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Artículo de revisión
Journal of audiology, otoneurology & phoniatrics issn: In process, Vol. 2, No. 3, January-june, pp:1-8.
Citation: Rodríguez-Carrillo P. R. La Tartamudez: Un reto para la Terapia del Lenguaje. J Audiol Otoneurol Phoniatr.
2019;2(3):pp 1-8.
*
Correspondencia: Pedro Rafael Rodríguez Carrillo. Fresnos 8, entre calle Campestre y Av. Pinos Col. Santa
Cruz Buenavista. Puebla, Puebla. Correo electrónico: peraroca02@gmail.com
Recepción: 17 de febrero, 2020
Aceptación: 29 de septiembre, 2020
Stuttering: a challenge for speech therapy
La Tartamudez: Un reto para la Terapia del Lenguaje
Pedro Rafael Rodríguez-Carrillo1*
Abstract
The complexity of the disorder, the factors present in its emergence and mainte-
nance, its evolution and the possible reasons for the failure of traditional therapeu-
tic processes are discussed. The need for a change in the objectives to be achieved
in its treatment and the techniques to be used is raised. Some attention strategies
are implemented aimed at providing the person who stutters with communication
tools that allow social interaction free of tension, fear and shame, regardless of the
levels of fluency present..
Key words: Stuttering, speech therapy.
1
Asociación Iberoamericana de la Tartamudez, Caracas, Venezuela
2
La Tartamudez: Un reto para la Terapia del Lenguaje Rodríguez-Carrillo P. R., et al.
Journal of audiology, otoneurology & phoniatrics issn: In process, Vol. 2, No. 3, January-june, pp:1-8.
Resumen
Se discute la complejidad del trastorno, los factores presentes en su surgimiento
y mantenimiento, su evolución y las posibles razones del fracaso de los procesos
terapéuticos tradicionales. Se plantea la necesidad de un cambio de los objetivos a
alcanzar en su tratamiento y las técnicas a utilizar. Se sugieren algunas estrategias de
atención orientadas a dotar a la persona que tartamudea de herramientas comunica-
tivas que le permitan una interacción social libre de tensiones, miedo y vergüenza,
independientemente de los niveles de fluidez que presente.
Palabras clave: Tartamudez, terapia de lenguaje.
Introducción
La tartamudez es un trastorno del habla que afec-
ta el proceso comunicativo de las personas y que
se caracteriza por interrupciones involuntarias
en la fluidez del habla. Estas interrupciones se
acompañan de tensión muscular en cara y cue-
llo, miedo y estrés y son la expresión visible de la
interacción de determinados factores biológicos,
psicológicos y sociales que determinan y orientan
en el individuo la conformación de un ser, un ha-
cer y un sentir con características propias.(1)
Por lo general, tiene su inicio entre los dos y
cuatro años de edad, coincidiendo con la apari-
ción del lenguaje y hasta el momento, se desco-
nocen las causas reales de su surgimiento y man-
tenimiento.(2)
Es un trastorno complejo en el cual, de ma-
nera constante interactúan factores biológicos,
psicológicos y sociales.
En relación a los factores biológicos, los ha-
llazgos científicos indican la presencia de diferen-
cias neuroanatómicas funcionales o alteraciones
en la transmisión del impulso nervioso.(3–5)
Los psicológicos hacen referencia a aspec-
tos tales como las demandas del entorno social,
creencias y actitudes compartidas, sentimientos,
emociones y comportamientos.(6)
Fases en el desarrollo de la tartamudez
Bloodstein en su libro A Handbook on Stuttering
indica que la tartamudez, por lo general, se desa-
rrolla en cuatro fases o etapas: Una primera fase
que el autor sitúa entre los 2 y 6 años de edad,
donde se observan las primeras disfluencias en el
habla del niño y donde el síntoma predominan-
te es la repetición. Hay una marcada tendencia a
que estas repeticiones ocurran al comienzo de la
oración, artículo o frase y se acentúan cuando el
niño está excitado o inquieto, cuando aparente-
3
La Tartamudez: Un reto para la Terapia del Lenguaje. Rodríguez-Carrillo P. R., et al.
Journal of audiology, otoneurology & phoniatrics issn: In process, Vol. 2, No. 3, January-june, pp:1-8.
mente tiene algo importante que decir, o cuando
está bajo condiciones de comunicación que lo
presionan.(7)
En una segunda fase, que el autor ubica cro-
nológicamente entre los 7 y 11 años, el desorden
es esencialmente crónico. Hay muchos interva-
los de habla normal y las disfluencias ocurren en
cualquier parte de la oración: nombres, verbos,
adjetivos y adverbios. Estas se incrementan cuan-
do el niño está excitado o habla rápidamente. En
esta etapa el niño adquiere el autoconcepto de
tartamudo, aunque aparenta darle muy poca im-
portancia a su dificultad del habla.
En una tercera fase, característica del inicio
de la adolescencia, la tartamudez se centra en las
respuestas que debe dar la persona ante situacio-
nes específicas. Ciertas palabras y sonidos pre-
sentan mayor dificultad que otras y se comienzan
a utilizar palabras sustitutivas y circunloquios.
En la cuarta fase, que el autor denomina “la
cúspide de la tartamudez”, la persona anticipa su
tartamudez y le teme a ciertas palabras, sonidos
y situaciones de habla que evita. Afloran senti-
mientos de angustia, vergüenza, miedo, rabia y
turbación.
