El documento discute el problema del acoso escolar y ciberacoso. Explica que el acoso puede ser físico o psicológico y que afecta no solo a estudiantes sino también a profesores y padres. Además, el ciberacoso a través de internet y teléfonos celulares es cada vez más común y daña aún más a las víctimas. Finalmente, señala que la violencia en las escuelas refleja problemas más amplios en la sociedad y que la familia juega un papel clave en prevenirla.
El bullying o acoso es una actividad consciente, intencionada y deliberadamente hostil cuyo fin es dañar, inducir temor a través de amenazas de futuras agresiones y crear terror en la víctima. Es un serio problema que afecta a miles de niños y padres, y en el que las instituciones educativas han fallado en tomar acciones correctivas.
El bullying o acoso es una actividad consciente, intencionada y deliberadamente hostil cuyo fin es dañar, inducir temor a través de amenazas de futuras agresiones y crear terror en la víctima. Es un serio problema que afecta a miles de niños y padres, y en el que las instituciones educativas han fallado en tomar acciones correctivas.
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El propósito de este trabajo es de informar a todas aquellas personas que desconocen o saben poco del tema, pero sobre todo nos enfocamos a hacer conciencia en esa franja de la sociedad mexicana que son los niños de escolaridad primaria para que conozcan más a fondo esta problemática y así poco a poco ir reduciendo los índices de acoso escolar en México.
Los alumnos del tercer año grupo ''c'' hemos realizado la información más interesante y creativa para el conocimiento del tema ''bullying escolar o también considerado como acoso escolar''
1. Juan Antonio (Orientador uvm)
En general, se piensa que el acoso escolar se refiere exclusivamente a algo físico y externo: tal como peleas y agresiones.
Sin embargo, hay multitud de actitudes de acoso verbal y psicológico que tienen los mismos efectos demoledores: insultos,
vejaciones, infundios, críticas, motes, aislamientos, murmuraciones, chistes, robos de material, etc. De igual manera hay que tener
en cuenta que además del acoso escolar entre los propios alumnos, también ocurre hacia los profesores o incluso hacia los padres.
Para que se denomine acoso escolar debe darse entre varias personas hacia una sola y sostenida en el tiempo. Los acosadores suelen
tener autoestima baja, carecen de estrategias asertivas para resolver conflictos y con frecuencia han recibido una gran agresividad en
la familia o en el entorno en que viven. A menudo estas personas sufren fracaso escolar y el acoso se convierte en un mecanismo de
defensa para que no se pongan de manifiesto las propias debilidades.
Actualmente además de este acoso real coexiste un nuevo fenómeno todavía más preocupante el ciberbullying o acoso virtual. En
este caso se usan las nuevas tecnologías: internet o móvil para difundir imágenes, realizar amenazas, robar claves, etc.
Debido a que hay más impunidad por parte del agresor, la víctima se ve todavía más indefensa y ridiculizada. El que se puedan
difundir imágenes comprometidas, por ejemplo, sin el consentimiento de la persona objeto de la ridiculización tiene un efecto
demoledor.
A mi parecer, este hecho de la incorporación de las nuevas tecnologías a las que tienen acceso la práctica totalidad de niños y
adolescentes españoles hace que sean más vulnerables, pero también más posibles agresores y espectadores. Por tanto, éste
problema del acoso real y/o virtual va aumentando progresivamente. Los adultos sólo somos conscientes de una mínima parte de
estos problemas que cada vez afectan a niños más pequeños. Conscientes de una mínima parte de estos problemas que cada vez
2. Ana Belén Carnicer (Profesora UVM)
Los medios de comunicación nos invitan cada día a reflexionar sobre los peligros de vivir en sociedad. La
violencia se produce en todo el mundo, en todas las culturas, en todas las épocas y en todos los estratos de la
sociedad. El fenómeno social de la violencia es mucho más amplio que el problema institucional de la
violencia en el centro educativo; la violencia está en la calle, en la vida doméstica, en el ámbito económico,
político y social en general. Lo que ocurre en los centros escolares no es más que un reflejo de lo que ocurre
en la vida pública y privada en todos sus aspectos. La violencia, execrable siempre y sea cual sea la razón que
pretenda justificarla, tiene un grado mayor de perversidad cuando afecta a niños y jóvenes. Cualquier niño
víctima o testigo de un acto violento no sólo padece las consecuencias inmediatas de éste, sino que además
incorpora a su desarrollo personal una experiencia negativa de consecuencias impredecibles en el futuro.
El hecho de que las escuelas estén apareciendo más a menudo en las páginas de sucesos de los periódicos,
que en la sección de educación y cultura, preocupa seriamente a los miembros de la comunidad educativa y
a los padres. En realidad, los episodios de violencia en los centros escolares parecen tener una gran
capacidad para atraer a la atención pública, causando alarma social. El trágico suceso protagonizado por
Jokin, el adolescente de Hondarribia que acabó suicidándose después de sufrir vejaciones y palizas por parte
de varios de sus compañeros, sacó a la palestra la necesidad de prevenir y evitar la violencia en la escuela.
La crueldad en los niños es algo socialmente asumido. El maltrato entre escolares no es un fenómeno nuevo,
casi todos podemos recordar fenómenos de acoso y agresión en los años escolares, donde en general a unos
les correspondía el papel de víctimas y a otros el de agresores, con las consecuencias emocionales negativas
que se derivaban de ello. El investigador Dan Olweus, que acuñó el término 'bullying' decía que "el agresor
puede venir de clases elevadas donde se le ha permitido todo, o de clases bajas donde se le castiga
duramente por cosas nimias. Lo que sí es seguro es que todos vienen de familias donde el afecto y el cariño
son escasos, ya sea por dejarlos hacer lo que les da la gana --que es una forma de negarles el afecto--, ya sea
por lo contrario". Es entonces el núcleo familiar una de las claves para inyectar el antídoto contra la
violencia, reforzado y ampliado desde las instituciones educativas y siempre bajo la supervisión y el amparo
del poder judicial.