1. El reto de las transversales
(1998)
Amando Vega Fuente - Univ. País Vasco.
Índice.
Presentación.
El problema de las drogas como un problema transversal.
La educación sobre drogas: aspectos generales.
La transversalidad de la educación sobre las drogas.
Presentación
La transversalidad es una palabra un tanto extraña que se nos ha colado en nuestro
argot profesional. Si un profesor dice que lleva matemáticas, geografía, literatura,
seguro que todos le entienden. Pero si dice que se encarga de transversales, seguro que
se puede encontrar con las caras más extrañas, de unos, porque no saben de qué va y
de otros, por lo complicado de la tarea de transfundir transversales.
El diccionario de la Real Academia puede ayudarnos a clarificar dudas. Pero el término
"transversal" aparece con diferentes significados:
o que se halla o se extiende atravesado de una lado a otro,
o que se aparta o desvía de la dirección principal
o dicese del pariente que no lo es por línea recta.
¿Con qué significado nos quedamos? El primer significado me recuerda otro termino
familiar, atravesado, cargado de connotaciones negativas en no pocas ocasiones, p.e.
"tengo atravesado un tema", "se travesó un perro"... El término travieso, que tiene
relación con el significado anterior, también puede resultar sugerente, a la hora de
considerar las transversales como dificultad que se presenta.
Si nos fijamos en el segundo, uno puede pensar que se trata de algo marginal, que
sigue derroteros menos importantes, incluso que no encaja en lo básico, en la dirección
principal. La primera vez que estuve por Mérida (Venezuela), en el plano de la ciudad
aparecía una aviso claro: cuidado con las calles transversales, pues no tienen
preferencia. Bueno, que si te descuidas, te la pegas.
El tercer significado se puede interpretar como algo que viene de fuera..., que no tiene
pureza de sangre. La escuela está para formar, y cuestiones como la salud, la drogas y
cosas parecidos son, para no pocos, sino un pérdida de tiempo, sí algo difícil de asumir
en el marco académico. Lo que puede explicar la falta de compromiso tanto de los
profesores como de los politicos.
Como se puede ver, estoy con una interpretación particular de los significados del
diccionario y llevo el agua a mi molino, con la esperanza de que a nadie se le "atraviese"
esta exposición y tomemos conciencia de la importancia de la transversalidad en el
compromiso educativo que tiene la escuela.
Porque este término dentro de la reforma tiene otro significado con gran potencialidad
educativa. La educación escolar, sobre todo en su etapa obligatoria, tiene como principal
meta contribuir a desarrollar en los alumnos y alumnas aquellas capacidades
que se consideran necesarias para desenvolverse como ciudadanos con plenos
2. derechos y deberes en la sociedad en la que viven... Y para conseguir ésto, se han
introducido una serie de enseñanzas que responden a problemas sociales bajo el
término transversales, que implican atender no sólo a las capacidades
intelectuales de los alumnos, sino también y fundamentalmente, a sus
capacidades afectivas, motrices, de relación interpersonal y de inserción y de
actuación social. Se contribuye así a la formación integral (MEC, 1993; ROSALES,
1997).
Como el objetivo es muy ambicioso, no extraña la dificultad de llevar adelante los
contenidos transversales, más cuando la escuela tradicional ha estado más centrada en
la enseñanza que en la educación. En este sentido, se comprende que el 86% de los
profesores señale la insuficiencia de la formación para las materias transversales, según
el primer informe sobre la calidad de la secundaria obligatoria (El País, 1, III, 98). Sin
embargo, de acuerdo con este mismo informe, entre los aspectos más destacados por
padres y profesores aparecen contenidos transversales, entre los que destacan la
prevención del consumo de drogas, la educación para la salud y la educación moral y
cívica.
