Pasado el sábado, al amanecer del primer día de la semana se produjo un gran terremoto, pues un ángel del Señor bajó del cielo, llegó al sepulcro y apartando la piedra se sentó sobre ella. Su aspecto era como el del relámpago y su vestido blanco como la nieve. La guardia sintió tal miedo y turbación, que se quedaron como muertos.
2. Pasado el sábado, al amanecer del primer día de la semana se
produjo un gran terremoto, pues un ángel del Señor bajó del
cielo, llegó al sepulcro y apartando la piedra se sentó sobre
ella. Su aspecto era como el del relámpago y su vestido
blanco como la nieve. La guardia sintió tal miedo y turbación,
que se quedaron como muertos.
Algunos de ellos fueron a la ciudad para anunciar todo lo
sucedido a los grandes sacerdotes. Estos se reunieron con los
ancianos, y decidieron dar una fuerte cantidad de dinero a los
soldados, mandándoles:
-Decid: “Sus discípulos vinieron por la noche, estando nosotros
durmiendo, y lo robaron”. Si esto llega a oídos del gobernador,
nosotros le hablaremos y los sacaremos de apuros.
Ellos aceptaron el dinero e hicieron lo que les dijeron. Y eso es
lo que se ha divulgado entre los judíos hasta hoy.
3.
4. Estando ellas desconcertadas, se les presentaron dos jóvenes
con túnicas blancas y resplandecientes. Asustadas bajaron
los ojos, pero uno de los ángeles les dijo:
-No tengáis miedo. Buscáis a Jesús el Nazareno, el
crucificado. ¿Por qué buscar entre los muertos al que está
vivo? No está aquí. Ha resucitado. Mirad donde lo pusieron.
Id enseguida a anunciar a sus discípulos y a Pedro que ha
resucitado de entre los muertos, y que irá antes que vosotros
a Galilea, allí le veréis. Recordad cómo os anunció, estando
todavía en Galilea, que era preciso que el Hijo del hombre
fuese entregado en manos de los hombres pecadores, y fuese
crucificado y resucitase al tercer día.
Entonces ellas recordaron estas palabras. Sobrecogidas, pero
llenas de alegría, sin decir nada a nadie por miedo, corrieron
a dar la noticia a los Once y a todos los demás. Pero a ellos
les pareció que deliraban, y no las creyeron.
5. Mientras, María Magdalena habló a Pedro y al otro discípulo
y les dijo:
-Han robado al Señor del Sepulcro, y no sabemos dónde lo
han puesto.
Salió Pedro al sepulcro con el otro discípulo. Iban los dos
juntos corriendo. El otro discípulo corrió más que Pedro y
llegó antes al sepulcro. Se asomó y vio los lienzos extendidos,
pero no entró. Llegó tras él Simón Pedro, entró en el sepulcro
y vio los lienzos extendidos, y el sudario que había estado
sobre su cabeza, no extendido como los lienzos, sino al
contrario, enrollado en su sitio.
Entonces entró también el otro discípulo que había llegado el
primero al sepulcro, y vio y creyó. Pues todavía no habían
entendido la Escritura, que debía resucitar de entre los
muertos. Y los discípulos se volvieron a casa, maravillados
de lo ocurrido.
6. Jesús resucitado, a la primera
que se apareció fue a María
Magdalena de la que había
echado siete demonios: Estaba
María llorando junto al
sepulcro, fuera, y se asomó al
sepulcro y vio dos ángeles
vestidos de blanco, sentados
donde había estado el cuerpo
de Jesús, uno a la cabecera y
otro a los pies. Le preguntaron:
-Mujer, ¿por qué lloras?
-Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han
puesto.
7. Al decir esto se volvió hacia atrás, y vio a Jesús de pie, pero no
lo reconoció. Él le pregunto:
-Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?
Ella, creyendo que era el jardinero, le dijo:
-Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo
tomaré.
-¡María!
Volviéndose ella le dijo en arameo:
-¡Rabboni!
Que quiere decir “Maestro”. Y se echó a sus pies abrazándolos.
-Déjame ya. Pues todavía no he subido a mi Padre, vete a mis
hermanos y diles que subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi
Dios y a vuestro Dios. Que vayan a Galilea y allí me verán.
