El documento discute cómo factores económicos y culturales influyen en las aspiraciones sociales de la mujer. Examina diferentes perspectivas feministas como el liberalismo y socialismo. También analiza cómo las realidades socioeconómicas actuales afectan a la mujer y su rol, así como ejemplos históricos de desigualdad y opresión de género en diferentes culturas. Finalmente, debate las promesas y limitaciones del feminismo y socialismo para lograr la verdadera libertad e igualdad para la mujer.
Cómo influyen factores económicos y culturales en las aspiraciones de la mujer
1. ¿Cómo influye el factor económico y cultural en las aspiraciones sociales de la mujer?
Autor: Paulo Arieu
Imagen n0.
Hoy en día, el papel de la mujer en el sector social y económico, es determinante para el
crecimiento económico de los países; es por esta razón que el nuevo rol de la mujer ya no se
reduce al hogar ni a la crianza de los hijos. Y son muchas las escritoras feministas que afirman
correctamente que las mujeres todavía padecen diversos niveles de agresión y discriminación
social. Además, aunque las mujeres de nuestros días creen que pueden llegar a ser
verdaderamente libres e iguales, viviendo en un mundo organizado mediante nuevas líneas
sociales y productivas, laboralmente hablando, todavía hoy en día son muchas las mujeres que se
ven obligadas a emplearse en cualquier oficio tan solo para poder subsistir. O en otros casos para
poder ayudar a sus familias que viven en países subdesarrollados, donde logran subsistir
económicamente a veces tan solo con lo justo (si logran conseguirlo). No hay dudas que muchas
2. son las mujeres que padecen violencia; y muchas son las mujeres a las que tampoco les alcanza
el ingreso recibido para hacer frente al alto costo de la vida. Aunque es verdad que en algunos
casos se ha comprobado que hay cierta discriminación salarial laboral en algunas empresas. Y
hay muchas madres que se ven obligadas a tener una doble jornada: es decir, se dedican al hogar
y, además trabajan. La dificultad de realizar ambas tareas suele ser un elemento que propicia que
la mujer opte por abandonar otros espacios y dedicarse finalmente solo al hogar. Pero también
hay que ser honestos: El sueño americano está más lejos que nunca para todos, sean hombres o
mujeres. Y en algunos países, también está comprobado que muchas mujeres ya no sueñan con
ser amas de casa.
Mary A Kassian y Nancy Leigh DeMoss, en el libro True Woman 101 (Mujer Verdadera 101),
citan que “la guerra de sexos que hay en nuestros días no ha cesado. Es una dolorosa
consecuencia del pecado, que ha causado estragos en las relaciones entre hombres y mujeres. Es
algo muy serio y alarmante. No hay persona sobre la faz de la tierra que no haya sido afectada
por esta gran batalla de los sexos, que vino como resultado de la caída (Kassian & DeMoss,Pag.
129).
El feminismo ha ido tomando diversos rumbos, dependiendo del elemento de desigualdad al que
se diera mayor relevancia (xbriceno, 2015):
a) El feminismo liberal ponía énfasis en la división del trabajo atendiendo a razones de sexo, que
dejaba peor parada a la mujer, ya que la esfera pública de autoridad y de ventajas, e
indirectamente de acceso a educación y oportunidades, y por tanto de reproducción cultural, se
limitaba al hombre.
3. b) Por su parte el feminismo socialista, dentro de la corriente marxista denunciaba que las
desigualdades entre hombres y mujeres estaban íntimamente ligadas con la existencia de una
serie de instituciones de carácter cultural, pero atendiendo y diferenciando entre distintas clases
sociales a las que las mujeres puedan pertenecer, ya que los problemas que las afecten en cada
caso no serán los mismos, es decir que las mujeres son una subclase dentro del sistema de clases;
en los últimos tiempos esta corriente ha centrado su interés en el análisis de cuestiones concretas
como fuentes de desigualdad, como es el posicionamiento de las mujeres en ciertos ámbitos: la
clase trabajadora, la reproducción, la sexualidad, los procesos de socialización; y proponiendo
ciertas soluciones: reivindicación del lesbianismo como un derecho, la fecundación artificial, lo
que supondría una “maternidad sin hombres”, o la lucha por llegar a una sociedad asexuada, en
la que no haya una socialización que asigne roles en función del sexo.