Estas fases o etapas, que representan un
buen intento de sistematizar la manera en que
evolucionan los aspectos conductuales y emocio-
nales del trastorno, en ningún momento deben
tomarse como algo rígido en lo que a las edades
se refiere, pues con ellas solo se trata de descri-
bir y clasificar lo que generalmente se observa.
Así, lo que el autor describe para una determi-
nada edad, podemos verlo en algunos individuos
de manera más tempana o más tardía. De allí la
importancia de realizar un buen diagnóstico que
permita conocer, de manera exhaustiva, los com-
portamientos, creencias, actitudes y sentimientos
de la persona que presenta el trastorno. Lo que
permitirá el diseñar, de manera adecuada, el tra-
tamiento a seguir y establecer los objetivos que se
esperan alcanzar.
El tratamiento tradicional de la tartamudez
Tradicionalmente, para el tratamiento de la tar-
tamudez han existido, básicamente, dos tipos de
abordaje terapéuticos:
•	 Terapias orientadas a tratar el síntoma y basa-
das en técnicas de rehabilitación del habla o
en el uso de aparatos y/o prótesis.
•	 Terapias orientadas a proporcionar herra-
mientas que permitan controlar y esconder la
tartamudez.
En ambos casos, el objetivo final es el logro
de la fluidez en el habla de la persona que tarta-
mudea. Ambas tratan solo aquello que se observa
y que como lo plantea Joshep Sheehan es la parte
más pequeña del problema.(8)
Este autor afirma que “la tartamudez puede
compararse con un iceberg, que tiene la porción
de mayor tamaño por debajo de la superficie. Lo
que las personas ven y oyen es la porción más pe-
queña; mucho más grande es lo que permanece
debajo de la superficie, que se experimenta como
miedo, culpa y anticipación de la vergüenza”.(8)
4
La Tartamudez: Un reto para la Terapia del Lenguaje Rodríguez-Carrillo P. R., et al.
Journal of audiology, otoneurology & phoniatrics issn: In process, Vol. 2, No. 3, January-june, pp:1-8.
Figura 1. El iceberg de la tartamudez
Tomado de Sheehan.(8)
Al hacer una revisión de los logros alcan-
zados con la utilización de estos abordajes tera-
péuticos observamos que su éxito ha sido muy
limitado.
Como lo indica Van Riper en su libro El
tratamiento de la tartamudez,(9)
el éxito en el trata-
miento de la tartamudez ha sido muy escaso y al
referirse a las estrategias utilizadas afirma:
	
	 Uno de los más tristes problemas alrededor
de la tartamudez, ese terrible desorden que
afecta a la humanidad, es que sus víctimas se
encuentran demasiado a menudo en manos
de un terapeuta ingenuo, cuando no incom-
petente. Es verdaderamente desafortunado
que la tartamudez pueda ser temporalmente
aminorada por tal cantidad de diferentes ti-
pos de tratamiento, y que éxitos esporádicos
generen una plétora de ciegos entusiastas que
declaran afirmaciones grandilocuentes que
eventualmente son desmentidas más tarde.
Cada nueva generación de terapeutas redes-
cubre los mismos viejos métodos, los modi-
fica ligeramente, les da nueva racionalidad, y
los aplica a una nueva remesa de tartamudos.
Hay muchos círculos viciosos dentro de la
5
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Journal of audiology, otoneurology & phoniatrics issn: In process, Vol. 2, No. 3, January-june, pp:1-8.
tartamudez, pero este es ciertamente uno de
los más trágicos.(9)
Situación que aún se observa a pesar del
tiempo transcurrido y del avance de los conoci-
mientos sobre el trastorno.
Por su parte, la Junta de Andalucía en su
informe del 2007 sobre los tratamientos de la
tartamudez concluye afirmando: “no se han en-
contrado intervenciones para la tartamudez cla-
ramente eficaces en términos de resultados rela-
cionados objetiva o subjetivamente con el habla”.
Situación que hasta el presente no ha cambiado,
aunque a menudo aparecen propuestas de inter-
vención que prometen finales exitosos.(10)
Hacia un nuevo enfoque en el tratamiento
de la tartamudez
¿Qué hacer ante tan sombrío panorama? Una po-
sible respuesta nos la da la patóloga del habla Ju-
dith Eckardt en su ponencia “Una voz, algo que
decir”,(11)
presentada en la Decimoquinta Confe-
rencia Online sobre Tartamudez y en la cual dis-
cute la falsa creencia, por muchos años arraigada
en el pensamiento, tanto de terapeutas como de
los propios tartamudos, de que mientras más se
practiquen ejercicios para mejorar la fluidez, la
persona tartamudeará menos.
Ella afirma:
	
	 “Hasta que nosotros, como patólogos del
habla, no ayudemos a la persona que tarta-
mudea a reducir sus temores, evitaciones y la
vergüenza que le causa la tartamudez, el que
su porcentaje de tartamudez baje, no signifi-
cará nada como indicador de éxito. Debido a
que, cuando el tartamudo sale de la sesión de
terapia en la que ha practicado las técnicas de
moldeamiento de la fluidez y/o modificación
y regresa a su vida cotidiana (en casa, en el
trabajo, la escuela o su comunidad) las pro-
babilidades de que él no tendrá sus mejores
niveles de fluidez son muy altas. Sus miedos
y aversiones son demasiado grandes y no va
a ser capaz de utilizar las herramientas de voz
mecánica que se le han enseñado. El tartamu-
do volverá a su viejo patrón de tartamudeo,
porque tiene hábitos aprendidos muy fuer-
tes. En el pasado, los comportamientos se-
cundarios, cuando eran nuevos, le ayudaron
a superar su tartamudez. Este retroceso en
la fluidez lograda no hará sino aumentar la
frustración, miedos, aversiones y vergüenza
que le generan su tartamudez y la falsa creen-
cia de que, si yo practicara más, tartamudearía
menos se mantendrá.”(11)
Esta autora propone que el tratamiento de la
tartamudez debe estar orientado a que, en primer
lugar, la persona que tartamudea comience a sen-
tirse responsable de su propio comportamiento
y a darse cuenta de que el cambio se producirá
en pequeños pasos. Afirma que tienen que traba-
jarse los miedos y aversiones y tratar de reducir
la vergüenza que le produce su tartamudez, a no
sentirse culpable por su forma de hablar y acep-
tarla como algo que, simplemente, le sucede.
