Ensayo final "Teorías Contemporáneas de Traducción"
1. Benemérita Universidad Autónoma de Puebla
Licenciatura en la Enseñanza del Ingles
Materia:
Desarrollo de Habilidades en el Uso de la Tecnología,
la Información y la Comunicación (DHTIC)
Tarea 4:
Ensayando
Profesora:
ICC Jared Sarai Vázquez Ojeda
Alumno:
Jessica Vázquez Quintero
2. Contenido
I. Teorías de la equivalencia ........................................................................................................... 3
Introducción .................................................................................................................................... 3
La equivalencia como concepto. ..................................................................................................... 3
Equivalencia Natural y equivalencia Direccional............................................................................. 4
La equivalencia como referencia. ................................................................................................... 6
Conclusión ....................................................................................................................................... 7
Referencias: ..................................................................................................................................... 8
3. I. Teorías de la equivalencia
Introducción
El campo de traducción es muy amplio. Existen muchas teorías dentro de él y de
la que hablaremos en éste ensayo es “La teoría de equivalencia”. A lo largo del
tiempo ésta teoría ha logrado posicionarse en un lugar muy importante en el
mundo de la traducción. Muchos expertos afirman que es a mejor manera de
traducir un texto de un idioma a otro. Las lenguas son elementos importantes en
los que al traducir de una a otra se puede transmitir mucho, a veces en un idioma
existe una palabra que no tiene significado en otro y ahí es cuando se pone en
marcha la teoría de equivalencia para poder traducir y que es significado sea el
más cercano sin sacarlo de contexto. El término equivalencia se convirtió en un
rasgo común de muchas teorías de la traducción, en varias lenguas europes,
durante la segunda mitad del siglo XX. Su apogeo tuvo lugar durante los años
sesenta y setenta, particularmente dentro del marco de la lingüística
estructuralista.
La equivalencia como concepto.
El primer autor que utilizó el término “equivalence” fue Jakobson en su obra On
linguistic Aspects of Translation. En este manual, Jakobson analiza el concepto
de equivalencia desde un punto de vista lingüístico, afirmando que la equivalencia
absoluta no existe, aunque también afirma que cualquier mensaje puede ser
expresado en cualquier lengua, ya que las 2 lenguas son precisamente elementos
de comunicación capaces de superar las diferencias que se puedan plantear
entre dos sistemas distintos. De ésta manera, la misión del traductor es trasladar
un texto del idioma original a la lengua meta de manera que se garantice la
equivalencia.
La equivalencia, como hemos visto, dice que la traducción tiene el mismo valor
que el texto de origen, o al menos algún aspecto de dicho texto. A veces ese valor
se encuentra a nivel formal (dos palabras se traducen por dos palabras); a veces
se halla a nivel referencial (el viernes es siempre el día anterior al sábado); y otras
4. veces a nivel funcional (la mala suerte en inglés se asocia con el viernes mientras
que en español está ligada al martes). La teoría de la equivalencia no especifica
qué valor se mantiene en cada caso; únicamente defiende que se puede
conseguir que un mismo valor se manifieste a algún nivel. La equivalencia es una
idea muy sencilla. Por desgracia, se puede llegar a complicar mucho en sus
aplicaciones.
Sin embargo, la verdadera revolución del concepto de equivalencia llegó de
manos del modelo teórico de Eugene Nida. Como verdadero precursor de la
traductología como disciplina, Nida en su obra titulada Toward a Science of
Translation with Special Reference to Principles and Procedures involved in Bible
Translation, define el proceso de traducción como una reproducción en la lengua
del receptor meta de un equivalente lo más fiel posible al original, respetándose en
primer lugar el contenido, y en segundo lugar el estilo:
“Translating consists of reproducing in the receptor language the closest natural
equivalent of the source language message, first in terms of meaning, secondly in
terms of style”(Nida, 1964, p. 4).
De esta manera, Nida desarrolló un enfoque comunicativo de la traducción.
Básicamente, Nida defiende que, a la hora de realizar su trabajo, el traductor se
debate entre dos modos o estilos de traducir que representan dos polos opuestos:
la traducción de “equivalencia natural” (acercándose más al texto origen) y la de
“equivalencia direccional” (acercándose más al lector y a la cultura meta).
Equivalencia Natural y equivalencia Direccional.
La traducción por equivalencia formal se orienta principalmente a conservar la
forma lingüística que tiene el original en la lengua de salida, tratando de imitarla en
la sucesión de las palabras, en la sintaxis y, en la medida de lo posible, en la
sonoridad y la fonología de la lengua de llegada. En definitiva, nos encontraríamos
ante una traducción literal.
5. La equivalencia formal sólo se produce en raras ocasiones, ya que factores tales
como las diferencias culturales no permiten un calco de las estructurales formales,
obteniéndose como resultado una sensación de extrañeza en el lector meta en la
mayoría de los casos en que se utiliza este tipo de equivalencia.
El otro modo de traducir se denomina por equivalencia direccional y no trata de
calcar la lengua origen, sino de reproducir con los recursos propios de la lengua
de llegada el efecto pragmático que un texto produce en un oyente o lector. Nida
defiende la idea de que la intención de todo traductor debe ser la de provocar en el
receptor del texto meta el mismo efecto que produce el texto original en su lector.
La equivalencia dinámica o de efecto consiste en la adaptación del texto al nuevo
lector de forma que éste conciba la traducción como un texto natural, no forzado,
dentro de su comunidad lingüística, para lo que el traductor deberá superar
distancias lingüísticas y culturales. El traductor debe, en definitiva, buscar el
equivalente más natural y más próximo y trasladar el efecto del texto original al
texto meta.