Los investigadores (socialistas), cuentan que la cuestión de la mujer adquirió importancia para
las mujeres de las clases burguesas aproximadamente en la mitad del siglo XIX:
Un tiempo considerable después de que la mujer proletaria hubiera llegado al campo del
trabajo. Bajo el impacto de los monstruosos éxitos del capitalismo, las clases medias de la
población fueron golpeadas por olas de necesidad. Los cambios económicos hicieron que la
situación financiera de la pequeña y mediana burguesía se volviera inestable, y que las mujeres
burguesas se enfrentaran a un dilema de proporciones alarmantes, o bien aceptar la pobreza o
conseguir el derecho al trabajo. Las esposas y las hijas de estos grupos sociales comenzaron a
golpear a las puertas de las universidades, los salones de arte, las casas editoriales, las oficinas,
inundando las profesiones que estaban abiertas para ellas. El deseo de las mujeres burguesas de
conseguir el acceso a la ciencia y los mayores beneficios de la cultura no fue el resultado de una
necesidad repentina, madura, sino que provino de esa misma cuestión del “pan de cada
4. día”. Las mujeres de la burguesía se encontraron, desde el primer momento, con una dura
resistencia por parte de los hombres. Se libró una batalla tenaz entre los hombres profesionales,
apegados a sus “pequeños y cómodos puestos de trabajo”, y las mujeres que eran novatas en el
asunto de ganarse su pan diario. Esta lucha dio lugar al “feminismo”: el intento de las mujeres
burguesas de permanecer unidas y medir su fuerza común contra el enemigo, contra los
hombres. Cuando estas mujeres entraron en el mundo laboral se referían a sí mismas con
orgullo como la “vanguardia del movimiento de las mujeres”. Se olvidaron de que en este
asunto de la conquista de la independencia económica, como en otros ámbitos, fueron
recorriendo los pasos de sus hermanas menores y recogiendo los frutos de los esfuerzos de sus
manos llenas de ampollas (Marxists.org ,1907).
Y a partir de este momento, oleada tras oleada, las mujeres no han dejado de reclamar igualdad
de géneros, pretendiendo ser ellas tan masculinas como les es posible. Y los hombres tan
femeninos como solo ellos pueden imaginárselo posible. Lamentablemente, esto solo ha traído
confusión a los géneros.
Mary A Kassian y Nancy Leigh DeMoss comentan que “la idea cultural prevalente sobre la
feminidad alienta a las mujeres a ser llamativas, sexuales, egocéntricas, independientes y, sobre
todo, enérgicas y dominantes. Pero tristemente, este modelo de la feminidad no ha proporcionado
la felicidad y la satisfacción que prometía”(Kassian & DeMoss,Pag. 16). Esta actitud solo
provoca malestar en las personas y daños irreparables en los matrimonios, que ven sus roles
invertidos sin saber cómo adaptarse a esta nueva situación.
También es interesante la referencia del teólogo británico John Stott, quien cita a Janet
Radcliffe Richards, autora de The Sceptical Feminist (El feminista escéptico). Según da la autora
5. su opinión, “el feminismo no es un movimiento irracional de las mujeres para las mujeres, en el
cual las mujeres apoyan la postura de las mujeres en todos los temas (por más indefendible que
sea). Más bien éste surge de la convicción de que las mujeres padecen injusticia social
sistemática por causa de su sexo, y por lo tanto es un movimiento por la eliminación de la
injusticia basada en el sexo” (Stott, Pág. 282). Esta es una verdad fácilmente demostrable. Con
tan solo mirar periódicamente los medios de comunicación, la realidad de los datos estadísticos
de violencia domestica muestra a las claras el problema social denunciado por la escritora Janet
Radcliffe Richards.
John Stott cita tres casos de explotación de la mujer en diversas culturas (Stott, Pág. 285):
a) En la autobiografía de Gandhi: “El marido hindú se considera amo y señor de su mujer,
quien lo debe atender permanentemente con gran deferencia.“[Gandhi: An Autobiography,
1949; Jonathan Cape, 1966, p. 155.]