Indica que, hay que enseñarle a eliminar las
conductas de evitación mediante la realización de
pequeñas tareas tales como hacer llamadas por
teléfono, pedir lo que se desee en un restaurante,
tratar de no cambiar las palabras; básicamente,
dejar que su tartamudez se asome. Decirse a sí
mismo “no importa que tartamudee, está bien
hacerlo”, “no me voy a morir si tartamudeo”.
Igualmente, se le deben enseñar estrategias de
comunicación tales como mantener el contacto
visual con el interlocutor y herramientas que me-
6
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jorarán su fluidez, tales como hablar lentamente,
usar prolongaciones que permitan el inicio fácil
de la conversación, cancelaciones, etc.
Concluye su ponencia afirmando:
	 “Debido a que la tartamudez es un trastorno
cíclico que crece y disminuye, cuando apa-
rezca más fuertemente, tal vez el tartamudo
no dirá más: si yo practico más, tartamudearé
menos. Por el contrario, él se tomará el tiem-
po para examinar lo que está pasando en su
vida para que su tartamudez aumente, plani-
fique lo que puede hacer para modificar eso
y evitará caer en el uso de conductas de esca-
pe para enfrentarse a su tartamudez. A toda
costa, tiene que evitar la evitación y hacerlo,
aunque sienta miedo en su comunicación
diaria en casa, en el trabajo o en la escuela y
en su comunidad. Con el tiempo, su discurso
se volverá más fluido y sus herramientas de
habla funcionarán mejor.”(11)
Las fases de la tartamudez y su tratamiento:
Como se indicó anteriormente, salvo casos muy
puntuales, la tartamudez tiene una evolución que,
generalmente, podemos dividirla en 4 fases o eta-
pas y en cada una de ellas el abordaje terapéutico
debe enfocarse de manera diferente. Pero tenien-
do siempre presente que ninguna propuesta de
abordaje terapéutico puede asumirse como una
receta rígida a aplicar sin considerar las particu-
laridades y características de las personas objeto
de tratamiento.
Teniendo presente lo que se indicó al refe-
rirnos a las etapas descritas por Bloodstein, tra-
taremos de sistematizar y orientar los abordajes
terapéuticos para cada fase o etapa.
Así, en la primera fase (2 a 6 años), el aborda-
je terapéutico debe tener un rol preventivo, esto
es, hacer que las disfluencias que presenta el niño
desaparezcan y prevenir la tartamudez crónica.
Para ello, el terapeuta debe orientar a los padres
sobre cómo deben comportarse ante las difluen-
cias que presenta el niño y calmar la angustia que
en ellos produce el “tener un hijo tartamudo”.
Orientarlos sobre cómo deben comportarse para
que las situaciones de habla en el hogar se con-
viertan en actos placenteros exentos de presio-
nes, angustias y temores.
En el trabajo directamente con el niño, se
debe estimular el desarrollo de su habla a través
de actividades que le permitan expresarse libre-
mente y sin presiones. Para el niño, la situación de
habla debe convertirse en una oportunidad agra-
dable para comunicar sus deseos y emociones.
Entre los 7 y 11 años (segunda fase del de-
sarrollo de la tartamudez según Bloodstein), ya
el niño está consciente de su hablar disfluente y
comienza a percibir las consecuencias negativas
de su forma de hablar. Se convierte en tartamudo
crónico y comienza a temerle a la interacción ver-
bal. Si bien en etapas previas el niño pudo sentir
molestias por su manera de hablar, aún no había
tomado conciencia de su condición de persona
que tartamudea. Es a partir de los 7 años, que
comienza a conformarse en él la imagen de sí
mismo como tartamudo, es decir, comienza a ser,
hacer y sentir como una persona que tartamudea.
En esta etapa, el terapeuta además de orien-
tar a los padres y demás familiares del niño sobre
cómo comportarse ante su forma de hablar, debe-
rá trabajar con los maestros, orientándolos sobre
cómo tratarlo en el aula, cómo prevenir las risas
y burlas de sus compañeros y cómo manejar las
situaciones conflictivas que se puedan presentar.
El trabajo individual a estas edades deberá
orientarse hacia aspectos tales como el logro de
7
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Journal of audiology, otoneurology & phoniatrics issn: In process, Vol. 2, No. 3, January-june, pp:1-8.
un habla fácil, sin tensiones y sin movimientos
accesorios, la coordinación fonorespiratoria, tra-
bajar la autoestima y la autoimagen, conceptos
que hacen referencia a cómo la persona se perci-
be y se valora y que, en el caso de la persona tar-
tamuda,(12)
cobran vital importancia ya que, como
lo manifiesta Van Riper:
	 “A medida que el niño disfluente, con base a
las reacciones que observa en los demás, va
construyendo su identidad personal, comien-
zan a desarrollarse una serie de problemas de
carácter psicológico que moldean el compor-
tamiento del tartamudo”.(13)
En este período es de especial relevancia
que el niño conozca diversas opciones de comu-
nicación y de interacción social y que éstas no
solo giren alrededor de su habla. Igualmente es
necesario que las figuras de autoridad (padres y
maestros) establezcan sólidos lazos para la comu-
nicación, a fin de poder enfrentar la etapa de la
adolescencia.
