
del Espíritu”. 
Pablo escribe: “Y manifiestas son las obras de la carne, que 
son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, 
enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, 
envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; 
acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que 
los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios. Mas el 
fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, 
fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley” (Gálatas 
5:19-23). 
Este pasaje es muy realista en cuanto al comportamiento 
humano. Nos dice que, cuando recibimos el Espíritu Santo, nuestra 
naturaleza carnal no es erradicada; el mal aún está presente en 
nosotros. Aquí, en Gálatas 5, Pablo dice: “Estas dos naturalezas están 
en guerra dentro de ustedes”. Cada día, se libra una batalla en nuestro 
hombre interior. 
El fruto del Espíritu 
Cuando llegamos al capítulo 6, encontramos estas palabras tan 
conocidas: “No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo 
que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra
7 
para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para 
el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna” (7-9). Pablo nos dice que 
los que somos espirituales debemos vivir en el Espíritu, andar en el 
Espíritu, plantar las semillas de las cosas espirituales en nuestras 
vidas, y dar el fruto del Espíritu. 
Mirar hacia adentro 
Según Pablo, hay nueve evidencias de la gloriosa realidad de 
que el Espíritu Santo reside en nosotros. Si el Espíritu Santo vive en 
nosotros, cuando miremos hacia adentro, veremos los tres primeros 
componentes del fruto del Espíritu: amor, gozo y paz. 
El amor del que habla Pablo aquí es el amor agape que 
describió en el capítulo 13 de 1 Corintios. En ese gran capítulo del 
amor de la Biblia, nos dijo que esta clase de amor es indestructible, 
porque es incondicional, y es irresistible, porque inspira a quienes 
amamos de esa forma. Cuando este amor agape surge de nuestra vida, 
no viene de nosotros, sino de Dios. 
Pablo escribe que el gozo también es fruto del Espíritu, y brota 
de la gloriosa realidad de que el Espíritu Santo está en nuestro 
corazón. Pablo pudo escribir su “epístola del gozo” (su carta a los 
filipenses) desde la prisión, porque estaba lleno del Espíritu Santo de 
Dios. Usted y yo también podemos estar llenos de gozo, sin importar 
las circunstancias, porque el Espíritu Santo vive en nosotros. Dado 
que el Espíritu Santo vive en nosotros, quizá el dolor y el sufrimiento 
sean inevitables, pero sentirnos miserables siempre será opcional. 
El siguiente componente del fruto del Espíritu es la paz. Si 
hemos recibido el Espíritu Santo, podemos tener paz aun en 
momentos en que no parece natural que la tengamos. Pablo llama a 
esto “la paz que sobrepasa todo entendimiento”, es decir, una paz que 
no tiene sentido (ver Filipenses 4:7). 
Mirar alrededor 
Para encontrar el amor, el gozo y la paz del Espíritu Santo, 
miramos hacia dentro. Para encontrar los tres siguientes componentes 
del fruto del Espíritu (paciencia, benignidad, bondad) debemos mirar 
a nuestro alrededor. Experimentaremos este componente del fruto del 
Espíritu en la relación con los demás. 
Si usted no es, naturalmente, una persona paciente, y el 
Espíritu Santo vive en usted, apreciará el milagro de que hay una 
cualidad de paciencia que proviene del Espíritu Santo. Cuando usted 
es paciente en su relación con Dios, esa paciencia es “fe que espera”. 
Cuando usted demuestra paciencia en sus relaciones con las personas, 
esa paciencia podría ser llamada “amor que espera”. Por ejemplo: 
algunas veces tenemos que esperar que el Señor obre en las vidas de 
nuestros hijos. Eso requiere paciencia: la clase de paciencia 
sobrenatural que es un amor que espera, porque es fruto del Espíritu. 
El siguiente componente del fruto del Espíritu es la 
benignidad. Es tratar a toda persona como si fuera de nuestra propia 
familia. 
El tercer componente del fruto del Espíritu que se demuestra
8 
en nuestras relaciones es la bondad. El Nuevo Testamento dice que 
Jesús “anduvo haciendo bienes” (Hechos 10:38). Las buenas obras no 
nos salvan, pero no está mal ser bueno o hacer buenas obras. John 
Wesley dijo: “Haz todo el bien que puedas, dondequiera que puedas, a 
quien puedas, en todo lugar que puedas, de toda manera que puedas, 
durante todo el tiempo que puedas”. Simplemente, hagamos cosas 
buenas. Existen una benignidad, una bondad y una paciencia que son 
fruto del Espíritu Santo y se demuestran cuando miramos a nuestro 
alrededor. 
Mirar hacia arriba 
Los últimos tres componentes del fruto del Espíritu: fe 
(“fidelidad”, NVI), mansedumbre y templanza, se aplican cuando 
miramos hacia arriba y nos concentramos en nuestra relación con 
Dios. 
Una manera de resumir el significado de fidelidad es 
‘confiabilidad’. Antes de convertirnos, muchos no teníamos ninguna 
clase de disciplina. Pero, cuando el Espíritu Santo entró a residir en 
nosotros, descubrimos que con Él entraban la disciplina y la 
confiabilidad. 
La mansedumbre es otro componente del fruto del Espíritu. 
Mansedumbre no es debilidad. Cuando un caballo brioso muerde el 
freno y es domado, ese animal no es débil; es manso. Cuando Saulo 
de Tarso se encontró con el Cristo resucitado en el camino a 
Damasco, cierta versión de la Biblia traduce lo que Cristo le dice a 
Saulo (“¿Por qué me persigues? [...] dura cosa te es dar coces contra 
el aguijón”) de la siguiente manera: “¿Por qué tiras del freno?”. 
Cuando Saulo respondió: “Señor, ¿qué quieres que haga?”, “mordió el 
freno” y se volvió manso. 
La mansedumbre es fortaleza bajo control. La mansedumbre 
que se presenta como fruto del Espíritu es la que existe en una vida 
que ha aceptado el control del Espíritu Santo y del Cristo resucitado. 
El último componente del fruto del Espíritu Santo que Pablo 
menciona aquí es la templanza, o dominio propio. El director general 
de una empresa muy importante, que tenía miles de empleados, me 
dijo: “Algunas personas son como las ruedas; no trabajan si no se las 
empuja. Otras son como los remolques: hay que tirar de ellas. 
Algunas son como las cometas: si no se las tiene de la cuerda, salen 
volando. Pero otras son como un buen reloj: de oro puro, claro, 
siempre a tiempo, confiables, trabajan en silencio y están llenas de 
buenas obras”. 
En el quinto capítulo de Gálatas, el apóstol Pablo dice que, si 
el Espíritu Santo habita en nosotros y nos controla, no tendrán que 
empujarnos, ni tirar de nosotros, ni tener tirante la cuerda. 
Funcionaremos como un buen reloj: tendremos dominio propio, 
seremos confiables, trabajaremos en silencio y estaremos llenos de 
buenas obras.
9 
Capítulo 2 
La Epístola de Pablo a los Efesios 
Pablo pasó más tiempo en la ciudad de Éfeso que en cualquier 
otro lugar donde haya plantado una iglesia en sus viajes misioneros. 
Fue en Éfeso que Pablo tuvo un “seminario” en la escuela de Tirano, 
donde enseñaba diariamente desde las once de la mañana hasta las 
cinco de la tarde. Es posible que sus alumnos del seminario hayan 
sido pastores de iglesias satélites iniciadas por la iglesia de Éfeso, a la 
cual había sido asignado Timoteo. Esas iglesias satélites estaban en 
las ciudades de Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y 
Laodicea. En el segundo y tercer capítulo del Apocalipsis leemos 
sobre estas seis ciudades, más Éfeso. Es posible que la carta escrita a 
los efesios fuera una carta circular para las siete iglesias y la iglesia de 
Colosas. 
La carta que Pablo envió a los efesios bien puede ser la más 
profunda que haya escrito. El corazón del mensaje de esta carta se 
encuentra en Efesios 1:3: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro 
Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los 
lugares celestiales en Cristo”. Pablo nos dice: “Ustedes tienen todas 
las bendiciones espirituales que necesitan para vivir como creyentes 
nacidos de nuevo y controlados por el Espíritu Santo”. Después, dice 
que estas bendiciones están “en los lugares celestiales en Cristo” (v. 
3). Pablo les dice a los efesios (y a usted y a mí) que tenemos todo lo 
que necesitamos para vivir como personas espirituales en este mundo. 
Pero todas esas bendiciones espirituales están en los lugares 
celestiales, en Cristo. 
Éfeso y las otras iglesias estaban situadas en lo que 
actualmente es Turquía. En la época de Pablo, esta parte del mundo 
que hoy llamamos Asia Menor era la mitad oriental del Imperio 
Romano. Éfeso era una ciudad balnearia de extraordinaria belleza; 
emperadores, senadores y millonarios tenían casas de veraneo en ella. 
Toda la gloria de Roma estaba en su cenit cuando Pablo estuvo en 
Éfeso. 
Había muchas cosas más que habían alcanzado su cenit en 
Éfeso cuando Pablo estaba allí. Hoy, en lugares como Éfeso, se 
pueden ver evidencias arqueológicas de la adoración a los ídolos, la 
inmoralidad y la pornografía. Pablo les escribía, básicamente, a los 
creyentes de esta parte tan inmoral del Imperio Romano: “Ustedes 
pueden vivir como personas santas en los lugares celestiales, en 
Cristo, aun estando en medio del Imperio Romano y toda su 
inmundicia y pecado”. 
Pablo relata la experiencia de haber sido arrebatado al tercer 
cielo (2 Corintios 12). Los eruditos creen que esto le sucedió cuando 
fue apedreado en Listra (Hechos 14:19). Creo que Pablo siempre 
mantuvo un pie en la dimensión celestial después de esa experiencia. 
Y nos dice que podemos, verdaderamente, vivir en Cristo, en la 
dimensión celestial, mientras estamos aquí en la Tierra. Dado que 
Cristo es eterno, nosotros somos eternos en la medida que vivamos 
nuestra vida en Cristo. Pablo se refiere a esto como vivir “en los
10 
lugares celestiales, en Cristo”. 
Como en todas las cartas de Pablo, en esta descubriremos una 
sección sobre doctrina y una sección práctica. Efesios tiene seis 
capítulos. La mayoría de los eruditos cree que los primeros tres 
capítulos son la parte doctrinal, o didáctica, mientras que los tres 
últimos, capítulos 4, 5 y 6, son la parte práctica, la parte de la 
aplicación de esta carta. 
Yo creo que la sección doctrinal continúa hasta los primeros 
dieciséis versículos del capítulo 4. En esos primeros dieciséis 
versículos, Pablo nos enseña algunas grandes verdades sobre la 
iglesia. En el capítulo 3 habla del gran misterio de la iglesia. Misterio 
significa ‘un secreto que, tarde o temprano, se revela’. Hasta 
Pentecostés, nadie sabía que, un día, los judíos y los gentiles serían 
hechos uno por medio de Cristo y se reunirían en su iglesia. Pablo 
concluye su enseñanza sobre la iglesia en los primeros dieciséis 
versículos del capítulo 4 enseñándonos cómo debe funcionar la 
iglesia. 
Además de la inspirada instrucción de Pablo sobre la 
naturaleza y la función de la iglesia, hay otro tema en el Libro de 
Efesios. Dado que Pablo había pasado tanto tiempo en Éfeso (tres 
años y medio), y había enseñado tanto en ese “seminario”, la palabra 
clave en los primeros tres capítulos es “recordar”. Pablo les señala a 
los efesios, que habían sido bien enseñados, que ellos ya conocían las 
verdades que él ahora reforzaba con esta carta. 
Después de decirles que recuerden lo que se les ha enseñado, 
Pablo comienza la parte de aplicación de la carta en el capítulo 4. 
Aquí, la palabra clave es “andar”. Pablo escribe: “Os ruego que andéis 
como es digno de la vocación con que fuisteis llamados” (Efesios 
4:1). El apóstol les indica a los efesios que anden en humildad, 
mansedumbre, paciencia, verdad y amor. En otras palabras, que anden 
de tal manera que demuestren todas las verdades que él les había 
enseñado cuando estuvo en Éfeso. 
Al estudiar Efesios, pídale al Señor que abra sus ojos 
espirituales para que pueda aprender a “vivir en los lugares 
celestiales” y a “andar de manera digna de su llamado” cada día, sin 
excepción. 
Harapos y túnicas 
El propósito de la carta de Pablo a los efesios es mostrar a la 
iglesia de Jesucristo lo que ella debe ser en este mundo. Esta carta es 
su obra maestra sobre el tema de la iglesia. Permita que Efesios lo 
aliente a usted, y a su congregación local, a ser, por la gracia de Dios, 
la auténtica iglesia de Jesucristo en este mundo. Nunca antes el 
mundo ha necesitado el testimonio de la iglesia tanto como ahora. 
Un bosquejo muy sencillo, basado en algunas palabras clave, 
le dará un panorama del contenido de este libro. 
La palabra clave en el capítulo 1 es reflexión. Pablo nos da 
muchas cosas en las cuales pensar en este primer capítulo de Efesios. 
Primero, reflexione sobre lo que él dice acerca de los “lugares
11 
celestiales”. Pablo nos dice que, en los lugares celestiales, tendremos 
todas las bendiciones espirituales que necesitamos para vivir nuestra 
vida en Cristo. De hecho, Cristo existe en esta dimensión celestial, y 
nosotros podemos existir allí con Él. 
No todo lo que existe en esta dimensión celestial es bueno. 
“Los lugares celestiales” significa el mundo invisible de lo espiritual. 
En la dimensión espiritual, está el Espíritu Santo y están los espíritus 
malignos. Se nos dice en esta carta que nuestra batalla, como 
creyentes, es contra las fuerzas espirituales negativas en los lugares 
celestiales. Según Pablo, el creyente que está en Cristo puede vencer a 
los poderes malignos de la oscuridad que existen en el mundo 
espiritual, o en los lugares celestiales. 
Reflexione sobre lo que Pablo dice acerca de la soberanía de 
Dios en el capítulo 1. En los versículos 1 al 6 hay algunas 
afirmaciones muy contundentes acerca de que Dios nos eligió antes 
que el mundo tuviera sus cimientos. Dice que, en la mente de Dios, 
aun desde antes que el tiempo comenzara, ya estaba la idea de que 
hubiera una iglesia, un pueblo “llamado afuera” que viviría vidas 
santas y sería un testimonio para este mundo. 
Observe, también, lo que Pablo dice en el capítulo 1 acerca del 
proceso de la salvación. En los versículos 13 y 14, tenemos una bella 
imagen de esto: Escuchamos el evangelio, creemos el evangelio, y 
somos sellados con el Espíritu Santo. Todo esto es la manera en que 
Dios dice: “Esta es posesión mía”. 
También, reflexione sobre las oraciones de Pablo en Efesios. 
Vemos dos magníficas oraciones en Efesios 1:15-23 y 3:14-21. Es 
evidente, al leer estas oraciones, que Pablo tenía una lista de motivos 
de oración, y que era un gran guerrero de oración intercesora. Cuando 
Pablo se enteraba de que alguien había llegado a la fe en Cristo y 
había demostrado que realmente estaba involucrado en la obra de 
Jesucristo, comenzaba a orar por esa persona y nunca más dejaba de 
hacerlo. 
Es interesante comparar nuestra lista de oración con la de 
Pablo. Espiritualmente hablando, nosotros oramos por los perdedores; 
Pablo pasaba su tiempo orando por personas que él sabía que iban a 
ser ganadores para Jesús. Oraba para que les fuera dado un espíritu de 
revelación en el conocimiento de Dios. 
Otra palabra clave que se aplica a los primeros tres capítulos 
de Efesios es recordar. Pablo ya les había enseñado tanto a los efesios, 
que lo único que debía decirles era: “recuerden”. Les dice: 
“Recuerden cómo era todo antes que ustedes llegaran a Cristo, y lo 
que significó para ustedes cuando Él entró en su vida y la hizo nueva 
en Cristo”. 
En el capítulo 3, la palabra clave es revelación. Como fariseo 
que era, Pablo había odiado a Cristo. Nunca soñó que, un día, Dios 
iba a unir a judíos y no judíos en un cuerpo, y que formaría con ellos 
la iglesia de Jesucristo. Pablo les revela a los efesios que la iglesia es 
el gran misterio de Dios. 
En el capítulo 4, Pablo nos presenta algunas hermosas 
verdades sobre el comportamiento humano. Yo resumo este capítulo
12 
en la palabra resolución. Aquí, Pablo compara toda la vida espiritual 
de una persona con un guardarropa. En un lado del guardarropa están 
los harapos de nuestra vieja vida. En el otro lado, están las túnicas de 
la nueva vida. Los harapos de la vieja vida son la alienación, la 
ignorancia, la dureza de corazón, la conciencia entenebrecida, el estilo 
de vida inmoral, la lascivia —que significa los sutiles deseos 
pecaminosos que nos seducen— la falsedad, la mentira, la falta de 
integridad y la ira (ver Efesios 4:25-32). 
Esta metáfora de las vestiduras nos llama a proponernos dejar 
de lado los harapos de la vieja vida. Ya no tenemos por qué vestirlos, 
dice Pablo. Por el contrario, él nos anima a vestir las túnicas de 
nuestra nueva vida. “Vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en 
la justicia y santidad de la verdad” (24). “Desechando la mentira, 
hablad verdad cada uno con su prójimo” (25). “Ninguna palabra 
corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la 
necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes” (29). 
La capacidad de comunicar es un gran don espiritual. Pablo 
dice que la comunicación es nuestra oportunidad de edificar a los 
demás e impartirles gracia. Cada vez que nos encontramos con un 
creyente, deberíamos dejarlo más edificado que cuando lo 
encontramos. 
Después de decirles cómo vestir, les dice: “Andad”. Vivir en 
Cristo es una experiencia diaria; un “andar” diario. Se pone un pie 
delante del otro, paso a paso, día a día. Esa es la forma en que debe 
vivirse la nueva vida en Cristo. 
Pablo les dice a los efesios: “Andad en amor” (Efesios 5:2), 
como lo hizo Cristo. Después, les dice: “Andad como hijos de luz” 
(8), haciendo siempre cosas que agraden al Señor. Todo lo que es 
bueno y justo y verdadero es fruto de luz. Así que, andemos en las 
cosas que son buenas, justas, y verdaderas, y no tengamos amistad 
alguna con las infructuosas obras de las tinieblas. 
Después, Pablo dice: “Mirad [...], con diligencia cómo andéis” 
(15). Esto significa que andemos con la cabeza en alto y los ojos 
abiertos, conscientes de las tremendas necesidades que tiene nuestro 
mundo. Las grandes obras sociales y las grandes instituciones 
sociales: los grandes hospitales, los hogares para madres solteras, los 
hogares para personas sin techo, y otros similares, existen, en este 
mundo, gracias a Cristo, y porque los creyentes supieron lo que 
significa vivir en la dimensión celestial, en Cristo. Si usted está en 
Cristo, tendrá la clase de compasión activa que quiere hacer algo con 
respecto de las necesidades de este mundo. A esto se refiere Pablo 
cuando dice que “Miremos con diligencia cómo andamos”. 
Es en este contexto que Pablo ordena a los seguidores de 
Cristo: “Sed llenos del Espíritu” (18). Lo que Pablo escribió, 
literalmente, fue: “No se pongan bajo el descontrol de la influencia 
del alcohol, sino bajo la influencia del Espíritu”. La traducción literal 
del idioma original sería: ‘sed continuamente llenos del Espíritu’. Ser 
llenos del Espíritu significa ser controlados por el Espíritu Santo. El 
Espíritu Santo nos dará el poder para vivir y andar en la dimensión 
espiritual, en Cristo, sin importar cuáles sean las circunstancias.
13 
Vestidura para las relaciones 
Pablo nos dice que el Dios todopoderoso ha asignado la obra 
del ministerio a “los santos” (Efesios 4:12). Esta era la expresión 
preferida de Pablo para referirse a los que hoy llamamos “laicos” de 
la iglesia. Según Pablo, el pastor-maestro es el “entrenador”, pero los 
laicos de la iglesia son los jugadores del equipo. El objetivo del pastor 
debería ser equipar, perfeccionar, edificar, inspirar, instruir y desafiar 
a los laicos para que salgan y hagan la obra del ministerio. Esta es una 
parte muy importante del modelo de la esencia, la función y el 
propósito de la iglesia según el Nuevo Testamento. 
Cuando Pablo escribe el capítulo 5, nos dice que la obra del 
ministerio a través de los santos comienza en el lugar más difícil: el 
hogar. ¿Por qué el hogar es el lugar más difícil para aplicar nuestra 
fe? Porque allí nos mostramos tal como somos en realidad. Al mundo 
le mostramos un lado de nosotros, pero, muchas veces, a nuestra 
familia le mostramos otro lado (generalmente, mucho menos 
atractivo). El hogar es el lugar donde somos verdaderamente nosotros 
mismos, así que Pablo escribe que es allí donde la realidad de Cristo 
debe ser vista primero en nuestra vida. 
En Efesios 5:21-25, Pablo escribe: “Someteos unos a otros en 
el temor de Dios. Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, 
como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, así como 
Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador. 
Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo 
estén a sus maridos en todo. Maridos, amad a vuestras mujeres, así 
como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella”. 
Aquí, Pablo nos da algunos de los consejos más bellos sobre el 
matrimonio que podemos encontrar en la Biblia. Nos dice que las 
mujeres deben someterse a sus esposos y estar sujetas a ellos en todo. 
Esto es muy difícil de aceptar para muchas mujeres. Pero Pablo no 
solo les dice a las mujeres que deben estar sujetas a sus esposos en 
todo. También les dice a los hombres que amen a sus esposas “como 
Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella” (25). 
Cuando Pablo dice que el hombre es cabeza de la mujer, 
quiere decir que el hombre es responsable por su esposa y por todo lo 
demás en el matrimonio y la familia. Por eso, Dios le dice a la mujer 
que le facilite las cosas a su esposo, porque él tiene una gran 
responsabilidad. Cuando Pablo dice a las mujeres que se sujeten a sus 
esposos, en realidad, les está diciendo: “Tu esposo fue creado para 
ser, para ti, lo que Cristo es para la iglesia; y tú debes ser para tu 
esposo lo que la iglesia es para Cristo”. Así que, la tarea que 
encomienda a los hombres es, básicamente: “Amen (a sus esposas) 
como amó Cristo; den como Él dio; y sean, para su esposa y sus hijos, 
como Él es”. 
