Armas utilizadas en la ia independencia de colombia.
1. Rumbo al Bicentenario
Elarmamáscontundentefuelavalentía,elarrojoyladecisión
delosguerrerospatriotas.LaIndependenciadeColombiafueun
movimientoqueinicióel20dejuliode1810,enSantafédeBogotá.
Armas utilizadas en la Independencia de Colombia
M
ás que armas,
los miles de
compatriotas
que partici-
paron en la guerra que dio
origen a la Independencia
de las ‘Provincias Unidas de
la Nueva Granada’ en la se-
gunda década del siglo XIX,
fue su voluntad, brío, carác-
ter, arrojo, valentía y deci-
sión, lo que contribuyó a la
liberación de nuestra Patria
del caudillaje español. Esto
se denominó ‘Independen-
cia de Colombia’.
Las armas, si bien es cier-
to fueron necesarias para
doblegar al enemigo, estas
se encontraban en mayor
cantidad y mucho más mo-
dernas en poder de las fuer-
zas contrarias, entre tanto
que los nuestros utilizaron
más artefactos de fabrica-
ción cacera, unos pocos
‘mosquetes’ adquiridos en
el extranjero y las que iban
reclutando a medida que
ganaban batallas o confron-
taciones.
El mosquete es un arma
de fuego de infantería em-
pleada desde el siglo XVI
hasta el siglo XIX, que se
caracteriza por cargarse por
el cañón (avancarga), y por-
que el mecanismo de dispa-
ro puede ser de mecha
o de pedernal.
El ejército espa-
ñol contaba con
recursos econó-
micos, de alguna
manera, suficien-
tes para sostener
sus tropas, pues
recibía por un lado apoyo
directo de los vasallos que
representaban la Corona
en nuestro territorio, como
El Ejército Patriota utilizó cañones, obuses y demás piezas de artillería traídas del extranjero, que en la medida de las posibilidades fueron usadas para combatir masivamente al enemigo.
Balas de cañón de hierro macizo, de cuatro y hasta de 12 libras de peso.
Estas piezas se conservan todavía como muestra de la gesta libertaria.
Algunas de las piezas que conformaban la vestimenta de militares de
más rango, porque nuestros aguerridos soldados vestían humildemente.
Los soldados
libertadores
usaron
principalmente
‘mosquetes’
adquiridos
en Francia
(Charleville
Musket Model
1766), en
Estados Unidos
(Springfield
Musket of
1795) y en
Inglaterra (los
mosquetes
Brown Bess).
A la izquierda en la foto algunas de las armas blancas que usaban las tropas patriotas, algunas incluso hechizas.
Espadas y sables utilizaron básicamente los oficiales de las fuerzas
independentistas, mientras que los soldados improvisaban sus armas.
*Luis Antonio Camacho González,
periodista–investigador de Historia
12 Lunes 1deOctubrede2018 SIE7EDIAS
de la misma Corona, que
cuando eran necesarios los
enviaba desde el ‘Viejo Con-
tinente’.
Según datos de la
Real Academia
Española de His-
toria, “La Infan-
tería española
disponía de fusi-
les y carabinas
de avancarga y
pedernal, con
cartucho de pa-
pel. El soldado, tras 14 ope-
raciones y ayudado por la
baqueta, estaba dispuesto a
hacer fuego. La imprecisión
de la trayectoria de la bala
obligaba a practicar descar-
gas de grupo. Su eficacia
dependía de la calidad de
la pólvora y del número de
disparos efectuados (cuatro
disparos cada tres minu-
tos)’.
“Las armas más frecuen-
tes en esta guerra fueron el
fusil español modelo 1801,
con llave de patilla, el fu-
sil británico Land pattern
(‘Brown-Bess’) y el francés
‘Charleville An IX’. Cada
soldado llevaba una bayo-
neta de cubo, acoplada al
cañón del fusil, como arma
blanca tanto ofensiva como
defensiva; accesorios para
su limpieza, cartuchos, ropa
de repuesto, manta, capote,
y raciones de alimentación
para el día. Los zapatos eran
un lujo: muchos soldados
iban vestidos como los pai-
sanos, con abarcas y alpar-
gatas”.