La adolescencia (tercera fase del desarrollo
de la tartamudez según Bloodstein) es la etapa
más difícil y conflictiva de la persona que tarta-
mudea. Es una época de adaptaciones y cambios
tanto físicos como psicológicos, donde el joven
debe demostrar a su grupo de pares cuán compe-
tente es y lograr su aceptación en el grupo.
En este periodo, el adolescente tartamudo
tiende a aislarse y a esconder su forma de hablar,
en el colegio trata de pasar desapercibido, se sien-
ta en un rincón del salón y cuando es interrogado
prefiere decir que no sabe a enfrentarse a las risas
y burlas de sus compañeros.
En esta etapa, la atención de la persona que
tartamudea debe estar orientada, básicamente a
ayudarlo a aceptar su forma de hablar, modificar
sus creencias en relación con su “rol como ha-
blante”, disminuir sus temores, estrés y ansiedad,
seguir trabajando en su autoestima y autoimagen,
incrementar la confianza en sí mismo, incremen-
tar sus estrategias comunicativas y dotarlo de he-
rramientas que le permitan tartamudear sin es-
fuerzo y sin temores.
En la cúspide de la tartamudez (última fase
descrita por Bloodstein) la persona ya ha confor-
mado y consolidado una imagen de sí mismo que
gira alrededor de su forma de hablar y tiene una
serie de creencias, actitudes, sentimientos y emo-
ciones que determinan y orientan su personali-
dad y comportamiento social.
En esta etapa o fase, se debe continuar con
las estrategias descritas para la etapa anterior, ha-
ciendo énfasis en el incremento de la interacción
social, la aceptación de su habla disfluente y la
disminución del temor y la vergüenza que le ge-
nera ésta. En este sentido, los grupos de autoayu-
da o grupos de ayuda mutua han demostrado ser
una herramienta eficaz.
Conclusiones
A lo largo de este artículo se ha querido eviden-
ciar la complejidad del trastorno, el fracaso de los
procesos terapéuticos tradicionales centrados en
el logro de la fluidez del habla, la necesidad de
un cambio de los objetivos a alcanzar en su tra-
tamiento y las técnicas a emplear en la atención
de la persona tartamuda que solicita los servicios
profesionales de un terapeuta.
Es por ello por lo que, para cada caso, se de-
berá diseñar una estrategia de intervención don-
de se consideren las necesidades individuales de
la persona que solicita los servicios y no utilizar
“tratamientos tipo” ni técnicas estandarizadas
que se orienten hacia la “rehabilitación del habla
de los tartamudos”.
8
La Tartamudez: Un reto para la Terapia del Lenguaje Rodríguez-Carrillo P. R., et al.
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La intervención deberá estar orientada, bá-
sicamente, a dotar a la persona de estrategias
comunicativas que le permitan tartamudear sin
esfuerzo y a tener una interacción social libre de
tensiones, miedo y vergüenza, independiente-
mente de los niveles de fluidez que se tengan o se
puedan obtener.
El terapeuta deberá informar a la persona
que solicita sus servicios, con un lenguaje libre
de tecnicismos, sobre los alcances que se podrán
lograr y las estrategias terapéuticas que se utiliza-
rán, estableciendo un vínculo terapéutico basado
en el respeto mutuo, la aceptación incondicional,
la cooperación en las tareas a desarrollar y acuer-
dos en los objetivos terapéuticos.
Por último, es necesario que ante el descono-
cimiento que aún persiste sobre la tartamudez, la
formación continua y la crítica permanente de su
práctica profesional deberán ser los ejes funda-
mentales que orienten la vida profesional del tera-
peuta interesado en la atención de este trastorno.
Referencias
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Editorial Humanidades; 2005.
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neurología. 2005;41(1):43–6.
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Available from: https://www.tandfonline.com/
doi/pdf/10.3109/02699200109167650
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Dec;25(6):566–82. doi: https://dx.doi.
org/10.1177%2F1073858418803594
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involved in stuttering. Front Hum Neurosci. 2014
Nov 17;8. [accessed 12 Oct 2020] Available from:
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PMC4233907/
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de la Tartamudez. Presentaciones y charlas
públicas presented at; 2019. [accessed 12 Oct
2020] Available from: https://es.slideshare.
net/peraroca/aspectos-psicosociales-de-la-
tartamudez
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1970;
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Prentice Hall; 1973.
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Andalucía - Resultados de los tratamientos para
la tartamudez. 2007. [accessed 12 Oct 2020]
Available from: https://www.juntadeandalucia.
es/servicios/publicaciones/detalle/54328.html
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less. In 2012. [accessed 12 Oct 2020] Available
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2008. [accessed 12 Oct 2020] Available from:
https://www.simplypsychology.org/self-
concept.html
13. 	Van Riper C. The nature of stuttering. Prentice
Hall; 1982.