En este sentido, conviene saber en dónde está el problema: si en la transversalidad en
sí misma o en sus contenidos: salud, drogas, valores, etc. No hay que olvidar que la
droga, la salud y los valores..., son temas, en cierto modo, peligrosos. Pero la dificultad
también puede estar tanto en la falta de formación sobre el tema como en la carencia
de un compromiso del propio sistema educativo o la falta de una organización escolar
que permita tratar las transversales con sentido y coherencia dentro de los proyectos
educativos de los centros.
El problema de las drogas como problema transversal.
En primer lugar, conviene tomar conciencia de que las drogas como fenómeno social
están profundamente arraigadas en nuestra cultura y se puede decir que atraviesan de
una lado a otro la estructura de la sociedad actual. Porque las drogas como sustancia
aparecen en todos los ámbitos de la sociedad. Incluso, teniendo en cuenta el papel que
juegan las drogas en la sociedad actual, se puede decir que la sociedad no funcionaría
sin estas sustancias. Son como el aceite que engrasa toda la maquinaria social. Si, de
repente, desaparecieran las drogas, el caos llegaría a nuestra sociedad. Aquí, por
supuesto, me refiero tanto a las drogas ilegales como a las legales: el alcohol, el tabaco
y los medicamentos
Desde esta misma transversalidad, se entiende que el problema de las drogas, no es
sólo una cuestión de los consumidores, sino una problemática social compleja, donde
además del consumidor está todo ese complicado y oculto entramado de intereses
políticos, económicos e ideológicos que produce, comercializa, y distribuye las drogas
( VEGA, 1992, ARANA Y OTROS, 1996) sin olvidar factores socioculturales (GAMELLA,
1997).
Al mismo tiempo, hay que ser conscientes de que las drogas están plenamente insertas
en la vida y en el pensamiento cotidiano (MARTI, 1998). Se puede sostener que vivimos
en una una cultura drogadicta. Las drogas están insertas en nuestra vida cotidiana de
forma tan profunda, que muchas veces ni nos damos cuenta. En el caso de las drogas
legales, uno puede fijarse en el alcohol y se sorprenderá de la cantidad de elementos de
la vida cotidiana que hacen referencia a la cultura del alcohol. En el caso de las
sustancias ilegales, uno puede ver que nos venden, por ejemplo, perfumes con nombres
como "Opium", "Cocaína"...En cierto modo, el consumo de drogas es una adaptación a
los valores dominantes (BACHMAN, 1995).
Pero también se puede tener en cuenta que el fenómeno de las drogas es una "cuestión
atravesada" para muchas personas. El consumo de drogas provoca tremendos
problemas en persona, familias, comunidades, paises, como todos sabemos. Tambien
las drogas dificultan el trabajo de no pocos profesionales, que encuentran en este
3. fenómeno de las drogas una "cuestión difícil" de solucionar dentro de su propio ámbito
de trabajo. Se entiende así que el fenomeno drogas sea una cuestion que preocupa a las
familias, a los educadores en general.
En el Informe sobre la marcha de la ESO, se puede constatar la prioridad dada por
padres y profesores a este problema. En este caso, parece que se refieren a las drogas
prohibidas, pues las drogas legales no suelen provocar grandes inquietudes, a no ser
en situaciones límites. Así el alcohol goza de gran aceptación tanto en la sociedad como
en la familia (CEAPA, 1997), lo que. también sucede con el tabaco y los medicamentos.
Conviene comprender, por ésto, la realidad del problema de las drogas. Pues, no sólo
existe una gran variedad de sustancias, sino también diferentes tipos de consumo,
diversidad de personas que las consumen así como una gran variedad de situaciones
personales y sociales. Si algo destaca en el discurso general de "la droga", es la
simplicidad de los argumentos, que no resisten sencillos análisis críticos. Y es en este
marco de reflexión en el que habrá que considerar el problema de las drogas dentro la
escuela.
Y, en esta misma linea, conviene conocer el alcance del fenómeno drogas entre los
estudiantes, cuestión que no se resuelve sólo con estudios sociológicos. Los estudios de
consumo aportan una rica información que nos proxima a conocer el problema de las
drogas en sus ascpetos más genéricos (EDIS, 1997). Pero, existen otras serie de
cuestiones relacionadas con las drogas en un sentido amplio, que pueden ayudarnos a
comprender no sólo la relación estudiante-droga, sino también a descubrir vias de
acción educativa.
