2. Hoy la Iglesia nos presenta la resurrección de Lázaro. Es
una resurrección a la vida material, pero que nos invita a
pensar en nuestro destino de vida, unida a la Vida
verdadera que es Jesucristo.
3. Tradicionalmente,
durante tres
domingos antes
de la Semana
Santa, había tres
catequesis
preparatorias
para el bautismo,
que se
administraba
sobre todo el
sábado santo.
Ahora se dan en
el ciclo A, como
este año.
4. Hace dos domingos
veíamos el suceso de la
samaritana para poder
explicar el agua por el
que recibimos el
bautismo. El domingo
pasado considerábamos
la luz externa e interna
que le da Jesús a un
ciego de nacimiento,
para recordarnos la luz
de la fe que se nos
brinda en el bautismo.
Hoy el evangelio trata
sobre la resurrección de
Lázaro. Es la nueva vida
que se nos da en el
bautismo: Juan 11,1-45.
5. En aquel tiempo, un cierto Lázaro, de Betania, la aldea de María y de Marta,
su hermana, había caído enfermo. María era la que ungió al Señor con
perfume y le enjugó los pies con su cabellera; el enfermo era su hermano
Lázaro.
Las hermanas mandaron recado a Jesús, diciendo: "Señor, tu amigo está
enfermo." Jesús, al oírlo, dijo: "Esta enfermedad no acabará en la muerte,
sino que servirá para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea
glorificado por ella." Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. Cuando
se enteró de que estaba enfermo, se quedó todavía dos días en donde
estaba. Sólo entonces dice a sus discípulos: "Vamos otra vez a Judea."
Los discípulos le replican: "Maestro, hace poco intentaban apedrearte los
judíos, ¿y vas a volver allí?" Jesús contestó: "¿No tiene el día doce horas? Si
uno camina de día, no tropieza, porque ve la luz de este mundo; pero si
camina de noche, tropieza, porque le falta la luz. Dicho esto, añadió: "Lázaro,
nuestro amigo, está dormido; voy a despertarlo." Entonces le dijeron sus
discípulos: "Señor, si duerme, se salvará." Jesús se refería a su muerte; en
cambio, ellos creyeron que hablaba del sueño natural. Entonces Jesús les
replicó claramente: "Lázaro ha muerto, y me alegro por vosotros de que no
hayamos estado allí, para que creáis. Y ahora vamos a su casa." Entonces
Tomás, apodado el Mellizo, dijo a los demás discípulos: "Vamos también
nosotros y muramos con él." (Sigue)
6. Cuando Jesús llegó, Lázaro llevaba ya cuatro días enterrado. Betania
distaba poco de Jerusalén: unos tres kilómetros; y muchos judíos habían ido
a ver a Marta y a María, para darles el pésame por su hermano. Cuando
Marta se enteró de que llegaba Jesús, salió a su encuentro, mientras María
se quedaba en casa. Y dijo Marta a Jesús: "Señor, si hubieras estado aquí
no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora sé que todo lo que pidas a
Dios, Dios te lo concederá." Jesús le dijo: "Tu hermano resucitará." Marta
respondió: "Sé que resucitará en la resurrección del último día." Jesús le
dice: "Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya
muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre.
¿Crees esto?" Ella le contestó: "Sí, Señor: yo creo que tú eres el Mesías, el
Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo."
Y dicho esto, fue a llamar a su hermana María, diciéndole en voz baja: "El
Maestro está ahí y te llama." Apenas lo oyó, se levantó y salió adonde
estaba él; porque Jesús no había entrado todavía en la aldea, sino que
estaba aún donde Marta lo había encontrado. Los judíos que estaban con
ella en casa consolándola, al ver que María se levantaba y salía deprisa, la
siguieron, pensando que iba al sepulcro a llorar allí. Cuando llegó María
adonde estaba Jesús, al verlo se echó a sus pies diciéndole: "Señor, si
hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano."
Sigue)
7. Jesús, viéndola llorar a ella y viendo llorar a los judíos que la
acompañaban, sollozó y, muy conmovido, preguntó: "¿Donde lo habéis
enterrado?" Le contestaron: "Señor, ven a verlo." Jesús se echó a
llorar. Los judíos comentaban: "¡Cómo lo quería!" Pero algunos dijeron:
"Y uno que le ha abierto los ojos a un ciego, ¿no podía haber impedido
que muriera éste?" Jesús, sollozando de nuevo, llega al sepulcro. Era
una cavidad cubierta con una losa. Dice Jesús: "Quitad la losa." Marta,
la hermana del muerto, le dice: "Señor, ya huele mal, porque lleva
cuatro días." Jesús le dice: "¿No te he dicho que si crees verás la gloria
de Dios?" Entonces quitaron la losa. Jesús, levantando los ojos a lo
alto, dijo: "Padre, te doy gracias porque me has escuchado; yo sé que
tú me escuchas siempre; pero lo digo por la gente que me rodea, para
que crean que tú me has enviado." Y dicho esto, gritó con voz potente:
"Lázaro, ven afuera." El muerto salió, los pies y las manos atados con
vendas, y la cara envuelta en un sudario. Jesús les dijo: "Desatadlo y
dejadlo andar."
