Las consecuencias de Lutero incluyeron guerras religiosas que asolaron Europa entre 1540 y mediados del siglo XVII, con asuntos religiosos entrelazados con política internacional. Europa quedó dividida religiosamente y hubo luchas que llenaron de sangre el continente. Enrique IV de Francia publicó el Edicto de Nantes en 1598 reconociendo libertad religiosa y permitiendo que cada príncipe eligiera la religión de su territorio.