Manual que facilita orientaciones a los padres sobre cómo mejorar las relaciones de sus hijos con los chicos de su edad. Así mismo para facilitar orientaciones para detectar y actuar en caso de acoso escolar
1. El acoso escolar
Capítulo
¿Qué es el acoso escolar?
¿Cómo saber si mi hijo es víctima de acoso escolar?
¿Qué hacer?
Medidas preventivas
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2. El acoso escolar
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¿Qué es el acoso escolar?
Dentro de este libro dedicado a las relaciones con otros niños, hemos
creído conveniente incluir un tema dedicado al “acoso escolar” por varios
motivos:
- En primer lugar, porque es una situación que en ocasiones se da, aunque
sea algo excepcional, en las relaciones entre niños.
- En segundo lugar, porque existe mucha desinformación sobre el tema, a
pesar de su actualidad, por lo que hemos visto necesario que los padres
dispongan de unas nociones que ayudarían a comprenderlo e identifi-
carlo.
- Por último, porque es precisamente en las edades que tratamos, antes de
los doce años, cuando las medidas preventivas que se pueden adoptar
desde el hogar, así como la detección precoz de alguna de sus manifes-
taciones, resultan más eficaces.
En este primer apartado vamos a repasar las características básicas de este
fenómeno.
1º. Indicadores del acoso escolar.
A veces, se utilizan dos términos distintos para la misma circunstancia.
En realidad el acoso escolar es la forma de maltrato entre iguales que suele
tener lugar en la escuela. Pero el maltrato entre niños puede darse en otros
contextos como las actividades extraescolares, deportivas o culturales. En
cualquier caso, los indicadores para definir esta situación son:
- Hay una intención de hacer daño físico o psicológico hacia un niño o
grupo de ellos.
- Tiene una continuidad en el tiempo, no se trata de un hecho aislado.
- Hay una desproporción de poder que impide a la víctima salir de esta
situación.
2º. Se manifiesta en distintas formas de violencia.
En las situaciones de maltrato entre iguales se utilizan las siguientes for-
mas:
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- Violencia verbal: como son los apodos, burlas, difundir mentiras, gritos
o hacer comentarios hirientes. Para esto se valen de distintos canales
como pueden ser otros niños que hacen de intermediarios, mensajes a
través del ordenador, del móvil o directamente.
- Violencia psicológica: como puede ser el chantaje, jugar con sus debili-
dades o mantenerlo en la incertidumbre de no saber cuándo se produ-
cirá la siguiente agresión.
- Aislamiento: por último, el maltrato suele conseguir que la víctima aca-
be aislada y al margen del grupo.
3º. Edades en las que se manifiesta.
Las situaciones de acoso más explícito suelen darse a partir de los once
años. Sin embargo, suelen gestarse muchos años antes con diferentes formas
de comportamiento:
- Cuando los niños manifiestan una competitividad excluyente, que pro-
voca rencores y envidias.
- Cuando habitualmente los niños se toman las burlas hacia sus compa-
ñeros como una forma de divertirse y utilizan apodos para referirse a
ellos.
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- Cuando asignan a ciertos niños etiquetas y papeles como “el pegón”, “el
gracioso”, “el despistado”, etc.
La situación se agrava cuando los adultos refuerzan estas actitudes fomen-
tando esa competitividad excluyente, “ríen la gracia”, aprueban las etique-
tas que se asignan o justifican las burlas como “cosa de niños”.
4º. Participantes en las situaciones de acoso.
En las situaciones de acoso escolar hay tres participantes:
- El acosador, que es el niño que mantiene el poder y el control sobre la
víctima y el grupo.
- La víctima de la situación de acoso.
- Los espectadores que contemplan la escena.
5º. Los espectadores.
Los espectadores de la situación, sin embargo, no son un grupo pasivo, al
contrario, tienen un papel protagonista en el acoso escolar, hasta el punto
de que sin ellos no sería posible la situación. Con su presencia:
- Favorecen el acoso reforzando el poder del acosador, “riendo la gracia”
y aislando a la víctima. Los niños que hacen de espectadores aíslan a la
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víctima, probablemente porque piensan que mientras haya una víctima
definida, ellos están a salvo del acosador.
- Utilizan la “ley del silencio” con un falso sentido de la justicia, de mane-
ra que se castiga al que puede delatar.
- El miedo al acosador suele hacer que justifiquen el maltrato como parte
de las reglas de juego o creyendo que la víctima se lo merece.
6º. El acosador necesita público.
Los espectadores son importantes hasta tal punto que, sin ellos el acosa-
dor no suele actuar porque es la forma de demostrar su poder. Por lo tanto
necesita público. Por supuesto, lo que sí evita es que haya supervisión de
profesores o de adultos que puedan impedirlo.
7º. Escenarios en los que se produce.
Por último, el maltrato entre iguales se suele producir en unos espacios pecu-
liares que suelen llamarse “zonas calientes”. Estas zonas calientes suelen ser:
- Zonas no vigiladas de los recreos.
- Los cambios de clase en los que los niños saben que el profesor tarda
en llegar.
- Los servicios, baños y vestuarios de los colegios o de otras instalaciones.
- Momentos prolongados en los que no hay supervisión.
- El autobús escolar.
- La salida del colegio o de otras actividades.
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Resumiendo, las características que hemos señalado del acoso escolar han
sido:
- Los indicadores del acoso escolar.
- Se manifiesta en distintas formas de violencia.
- Las edades en las que se gesta y aparece.
- Los participantes de la situación de acoso.
- El papel de los espectadores.
- La necesidad de público para el agresor.
- Los escenarios donde suele producirse.