Y muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que
había hecho Jesús, creyeron en él.
8. San Juan narra pocos
milagros. Más que
milagros, quieren ser
signos. Así los llama el
evangelista, porque
cada milagro nos va
enseñando alguna
verdad importante.
La gran verdad de
hoy es que Jesús
es la resurrección
y la vida.
9. Jesús, como
hombre, amaba a
todos; pero tenía
amigos especiales.
De estos especiales
eran los tres de
aquella familia:
Lázaro, Marta y
María, en cuya casa
iba a hospedarse y
descansar, cuando
estaba por aquella
zona.
11. Jesús les
dice a sus
discípulos
que aquella
enfermedad
era para la
gloria de
Dios. Y se
queda allí
dos días.
12. No se sabe por qué Jesús esperó dos días. Lo más
probable es que esa expresión de “dos días” sea
simbólica, como muchas expresiones de san Juan.
“Dos días”
significaría
“tiempo de
espera”,
como “los
tres días” o
“al tercer
día” es
expresión de
término feliz
y de vida.
13. Cuando Jesús llegó
a Betania, Lázaro
llevaba 4 días
muerto. Esto de los
4 días es importante
para decirnos que
estaba bien muerto;
pues los judíos
hasta después de
los tres días no
decían que alguien
estaba
completamente
muerto.
14. Hay momentos en nuestra vida que se nos llenan de
dudas. Pensamos quizá que Dios no se preocupa por
nosotros. Y nos vienen las dudas, la perplejidad. Son
tentaciones que nos pueden ayudar, dar fortaleza; pero
también pueden alejarnos de quien nos puede dar la
salvación.
Marta había llorado y
estaba llena de
dudas hasta que
sintió la presencia de
Jesús.
15. Cuando Marta se enteró que llegaba Jesús, salió a
su encuentro. Jesús era el amigo; pero además le
había visto hacer curaciones extraordinarias.
Y le dijo
lo que
durante
aquellos
días
habría
pensado
cientos de
veces:
20. ¿Por qué Dios, que
es tan bueno y tan
poderoso, permite
tantos desastres y
tantas injusticias? Es
el misterio del mal,
nuestro mal uso de
la libertad y cómo
Dios vino a compartir
nuestros males para
darnos la vida
eterna.
También en nuestra vida nos salen quejas sobre sucesos
y muertes de personas inocentes:
21. Marta al mismo
tiempo ponía su
confianza en Jesús,
recordando muchas
conversaciones:
“Todo lo que pidas,
Dios te lo
concederá”. Al
responder Jesús
que su hermano
resucitará, Marta
expone su fe, como
una buena israelita:
“Sé que resucitará
en el último día”.
22. Entonces Jesús le
dice esas palabras
maravillosas que
deben quedar hoy
muy grabadas en el
fondo de nuestro
corazón:
29. Hoy se debe reafirmar
nuestra fe en la
esperanza de que un
día podremos resucitar
con Cristo. Para ello
debemos vivir ya como
resucitados. Este es el
gran mensaje de este
domingo y el gran
mensaje que siempre
nos da el bautismo.
30. Hay muchas clases de muertes, además de la del cuerpo,
y muchas clases de enfermedades que debemos quitar
para que Jesús sea nuestra verdadera vida. Hay muchas
personas que en esta vida viven como muertos.
Son como
“cadáveres
ambulantes”
31. Jesús es la resurrección y la vida: Una verdad que es
como el final de la revelación de algo que durante siglos
Dios por medio de la Sagrada Escritura iba revelando
poco a poco. En los primeros libros de la Biblia quedaba
sin explicar bien.
Lo único que
se entendía
era que Dios
premia a los
buenos y
castiga a los
malos.
32. Pero, ¿cómo era ese
premio y ese
castigo? ¿Cómo era
Dios? Aparecía más
como un Dios
justiciero que como
un Padre Dios lleno
de amor. Todo el
problema del dolor y
de la muerte era muy
difícil entender hasta
que vino Jesús. Dios
se hizo hombre para
compartir el dolor y
la muerte; pero para
triunfar con la
resurrección.
33. El premio y castigo de
Dios lo entendían sólo de
forma material. Pero
muchas veces era
imposible entenderlo,
especialmente cuando el
pueblo, que se llamaba
pueblo de Dios, estaba
sufriendo en el destierro
de Babilonia. Entonces se
levanta el profeta
Ezequiel, de parte de
Dios, y les anuncia una
cierta resurrección, signo
de la que nos traería
Jesús. Así lo dice la 1ª
lectura:
34. Así dice el Señor: "Yo mismo abriré vuestros
sepulcros, y os haré salir de vuestros
sepulcros, pueblo mío, y os traeré a la tierra de
Israel. Y, cuando abra vuestros sepulcros y os
saque de vuestros sepulcros, pueblo mío,
sabréis que soy el Señor. Os infundiré mi
espíritu, y viviréis; os colocaré en vuestra tierra
y sabréis que yo, el Señor, lo digo y lo hago."