Por su parte, nuestros
aguerridos soldados siem-
pre cabalgaron por los cami-
nos inhóspitos de la mise-
ria, arrastrando consigo sus
lamentos, que de cuando en
vez eran aliviados por los
arma con la que se aventu-
raba a atacar a su enemigo.
Así, unos dedicaban tiempo
para elaborar su larga lanza
de palma de abanico con la
punta quemada, machetes,
cuchillos, puñales, espadas
y sables de diferentes for-
mas y tamaños, que les sir-
vieran para luchar, cuerpo a
cuerpo con el enemigo, en-
tre tanto que otros tomaban
como ejemplo las bayonetas
con punta de cuchillo, pisto-
la de chispa modelo francés
o fusiles de disparo directo,
copiadas de las originales
que llegaban del extranjero.
No ahorraron esfuerzo
alguno para improvisar
cuanto elemento sirviera
para defenderse y ganar el
derecho de adueñarse del
arma de su adversario. Por
eso los cronistas de la época
poco narran con exactitud
las armas utilizadas.
P
o
r las huellas
d
e
l
Bicentenario
* Luis Antonio Camacho G.
Especial para Boyacá Sie7e Días
FOTOS: ARCHIVO PARTICULAR
Las huestes criollas se
enfrentaron siempre, ade-
más del ejército español y
unos cuantos compatriotas
enemigos, a las inclemen-
cias del clima, la arisca
geografía y el disminuido
presupuesto económico
con sus tenaces consecuen-
cias, que no fueron motivo
para abandonar su lucha y
continuar hasta encontrar
el halagüeño resultado. A
las armas de filo y pólvora,
utilizadas para la guerra, se
añaden los cañones, obuses
y demás piezas de artillería,
esas sí traídas del extranje-
ro, que en la medida de las
posibilidades fueron utiliza-
das para combatir masiva-
mente al enemigo.
movimientos que se fueron
conformando de manera vo-
luntaria, especialmente por
sacerdotes, mujeres y ha-
cendados o mercaderes que
se fueron sensibilizando de
la necesidad de apoyar esta
causa. A su paso, los dota-
ban de ropa usada, comida,
víveres, alpargatas o cotizas
de fique con suela de cuero
y armas. Siempre escasas e
insuficientes para atender
tanta necesidad.
Los cientos de kilómetros
recorridos desde el inicio
de la llamada ‘Campaña Li-
bertadora’ hasta el día de la
‘Independencia de Colom-
bia’, dejaron muchas otras
tantas historias de cómo
cada soldado fabricaba el
Un aspecto importante
que la historiografía tra-
dicional no se cansa de
señalar es el “fervor inde-
pendentista”, como una
condición casi natural de
todos los pobladores de la
Nueva Ganada y principal-
mente los habitantes de
esta región: la provincia de
Tunja, hoy Boyacá, y de Ca-
sanare, donde los hombres
marchaban entusiastas y fe-
lices a engrosar las filas del
Ejército Patriota, historias
que son adornadas y enal-
tecidas, pero con poco rigor
histórico, nada más que ale-
gorías y relatos patrioteros.
El Sociólogo Douglas
Hernández, en un artículo
publicado para las Fuer-
zas Militares de Colombia,
señaló: “En la guerra de
independencia de Colom-
bia (1810-1824) nuestra
infantería usó armas de
avancarga, en las que el
proyectil y la pólvora esta-
ban separados y el infante
debía introducir hábilmen-
te los elementos en el ca-
ñón de su arma, para luego
hacer fuego por medio de
un sistema que usaba sílex
o pedernal para producir
una chispa que encendiera
la pólvora, y consecuente-
mente produjera el disparo.
Estos fusiles teóricamente
podían llegar a los 200 me-
tros de alcance máximo,
pero la realidad era que a
más de 60 metros se perdía
precisión, debido princi-
palmente al ánima lisa del
cañón, a lo heterogéneo de
los lotes de pólvora y a las
ligeras variaciones en las
cantidades de esta, usadas
en cada disparo. Los sol-
dados libertadores usaron
principalmente ‘mosque-
tes’ de Francia, EE. UU. e
Inglaterra.
Derroche
de arrojo
y de
valentía