Este es un rol muy importante que se les asigna a los esposos y 
padres, y todos los hombres deben entender esta responsabilidad. El 
problema mayor del matrimonio cristiano no son las mujeres que no 
pueden o no quieren someterse a su esposo. El problema más grande
14 
son los hombres que no aceptan la responsabilidad de amar, dar y ser 
como Cristo para su esposa y sus hijos. 
Si usted es esposo y padre, acepte su responsabilidad de ser 
todo lo que Dios desea que sea. Pídale que le dé el poder y la gracia 
para ser como Cristo en su hogar. 
Eslabones vitales en el matrimonio 
Cuando Dios diseñó el matrimonio, ideó una relación en la 
que dos personas deben ser una en espíritu, en mente y en unidad 
física. Podemos visualizar cómo dos creyentes casados deben ser uno 
si los imaginamos unidos por una cadena de cinco eslabones. El 
primer eslabón representa la dimensión espiritual de su relación: que 
son uno en espíritu. La relación espiritual es el fundamento de la 
unidad en el matrimonio, y la relación espiritual mutua de esa pareja 
será fuerte solo en la medida que la relación personal de cada 
integrante de esa pareja con Jesucristo sea fuerte. Su unidad espiritual 
puede ser ilustrada por medio de un triángulo, con Cristo en el vértice 
y el esposo y la esposa en los extremos. Cuanto más se acerquen a 
Cristo, más estrecha y fuerte será su relación entre sí. 
El siguiente eslabón es la comunicación, es decir, el hecho de 
que son uno en mente. La comunicación es la herramienta por medio 
de la cual mantenemos la unidad en el matrimonio. Si tenemos una 
buena comunicación, tenemos la herramienta con la cual podemos 
trabajar en nuestra relación matrimonial. Las bacterias se multiplican 
en la oscuridad, pero no pueden vivir en la luz. La comunicación echa 
luz sobre la relación. 
El siguiente eslabón representa la compatibilidad, que es la 
prueba de la unidad. Algunas veces, no puedo evitar preguntarme 
cómo dos personas que no tienen valores, metas o estilos de vida en 
común pueden unirse. Cuando el fundamento espiritual está bien 
asentado, habrá compatibilidad en muchos aspectos. 
El eslabón del medio en esta cadena de cinco eslabones es el 
amor agape que Pablo describe en 1 Corintios 13. El amor agape es 
un amor desinteresado e incondicional. Una de las razones por la que 
los matrimonios se terminan es que las personas son egoístas. Nunca 
aprenden, en realidad, a centrarse en Cristo y en los demás. Les falta 
comprender la enseñanza de Jesús: “Más bienaventurado es dar que 
recibir”. El amor agape es la dinámica de la unidad. 
El siguiente eslabón es la comprensión. La comprensión es el 
crecimiento de la unidad. Los hombres y las mujeres son diferentes, y 
cada uno debe comprender cómo se siente el otro, cómo piensa y 
cómo actúa. Pedro les dice a los esposos que vivan con sus mujeres 
“sabiamente” (1 Pedro 3:7). En otras palabras, dice que debemos 
conocer al hombre o la mujer con quien estamos compartiendo la 
vida. 
El último eslabón de la cadena representa la unidad física 
entre un hombre y su esposa. El sexo es la gozosa expresión de la 
unidad. La relación física entre ese hombre y esa mujer es, 
verdaderamente, una forma muy intensa de comunicación. Es por 
medio de la unión sexual que el hombre y la mujer expresan todo lo
15 
que representan los demás eslabones de esta cadena de unidad. 
Cuando la relación física es lo que debe ser, el sexo es el diez 
por ciento de la relación. Cuando no lo es, puede llegar a ser el 
noventa por ciento del problema. Muchas veces, una de las razones 
principales por la que hay problemas sexuales en un matrimonio es 
que esa pareja está tratando de expresar gozosamente una unidad que 
no existe. Si no hay unidad en el espíritu o en la mente, si no hay 
compatibilidad, amor ni comprensión para expresar, no es de 
extrañarse que la unión sexual se convierta en algo vacío y estéril. 
Otras relaciones 
Además de poner énfasis en el matrimonio, en los capítulos 5 
y 6 Pablo habla de las relaciones entre los esclavos y sus amos. Hasta 
cierto punto, los creyentes pueden aplicar estas verdades, hoy, como 
empleados y empleadores (ver Efesios 6:5-9). También hay 
principios para aplicar en la relación entre padres e hijos (ver Efesios 
6:1-4). En estos capítulos, Pablo dice que la aplicación de las 
verdades que contiene esta carta comienza con la persona que 
tenemos más cerca. Podríamos llamar a la parte de aplicación de esta 
carta “Vestidura para las relaciones”. 
En el capítulo 6, Pablo usa la expresión “lugares celestiales” 
en sentido negativo. En el mundo espiritual, hay espíritus buenos y 
espíritus malos. Pablo dice que nuestra batalla es espiritual, y que 
nuestro enemigo está en el mundo espiritual. Nuestro enemigo es 
descrito como: “principados, potestades, gobernadores de las tinieblas 
de este siglo, huestes espirituales de maldad en las regiones celestes” 
(v. 12). 
La única manera de vivir en triunfo espiritual es vencer a estos 
poderes espirituales. Para ser vencedores en lo espiritual, debemos 
ponernos la armadura de Dios (13-17). Cada día, debemos ponernos 
toda la armadura de Dios y salir a pelear nuestras batallas espirituales. 
Pablo nos dice que debemos usar el casco de la salvación y la coraza 
de la justicia, tomar el escudo de la fe y tener en la mano la espada del 
Espíritu —que es la Palabra de Dios— y nuestro calzado debe ser 
compartir el evangelio. Cada pieza de esta armadura debe ser 
colocada con oración. Estas son las armas espirituales que debemos 
tener para defender la causa del Señor en este mundo pecaminoso. 
Debemos luchar, no con nuestras propias fuerzas, sino en el poder del 
Espíritu Santo. 
¿Se ha puesto usted el casco de la salvación? ¿Sabe, en su 
mente, que ha sido salvado de los poderes del pecado? ¿Está 
protegido su corazón por la coraza de la justicia, es decir, de hacer lo 
correcto? ¿Utiliza el escudo de la fe? ¿Sabe cómo usar la espada del 
Espíritu, que es la Palabra de Dios? ¿Se ha calzado para compartir el 
evangelio con los demás? ¿Se está colocando cada pieza de la 
armadura con oración?
16 
Capítulo 3 
La Epístola de Pablo a los Filipenses 
Antes de comenzar nuestro estudio de la carta escrita por el 
apóstol Pablo a los filipenses, debemos recordar que la iglesia de 
Filipos fue plantada como resultado de una visión celestial que Pablo 
recibió, cuando vio a un hombre que le decía: “Ven a Macedonia y 
ayúdanos” (ver Hechos 16:9). La difusión del evangelio hacia el oeste 
y hacia la civilización europea fue resultado de esta visión celestial. 
Cuando Pablo salió de Filipos, esta iglesia se convirtió en su 
preferida. La palabra que describe el lazo que existía entre Pablo y la 
iglesia filipense es “comunión”. Al hablar de la iglesia de Filipos, 
Pablo se refiere a “vuestra comunión en el evangelio” (Filipenses 
1:5). Es una hermosa imagen de lo que debería ser toda iglesia. Una 
iglesia es, en realidad, una organización que existe para el beneficio 
de quienes no son miembros de ella, porque su propósito es poner en 
práctica la Gran Comisión y llevar el evangelio a un mundo perdido. 
La iglesia filipense era el modelo de iglesia para Pablo, 
fundamentalmente, porque era una iglesia misionera. Se puede ver 
esto en Filipenses 1, si observamos cuántas veces Pablo menciona el 
evangelio. 
La carta de Pablo a los filipenses no es, en realidad, una carta 
de enseñanza; es una carta de amor. Una bella, inspirada carta de 
agradecimiento. La iglesia de Filipos había sido la base de sostén de 
Pablo y lo había ayudado económicamente mientras él ministraba en 
otras ciudades. 
La carta de Pablo a los filipenses también fue una de las 
“epístolas de la prisión”. Efesios, Filipenses, Colosenses, Filemón y 2 
Timoteo son llamadas epístolas de la prisión porque fueron escritas 
cuando Pablo estaba encarcelado. Los creyentes filipenses 
continuaron sosteniendo a Pablo durante su encarcelamiento, 
enviándole una ofrenda. Al agradecer a los filipenses por su ofrenda, 
Pablo escribe que su deseo no es recibir esa contribución, sino “busco 
fruto que abunde en vuestra cuenta” (Filipenses 4:17). Pablo sabía que 
Dios iba a recompensar grandemente a los filipenses por enviarle esa 
ofrenda. 
Los cuatro capítulos de Filipenses presentan un perfil de la 
vida vivida como Cristo. El tema del capítulo 1 es “La filosofía y la 
pasión por vivir como Cristo”. Aquí, Pablo muestra en su propia vida 
cómo es vivir como un seguidor de Cristo. 
En el capítulo 2, Pablo escribe sobre las “Pautas para vivir 
como Cristo”. Nos da muchos ejemplos de personas que realmente 
fueron ejemplos de la filosofía y la pasión por vivir como Cristo. 
En el capítulo 3, Pablo revela “El propósito y el premio de 
vivir como Cristo”. Como lo hizo más de una vez en el Libro de los 
Hechos, recuerda una vez más su experiencia de conversión en el 
camino a Damasco. Esta vez, hace énfasis en los resultados de esa 
experiencia y nos dice cómo conocer la voluntad de Dios. Pablo llama 
a la voluntad de Dios “[el] premio del supremo llamamiento de Dios
17 
en Cristo Jesús” (Filipenses 3:14). Y nos dice cómo hallar ese premio, 
cómo descubrir ese supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús 
para nosotros mismos. 
El capítulo 4 es muy práctico. Podríamos llamarlo “La receta 
para vivir como Cristo”. En palabras muy concretas, Pablo nos dice 
cómo vivir en Cristo, y centra sus comentarios en el tema de que Dios 
nos mantiene en un estado de paz personal. 
A partir del bosquejo presentado, veamos ahora la carta de 
Pablo a su iglesia favorita, capítulo por capítulo. 
Pasión y filosofía 
En los versículos 20 y 21 del capítulo 1, Pablo escribe: “...mi 
anhelo y esperanza de que en nada seré avergonzado; antes bien con 
toda confianza, como siempre, ahora también será magnificado Cristo 
en mi cuerpo, o por vida o por muerte. Porque para mí el vivir es 
Cristo, y el morir es ganancia” (1:20, 21). 
Según Pablo, la filosofía y la pasión de un seguidor de Cristo 
están basadas en su disposición a entregarse. Así que nos presenta su 
filosofía para vivir en Cristo cuando nos dice cómo su pasión por 
vivir se relaciona con la realidad de que está en la cárcel. Pablo, 
básicamente, dice: “Quiero que Cristo sea magnificado en mi cuerpo, 
sea en la vida o en la muerte, en la libertad o en la prisión, en la salud 
o en la enfermedad. Si vivo, magnificar a Cristo es el único propósito 
por el que vivo. Si muero, quiero magnificar a Cristo con mi muerte”. 
Esa es la filosofía de alguien que verdaderamente vive su vida 
en Cristo. 
Más allá del compromiso de cada creyente individual, 
Filipenses 1 también enfatiza la idea de que la vida en Cristo es como 
un deporte en equipo. El Señor quiere que la iglesia equipe a los 
santos para el ministerio. Cuando los laicos comprendan que todo el 
ministerio de la iglesia está dedicado a todos los miembros de la 
iglesia, entonces cumpliremos la Gran Comisión, y la iglesia de 
Jesucristo será, realmente, lo que debe ser. 
Más adelante, en el capítulo 1, Pablo escribe una hermosa 
descripción de una iglesia: “Solamente que os comportéis como es 
digno del evangelio de Cristo, para que o sea que vaya a veros, o que 
esté ausente, oiga de vosotros que estáis firmes en un mismo espíritu, 
combatiendo unánimes por la fe del evangelio” (Filipenses 1:27). 
El ideal de Pablo para la iglesia puede parafrasearse de esta 
manera: “Una iglesia en la que cada miembro está en Cristo, en la que 
todos los que están en Cristo son semejantes a Cristo, y donde quienes 
están en Cristo y son semejantes a Él lo son en unidad, de una manera 
tan dinámica que otros creen en el evangelio”. ¿Es esta la descripción 
de la iglesia local que usted integra? ¿Puede decir que todos los 
miembros de su iglesia son verdaderos seguidores de Cristo, que 
viven una vida digna del evangelio? Los que no son creyentes, ¿llegan 
a creer en el evangelio porque ven la forma en que los miembros de 
su iglesia, que son semejantes a Cristo, lo demuestran en unidad? 
La carta del apóstol Pablo a la iglesia filipense nos demuestra, 
con su ejemplo, la naturaleza, la esencia y la función de la iglesia. Ese
18 
ejemplo debería ser modelo para toda iglesia, y para todo auténtico 
discípulo de Jesucristo, de la pasión y la filosofía para vivir la vida, 
cada día, en Cristo y como Cristo. 
Pautas para vivir como Cristo 
El tema de la carta de Pablo a los filipenses es “vivir como 
Cristo”. En el capítulo 2, Pablo nos presenta las pautas generales para 
vivir como Cristo, y les dice a los filipenses que vivir como Cristo 
implica tener una actitud de humildad, de amor y de armonía. 
Cuando Pablo les enseña a los filipenses que tengan una 
actitud humilde, les enseña humildad y amor. Pablo resume la 
humildad en estas palabras: “...estimando cada uno a los demás como 
superiores a él mismo” (Filipenses 2:3). No está hablando de timidez 
ni de baja autoestima, sino de una calidad de amor desinteresado y 
humilde que edifica a los demás. 
Si tenemos una actitud amorosa, vamos más allá de esto. La 
persona que tiene una actitud de amor aplica la Regla de Oro: “Así 
que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, 
así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los 
profetas” (Mateo 7:12). Pablo expresa la Regla de Oro de esta forma: 
“No mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por 
lo de los otros” (Filipenses 2:4). ¿Piensa usted en sus propios 
problemas y presiones primero? ¿O pone las presiones y los 
problemas de los demás antes que los suyos propios? 
Cuando tenemos una actitud de humildad y amor, los 
obstáculos del egocentrismo y el egoísmo son superados, y podemos 
vivir en armonía. Pablo dice que debemos demostrar que tenemos 
solo una mente y un Espíritu entre nosotros (ver Filipenses 1:27). Los 
discípulos de Cristo, algunas veces, tienen conflictos en la iglesia. 
Muchas veces, cuando esto sucede, en el fondo de los conflictos 
encontramos orgullo y egoísmo. Si actuamos con humildad, con amor 
y en armonía, resolveremos los conflictos en nuestras iglesias. 
El ejemplo de Cristo 
Después de presentar estas verdades, Pablo cita algunos 
ejemplos. Primero, tenemos el ejemplo de Cristo (ver Filipenses 2:5- 
11). 
Jesús no se limitó a convertirse en Hombre. Se convirtió en el 
Esclavo de los hombres, el Siervo de los hombres. Se humilló y 
obedeció hasta la muerte; murió por los pecados del mundo. Dado que 
Jesús se humilló así, el Padre lo ha exaltado hasta lo sumo (9). 
Según Pablo, así como Cristo se rebajó con humildad y amor, 
debemos hacerlo usted y yo. No debemos centrarnos en nosotros 
mismos, sino en los demás, en Cristo y en el amor, para que nuestras 
vidas sean un ejemplo para los demás de lo que significa vivir en 
Cristo y ser semejantes a Cristo.
19 
El ejemplo de Pablo 
En el capítulo 2, Pablo presenta, también, el ejemplo de su 
propia vida. Escribe: “Y aunque sea derramado en libación sobre el 
sacrificio y servicio de vuestra fe, me gozo y regocijo con todos 
vosotros. Y asimismo gozaos y regocijaos también vosotros conmigo” 
(17, 18). Pablo nos está diciendo que él mismo siguió el ejemplo de 
Cristo. En la adoración, en el templo del Antiguo Testamento, se 
entregaban “libaciones”, es decir, un sacerdote derramaba la ofrenda 
sobre el altar. Pablo se compara con estas libaciones, diciendo que 
derramaría hasta su vida para que los filipenses llegaran a la fe. 
El ejemplo de Timoteo 
Después, Pablo escribe: “Espero en el Señor Jesús enviaros 
pronto a Timoteo, para que yo también esté de buen ánimo al saber de 
vuestro estado; pues a ninguno tengo del mismo ánimo, y que tan 
sinceramente se interese por vosotros. Porque todos buscan lo suyo 
propio, no lo que es de Cristo Jesús. Pero ya conocéis los méritos de 
él, que como hijo a padre ha servido conmigo en el evangelio” (19- 
22). Timoteo era, obviamente, un devoto siervo de Cristo. 
Al final de este segundo capítulo de su carta, Pablo exalta el 
ejemplo del anciano —Epafrodito— que le llevó la ofrenda de la 
iglesia de Filipos a la prisión. Observe cómo Pablo describe a 
Epafrodito: “Mas tuve por necesario enviaros a Epafrodito, mi 
hermano y colaborador y compañero de milicia, vuestro mensajero, y 
ministrador de mis necesidades” (25). Hay diversos niveles de 
comunión en el cuerpo de Cristo. Creo que Pablo nos muestra algo 
sobre esos niveles de comunión al describir a este anciano, 
Epafrodito, como “hermano, colaborador y compañero de milicia, 
vuestro mensajero y ministrador de mis necesidades”. 
¿Qué significan estos niveles de comunión? Creo que, según 
la forma de pensar de Pablo, un hermano era otro hombre que estaba 
en Cristo con él. Para Pablo, un colaborador era un hombre que 
trabajaba a su lado, “bajo el yugo” con él, en Cristo y para Cristo. Y, 
para Pablo, un compañero de milicia era alguien que arriesgaba su 
vida junto con él, en Cristo y por Cristo. Epafrodito, ciertamente, es 
un ejemplo de esos tres niveles de relación con Pablo, y el mensajero 
y ministro enviado por los filipenses. Obviamente, este anciano es 
otro tremendo ejemplo de alguien que vive como Cristo. 
El premio de vivir como Cristo 
Cuando llegamos al tercer capítulo de Filipenses, el apóstol 
habla de asir el propósito para el cual Cristo lo asió en el camino 
hacia Damasco. En los versículos 3 al 11, Pablo nos cuenta su 
experiencia de conversión desde el punto de vista de los resultados de 
esa experiencia. Menciona todas las cosas que alguna vez consideró 
como grandes logros: su posición como fariseo, por ejemplo. Esos 
logros eran cosas de las que Pablo estaba orgulloso antes de conocer a 
Cristo. Pero, cuando se convirtió, su perspectiva cambió, y pasó a 
considerarlas como “basura” (8). Dios le había dado, ahora, cosas más
20 
importantes que hacer. Este es un magnífico capítulo en que el apóstol 
Pablo, por medio de su propio ejemplo, nos da una excelente receta 
para descubrir la voluntad de Dios para nuestras vidas. 
Primero, observe que Pablo sufrió una revolución cuando se 
convirtió; y salió de esa experiencia revolucionaria con una 
resolución, una feroz determinación de hallar la voluntad de Dios para 
su vida. Después, trató de tener la dinámica del poder de la 
resurrección de Cristo en su vida. 
Es como si Pablo estuviera corriendo una carrera, y existiera 
una regla para correrla. Para ganar el premio y conocer la voluntad de 
Dios, la regla es que debemos ser obedientes según la medida de luz y 
discernimiento que tengamos en este preciso momento. Si seguimos 
la luz que Dios nos da ahora y actuamos basándonos en ella, Dios 
continuará dándonos luz hasta que veamos su perfecta voluntad. 
Pablo llama al premio que se recibe al final de esta carrera el “premio 
del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” (14). 
Pablo nos da más pistas sobre cómo hallar la voluntad de 
Dios. Él escribe que fue descartando prioridades hasta llegar a una 
sola: “...olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a 
lo que está delante” (13). Es notable que Pablo pudiera reducir sus 
prioridades a una sola cosa: “Prosigo a la meta, al premio del supremo 
llamamiento de Dios en Cristo Jesús” (14). 
¿Tiene usted esa magnífica obsesión? ¿Tiene la firme 
convicción de que, cuando conoció a Jesucristo, Él y usted se 
encontraron con un propósito? ¿Cree que hay algo específico que 
Jesús quiere que usted haga para Él? ¿Está esforzándose por alcanzar 
el premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús? 
Pablo nos da varias pistas sobre cómo ganar ese premio del 
llamamiento de Dios: Descartar prioridades hasta quedarnos con una 
sola. Olvidar las cosas que quedan atrás, y continuar extendiéndonos 
para alcanzar aquellas que tenemos por delante. Vivir según la luz que 
tenemos y avanzar en la voluntad de Dios para nosotros hoy hasta 
donde podamos ver. 
Una receta para la paz 
Pablo escribe sobre la paz en el cuarto capítulo de Filipenses, 
pero no sobre la paz mundial; ni siquiera sobre la paz con Dios que 
Jesús nos trajo por medio de su sacrificio en la cruz. Pablo comparte 
con nosotros la buena noticia de que hay una hermosa realidad que se 
conoce como paz de Dios. Es un estado de paz continua en el cual 
Dios puede mantenernos si cumplimos sus condiciones. En 
Filipenses, capítulo 4, Pablo nos presenta doce condiciones que 
debemos cumplir para tener y mantener esta paz. 
La primera condición es: “Por nada estéis afanosos” (6). Pablo 
nos dice que no nos preocupemos, porque la preocupación no solo es 
improductiva, sino que es destructiva. Cuando nos preocupamos, 
consumimos la energía que necesitamos para enfrentar los problemas. 
