El documento discute varios temas relacionados con el cerebro y los neurotransmisores. Habla sobre la oxitocina y su papel en el amor, la dopamina y su rol en el placer y la satisfacción, y la serotonina y cómo ayuda a regular el estado de ánimo y el bienestar mental. También menciona las neuronas de Von Economo y su posible implicación en procesos cognitivos complejos como la empatía y la toma de decisiones. Finalmente, analiza la posibilidad de que los patrones neuroquímicos en el cerebro
19. Serotonina: Lo que la neurociencia nos enseña sobre
el bienestar y la paz mental
20. https://www.facebook.com/756340888099468/photos/rpp.756340888099468/819944065072483/?type=3&theater
Fuente: Psiquiatra Claudia G. Cinelli.
La dopamina y la serotonina son los dos
neurotransmisores más importantes del cerebro.
¿Qué es la dopamina?
La dopamina es un neurotransmisor responsable
de nuestro placer, éxtasis, satisfacción,
celebración de logros, etc. Cuando celebramos
nuestros logros o nos enamoramos, nuestro
cerebro libera dopamina y nos genera una
sensación de bienestar, placer o incluso euforia.
¿Qué es la serotonina?
La serotonina es un neurotransmisor inhibidor en
el cerebro. A diferencia de la dopamina, la
serotonina no tiene efectos estimulantes en el
cerebro, por lo que sólo puede ser inhibitoria y
no excitatoria. No obstante, también tiene un
importante papel en el cerebro. Te hace estar
tranquilo o de buen humor. La serotonina ayuda
a regular el apetito, el ciclo del sueño, inhibe la
violencia y reprime el dolor.
26. • Las neuronas Von Economo son una clase especial de células nerviosas
características de los humanos y los grandes simios.
• Son especiales por su particular estructura en forma de huso y porque
están implicadas en complejos procesos cognitivos que tienen que ver con
la socialización, la empatía, la intuición o la toma de decisiones
complejas.
• Según las investigaciones, al parecer las células de huso evolucionaron
hace aproximadamente 15 millones de años, antes de la divergencia
evolutiva de orangutanes y homínidos.
• La observación de que las células de Von Economo se dan en un grupo
altamente significativo de animales ha llevado a especular que son de
gran importancia en la evolución humana y en las funciones
cerebrales.
• El hecho de que se hayan descubierto estas neuronas en otras especies
(como ballenas) sugiere que podrían ser una adaptación neuronal
obligatoria en cerebros de gran tamaño, lo que permitiría un rápido
procesamiento y una transferencia de información a lo largo de
proyecciones altamente específicas, y que evolucionó en relación con los
comportamientos sociales emergentes.
27. El neurocientífico discurre sobre danzas de neuronas capaces de engendrar todas las
coreografías del alma. Las conocidas y las que podrían conocerse. Arreglos de la
neuroquímica que podrían ser la clave de amor, de la esperanza, de la angustia. Hasta del
sentimiento de Dios. El alumno sigue imaginando aquel iceberg que induce a creer que solo
conocemos pequeños fragmentos de una mente inmensa que yace escondida e inexplorada.
Aquel gran científico descreía de una deidad que solo jugaba a los dados. Pero el
neurocientífico parece contradecirlo. O no. Podría replicar que una coreografía es un orden.
Aunque el orden neuronal sea apenas una gota de posibilidad en un océano infinito. Las
neuronas siguen danzando sus inasibles figuras. Figuras que engendrarán un rostro, un
nombre, un extravío. Todas las gamas de la memoria y de la emoción detrás de una conexión
inaudita de estados. Aquel divulgador famoso invitaba a conceder la posibilidad de otras
inteligencias en otros mundos. Otras neurofísicas capaces de crear infinitos cielos e infiernos.
O infinitas posibilidades más allá de cielos e infiernos. Universo duales, plurales, singulares.
El escritor de las bibliotecas contrapuso el regocijo exultante de Giordano Bruno ante la
infinitud cósmica, con la angustia de Pascal ante una espantosa esfera cuyo centro estaba en
todas partes y su circunferencia en ninguna. Acaso seamos una humilde neuroquímica
pasible de ser codificada en una secuencia de números. Podríamos haber sido tantas otras
cosas, pero no las seremos. Llega un momento en que resulta difícil decidir si eso es una
pena o un alivio. Es que nuestra imaginación es tan amplia y tan estrecha. Podemos pensar
en la existencia de mil sentidos en lugar de cinco; pero no tenemos ni la menor intuición de
cómo sería el sexto o el séptimo. Podemos pensar en un caleidoscopio de emociones
inefables; pero no podemos sentir el más mínimo atisbo de lo que sería experimentarlas.
Como el imposible universo visual de un murciélago, la imaginación apenas puede bosquejar
estructuras descarnadas. Quizás esa imposibilidad obedezca a una ausencia. Acaso exista una
danza neuronal que podría justificarnos para siempre. Pero desconocemos sus pasos y su
ritmo. Nuestro cerebro nos ofrece tantas cosas. Pero no las que desearíamos. O más
precisamente: nos muestra que podría existir un cielo, pero apenas nos permite ver sus
inconexos retazos. Y eso ya no me consuela.
FFG
Danzas neuronales