El documento habla sobre el uso excesivo de la televisión por parte de los niños Quim y María y ofrece recomendaciones para los padres. Aconseja limitar el tiempo de visión a 20-30 minutos al día, evitar que sea una rutina y acompañar a los niños mientras ven la televisión para fomentar un uso educativo. También recomienda ofrecer alternativas de actividades para que no sea la única opción para pasar el tiempo.
1. El día a día
Niños y televisión: de la rutina a la actividad
Temo las noches en casa: cada día, después de cenar, Quim y María se ponen a mirar la televisión y
no hay manera de encontrar el momento de ir a la cama, y eso que tan pronto como se levantan se
ponen a mirarla mientras desayunan. Y lo peor es que hacen todo lo que ven hacer en la televisión.
No sé qué puedo hacer para reducir todo este tiempo, que a mí me parece excesivo.
La televisión ocupa un lugar preemi-nente
como medio de comunicación
en nuestra sociedad y como objeto
cotidiano en nuestros hogares. Forma
parte de nuestras vidas y de las de los
niños y las niñas.
Todo esto determina que los
principales agentes educativos: fa-milia
y escuela, deban considerar
como parte esencial del proceso edu-cativo
la adquisición de unos hábitos,
unas competencias y una sensibili-dad
crítica ante la potente capacidad
de influencia que dichos medios tie-nen
sobre la población. ¡Recordad la
idea tan repetida de que «lo que no
sale en la tele no existe»!
Casi todas las recomendacio-nes
que se dan con respecto a la te-levisión
y los niños son muy útiles y
hay que tenerlas muy presentes:
regular el tiempo de visionado, no
recurrir a ella como niñera, no utili-zarla
como premio o castigo, no in-currir
en contradicciones («¡no mires
tanto la tele!» frente a «¡hala, déja-me
en paz y ve a mirar la tele!»),
poner de manifiesto la diferencia
entre realidad y ficción, respetar las
recomendaciones sobre los conteni-dos
no adecuados para determina-
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IDENTIDAD Y AUTONOMÍA [0–6]
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para las familias
en estos primeros años, las actitu-des
ante la pantalla que los más pe-queños
perciban de los referentes
familiares próximos serán decisivas
en su futuro comportamiento. Es
recomendable establecer un tiempo
máximo de visionado de la televi-sión
en la etapa infantil, que no de-bería
ser de más de 20-30 minutos.
Es lo que suelen durar los progra-mas
y las emisiones para estas eda-des.
Podemos hacer alguna
excepción, por ejemplo con pelícu-las
de duración más larga, pero
también debemos ser conscientes
de que muchas de las películas que
ven hoy día los niños de 0-6 años
están pensadas para niños mayores
e incluso están orientadas más al
consumidor que finalmente tiene
que comprarlas o dejarlas ver (el
adulto) que al propio niño. Eviden-temente,
ver la televisión es una
actividad que no hay que realizar
cada día. En este sentido, es impor-tante
tener presente que los niños
requieren atención y actividades al-ternativas
para ocupar su tiempo. El
entorno familiar, especialmente, es
el que tiene que prever estas nece-sidades
y ocuparse de ello.
das edades, etc. Aparte de eso, sin
embargo, también hay que afrontar
decididamente la educación audio-visual
de los niños y los jóvenes
como elemento esencial para la so-cialización
del ciudadano del siglo
XXI. Educar ante la televisión tiene
que ser una responsabilidad com-partida
fundamentalmente por la
familia y la escuela, y más que evitar
que los más pequeños la vean, hay
que considerarla como una posible
actividad más, con potencialidades
educativas, y hay que enseñar a
hacer un uso racional de ella.
Por ello, lo primero que hay que
evitar es la actitud generalizada con
la que los niños crecen ante la pan-talla:
la rutina.
Hasta los 2-3 años, en general,
a los niños no les atrae mucho la
pantalla, no más de lo que puedan
atraerles según qué contenidos por
sus colores, formas, sonidos, etc., o
bien porque todo el mundo la mira
y siempre está encendida. Antes de
los 2-3 años, ver la televisión tiene
que ser una actividad casi inexis-tente
o anecdótica, aunque esta
etapa ya es muy importante en la
educación audiovisual. Por ejemplo,
2. Es muy recomendable acompa-ñar
a los niños, más o menos directa-mente,
cuando están viendo la
televisión. Son los adultos, principal-mente,
quienes deben fomentar el
hecho de que ver la tele sea una ac-tividad
consciente y activa y no una
rutina. En los momentos en los que
les acompañamos viendo la televi-sión,
podemos poner énfasis en
aquellos aspectos que ayuden en su
desarrollo cognitivo y/o afectivo:
«¡vamos a ver cómo vivían los seres
humanos en la prehistoria!», «¿veis la
cantidad de cosas que se pueden
hacer con madera?», «¿qué os parece
lo que ha hecho María?»... Según la
edad y el contenido de lo que vemos,
durante el visionado podemos aclarar
ciertos aspectos de lo que sucede en
la pantalla: incidir en formas, colores,
distribución del espacio, tipos de so-nidos,
objetos, seres vivos; imitar
sonidos y determinados movimientos
jugando; reforzar positivamente o
negativamente ciertas actitudes de
los personajes, y un largo etcétera,
que dependerá del contenido de lo que
vemos. Es especialmente delicado el
tema de la publicidad, ya que
mucha está pensada específicamen-te
para los más pequeños, que en
este terreno son los más vulnerables.
En la escuela, el tiempo duran-te
el cual los niños ven la televisión,
aparte de ser muy limitado, está muy
controlado y habitualmente es muy in-tencionado.
Por ello, determinadas
competencias y actitudes es muy re-comendable
que sean enseñadas en
la escuela y reforzadas coordinada-mente
en el entorno familiar. La es-cuela
dispone con la televisión de un
medio con potencialidades didácti-cas
casi incomparables. Podemos
hacerles comentar lo que han visto
en la televisión en casa, poner de
manifiesto la influencia que tienen
los medios de comunicación en las
personas, hacer trabajar conjunta-mente
31 | Aula de Infantil Núm. 39. Septiembre-Octubre 2007
con las familias algún tema
significativo para ellos que distintos
medios traten desde distintos pun-tos
de vista, discutir los roles de gé-nero
que encontramos en la
publicidad, etc. Finalmente, así
como determinadas actitudes críti-cas
frente a los contenidos televisi-vos
pueden trabajarse en la escuela,
es en casa, especialmente, donde
hay que velar más para que la inter-acción
con las pantallas no se con-vierta
en la actividad preponderante
para «pasar el rato»; por lo tanto,
será en este entorno donde habrá
que tener cuidado con cómo, cuán-do
y cuánto tiempo se ve la tele.
HEMOS HABLADO DE:
Identidad y autonomía.
Relación e interacción.
Guillermo Bautista Pérez
Universitat Oberta de Catalunya
gbautista@cdlcat.ictnet.es
El día a día
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