1. Capítulo dos
Esquizofrenia como existencia negativa.
1. Identidad Negativa.
Con los términos de “no-existencia” o de “existencia negativa” se propone un
concepto antropológico para llegar más allá del rigurosamente médico de
esquizofrenia ya que para describir mejor el estado mental de estos pacientes se
expresa mejor con respecto a “la sensación de no existir”.
Los términos “fragmentación de la mente” o “escisión del yo” solo expresan
objetivamente, desde afuera, un proceso de disolución que permite estudiarse los
posibles componentes psicobiológicos. Empero la propuesta del término
“existencia negativa” se ajusta mejor por dos motivos: describe mejor el conjunto
de experiencias a las que llegan estos enfermos y es más cercano a la vivencia
del paciente. En algunos casos esta sensación de no existencia es evidente a
pesar de que el funcionamiento mental era “pseudonormal”, es decir no se
mostraba ningún signo de fragmentación; que en un desarrollo sucesivo adoptará
notas disociativas. Pero esto no siempre sucede y el paciente puede quedar
“mudo” durante toda la vida, o termina en el suicidio, a menos de una mejoría por
medio de la psicoterapia.
En estos casos analizar el sentido de esta nada existencial que irrumpe desde lo
afectivo, la infancia del paciente o desde un impulso destructivo es algo sin sentido
debido al que el Yo al cual se tiene que comunicar ciertos insights sobre los
mecanismos psicodinámicos no existe o tiende a disolverse. Por lo tanto no es
recomendable acumular interpretaciones de mecanismos y patrones de conducta
ya que se la aumenta más peso de lo que puede sostener ese Yo miserable,
favoreciendo así su disolución. En este sentido toma mucho valor el adagio
psicoanalítico que contraindica la terapia de la psicosis, por lo tanto es
recomendable, antes, erigir junto con el paciente en la psicoterapia la defensa
contra esta existencia negativa, esto comienza con el intento del terapeuta de
2. existir en la no-existencia a través de una presencia en ella, es decir prestar el
aparato psíquico al paciente, ser un espejo sólido.
2. Áreas de muerte
Por áreas de muerte se entiende como la creación de espacios vacíos donde
ciertos potenciales humanos no llegan a desarrollarse, ciertas informaciones
fundamentales para la vida jamás se configuran, ciertas experiencias que
estructuran el “yo” dese los orígenes jamás han tenido lugar; de modo que ni
siquiera existe represión en el inconsciente (según la teoría psicoanalítica), si no
“zonas mudas” del inconsciente, es decir una ausencia de estructuración psíquica.
El hecho trágico es que estas “áreas de muerte” de la vida familiar pueden ser
interiorizadas, introyectadas de la misma manera que los conflictos y las
distorsiones interpersonales. Por lo tanto, estas ya no representan áreas de
muerte en el interior de una familia, entre los familiares, si no el verdadero centro,
corazón y punto vital psíquico del individuo psicótico.
3. Existencia de préstamo.
En el paciente no hay existencia como tal más bien existe una identificación con
las imágenes que poseen de él. Ya que su Yo vive en préstamo. Si las imágenes
son coherentes se puede configurar una relación significativa con el terapeuta o
pareja, así no solo se instaura una dependencia afectiva si no que se crea al
enfermo como un pensamiento del otro. Pero este salir de sí y entrar en la imagen
que se tiene de él es la posibilidad de existir y una renuncia a ella. Por lo tanto no
se puede hablar de una autonomía en el enfermo.
La mirada que se dirige al paciente le da la oportunidad de seguir viviendo pero a
su vez si esta mirada se dirige a otra parte es la destrucción para el paciente, ya
que no es reconocido ni nombrado por el otro. Este hecho de vivir en el otro es
equivalente a la anulación del enfermo porque el pensamiento solo es existente
para el yo que lo piensa.
3. Existe una preocupación del enfermo por tenerse pero este tenerse no implica ser,
y el esquizofrénico no se tiene ni es porque no se encuentra. Existe este temor por
ser nadie y se aferra a la imagen proyectada en el espejo y teme transformarse en
otra cosa o en alguien como en terapeuta.