La segunda condición para la paz es: “Sean conocidas vuestras 
peticiones” (6). Sean cuales fueren nuestras circunstancias, por mayor
21 
que sea la adversidad que debemos enfrentar, siempre tenemos el 
privilegio de orar a Dios. Ya sea que nuestra oración tenga como 
resultado que seamos liberados de una situación difícil, o que 
recibamos la gracia para atravesarla, siempre es muy productivo orar. 
Así que, oremos siempre por todo. 
La tercera condición que señala Pablo para la paz tiene que ver 
con lo que pensamos. Pablo nos dice que pensemos en todo lo bueno 
(ver v. 8). El apóstol nos alienta a pensar en todo lo que es verdadero, 
todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo 
que es de buen nombre. Decidamos cómo vamos a pensar. Nuestros 
pensamientos son como ovejas, de las cuales somos pastores. No nos 
dejemos controlar por nuestros pensamientos. 
Francamente, creo que, cuando Pablo escribió esto, también 
nos estaba dando la clave de su cordura personal. En la cárcel, Pablo 
estaba expuesto a todo lo que era falso, deshonesto, injusto, impuro, 
desagradable, y a las malas noticias. Él tenía que mantener su mente 
centrada en cosas buenas y positivas para sobrevivir. 
La cuarta condición de Pablo para la paz personal es muy 
práctica. Dice: “Lo que aprendisteis y recibisteis y oísteis y visteis en 
mí, esto haced; y el Dios de paz estará con vosotros” (9). Algunas 
veces perdemos la paz porque no tenemos el valor de hacer lo que 
sabemos que es correcto. La receta de Pablo es hacer lo que sabemos 
y creemos que es correcto (Salmo 4). 
Encontramos la quinta condición para la paz en las palabras: 
“Si hay virtud alguna” (8), es decir: “Si ustedes creen que hay algo 
bueno”, que implican que es posible perder la fe en lo que es bueno. 
Esto significa que nos cuestionamos el valor de todo lo bueno que 
hemos hecho en nuestro viaje de fe. ¿De qué le sirvió a él servir a 
Cristo como lo hizo, si salía de una prisión para entrar a otra? Eso es 
lo que Pablo quiere decir cuando habla de creer en lo bueno o dudar 
de ello. Dudar del valor de nuestras buenas obras puede llegar a 
robarnos la paz. 
La sexta condición de Pablo para la paz personal es, 
simplemente, vivir “con acción de gracias” (6). La paz personal puede 
ser resultado de una actitud positiva de gratitud. Cuando expresamos 
adoración con gratitud, automáticamente estamos guiando nuestros 
pensamientos, como ovejas, lejos de lo negativo y hacia los verdes 
pastos de lo positivo. Ser agradecido es una manera muy constructiva 
de ayudarnos a mantener nuestro estado de serenidad personal. 
El séptimo paso de esta receta para la paz es la paciencia. 
Cuando esperamos en el Señor, la paciencia es la fe que espera. 
Cuando necesitamos paciencia para tratar a las personas, la paciencia 
es el amor que espera. La impaciencia nos roba la paz. La paciencia es 
fruto del Espíritu, que nos da paz (11). 
Entonces, Pablo escribe su octava condición para la paz: 
“Vuestra gentileza sea conocida de todos los hombres” (5). Esta es la 
gentileza de la aceptación. Si aceptamos las circunstancias de nuestra 
vida que no podemos cambiar, tendremos paz. La gentileza —o 
mansedumbre— y la paciencia son parte del fruto del Espíritu 
(Gálatas 5:22, 23).
22 
En sus cuatro últimas condiciones para la paz, Pablo se refiere 
a nuestra relación con el Cristo resucitado. Nos da la novena 
condición para la paz cuando escribe: “El Señor está cerca”, con lo 
cual quiere decir “Nunca olviden que el Señor está cerca” (5). Pablo 
nunca estaba solo, aunque todos los que conocía lo habían 
abandonado cuando estaba en su último encarcelamiento. En sus 
últimos días en este mundo, el apóstol escribió: “En mi primera 
defensa ninguno estuvo a mi lado, sino que todos me desampararon; 
[...]. Pero el Señor estuvo a mi lado” (2 Timoteo 4:16, 17). Si estamos 
en una situación difícil, podemos tener paz si recordamos que el 
Señor siempre está cerca y puede ministrarnos. 
En el mismo contexto, Pablo escribe su décima condición para 
la paz: “Regocijaos en el Señor siempre” (4). Al exhortar a los 
filipenses a regocijarse en el Señor, Pablo está diciendo, en realidad: 
“Aprendan a obtener gozo del hecho de conocer a Cristo”. 
También escribe su undécima condición para la paz: “Si [hay] 
algo digno de alabanza”, es decir: “Aprendan a valorar la aprobación 
de Dios”. Si dependemos de la aprobación de las personas para 
mantener nuestra paz, nuestro estado de paz personal es muy frágil. 
Habrá momentos en que no podamos tener la aprobación de Dios y la 
aprobación del hombre al mismo tiempo. Podemos tener un gozo y 
una paz estables si aprendemos a valorar la aprobación de Dios. En la 
Biblia se nos dice que Dios le dijo a Abraham, simplemente: “Anda 
delante de mí” (Génesis 17:1). 
La última condición de Pablo para la paz es: “Hagan descansar 
sus corazones y sus mentes en Cristo” (ver v. 7). Que es otra forma de 
decir: “Señor, yo no puedo, pero tú, sí. No es asunto de quién o qué 
soy yo; es asunto de Quién y Qué eres tú. No importa lo que yo pueda 
hacer; lo que importa es lo que tú puedes hacer. No es importante lo 
que yo deseo; lo que tú deseas es importante. En última instancia, no 
será lo que yo hice, sino lo que tú hiciste, lo que realmente importe”. 
Esta actitud, que yo llamo “los cuatro secretos espirituales”, nos lleva 
a la “paz que sobrepasa todo entendimiento”. Estos secretos 
demuestran lo que significa hacer descansar nuestros corazones y 
nuestras mentes en Cristo Jesús. 
¿Tiene usted ese continuo estado de paz que la Biblia llama 
“la paz de Dios”? Pídale al Señor que le dé la medida de gracia que 
necesita para cumplir con estas condiciones. Dios puede mantenernos 
en un estado de paz personal, pero es un estado condicional. Cuando 
cumplimos las condiciones que Pablo y otros escritores de la Biblia 
nos ordenan, Dios puede mantenernos en un estado de continua paz 
personal.
23 
Capítulo 4 
La Epístola de Pablo a los Colosenses 
La ciudad de Colosas está ubicada a unos 160 kilómetros de 
Éfeso. Es posible que la iglesia colosense fuera parte de ese grupo de 
iglesias satélite, mencionadas en Apocalipsis, que surgieron de la 
iglesia que Pablo plantó en Éfeso (Apocalipsis 2, 3). 
La iglesia de Colosas tenía, al menos, tres clases de 
problemas. Primero, había un ataque filosófico e intelectual sobre la 
fe de los colosenses. Después, estaba el legalismo. Los judíos 
mesiánicos ortodoxos estaban tratando de imponer las leyes judías a 
los devotos discípulos de Colosas. Finalmente, había personas en la 
iglesia colosense que estaban participando en actividades 
cuestionables, como visiones, adoración de ángeles y otros fenómenos 
místicos. Cuando estos problemas surgieron en la iglesia de Colosas, 
Epafras, que era pastor de esa iglesia, buscó a Pablo en Roma para 
que lo aconsejara. Probablemente, esa visita haya motivado esta carta 
de Pablo a los colosenses. 
El Libro de Efesios es la obra maestra de Pablo sobre el tema 
de la iglesia. El Libro de Colosenses es la obra maestra de Pablo sobre 
“el Cristo de la iglesia”. Parte del ataque filosófico sobre la fe de los 
colosenses estaba basado en la persona de Jesucristo. Había personas 
que hacían de Jesucristo mucho menos de lo que los credos afirman 
que era: “Dios verdadero de Dios verdadero”. Esta filosofía atacaba la 
deidad de Cristo, el hecho de que Jesucristo era Emanuel: “Dios con 
nosotros”. Es por ello que la preeminencia de Jesucristo es el tema de 
la carta de Pablo a los colosenses. En esta carta, Pablo dice: “Si 
ustedes tienen a Cristo, tienen todo. Si no tienen a Cristo, no tienen 
nada. Si Jesucristo significa algo para ustedes, entonces, debe 
significar todo. Porque, hasta que Jesucristo no sea todo para ustedes, 
entonces, en realidad, no será nada para ustedes”. 
Creo que, en la actualidad, en nuestras iglesias, tenemos 
problemas similares a los de la iglesia de Colosas. Hay personas que 
tratan de poner ataduras legalistas a los creyentes, que son contrarias a 
la enseñanza de que somos salvos por gracia por medio de la fe, y no, 
de las obras. También hay personas que creen que todo lo que es 
espiritual viene del Espíritu Santo, y eso las hace vulnerables al lado 
oscuro del mundo espiritual. Hay quienes profesan ser creyentes y 
reducen la fe a algo tan frío y rígido como el hielo. Y están aquellos 
que tratan de hacer de Cristo algo tan nebuloso e intangible como el 
vapor. Presentan a Cristo y a sus enseñanzas de forma tan complicada 
que uno ni siquiera sabe de qué están hablando. 
Estos son los problemas que Pablo trató cuando escribió a los 
colosenses. En las palabras correctoras de Pablo en esta carta, 
deberíamos encontrar aplicaciones que puedan ser utilizadas para 
tratar el mismo tipo de problemas en nuestras iglesias, en la 
actualidad. 
En el capítulo 1, Pablo nos presenta una de las afirmaciones 
más bellas de todo el Nuevo Testamento sobre quién es Cristo, 
cuando escribe que Él es: “...la imagen del Dios invisible, el
24 
primogénito de toda creación. Porque en él fueron creadas todas las 
cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e 
invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean 
potestades; todo fue creado por medio de él y para él. Y él es antes de 
todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten; y él es la cabeza del 
cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre 
los muertos, para que en todo tenga la preeminencia” (Colosenses 
1:15-18). 
¿Comprende usted que Pablo presenta a Cristo de tal manera 
que refuta todos esos ataques filosóficos hacia su persona y su 
deidad? 
Además de decirnos quién es Cristo, observe que Pablo nos 
dice, también, lo que Él ha hecho: “...nos ha librado de la potestad de 
las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo, en quien tenemos 
redención por su sangre, el perdón de pecado” (13, 14). ¿No es una 
maravillosa declaración del evangelio y de la obra de Jesucristo? 
En el capítulo 1, Pablo también les dice a los colosenses cómo 
hacer suyo lo que Cristo ha hecho, cuando escribe: “...si en verdad 
permanecéis fundados y firmes en la fe, y sin moveros de la esperanza 
del evangelio que habéis oído, el cual se predica en toda la creación 
que está debajo del cielo; del cual yo Pablo fui hecho ministro” (23). 
¿Comprendemos Quién es Cristo y qué ha hecho por nosotros? 
¿Comprende usted cómo hacer suyo lo que Cristo hizo por usted? 
A continuación, observe que Pablo nos dice cómo vivir en 
Cristo: “Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor 
Jesucristo, andad en él; arraigados y sobreedificados en él, y 
confirmados en la fe, así como habéis sido enseñados, abundando en 
acciones de gracias” (2:6, 7). Es una bella expresión, muy práctica, de 
cómo vivir en Cristo, y de cuáles son los resultados de hacerlo. 
En el capítulo 2, Pablo nos dice lo que tenemos en Cristo, 
cuando escribe: “Porque en él habita corporalmente toda la plenitud 
de la Deidad, y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de 
todo principado y potestad. En él también fuisteis circuncidados con 
circuncisión no hecha a mano, al echar de vosotros el cuerpo 
pecaminoso carnal, en la circuncisión de Cristo; sepultados con él en 
el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él, mediante la 
fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos” (9-12). Pablo 
dirige estas palabras a los legalistas que les decían a los colosenses 
que debían ser circuncidados para ser salvos. 
La carta de Pablo a los colosenses demuestra su profunda 
sabiduría espiritual. Una de las claves de la vida espiritual de Pablo 
era la oración. Él nos muestra, con su ejemplo, la importancia de orar, 
como lo hizo Jesús. Estudie la oración de Pablo por los fieles de la 
iglesia de Colosas y compárela con sus propias oraciones. Después, 
trate de aprender a orar como oraba Pablo, creyendo que Dios escucha 
y responde la oración, y eso lo ayudará a comprender y seguir los 
caminos de Dios.
25 
Capítulo 5 
La Primera Epístola de Pablo a los Tesalonicenses 
El tema de la primera carta escrita por Pablo a los 
tesalonicenses es la segunda venida de Jesucristo. Este tema era 
importante para los creyentes de Tesalónica, porque Pablo les enseñó 
esta verdad, aun cuando estuvo con ellos durante un tiempo muy 
breve. 
En el Libro de los Hechos, hay un hermoso relato de cómo la 
iglesia fue plantada en Tesalónica (Hechos 17:1-15). Estos versículos 
también nos ayudan a comprender el extraordinario ministerio que 
Pablo tuvo en esa ciudad cuando se fundó esta iglesia. Esta dinámica 
iglesia fue fundada en menos de un mes, dado que Pablo estuvo solo 
tres días de reposo con ellos. Aunque Pablo iba a la sinagoga y 
predicaba, los primeros convertidos de Tesalónica no fueron judíos, 
sino hombres y mujeres griegos de elevada posición. Por esto, los 
judíos se volvieron muy celosos de Pablo y lo persiguieron tan 
ferozmente que tuvo que salir de la ciudad. Primero fue a Berea, 
después a Atenas y Corinto, desde donde escribió su primera carta a 
los tesalonicenses. Timoteo y Silas se quedaron en Tesalónica y 
alcanzaron a Pablo más tarde. 
Pablo debe de haber hecho un fuerte énfasis en la segunda 
venida de Jesucristo cuando pasó esas tres semanas en Tesalónica. 
Cuando Timoteo se encontró con él en Corinto, lo informó sobre los 
creyentes de aquella ciudad; le dijo que, aunque los creyentes de 
Tesalónica estaban fuertes en el Señor, los judíos los perseguían de tal 
manera que muchos de estos nuevos creyentes habían perdido la vida. 
Timoteo le dijo, también, a Pablo, que los tesalonicenses 
tenían muchas preguntas sobre su enseñanza acerca de la Segunda 
Venida. Estaban preocupados por sus seres queridos que habían sido 
martirizados en la persecución. ¿Se perderían las bendiciones de 
cuando Jesucristo volviera por su iglesia? 
Con esa perspectiva, considere estas palabras de Pablo, que 
hablan de la segunda venida de Jesús y el arrebatamiento de la iglesia. 
El arrebatamiento de la iglesia es la enseñanza de que los creyentes 
serán “arrebatados” al cielo antes que Jesús regrese. Pablo nos 
muestra su corazón lleno de amor por los tesalonicenses perseguidos, 
cuando escribe: “Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca 
de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que 
no tienen esperanza. Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así 
también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él. Por lo cual 
os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que 
habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los 
que durmieron. Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de 
arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos 
en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los 
que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en 
las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con 
el Señor. Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras” 
(13-18).
26 
Este es uno de los muchos pasajes importantes de la Biblia 
sobre la segunda venida de Cristo. Observe la carga del corazón de 
Pablo al escribir este pasaje. Como gran maestro que es, Pablo no 
desea que estos nuevos creyentes perseguidos de Tesalónica ignoren 
ciertos aspectos de la segunda venida de Jesús (13). 
Dado que es un gran misionero, Pablo no quiere que estos 
creyentes tesalonicenses se queden sin fe. Básicamente, les escribe 
que, si creemos que Jesús murió y resucitó, también podemos creer en 
la resurrección de nuestros seres amados (14). Después les habla en 
detalle sobre el arrebatamiento de la iglesia. 
Pablo, que es un gran profeta, no quiere que los tesalonicenses 
se queden sin una palabra del Señor. Por eso, escribe que les dice esto 
“en palabra del Señor” (15). 
Finalmente, dado que Pablo es un gran pastor, no quiere que 
estos amados hermanos se queden sin esperanza ni consuelo. Esta es, 
posiblemente, la motivación primaria por la que les habla de esta 
verdad a los tesalonicenses, porque ellos estaban preocupados por sus 
seres queridos que habían sido muertos. Pablo escribe: “Cuando 
Cristo vuelva, los muertos en Él resucitarán primero” (ver v.16). El 
arrebatamiento de la iglesia es la enseñanza más importante de este 
dinámico pasaje de la Biblia. Pablo escribe, básicamente, esta misma 
enseñanza a los corintios (1 Corintios 15:51, 52). Jesús enseña esta 
misma verdad en su discurso del Monte de los Olivos (Mateo 24:40, 
41). 
Pablo enseña las implicaciones prácticas de creer en el regreso 
de Cristo desde el comienzo mismo de esta carta a los tesalonicenses. 
En su saludo, escribe: “Damos siempre gracias a Dios por todos 
vosotros, haciendo memoria de vosotros en nuestras oraciones, 
acordándonos sin cesar delante del Dios y Padre nuestro de la obra de 
vuestra fe, del trabajo de vuestro amor y de vuestra constancia en la 
esperanza en nuestro Señor Jesucristo” (1:2, 3). 
Pablo tiene una razón para mencionar “la obra de vuestra fe” y 
el “trabajo de vuestro amor” cuando escribe a esta iglesia. Los 
tesalonicenses habían malentendido su enseñanza sobre la segunda 
venida de Jesús, y algunos, aparentemente, habían dejado sus trabajos. 
Ellos pensaban que la Segunda Venida era tan inminente que, 
simplemente, se sentaban a esperar todo el día que llegara el Señor. 
Pablo sugiere que, si tenemos fe en la segunda venida de Jesús, 
debemos trabajar en amor para Cristo. 
En el segundo capítulo de Primera de Tesalonicenses, 
encontramos un maravilloso perfil de Pablo como modelo de 
misionero. Observe el valor, la osadía, la sinceridad, la franqueza de 
Pablo, y su fidelidad a Dios y al evangelio de Dios. Él les dice a los 
tesalonicenses que el propósito de su vida era que ellos fueran 
prósperos espiritualmente (1-12). 
En el tercer capítulo, vemos el relato de cómo llegó a escribir 
esta carta. Pablo escribe: “Por lo cual también yo, no pudiendo 
soportar más, envié para informarme de vuestra fe, no sea que os 
hubiese tentado el tentador, y que nuestro trabajo resultase en vano. 
Pero cuando Timoteo volvió de vosotros a nosotros, y nos dio buenas
27 
noticias de vuestra fe y amor, y que siempre nos recordáis con cariño, 
deseando vernos, como también nosotros a vosotros, por ello, 
hermanos, en medio de toda nuestra necesidad y aflicción fuimos 
consolados de vosotros por medio de vuestra fe; porque ahora 
vivimos, si vosotros estáis firmes en el Señor” (5-8). Es una bella 
imagen del gran corazón de Pablo el misionero, pastor, maestro, y 
autor de la mitad del Nuevo Testamento. 
¿Cree usted en el arrebatamiento de la iglesia de Jesucristo? El 
apóstol Pablo nos habló de esto porque quería que tuviéramos 
consuelo. No deje de lado el consuelo que puede hallar en la 
enseñanza del arrebatamiento de la iglesia. Es la bendita esperanza de 
todos los que creen, y la única esperanza de este mundo. 
En el cuarto capítulo, además del pasaje que hemos estudiado, 
Pablo comienza a presentar algunas aplicaciones prácticas de su 
enseñanza, y les dice a los tesalonicenses, que estaban tan fascinados 
por el hecho de que Cristo iba a volver, que debían ser buenos testigos 
por medio de su vida reposada y su duro trabajo (11, 12). 
En el capítulo 5, Pablo hace, primero, algunos comentarios 
sobre la cronología de la Segunda Venida, y después se vuelve muy 
práctico al enfatizar algunas aplicaciones claras y básicas de su 
enseñanza. Escribe: “Pero acerca de los tiempos y de las ocasiones, no 
tenéis necesidad, hermanos, de que yo os escriba. Porque vosotros 
sabéis perfectamente que el día del Señor vendrá así como ladrón en 
la noche; que cuando digan: Paz y seguridad, entonces vendrá sobre 
ellos destrucción repentina, como los dolores a la mujer encinta, y no 
escaparán” (1-3). 
En este pasaje, Pablo parece decir que debemos ser 
“agnósticos” con relación al momento exacto del regreso de Cristo. 
Pero, después, continúa diciendo: “Mas vosotros, hermanos, no estáis 
en tinieblas, para que aquel día os sorprenda como ladrón. Porque 
todos vosotros sois hijos de luz e hijos del día; no somos de la noche 
ni de las tinieblas. Por tanto, no durmamos como los demás, sino 
velemos y seamos sobrios”(4-6). 
Además del arrebatamiento de la iglesia, hay otros eventos 
que debemos considerar con relación a la Segunda Venida, como el 
reino de los mil años (ver Apocalipsis 20:4-6). Algunas personas 
toman ese reino literalmente; otras, de forma figurada. Si una persona 
sostiene que ese reino es espiritual o simbólico, se la llama 
“amileniarista”. Si cree que Jesucristo volverá antes de establecer su 
reinado por mil años sobre la tierra, es llamada “premileniarista”. Si 
cree que las cosas van a mejorar cada vez más, y que el reino de Dios 
se convertirá en una gloriosa realidad aquí, en la Tierra, y que, en ese 
momento, Jesucristo va a regresar, se la llama “posmileniarista”. 
Pero, sea cual fuere su posición teológica sobre la Segunda 
Venida, la sección de aplicación práctica de la primera carta de Pablo 
a los tesalonicenses es muy concreta, especialmente el final del 
capítulo 5 (12-22). Aquí, nos da una seguidilla de mandamientos 
sobre cuáles deben ser las actitudes y las acciones del creyente a la luz 
del hecho de que Cristo va a regresar.
28 
En esta primera carta de Pablo a los tesalonicenses, hay dos 
verdades importantes que debemos aprender y aplicar a nuestras 
vidas. Primero, el Señor Jesús va a regresar; y, segundo, debemos 
participar en un trabajo de amor para Él mientras velamos y 
esperamos su regreso. 
