Lección 11 | Compartir la historia de Jesús | Escuela Sabática PowerPoint
1.
2. Antes y después de Jesús.
Los que compartieron a Jesús.
Dejando la ira y compartiendo el amor.
Dejando el mal y compartiendo a Jesús.
Compartiendo la historia de Jesús:
La seguridad de la salvación.
Compartiendo a Jesús.
Tenemos noticias increíblemente buenas: la gracia
de Dios no está disponible solo para unos pocos
elegidos. El evangelio es para todos. La salvación es
para todos. El perdón, la misericordia, la clemencia
y la gracia son para todos.
Con su amor, Jesús transforma nuestra vida y nos
invita a compartir esta experiencia con los demás
para que también ellos sean transformados.
3. Antes de Jesús
Efesios 2:1-3
Muertos en nuestros pecados
Siguiendo la corriente de este mundo
Bajo el dominio del diablo
Desobedientes
Haciendo nuestra propia voluntad
Hijos de la ira
Después de Jesús
Efesios 2:4-10
Vivos en Cristo
Sentados en los lugares celestiales
Salvos por la fe
Disfrutando de las riquezas de su gloria
Realizando buenas obras
Hijos de Dios (hechura suya)
4. “Amados, si Dios nos ha amado así, debemos también
nosotros amarnos unos a otros” (1ª de Juan 4:11)
Al pasar por Samaria, una aldea de
samaritanos se negó a hospedar a Jesús y
sus apóstoles.
Llenos de ira, Jacobo y Juan solicitaron
permiso para destruir la aldea con fuego
celestial, tal como Elías había destruido a
los soldados irreverentes (2ª de Reyes 1:9-15).
Con el tiempo, su relación con Jesús cambió
sus sentimientos y sus pensamientos.
Jacobo perdió su vida por compartir a Jesús
con los demás (Hechos 12:1-2).
Tanto en el evangelio como en sus cartas,
Juan nos dejó un mensaje lleno de amor
por Dios y por el prójimo (Jn. 13:35; 1Jn.
4:8; 2Jn. 1:6; 3Jn. 1:6-7).
Así es el poder de Jesús para cambiar
nuestras vidas.
5. Nadie podía pasar por la zona de Gadara
donde Jesús y sus discípulos desembarcaron
sin arriesgarse a ser atacados por unos
peligrosos endemoniados.
Pero, al encontrarse con Jesús, la vida de estos endemoniados cambió totalmente.
Fueron restaurados física, mental, emocional y espiritualmente.
Seguidamente, Jesús les pidió que compartiesen su historia con
todos los habitantes de la región.
Podían contar a otros cómo habían sentido el poder de Cristo
para transformar sus vidas y, a través de su testimonio personal,
invitarles a permitir que Jesús transformase también sus vidas.
6. “Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre
del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y
para que creáis en el nombre del Hijo de Dios” (1ª de Juan 5:13)
La Biblia es clara: el que cree en Jesús es salvo
(Jn. 3:15, 36; 6:40, 47; Hch. 16:31; 1Jn. 5:13). No
necesitamos esperar a ser lo suficientemente
buenos (o lo mínimamente buenos) para ser salvos.
Es cierto que la salvación se puede perder
(Éx. 32:33; Mt. 10:28; 2P. 2:20-21; Ap. 3:5, 11). Pero
eso solo puede ocurrir cuando elegimos alejarnos
voluntariamente de Dios.
Tener ahora la seguridad de la salvación
proporciona poder a nuestro testimonio, ya que es
fácil transmitir aquello de lo que estamos seguros.
Busquemos, por tanto, oportunidades para ofrecer
a otros la posibilidad de conseguir también la
vida eterna.
7. COMPARTIENDO A JESÚS
“Así que, hermanos, os ruego por las
misericordias de Dios, que presentéis
vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo,
agradable a Dios, que es vuestro culto
racional” (Romanos 12:1)
Jesús me pide que lo dé todo
por Él (Lc. 9:23). Pero ¿qué me
ha dado Él a mí (ver Jn. 1:12;
10:10; 14:27; 1Co. 1:30)?
Me hace hijo de Dios.
Me da vida.
Me da paz.
Me da sabiduría.
Me justifica.
Me santifica.
Me redime.
Al darme cuenta de lo que Cristo ha hecho por
mí, estaré dispuesto a poner todo sobre el
altar del sacrificio –sin importar el esfuerzo
que esto me cueste– y compartir con otros las
maravillas que Jesús ha hecho por mí y en mí.
8. “Debemos ser testigos de Cristo; y lo
lograremos al crecer diariamente hasta la
plena estatura de hombres y mujeres en
Cristo. Es nuestro privilegio crecer más y
más cada día a su semejanza. Entonces
adquiriremos la facultad de expresar
nuestro amor por él en un lenguaje más
elevado y puro, y nuestras ideas se
ampliarán y profundizarán, y nuestro
juicio llegará a ser más sano y digno de
confianza, mientras nuestro testimonio
tendrá más vida y seguridad”
E.G.W. (Hijos e hijas de Dios, 6 de marzo)