8. María Magdalena fue a anunciar a los discípulos que había
visto al Señor y lo que le había dicho. Ellos, tristes y llorosos,
al oír que vivía y que se le había aparecido, no la creyeron.
* * *
9. Reflexiones:
Los evangelios no nos dicen sobre la hora ni cómo fue la
resurrección de Jesús. Nadie presenció este milagro. Lo que
dice el evangelio es que sucedió al tercer día de haber sido
crucificado. Luego debió ser el domingo.
Los tres días que duró Jesús en el sepulcro se cuentan así: 1°
Viernes: las últimas horas: de 4 a 6 de la tarde. Para los israelitas
el día termina a las 6.00 pm y a esa hora empieza el día
siguiente. 2° Sábado: de 6.00 p.m. del viernes a 6.00 p.m. del
sábado. 3° Domingo: Desde las 6.00 pm del sábado hasta las 12
de la noche.
Jesús estuvo tres días en el sepulcro: Viernes: dos horas.
Sábado 24 horas. Domingo: 6 horas.
10. Las mujeres que habían acompañado al
Señor hasta la cruz y habían presenciado
su sepultura, pasado el sábado, el gran
día de la Pascua judía, decidieron volver
al sepulcro a la salida del sol, llevando los
aromas que habían comprado, dado que
juzgaban que no eran suficientes las
sustancias aromáticas que se habían
esparcido sobre el cuerpo de Jesús.
Durante el trayecto están preocupadas
porque no saben quién les ayudará a
rodar la piedra inmensa que cubre la
entrada al sepulcro.
Según Mateo, parece que fue al acercarse las piadosas mujeres
al sepulcro que se produjo un terremoto, e inmediatamente
apareció un ángel que removió la piedra y se sentó sobre la
piedra y dirigiéndose a ellas les dijo: “Vosotras no temáis, pues
sé que buscáis a Jesús, el Crucificado; no está aquí, ha
resucitado, como había dicho.”
11. Las mujeres reciben una misión: anunciar a los discípulos la
Buena Nueva y decirles que se encaminen a Galilea donde
verán al Señor. Y ¿por qué Galilea? Porque allá los discípulos
pueden estar tranquilos y sin sobresaltos. Judea está repleta de
enemigos de Jesús. A cada momento pueden echarlos en la
cárcel y asesinarlos. En cambio en Galilea la gente aprecia a
Jesús.
También Mateo nos habla de la reacción de los soldados ante el
terremoto, la remoción de la piedra y la aparición del ángel: “Se
pusieron a temblar y se quedaron como muertos”. Ellos luego
fueron a avisar a los sacerdotes, los cuales los sobornaron para
que dijeran que se habían dormido y que el cadáver de Jesús
había sido robado. Imposible que ellos se durmieran y aún si
hubieran estado dormidos cómo vieron que fueron los
discípulos?.
12. Los soldados eran hombres que por
dinero mienten en cosas tan importantes,
no tenían temor de Dios. A Pilatos se ve
que tampoco ahora le interesa conocer la
verdad, pues no le hubiera sido difícil.
En referencia a los ángeles: Juan y Lucas
señalan que eran dos y Mateo y Marcos
señalan sólo uno, que es el que habla.
Estas son discrepancias secundarias que
se debe a la manera como fueron
transmitiendo diferentes tradiciones
sobre el mismo hecho.
En relación a María Magdalena el Evangelio nos habla de que
cuando ella llegó al sepulcro, al verlo vacío se echo a llorar. Los
ángeles le preguntan : “¿Por qué lloras?” Y ella responde con
una frase hermosísima: “Porque se han llevado a mi amado y
no sé donde lo han puesto” (Jn 20, 13).
13. Jesús se le aparece, pero ella no lo reconoce y creyéndolo el
dueño de aquella finca, le dice: “Si tú te lo has llevado, dime
dónde lo has puesto y yo me lo llevaré”.
Jesús le dice: “María”, y al oír su voz lo reconoce, exclamando en
arameo “Rabboni”, que significa “Maestro mío”. Le abrazó los
pies, como dice Mateo, Jesús le indica que lo deje porque
todavía no ha subido a su Padre y que les diga a los discípulos
que vayan a Galilea, donde lo podrán ver.