Capítulo 6 
La Segunda Epístola de Pablo a los Tesalonicenses 
Esta segunda carta de Pablo a los tesalonicenses es muy breve 
y fue escrita inmediatamente después de la primera. Los capítulos 1 y 
3 son muy similares a Primera de Tesalonicenses, por lo cual, dado 
que este es un estudio de ambas cartas, no comentaré en detalle esos 
dos capítulos. De todos modos, no deje de leerlos y estudiarlos con 
atención; pero el capítulo clave de Segunda de Tesalonicenses es el 
capítulo 2. 
En este capítulo, Pablo responde algunas preguntas y aclara la 
confusión de la jovencísima iglesia de Tesalónica: “Pero con respecto 
a la venida de nuestro Señor Jesucristo, y nuestra reunión con él, os 
rogamos, hermanos, que no os dejéis mover fácilmente de vuestro 
modo de pensar, ni os conturbéis, ni por espíritu, ni por palabra, ni por 
carta como si fuera nuestra, en el sentido de que el día del Señor está 
cerca” (1, 2). 
Pablo, aquí, hace la distinción entre el arrebatamiento de la 
iglesia, del que habló en Primera de Tesalonicenses, capítulo 4, y el 
día del Señor, un acontecimiento sobre el que escribieron profetas 
como Joel, Sofonías y Zacarías. En 2 Pedro 3, Pedro también predice 
este acontecimiento. 
El arrebatamiento de la iglesia y el día del Señor no son lo 
mismo. El “día de Jehová, grande y terrible”, como es llamado 
algunas veces, es un juicio catastrófico de Dios sobre la tierra. El 
arrebatamiento de la iglesia se producirá cuando la iglesia sea quitada 
de este mundo. Uno será tomado, y el otro será dejado, según lo 
expresa Jesús (Mateo 24:40, 41). 
Ahora podemos ver por qué los tesalonicenses estaban 
confundidos. En la segunda carta que les escribe, Pablo distingue 
claramente entre el arrebatamiento de la iglesia y el día del Señor. 
En resumen 
Este es el corazón de la profunda verdad que Pablo enseña 
sobre los hechos que deben suceder antes que llegue el día del Señor. 
Pablo enseña que el día del Señor no puede llegar hasta que al poder 
de anarquía, que siempre ha estado obrando a través de Satanás y 
ahora es contenido por poder de Cristo, se le dé rienda suelta sobre la 
Tierra. Cuando eso suceda, cada persona seguirá con total desenfreno 
sus propios impulsos pecaminosos. Será un tiempo terrible. Aquel que 
se levante para liderar el mundo en ese momento será la persona que 
la Biblia llama el Anticristo, que tratará de tomar el lugar del Cristo
29 
verdadero y hará guerra contra Él y contra todos los que lo aman y lo 
siguen. 
Algunos creen que la iglesia pasará un tiempo de gran 
tribulación en la Tierra, mientras otros creen que no. En Primera de 
Tesalonicenses, Pablo escribe: “Porque no nos ha puesto Dios para 
ira, sino para alcanzar salvación por medio de nuestro Señor 
Jesucristo, quien murió por nosotros para que ya sea que velemos, o 
que durmamos, vivamos juntamente con él” (5:9, 10). Basándose en 
estos dos versículos, muchos eruditos bíblicos premileniaristas creen 
que Dios no permitirá que su ira sea derramada sobre su pueblo como 
en la Gran Tribulación. Por medio del arrebatamiento, Él rescatará a 
su pueblo y, después, hará caer toda su ira sobre el mundo incrédulo 
que quede. 
¿Le dan consuelo estas palabras? Si usted conoce a Jesucristo 
como el Rey de reyes y Señor de señores que vendrá y reinará para 
siempre, estas palabras de Pablo son fuente de esperanza y consuelo. 
Si Jesús no es su Señor y Salvador, estas son palabras de juicio. 
Confíe en Jesucristo como su Salvador. Comprométase a aceptarlo 
como Señor ahora mismo, y estas palabras se convertirán en su 
bendita esperanza, y en un gran consuelo para usted. 
Capítulo 7 
La Primera Epístola de Pablo a Timoteo 
Las epístolas de Primera y Segunda de Timoteo, y Tito, son 
las “epístolas pastorales” de Pablo, ya que están dirigidas a dos 
hombres que Pablo había convocado y formado para que fueran 
pastores. Pablo escribió Primera de Timoteo y Tito aproximadamente 
al mismo tiempo, y ambas cartas son muy similares. Más tarde, bajo 
la dureza extrema de su segundo encarcelamiento en Roma, escribió 
su segunda epístola a Timoteo, que registra sus últimas palabras. Por 
lo tanto, estudiaremos Primera de Timoteo, después Tito, la breve 
carta de Pablo a Filemón, y concluiremos nuestro estudio de las cartas 
de Pablo con Segunda de Timoteo. 
Timoteo fue estratégicamente colocado por el apóstol Pablo 
para que fuera pastor de la iglesia de Éfeso. Tito fue colocado en la 
isla de Creta. Al leer las cartas dirigidas a Timoteo y Tito, vemos dos 
personalidades completamente diferentes. 
Es obvio que Timoteo era una persona joven, compasiva y 
sensible, que Pablo muestra como ejemplo de un pastor amoroso, que 
cuida de su congregación. Timoteo, también, debe de haber sido algo 
tímido, ya que necesitaba que Pablo lo exhortara a ser más osado y 
seguro. 
El perfil de Tito que vemos en la carta de Pablo para él es muy 
diferente. Tito era un hombre mayor, aparentemente, muy maduro y 
estable. Lo sabemos por las tareas que Pablo le encomendó. Por
30 
ejemplo, Pablo usó a Tito para entregar personalmente sus cartas 
correctivas a la convulsionada iglesia de Corinto. También ubicó, 
estratégicamente, a Tito en la isla de Creta, que era un lugar muy 
difícil para plantar y pastorear una iglesia. Los cretenses eran hostiles, 
violentos, difíciles. Tito era, probablemente, el mejor hombre que 
Pablo tenía para un desafío tan difícil en el pastorado. 
Entre Pablo y Timoteo había una relación intensamente 
personal, una relación de padre a hijo en la obra del ministerio. 
Podemos suponer que, cuando Pablo enseñó en la escuela de Tirano, 
en Éfeso, Timoteo fue uno de sus alumnos. Pero Timoteo había 
conocido al apóstol Pablo en Listra (ver Hechos 16:1). Timoteo estaba 
presente, probablemente, cuando Pablo fue apedreado en esa ciudad y 
dado por muerto. ¡Imagine el impacto que ese episodio debe de haber 
tenido en un joven como Timoteo, cuando Pablo, milagrosamente, 
sobrevivió al ataque! Se me ocurre que, cuando Timoteo vio el valor y 
el carisma de Pablo, este se convirtió en su héroe. Pablo convocó a 
Timoteo en Listra, en su tercer viaje misionero, ya que, a partir de ese 
momento, Timoteo es mencionado como parte del equipo misionero 
de Pablo. 
Los eruditos creen que Pablo escribió esta primera carta a 
Timoteo después de ser liberado de su primer encarcelamiento en 
Roma. El propósito de esta carta era que Timoteo supiera cómo la 
iglesia de Dios, que es la columna y baluarte de la verdad, debía 
funcionar, según el designio de Dios. En este plano del orden de la 
iglesia, y en su carta a Tito, Pablo hace énfasis en el carácter que 
deben tener los hombres que lideren la iglesia (ver 1 Timoteo 3:1-13). 
Muchas personas creen que la iglesia es una “estación para la 
salvación de personas”. Pero, en realidad, la iglesia debe ser una 
“base de operaciones” para la salvación de las personas, el centro 
desde el cual la verdad del evangelio es proclamada por laicos 
espiritualmente activos. Para que la iglesia local sea este centro de 
verdad, debe tener pautas espirituales definidas para sus miembros y, 
especialmente, para sus líderes. 
Al estudiar esta carta, encontramos que se hace énfasis en 
muchas otras verdades. El apóstol Pablo las llama “palabra fiel”. 
Cuando Pablo les escribe a estos pastores, algunas veces, dice: 
“Palabra fiel es esta, y digna de ser recibida por todos”. Lo que quiere 
decir con esto es: “Ahora voy a decir algo que es realmente 
importante”. 
La primera “palabra fiel” que Pablo le dice a Timoteo es: 
“Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales 
yo soy el primero” (1 Timoteo 1:15). Lo que Pablo dice aquí es que el 
Señor quería darles un ejemplo a los pecadores. Algunas veces, las 
personas piensan que son demasiado pecadoras como para ser salvas. 
A estas personas, Pablo les dice, básicamente: “Jesús ya ha salvado al 
peor pecador del mundo. Cuando Jesucristo me salvó, salvó al peor 
pecador que jamás haya vivido. ¡Si Él puede salvarme a mí, sin duda 
puede salvarlo a usted!”. Pablo no está simplemente actuando con 
modestia al decir esto. Dado que había perseguido a la iglesia, él 
realmente se consideraba el peor de los pecadores.
31 
En el capítulo 2, cuando le dice a Timoteo cómo debe 
funcionar la iglesia diariamente, Pablo hace de la oración la primera 
prioridad de la iglesia (1 Timoteo 2:1). Cuando ordena que se eleven 
oraciones por todos los hombres, Pablo prescribe un tipo especial de 
oración, que podríamos llamar “oración evangelística”. Es orar por 
todos los hombres, porque Dios “quiere que todos los hombres sean 
salvos” (v. 4). 
La iglesia debe ser la columna y el baluarte desde el cual se 
proclame la verdad del evangelio (1 Timoteo 3:15). Esa verdad del 
evangelio debe ser proclamada con oración, porque solo el Espíritu 
Santo puede convertir a las personas y hacer discípulos. Según Pablo, 
la oración en la iglesia debe ser la primera prioridad del pastor (ver 
2:1). 
Piadosos supervisores 
La primera carta de Pablo a Timoteo y su carta a Tito deberían 
ser el libro de orden oficial de todas las iglesias. Pablo ordenó muchos 
asuntos prácticos teñidos de color local en estas cartas pastorales. 
También ordenó principios que son supraculturales —es decir, en los 
cuales no influye el entorno cultural— y que deberían ser aplicados en 
todo lugar y por todas las generaciones de la iglesia. Por ejemplo, hay 
un pasaje que ha hecho que Pablo no sea demasiado apreciado por 
muchas mujeres, en la actualidad. Pablo escribe: “Asimismo que las 
mujeres se atavíen de ropa decorosa, con pudor y modestia; no con 
peinado ostentoso, ni oro, ni perlas, ni vestidos costosos, sino con 
buenas obras, como corresponde a mujeres que profesan piedad. La 
mujer aprenda en silencio, con toda sujeción. Porque no permito a la 
mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en 
silencio” (1 Timoteo 2:9-12). 
Pablo no dice que las mujeres no pueden ministrar, pero sí 
dice algo que repite vez tras vez en todas sus cartas: Hay un orden 
divino en el cual el hombre es la cabeza del hogar, Cristo es la Cabeza 
del hombre, y el hombre es la cabeza de la mujer. Esto significa que, 
así como Cristo supervisa y pastorea a la iglesia, el hombre debe 
supervisar y pastorear a su mujer y su familia, y los hombres deben 
supervisar o pastorear la iglesia local. 
La Biblia enseña claramente que los hombres tienen la 
responsabilidad de ser líderes del hogar y de la iglesia. Las Escrituras 
enseñan la absoluta igualdad del hombre y la mujer a los ojos de Dios, 
pero no enseñan que sus roles y funciones sean iguales. La Biblia 
dice: “Varón y hembra los creó”, y les asignó ciertos roles, 
responsabilidades y funciones a cada uno. 
En mi opinión, una mujer puede desarrollar cualquier 
ministerio en el contexto de una iglesia local, mientras lo haga bajo la 
autoridad de quienes son los ancianos o líderes de la iglesia. Por lo 
tanto, no veo ninguna razón por la que una mujer no pueda ser pastora 
de una iglesia local, bajo la autoridad de los ancianos, así como un 
pastor varón está bajo la autoridad de los ancianos. 
Esto nos lleva a otro tema importante en estas cartas 
pastorales. En Primera de Timoteo, encontramos mucha instrucción
32 
con relación a los requisitos, el rol y la responsabilidad de los líderes 
de la iglesia. El obispo (o anciano) tiene la responsabilidad de 
gobernar, supervisar o pastorear el rebaño de Dios. La otra clase de 
líder de la iglesia es el diácono. Los diáconos sirven. Pueden servir en 
ministerios espirituales o de naturaleza estrictamente práctica, pero no 
tienen la responsabilidad de gobernar ni supervisar. Estas dos clases 
de líderes de la iglesia se nos presentan por primera vez en el sexto 
capítulo del Libro de los Hechos. 
Estos líderes también son mencionados en estos libros de 
orden de la iglesia, Primera de Timoteo y Tito, donde se presentan los 
requisitos para ellos. Una de las razones por las que la iglesia no tiene 
poder, en la actualidad, es que hace mucho tiempo que dejamos de 
preocuparnos por que se cumplieran los requisitos definidos para ser 
miembro de una iglesia, y los requisitos aun más definidos para ser 
líder de una iglesia. La forma más importante en que una iglesia 
proclama el evangelio en cualquier generación es por medio de las 
vidas de sus líderes y sus miembros. Si usted es anciano en una iglesia 
local, lea con cuidado y en oración los requisitos para los obispos en 
estas cartas pastorales de Pablo, y pida a Dios que le dé la gracia para 
cumplir con ellos. 
Pablo hace énfasis en el hecho de que los obispos deben ser 
espiritualmente maduros y tener las cualidades espirituales necesarias 
para ser líderes. Una cualidad que con frecuencia es malentendida es 
que el obispo debe ser “marido de una sola mujer” (2). Esto significa, 
literalmente, “hombre de una sola mujer”, es decir, un hombre que 
tiene una esposa. Después de estudiar estas palabras en el idioma 
original, no creo que signifiquen que este hombre no pudo haber 
tenido nunca otra esposa, sino que, en el momento actual, vive con 
una sola mujer. 
Observe que los requisitos para los diáconos son tan elevados 
como los de los obispos. Igualmente estrictas son las pautas para las 
esposas de estos líderes espirituales. Este es un énfasis muy 
importante en los libros de Primera de Timoteo y Tito. 
En esta carta, Pablo advierte a Timoteo sobre la apostasía, que 
significa ‘apartarse de lo que alguna vez se creyó’. Pablo predice que, 
en los últimos días, habrá gran apostasía. La apostasía, aquí, se 
presenta en dos variedades: “espíritus engañadores” y “doctrinas de 
demonios” (1 Timoteo 4:1). 
“Espíritus engañadores” significa que no todo lo espiritual es 
del Espíritu Santo. Mucha gente no tiene en cuenta esta distinción. 
Simplemente se abren a cualquier cosa que provenga del mundo 
espiritual, sin darse cuenta de que hay espíritus que pueden llegar a 
engañar a las personas para apartarlas de su fe en Cristo. 
La segunda forma de apostasía que Pablo cita es la que llama 
“doctrinas de demonios”. La Palabra de Dios es la doctrina que 
debemos enseñar y predicar en la iglesia. Pero también hay falsas 
doctrinas, “doctrinas de demonios”. Estas doctrinas no se encuentran 
en la Biblia, y no provienen de Dios. Provienen del diablo, y muchos 
son engañados por falsas doctrinas que no se encuentran en la Biblia. 
El pueblo de Dios jamás debe basar lo que cree en conceptos que no
33 
están en la Biblia. 
Timoteo, aparentemente, tuvo una experiencia particular 
cuando fue ordenado. Aquí se sugiere que, cuando los ancianos le 
impusieron las manos, algo se transmitió a él. Pablo, básicamente, le 
dice: “Dedica todas tus energías a aquello que comenzó cuando fuiste 
ordenado”. Creo que se refiere al mismo “carisma” cuando escribe: 
“Ocúpate en la lectura, la exhortación y la enseñanza” (ver vv. 13-16). 
Pablo tiene algunas palabras para Timoteo sobre sus 
relaciones con las personas en el cuerpo de Cristo. El consejo no 
parece ser que se comporte de manera “profesional” con su pueblo. 
Por el contrario, Pablo le dice a Timoteo que se relacione con la 
familia de Dios como si todos fueran miembros de su propia familia 
biológica (1 Timoteo 5:1, 2). No se trata de una relación 
“profesional”, sino una relación familiar de amor e intimidad. 
Pablo da a Timoteo ciertas instrucciones sobre la importancia 
de hacer cumplir los elevados requisitos para los ancianos. Le dice 
que, si un anciano peca —como es obvio que lo hará—, debe ser 
censurado públicamente, porque su ministerio es público. Pablo 
advierte a Timoteo que no sea parcial en cuanto a esta disciplina de la 
iglesia, aunque el anciano censurado sea amigo suyo. Básicamente, 
Pablo escribe: “No designes a las personas a la ligera, Timoteo. Te 
ahorrarás muchos dolores si oras durante mucho tiempo antes de 
designar a un hombre para la posición de anciano” (1 Timoteo 5:17- 
25). 
Aunque la principal preocupación de Pablo es el carácter de 
los hombres que van a guiar a la iglesia, en el capítulo 6, también da 
otros consejos. Por ejemplo, Pablo da a Timoteo algunos consejos 
prácticos sobre los esclavos. Le dice que les enseñe a los esclavos que 
honren a sus amos, de manera que el nombre de Dios no sea 
blasfemado (1). Pablo era suficientemente realista como para saber 
que el problema social de la esclavitud no iba a desaparecer. Muchos 
de los primeros creyentes eran esclavos, y, dado que aún no estaban 
emancipados en este mundo, Pablo les muestra cómo manejarse 
dentro de su esclavitud. 
En este capítulo, también encontramos un notable pasaje con 
respecto a la ganancia y la piedad. En nuestra cultura, se hace gran 
énfasis en el valor que tiene la ganancia. Desde el día que un niño va 
a la escuela, se le enseña a basar su valor según sus logros. Pero, al 
llegar a la edad adulta, esto se convierte en una fórmula inadecuada 
para la realización personal. Hay muchas personas que llegaron a ser 
las mejores en su profesión, pero no han hallado paz, realización 
personal o felicidad por medio de sus logros. Creo que esas personas 
pueden beneficiarse con las palabras de Pablo: “Gran ganancia es la 
piedad acompañada de contentamiento” (6). 
Pablo, entonces, continúa compartiendo algunas advertencias 
relacionadas con el materialismo, cuando escribe: “Porque los que 
quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias 
necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y 
perdición; porque raíz de todos los males es el amor al dinero” (9, 10).
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  • 1. FASCÍCULO INTERNACIONAL NÚMERO 14 Instituto Bíblico del Aire Gálatas, Efesios, Filipenses, Colosenses, 1 y 2 Tesalonicenses, 1 y 2 Timoteo, Tito y Filemón FASCÍCULO INTERNACIONAL NÚMERO 14 Capítulo 1 La Epístola de Pablo a los Gálatas La epístola que Pablo escribió a los gálatas es una clase diferente de carta de las que hemos estudiado. Gálatas es una carta emotiva e inspirada. Cuando Pablo la escribe, ¡está enojado! (Sería más exacto decir que está “lleno de justa indignación”). Aunque, con frecuencia, Pablo trata problemas de la iglesia en sus cartas, en esta ocasión está particularmente alterado. Al escribir a los gálatas, trata un problema mucho más serio que los problemas de los pecaminosos corintios. El evangelio apóstata Al leer Gálatas, uno tiene una idea de lo que les había sucedido a estos creyentes. Después que Pablo les predicó el evangelio de “salvación por gracia a través de la fe, sin nada agregado”, los líderes judíos mesiánicos de la iglesia, como Santiago, complementaron esta enseñanza de Pablo a los gálatas diciéndoles a los recién convertidos: “Lo que Pablo les dijo es cierto, pero ustedes no pueden ser salvos si no son circuncidados y guardan la ley de Moisés”. Trataban de hacer judíos a estos discípulos gentiles de Jesucristo.
  • 2. 2 El evangelio absoluto Cuando Pablo se enteró de que esto había sucedido, y de que estaban circuncidando a muchos Gálatas que eran cristianos, escribió esta carta tan emotiva. Después de un saludo frío y breve, escribe: “Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente. No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo. Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema” (Gálatas 1:6-9). En griego, la última palabra significa ‘maldito’. Ahora bien, esta es una afirmación muy fuerte, la más dura que hace este apóstol en todas sus cartas. Pablo dice: “Hay solo un evangelio; el evangelio que yo les prediqué. Las personas que continuaron mi ministerio les están predicando otro evangelio, algo que es una perversión del evangelio que yo les prediqué a ustedes”. Pablo está hablando, aquí, de la apostasía. Encontramos esa palabra en los libros de la Ley y en el Libro de los Jueces (Deuteronomio 13). Apostasía significa ‘abandonar aquello que alguna vez se creyó’. Pablo ve la apostasía como un cáncer espiritual mucho peor que cualquier problema de la iglesia de Corinto. Por lo tanto, al escribir su carta a los gálatas, él contrasta este evangelio apóstata que se está enseñando a los gálatas con el evangelio absoluto que él les predicó. Esta carta se convierte, entonces, en una extraordinaria declaración del evangelio de gracia que Pablo predicaba. Sus cartas a los corintios, los romanos y los gálatas dejan clara y enfáticamente establecido el evangelio que Pablo predicaba, el que Jesús comisionó a su iglesia para que predicara a toda criatura. Un apóstol absoluto En los dos primeros capítulos de esta carta, Pablo afirma cosas verdaderamente extraordinarias sobre su vida y su ministerio. Dice que, después de convertirse en el camino a Damasco, pasó tres años en Arabia bajo la instrucción del mismísimo Cristo resucitado. También dice que, catorce años más tarde, viajó a Jerusalén y fue confirmado por Jacobo, Pedro, y otros líderes de la iglesia como apóstol legítimo. Los apóstoles decidieron, entonces, que Pablo llevaría el evangelio a los gentiles, y los demás predicarían a los judíos (ver Gálatas 2:7). Esta carta de Pablo a los gálatas es la única que escribió con su propia mano. Cuando escribió sus otras cartas, tuvo un estenógrafo, quizá, porque no veía bien. Al menos, parte de su “aguijón en la carne” era la mala visión, casi hasta el punto de la ceguera (2 Corintios 12:7). Probablemente, Pablo estaba tan molesto cuando escribió esta carta que no pudo esperar a que llegara el estenógrafo. Escribió esta carta lleno de emoción, porque el mensaje de la Gracia que había predicado cuando los gálatas se convirtieron estaba siendo pervertido.