Y es aquí, donde aparece la importancia de tener en cuenta el derecho a recibir una
educación adecuada ante unas sustancias que pueden ser peligrosas para el individuo,
ya que vivimos en una cultura de drogas.
Pero no podemos limitarnos a reducir la demanda, cuando hablamos de la acción
educativa relacionada con las drogas. Se suele olvidar que también el problema de las
drogas se reduce si no hay otras personas que ofrecen y promocionan estas sustancias,
estén prohibidas o culturalmente aceptadas.
Al mismo tiempo, conviene recordar el proceso evolutivo de nuestros alumnos, desde la
infancia a la adolescencia en su relación con diferentes drogas. Para invitar a la
reflexión, me remito al estudio de GIMENO(1996) sobre la transición a la educación
secundaria. Allí, al tratar de las consecuencias de este significativo rito de paso,
recoge tres significativos comentarios de studiantes:
o "Para mi el cambio es complejo...lo peor es que todos estos cambios ocurren
cuando está cambiando tu personalidad, te haces más maduro...es un cambio
que hace que la vida te resulta más difícil. Empiezas a sentir lo que sucede a tu
alrededor...has de saber decir no a la droga y al alcohol..." (un estudiante)
o "En EGB el trato era más de persona a persona y la relación con los profesores
no era tan difícil. Al cambiar de centro tienes que volver a hacer amigos y una
mala aceptación puede que haga que empieces con mal pie... y ahora te
encuentras que no tienes en quien apoyarte. Para llegar al centro ahora tengo
que madrugar más, duermo menos y tengo menos aguante por el día..." (una
estudiante).
o "El nuevo centro es muy grande, te pierdes. Pero tiene bar..." (un estudiante)
Son tres comentarios que considero tienen un valor especial para el tema que nos
ocupa, teniendo en cuenta que se trata de un estudio centrado en la transición, no en
las drogas. Aquí el mundo de las drogas aparece en su doble vertiente, peligro y
encuentro, en una etapa educativa crítica.
4. A partir de aquí, se entiende que la escuela, por su parte, no sólo está inmersa en esta
cultura donde las drogas tienen un protagonismo sino que también puede reforzar mitos
y actitudes de la familia y la sociedad en general ante las sustancias consideradas
drogas. Así se puede constatar cómo el tema del alcohol es tratado con parcialidad
dentro del ámbito educativo, reflejo claro de las actitudes sociales vigentes. Incluso, en
la escuela o desde la escuela, se organizan actividades festivas (fin de curso,
excursiones, etc.) donde el alcohol asume gran protagonismo, sin que profesores ni
padres se planteen interrogante alguno, mas allá de algunas lamentaciones ante
situaciones más dramáticas (accidentes, violencia callejera, etc.).
En este ambiente, resulta fácil entender que también los escolares lleguen al consumo y
al abuso del alcohol, como confirman no pocos estudios (CUANTER, 1994, LUENGO Y
OTROS, 1995, ELZO Y OTROS, 1996...) y que este consumo se produzca, sobre todo,
durante el fin de semana en lugares públicos (bares, discoteca, calle.) en tiempos de
ocio plenamente controlados por el consumo. Se comprende también que este consumo
y abuso, aparezca en población cada vez más joven. Comm también se comprende que
existan estudiantes implicados en el pequeño tráfico de diferentes drogas como puede
ser la venta de alcohol y de las llamadas de "diseño" en los fines de semana.
La educación sobre drogas: aspectos generales.