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La Tartamudez: Un reto para la Terapia del Lenguaje

  • 1. 1 Artículo de revisión Journal of audiology, otoneurology & phoniatrics issn: In process, Vol. 2, No. 3, January-june, pp:1-8. Citation: Rodríguez-Carrillo P. R. La Tartamudez: Un reto para la Terapia del Lenguaje. J Audiol Otoneurol Phoniatr. 2019;2(3):pp 1-8. * Correspondencia: Pedro Rafael Rodríguez Carrillo. Fresnos 8, entre calle Campestre y Av. Pinos Col. Santa Cruz Buenavista. Puebla, Puebla. Correo electrónico: peraroca02@gmail.com Recepción: 17 de febrero, 2020 Aceptación: 29 de septiembre, 2020 Stuttering: a challenge for speech therapy La Tartamudez: Un reto para la Terapia del Lenguaje Pedro Rafael Rodríguez-Carrillo1* Abstract The complexity of the disorder, the factors present in its emergence and mainte- nance, its evolution and the possible reasons for the failure of traditional therapeu- tic processes are discussed. The need for a change in the objectives to be achieved in its treatment and the techniques to be used is raised. Some attention strategies are implemented aimed at providing the person who stutters with communication tools that allow social interaction free of tension, fear and shame, regardless of the levels of fluency present.. Key words: Stuttering, speech therapy. 1 Asociación Iberoamericana de la Tartamudez, Caracas, Venezuela
  • 2. 2 La Tartamudez: Un reto para la Terapia del Lenguaje Rodríguez-Carrillo P. R., et al. Journal of audiology, otoneurology & phoniatrics issn: In process, Vol. 2, No. 3, January-june, pp:1-8. Resumen Se discute la complejidad del trastorno, los factores presentes en su surgimiento y mantenimiento, su evolución y las posibles razones del fracaso de los procesos terapéuticos tradicionales. Se plantea la necesidad de un cambio de los objetivos a alcanzar en su tratamiento y las técnicas a utilizar. Se sugieren algunas estrategias de atención orientadas a dotar a la persona que tartamudea de herramientas comunica- tivas que le permitan una interacción social libre de tensiones, miedo y vergüenza, independientemente de los niveles de fluidez que presente. Palabras clave: Tartamudez, terapia de lenguaje. Introducción La tartamudez es un trastorno del habla que afec- ta el proceso comunicativo de las personas y que se caracteriza por interrupciones involuntarias en la fluidez del habla. Estas interrupciones se acompañan de tensión muscular en cara y cue- llo, miedo y estrés y son la expresión visible de la interacción de determinados factores biológicos, psicológicos y sociales que determinan y orientan en el individuo la conformación de un ser, un ha- cer y un sentir con características propias.(1) Por lo general, tiene su inicio entre los dos y cuatro años de edad, coincidiendo con la apari- ción del lenguaje y hasta el momento, se desco- nocen las causas reales de su surgimiento y man- tenimiento.(2) Es un trastorno complejo en el cual, de ma- nera constante interactúan factores biológicos, psicológicos y sociales. En relación a los factores biológicos, los ha- llazgos científicos indican la presencia de diferen- cias neuroanatómicas funcionales o alteraciones en la transmisión del impulso nervioso.(3–5) Los psicológicos hacen referencia a aspec- tos tales como las demandas del entorno social, creencias y actitudes compartidas, sentimientos, emociones y comportamientos.(6) Fases en el desarrollo de la tartamudez Bloodstein en su libro A Handbook on Stuttering indica que la tartamudez, por lo general, se desa- rrolla en cuatro fases o etapas: Una primera fase que el autor sitúa entre los 2 y 6 años de edad, donde se observan las primeras disfluencias en el habla del niño y donde el síntoma predominan- te es la repetición. Hay una marcada tendencia a que estas repeticiones ocurran al comienzo de la oración, artículo o frase y se acentúan cuando el niño está excitado o inquieto, cuando aparente-
  • 3. 3 La Tartamudez: Un reto para la Terapia del Lenguaje. Rodríguez-Carrillo P. R., et al. Journal of audiology, otoneurology & phoniatrics issn: In process, Vol. 2, No. 3, January-june, pp:1-8. mente tiene algo importante que decir, o cuando está bajo condiciones de comunicación que lo presionan.(7) En una segunda fase, que el autor ubica cro- nológicamente entre los 7 y 11 años, el desorden es esencialmente crónico. Hay muchos interva- los de habla normal y las disfluencias ocurren en cualquier parte de la oración: nombres, verbos, adjetivos y adverbios. Estas se incrementan cuan- do el niño está excitado o habla rápidamente. En esta etapa el niño adquiere el autoconcepto de tartamudo, aunque aparenta darle muy poca im- portancia a su dificultad del habla. En una tercera fase, característica del inicio de la adolescencia, la tartamudez se centra en las respuestas que debe dar la persona ante situacio- nes específicas. Ciertas palabras y sonidos pre- sentan mayor dificultad que otras y se comienzan a utilizar palabras sustitutivas y circunloquios. En la cuarta fase, que el autor denomina “la cúspide de la tartamudez”, la persona anticipa su tartamudez y le teme a ciertas palabras, sonidos y situaciones de habla que evita. Afloran senti- mientos de angustia, vergüenza, miedo, rabia y turbación. Estas fases o etapas, que representan un buen intento de sistematizar la manera en que evolucionan los aspectos conductuales y emocio- nales del trastorno, en ningún momento deben tomarse como algo rígido en lo que a las edades se refiere, pues con ellas solo se trata de descri- bir