b)Sura 4 del Corán,titulado “La mujer”: “El hombre tiene autoridad sobre la mujer porque Alá
ha hecho a uno superior al otro … En cuanto a aquéllas de quienes temen desobediencia,
repréndanlas, mándenlas a camas separadas y azótenlas …” [The Koran, trad. N. J. Dawood,
Penguin, 1956, pp. 360ss]
c)El tercer ejemplo proviene de los esquimales. Raymond de Coccola pasó doce años entre los
«krangmalit» en el Ártico canadiense como misionero católico romano y los llegó a conocer
bien. Le resultó chocante la primera vez que escuchó a un cazador referirse a una mujer con una
palabra que también se aplicaba a una loba o una perra. Estas son sus reflexiones: “Entrenada
para realizar toda clase de tareas prosaicas, la mujer esquimal está acostumbrada
a soportar las debilidades y los apetitos de los hombres. Pero yo no pude acostumbrarme a
6. lo que parecía una relación amo-esclavo entre el cazador y su mujer.“[Raymond de Coccola,
Ayorama, 1955; Paper Jacks, Ontario, 1973, p. 212.]
Sin duda, estos son algunos tristes y lamentables casos en los que el hombre se enseñorea de la
mujer porque en su cultura cree o (mal) entiende que como espécimen masculino es superior a la
mujer. Estos son casos culturales que deben ser denunciados por la sociedad cada vez que
resurgen. Y evidentemente el apóstol Pablo comprendía esta problemática en su época, como lo
demuestra en su declaración de los derechos y garantías de la libertad cristiana: “Ya no hay
judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois
uno en Cristo Jesús” (Gálatas cap. 3 verso 28).
Según explican los socialistas desde su cosmovisión de equidad de clases sociales, el mundo de
las mujeres está dividido en dos bandos: a) El de aquellas cuyos intereses y aspiraciones
les acerca a la clase burguesa. b) Otro grupo de estrechas conexiones con el proletariado
(Marxists.org ,1907). Ellos creen que cada nuevo objetivo de la clase trabajadora “representa un
paso que conduce a la humanidad hacia el reino de la libertad y la igualdad social: cada derecho
que gana la mujer le acerca a la meta fijada de su emancipación total, dado que la
socialdemocracia fue la primera en incluir en su programa la demanda de la igualdad de derechos
de las mujeres con los de los hombres” (Marxists.org ,1907). Pero este anhelo es una utopía. La
única libertad verdadera y posible es la que otorga Jesucristo, cuando el gobierna los
corazones.Cuando Dios controla las mentes, Su paz se hace accesible, su misericordia reina y su
amor determina el resultado de las relaciones hombre – mujer. Así es como el hombre o la mujer
experimenta la libertad de la verdadera esclavitud: el pecado. Porque es el pecado enquistado en
la psiquis del ser humano quien roba la felicidad e impide el cumplimiento de sus sueños y
objetivos terrenales. Pero las demandas de igualdad política para las mujeres, ya se han
7. convertido en una necesidad que surge de la misma situación social económica actual, según lo
explican los socialistas (Marxists.org ,1907). De esto se deduce que los socialistas entienden que
la consigna de “acceso a las profesiones”, ya ha dejado de ser suficiente, y que en estos
tiempos, sólo la participación directa en el gobierno del país puede contribuir a mejorar la
situación económica de la mujer! Es de aquí que proviene el deseo apasionado de las mujeres de
la mediana burguesía por obtener su derecho al voto, y por lo tanto, su hostilidad hacia el sistema
burocrático moderno.Pero habria que preguntarse si acaso el liderazgo político de mujeres como
Margaret Thatcher en Inglaterra, Ángela Merkel en Brasil, Cristina Fernández de Kirchner en
Argentina, Dilma Rousoff en Brasil, han acabado con la desigualdad social? Han traído el tan
anhelado paraíso a la tierra? Han logrado los pobres un salario mas justo? Ha podido demostrar
el socialismo que es mejor que el capitalismo neoliberal? Están mejores las economías de esos
respectivos países? Las evidencias actuales parecen indicar que no.