En las frases dichas a la Magdalena hay que notar las
expresiones nuevas de Jesús. Hasta después de resucitado no
dice nunca el Evangelio de Juan, que Dios sea Padre de los
hombres, ni llama a los discípulos hermanos. Pero si nos damos
cuenta lo somos ya, a tanto nos ha elevado su redención.
14.
15. ¿En qué consiste la resurrección de Jesús?
La resurrección es algo que le ha sucedido a Jesús. Algo que se
ha producido en el crucificado, no en la imaginación de sus
seguidores. Esta es la convicción de todos. La resurrección de
Jesús es un hecho real, no producto de su fantasía ni resultado
de su reflexión. No es tampoco una manera de decir que de
nuevo se ha despertado su fe en Jesús. Es cierto que en el
corazón de los discípulos ha brotado una fe nueva en Jesús,
pero su resurrección es un hecho anterior, que precede a todo
lo que sus seguidores han podido vivir después. Es
precisamente el acontecimiento que los ha arrancado de su
desconcierto y frustración transformando de raíz su adhesión a
Jesús.
Esta resurrección no es un retorno a su vida anterior en la
tierra. Jesús no regresa a esta vida biológica que conocemos
para morir un día de manera irreversible.
16. Nunca sugieren las fuentes algo así. La resurrección no es la
reanimación de un cadáver. Es mucho más.
Nunca confunden los primeros cristianos la resurrección de Jesús
con lo que ha podido ocurrirles, según los evangelios, a Lázaro, a
la hija de Jairo o al joven de Naín. Jesús no vuelve a esta vida,
sino que entra definitivamente en la “Vida” de Dios. Una vida
liberada donde ya la muerte no tiene ningún poder sobre él. Lo
afirma Pablo de manera taxativa: “Sabemos que Cristo, una vez
resucitado de entre los muertos, no vuelve a morir, la muerte no
tiene ya dominio sobre él. Su muerte fue un morir al pecado de
una vez para siempre; más su vida, es un vivir para Dios”
(Romanos 6, 9-10).
Los evangelistas nos dicen que Jesús puede ser visto y tocado,
puede comer, subir al cielo hasta quedar oculto por una nube.
17. Si entendemos estos detalles narrativos de manera material, da la
impresión de que Jesús ha regresado de nuevo a esta tierra para seguir
con sus discípulos como en otros tiempos. Sin embargo los mismos
evangelistas nos dicen que no es así. Jesús es el mismo, pero no es el
de antes; se les presenta lleno de vida, pero no lo pueden retener; es
alguien real y concreto, pero no pueden convivir con él como en
Galilea. Sin duda es Jesús, pero con una existencia nueva.
El resucitado no es alguien que sobrevive después de la muerte
despojado de su corporalidad (es decir de su cuerpo). Ellos son
hebreos y para su mentalidad, el cuerpo no es simplemente la parte
física o material de una persona, algo que se puede separar de otra
parte espiritual. El cuerpo es toda la persona y cuando hablan de
“cuerpo” están pensando en la persona con todo su mundo de
relaciones y vivencias, con toda su historia de conflictos y heridas.
Para ellos es impensable imaginar a Jesús resucitado sin cuerpo: sería
cualquier cosa menos un ser humano.
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22. Se trataba de algo absolutamente
sin igual, único, que iba más allá
de los horizontes de la
experiencia y que sin embargo,
seguía siendo del todo
incontestable para los discípulos”
(esto significa: que no se puede
impugnar ni admite dudas con
fundamento).
Los testimonios de la
resurrección supera toda
experiencia, pero está presente.
La muerte de Jesús en la cruz no
es una casualidad. Entra en el
contexto de la historia de Dios
con su pueblo; de ella recibe su
lógica y su significado.
23. Se trataba de algo absolutamente sin igual, único, que iba
más allá de los horizontes de la experiencia y que sin
embargo, seguía siendo del todo incontestable para los
discípulos” (esto significa: que no se puede impugnar ni
admite dudas con fundamento).
Los testimonios de la resurrección supera toda
experiencia, pero está presente. La muerte de Jesús en la
cruz no es una casualidad. Entra en el contexto de la
historia de Dios con su pueblo; de ella recibe su lógica y su
significado.