y clasificar lo que generalmente se observa. Así, lo que el autor describe para una determi- nada edad, podemos verlo en algunos individuos de manera más tempana o más tardía. De allí la importancia de realizar un buen diagnóstico que permita conocer, de manera exhaustiva, los com- portamientos, creencias, actitudes y sentimientos de la persona que presenta el trastorno. Lo que permitirá el diseñar, de manera adecuada, el tra- tamiento a seguir y establecer los objetivos que se esperan alcanzar. El tratamiento tradicional de la tartamudez Tradicionalmente, para el tratamiento de la tar- tamudez han existido, básicamente, dos tipos de abordaje terapéuticos: • Terapias orientadas a tratar el síntoma y basa- das en técnicas de rehabilitación del habla o en el uso de aparatos y/o prótesis. • Terapias orientadas a proporcionar herra- mientas que permitan controlar y esconder la tartamudez. En ambos casos, el objetivo final es el logro de la fluidez en el habla de la persona que tarta- mudea. Ambas tratan solo aquello que se observa y que como lo plantea Joshep Sheehan es la parte más pequeña del problema.(8) Este autor afirma que “la tartamudez puede compararse con un iceberg, que tiene la porción de mayor tamaño por debajo de la superficie. Lo que las personas ven y oyen es la porción más pe- queña; mucho más grande es lo que permanece debajo de la superficie, que se experimenta como miedo, culpa y anticipación de la vergüenza”.(8)
  • 4. 4 La Tartamudez: Un reto para la Terapia del Lenguaje Rodríguez-Carrillo P. R., et al. Journal of audiology, otoneurology & phoniatrics issn: In process, Vol. 2, No. 3, January-june, pp:1-8. Figura 1. El iceberg de la tartamudez Tomado de Sheehan.(8) Al hacer una revisión de los logros alcan- zados con la utilización de estos abordajes tera- péuticos observamos que su éxito ha sido muy limitado. Como lo indica Van Riper en su libro El tratamiento de la tartamudez,(9) el éxito en el trata- miento de la tartamudez ha sido muy escaso y al referirse a las estrategias utilizadas afirma: Uno de los más tristes problemas alrededor de la tartamudez, ese terrible desorden que afecta a la humanidad, es que sus víctimas se encuentran demasiado a menudo en manos de un terapeuta ingenuo, cuando no incom- petente. Es verdaderamente desafortunado que la tartamudez pueda ser temporalmente aminorada por tal cantidad de diferentes ti- pos de tratamiento, y que éxitos esporádicos generen una plétora de ciegos entusiastas que declaran afirmaciones grandilocuentes que eventualmente son desmentidas más tarde. Cada nueva generación de terapeutas redes- cubre los mismos viejos métodos, los modi- fica ligeramente, les da nueva racionalidad, y los aplica a una nueva remesa de tartamudos. Hay muchos círculos viciosos dentro de la
  • 5. 5 La Tartamudez: Un reto para la Terapia del Lenguaje. Rodríguez-Carrillo P. R., et al. Journal of audiology, otoneurology & phoniatrics issn: In process, Vol. 2, No. 3, January-june, pp:1-8. tartamudez, pero este es ciertamente uno de los más trágicos.(9) Situación que aún se observa a pesar del tiempo transcurrido y del avance de los conoci- mientos sobre el trastorno. Por su parte, la Junta de Andalucía en su informe del 2007 sobre los tratamientos de la tartamudez concluye afirmando: “no se han en- contrado intervenciones para la tartamudez cla- ramente eficaces en términos de resultados rela- cionados objetiva o subjetivamente con el habla”. Situación que hasta el presente no ha cambiado, aunque a menudo aparecen propuestas de inter- vención que prometen finales exitosos.(10) Hacia un nuevo enfoque en el tratamiento de la tartamudez ¿Qué hacer ante tan sombrío panorama? Una po- sible respuesta nos la da la patóloga del habla Ju- dith Eckardt en su ponencia “Una voz, algo que decir”,(11) presentada en la Decimoquinta Confe- rencia Online sobre Tartamudez y en la cual dis- cute la falsa creencia, por muchos años arraigada en el pensamiento, tanto de terapeutas como de los propios tartamudos, de que mientras más se practiquen ejercicios para mejorar la fluidez, la persona tartamudeará menos. Ella afirma: “Hasta que nosotros, como patólogos del habla, no ayudemos a la persona que tarta- mudea a reducir sus temores, evitaciones y la vergüenza que le causa la tartamudez, el que su porcentaje de tartamudez baje, no signifi- cará nada como indicador de éxito. Debido a que, cuando el tartamudo sale de la sesión de terapia en la que ha practicado las técnicas de moldeamiento de la fluidez y/o modificación y regresa a su vida cotidiana (en casa, en el trabajo, la escuela o su comunidad) las pro- babilidades de que él no tendrá sus mejores niveles de fluidez son muy altas. Sus miedos y aversiones son demasiado grandes y no va a ser capaz de utilizar las herramientas de voz mecánica que se le han enseñado. El tartamu- do volverá a su viejo patrón de tartamudeo, porque tiene hábitos aprendidos muy fuer- tes. En el pasado, los comportamientos se- cundarios, cuando eran nuevos, le ayudaron a superar su tartamudez. Este retroceso en la fluidez lograda no hará sino aumentar la frustración, miedos, aversiones y vergüenza que le generan su tartamudez y la falsa creen- cia de que, si yo practicara más, tartamudearía menos se mantendrá.”(11) Esta autora propone que el tratamiento de la tartamudez debe estar orientado a que, en primer lugar, la persona que tartamudea comience a sen- tirse responsable de su propio comportamiento y a darse cuenta de que el cambio se producirá en pequeños pasos. Afirma que tienen que traba- jarse los miedos y aversiones y tratar de reducir la vergüenza que le produce su tartamudez, a no sentirse culpable por su forma de hablar y acep- tarla como algo que, simplemente, le sucede. Indica que, hay que enseñarle a eliminar las conductas de evitación mediante la realización de pequeñas tareas tales como hacer llamadas por teléfono, pedir lo que se desee en un restaurante, tratar de no cambiar las palabras; básicamente, dejar que su tartamudez se asome. Decirse a sí mismo “no importa que tartamudee, está bien hacerlo”, “no me voy a morir si tartamudeo”. Igualmente, se le deben enseñar estrategias de comunicación tales como mantener el contacto visual con el interlocutor y herramientas que me-