Los socialistas creen que las feministas no pueden, en razón de su compromiso de clase social
burguesa, luchar por aquella transformación fundamental de la estructura económica y social
contemporánea de la sociedad, dado que ellas tienen un compromiso con las clases sociales mas
acomodadas (la burguesía). Para ellas, la igualdad de derechos con los hombres en el marco del
mundo capitalista actual representa un fin lo suficientemente concreto en sí
mismo (Marxists.org ,1907). Pero la igualdad de derechos en el momento actual para las mujeres
proletarias, es sólo un medio (pretexto) para avanzar en la lucha contra la opresión económica de
la clase trabajadora. Las feministas ven a los hombres como el principal enemigo, por los
hombres que se han apropiado injustamente de todos los derechos y privilegios para sí mismos,
dejando a las mujeres solamente cadenas y obligaciones. Para ellas, la victoria se gana cuando un
privilegio que antes disfrutaba exclusivamente el sexo masculino se concede al “sexo
8. débil”. Aunque el hombre no es el verdadero enemigo de la mujer, ni la mujer el enemigo del
hombre. Ambos se necesitan para ser felices y poder procrear hijos. Aunque las mujeres
trabajadoras (proletariado femenino) tienen una postura diferente: Ellas no ven a los hombres
como el enemigo y el opresor, por el contrario, piensan en los hombres como sus compañeros,
que comparten con ellas la monotonía de la rutina diaria y luchan con ellas por un futuro mejor
(Marxists.org ,1907). En este aspecto, piensan bastante mejor que las mujeres feministas
burguesas. Pero la realidad social de hoy en día, hace que la mujer y su compañero masculino
sean oprimidos muchas veces por las mismas condiciones socio-económicas que se viven en
todo Occidente. Son las mismas realidades del capitalismo neo-liberal que te invita a
consumir muchos de los placeres y encantos de la vida que los ricos practican. Pero no siempre
los ingresos recibidos por las mujeres (y hombres) les permiten a los trabajadores darse esos
lujos. Aunque la verdad es que tampoco el socialismo ha cumplido sus promesas de liberar la
mujer (ni a los hombres) socialmente como ha prometido. Estas son promesas utópicas que solo
Jesucristo puede llegar verdaderamente a cumplir.
Y también la figura de ama de casa se desdibuja debido a la crisis y al cambio sociológico. Tan
sólo en España, el 3% de las mujeres que se definen a sí mismas como amas de casa tiene menos
de 35 años. El 99% de quienes se dedican en exclusiva a las labores del hogar son mujeres. Entre
las amas de casa hay mayor porcentaje de mujeres católicas y de derechas que en el resto de la
población. El antropólogo Pablo Vidal recuerda que las mujeres, desde el punto de vista
sociológico, son siempre más conservadoras, “son las que preservan las tradiciones, las más
reacias al cambio, las que educan a los hijos en la continuidad”. En este sentido, cabe destacar el
alto porcentaje de ellas que se declara católica practicante, un 41% frente al 19% en el resto de
9. españoles. Únicamente el 6% de ellas afirma ser no creyente, frente al 21% de la
población (sociológico,2013).
Y las socialistas creen que una mujer puede tener igualdad de derechos y ser verdaderamente
libre sólo en un mundo de trabajo donde reina la armonía y la justicia. Pero ellas se enojan
porque, según ellas creen, muchas feministas no están dispuestas a comprender esto. Que es lo
que sucede? Sucede que a ellas les parece que conseguirán la libertad social cuando la igualdad
sea formalmente (obligada) aceptada por la letra de la ley. Y asi ellas serán capaces de conseguir
un lugar cómodo para laborar “en el viejo mundo de la opresión, la esclavitud y la servidumbre,
de las lágrimas y las dificultades” (Marxists.org ,1907).Pero esto es verdad, solo hasta cierto
punto. Porque si Cristo no cambia los corazones, la opresión seguirá existiendo.
Pero para la mayoría de las mujeres del proletariado, la igualdad de derechos con los hombres
significaría sólo una parte igual de la desigualdad, pero para las mujeres burguesas, de hecho,
abriría las puertas a derechos y privilegios nuevos y sin precedentes que hasta ahora han sido
sólo disfrutados por los hombres de clase burguesa. Pero lamentablemente, cada nueva concesión
que consiga la mujer burguesa sería otra arma con la que explotar a su hermana menor y
continuaría aumentando la división entre las mujeres de los dos campos sociales opuestos.
Porque sus intereses se verían más claramente en conflicto, sus aspiraciones más evidentemente
en contradicción, lamentablemente. Aunque si somos históricamente serios, debemos reconocer
que la realidad de las clases sociales siempre ha existido. Y pretender destruir esta realidad,
emparejar las clases sociales o unificar a los ricos junto con el proletariado nunca se lograra,
porque este criterio es parte de la utopía marxista. El tema de las clases sociales solo se corregirá
cuando Cristo vuelva a reinar en el milenio de paz prometido. Mientras tanto, en esta vida,
10. siempre habrá injusticias. Pero nuestra confianza tiene que estar puesta en Dios, quien es nuestro
perfecto y divino Juez.
