2. • AMOS
• PASAJES Y HECHOS CLAVE
• Juicios contra las naciones vecinas (1-2)
• Juicio contra Israel (2–16)
• Denuncias y amenazas (3–6)
• Visiones de castigo (7–9)
• Restauración futura de Israel (9–15)
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Tomemos nota
4. • El profeta Amós fue uno de los grandes
profetas del siglo 8 a.C., aunque tuvo
buen cuidado en señalar que él no era un
profeta profesional.
• Así lo manifiesta en su conversación con
el sacerdote Amasías, que lo acusó de
traicionar al rey de Israel (7:14).
• Él no se ganaba la vida con las profecías,
sino cuidando ovejas en Tecoa (Judá).
• Es posible que su primera visita al reino
septentrional de Israel fuese cuando iba a
vender su lana, porque profetizó allí
durante el próspero reinado del rey
Jeroboam II (7:15).
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Amós
5. • La fecha de su ministerio debe ser
durante los últimos años de reinado de
Jeroboam II (6:2).
• La fecha la da también en el vers. 1:1
“dos años antes del terremoto”.
• Amós no nombra a otros reyes de Judá,
por tanto su ministerio debió durar del
767 al 753 a.C., siendo muy parecida su
labor a la del profeta Oseas.
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Amós
6. • Era aquella una época de prosperidad para el reino.
• Israel recobró el esplendor de los días de David, y por la fuerza de
las armas (6:13) logró recuperar territorios que había perdido al
oriente del río Jordán (2 R 14:25).
• Los éxitos militares y el incremento de la riqueza despertaron en
el pueblo grandes entusiasmos, pero al mismo tiempo fueron
causa de que creciera la desigualdad entre los diversas clases
sociales.
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Amós
7. • Los ricos aumentaron sus riquezas, mientras
que los pobres se hundían cada vez más en la
miseria.
• El pueblo humilde sufría la opresión de los
poderosos, una opresión agravada por la
corrupción de los jueces y de los tribunales de
justicia (2:6–7; 5:7–12).
• Amós se escandalizó ante el total desprecio
por la justicia en ciudades como Bet-el, que
proclamaba su religiosidad.
• Se expresó con gran sentimiento y
vehemencia, e insistía en que Israel era
especialmente privilegiada como nación
escogida por Dios. Por tanto, su pueblo era
doblemente culpable por descuidar la justicia.
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Amós
8. • Incluso la vida religiosa se había
corrompido. El culto se contagió de las
prácticas paganas de otras gentes (5:26),
y las ceremonias religiosas, externamente
espléndidas, perdieron su autenticidad y
su piedad sincera (5:21–23).
• La gente mantenía su rutina religiosa de
sacrificios, pero era pura hipocresía, pues
habían dejado totalmente de actuar con
justicia en los tribunales, y en su
comportamiento cotidiano con los
desvalidos.
• Amós denunció a las mujeres amantes del
lujo y a los ricos mercaderes, que
pisoteaban la dignidad de los pobres, y les
declaró lo que Dios pedía (5:24).
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Amós
9. • Uno de los grandes valores del libro de Amós
es que provee, junto con el de Oseas, una
importante información acerca de las
condiciones que existían en el reino del
norte, durante el reinado de Jeroboam II.
• Comienza el libro de Amós con el anuncio del
castigo que van a sufrir las naciones y
ciudades vecinas de Israel, a causa de la
crueldad de su conducta en la guerra.
• Damasco, Bet-edén, Gaza, Asdod y otros
lugares son mencionados en una serie de
oráculos que preceden al de la condenación
a que también Judá e Israel se han hecho
acreedoras (1:3–2:16).
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Amós
10. • La última parte del libro (7:1–9:10)
contiene una serie de visiones que
profetizan la imposibilidad de escapar al
juicio de Dios, al castigo inminente que
ha de sobrevenir a pesar de las
insistentes súplicas de Amós (7:2,5).
• Pero si bien tales juicios son ciertos,
también lo es que Dios no quiere destruir
a Israel, sino reconstruirlo y restaurarlo,
para que siga siendo, ya en libertad, el
pueblo de su elección (9:11–15).
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Amós
11. Apéndice 27: El día del Señor
• El día del Señor es un tema recurrente a lo
largo de la Biblia.
• Describe un tiempo en que Dios interviene
dramáticamente en los sucesos del mundo.
• El pueblo de la época de Amós esperaba
con plena confianza que sería un tiempo de
victorias y regocijo para ellos, como pueblo
de Dios.
• Serían reivindicados y sus enemigos serían
derrotados.
• Amós (y más tarde Isaías y muchos otros
profetas), insistieron en que sería un día
solemne de juicio, ante todo, para el pueblo
de Dios (Am 5:18-20).
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