  • 6. 6 La Tartamudez: Un reto para la Terapia del Lenguaje Rodríguez-Carrillo P. R., et al. Journal of audiology, otoneurology & phoniatrics issn: In process, Vol. 2, No. 3, January-june, pp:1-8. jorarán su fluidez, tales como hablar lentamente, usar prolongaciones que permitan el inicio fácil de la conversación, cancelaciones, etc. Concluye su ponencia afirmando: “Debido a que la tartamudez es un trastorno cíclico que crece y disminuye, cuando apa- rezca más fuertemente, tal vez el tartamudo no dirá más: si yo practico más, tartamudearé menos. Por el contrario, él se tomará el tiem- po para examinar lo que está pasando en su vida para que su tartamudez aumente, plani- fique lo que puede hacer para modificar eso y evitará caer en el uso de conductas de esca- pe para enfrentarse a su tartamudez. A toda costa, tiene que evitar la evitación y hacerlo, aunque sienta miedo en su comunicación diaria en casa, en el trabajo o en la escuela y en su comunidad. Con el tiempo, su discurso se volverá más fluido y sus herramientas de habla funcionarán mejor.”(11) Las fases de la tartamudez y su tratamiento: Como se indicó anteriormente, salvo casos muy puntuales, la tartamudez tiene una evolución que, generalmente, podemos dividirla en 4 fases o eta- pas y en cada una de ellas el abordaje terapéutico debe enfocarse de manera diferente. Pero tenien- do siempre presente que ninguna propuesta de abordaje terapéutico puede asumirse como una receta rígida a aplicar sin considerar las particu- laridades y características de las personas objeto de tratamiento. Teniendo presente lo que se indicó al refe- rirnos a las etapas descritas por Bloodstein, tra- taremos de sistematizar y orientar los abordajes terapéuticos para cada fase o etapa. Así, en la primera fase (2 a 6 años), el aborda- je terapéutico debe tener un rol preventivo, esto es, hacer que las disfluencias que presenta el niño desaparezcan y prevenir la tartamudez crónica. Para ello, el terapeuta debe orientar a los padres sobre cómo deben comportarse ante las difluen- cias que presenta el niño y calmar la angustia que en ellos produce el “tener un hijo tartamudo”. Orientarlos sobre cómo deben comportarse para que las situaciones de habla en el hogar se con- viertan en actos placenteros exentos de presio- nes, angustias y temores. En el trabajo directamente con el niño, se debe estimular el desarrollo de su habla a través de actividades que le permitan expresarse libre- mente y sin presiones. Para el niño, la situación de habla debe convertirse en una oportunidad agra- dable para comunicar sus deseos y emociones. Entre los 7 y 11 años (segunda fase del de- sarrollo de la tartamudez según Bloodstein), ya el niño está consciente de su hablar disfluente y comienza a percibir las consecuencias negativas de su forma de hablar. Se convierte en tartamudo crónico y comienza a temerle a la interacción ver- bal. Si bien en etapas previas el niño pudo sentir molestias por su manera de hablar, aún no había tomado conciencia de su condición de persona que tartamudea. Es a partir de los 7 años, que comienza a conformarse en él la imagen de sí mismo como tartamudo, es decir, comienza a ser, hacer y sentir como una persona que tartamudea. En esta etapa, el terapeuta además de orien- tar a los padres y demás familiares del niño sobre cómo comportarse ante su forma de hablar, debe- rá trabajar con los maestros, orientándolos sobre cómo tratarlo en el aula, cómo prevenir las risas y burlas de sus compañeros y cómo manejar las situaciones conflictivas que se puedan presentar. El trabajo individual a estas edades deberá orientarse hacia aspectos tales como el logro de
  • 7. 7 La Tartamudez: Un reto para la Terapia del Lenguaje. Rodríguez-Carrillo P. R., et al. Journal of audiology, otoneurology & phoniatrics issn: In process, Vol. 2, No. 3, January-june, pp:1-8. un habla fácil, sin tensiones y sin movimientos accesorios, la coordinación fonorespiratoria, tra- bajar la autoestima y la autoimagen, conceptos que hacen referencia a cómo la persona se perci- be y se valora y que, en el caso de la persona tar- tamuda,(12) cobran vital importancia ya que, como lo manifiesta Van Riper: “A medida que el niño disfluente, con base a las reacciones que observa en los demás, va construyendo su identidad personal, comien- zan a desarrollarse una serie de problemas de carácter psicológico que moldean el compor- tamiento del tartamudo”.