Ante este fenómeno, la educación sobre las drogas no tiene otro objetivo que
contribuir a desarrollar en los alumnos y alumnas aquellas capacidades que se
consideran necesarias para desenvolverse como ciudadanos con plenos
derechos y deberes en la sociedad en la que viven(MEC, 1993). Pero no basta con
la información sobre las sustancias y temas afines. De poco sirve la información si las
personas no disponen de los recursos educativos que les permitan un sano manejo de
estas sustancias y un libre desenvolvimento en la cultura de las drogas. La información
por sí sola, puede incluso incitar al consumo y al abuso de la sus sustancias prohibidas..
La consecución de los objetivos propios de la educación sobre las drogas, como puede
comprenderse, exige mucho más que realizar dentro de los centros educativos algunas
actividades, aplicar unos programas o disponer de una asignatura centrada en los temas
de la salud. Se necesita, ante todo, una escuela sana para que la educación sobre las
drogas consiga su meta. El actual reto de la salud se concreta en construir una cultura
de la salud dentro de los centros educativos, cultura a extender a la sociedad. En este
sentido, la educación sobre las drogas encuentra su pleno sentido y desarrollo en el
marco de la Promoción de la Salud, en la que no sólo están comprometidos los
profesores del centro sino también otras personas, profesionales o no, pertenecientes a
la comunidad más amplia.
Con la educación sobre las drogas no se trata de otra cosa que de recuperar los
objetivos básicos de la educación general en su sentido más profundo y comprometido.
Me refiero a que la escuela tiene como misión enseñar a leer, escribir y manejar
numeros. Pero se trata de una lectura profunda, no sólo de lo que viene en los libros,
sino de lo que está escrito en nosotros mismos, en los demás y en el mundo, tarea que
no acabamos de completar nunca. Hay que encontrar el sentido de las cosas, los valores
profundos... Si sabemos leer, aprenderemos a escribir, a expresarnos, a redactar la
vida, sin dictados de nadie, nuestra vida, nuestra sociedad, nuestra familia. Y aquí, el
saber de números ayuda a ser precisos y superar engaños. Entonces, entenderemos que
lo que significa la educación, la salud, las drogas, los valores, etc.
Desde este marco saludable de la escuela, "las drogas" se convierten no sólo en un
contenido de la transversal-educación para la salud, sino en una linea transversal de las
tranversales. Porque las drogas tienen que ver con los valores, con el consumo, con la
sexualidad, con la convivencia, con la seguridad..., en definitiva, con la vida. Pero, al
mismo tiempo, las drogas como sustancias no son propiamente el problema, sino un
5. elemento a tener en cuenta, porque lo que interesa es la persona y su pleno desarrollo
educativo en el contexto social en el que vive. En este sentido, el abuso de las drogas o
su posibilidad es una llamada de urgencia a la innovación y el compromiso social de los
centros educativos.
La educación pretende ir más allá de la simple transmisión de conocimientos
relacionados con unas sustancias, para conseguir actitudes sanas y estimular hábitos
ajenos al abuso de las drogas, siendo los profesores los mediadores de esta meta
educativa.
En este sentido, lo primero que habrá que intentar es una comunicación auténticamente
educativa en los centros escolares, teniendo en cuenta todos los elementos que
intervienen. Al mismo tiempo, habrá que superar barreras y resistencias para ofrecer
una información objetiva sobre las drogas y sus efectos, apoyada en fuentes adecuadas
y precisas, sin perder de vista la complejidad de la problemática actual del consumo de
las drogas. Pero este conocimiento y esta comunicación no tendrá sentido si no está
contextualizado en un medio determinado, lo que ayudará a comprender el sentido y
alcance de las necesidades educativas concretas relacionadas con las drogas.
La atención educativa a estas necesidades exige, al mismo tiempo, tener en cuenta la
diferente implicación en el consumo de drogas entre los estudiantes. Se puede recordar
que existen entre los adolescentes, no consumidores positivos y negativos (les cuesta
no consumir), consumidores ocasionales, consumidores moderados, grandes
consumidores y consumidores dependientes. Por esta razón, los objetivos generales de
la educación sobre las drogas, requieren su conversión en objetivos más específicos
según las etapas y las necesidades específicas de los alumnos en relación con la
problemática de las diferentes drogas.