¿Cómo saber si mi hijo es víctima de acoso escolar?
Una riña pasajera entre niños, una broma de mal gusto o un momento
puntual tienen su importancia, pero no constituyen por sí mismos una si-
tuación de acoso.
Como hemos señalado, este fenómeno implica, entre otros aspectos, una
cierta continuidad.
Sin embargo, los signos que pueden hacer sospechar que su hijo está su-
friendo acoso son:
- El niño se queja con frecuencia de que se meten con él, le hacen la vida
imposible o le pegan.
- De manera continuada, no quiere ir al colegio o pone excusas para fal-
tar; por ejemplo dice que siente mal, que le duele la tripa, etc.
- Cada día explica o justifica que pierde material escolar.
- Los domingos por la tarde está especialmente triste o ansioso.
- Con cierta frecuencia llega a casa con la ropa rota, con moratones o con
heridas, poniendo siempre excusas para tratar de justificarlas.
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Otros signos, pero no tan evidentes son:
- Baja en su rendimiento escolar sin causa aparente.
- Pierde interés por sus juegos habituales y actividades de tiempo libre.
- Deja de mostrar interés por los niños que hasta ahora eran sus amigos.
- Hay cambios bruscos de humor sin causa aparente.
- Hay una regresión a comportamientos de edades anteriores, por ejem-
plo, se vuelve a hacer pis en la cama cuando ya lo tenía superado.
- Se vuelve más rebelde en casa.
- Empeora la relación con sus hermanos.
- Aparecen pesadillas o terrores nocturnos.
¿Qué hacer?
Ante la presencia de los signos anteriores, los padres deberían mantener
las siguientes actitudes:
1º. Acoger las quejas del niño.
Escuchar y tomar en consideración las quejas que el niño nos rebela. Esto
hay que hacerlo con cierta prudencia; tanto alarmarse como quitar dema-
siada importancia son actitudes inapropiadas. Hay que escuchar y mante-
nerse alerta.
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2º. Apoyar al niño.
Debe sentirse apoyado incondicionalmente, pero sin la presión de estar
constantemente sacándole información, transmitiéndole agobio o dándole
consignas tan exigentes e imprecisas como: “defiéndete”; “hazles frente” o
“no te quedes callado”.
3º. Eliminar los sentimientos de culpa.
Con mucha frecuencia, los niños que sufren esta situación pierden su au-
toestima y presentan sentimientos de culpa por no ser capaces de defender-
se y porque finalmente consideran que lo que están viviendo se lo tienen
merecido. En todo momento hay que transmitirles el mensaje de que ellos
no están consintiendo esa situación y que nada puede justificar lo que están
viviendo.
4º. Recoger información.
Si las sospechas aumentan, recoger información sobre los hechos; sobre
cómo se están produciendo, en qué lugares, quiénes están implicados y que
comportamientos incluye.
La información la pueden recoger del propio niño, de otros padres y del
mismo centro si mantenemos entrevistas con los profesores.
5º. Comunicar a los responsables.
Si el posible maltrato se produce en un centro escolar u otro tipo de ac-
tividades que se suponen están supervisadas por adultos, hay que informar
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directamente a los responsables; a la dirección del centro, por ejemplo, de
manera que adopte al menos las siguientes medidas:
- Investigar lo sucedido.
- Adoptar medidas de protección a la víctima.
- Adoptar medidas educativas y correctivas con los que están provocando
el maltrato.
6º. Aconsejar al niño.
Al niño se le debe aconsejar seguir las siguientes pautas:
- Decirle claramente al agresor que no le gusta lo que está haciendo.
- Si a pesar de lo anterior, el acoso continúa, procurar ignorarlo en la
medida de lo posible, no prestarle atención ni responder, siempre que
no haya violencia física.
- Decirle al niño que, ante cualquier incidente, informe a sus profesores.
- Mantener una actitud preventiva: eludir al agresor, evitar zonas de ries-
go en el aseo, estar en clase cuando todos están en el recreo, etc.
7º. No intervenir directamente con el agresor.
Es desaconsejable que los padres intervengan directamente contra el agre-
sor. La situación empeoraría al tratarse de un adulto frente a un menor.
Menos recomendable es aún, la intervención directa entre los padres
afectados. También puede tener un desenlace desagradable.
8º. Derivar a un especialista.
En determinadas circunstancias puede ser recomendable que el niño sea
atendido por un especialista, normalmente un psicólogo o psiquiatra con
experiencia de trabajo con niños.
Normalmente, esto se recomienda cuando la situación está provocando
un malestar significativo en el niño que le impide seguir su vida con norma-
lidad: los estudios, la relación con su familia o disfrutar de su tiempo libre.
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9º. Denunciar la situación.
Aunque actualmente no existe responsabilidad penal en las edades que
estamos tratando, algunos padres pueden optar por denunciar la situación
a la autoridad judicial para que la fiscalía de menores adopte las medidas
oportunas.
Cuando se llega a este extremo se deben haber recabado todas las prue-
bas y testimonios posibles que apoyen la denuncia, como son los partes de
lesiones si los hubiera, mensajes de amenaza y acoso recibidos por correo
electrónico o de móvil, así como testigos de la situación.
Por tanto, las medidas de actuación que los padres deben adoptar ante la
sospecha de que su hijo sufre acoso escolar o cualquier otro tipo de maltra-
to entre iguales son:
- Acoger las quejas de niño.
- Apoyar al niño.
- Eliminar los sentimientos de culpa.
- Recoger información sobre los hechos.
- Comunicar a los responsables la situación.
- Aconsejar al niño.
- No intervenir directamente con el agresor.
- Derivar a un especialista si fuera necesario.
- Denunciar la situación.