  • 3. 3 Tarea: Vemos que Pablo estaba airado porque estaban alterando el evangelio. Vuelva a leer esta carta y trate de definir, primero, cuál es el evangelio apóstata y, después, el evangelio absoluto que Pablo había predicado. Esto lo ayudará a comprender el mensaje de Pablo y el evangelio de Cristo. Compare el primer capítulo de esta carta con el primer capítulo de Filipenses. Dado que Pablo estaba en la cárcel, y no podía predicar el evangelio, predicaban otros hermanos creyentes. Pablo se gozaba en esto, porque estaban predicando el evangelio verdadero. Compare esta situación con lo que Pablo sentía hacia ese evangelio pervertido que era predicado a los gálatas. El evangelio en reversa En el capítulo 1, aprendemos que el tema de la breve carta de Pablo a los gálatas es el evangelio de Jesús. En el capítulo 2, vemos una demostración de lo que yo llamo “el evangelio en reversa”. Aquí, la gran enseñanza evangélica del apóstol Pablo se da en el contexto de una fuerte confrontación que tuvo con Pedro. El problema tenía que ver con el hecho de que muchos que eran judíos antes de convertirse en discípulos de Jesús querían retener su calidad de judíos en el mayor grado posible después de convertirse. El primer concilio de la iglesia fue convocado en Jerusalén, y fue allí donde se resolvió este problema. Se decidió que, mientras no confiaran en esas tradiciones judías para su salvación, no había nada de malo en que los discípulos judíos de Jesús conservaran sus costumbres judías como discípulos de su Mesías judío. Pero también se decidió que los discípulos gentiles de Jesús no tenían por qué practicar esas costumbres judías, y se indicó expresamente a los discípulos judíos que no pusieran esa carga sobre los creyentes gentiles. Pero, después de este concilio en Jerusalén, el asunto seguía siendo controvertido. Por ejemplo, en la iglesia de Antioquía había muchos creyentes, tanto judíos como gentiles. Ellos vivían en comunidad y compartían muchas comidas. Dado que muchos de los asuntos cuestionados estaban relacionados con las comidas y la forma de comer, aparentemente, a la hora de la comida, se preparaban dos mesas diferentes. En una mesa se observaban las leyes judías con respecto de los alimentos, y en la otra, no. Cuando el apóstol Pablo visitó Antioquía, todos se preguntaban qué mesa elegiría. Pablo se sentó a la mesa de los gentiles, y comió las comidas “no judías”. Pedro quedó tan impresionado con ese proceder, que se sentó con Pablo a la misma mesa y, aparentemente, continuó haciendo esto durante bastante tiempo. Pero, un día, algunos hermanos de Jerusalén, que guardaban la ley judía de manera muy rígida, aparecieron a la hora de la comida. Pablo, seguramente, estaba de espaldas a la puerta, mientras que, según parece, Pedro estaba mirando hacia ella. Cuando Pedro vio aparecer a estos legalistas discípulos judíos, se levantó de la mesa de
  • 4. 4 los gentiles y fue hacia la mesa de los judíos. Bernabé, que había estado comiendo con Pablo y Pedro a la mesa de los gentiles, aparentemente tuvo la intención de seguir el ejemplo de Pedro. En ese momento, Pablo se volvió y vio quién estaba a la puerta. ¡Pablo se puso furioso! El apóstol dice en Gálatas 2:11: “Pero cuando Pedro vino a Antioquía, le resistí cara a cara, porque era de condenar”. El texto original, en griego, sugiere aquí que se enfrentaron a solo centímetros de distancia. En este contexto, Pablo nos da lo que yo llamo “el evangelio en reversa”. Al final del enfrentamiento con Pedro, Pablo nos presenta esta gran declaración: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí. No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo” (Gálatas 2:20, 21). Pablo, básicamente, está diciendo: “El evangelio dice que Cristo murió para que ustedes pudieran vivir. Pero este es el evangelio en reversa: Ahora, ustedes deben morir para que Cristo viva”. Sabemos que Pablo no habla de morir literalmente, en Gálatas 2:20, porque tres veces, en este mismo versículo, dice: “yo vivo”. Pablo habla de vivir verdaderamente. En este versículo, nos da tres razones por las que realmente vive. Primero, básicamente, Pablo dice: “Yo vivo realmente, porque vivo por fe”. Vivo abundantemente en este mundo presente, y viviré eternamente, porque vivo por la fe en Cristo, y no, por tratar de abrirme camino hacia el cielo guardando un montón de leyes y reglas. Segundo, dice: “Yo vivo, porque Cristo vive en mí”. Pablo les pregunta a los discípulos de Cristo nacidos de nuevo: “¿Acaso no se dan cuenta de que Cristo vive en ustedes? ¿No saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo, y que Cristo vive, realmente, en ustedes?” (ver 1 Corintios 6:19). Esta es una enseñanza dinámica: “Cristo en vosotros, la esperanza de gloria” (Colosenses 1:27). Finalmente, la esencia de lo que Pablo le dijo a Pedro era: “Yo vivo, porque estoy crucificado con Cristo”. Le estaba diciendo a Pedro, a los creyentes de Antioquía, a los gálatas, y a usted y a mí que, dado que Cristo murió para que nosotros pudiéramos vivir, ahora, nosotros debemos “morir” para que Cristo pueda vivir su vida a través de nosotros. Esto es similar a lo que Pablo enseña en Romanos, cuando dice: “Así que, hermanos, os ruego [...], que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo” (Romanos 12:1). ¿Vive usted, realmente, porque vive por fe? ¿Vive usted, realmente, porque Cristo vive en usted? ¿Vive usted, realmente, porque está crucificado con Cristo? ¿Vive, realmente, porque cree que Cristo murió para que usted pudiera vivir? ¿Muere usted a sí mismo para que Cristo pueda vivir? ¿Vive usted el evangelio en reversa? El evangelio en alegoría En Gálatas 3 y 4, Pablo describe lo que me gusta llamar “el evangelio en alegoría”. En el capítulo 3, el apóstol formula ocho
  • 5. 5 preguntas. Si escuchamos y respondemos las preguntas de Pablo, veremos que nos presenta un argumento muy convincente a favor de la justificación por fe, y no, por obras. Pablo enseña que no somos salvos porque obedezcamos la ley de Moisés. En este tercer capítulo, Pablo presenta dos alegorías. La primera es la de Abraham, que nos muestra, con su experiencia, que la fe no es asunto de inteligencia ni de obras; es un don que recibimos de Dios. Abraham recibió este don de la fe. No ganó la fe como si fuera un pago que Dios le debía. Por eso pudo creerle cuando, a los setenta y cinco años, Dios le dijo que iba a tener una descendencia tan numerosa como los granos de arena de todas las playas del mundo, y las estrellas de los cielos. Abraham le creyó a Dios y, por eso, Dios lo declaró justo. En este ejemplo, Pablo nos dice que, si tenemos fe salvadora, porque creemos en el evangelio de Cristo, somos hijos de Abraham. La segunda ilustración de Pablo nos da perspectiva sobre el propósito de la ley. El apóstol escribe: “La ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe” (Gálatas 3:24). En otras palabras, la función de la ley es quebrantarnos y mostrarnos que necesitamos un Salvador. Pablo escribe: “Si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo” (Gálatas 2:21). La verdad es que una persona nunca podría salvarse a sí misma, porque nunca podría guardar todas esas leyes. La ley era un tutor disciplinario que nos preparaba para la salvación por medio de Cristo. En el capítulo 4, Pablo presenta otra alegoría. Aquí encontramos un importante principio de la interpretación bíblica. Hay muchos hechos bíblicos que contienen tanto historia como alegoría. Una alegoría es una historia en la que las personas, los lugares y las cosas tienen otro significado que nos instruye moral y espiritualmente. Cuando digo que un hecho o un personaje de la Biblia es una alegoría, de ninguna manera estoy diciendo que ese hecho o ese personaje no sea histórico. Por ejemplo, Pablo escribe: “Abraham tuvo dos hijos”. Eso es un hecho histórico. Pero los dos hijos también representan una alegoría. El primer hijo, Ismael (a quien Abraham concibió a través de la esclava egipcia de Sara, llamada Agar), era una imagen de las obras de la carne, es decir, de la “naturaleza humana sin intervención de Dios”. Dios le había dicho a Abraham que le iba a dar un hijo, y Abraham trató de ayudar a acelerar el proceso. Ahora bien, tener un hijo por medio de Agar era una costumbre aceptada en esa época. Pero el problema era que traer a Ismael al mundo era el plan de Abraham, y no, de Dios. La historia de Agar e Ismael es una alegoría de la carne. Cuando hacemos las cosas según nuestro parecer y le pedimos a Dios que bendiga nuestros planes, Pablo dice que esto es una obra de la carne. En cambio, la historia de Isaac, el hijo que Abraham tuvo con Sara, es una alegoría del Espíritu, porque solo Dios podía hacer que eso sucediera. Se nos dice que “Abraham y Sara eran viejos, de edad avanzada; y a Sara le había cesado ya la costumbre de las mujeres”
  • 6. 6 (Génesis 18:11). El nacimiento de Isaac fue un milagro. Pablo les dice a los gálatas, y a usted y a mí, que no somos salvos por obras. Dios tuvo que lograr nuestra salvación por medio de Jesucristo. El Espíritu Santo nos ha dado el don de la fe y el arrepentimiento para que podamos recibir la salvación de Dios. Esa salvación es un regalo de Dios. No somos salvos porque cumplamos la ley de Moisés; obedecemos la ley de Moisés, porque somos salvos. Ese es, en esencia, el evangelio absoluto en esta carta de Pablo a los gálatas. Sea sincero consigo mismo. ¿Alguna vez pensó que podía ser suficientemente bueno, o que tenía que seguir un conjunto de normas, para ser salvo? Según Pablo, esa es una “salvación” de la carne. El evangelio absoluto que Pablo predicó a los gálatas es que debemos nacer de nuevo, milagrosamente, por el Espíritu. Esa es la salvación que viene del Espíritu. El evangelio cosechado Pablo concluye su carta a los gálatas presentando un contraste entre lo que él llama “las obras de la carne” y “el fruto del Espíritu”. La carne y el Espíritu son dos fuerzas que están obrando —mejor dicho, están en guerra— en la vida del auténtico creyente. Aquí, Pablo describe lo que podríamos llamar “el evangelio cosechado”. La metáfora de Pablo habla de sembrar y cosechar. Es como si nuestras vidas fueran huertos. Pablo dice que, en el huerto de nuestra vida, hay potencial para dos cosas. Podemos plantar y hacer crecer las obras de la carne, o podemos plantar y hacer crecer el fruto del Espíritu. Cuando las “semillas” del Espíritu han sido plantadas en el “huerto” de nuestra vida, el resultado será lo que llamamos “el fruto del Espíritu”. Pablo escribe: “Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios. Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley” (Gálatas 5:19-23). Este pasaje es muy realista en cuanto al comportamiento humano. Nos dice que, cuando recibimos el Espíritu Santo, nuestra naturaleza carnal no es erradicada; el mal aún está presente en nosotros. Aquí, en Gálatas 5, Pablo dice: “Estas dos naturalezas están en guerra dentro de ustedes”. Cada día, se libra una batalla en nuestro hombre interior. El fruto del Espíritu Cuando llegamos al capítulo 6, encontramos estas palabras tan conocidas: “No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra
  • 7. 7 para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna” (7-9). Pablo nos dice que los que somos espirituales debemos vivir en el Espíritu, andar en el Espíritu, plantar las semillas de las cosas espirituales en nuestras vidas, y dar el fruto del Espíritu. Mirar hacia adentro Según Pablo, hay nueve evidencias de la gloriosa realidad de que el Espíritu Santo reside en nosotros. Si el Espíritu Santo vive en nosotros, cuando miremos hacia adentro, veremos los tres primeros componentes del fruto del Espíritu: amor, gozo y paz. El amor del que habla Pablo aquí es el amor agape que describió en el capítulo 13 de 1 Corintios. En ese gran capítulo del amor de la Biblia, nos dijo que esta clase de amor es indestructible, porque es incondicional, y es irresistible, porque inspira a quienes amamos de esa forma. Cuando este amor agape surge de nuestra vida, no viene de nosotros, sino de Dios. Pablo escribe que el gozo también es fruto del Espíritu, y brota de la gloriosa realidad de que el Espíritu Santo está en nuestro corazón. Pablo pudo escribir su “epístola del gozo” (su carta a los filipenses) desde la prisión, porque estaba lleno del Espíritu Santo de Dios. Usted y yo también podemos estar llenos de gozo, sin importar las circunstancias, porque el Espíritu Santo vive en nosotros. Dado que el Espíritu Santo vive en nosotros, quizá el dolor y el sufrimiento sean inevitables, pero sentirnos miserables siempre será opcional. El siguiente componente del fruto del Espíritu es la paz. Si hemos recibido el Espíritu Santo, podemos tener paz aun en momentos en que no parece natural que la tengamos. Pablo llama a esto “la paz que sobrepasa todo entendimiento”, es decir, una paz que no tiene sentido (ver Filipenses 4:7). Mirar alrededor Para encontrar el amor, el gozo y la paz del Espíritu Santo, miramos hacia dentro. Para encontrar los tres siguientes componentes del fruto del Espíritu (paciencia, benignidad, bondad) debemos mirar a nuestro alrededor. Experimentaremos este componente del fruto del Espíritu en la relación con los demás. Si usted no es, naturalmente, una persona paciente, y el Espíritu Santo vive en usted, apreciará el milagro de que hay una cualidad de paciencia que proviene del Espíritu Santo. Cuando usted es paciente en su relación con Dios, esa paciencia es “fe que espera”. Cuando usted demuestra paciencia en sus relaciones con las personas, esa paciencia podría ser llamada “amor que espera”. Por ejemplo: algunas veces tenemos que esperar que el Señor obre en las vidas de nuestros hijos. Eso requiere paciencia: la clase de paciencia sobrenatural que es un amor que espera, porque es fruto del Espíritu. El siguiente componente del fruto del Espíritu es la benignidad. Es tratar a toda persona como si fuera de nuestra propia familia. El tercer componente del fruto del Espíritu que se demuestra
  • 8. 8 en nuestras relaciones es la bondad. El Nuevo Testamento dice que Jesús “anduvo haciendo bienes” (Hechos 10:38). Las buenas obras no nos salvan, pero no está mal ser bueno o hacer buenas obras. John Wesley dijo: “Haz todo el bien que puedas, dondequiera que puedas, a quien puedas, en todo lugar que puedas, de toda manera que puedas, durante todo el tiempo que puedas”. Simplemente, hagamos cosas buenas. Existen una benignidad, una bondad y una paciencia que son fruto del Espíritu Santo y se demuestran cuando miramos a nuestro alrededor. Mirar hacia arriba Los últimos tres componentes del fruto del Espíritu: fe (“fidelidad”, NVI), mansedumbre y templanza, se aplican cuando miramos hacia arriba y nos concentramos en nuestra relación con Dios. Una manera de resumir el significado de fidelidad es ‘confiabilidad’. Antes de convertirnos, muchos no teníamos ninguna clase de disciplina. Pero, cuando el Espíritu Santo entró a residir en nosotros, descubrimos que con Él entraban la disciplina y la confiabilidad. La mansedumbre es otro componente del fruto del Espíritu. Mansedumbre no es debilidad. Cuando un caballo brioso muerde el freno y es domado, ese animal no es débil; es manso. Cuando Saulo de Tarso se encontró con el Cristo resucitado en el camino a Damasco, cierta versión de la Biblia traduce lo que Cristo le dice a Saulo (“¿Por qué me persigues? [...] dura cosa te es dar coces contra el aguijón”) de la siguiente manera: “¿Por qué tiras del freno?”. Cuando Saulo respondió: “Señor, ¿qué quieres que haga?”, “mordió el freno” y se volvió manso. La mansedumbre es fortaleza bajo control. La mansedumbre que se presenta como fruto del Espíritu es la que existe en una vida que ha aceptado el control del Espíritu Santo y del Cristo resucitado. El último componente del fruto del Espíritu Santo que Pablo menciona aquí es la templanza, o dominio propio. El director general de una empresa muy importante, que tenía miles de empleados, me dijo: “Algunas personas son como las ruedas; no trabajan si no se las empuja. Otras son como los remolques: hay que tirar de ellas. Algunas son como las cometas: si no se las tiene de la cuerda, salen volando. Pero otras son como un buen reloj: de oro puro, claro, siempre a tiempo, confiables, trabajan en silencio y están llenas de buenas obras”. En el quinto capítulo de Gálatas, el apóstol Pablo dice que, si el Espíritu Santo habita en nosotros y nos controla, no tendrán que empujarnos, ni tirar de nosotros, ni tener tirante la cuerda. Funcionaremos como un buen reloj: tendremos dominio propio, seremos confiables, trabajaremos en silencio y estaremos llenos de buenas obras.