4. Objetivación esquizofrénica y delirio de influencia.
En la percepción de la falta que existe en el enfermo, solo podemos formarnos
conceptos teóricos acerca de dicha falta, ya que por parte de este existe una
defensa psicodinámica la cual se interpreta como el peligro de ser invadido. Existe
una no inversión libidinal del objeto, el objeto no investido por ninguna libido. El
objeto es alejado reduciéndolo a puro mecanismo a una máquina, de la cual se
quieren conocer todos los engranes, la mecanización del otro.
Influenciar para desanimar, mecanizar, alejar y matar. Esto implica estar lejos del
otro como un mecanismo y convertirse en una parte del otro.
Se vive a sí mismo como objeto externo o se siente objeto de representación.
Hay un intento de defensa del paciente contra las deformaciones de ausencia de
empatía, esto es la introducción de la causalidad en el mundo mágico.
Existe una identificación proyectiva “yo soy la habitación en que se desarrolla la
sesión” y una introyectiva “yo era el brasero de la abuela”.
En estos casos el terapeuta si lo dirige bien puede permitirle existir de manera
autónoma.
5. La mirada reificante, o el mito de medusa
El sujeto está en manos de una imagen que le refleja el otro y que constituye un
límite para su liberta. Sin embargo, el paciente esquizofrénico teme perder la
propia subjetividad si se convierte en objeto de la actividad de otros sujetos;
cuando el sujeto como el esquizofrénico, no tiene ni un mínimo de libertad, siente
la sensación de permanecer aprisionado dentro de la imagen ajena, y en
4. consecuencia, de ser reificado por la actividad objetivamente del otro, al que él no
puede contraponer su subjetividad como defensa limitadora.
Justamente hay una transmisión de reificación, de sufrimiento o de anulación, es
precisamente la condición sine qua non de su trascendencia; y el término
<<fragmento>>, que en la descripción psicopatológica es un signo negativo y que
en la experiencia psicótica corresponde a la muerte psíquica, a través de la
dimensión dialógica se convierte en el mensaje de una construcción gradual,
articulada en la paciencia recíproca.
6. Odio de sí como consecuencia de la existencia negativa
El “YO” transforma toda su existencia en un problema continuo e irresoluble;
representaciones opuestas niegan hasta los pensamientos más banales, cada
inicio de acción resulta bloqueado por la sensación de que sea inútil y no valida.
El yo pensador se vive como un ser carente de movimientos, a medida que la
psicosis progresa, como un cadáver en putrefacción.
No solo siente horror por una situación en la cual el mismo ha incurrido, sin o que
se odia por completo.
El ”Yo” esta tan “dentro” de esa experiencia negativa que la imagen de una
experiencia positiva , de una posibilidad futura, no entra en el círculo cerrado que
define la situación de la conducta del sujeto, la totalidad del universo de su sentir.
7. La universalización del odio como dato antropológico de la psicosis.
Al esquizofrénico le hace falta una dimensión constructiva, antropológica, de la
negación. Ya sea que ésta esté dirigida hacia el mundo exterior o hacia el interior
siempre se difunde a todo el mundo, a toda la persona; tanto en el mundo exterior
como en el interior, no existe un aspecto positivo en donde basarse para
diferenciarse, justamente a través de esta agresividad, de ciertos aspectos
incongruentes de la existencia.
5. El autor subraya este componente desintegrador del odio en la esquizofrenia para
defender la importancia del componente del amor en la psicoterapia de la
esquizofrenia. Algunos pacientes esquizofrénicos se sienten invadidos por un
sentimiento de culpa. Estos pacientes, como la mayor parte de los enfermos
esquizofrénicos, no tienen sólo vivencias de fragmentación interior, sino que
también se sienten culpables. Contra esta vivencia existen ciertos indicios
defensivos: por ejemplo el delirio o la anorexia, que tan distintos entre sí, quieren
volver al paciente materialmente incorpóreo o puro espíritu, para darle alguna
aceptación de realidad. Sin embargo a veces dichas defensas no son suficientes.
Por lo tanto, tenemos dos discursos alternativos: uno es despreciarse para
situarse, a través del odio de sí, fuera o sobre este SÍ; otro mecanismo
corresponde a la necesidad de constituirse como el artífice de su mal para, al
menos en este sentido negativo, tener una última percepción de su actividad de
ser operante, existente.