Pero, sobre todo, lo que importa es que el sistema educativo ofrezca una auténtica
educación. Pues, la meta de la educación sobre las drogas, no es otra que conseguir que
los estudiantes aprendan a tomar decisiones sanas ante todas las drogas que nuestra
sociedad ofrece, sean legales o ilegales. Encaja perfectamente aquí la propuesta del
MEC (1993), al tratar de los temas transversales, de que la educación debe posibilitar
entender los problemas cruciales del mundo actual y ayudar a elaborar un juicio
crítico respecto a ellos, siendo capaces de adoptar actitudes y
comportamientos basados en valores racional y libremente asumidos.
Desde esta perspectiva, se entiende la necesidad de intervenciones amplias a enmarcar
en todo el contexto familiar, escolar y social en definitiva(VEGA, 1993). Al mismo
tiempo, si se asume la complejidad del hecho educativo, se verá también la necesidad
de una reflexión más profunda a la hora de plantear intervenciones educativas
concretas. Todo lo cual justifica el apoyo de servicios especializados en el fenómeno
drogas que faciliten y orienten la acción educativa en un marco colaborativo y de
reflexión contínua.
La profesionalidad de los docentes, por otra parte, exige que estos desempeñen un
papel fundamental en las decisiones relativas a los objetivos y contenidos de la
enseñanza, ya que ellos son los que mejor conocen a sus alumnos y son los más
indicados, por tanto, para establecer la ayuda pedagógica que se les debe ofrecer (MEC,
1990). Y aquí aparece la transversalidad no sólo como una estrategia de acción sino
como una filosofía que viene a reforzar y a dinamizar el compromiso de todos los
miembros de la comunidad educativa escolar.
La transversalidad de la educación sobre las drogas.
En no pocas ocasiones aparecen comentarios y escritos poniendo en duda la eficacia de
la educación sobre las drogas. Y uno tiene que dar la razón a estos comentarios, pues,
precisamente las actitividades llevadas a cabo para esta tarea no son precisamente
6. "educativas", sin negar por ésto la buena voluntad de sus promotores.
La educación es una tarea muy compleja que no se puede equiparar con un programa,
un método o una técnica "maravillasa" con gran potencialidad educativa. En el fondo,
seguimos soñando con encontrar esa "sustancia mágica" que resuelva de forma fácil y
rápida los múltiples interrogantes planteados por la educación escolar sobre las drogas.
Y los problemas de drogas no pueden solucionarse con otras drogas.
Desde hace tiempo, se ha resaltado la necesidad de respuestas integrales a la
problemática de las drogas, más allá de campañas y actividades informativas puntuales.
El Plan Nacional sobre Drogas (MINISTERIO DE SANIDAD Y CONSUMO, 1985) parece
recoger esta planteamiento cuando resalta que las actividades a desarrollar se
centran en la educación para la salud en el medio escolar, la promoción del
bienestar de la población juvenil y la participación de los agentes sociales,
dentro de un marco de coordinación entre los servicios escolares, sociales y de
salud.
En este sentido, hace falta que el profesor, el educador en general, tome conciencia de
su profesionalidad educativa y reflexione personalmente y en equipo sobre la
responsabilidad que le compete, valorando los recursos que tiene a su disposición para
intervenir ante la problemática de las drogas. Y, en principio, lo que está bien claro es
que el consumo de drogas dificulta el aprendizaje y deteriora el pleno desarrollo
educativo de las personas, incluyendo aquellas que no han consumido por sí mismas las
diferentes drogas(por ejemplo, hijos de padres alcohólicos). Por esta razón, si la escuela
no da respuesta adecuada a la problemática de las drogas, no cumplirá con la misión
que la sociedad le ha encomendado. La escuela, como institución educativa, no puede
estar al margen de ningúno de los problemas que afectan al desarrollo de las personas.