Concluyo este articulo diciendo que, lamentablemente, como escriben Kassian y Demoss, la
guerra de sexos que hay en nuestros días en la sociedad no ha cesado. Esta es una dolorosa
consecuencia del pecado enraizado en lo más profundo de la psiquis del ser humano y que causa
estragos en las relaciones entre hombres y mujeres. Y no tengamos dudas que el pecado es una
realidad muy seria y alarmante. No hay persona sobre la faz de la tierra que no haya sido
afectada por esta gran batalla de los sexos, que vino como resultado de la caída en el huerto del
Edén. Pero si las mujeres quieren ser verdaderamente mujeres que aman y sirven a nuestro
Señor Jesucristo deberían aprender del manual del Diseñador, aquel que las creo con un
propósito: adorarle solo a Él.
Dice la Palabra de Dios en la Primera carta del apóstol Pedro, acerca de la verdadera feminidad
de la mujer que:
“Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos; para que también los
que no creen a la palabra, sean ganados sin palabra por la conducta de sus
esposas,considerando vuestra conducta casta y respetuosa. Vuestro atavío no sea el
externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos, sino el interno,
el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de
grande estima delante de Dios. Porque así también se ataviaban en otro tiempo
aquellas santas mujeres que esperaban en Dios, estando sujetas a sus maridos; como
Sara obedecía a Abraham, llamándole señor; de la cual vosotras habéis venido a ser
11. hijas, si hacéis el bien, sin temer ninguna amenaza. Vosotros, maridos, igualmente,
vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a
coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo.” (I
Pe. 3:1-7 RV 1960).
En Versión popular (Palabra de Dios para Todos), el mismo pasaje de la Biblia dice que:
De la misma manera, esposas, obedezcan a sus esposos. Si algún esposo no le cree a la
palabra de Dios, podrá ser convencido sin que se le tenga que decir una sola palabra,
sino a través de la conducta de ustedes al ver la forma de ser santa y respetuosa de su
esposa. Que su belleza no venga de los adornos externos, como peinados exagerados,
joyas de oro o ropa fina. Su belleza debe venir del corazón, del interior de su ser,
porque la belleza que no se echa a perder es la de un espíritu suave y tranquilo, valioso
ante los ojos de Dios.Así se adornaban las mujeres santas que vivieron hace mucho
tiempo. Tenían puesta su esperanza en Dios y obedecían a sus esposos. Me refiero a
mujeres como Sara, quien obedeció a Abraham, su esposo, y lo llamaba su señor.
Ustedes son verdaderas hijas de Sara si hacen el bien y no le dan lugar al miedo.De la
misma manera, los esposos deben saber vivir con su esposa y respetarla como es
debido. Ella es más débil que ustedes, pero al igual que a ustedes, Dios le ha dado la
vida como un regalo. Respétenla para que nada impida que Dios escuche sus
oraciones. (I Pe. 3:1-7 PDT)
Fue Jose Marti, el poeta cubano, quien dijo que
12. No es que falte a la mujer capacidad alguna de las que posee el hombre, sino de
transformaciones que su naturaleza fina y sensible le señala quehaceres mas difíciles y
superiores. (Marti, Pag. 135).
Hombres y mujeres biológicamente son distintos. Pero a los ojos de Dios no hay diferencia. La
mujer no es inferior al hombre ni el hombre es superior a la mujer. La mujer tiene las mismas
capacidades que el hombre. Sin dudas, la mujer es un vaso frágil, que el varón debe saber cuidar
y valorar.
Quisiera hacerle saber a usted que para Dios, la masculinidad y la feminidad existen para
glorificarle a Él y manifestar el evangelio de Jesucristo. No lo olvide. Este articulo, ha sido tan
solo un breve comentario de cómo influye el factor económico y cultural en las aspiraciones
sociales de la mujer. Recuerde que el plan de Dios es que usted, mujer, sea tan femenina como
pueda serlo con la ayuda del Poder divino. Y que usted, hombre, sea tan varonil como pueda
llegar a serlo, con la ayuda y ejemplo de nuestro Señor Jesucristo. ¡Un fuerte abrazo y que Dios
te bendiga mucho!
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Referencias Bibliográficas
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