  • 9. 9 Capítulo 2 La Epístola de Pablo a los Efesios Pablo pasó más tiempo en la ciudad de Éfeso que en cualquier otro lugar donde haya plantado una iglesia en sus viajes misioneros. Fue en Éfeso que Pablo tuvo un “seminario” en la escuela de Tirano, donde enseñaba diariamente desde las once de la mañana hasta las cinco de la tarde. Es posible que sus alumnos del seminario hayan sido pastores de iglesias satélites iniciadas por la iglesia de Éfeso, a la cual había sido asignado Timoteo. Esas iglesias satélites estaban en las ciudades de Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea. En el segundo y tercer capítulo del Apocalipsis leemos sobre estas seis ciudades, más Éfeso. Es posible que la carta escrita a los efesios fuera una carta circular para las siete iglesias y la iglesia de Colosas. La carta que Pablo envió a los efesios bien puede ser la más profunda que haya escrito. El corazón del mensaje de esta carta se encuentra en Efesios 1:3: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo”. Pablo nos dice: “Ustedes tienen todas las bendiciones espirituales que necesitan para vivir como creyentes nacidos de nuevo y controlados por el Espíritu Santo”. Después, dice que estas bendiciones están “en los lugares celestiales en Cristo” (v. 3). Pablo les dice a los efesios (y a usted y a mí) que tenemos todo lo que necesitamos para vivir como personas espirituales en este mundo. Pero todas esas bendiciones espirituales están en los lugares celestiales, en Cristo. Éfeso y las otras iglesias estaban situadas en lo que actualmente es Turquía. En la época de Pablo, esta parte del mundo que hoy llamamos Asia Menor era la mitad oriental del Imperio Romano. Éfeso era una ciudad balnearia de extraordinaria belleza; emperadores, senadores y millonarios tenían casas de veraneo en ella. Toda la gloria de Roma estaba en su cenit cuando Pablo estuvo en Éfeso. Había muchas cosas más que habían alcanzado su cenit en Éfeso cuando Pablo estaba allí. Hoy, en lugares como Éfeso, se pueden ver evidencias arqueológicas de la adoración a los ídolos, la inmoralidad y la pornografía. Pablo les escribía, básicamente, a los creyentes de esta parte tan inmoral del Imperio Romano: “Ustedes pueden vivir como personas santas en los lugares celestiales, en Cristo, aun estando en medio del Imperio Romano y toda su inmundicia y pecado”. Pablo relata la experiencia de haber sido arrebatado al tercer cielo (2 Corintios 12). Los eruditos creen que esto le sucedió cuando fue apedreado en Listra (Hechos 14:19). Creo que Pablo siempre mantuvo un pie en la dimensión celestial después de esa experiencia. Y nos dice que podemos, verdaderamente, vivir en Cristo, en la dimensión celestial, mientras estamos aquí en la Tierra. Dado que Cristo es eterno, nosotros somos eternos en la medida que vivamos nuestra vida en Cristo. Pablo se refiere a esto como vivir “en los
  • 10. 10 lugares celestiales, en Cristo”. Como en todas las cartas de Pablo, en esta descubriremos una sección sobre doctrina y una sección práctica. Efesios tiene seis capítulos. La mayoría de los eruditos cree que los primeros tres capítulos son la parte doctrinal, o didáctica, mientras que los tres últimos, capítulos 4, 5 y 6, son la parte práctica, la parte de la aplicación de esta carta. Yo creo que la sección doctrinal continúa hasta los primeros dieciséis versículos del capítulo 4. En esos primeros dieciséis versículos, Pablo nos enseña algunas grandes verdades sobre la iglesia. En el capítulo 3 habla del gran misterio de la iglesia. Misterio significa ‘un secreto que, tarde o temprano, se revela’. Hasta Pentecostés, nadie sabía que, un día, los judíos y los gentiles serían hechos uno por medio de Cristo y se reunirían en su iglesia. Pablo concluye su enseñanza sobre la iglesia en los primeros dieciséis versículos del capítulo 4 enseñándonos cómo debe funcionar la iglesia. Además de la inspirada instrucción de Pablo sobre la naturaleza y la función de la iglesia, hay otro tema en el Libro de Efesios. Dado que Pablo había pasado tanto tiempo en Éfeso (tres años y medio), y había enseñado tanto en ese “seminario”, la palabra clave en los primeros tres capítulos es “recordar”. Pablo les señala a los efesios, que habían sido bien enseñados, que ellos ya conocían las verdades que él ahora reforzaba con esta carta. Después de decirles que recuerden lo que se les ha enseñado, Pablo comienza la parte de aplicación de la carta en el capítulo 4. Aquí, la palabra clave es “andar”. Pablo escribe: “Os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados” (Efesios 4:1). El apóstol les indica a los efesios que anden en humildad, mansedumbre, paciencia, verdad y amor. En otras palabras, que anden de tal manera que demuestren todas las verdades que él les había enseñado cuando estuvo en Éfeso. Al estudiar Efesios, pídale al Señor que abra sus ojos espirituales para que pueda aprender a “vivir en los lugares celestiales” y a “andar de manera digna de su llamado” cada día, sin excepción. Harapos y túnicas El propósito de la carta de Pablo a los efesios es mostrar a la iglesia de Jesucristo lo que ella debe ser en este mundo. Esta carta es su obra maestra sobre el tema de la iglesia. Permita que Efesios lo aliente a usted, y a su congregación local, a ser, por la gracia de Dios, la auténtica iglesia de Jesucristo en este mundo. Nunca antes el mundo ha necesitado el testimonio de la iglesia tanto como ahora. Un bosquejo muy sencillo, basado en algunas palabras clave, le dará un panorama del contenido de este libro. La palabra clave en el capítulo 1 es reflexión. Pablo nos da muchas cosas en las cuales pensar en este primer capítulo de Efesios. Primero, reflexione sobre lo que él dice acerca de los “lugares
  • 11. 11 celestiales”. Pablo nos dice que, en los lugares celestiales, tendremos todas las bendiciones espirituales que necesitamos para vivir nuestra vida en Cristo. De hecho, Cristo existe en esta dimensión celestial, y nosotros podemos existir allí con Él. No todo lo que existe en esta dimensión celestial es bueno. “Los lugares celestiales” significa el mundo invisible de lo espiritual. En la dimensión espiritual, está el Espíritu Santo y están los espíritus malignos. Se nos dice en esta carta que nuestra batalla, como creyentes, es contra las fuerzas espirituales negativas en los lugares celestiales. Según Pablo, el creyente que está en Cristo puede vencer a los poderes malignos de la oscuridad que existen en el mundo espiritual, o en los lugares celestiales. Reflexione sobre lo que Pablo dice acerca de la soberanía de Dios en el capítulo 1. En los versículos 1 al 6 hay algunas afirmaciones muy contundentes acerca de que Dios nos eligió antes que el mundo tuviera sus cimientos. Dice que, en la mente de Dios, aun desde antes que el tiempo comenzara, ya estaba la idea de que hubiera una iglesia, un pueblo “llamado afuera” que viviría vidas santas y sería un testimonio para este mundo. Observe, también, lo que Pablo dice en el capítulo 1 acerca del proceso de la salvación. En los versículos 13 y 14, tenemos una bella imagen de esto: Escuchamos el evangelio, creemos el evangelio, y somos sellados con el Espíritu Santo. Todo esto es la manera en que Dios dice: “Esta es posesión mía”. También, reflexione sobre las oraciones de Pablo en Efesios. Vemos dos magníficas oraciones en Efesios 1:15-23 y 3:14-21. Es evidente, al leer estas oraciones, que Pablo tenía una lista de motivos de oración, y que era un gran guerrero de oración intercesora. Cuando Pablo se enteraba de que alguien había llegado a la fe en Cristo y había demostrado que realmente estaba involucrado en la obra de Jesucristo, comenzaba a orar por esa persona y nunca más dejaba de hacerlo. Es interesante comparar nuestra lista de oración con la de Pablo. Espiritualmente hablando, nosotros oramos por los perdedores; Pablo pasaba su tiempo orando por personas que él sabía que iban a ser ganadores para Jesús. Oraba para que les fuera dado un espíritu de revelación en el conocimiento de Dios. Otra palabra clave que se aplica a los primeros tres capítulos de Efesios es recordar. Pablo ya les había enseñado tanto a los efesios, que lo único que debía decirles era: “recuerden”. Les dice: “Recuerden cómo era todo antes que ustedes llegaran a Cristo, y lo que significó para ustedes cuando Él entró en su vida y la hizo nueva en Cristo”. En el capítulo 3, la palabra clave es revelación. Como fariseo que era, Pablo había odiado a Cristo. Nunca soñó que, un día, Dios iba a unir a judíos y no judíos en un cuerpo, y que formaría con ellos la iglesia de Jesucristo. Pablo les revela a los efesios que la iglesia es el gran misterio de Dios. En el capítulo 4, Pablo nos presenta algunas hermosas verdades sobre el comportamiento humano. Yo resumo este capítulo
  • 12. 12 en la palabra resolución. Aquí, Pablo compara toda la vida espiritual de una persona con un guardarropa. En un lado del guardarropa están los harapos de nuestra vieja vida. En el otro lado, están las túnicas de la nueva vida. Los harapos de la vieja vida son la alienación, la ignorancia, la dureza de corazón, la conciencia entenebrecida, el estilo de vida inmoral, la lascivia —que significa los sutiles deseos pecaminosos que nos seducen— la falsedad, la mentira, la falta de integridad y la ira (ver Efesios 4:25-32). Esta metáfora de las vestiduras nos llama a proponernos dejar de lado los harapos de la vieja vida. Ya no tenemos por qué vestirlos, dice Pablo. Por el contrario, él nos anima a vestir las túnicas de nuestra nueva vida. “Vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad” (24). “Desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo” (25). “Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes” (29). La capacidad de comunicar es un gran don espiritual. Pablo dice que la comunicación es nuestra oportunidad de edificar a los demás e impartirles gracia. Cada vez que nos encontramos con un creyente, deberíamos dejarlo más edificado que cuando lo encontramos. Después de decirles cómo vestir, les dice: “Andad”. Vivir en Cristo es una experiencia diaria; un “andar” diario. Se pone un pie delante del otro, paso a paso, día a día. Esa es la forma en que debe vivirse la nueva vida en Cristo. Pablo les dice a los efesios: “Andad en amor” (Efesios 5:2), como lo hizo Cristo. Después, les dice: “Andad como hijos de luz” (8), haciendo siempre cosas que agraden al Señor. Todo lo que es bueno y justo y verdadero es fruto de luz. Así que, andemos en las cosas que son buenas, justas, y verdaderas, y no tengamos amistad alguna con las infructuosas obras de las tinieblas. Después, Pablo dice: “Mirad [...], con diligencia cómo andéis” (15). Esto significa que andemos con la cabeza en alto y los ojos abiertos, conscientes de las tremendas necesidades que tiene nuestro mundo. Las grandes obras sociales y las grandes instituciones sociales: los grandes hospitales, los hogares para madres solteras, los hogares para personas sin techo, y otros similares, existen, en este mundo, gracias a Cristo, y porque los creyentes supieron lo que significa vivir en la dimensión celestial, en Cristo. Si usted está en Cristo, tendrá la clase de compasión activa que quiere hacer algo con respecto de las necesidades de este mundo. A esto se refiere Pablo cuando dice que “Miremos con diligencia cómo andamos”. Es en este contexto que Pablo ordena a los seguidores de Cristo: “Sed llenos del Espíritu” (18). Lo que Pablo escribió, literalmente, fue: “No se pongan bajo el descontrol de la influencia del alcohol, sino bajo la influencia del Espíritu”. La traducción literal del idioma original sería: ‘sed continuamente llenos del Espíritu’. Ser llenos del Espíritu significa ser controlados por el Espíritu Santo. El Espíritu Santo nos dará el poder para vivir y andar en la dimensión espiritual, en Cristo, sin importar cuáles sean las circunstancias.
  • 13. 13 Vestidura para las relaciones Pablo nos dice que el Dios todopoderoso ha asignado la obra del ministerio a “los santos” (Efesios 4:12). Esta era la expresión preferida de Pablo para referirse a los que hoy llamamos “laicos” de la iglesia. Según Pablo, el pastor-maestro es el “entrenador”, pero los laicos de la iglesia son los jugadores del equipo. El objetivo del pastor debería ser equipar, perfeccionar, edificar, inspirar, instruir y desafiar a los laicos para que salgan y hagan la obra del ministerio. Esta es una parte muy importante del modelo de la esencia, la función y el propósito de la iglesia según el Nuevo Testamento. Cuando Pablo escribe el capítulo 5, nos dice que la obra del ministerio a través de los santos comienza en el lugar más difícil: el hogar. ¿Por qué el hogar es el lugar más difícil para aplicar nuestra fe? Porque allí nos mostramos tal como somos en realidad. Al mundo le mostramos un lado de nosotros, pero, muchas veces, a nuestra familia le mostramos otro lado (generalmente, mucho menos atractivo). El hogar es el lugar donde somos verdaderamente nosotros mismos, así que Pablo escribe que es allí donde la realidad de Cristo debe ser vista primero en nuestra vida. En Efesios 5:21-25, Pablo escribe: “Someteos unos a otros en el temor de Dios. Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador. Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo. Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella”. Aquí, Pablo nos da algunos de los consejos más bellos sobre el matrimonio que podemos encontrar en la Biblia. Nos dice que las mujeres deben someterse a sus esposos y estar sujetas a ellos en todo. Esto es muy difícil de aceptar para muchas mujeres. Pero Pablo no solo les dice a las mujeres que deben estar sujetas a sus esposos en todo. También les dice a los hombres que amen a sus esposas “como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella” (25). Cuando Pablo dice que el hombre es cabeza de la mujer, quiere decir que el hombre es responsable por su esposa y por todo lo demás en el matrimonio y la familia. Por eso, Dios le dice a la mujer que le facilite las cosas a su esposo, porque él tiene una gran responsabilidad. Cuando Pablo dice a las mujeres que se sujeten a sus esposos, en realidad, les está diciendo: “Tu esposo fue creado para ser, para ti, lo que Cristo es para la iglesia; y tú debes ser para tu esposo lo que la iglesia es para Cristo”. Así que, la tarea que encomienda a los hombres es, básicamente: “Amen (a sus esposas) como amó Cristo; den como Él dio; y sean, para su esposa y sus hijos, como Él es”. Este es un rol muy importante que se les asigna a los esposos y padres, y todos los hombres deben entender esta responsabilidad. El problema mayor del matrimonio cristiano no son las mujeres que no pueden o no quieren someterse a su esposo. El problema más grande
  • 14. 14 son los hombres que no aceptan la responsabilidad de amar, dar y ser como Cristo para su esposa y sus hijos. Si usted es esposo y padre, acepte su responsabilidad de ser todo lo que Dios desea que sea. Pídale que le dé el poder y la gracia para ser como Cristo en su hogar. Eslabones vitales en el matrimonio Cuando Dios diseñó el matrimonio, ideó una relación en la que dos personas deben ser una en espíritu, en mente y en unidad física. Podemos visualizar cómo dos creyentes casados deben ser uno si los imaginamos unidos por una cadena de cinco eslabones. El primer eslabón representa la dimensión espiritual de su relación: que son uno en espíritu. La relación espiritual es el fundamento de la unidad en el matrimonio, y la relación espiritual mutua de esa pareja será fuerte solo en la medida que la relación personal de cada integrante de esa pareja con Jesucristo sea fuerte. Su unidad espiritual puede ser ilustrada por medio de un triángulo, con Cristo en el vértice y el esposo y la esposa en los extremos. Cuanto más se acerquen a Cristo, más estrecha y fuerte será su relación entre sí. El siguiente eslabón es la comunicación, es decir, el hecho de que son uno en mente. La comunicación es la herramienta por medio de la cual mantenemos la unidad en el matrimonio. Si tenemos una buena comunicación, tenemos la herramienta con la cual podemos trabajar en nuestra relación matrimonial. Las bacterias se multiplican en la oscuridad, pero no pueden vivir en la luz. La comunicación echa luz sobre la relación. El siguiente eslabón representa la compatibilidad, que es la prueba de la unidad. Algunas veces, no puedo evitar preguntarme cómo dos personas que no tienen valores, metas o estilos de vida en común pueden unirse. Cuando el fundamento espiritual está bien asentado, habrá compatibilidad en muchos aspectos. El eslabón del medio en esta cadena de cinco eslabones es el amor agape que Pablo describe en 1 Corintios 13. El amor agape es un amor desinteresado e incondicional. Una de las razones por la que los matrimonios se terminan es que las personas son egoístas. Nunca aprenden, en realidad, a centrarse en Cristo y en los demás. Les falta comprender la enseñanza de Jesús: “Más bienaventurado es dar que recibir”. El amor agape es la dinámica de la unidad. El siguiente eslabón es la comprensión. La comprensión es el crecimiento de la unidad. Los hombres y las mujeres son diferentes, y cada uno debe comprender cómo se siente el otro, cómo piensa y cómo actúa. Pedro les dice a los esposos que vivan con sus mujeres “sabiamente” (1 Pedro 3:7). En otras palabras, dice que debemos conocer al hombre o la mujer con quien estamos compartiendo la vida. El último eslabón de la cadena representa la unidad física entre un hombre y su esposa. El sexo es la gozosa expresión de la unidad. La relación física entre ese hombre y esa mujer es, verdaderamente, una forma muy intensa de comunicación. Es por medio de la unión sexual que el hombre y la mujer expresan todo lo
  • 15. 15 que representan los demás eslabones de esta cadena de unidad. Cuando la relación física es lo que debe ser, el sexo es el diez por ciento de la relación. Cuando no lo es, puede llegar a ser el noventa por ciento del problema. Muchas veces, una de las razones principales por la que hay problemas sexuales en un matrimonio es que esa pareja está tratando de expresar gozosamente una unidad que no existe. Si no hay unidad en el espíritu o en la mente, si no hay compatibilidad, amor ni comprensión para expresar, no es de extrañarse que la unión sexual se convierta en algo vacío y estéril. Otras relaciones Además de poner énfasis en el matrimonio, en los capítulos 5 y 6 Pablo habla de las relaciones entre los esclavos y sus amos. Hasta cierto punto, los creyentes pueden aplicar estas verdades, hoy, como empleados y empleadores (ver Efesios 6:5-9). También hay principios para aplicar en la relación entre padres e hijos (ver Efesios 6:1-4). En estos capítulos, Pablo dice que la aplicación de las verdades que contiene esta carta comienza con la persona que tenemos más cerca. Podríamos llamar a la parte de aplicación de esta carta “Vestidura para las relaciones”. En el capítulo 6, Pablo usa la expresión “lugares celestiales” en sentido negativo. En el mundo espiritual, hay espíritus buenos y espíritus malos. Pablo dice que nuestra batalla es espiritual, y que nuestro enemigo está en el mundo espiritual. Nuestro enemigo es descrito como: “principados, potestades, gobernadores de las tinieblas de este siglo, huestes espirituales de maldad en las regiones celestes” (v. 12). La única manera de vivir en triunfo espiritual es vencer a estos poderes espirituales. Para ser vencedores en lo espiritual, debemos ponernos la armadura de Dios (13-17). Cada día, debemos ponernos toda la armadura de Dios y salir a pelear nuestras batallas espirituales. Pablo nos dice que debemos usar el casco de la salvación y la coraza de la justicia, tomar el escudo de la fe y tener en la mano la espada del Espíritu —que es la Palabra de Dios— y nuestro calzado debe ser compartir el evangelio. Cada pieza de esta armadura debe ser colocada con oración. Estas son las armas espirituales que debemos tener para defender la causa del Señor en este mundo pecaminoso. Debemos luchar, no con nuestras propias fuerzas, sino en el poder del Espíritu Santo. ¿Se ha puesto usted el casco de la salvación? ¿Sabe, en su mente, que ha sido salvado de los poderes del pecado? ¿Está protegido su corazón por la coraza de la justicia, es decir, de hacer lo correcto? ¿Utiliza el escudo de la fe? ¿Sabe cómo usar la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios? ¿Se ha calzado para compartir el evangelio con los demás? ¿Se está colocando cada pieza de la armadura con oración?
  • 16. 16 Capítulo 3 La Epístola de Pablo a los Filipenses Antes de comenzar nuestro estudio de la carta escrita por el apóstol Pablo a los filipenses, debemos recordar que la iglesia de Filipos fue plantada como resultado de una visión celestial que Pablo recibió, cuando vio a un hombre que le decía: “Ven a Macedonia y ayúdanos” (ver Hechos 16:9). La difusión del evangelio hacia el oeste y hacia la civilización europea fue resultado de esta visión celestial. Cuando Pablo salió de Filipos, esta iglesia se convirtió en su preferida. La palabra que describe el lazo que existía entre Pablo y la iglesia filipense es “comunión”. Al hablar de la iglesia de Filipos, Pablo se refiere a “vuestra comunión en el evangelio” (Filipenses 1:5). Es una hermosa imagen de lo que debería ser toda iglesia. Una iglesia es, en realidad, una organización que existe para el beneficio de quienes no son miembros de ella, porque su propósito es poner en práctica la Gran Comisión y llevar el evangelio a un mundo perdido. La iglesia filipense era el modelo de iglesia para Pablo, fundamentalmente, porque era una iglesia misionera. Se puede ver esto en Filipenses 1, si observamos cuántas veces Pablo menciona el evangelio. La carta de Pablo a los filipenses no es, en realidad, una carta de enseñanza; es una carta de amor. Una bella, inspirada carta de agradecimiento. La iglesia de Filipos había sido la base de sostén de Pablo y lo había ayudado económicamente mientras él ministraba en otras ciudades. La carta de Pablo a los filipenses también fue una de las “epístolas de la prisión”. Efesios, Filipenses, Colosenses, Filemón y 2 Timoteo son llamadas epístolas de la prisión porque fueron escritas cuando Pablo estaba encarcelado. Los creyentes filipenses continuaron sosteniendo a Pablo durante su encarcelamiento, enviándole una ofrenda. Al agradecer a los filipenses por su ofrenda, Pablo escribe que su deseo no es recibir esa contribución, sino “busco fruto que abunde en vuestra cuenta” (Filipenses 4:17). Pablo sabía que Dios iba a recompensar grandemente a los filipenses por enviarle esa ofrenda. Los cuatro capítulos de Filipenses presentan un perfil de la vida vivida como Cristo. El tema del capítulo 1 es “La filosofía y la pasión por vivir como Cristo”. Aquí, Pablo muestra en su propia vida cómo es vivir como un seguidor de Cristo. En el capítulo 2, Pablo escribe sobre las “Pautas para vivir como Cristo”. Nos da muchos ejemplos de personas que realmente fueron ejemplos de la filosofía y la pasión por vivir como Cristo. En el capítulo 3, Pablo revela “El propósito y el premio de vivir como Cristo”. Como lo hizo más de una vez en el Libro de los Hechos, recuerda una vez más su experiencia de conversión en el camino a Damasco. Esta vez, hace énfasis en los resultados de esa experiencia y nos dice cómo conocer la voluntad de Dios. Pablo llama a la voluntad de Dios “[el] premio del supremo llamamiento de Dios
  • 17. 17 en Cristo Jesús” (Filipenses 3:14). Y nos dice cómo hallar ese premio, cómo descubrir ese supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús para nosotros mismos. El capítulo 4 es muy práctico. Podríamos llamarlo “La receta para vivir como Cristo”. En palabras muy concretas, Pablo nos dice cómo vivir en Cristo, y centra sus comentarios en el tema de que Dios nos mantiene en un estado de paz personal. A partir del bosquejo presentado, veamos ahora la carta de Pablo a su iglesia favorita, capítulo por capítulo. Pasión y filosofía En los versículos 20 y 21 del capítulo 1, Pablo escribe: “...mi anhelo y esperanza de que en nada seré avergonzado; antes bien con toda confianza, como siempre, ahora también será magnificado Cristo en mi cuerpo, o por vida o por muerte. Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia” (1:20, 21). Según Pablo, la filosofía y la pasión de un seguidor de Cristo están basadas en su disposición a entregarse. Así que nos presenta su filosofía para vivir en Cristo cuando nos dice cómo su pasión por vivir se relaciona con la realidad de que está en la cárcel. Pablo, básicamente, dice: “Quiero que Cristo sea magnificado en mi cuerpo, sea en la vida o en la muerte, en la libertad o en la prisión, en la salud o en la enfermedad. Si vivo, magnificar a Cristo es el único propósito por el que vivo. Si muero, quiero magnificar a Cristo con mi muerte”. Esa es la filosofía de alguien que verdaderamente vive su vida en Cristo. Más allá del compromiso de cada creyente individual, Filipenses 1 también enfatiza la idea de que la vida en Cristo es como un deporte en equipo. El Señor quiere que la iglesia equipe a los santos para el ministerio. Cuando los laicos comprendan que todo el ministerio de la iglesia está dedicado a todos los miembros de la iglesia, entonces cumpliremos la Gran Comisión, y la iglesia de Jesucristo será, realmente, lo que debe ser. Más adelante, en el capítulo 1, Pablo escribe una hermosa descripción de una iglesia: “Solamente que os comportéis como es digno del evangelio de Cristo, para que o sea que vaya a veros, o que esté ausente, oiga de vosotros que estáis firmes en un mismo espíritu, combatiendo unánimes por la fe del evangelio” (Filipenses 1:27). El ideal de Pablo para la iglesia puede parafrasearse de esta manera: “Una iglesia en la que cada miembro está en Cristo, en la que todos los que están en Cristo son semejantes a Cristo, y donde quienes están en Cristo y son semejantes a Él lo son en unidad, de una manera tan dinámica que otros creen en el evangelio”. ¿Es esta la descripción de la iglesia local que usted integra? ¿Puede decir que todos los miembros de su iglesia son verdaderos seguidores de Cristo, que viven una vida digna del evangelio? Los que no son creyentes, ¿llegan a creer en el evangelio porque ven la forma en que los miembros de su iglesia, que son semejantes a Cristo, lo demuestran en unidad? La carta del apóstol Pablo a la iglesia filipense nos demuestra, con su ejemplo, la naturaleza, la esencia y la función de la iglesia. Ese
  • 18. 18 ejemplo debería ser modelo para toda iglesia, y para todo auténtico discípulo de Jesucristo, de la pasión y la filosofía para vivir la vida, cada día, en Cristo y como Cristo. Pautas para vivir como Cristo El tema de la carta de Pablo a los filipenses es “vivir como Cristo”. En el capítulo 2, Pablo nos presenta las pautas generales para vivir como Cristo, y les dice a los filipenses que vivir como Cristo implica tener una actitud de humildad, de amor y de armonía. Cuando Pablo les enseña a los filipenses que tengan una actitud humilde, les enseña humildad y amor. Pablo resume la humildad en estas palabras: “...estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo” (Filipenses 2:3). No está hablando de timidez ni de baja autoestima, sino de una calidad de amor desinteresado y humilde que edifica a los demás. Si tenemos una actitud amorosa, vamos más allá de esto. La persona que tiene una actitud de amor aplica la Regla de Oro: “Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas” (Mateo 7:12). Pablo expresa la Regla de Oro de esta forma: “No mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros” (Filipenses 2:4). ¿Piensa usted en sus propios problemas y presiones primero? ¿O pone las presiones y los problemas de los demás antes que los suyos propios? Cuando tenemos una actitud de humildad y amor, los obstáculos del egocentrismo y el egoísmo son superados, y podemos vivir en armonía. Pablo dice que debemos demostrar que tenemos solo una mente y un Espíritu entre nosotros (ver Filipenses 1:27). Los discípulos de Cristo, algunas veces, tienen conflictos en la iglesia. Muchas veces, cuando esto sucede, en el fondo de los conflictos encontramos orgullo y egoísmo. Si actuamos con humildad, con amor y en armonía, resolveremos los conflictos en nuestras iglesias. El ejemplo de Cristo Después de presentar estas verdades, Pablo cita algunos ejemplos. Primero, tenemos el ejemplo de Cristo (ver Filipenses 2:5- 11). Jesús no se limitó a convertirse en Hombre. Se convirtió en el Esclavo de los hombres, el Siervo de los hombres. Se humilló y obedeció hasta la muerte; murió por los pecados del mundo. Dado que Jesús se humilló así, el Padre lo ha exaltado hasta lo sumo (9). Según Pablo, así como Cristo se rebajó con humildad y amor, debemos hacerlo usted y yo. No debemos centrarnos en nosotros mismos, sino en los demás, en Cristo y en el amor, para que nuestras vidas sean un ejemplo para los demás de lo que significa vivir en Cristo y ser semejantes a Cristo.