Oráculo del Señor.
Ezequiel 37,12-14
35. El profeta Ezequiel habla de manera metafórica,
anunciando el cumplimiento de la mayor esperanza
humana, la victoria sobre la muerte. Ya prevé que Dios,
que nos ha sacado de la nada, nos puede sacar también
de la tumba.
Es la fuerza
del amor que
todo lo crea y
lo recrea.
Podemos
cantar un
himno de
victoria
porque Dios
va a abrir
nuestros
sepulcros.
36. El problema grande
está en que muchas
veces no le dejamos
a Dios que abra
nuestros propios
sepulcros que nos
fabricamos. Uno de
estos es el sepulcro
del egoísmo, el culto
al yo, el
individualismo. Es el
encerrarse en sí
mismo, como en un
sepulcro.
37. Todo el que
no ama está
muerto.
Muy diferente
de los santos
que
resplandecían
de vida
porque se
daban a los
demás.
38. Después de la lectura
del profeta Ezequiel
viene el salmo
responsorial, el 129,
que es un clamor o
grito a Dios desde lo
hondo del corazón
para que nos saque
de nuestros
sepulcros: la falta de
esperanza, la rutina y
el miedo que nos
hace perder la fe,
además de las
injusticias y la falta
de amor.
39. En este pasaje del evangelio Jesús no sólo resucita a
Lázaro. También resucita a Marta y María. En cierto
sentido se estaban muriendo de penas y de dudas.
Muchas tinieblas se habían apoderado de su alma. Jesús
va a su encuentro y su presencia las levanta de la
postración.
Buscaban luz
y consuelo y
lo encuentran
en el amigo
Jesús que
llora con
ellas.
40. Jesús es el verdadero amigo. Esto sí que es importante
de notar. Nosotros, cuando vamos especialmente el
domingo a Misa debemos saber encontrar en Jesús al
verdadero amigo. Vamos a la iglesia precisamente al
encuentro de Jesús. Es esencial en la vida cristiana
saber encontrarnos con nuestro gran Amigo.
41. Qué hermoso y gratificante sería si cada vez
que venimos a la misa pudiéramos conocer
cuánto nos ama Jesús.
49. Siempre hay alguno que
dice: Si Dios es tan buen
amigo y nos quiere tanto
¿por qué no nos quita
las enfermedades y
otros males? A veces la
fe nos flaquea ante el
dolor y la muerte. Varias
veces hemos dicho que
esta vida no es la
definitiva, y que si Dios
nos concediera muchos
bienes materiales
seguramente sería muy
perjudicial para
nosotros, para nuestra
vida eterna.
51. Jesús no nos priva de sufrir y morir, pero nos acompaña
sufriendo y muriendo por nosotros. La muerte de Jesús
llegará luego a ser vida. Por Cristo nuestra vida tiene
pleno sentido. Sabemos que vamos hacia el encuentro
pleno con el Señor donde será la vida plena y
resurrección, que Dios nos da a pregustar a veces en esta
vida.
Estamos
destinados a la
resurrección,
como nos dice
hoy san Pablo en
la 2ª lectura:
52. Hermanos: Los que viven sujetos a la carne no
pueden agradar a Dios. Pero vosotros no estáis
sujetos a la carne, sino al espíritu, ya que el
Espíritu de Dios habita en vosotros. El que no
tiene el Espíritu de Cristo no es de Cristo. Pues
bien, si Cristo está en vosotros, el cuerpo está
muerto por el pecado, pero el espíritu vive por la
justificación obtenida. Si el Espíritu del que
resucitó a Jesús de entre los muertos habita en
vosotros, el que resucitó de entre los muertos a
Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos
mortales, por el mismo Espíritu que habita en
vosotros. Romanos 8,8-11
53. Esta es la gran esperanza que nos quiere dar hoy Jesús a
través de este pasaje de la resurrección de Lázaro. Él es la
vida que nos puede sacar de nuestros sepulcros. No sólo
es esperanza, sino que nuestra fe nos dice que el Señor
tiene la última palabra: la resurrección.
54. La resurrección de Lázaro
fue como una enseñanza.
Porque Lázaro resucitó,
pero entonces no para
siempre. Resucitó para
luego morir otra vez. Jesús
resucitó definitivamente,
para enseñarnos a
nosotros que un día nos
resucitará plenamente.
Entender el sentido de la
vida cambia los motivos
para vivir y morir.
55. Como a Lázaro le dijo Jesús: “Ven afuera”, también hoy
nos dice a cada uno de nosotros: Ven afuera del
sepulcro de tus miedos y tristezas, del sepulcro de tu
desesperanza, de tu sepulcro de la tibieza, de tu rutina,
de tus dudas; y sobre todo del sepulcro de tu egoísmo.
Y como
Lázaro y sus
hermanas
podremos
sentir la
alegría de la
vida
resucitada.
56. Esta alegría de la
vida resucitada
podemos ir
descubriendo
algo aquí, si
vamos sintiendo
que Cristo vive
dentro de
nosotros; pero
tenemos la fe y la
esperanza que un
día la podremos
llegar a
descubrir.