8. El mundo y el Yo como negaciones recíprocas
El mundo del niño sano: cristalización de objetos transicionales, proyecciones y de
continuaciones simbióticas. El acercamiento del Yo al mundo del niño; este como
cristalización de introyecciones y de objetos internos abandonados en el mundo
exterior y reconstruido para salvaguardar, en el interior la relación con ellos. En
esta relación dialéctica entre el mundo, el niño se realiza precisamente en su
límite, que es garante de su individualidad y de su crecimiento.
9. La regresión esquizofrénica
Omnipotencia esquizofrénica es un fenómeno regresivo, pero este concepto no es
suficiente para explicar el horror que sienten los pacientes en esta situación. La
sexualidad se disocia completamente del acto sexual y se condensa con imágenes
orales más antiguas. En el ámbito del cuerpo, se pueden producir verdaderos
fenómenos alucinatorios
Lo que en el arte es una construcción es una construcción del mundo por parte del
artista, en la experiencia esquizofrénica se convierte en una desnaturalización del
6. mundo por parte de tendencias asociativas que ya no se distinguen de órdenes
semánticos superiores.
Capítulo tres
Despersonalización y desrealización.
1. Despersonalización.
El paciente no puede nombrar los fenómenos que vive, habla de la incomodidad
de ser con sus semejantes, la imposibilidad de seguir siendo el mismo frente a
otro, perderse a sí mismo en la identidad del otro y el cerrarse también implica la
pérdida del Yo del enfermo.
Viven diferentes estados de ánimo, hay un vínculo dialéctico donde estos estados
traen su opuesto, en la escisión del Yo del paciente esta imposibilidad de tomar
decisiones y así el no decidir en qué pensar.
Las representaciones mentales se funden como colocarlas en un frasco todo junto,
donde no hay una clasificación ni separación, y esta sensación resulta como en el
desarrollo de la enfermedad indescriptible para el terapeuta.
2. El tiempo y el espacio en la esquizofrenia.
Alteraciones del tiempo y del espacio pueden estar presentes en la esquizofrenia,
tiempo y espacio son formas de integración del Yo, la desorganización del espacio
se manifiesta en un nivel simbólico alto, donde se configura la vivencia que posee
el paciente de sus actos psíquicos.
Se advierte la desestructuración del Yo como una disolución de partes que
deberían estar juntas, como una pérdida del “lugar”, el paciente la realiza en una
“no-pertenencia” suya al espacio real, en una deformación de las proporciones del
cuerpo y de los objetos. A veces el espacio circundante se vuelve enorme, el
cuerpo es pequeño y desaparece.
“Mi Yo pasado es como un hombre que no tiene nada que ver con mi Yo presente”
7. 3.-Desrealización
La experiencia de la desrealización transforma la identidad del sujeto, su ser en el
mundo, la relación con los objetos; por lo que es posible pensar que los
fenómenos esquizofrénicos corresponden a alteraciones del sistema nervioso.
Una integración insuficiente del yo, provoca la formación de “zonas del Yo” más o
menos disociadas del orden común y por ello funcionan según ordenes parciales,
manteniendo sólo conexiones tenues con el todo.
La desrealización no es una “defensa del Yo”, sino una vaga sensación por parte
del Yo de la no credibilidad de cualquier realidad.
En el plano estructural del Yo la realidad en lugar de ser asimilada, es
desintegrada.
4.-Fragmentacion de Objetos
La desintegración del Yo no solo conduce a la aniquilación del Yo frente a la
presión del objeto, sino también a la desintegración del objeto mismo, de su
representación psíquica. La actividad de representación se desorganiza
simultáneamente, luego de la desorganización de la autoidentidad.
La desintegración del objeto lleva a la formación de partes de objetos de semi-
objetos, de fragmentos de representaciones psíquicas que ya no pueden
comunicarse al espectador.
El paciente entra en una relación intensa con sus “objetos parciales” que pueblan
su mundo interior y parece ocuparlo completamente.
Lo que nosotros observamos es simplemente su “absorción” en una intensidad
autista, que se muestra en frases entrecortadas y sin sentido, guiños, muecas,
expresiones guturales y extrañas estereotipias.