La intervención educativa sobre drogas en la escuela no será posible si esta institución
es por sí misma antieducativa. En principio, el medio escolar debería resolver las
dificultades del desarrollo infantil nacidas de los desajustes familiares y sociales. Desde
esta perspectiva, se suele decir que la educación tiene una función preventiva y
compensadora.
Es interesante recordar aquí la "disponibilidad para el aprendizaje y el sentido del
mismo" (SOLE, 1994), para que nos demos cuenta "de lo que aprendemos cuando
aprendemos". El enfoque superficial prevalece en las clases cuyo método favorece la
dependencia y en las que se combina el exceso de trabajo con la falta de tiempo. Se
favorece la dependencia, pues, al alumno le basta con seguir las indicaciones del
profesor para segurarse el éxito. En cambio, con el enfoque profundo, se tenderá
hacia la autonomía y la implicación en el aprendizaje en la medida en que se puedan
tomar decisiones razonadas sobre la planificación de su trabajo y su evaluación con
criterios conocidos. Este enfoque resulta exigente, pero abre horizontes para una
educación comprometida con la libertad y la autonomía de las personas.
Desde este planteamiento, se entiende que educar es prevenir y tratar el abuso de las
diferentes drogas. Y más, hoy día, cuando está aumentando el abuso de las diferentes
drogas legales e ilegales entre los adolescentes y jóvenes. Pero esta educación no se
consigue con una aplicación pasiva de un programa por bien elaborado que esté. Si los
educadores, que estamos en un lugar privilegiado desde el punto de vista educativo, no
somos capaces de dar "vida" al programa asumido, el desarrollo del mismo puede
provocar efectos negativos.
Porque los profesionales de la educación podemos descubrir con facilidad a los
individuos que, desde edades muy tempranas, presentan las características de riesgo:
imagen negativa de sí mismo, actitudes permisivas hacia las drogas, consumo precoz de
alcohol y tabaco, escasa participación en el grupo, actitudes negativas hacia la
autoridad, falta de interés y proyectos vitales. Superar estas deficiencias constituye,
pues, el primer paso para una educación ante las drogas.
7. Tambien en la práctica educativa cotidiana, de una forma o de otra, los educadores
descubriremos situaciones y casos como no pocos "incidentes críticos" relacionados con
las drogas. Como ejemplo, se puede recordar aquí el recogido por ROSALES (1990) en
su libro "Evaluar es reflexionar sobre la enseñanza". Se trata de un alumno "hijo de
padres alcohólicos, desarreglado y sucio habitualmente, inquieto, irritable, con una
conducta muy irregular y disruptiva en el aula y...que también bebe vino"z. ¿Cuántos
escolares existen hoy en nuestros centros con problemas de este estilo?.
Y lo mas importante: los educadores ejercemos nuestro trabajo en una institución, en
principio, educativa. Y nuestra responsabilidad es formar personas. Como señala la
propia reforma educativa, la enseñanza obligatoria no tiene otra meta que "la inserción
crítica y creativa" en la sociedad. Las pilares básicos de la educación no son otros que:
enseñar a ser, a conocer, a hacer y a convivir (DELORS Y OTROS, 1996).
Desde esta perspectiva, la educación sobre las drogas encuentra un lugar adecuado en
las "líneas transversales" propuestas por la reforma educativa actual. Precisamente las
drogas tiene relación con la educación para la salud, la educación para el consumo, la
educación vial, la educación en valores, la educación para la convivencia, etc. En
definitiva, la educación sobre las drogas no es otra cosa que la educación para la vida,
desde la perspectiva de que existen unas sustancias que consumidas pueden ser
peligrosas para el desarrollo personal y social de los individuos.
Las lineas transversales van más allá de los contenidos de unos temas específicos que
preocupan a la sociedad actual. La "transversalidad", por principio, invita a toda la
comunidad educativa a reflexionar de forma crítica sobre su propia postura ante
conceptos, actitudes, valores, normas, estrategias de enseñanza, etc., de forma que se
busque coherencia entre lo que se dice y lo que se hace, sin olvidar la influencia de la
sociedad.