  • 19. 19 El ejemplo de Pablo En el capítulo 2, Pablo presenta, también, el ejemplo de su propia vida. Escribe: “Y aunque sea derramado en libación sobre el sacrificio y servicio de vuestra fe, me gozo y regocijo con todos vosotros. Y asimismo gozaos y regocijaos también vosotros conmigo” (17, 18). Pablo nos está diciendo que él mismo siguió el ejemplo de Cristo. En la adoración, en el templo del Antiguo Testamento, se entregaban “libaciones”, es decir, un sacerdote derramaba la ofrenda sobre el altar. Pablo se compara con estas libaciones, diciendo que derramaría hasta su vida para que los filipenses llegaran a la fe. El ejemplo de Timoteo Después, Pablo escribe: “Espero en el Señor Jesús enviaros pronto a Timoteo, para que yo también esté de buen ánimo al saber de vuestro estado; pues a ninguno tengo del mismo ánimo, y que tan sinceramente se interese por vosotros. Porque todos buscan lo suyo propio, no lo que es de Cristo Jesús. Pero ya conocéis los méritos de él, que como hijo a padre ha servido conmigo en el evangelio” (19- 22). Timoteo era, obviamente, un devoto siervo de Cristo. Al final de este segundo capítulo de su carta, Pablo exalta el ejemplo del anciano —Epafrodito— que le llevó la ofrenda de la iglesia de Filipos a la prisión. Observe cómo Pablo describe a Epafrodito: “Mas tuve por necesario enviaros a Epafrodito, mi hermano y colaborador y compañero de milicia, vuestro mensajero, y ministrador de mis necesidades” (25). Hay diversos niveles de comunión en el cuerpo de Cristo. Creo que Pablo nos muestra algo sobre esos niveles de comunión al describir a este anciano, Epafrodito, como “hermano, colaborador y compañero de milicia, vuestro mensajero y ministrador de mis necesidades”. ¿Qué significan estos niveles de comunión? Creo que, según la forma de pensar de Pablo, un hermano era otro hombre que estaba en Cristo con él. Para Pablo, un colaborador era un hombre que trabajaba a su lado, “bajo el yugo” con él, en Cristo y para Cristo. Y, para Pablo, un compañero de milicia era alguien que arriesgaba su vida junto con él, en Cristo y por Cristo. Epafrodito, ciertamente, es un ejemplo de esos tres niveles de relación con Pablo, y el mensajero y ministro enviado por los filipenses. Obviamente, este anciano es otro tremendo ejemplo de alguien que vive como Cristo. El premio de vivir como Cristo Cuando llegamos al tercer capítulo de Filipenses, el apóstol habla de asir el propósito para el cual Cristo lo asió en el camino hacia Damasco. En los versículos 3 al 11, Pablo nos cuenta su experiencia de conversión desde el punto de vista de los resultados de esa experiencia. Menciona todas las cosas que alguna vez consideró como grandes logros: su posición como fariseo, por ejemplo. Esos logros eran cosas de las que Pablo estaba orgulloso antes de conocer a Cristo. Pero, cuando se convirtió, su perspectiva cambió, y pasó a considerarlas como “basura” (8). Dios le había dado, ahora, cosas más
  • 20. 20 importantes que hacer. Este es un magnífico capítulo en que el apóstol Pablo, por medio de su propio ejemplo, nos da una excelente receta para descubrir la voluntad de Dios para nuestras vidas. Primero, observe que Pablo sufrió una revolución cuando se convirtió; y salió de esa experiencia revolucionaria con una resolución, una feroz determinación de hallar la voluntad de Dios para su vida. Después, trató de tener la dinámica del poder de la resurrección de Cristo en su vida. Es como si Pablo estuviera corriendo una carrera, y existiera una regla para correrla. Para ganar el premio y conocer la voluntad de Dios, la regla es que debemos ser obedientes según la medida de luz y discernimiento que tengamos en este preciso momento. Si seguimos la luz que Dios nos da ahora y actuamos basándonos en ella, Dios continuará dándonos luz hasta que veamos su perfecta voluntad. Pablo llama al premio que se recibe al final de esta carrera el “premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” (14). Pablo nos da más pistas sobre cómo hallar la voluntad de Dios. Él escribe que fue descartando prioridades hasta llegar a una sola: “...olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante” (13). Es notable que Pablo pudiera reducir sus prioridades a una sola cosa: “Prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” (14). ¿Tiene usted esa magnífica obsesión? ¿Tiene la firme convicción de que, cuando conoció a Jesucristo, Él y usted se encontraron con un propósito? ¿Cree que hay algo específico que Jesús quiere que usted haga para Él? ¿Está esforzándose por alcanzar el premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús? Pablo nos da varias pistas sobre cómo ganar ese premio del llamamiento de Dios: Descartar prioridades hasta quedarnos con una sola. Olvidar las cosas que quedan atrás, y continuar extendiéndonos para alcanzar aquellas que tenemos por delante. Vivir según la luz que tenemos y avanzar en la voluntad de Dios para nosotros hoy hasta donde podamos ver. Una receta para la paz Pablo escribe sobre la paz en el cuarto capítulo de Filipenses, pero no sobre la paz mundial; ni siquiera sobre la paz con Dios que Jesús nos trajo por medio de su sacrificio en la cruz. Pablo comparte con nosotros la buena noticia de que hay una hermosa realidad que se conoce como paz de Dios. Es un estado de paz continua en el cual Dios puede mantenernos si cumplimos sus condiciones. En Filipenses, capítulo 4, Pablo nos presenta doce condiciones que debemos cumplir para tener y mantener esta paz. La primera condición es: “Por nada estéis afanosos” (6). Pablo nos dice que no nos preocupemos, porque la preocupación no solo es improductiva, sino que es destructiva. Cuando nos preocupamos, consumimos la energía que necesitamos para enfrentar los problemas. La segunda condición para la paz es: “Sean conocidas vuestras peticiones” (6). Sean cuales fueren nuestras circunstancias, por mayor
  • 21. 21 que sea la adversidad que debemos enfrentar, siempre tenemos el privilegio de orar a Dios. Ya sea que nuestra oración tenga como resultado que seamos liberados de una situación difícil, o que recibamos la gracia para atravesarla, siempre es muy productivo orar. Así que, oremos siempre por todo. La tercera condición que señala Pablo para la paz tiene que ver con lo que pensamos. Pablo nos dice que pensemos en todo lo bueno (ver v. 8). El apóstol nos alienta a pensar en todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre. Decidamos cómo vamos a pensar. Nuestros pensamientos son como ovejas, de las cuales somos pastores. No nos dejemos controlar por nuestros pensamientos. Francamente, creo que, cuando Pablo escribió esto, también nos estaba dando la clave de su cordura personal. En la cárcel, Pablo estaba expuesto a todo lo que era falso, deshonesto, injusto, impuro, desagradable, y a las malas noticias. Él tenía que mantener su mente centrada en cosas buenas y positivas para sobrevivir. La cuarta condición de Pablo para la paz personal es muy práctica. Dice: “Lo que aprendisteis y recibisteis y oísteis y visteis en mí, esto haced; y el Dios de paz estará con vosotros” (9). Algunas veces perdemos la paz porque no tenemos el valor de hacer lo que sabemos que es correcto. La receta de Pablo es hacer lo que sabemos y creemos que es correcto (Salmo 4). Encontramos la quinta condición para la paz en las palabras: “Si hay virtud alguna” (8), es decir: “Si ustedes creen que hay algo bueno”, que implican que es posible perder la fe en lo que es bueno. Esto significa que nos cuestionamos el valor de todo lo bueno que hemos hecho en nuestro viaje de fe. ¿De qué le sirvió a él servir a Cristo como lo hizo, si salía de una prisión para entrar a otra? Eso es lo que Pablo quiere decir cuando habla de creer en lo bueno o dudar de ello. Dudar del valor de nuestras buenas obras puede llegar a robarnos la paz. La sexta condición de Pablo para la paz personal es, simplemente, vivir “con acción de gracias” (6). La paz personal puede ser resultado de una actitud positiva de gratitud. Cuando expresamos adoración con gratitud, automáticamente estamos guiando nuestros pensamientos, como ovejas, lejos de lo negativo y hacia los verdes pastos de lo positivo. Ser agradecido es una manera muy constructiva de ayudarnos a mantener nuestro estado de serenidad personal. El séptimo paso de esta receta para la paz es la paciencia. Cuando esperamos en el Señor, la paciencia es la fe que espera. Cuando necesitamos paciencia para tratar a las personas, la paciencia es el amor que espera. La impaciencia nos roba la paz. La paciencia es fruto del Espíritu, que nos da paz (11). Entonces, Pablo escribe su octava condición para la paz: “Vuestra gentileza sea conocida de todos los hombres” (5). Esta es la gentileza de la aceptación. Si aceptamos las circunstancias de nuestra vida que no podemos cambiar, tendremos paz. La gentileza —o mansedumbre— y la paciencia son parte del fruto del Espíritu (Gálatas 5:22, 23).
  • 22. 22 En sus cuatro últimas condiciones para la paz, Pablo se refiere a nuestra relación con el Cristo resucitado. Nos da la novena condición para la paz cuando escribe: “El Señor está cerca”, con lo cual quiere decir “Nunca olviden que el Señor está cerca” (5). Pablo nunca estaba solo, aunque todos los que conocía lo habían abandonado cuando estaba en su último encarcelamiento. En sus últimos días en este mundo, el apóstol escribió: “En mi primera defensa ninguno estuvo a mi lado, sino que todos me desampararon; [...]. Pero el Señor estuvo a mi lado” (2 Timoteo 4:16, 17). Si estamos en una situación difícil, podemos tener paz si recordamos que el Señor siempre está cerca y puede ministrarnos. En el mismo contexto, Pablo escribe su décima condición para la paz: “Regocijaos en el Señor siempre” (4). Al exhortar a los filipenses a regocijarse en el Señor, Pablo está diciendo, en realidad: “Aprendan a obtener gozo del hecho de conocer a Cristo”. También escribe su undécima condición para la paz: “Si [hay] algo digno de alabanza”, es decir: “Aprendan a valorar la aprobación de Dios”. Si dependemos de la aprobación de las personas para mantener nuestra paz, nuestro estado de paz personal es muy frágil. Habrá momentos en que no podamos tener la aprobación de Dios y la aprobación del hombre al mismo tiempo. Podemos tener un gozo y una paz estables si aprendemos a valorar la aprobación de Dios. En la Biblia se nos dice que Dios le dijo a Abraham, simplemente: “Anda delante de mí” (Génesis 17:1). La última condición de Pablo para la paz es: “Hagan descansar sus corazones y sus mentes en Cristo” (ver v. 7). Que es otra forma de decir: “Señor, yo no puedo, pero tú, sí. No es asunto de quién o qué soy yo; es asunto de Quién y Qué eres tú. No importa lo que yo pueda hacer; lo que importa es lo que tú puedes hacer. No es importante lo que yo deseo; lo que tú deseas es importante. En última instancia, no será lo que yo hice, sino lo que tú hiciste, lo que realmente importe”. Esta actitud, que yo llamo “los cuatro secretos espirituales”, nos lleva a la “paz que sobrepasa todo entendimiento”. Estos secretos demuestran lo que significa hacer descansar nuestros corazones y nuestras mentes en Cristo Jesús. ¿Tiene usted ese continuo estado de paz que la Biblia llama “la paz de Dios”? Pídale al Señor que le dé la medida de gracia que necesita para cumplir con estas condiciones. Dios puede mantenernos en un estado de paz personal, pero es un estado condicional. Cuando cumplimos las condiciones que Pablo y otros escritores de la Biblia nos ordenan, Dios puede mantenernos en un estado de continua paz personal.
  • 23. 23 Capítulo 4 La Epístola de Pablo a los Colosenses La ciudad de Colosas está ubicada a unos 160 kilómetros de Éfeso. Es posible que la iglesia colosense fuera parte de ese grupo de iglesias satélite, mencionadas en Apocalipsis, que surgieron de la iglesia que Pablo plantó en Éfeso (Apocalipsis 2, 3). La iglesia de Colosas tenía, al menos, tres clases de problemas. Primero, había un ataque filosófico e intelectual sobre la fe de los colosenses. Después, estaba el legalismo. Los judíos mesiánicos ortodoxos estaban tratando de imponer las leyes judías a los devotos discípulos de Colosas. Finalmente, había personas en la iglesia colosense que estaban participando en actividades cuestionables, como visiones, adoración de ángeles y otros fenómenos místicos. Cuando estos problemas surgieron en la iglesia de Colosas, Epafras, que era pastor de esa iglesia, buscó a Pablo en Roma para que lo aconsejara. Probablemente, esa visita haya motivado esta carta de Pablo a los colosenses. El Libro de Efesios es la obra maestra de Pablo sobre el tema de la iglesia. El Libro de Colosenses es la obra maestra de Pablo sobre “el Cristo de la iglesia”. Parte del ataque filosófico sobre la fe de los colosenses estaba basado en la persona de Jesucristo. Había personas que hacían de Jesucristo mucho menos de lo que los credos afirman que era: “Dios verdadero de Dios verdadero”. Esta filosofía atacaba la deidad de Cristo, el hecho de que Jesucristo era Emanuel: “Dios con nosotros”. Es por ello que la preeminencia de Jesucristo es el tema de la carta de Pablo a los colosenses. En esta carta, Pablo dice: “Si ustedes tienen a Cristo, tienen todo. Si no tienen a Cristo, no tienen nada. Si Jesucristo significa algo para ustedes, entonces, debe significar todo. Porque, hasta que Jesucristo no sea todo para ustedes, entonces, en realidad, no será nada para ustedes”. Creo que, en la actualidad, en nuestras iglesias, tenemos problemas similares a los de la iglesia de Colosas. Hay personas que tratan de poner ataduras legalistas a los creyentes, que son contrarias a la enseñanza de que somos salvos por gracia por medio de la fe, y no, de las obras. También hay personas que creen que todo lo que es espiritual viene del Espíritu Santo, y eso las hace vulnerables al lado oscuro del mundo espiritual. Hay quienes profesan ser creyentes y reducen la fe a algo tan frío y rígido como el hielo. Y están aquellos que tratan de hacer de Cristo algo tan nebuloso e intangible como el vapor. Presentan a Cristo y a sus enseñanzas de forma tan complicada que uno ni siquiera sabe de qué están hablando. Estos son los problemas que Pablo trató cuando escribió a los colosenses. En las palabras correctoras de Pablo en esta carta, deberíamos encontrar aplicaciones que puedan ser utilizadas para tratar el mismo tipo de problemas en nuestras iglesias, en la actualidad. En el capítulo 1, Pablo nos presenta una de las afirmaciones más bellas de todo el Nuevo Testamento sobre quién es Cristo, cuando escribe que Él es: “...la imagen del Dios invisible, el
  • 24. 24 primogénito de toda creación. Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten; y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia” (Colosenses 1:15-18). ¿Comprende usted que Pablo presenta a Cristo de tal manera que refuta todos esos ataques filosóficos hacia su persona y su deidad? Además de decirnos quién es Cristo, observe que Pablo nos dice, también, lo que Él ha hecho: “...nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecado” (13, 14). ¿No es una maravillosa declaración del evangelio y de la obra de Jesucristo? En el capítulo 1, Pablo también les dice a los colosenses cómo hacer suyo lo que Cristo ha hecho, cuando escribe: “...si en verdad permanecéis fundados y firmes en la fe, y sin moveros de la esperanza del evangelio que habéis oído, el cual se predica en toda la creación que está debajo del cielo; del cual yo Pablo fui hecho ministro” (23). ¿Comprendemos Quién es Cristo y qué ha hecho por nosotros? ¿Comprende usted cómo hacer suyo lo que Cristo hizo por usted? A continuación, observe que Pablo nos dice cómo vivir en Cristo: “Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él; arraigados y sobreedificados en él, y confirmados en la fe, así como habéis sido enseñados, abundando en acciones de gracias” (2:6, 7). Es una bella expresión, muy práctica, de cómo vivir en Cristo, y de cuáles son los resultados de hacerlo. En el capítulo 2, Pablo nos dice lo que tenemos en Cristo, cuando escribe: “Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad. En él también fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha a mano, al echar de vosotros el cuerpo pecaminoso carnal, en la circuncisión de Cristo; sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos” (9-12). Pablo dirige estas palabras a los legalistas que les decían a los colosenses que debían ser circuncidados para ser salvos. La carta de Pablo a los colosenses demuestra su profunda sabiduría espiritual. Una de las claves de la vida espiritual de Pablo era la oración. Él nos muestra, con su ejemplo, la importancia de orar, como lo hizo Jesús. Estudie la oración de Pablo por los fieles de la iglesia de Colosas y compárela con sus propias oraciones. Después, trate de aprender a orar como oraba Pablo, creyendo que Dios escucha y responde la oración, y eso lo ayudará a comprender y seguir los caminos de Dios.
  • 25. 25 Capítulo 5 La Primera Epístola de Pablo a los Tesalonicenses El tema de la primera carta escrita por Pablo a los tesalonicenses es la segunda venida de Jesucristo. Este tema era importante para los creyentes de Tesalónica, porque Pablo les enseñó esta verdad, aun cuando estuvo con ellos durante un tiempo muy breve. En el Libro de los Hechos, hay un hermoso relato de cómo la iglesia fue plantada en Tesalónica (Hechos 17:1-15). Estos versículos también nos ayudan a comprender el extraordinario ministerio que Pablo tuvo en esa ciudad cuando se fundó esta iglesia. Esta dinámica iglesia fue fundada en menos de un mes, dado que Pablo estuvo solo tres días de reposo con ellos. Aunque Pablo iba a la sinagoga y predicaba, los primeros convertidos de Tesalónica no fueron judíos, sino hombres y mujeres griegos de elevada posición. Por esto, los judíos se volvieron muy celosos de Pablo y lo persiguieron tan ferozmente que tuvo que salir de la ciudad. Primero fue a Berea, después a Atenas y Corinto, desde donde escribió su primera carta a los tesalonicenses. Timoteo y Silas se quedaron en Tesalónica y alcanzaron a Pablo más tarde. Pablo debe de haber hecho un fuerte énfasis en la segunda venida de Jesucristo cuando pasó esas tres semanas en Tesalónica. Cuando Timoteo se encontró con él en Corinto, lo informó sobre los creyentes de aquella ciudad; le dijo que, aunque los creyentes de Tesalónica estaban fuertes en el Señor, los judíos los perseguían de tal manera que muchos de estos nuevos creyentes habían perdido la vida. Timoteo le dijo, también, a Pablo, que los tesalonicenses tenían muchas preguntas sobre su enseñanza acerca de la Segunda Venida. Estaban preocupados por sus seres queridos que habían sido martirizados en la persecución. ¿Se perderían las bendiciones de cuando Jesucristo volviera por su iglesia? Con esa perspectiva, considere estas palabras de Pablo, que hablan de la segunda venida de Jesús y el arrebatamiento de la iglesia. El arrebatamiento de la iglesia es la enseñanza de que los creyentes serán “arrebatados” al cielo antes que Jesús regrese. Pablo nos muestra su corazón lleno de amor por los tesalonicenses perseguidos, cuando escribe: “Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza. Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él. Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron. Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor. Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras” (13-18).