(13) En este período es de especial relevancia que el niño conozca diversas opciones de comu- nicación y de interacción social y que éstas no solo giren alrededor de su habla. Igualmente es necesario que las figuras de autoridad (padres y maestros) establezcan sólidos lazos para la comu- nicación, a fin de poder enfrentar la etapa de la adolescencia. La adolescencia (tercera fase del desarrollo de la tartamudez según Bloodstein) es la etapa más difícil y conflictiva de la persona que tarta- mudea. Es una época de adaptaciones y cambios tanto físicos como psicológicos, donde el joven debe demostrar a su grupo de pares cuán compe- tente es y lograr su aceptación en el grupo. En este periodo, el adolescente tartamudo tiende a aislarse y a esconder su forma de hablar, en el colegio trata de pasar desapercibido, se sien- ta en un rincón del salón y cuando es interrogado prefiere decir que no sabe a enfrentarse a las risas y burlas de sus compañeros. En esta etapa, la atención de la persona que tartamudea debe estar orientada, básicamente a ayudarlo a aceptar su forma de hablar, modificar sus creencias en relación con su “rol como ha- blante”, disminuir sus temores, estrés y ansiedad, seguir trabajando en su autoestima y autoimagen, incrementar la confianza en sí mismo, incremen- tar sus estrategias comunicativas y dotarlo de he- rramientas que le permitan tartamudear sin es- fuerzo y sin temores. En la cúspide de la tartamudez (última fase descrita por Bloodstein) la persona ya ha confor- mado y consolidado una imagen de sí mismo que gira alrededor de su forma de hablar y tiene una serie de creencias, actitudes, sentimientos y emo- ciones que determinan y orientan su personali- dad y comportamiento social. En esta etapa o fase, se debe continuar con las estrategias descritas para la etapa anterior, ha- ciendo énfasis en el incremento de la interacción social, la aceptación de su habla disfluente y la disminución del temor y la vergüenza que le ge- nera ésta. En este sentido, los grupos de autoayu- da o grupos de ayuda mutua han demostrado ser una herramienta eficaz. Conclusiones A lo largo de este artículo se ha querido eviden- ciar la complejidad del trastorno, el fracaso de los procesos terapéuticos tradicionales centrados en el logro de la fluidez del habla, la necesidad de un cambio de los objetivos a alcanzar en su tra- tamiento y las técnicas a emplear en la atención de la persona tartamuda que solicita los servicios profesionales de un terapeuta. Es por ello por lo que, para cada caso, se de- berá diseñar una estrategia de intervención don- de se consideren las necesidades individuales de la persona que solicita los servicios y no utilizar “tratamientos tipo” ni técnicas estandarizadas que se orienten hacia la “rehabilitación del habla de los tartamudos”.
  • 8. 8 La Tartamudez: Un reto para la Terapia del Lenguaje Rodríguez-Carrillo P. R., et al. Journal of audiology, otoneurology & phoniatrics issn: In process, Vol. 2, No. 3, January-june, pp:1-8. La intervención deberá estar orientada, bá- sicamente, a dotar a la persona de estrategias comunicativas que le permitan tartamudear sin esfuerzo y a tener una interacción social libre de tensiones, miedo y vergüenza, independiente- mente de los niveles de fluidez que se tengan o se puedan obtener. El terapeuta deberá informar a la persona que solicita sus servicios, con un lenguaje libre de tecnicismos, sobre los alcances que se podrán lograr y las estrategias terapéuticas que se utiliza- rán, estableciendo un vínculo terapéutico basado en el respeto mutuo, la aceptación incondicional, la cooperación en las tareas a desarrollar y acuer- dos en los objetivos terapéuticos. Por último, es necesario que ante el descono- cimiento que aún persiste sobre la tartamudez, la formación continua y la crítica permanente de su práctica profesional deberán ser los ejes funda- mentales que orienten la vida profesional del tera- peuta interesado en la atención de este trastorno. Referencias 1. Rodríguez P. Hablan los tartamudos. Fondo Editorial Humanidades; 2005. 2. Sangorrín J. Disfemia o tartamudez. Revista de neurología. 2005;41(1):43–6. 3. Nil LFD, Kroll RM. Searching for the neural basis of stuttering treatment outcome: recent neuroimaging studies. Clinical Linguistics & Phonetics. 2009 Aug 5; [accessed 12 Oct 2020] Available from: https://www.tandfonline.com/ doi/pdf/10.3109/02699200109167650 4. Chang S-E, Garnett EO, Etchell A, Chow HM. Functional and neuroanatomical bases of developmental stuttering: current insights. Neuroscientist. 2019 Dec;25(6):566–82. doi: https://dx.doi. org/10.1177%2F1073858418803594 5. Craig-McQuaide A, Akram H, Zrinzo L, Tripoliti E. A review of brain circuitries involved in stuttering. Front Hum Neurosci. 2014 Nov 17;8. [accessed 12 Oct 2020] Available from: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/ PMC4233907/ 6. Rodriguez C. PR. Aspectos Psicosociales de la Tartamudez. Presentaciones y charlas públicas presented at; 2019. [accessed 12 Oct 2020] Available from: https://es.slideshare. net/peraroca/aspectos-psicosociales-de-la- tartamudez 7. Bloodstein O. A handbook on stuttering. 1969; 8. Sheehan JG. Stuttering: Research and therapy. 1970; 9. Van Riper C. The treatment of stuttering. Prentice Hall; 1973. 10. Cuerva Carvajal A, Márquez Calderón S, Sarmiento González-Nieto V. Junta de Andalucía - Resultados de los tratamientos para la tartamudez. 2007. [accessed 12 Oct 2020] Available from: https://www.juntadeandalucia. es/servicios/publicaciones/detalle/54328.html 11. Eckardt J. If I practiced more, I would stutter less. In 2012. [accessed 12 Oct 2020] Available from: http://www.mnsu.edu/comdis/isad16/ papers/therapy16/eckardt16.html 12. McLeod S. Self Concept | Simply Psychology. 2008. [accessed 12 Oct 2020] Available from: https://www.simplypsychology.org/self- concept.html 13. Van Riper C. The nature of stuttering. Prentice Hall; 1982.