Nida afirma tajantemente que lo que interesa es mantener el contenido y
considera que, en ocasiones, el esfuerzo por parte del traductor de mantener la
forma del texto original conlleva pérdidas en el contenido del mensaje. Lo
importante es que se consiga que el lector del texto traducido reaccione ante el
mensaje traducido de la misma manera que los receptores del mensaje en su
lengua original, para lo que el traductor debe conseguir trasladar el valor
semántico a la realidad comunicativa de destino.
Un caso de complejidad importante con el que el traductor se puede encontrar en
su labor diaria es, por ejemplo, la traducción de metáforas y frases idiomáticas.
Siguiendo las ideas de Nida, el traductor debe mantener el valor de la finalidad del
mensaje en ambas lenguas para conseguir el mismo efecto de comprensión en el
lector del texto original y del texto traducido. No se trata de transmitir palabras,
sino los valores semánticos del mensaje a una comunidad lingüística diferente.
6. También en la década de los noventa aparece la propuesta de Reiss y Vermeer,
quienes estipulan una diferencia entre los conceptos de equivalencia y
adecuación. K. Reiss y H. Vermeer en su obra titulada Grundlegung einer
allgemeinen Translationstheorie desarrollan su teoría de la adecuación como
relación entre un texto de partida y otro de llegada que atiende al Skopos u
objetivo de la traducción: la Skopostheorie. De esta forma, de lo que se trata es
de adecuar la traducción a la finalidad que se persigue conseguir (Adäquatheit), es
decir, que se traducirá de forma adecuada cuando la finalidad de la traducción sea
el parámetro más importante para el traductor.
De esta forma, lo que se pretende es que el lector no se percate de que se
encuentra ante una traducción, para lo que el traductor habrá intentado conseguir
un máximo de equivalencia textual de dicha traducción. Así, la equivalencia
expresa la relación entre un texto final y un texto de partida que pueden cumplir de
igual modo la misma función comunicativa en sus respectivas culturas (Reiss y
Vermeer, 1984, p. 124). Para Reiss y Vermeer, la equivalencia se corresponde
con un tipo específico de adecuación, el cual tiene lugar entre dos textos cuya
función permanece invariable.
La equivalencia como referencia.
Históricamente, las teorías direccionales han sido las más activas dentro del
paradigma de la equivalencia. Esto se debe en parte a que encierran una visión
dinámica de la traducción como proceso. También se debe a que, cuando analizan
productos en lugar de procesos, estas teorías son capaces de describir cómo las
traducciones remiten de vuelta a los textos de origen. En esta línea, el teórico
checo Jiří Levý (1969: 32ff.) distinguía entre traducciones ilusorias y no ilusorias.
Al leer una traducción “Ilusoria”, el lector no se da cuenta de que es una
traducción; ha sido tan bien adaptada a la cultura de destino que bien podría ser
un texto escrito así. En cambio, una traducción “No ilusoria” retiene algunas de las
características del texto de origen, dejando ver que se trata de una traducción.
7. Llegamos a un punto en que la idea de la equivalencia natural se deshace por su
propio peso. La direccionalidad cobra sin duda una mayor importancia; podríamos
usarla para justificar una expansión o reducción textual considerable. Aun así, el
paradigma de la equivalencia se vuelve problemático: ¿Cuánta información
explicativa se puede insertar respetando la equivalencia? No existe un acuerdo
claro. El debate concierne entonces qué es y qué no es traducción. Y esa es una
pregunta que el paradigma de la equivalencia nunca tuvo el propósito de abordar;
sencillamente presuponía una respuesta.
Las traducciones, cuando se aceptan como tales, crean una “presunción de
semejanza interpretativa”, y podría ser que esa presunción, no importa cuán
errónea, sea lo que se viene llamando equivalencia. Entonces no hay razón para
seguir investigando; no es necesario poner a prueba las piezas del lenguaje según
cien criterios lingüísticos: la equivalencia es siempre “presunta” equivalencia, y
nada más.
Conclusión
En definitiva, la equivalencia parece haber muerto, excepto por un par de teóricos
Posmodernos que han leído poca teoría de la traducción y necesitan una
encarnación del enemigo esencialista. La historia, sin embargo, no termina aquí.
Como se ha insistido anteriormente, el traductor ha dejado de ser una especie de
marioneta autómata que sólo tenía que hacer un calco palabra por palabra del
texto original para convertirse en un adaptador de realidades y de contenidos. Al
igual que un país o un ámbito lingüístico determinado no es sólo un idioma
diferente al nuestro, sino todo un enjambre de connotaciones culturales y
pragmáticas diferentes, un traductor no debe nunca cometer el error de querer
traducir palabras, sino todo ese enjambre de la forma más idiomática posible a su
cliente, que no es, nada más ni nada menos, que un receptor probablemente
desconocedor absoluto de la cultura de la lengua origen.
8. Referencias:
Nida, E. 1964 Toward a Science of Translation with Special Reference to
Principles and Procedures involved in Bible Translation. London: Leiden.
Ponce Márquez N. Diferentes aproximaciones al concepto de equivalencia en
traducción y su aplicación en la práctica profesional. (Facultad de Traducción e
Interpretación. Universidad Pablo de Olavide.
Valentín García Y. (1994), Traducción: historia y teoría. Madid. Gredos.
AnthonyP.(2011)ExploringTranslationTheories.Catalunya,InternationalStudiesGrop
Edwin G. (1990) Contemporary Translation Theories. Nashville, U.M.I.
9. Todo está muy bien redactado, al igual que tienes muy buena ortografía, lo
único que note es que te con fundes en la palabra “a” con “ha” o almenos
que haya sido por error de dedo