8. Capitulo cuatro
La participación del Yo y Super-Yo en el proceso
esquizofrénico.
1. La desorganización en el ámbito del modelo psicoanalítico de la psiquis.
Se han estudiado durante largo tiempo la relación entre Consciente e Inconsciente
en esta enfermedad poniendo en evidencia las diferencias psicodinámicas y
estructurales existentes entre esquizofrenia y neurosis.
El Inconsciente esquizofrénico es peligroso para el Yo, esto es algo presente en la
vivencia de la mayor parte de los pacientes ya sea directamente, cuando se siente
escindido por sus mismas pulsiones, o indirectamente cuando se defiende de
aspectos del mundo que por ser objetos de proyecciones se les presentan como
particularmente significativos.
Según Freud, en la neurosis narcisista (esquizoftrenia), el Inconsciente es
estructuralmente diferente al estructurado de los pacientes neuróticos ya que no
contiene las representaciones de objetos. Mientras que en la neurosis de
transferencia dichas representaciones de objetos pierden su acometida libidinal en
el sistema Pc que en consecuencia so son accesibles para la conciencia; en la
esquizofrenia, estas también pierden su acometida en el sistema Ic por lo tanto
las representaciones se disuelven en el Inconsciente.
Todo esto nos puede indicar una pérdida de los significados de los objetos
impidiendo la transferencia; una prueba que no se puede sustentar debido a que
hay diferentes autores que sostiene la existencia de que todo, en los pacientes
esquizofrénicos, es transferencia.
Aquí cabe subrayar la confusión que puede existir acerca del sentimiento de
pérdida del Yo –que es un fenómeno bien consciente y es la verdadera esencia de
la vivencia esquizofrénica- con la pérdida de las representaciones inconscientes
de objeto por lo tanto todo parece probar, más bien, que el Yo es sumergido por la
9. masa no organizable de dichas representaciones es decir el Yo es incapaz de
organización.
Existen estudios que prueban que las familias evidencian que la contradictoriedad
de los roles, la irracionalidad de las informaciones, los complejos y perversos
vínculos emotivos que unen al niño con sus padres no llevan aun malestar del yo
a una confusión de identidad si no se alcanza este escalón por medio de la
escalera del inconsciente; es decir el niño no se da cuenta de sus propias y
verdaderas necesidades y por ello queda fijado en un estado infantil y amorfo de
tensiones físicas y psíquicas indiferenciadas. De esta manera el Inconsciente de
los padres se convierte en parte de la identidad del niño.
Dentro de la importancia de los procesos de disociación dinámica de la
esquizofrenia se encuentra justamente el llamado “No-yo” disociado del “Sí” del
paciente. En este punto la disociación debe de entenderse como algo más que la
represión debido a que el Yo esquizofrénico no es capaz de realizar este
mecanismo de defensa, entonces los contenidos “inconscientes” emergen de la
conciencia pero sin una suficiente integración en el sistema del Yo y aunque son
conscientes no le pertenecen al paciente apareciendo así en el espejo del mundo
exterior adquiriendo significados adversos. En este punto el paciente no puede
dejar de identificarse con dichos contenidos que le pertenecen, reflejados ahora en
el mundo exterior que de esta manera se han vuelto simbólicamente significativos.
Por lo tanto la disociación debe entenderse como un tipo de defensa primitiva
alcanzo el carácter de splitting, es decir se mantiene separado el Sí parcial malo
del Sí parcial bueno del paciente; dicha defensa sufre un colapso con la
identificación proyectiva con el objeto externo al que había desplazado su Si
parcial malo, al combinarse dichos conceptos surge una paradoja irreconciliable
de donde nace el peligro perseguidor en el delirio esquizofrénico; su
omnipresencia se debe al hecho que el inconsciente obliga a buscar precisamente
lo que él teme en mayor medida, porque este algo, aunque negado, forma parte
de su identidad.
10. En otros términos, no es necesario postular una particular regresión de los
fenómenos proyectivos para explicarnos la identificación, ya que la clave reside en
la diferente estructuración del Yo, y en consecuencia la defensa sería la
introyección lo que incapacita al yo para percibirse como un sistema coherente, lo
que nos alinea por el camino del transitivismo. En este punto la identificación del
paciente con el mundo exterior debe entenderse como alternativa dialéctica de
transitivismo y de defensa debido a que el primero es la consecuencia de la
disolución del límite del Yo, la defensa es una precisa intención psicodinámica.