  • 26. 26 Este es uno de los muchos pasajes importantes de la Biblia sobre la segunda venida de Cristo. Observe la carga del corazón de Pablo al escribir este pasaje. Como gran maestro que es, Pablo no desea que estos nuevos creyentes perseguidos de Tesalónica ignoren ciertos aspectos de la segunda venida de Jesús (13). Dado que es un gran misionero, Pablo no quiere que estos creyentes tesalonicenses se queden sin fe. Básicamente, les escribe que, si creemos que Jesús murió y resucitó, también podemos creer en la resurrección de nuestros seres amados (14). Después les habla en detalle sobre el arrebatamiento de la iglesia. Pablo, que es un gran profeta, no quiere que los tesalonicenses se queden sin una palabra del Señor. Por eso, escribe que les dice esto “en palabra del Señor” (15). Finalmente, dado que Pablo es un gran pastor, no quiere que estos amados hermanos se queden sin esperanza ni consuelo. Esta es, posiblemente, la motivación primaria por la que les habla de esta verdad a los tesalonicenses, porque ellos estaban preocupados por sus seres queridos que habían sido muertos. Pablo escribe: “Cuando Cristo vuelva, los muertos en Él resucitarán primero” (ver v.16). El arrebatamiento de la iglesia es la enseñanza más importante de este dinámico pasaje de la Biblia. Pablo escribe, básicamente, esta misma enseñanza a los corintios (1 Corintios 15:51, 52). Jesús enseña esta misma verdad en su discurso del Monte de los Olivos (Mateo 24:40, 41). Pablo enseña las implicaciones prácticas de creer en el regreso de Cristo desde el comienzo mismo de esta carta a los tesalonicenses. En su saludo, escribe: “Damos siempre gracias a Dios por todos vosotros, haciendo memoria de vosotros en nuestras oraciones, acordándonos sin cesar delante del Dios y Padre nuestro de la obra de vuestra fe, del trabajo de vuestro amor y de vuestra constancia en la esperanza en nuestro Señor Jesucristo” (1:2, 3). Pablo tiene una razón para mencionar “la obra de vuestra fe” y el “trabajo de vuestro amor” cuando escribe a esta iglesia. Los tesalonicenses habían malentendido su enseñanza sobre la segunda venida de Jesús, y algunos, aparentemente, habían dejado sus trabajos. Ellos pensaban que la Segunda Venida era tan inminente que, simplemente, se sentaban a esperar todo el día que llegara el Señor. Pablo sugiere que, si tenemos fe en la segunda venida de Jesús, debemos trabajar en amor para Cristo. En el segundo capítulo de Primera de Tesalonicenses, encontramos un maravilloso perfil de Pablo como modelo de misionero. Observe el valor, la osadía, la sinceridad, la franqueza de Pablo, y su fidelidad a Dios y al evangelio de Dios. Él les dice a los tesalonicenses que el propósito de su vida era que ellos fueran prósperos espiritualmente (1-12). En el tercer capítulo, vemos el relato de cómo llegó a escribir esta carta. Pablo escribe: “Por lo cual también yo, no pudiendo soportar más, envié para informarme de vuestra fe, no sea que os hubiese tentado el tentador, y que nuestro trabajo resultase en vano. Pero cuando Timoteo volvió de vosotros a nosotros, y nos dio buenas
  • 27. 27 noticias de vuestra fe y amor, y que siempre nos recordáis con cariño, deseando vernos, como también nosotros a vosotros, por ello, hermanos, en medio de toda nuestra necesidad y aflicción fuimos consolados de vosotros por medio de vuestra fe; porque ahora vivimos, si vosotros estáis firmes en el Señor” (5-8). Es una bella imagen del gran corazón de Pablo el misionero, pastor, maestro, y autor de la mitad del Nuevo Testamento. ¿Cree usted en el arrebatamiento de la iglesia de Jesucristo? El apóstol Pablo nos habló de esto porque quería que tuviéramos consuelo. No deje de lado el consuelo que puede hallar en la enseñanza del arrebatamiento de la iglesia. Es la bendita esperanza de todos los que creen, y la única esperanza de este mundo. En el cuarto capítulo, además del pasaje que hemos estudiado, Pablo comienza a presentar algunas aplicaciones prácticas de su enseñanza, y les dice a los tesalonicenses, que estaban tan fascinados por el hecho de que Cristo iba a volver, que debían ser buenos testigos por medio de su vida reposada y su duro trabajo (11, 12). En el capítulo 5, Pablo hace, primero, algunos comentarios sobre la cronología de la Segunda Venida, y después se vuelve muy práctico al enfatizar algunas aplicaciones claras y básicas de su enseñanza. Escribe: “Pero acerca de los tiempos y de las ocasiones, no tenéis necesidad, hermanos, de que yo os escriba. Porque vosotros sabéis perfectamente que el día del Señor vendrá así como ladrón en la noche; que cuando digan: Paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina, como los dolores a la mujer encinta, y no escaparán” (1-3). En este pasaje, Pablo parece decir que debemos ser “agnósticos” con relación al momento exacto del regreso de Cristo. Pero, después, continúa diciendo: “Mas vosotros, hermanos, no estáis en tinieblas, para que aquel día os sorprenda como ladrón. Porque todos vosotros sois hijos de luz e hijos del día; no somos de la noche ni de las tinieblas. Por tanto, no durmamos como los demás, sino velemos y seamos sobrios”(4-6). Además del arrebatamiento de la iglesia, hay otros eventos que debemos considerar con relación a la Segunda Venida, como el reino de los mil años (ver Apocalipsis 20:4-6). Algunas personas toman ese reino literalmente; otras, de forma figurada. Si una persona sostiene que ese reino es espiritual o simbólico, se la llama “amileniarista”. Si cree que Jesucristo volverá antes de establecer su reinado por mil años sobre la tierra, es llamada “premileniarista”. Si cree que las cosas van a mejorar cada vez más, y que el reino de Dios se convertirá en una gloriosa realidad aquí, en la Tierra, y que, en ese momento, Jesucristo va a regresar, se la llama “posmileniarista”. Pero, sea cual fuere su posición teológica sobre la Segunda Venida, la sección de aplicación práctica de la primera carta de Pablo a los tesalonicenses es muy concreta, especialmente el final del capítulo 5 (12-22). Aquí, nos da una seguidilla de mandamientos sobre cuáles deben ser las actitudes y las acciones del creyente a la luz del hecho de que Cristo va a regresar.
  • 28. 28 En esta primera carta de Pablo a los tesalonicenses, hay dos verdades importantes que debemos aprender y aplicar a nuestras vidas. Primero, el Señor Jesús va a regresar; y, segundo, debemos participar en un trabajo de amor para Él mientras velamos y esperamos su regreso. Capítulo 6 La Segunda Epístola de Pablo a los Tesalonicenses Esta segunda carta de Pablo a los tesalonicenses es muy breve y fue escrita inmediatamente después de la primera. Los capítulos 1 y 3 son muy similares a Primera de Tesalonicenses, por lo cual, dado que este es un estudio de ambas cartas, no comentaré en detalle esos dos capítulos. De todos modos, no deje de leerlos y estudiarlos con atención; pero el capítulo clave de Segunda de Tesalonicenses es el capítulo 2. En este capítulo, Pablo responde algunas preguntas y aclara la confusión de la jovencísima iglesia de Tesalónica: “Pero con respecto a la venida de nuestro Señor Jesucristo, y nuestra reunión con él, os rogamos, hermanos, que no os dejéis mover fácilmente de vuestro modo de pensar, ni os conturbéis, ni por espíritu, ni por palabra, ni por carta como si fuera nuestra, en el sentido de que el día del Señor está cerca” (1, 2). Pablo, aquí, hace la distinción entre el arrebatamiento de la iglesia, del que habló en Primera de Tesalonicenses, capítulo 4, y el día del Señor, un acontecimiento sobre el que escribieron profetas como Joel, Sofonías y Zacarías. En 2 Pedro 3, Pedro también predice este acontecimiento. El arrebatamiento de la iglesia y el día del Señor no son lo mismo. El “día de Jehová, grande y terrible”, como es llamado algunas veces, es un juicio catastrófico de Dios sobre la tierra. El arrebatamiento de la iglesia se producirá cuando la iglesia sea quitada de este mundo. Uno será tomado, y el otro será dejado, según lo expresa Jesús (Mateo 24:40, 41). Ahora podemos ver por qué los tesalonicenses estaban confundidos. En la segunda carta que les escribe, Pablo distingue claramente entre el arrebatamiento de la iglesia y el día del Señor. En resumen Este es el corazón de la profunda verdad que Pablo enseña sobre los hechos que deben suceder antes que llegue el día del Señor. Pablo enseña que el día del Señor no puede llegar hasta que al poder de anarquía, que siempre ha estado obrando a través de Satanás y ahora es contenido por poder de Cristo, se le dé rienda suelta sobre la Tierra. Cuando eso suceda, cada persona seguirá con total desenfreno sus propios impulsos pecaminosos. Será un tiempo terrible. Aquel que se levante para liderar el mundo en ese momento será la persona que la Biblia llama el Anticristo, que tratará de tomar el lugar del Cristo
  • 29. 29 verdadero y hará guerra contra Él y contra todos los que lo aman y lo siguen. Algunos creen que la iglesia pasará un tiempo de gran tribulación en la Tierra, mientras otros creen que no. En Primera de Tesalonicenses, Pablo escribe: “Porque no nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo, quien murió por nosotros para que ya sea que velemos, o que durmamos, vivamos juntamente con él” (5:9, 10). Basándose en estos dos versículos, muchos eruditos bíblicos premileniaristas creen que Dios no permitirá que su ira sea derramada sobre su pueblo como en la Gran Tribulación. Por medio del arrebatamiento, Él rescatará a su pueblo y, después, hará caer toda su ira sobre el mundo incrédulo que quede. ¿Le dan consuelo estas palabras? Si usted conoce a Jesucristo como el Rey de reyes y Señor de señores que vendrá y reinará para siempre, estas palabras de Pablo son fuente de esperanza y consuelo. Si Jesús no es su Señor y Salvador, estas son palabras de juicio. Confíe en Jesucristo como su Salvador. Comprométase a aceptarlo como Señor ahora mismo, y estas palabras se convertirán en su bendita esperanza, y en un gran consuelo para usted. Capítulo 7 La Primera Epístola de Pablo a Timoteo Las epístolas de Primera y Segunda de Timoteo, y Tito, son las “epístolas pastorales” de Pablo, ya que están dirigidas a dos hombres que Pablo había convocado y formado para que fueran pastores. Pablo escribió Primera de Timoteo y Tito aproximadamente al mismo tiempo, y ambas cartas son muy similares. Más tarde, bajo la dureza extrema de su segundo encarcelamiento en Roma, escribió su segunda epístola a Timoteo, que registra sus últimas palabras. Por lo tanto, estudiaremos Primera de Timoteo, después Tito, la breve carta de Pablo a Filemón, y concluiremos nuestro estudio de las cartas de Pablo con Segunda de Timoteo. Timoteo fue estratégicamente colocado por el apóstol Pablo para que fuera pastor de la iglesia de Éfeso. Tito fue colocado en la isla de Creta. Al leer las cartas dirigidas a Timoteo y Tito, vemos dos personalidades completamente diferentes. Es obvio que Timoteo era una persona joven, compasiva y sensible, que Pablo muestra como ejemplo de un pastor amoroso, que cuida de su congregación. Timoteo, también, debe de haber sido algo tímido, ya que necesitaba que Pablo lo exhortara a ser más osado y seguro. El perfil de Tito que vemos en la carta de Pablo para él es muy diferente. Tito era un hombre mayor, aparentemente, muy maduro y estable. Lo sabemos por las tareas que Pablo le encomendó. Por
  • 30. 30 ejemplo, Pablo usó a Tito para entregar personalmente sus cartas correctivas a la convulsionada iglesia de Corinto. También ubicó, estratégicamente, a Tito en la isla de Creta, que era un lugar muy difícil para plantar y pastorear una iglesia. Los cretenses eran hostiles, violentos, difíciles. Tito era, probablemente, el mejor hombre que Pablo tenía para un desafío tan difícil en el pastorado. Entre Pablo y Timoteo había una relación intensamente personal, una relación de padre a hijo en la obra del ministerio. Podemos suponer que, cuando Pablo enseñó en la escuela de Tirano, en Éfeso, Timoteo fue uno de sus alumnos. Pero Timoteo había conocido al apóstol Pablo en Listra (ver Hechos 16:1). Timoteo estaba presente, probablemente, cuando Pablo fue apedreado en esa ciudad y dado por muerto. ¡Imagine el impacto que ese episodio debe de haber tenido en un joven como Timoteo, cuando Pablo, milagrosamente, sobrevivió al ataque! Se me ocurre que, cuando Timoteo vio el valor y el carisma de Pablo, este se convirtió en su héroe. Pablo convocó a Timoteo en Listra, en su tercer viaje misionero, ya que, a partir de ese momento, Timoteo es mencionado como parte del equipo misionero de Pablo. Los eruditos creen que Pablo escribió esta primera carta a Timoteo después de ser liberado de su primer encarcelamiento en Roma. El propósito de esta carta era que Timoteo supiera cómo la iglesia de Dios, que es la columna y baluarte de la verdad, debía funcionar, según el designio de Dios. En este plano del orden de la iglesia, y en su carta a Tito, Pablo hace énfasis en el carácter que deben tener los hombres que lideren la iglesia (ver 1 Timoteo 3:1-13). Muchas personas creen que la iglesia es una “estación para la salvación de personas”. Pero, en realidad, la iglesia debe ser una “base de operaciones” para la salvación de las personas, el centro desde el cual la verdad del evangelio es proclamada por laicos espiritualmente activos. Para que la iglesia local sea este centro de verdad, debe tener pautas espirituales definidas para sus miembros y, especialmente, para sus líderes. Al estudiar esta carta, encontramos que se hace énfasis en muchas otras verdades. El apóstol Pablo las llama “palabra fiel”. Cuando Pablo les escribe a estos pastores, algunas veces, dice: “Palabra fiel es esta, y digna de ser recibida por todos”. Lo que quiere decir con esto es: “Ahora voy a decir algo que es realmente importante”. La primera “palabra fiel” que Pablo le dice a Timoteo es: “Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero” (1 Timoteo 1:15). Lo que Pablo dice aquí es que el Señor quería darles un ejemplo a los pecadores. Algunas veces, las personas piensan que son demasiado pecadoras como para ser salvas. A estas personas, Pablo les dice, básicamente: “Jesús ya ha salvado al peor pecador del mundo. Cuando Jesucristo me salvó, salvó al peor pecador que jamás haya vivido. ¡Si Él puede salvarme a mí, sin duda puede salvarlo a usted!”. Pablo no está simplemente actuando con modestia al decir esto. Dado que había perseguido a la iglesia, él realmente se consideraba el peor de los pecadores.
  • 31. 31 En el capítulo 2, cuando le dice a Timoteo cómo debe funcionar la iglesia diariamente, Pablo hace de la oración la primera prioridad de la iglesia (1 Timoteo 2:1). Cuando ordena que se eleven oraciones por todos los hombres, Pablo prescribe un tipo especial de oración, que podríamos llamar “oración evangelística”. Es orar por todos los hombres, porque Dios “quiere que todos los hombres sean salvos” (v. 4). La iglesia debe ser la columna y el baluarte desde el cual se proclame la verdad del evangelio (1 Timoteo 3:15). Esa verdad del evangelio debe ser proclamada con oración, porque solo el Espíritu Santo puede convertir a las personas y hacer discípulos. Según Pablo, la oración en la iglesia debe ser la primera prioridad del pastor (ver 2:1). Piadosos supervisores La primera carta de Pablo a Timoteo y su carta a Tito deberían ser el libro de orden oficial de todas las iglesias. Pablo ordenó muchos asuntos prácticos teñidos de color local en estas cartas pastorales. También ordenó principios que son supraculturales —es decir, en los cuales no influye el entorno cultural— y que deberían ser aplicados en todo lugar y por todas las generaciones de la iglesia. Por ejemplo, hay un pasaje que ha hecho que Pablo no sea demasiado apreciado por muchas mujeres, en la actualidad. Pablo escribe: “Asimismo que las mujeres se atavíen de ropa decorosa, con pudor y modestia; no con peinado ostentoso, ni oro, ni perlas, ni vestidos costosos, sino con buenas obras, como corresponde a mujeres que profesan piedad. La mujer aprenda en silencio, con toda sujeción. Porque no permito a la mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio” (1 Timoteo 2:9-12). Pablo no dice que las mujeres no pueden ministrar, pero sí dice algo que repite vez tras vez en todas sus cartas: Hay un orden divino en el cual el hombre es la cabeza del hogar, Cristo es la Cabeza del hombre, y el hombre es la cabeza de la mujer. Esto significa que, así como Cristo supervisa y pastorea a la iglesia, el hombre debe supervisar y pastorear a su mujer y su familia, y los hombres deben supervisar o pastorear la iglesia local. La Biblia enseña claramente que los hombres tienen la responsabilidad de ser líderes del hogar y de la iglesia. Las Escrituras enseñan la absoluta igualdad del hombre y la mujer a los ojos de Dios, pero no enseñan que sus roles y funciones sean iguales. La Biblia dice: “Varón y hembra los creó”, y les asignó ciertos roles, responsabilidades y funciones a cada uno. En mi opinión, una mujer puede desarrollar cualquier ministerio en el contexto de una iglesia local, mientras lo haga bajo la autoridad de quienes son los ancianos o líderes de la iglesia. Por lo tanto, no veo ninguna razón por la que una mujer no pueda ser pastora de una iglesia local, bajo la autoridad de los ancianos, así como un pastor varón está bajo la autoridad de los ancianos. Esto nos lleva a otro tema importante en estas cartas pastorales. En Primera de Timoteo, encontramos mucha instrucción
  • 32. 32 con relación a los requisitos, el rol y la responsabilidad de los líderes de la iglesia. El obispo (o anciano) tiene la responsabilidad de gobernar, supervisar o pastorear el rebaño de Dios. La otra clase de líder de la iglesia es el diácono. Los diáconos sirven. Pueden servir en ministerios espirituales o de naturaleza estrictamente práctica, pero no tienen la responsabilidad de gobernar ni supervisar. Estas dos clases de líderes de la iglesia se nos presentan por primera vez en el sexto capítulo del Libro de los Hechos. Estos líderes también son mencionados en estos libros de orden de la iglesia, Primera de Timoteo y Tito, donde se presentan los requisitos para ellos. Una de las razones por las que la iglesia no tiene poder, en la actualidad, es que hace mucho tiempo que dejamos de preocuparnos por que se cumplieran los requisitos definidos para ser miembro de una iglesia, y los requisitos aun más definidos para ser líder de una iglesia. La forma más importante en que una iglesia proclama el evangelio en cualquier generación es por medio de las vidas de sus líderes y sus miembros. Si usted es anciano en una iglesia local, lea con cuidado y en oración los requisitos para los obispos en estas cartas pastorales de Pablo, y pida a Dios que le dé la gracia para cumplir con ellos. Pablo hace énfasis en el hecho de que los obispos deben ser espiritualmente maduros y tener las cualidades espirituales necesarias para ser líderes. Una cualidad que con frecuencia es malentendida es que el obispo debe ser “marido de una sola mujer” (2). Esto significa, literalmente, “hombre de una sola mujer”, es decir, un hombre que tiene una esposa. Después de estudiar estas palabras en el idioma original, no creo que signifiquen que este hombre no pudo haber tenido nunca otra esposa, sino que, en el momento actual, vive con una sola mujer. Observe que los requisitos para los diáconos son tan elevados como los de los obispos. Igualmente estrictas son las pautas para las esposas de estos líderes espirituales. Este es un énfasis muy importante en los libros de Primera de Timoteo y Tito. En esta carta, Pablo advierte a Timoteo sobre la apostasía, que significa ‘apartarse de lo que alguna vez se creyó’. Pablo predice que, en los últimos días, habrá gran apostasía. La apostasía, aquí, se presenta en dos variedades: “espíritus engañadores” y “doctrinas de demonios” (1 Timoteo 4:1). “Espíritus engañadores” significa que no todo lo espiritual es del Espíritu Santo. Mucha gente no tiene en cuenta esta distinción. Simplemente se abren a cualquier cosa que provenga del mundo espiritual, sin darse cuenta de que hay espíritus que pueden llegar a engañar a las personas para apartarlas de su fe en Cristo. La segunda forma de apostasía que Pablo cita es la que llama “doctrinas de demonios”. La Palabra de Dios es la doctrina que debemos enseñar y predicar en la iglesia. Pero también hay falsas doctrinas, “doctrinas de demonios”. Estas doctrinas no se encuentran en la Biblia, y no provienen de Dios. Provienen del diablo, y muchos son engañados por falsas doctrinas que no se encuentran en la Biblia. El pueblo de Dios jamás debe basar lo que cree en conceptos que no
  • 33. 33 están en la Biblia. Timoteo, aparentemente, tuvo una experiencia particular cuando fue ordenado. Aquí se sugiere que, cuando los ancianos le impusieron las manos, algo se transmitió a él. Pablo, básicamente, le dice: “Dedica todas tus energías a aquello que comenzó cuando fuiste ordenado”. Creo que se refiere al mismo “carisma” cuando escribe: “Ocúpate en la lectura, la exhortación y la enseñanza” (ver vv. 13-16). Pablo tiene algunas palabras para Timoteo sobre sus relaciones con las personas en el cuerpo de Cristo. El consejo no parece ser que se comporte de manera “profesional” con su pueblo. Por el contrario, Pablo le dice a Timoteo que se relacione con la familia de Dios como si todos fueran miembros de su propia familia biológica (1 Timoteo 5:1, 2). No se trata de una relación “profesional”, sino una relación familiar de amor e intimidad. Pablo da a Timoteo ciertas instrucciones sobre la importancia de hacer cumplir los elevados requisitos para los ancianos. Le dice que, si un anciano peca —como es obvio que lo hará—, debe ser censurado públicamente, porque su ministerio es público. Pablo advierte a Timoteo que no sea parcial en cuanto a esta disciplina de la iglesia, aunque el anciano censurado sea amigo suyo. Básicamente, Pablo escribe: “No designes a las personas a la ligera, Timoteo. Te ahorrarás muchos dolores si oras durante mucho tiempo antes de designar a un hombre para la posición de anciano” (1 Timoteo 5:17- 25). Aunque la principal preocupación de Pablo es el carácter de los hombres que van a guiar a la iglesia, en el capítulo 6, también da otros consejos. Por ejemplo, Pablo da a Timoteo algunos consejos prácticos sobre los esclavos. Le dice que les enseñe a los esclavos que honren a sus amos, de manera que el nombre de Dios no sea blasfemado (1). Pablo era suficientemente realista como para saber que el problema social de la esclavitud no iba a desaparecer. Muchos de los primeros creyentes eran esclavos, y, dado que aún no estaban emancipados en este mundo, Pablo les muestra cómo manejarse dentro de su esclavitud. En este capítulo, también encontramos un notable pasaje con respecto a la ganancia y la piedad. En nuestra cultura, se hace gran énfasis en el valor que tiene la ganancia. Desde el día que un niño va a la escuela, se le enseña a basar su valor según sus logros. Pero, al llegar a la edad adulta, esto se convierte en una fórmula inadecuada para la realización personal. Hay muchas personas que llegaron a ser las mejores en su profesión, pero no han hallado paz, realización personal o felicidad por medio de sus logros. Creo que esas personas pueden beneficiarse con las palabras de Pablo: “Gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento” (6). Pablo, entonces, continúa compartiendo algunas advertencias relacionadas con el materialismo, cuando escribe: “Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de todos los males es el amor al dinero” (9, 10).