La muerte de Jesús no previene de la presunción del
hombre sino de la humildad de Dios. Es obra de un amor
en el que Dios mismo desciende hacia el hombre para
elevarlo de nuevo hacia sí.”
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25. - La resurrección de Cristo es el fundamento de nuestra fe y
esperanza y de toda la vida cristiana.
Es fundamento de nuestra fe: Jesucristo durante su vida
pública, se había manifestado como el verdadero Hijo de Dios,
como el Mesías, anunciado en el Antiguo Testamento, como el
Redentor y Salvador de los hombres, como Camino, Verdad y
Vida, como Juez de vivos y muertos. Su resurrección es una
confirmación plena de su persona y de su obra de salvación, es
lo que da profundo sentido a su vida y a su muerte.
La resurrección de Jesús es la prueba más categórica de que el
Padre ha aceptado la entrega total que su Hijo llevo a cabo en
la Cruz por la Redención de los hombres. Ya estamos salvados
en Cristo Jesús. El misterio de la muerte y resurrección de
Jesús constituyen una unidad que es el principal objeto de
nuestra fe. Pablo nos dice en Romanos 10,9: “Si con tus labios
confiesas que Jesús es el Señor, y con tu corazón crees que
Dios lo resucito de entre los muertos, te salvarás.”
26. Fundamento de nuestra esperanza: La resurrección del Señor Jesús
es la fuente de nuestra esperanza cristiana de nuestra propia
resurrección al final de los tiempos, pues esta hace posible la
resurrección de todos los hombres; es ejemplar, causa y origen de
toda resurrección.
Jesucristo había proclamado de sí mismo: “Yo soy la resurrección y
la vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive
y cree en mí no morirá jamás.” (Jn 11, 25-26)
Sabemos que aquel que resucitó a Jesús, nos resucitará también
con Jesús, y nos pondrá cerca de él.” (2 Cor. 4, 14)
Fundamento de toda la vida cristiana: La fe y esperanza en el Señor
Resucitado es fuente de mayor consuelo y se deduce que inspira la
nueva vida que deben llevar los cristianos. Ellos tendría que
manifestar una gran alegría unida a un desprendimiento de los
bienes de esta tierra y a una constante fortaleza para soportar las
molestias y sufrimientos de esta vida.
27. En un mundo falto de esperanza y de alegría profunda, sólo en Cristo
Resucitado podrá encontrar el hombre la verdadera y profunda alegría.
-Gozo, triunfo y gloria de Cristo en su resurrección
Imaginemos el momento divino en que Cristo despierta de la muerte y
sale del sepulcro revestido de ese cuerpo glorificado, todo luz y
esplendor. Se acabaron para él todas las afrentas e injusticias, los
dolores, la muerte ya no tiene poder sobre él. Su cuerpo es impasible,
inmortal, desligado de todas las limitaciones espacio-temporales.
Cuando Cristo resucitó fue comunicada a su humanidad la plenitud del
gozo divino que permanecerá con él por una eternidad. Misterio
insondable el de la humanidad de Cristo unida hipostáticamente al
Verbo (unión real y profunda en Cristo de dos naturalezas distintas: la
humana y la divina), gozando en plenitud de la infinitud de Dios.
Mediante la obra de la salvación ha dado la mayor gloria posible a su
Padre Dios.
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29. La gloria de Cristo estuvo oculta durante
su permanencia en la tierra, pero al
resucitar recibe la plenitud de gloria que
le corresponde como Hijo de Dios.
El Padre al resucitar a Jesucristo lo
presenta ante todo la humanidad como
su Hijo Amado desde toda la eternidad,
a quien todos los hombres deben
venerar y darle culto de adoración. El
Hijo aparece en todo el esplendor de su
divinidad, sentado a la diestra del Padre,
es decir participando
Junto con su gloria de Hijo de Dios, Jesucristo se manifiesta a los
ojos de la humanidad como el Mesías-Rey y Salvador de todos
los hombres y ante el cual toda rodilla se doblará en los cielos,
30. Amor y confianza plena en el Señor
Resucitado. No nos cerremos a sus gracias.