El documento describe una tormenta en el lago de Galilea en la que Jesús duerme en la popa de la barca mientras sus discípulos luchan contra los vientos y las olas. Los discípulos despiertan a Jesús diciendo "Maestro, ¿no te importa que nos hundamos?" Jesús se levanta y con unas pocas palabras calma la tormenta, demostrando su poder sobre la naturaleza. Los discípulos quedan asombrados y maravillados por el milagro.
5. Los vientos del norte se levantan repentinamente y
caen sobre el lago originando grandes tempestades.
Adentrarse en el lago suponía cierto riesgo. Una de
estas tempestades es la que narran los evangelistas.
6. Jesús con fre-
cuencia después
de un trabajo
apostólico fuerte,
busca un retiro, un
descanso con sus
apóstoles. Es lo
que hace ahora; ha
estado horas predi-
cando a la gente, la despide y quiere pasar a la otra orilla
del lago para descansar. La otra orilla del lago ya no era
Galilea, sino formaba parte de la Decápolis, donde la
mayoría de la gente era pagana.
7. Vamos a la otra orilla es lo que dice Jesús y que hoy nos estaría
diciendo: vamos a la playa del más allá, de la eternidad.
Confiemos en su providencia y amor aún en las mayores
tempestades que él vendrá en nuestra ayuda.
Que no se borre de
nuestro corazón la
imagen de Cristo
acallando los vientos y
calmando las
tempestades.
8. Jesús estaba dormido sobre un almohadón en
la popa que es la parte posterior de la nave. En
las barcas había un almohadón reservado a
personas de importancia. En este lugar es
donde va el timón. Siempre va él junto al
timón, aunque a veces parezca que va dormido.
Recordemos que el dirige la barca de nuestra
vida y no hay mejor piloto que él en el mundo.
Para poder dormir tranquilamente en una barca
durante un gran tempestad se necesita un
excepcional equilibrio psíquico y un gran
cansancio.
9. Jesús está fatigado
de tanto predicar
y socorrer. Los
apóstoles se han
quedado en silen-
cio para que
pueda dormir,
pero…
10. Lo despertaron diciendo:
“¿Maestro no te importa que
nos hundamos?”
Los apóstoles ya han hecho
todo lo que estaba de su
parte. Ahora no les queda
sino una solución: despertar
al Maestro. Jesús permite
que las angustias de sus
discípulos lleguen hasta el
extremo y recurran a su
ayuda. Entonces actuará él.
Las tempestades del alma
hacen brillar el poder de
Dios y aumentan la fe.
11. El corazón de Cristo dormía, pero no dejaba de
palpitar de amor por los discípulos.
12. Este es uno de los
milagros que manifiesta el
poder del Señor sobre la
naturaleza, antes había
hecho milagros curando a
los enfermos y
resucitando al hijo de la
viuda de Naím.
Levantado, con sólo unas palabras de autoridad, manda
a los vientos que se callen y al mar que se calme, y al
instante vino una gran bonanza en todo el lago. Y da la
orden sin invocar a su Padre.
13. El mismo tiene ese
supremo poder, lo que
está demostrando su
divinidad: sólo Dios
puede tener ese dominio
sobre los elementos de
la naturaleza, y más aún
cuando se desenca-
denan con toda su furia.
Es comprensible la reacción de los apóstoles frente al
milagro: admiración, gran temor y además quedaron
maravillados. Este temor es de carácter religioso ante la
presencia de una actuación extraordinaria de Dios.
También nosotros sintamos admiración en nuestro
corazón ante este hecho.
14. La actitud de los apóstoles:
Ellos ya llevaban varios
meses en compañía de Jesús
y habían vistos los milagros
que realizó, pero tenían una
fe imperfecta y dudosa,
hecha de desconfianza.
De ahí su angustia y casi desesperación. Más aún, la
pregunta final:”¿Quién es éste que hasta los vientos y el
mar le obedecen?” indican también que todavía no
habían comprendido el misterio de la persona de Jesús.
Aun con esta duda acuden al Señor, reconocen su
impotencia, y están seguros que sólo el Señor Jesús
puede sacarlos del peligro. Sus palabras son un grito de
angustia, pero ese grito va dirigido al Señor.
15. El Señor conoce
perfectamente la
imperfección de la fe de
los apóstoles y les
reprende: pero, en su
infinita bondad, escucha
ese grito de angustia y
realiza el milagro.
En este pasaje de la tempestad calmada, Jesús no hace
ninguna proclamación sobre su persona, pero la
tempestad tiene una aplicación práctica: LA IGLESIA ha
estado, está y estará sometida a los terribles vientos y
tempestades, de las persecuciones, de los desprecios,
del rechazo y hasta el odio del mundo,
MAR DE GALILEA O LAGO DE GENEZARET
16. A la Iglesia se le llama la
“barca de Pedro”
haciendo alusión a esta
escena del Evangelio.
Cristo está en la barca y
es la garantía que la
Iglesia no se hundirá
nunca. Jesús les dijo a
los apóstoles “yo estaré
con vosotros hasta la
consumación de los
siglos. La Iglesia
persevera y perseverará
hasta el fin del mundo.