Para entender lo anterior, apoyándonos en Tausk, en plena psicosis la proyección
constituye el regreso de una vivencia muy antigua en la vida del paciente que de
algún modo era perseguido por la realidad no solo en clave paranoide. Dicha
realidad persecutoria es introyectada como experiencias con objetos de la infancia
y de esta manera a formado parte de su Sí, así como los objetos malos, el
sentimiento de culpa y la inferioridad. Todo esto se prepara en la fase prepsicótica.
Después dichos objetos son devueltos al mundo exterior a través del delirio, estos
ahora regresan proyectivamente a ese mundo exterior de donde se habían
originado después de haber formado parte del Sí por un determinado periodo de
tiempo.
Ahora bien la relación del Yo con el preconsciente juega también un importante
papel, ya que la peligrosidad potencial de la existencia orilla al paciente a esperar
todo desde el instante en que está detrás de la puerta, es decir el Yo es sumergido
por su preconsciente, desorganizado por una presión de informaciones que han
perdido su cualidad de reposo, todo esto debido a que el preconsciente es una
masa de datos que potencialmente son contenidos de conciencia, pero que en los
breves instantes de los que está hecha nuestra conciencia no están incluidos en
su horizonte; por otro lado estos contenidos tiene que ser estrictamente
diferenciadas del Inconsciente. De esta manera el sentido del delirio persecutorio y
mortífero ataca desde la realidad externa del paciente impidiéndole e todo
momento el acceso a la objetividad logrando así el yo esquizofrénico una
estructura autónoma mientras dichas representaciones preconscientes adquieran
11. una dimensión de peligrosidad. En efecto todos los estímulos provenientes de
objetos vivientes en mayor medida amenazan al Yo provocando su desintegración,
y con esta desorganización emerge el delirio de influencia comenzando en
encierro en el Sí mismo del paciente resquebrajándolo al mismo tiempo.
2. Desestructuración diferencial.
Los procesos desorganizativos de la esquizofrenia no se desarrollan en igual
medida a cargo de las tres “provincias” psicoanalíticas de la Psiquis (Ellos, el Yo y
el Súper-yo). La pérdida de estructura intrapsiquica que caracteriza el estado
esquizofrénico se realiza ante todo, contra el Yo.
La esquizofrenia es una enfermedad del Yo (debilidad, perdida del investimento,
malestar de asociaciones). En este ámbito de pensamiento surge la pregunta si la
desestructuración esquizofrénica que como proceso que experimenta el Yo,
también afecta a los otros dos sistemas mayores de la psiquis.
Una alternativa de la desintegración esquizofrénica muestra la coexistencia de un
Yo desintegrado con un Súper yo aun altamente estructurado. De las
autoacusaciones y autodestrucciones que describió Freud acerca del
esquizofrénico, que le dan de alguna forma de placer, el esquizofrénico no obtiene
otro placer que el de seguir sintiéndose de manera reducida una persona, un Yo.
Dado que el Yo ya no existe y dado que normalmente el Súper-yo también
contiene dimensiones del Yo, la conciencia individual del paciente trata de
salvarse refugiándose completamente en el interior de esa estructura del Súper-yo
que parece ser más resistente al proceso de disolución de cuanto lo es el yo del
paciente.
¿Por qué motivo en estos pacientes la estructura el Súper-yo parece ser
relativamente más resistente al proceso de disolución que la estructura del Yo?
El Yo esquizofrénico, incapaz de su autonomía frente a otras instancias se
identifica con el Súper yo o el ideal del yo, quedando al servicio del Súper yo y
este Yo pobremente estructurado tomaba prestada la estructura activa de los
instintos de muerte del Ello o de los impulsos sádicos del Súper yo.
12. BIBLIOGRAFÍA
Benedetti, G., (1996) “esquizofrenia como existencia negativa”,
“despersonalización y desrealización”, “La participación del Yo y Superyo en el
proceso esquizofrénico”, La esquizofrenia en el espejo de la transferencia, Edelp,
Bs. Argentina. Pp. 24-73.