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Monografía                La historia geológica del paisaje como contenido
Enseñanza de las          esencial en la enseñanza obligatoria
ciencias: perspectivas
iberoamericanas


Héctor Luis Lacreu        Cada paisaje posee una historia geológica que puede explicar los orígenes y la
Universidad Nacional de   secuencia de las diferentes geoformas que lo configuran. Dicha historia se
San Luis (Argentina)
                          construye a partir de los rasgos geológicos (morfológicos, estructurales y/o com-
                          posicionales) presentes en el relieve, y su conocimiento permite reconocer los
                          cambios acaecidos hasta el presente y así predecir su evolución natural. Di-
                          chos cambios representan un concepto «clave», de tipo contra-intuitivo, que
                          debe ser enseñado a los futuros ciudadanos y ciudadanas para que puedan
                          valorar (positiva o negativamente) las consecuencias de las intervenciones
                          humanas que modifican el relieve de un paisaje.

                          Palabras clave: paisaje, relieve, enseñanza, geología, ciudadanía.

                          The Geological History of the Landscape as Essential Content in Compul-
                          sory Education
                          Every landscape possesses its own geological history which can explain the
                          origins and sequence of the different geological formations that make it up.
                          This history is constructed from the geological features (morphological, struc-
                          tural and/or compositional) present in the lie of the land, and knowledge of it
                          can reveal the changes which have occurred up to now and thus predict its na-
                          tural evolution. These changes represent a key, counterintuitive concept which
                          should be taught to future citizens so they can assess the (positive or negati-
                          ve) consequences of human interventions that change the landscape.

                          Keywords: landscape, lie of the land, teaching, geology, citizenship.




                          El paisaje es un vocablo polisémico generalmente utilizado como eje
                          transversal para articular conceptos tanto de las ciencias naturales co-
                          mo las sociales, en el ámbito de la formación docente y en el de la ense-
                          ñanza obligatoria. Los seres humanos tenemos algunas ideas sobre el
                          paisaje que nos rodea, del que visitamos en vacaciones o de aquellos
                          nunca visitados como el marciano, pero que los podemos conocer a tra-
                          vés de diversos medios: Internet, fotos, películas, etc. Las ideas sobre los
                          rasgos del paisaje incluyen muy diversos elementos: unos de naturaleza
                          física como es el relieve a través de diversas geoformas tales como
                          montañas, médanos, llanuras, ríos, mares, lagos, glaciares, etc. Otros
                          elementos son de naturaleza biótica (vegetales, animales) y otros cultu-
                          rales (construcciones, cultivos, etc.). También poseemos algunas ideas
                          sobre el origen de dichos elementos y estas pueden ser correctas o erró-
                          neas, profundas o superficiales, científicas o dogmáticas. Algunas de
                          ellas, incluso las contradictorias, pueden formar parte de los esquemas

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Enseñanza de las ciencias: perspectivas iberoamericanas




                   conceptuales que se construyen sobre la base de experiencias vividas
                   desde la infancia, tanto en forma directa como indirecta. Por todo lo
                   mencionado, el término «paisaje» es un constructo complejo sobre cuya
                   caracterización normalmente surgen divergencias ya que difícilmente
                   dos personas coinciden en las prioridades (jerarquías) de sus esquemas
                   conceptuales. En ello radica su potencialidad didáctica.
                         En este artículo se realiza un recorte del sistema paisaje, poniendo
                   énfasis en el relieve y particularmente en su evolución. Se destaca la
                   importancia del relieve, tanto como soporte de la vida y las obras hu-
                   manas, como por contener los únicos «archivos» que permiten recons-
                   truir el origen de una región. Este conocimiento es imprescindible e
                   insustituible para predecir científicamente las consecuencias derivadas
                   de procesos geológicos naturales y de aquellos provocados por las in-
                   tervenciones humanas en el paisaje, sobre lo cual nos referiremos más
                   adelante.
                         De esta manera, se intenta llamar la atención sobre las consecuen-
                   cias negativas de la reducida presencia de la geología en la educación
                   obligatoria de Argentina y otras regiones de nuestro planeta.


Conceptos          El término paisaje procede del latín pagus (territorio) y pagensis (terri-
sobre el paisaje   torio usado). El concepto más difundido, según el Diccionario de la RAE,
                   se refiere al paisaje como «conjunto de formas complejas que accidenta
                   la superficie del globo terráqueo». Existen otras definiciones más escla-
                   recedoras tales como la propuesta por la Convención Europea del Pai-
                   saje: «Paisaje es cualquier parte del territorio, tal como es percibida por
                   las poblaciones, cuyo carácter resulta de la acción de factores naturales
                   y/o humanos y de sus interrelaciones» (Méndez García, 2005). Por su
                   parte, Bertrand (1968), lo define como:
                         Una cierta porción del espacio terrestre, el resultado de la combinación
                         dinámica y, por tanto, inestable de elementos físicos, biológicos y antró-
                         picos que interactúan dialécticamente unos sobre otros, haciendo
                         del paisaje un conjunto único e indisociable en evolución permanente.
                         En el marco del ordenamiento territorial.

                   Gómez Orea (1994) entiende por paisaje:
                         La percepción del medio a partir de la expresión externa de éste. El medio
                         se hace paisaje cuando alguien lo percibe. Esta percepción es subjetiva,
                         variable, por tanto, en razón del tipo de perceptor y se adquiere a través
                         de todos los órganos de percepción, directos e indirectos, que operan en el
                         observador. Es la experiencia perceptiva quien induce en el individuo los
                         sentimientos determinantes de la clasificación y valoración del paisaje.


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Enseñanza de las ciencias: perspectivas iberoamericanas




      Las definiciones de paisaje suelen incluir tres conceptos: elemen-
tos, espacio y percepción, cuyos significados e implicaciones deberían
ser revisados.
      Los elementos, que habitualmente se reconocen son objetos in-
móviles y, aunque excepcionalmente se alude a la fauna, se omiten
otros tales como: nubes, olas, viento, lluvia, etc., los cuales a su vez son
agentes que desencadenan procesos macro y microscópicos (erosión,
reacciones químicas, etc). En consecuencia, dichos procesos son «ele-
mentos dinámicos» que deberían ser incorporados en la caracterización
del paisaje, destacando así la transitoriedad del relieve y la existencia de
cambios que ocurren a diferentes escalas.
      Respecto del espacio percibido, ya no se reduce al que observamos
con nuestros pies en tierra, debemos incorporar la percepción remota
de superficies con dimensiones variables, a través de fotos e imágenes
obtenidas desde aviones y satélites con amplia accesibilidad
<http://earth.google.es/>.
      Finalmente debemos reconocer que la percepción, además de estar
condicionada por estados de ánimo, intereses, capacidades, etc., tam-
bién lo está por la tecnología usada. Así, la descripción e interpretación
del paisaje será diferente si se usan binoculares, telescopios o imáge-
nes de satélite que modifican la escala de observación, el detalle y la
variedad de los elementos percibidos. De este modo, un observador ubi-
cado en un mismo sitio pero con diferentes artefactos, percibirá dife-
rentes detalles sobre los elementos y sus asociaciones, por ende,
construirá y concebirá paisajes distintos.


      Experiencias de capacitación docente sobre el paisaje
      geológico

      En la provincia de San Luis, Argentina, se ofrecieron cursos de ca-
pacitación docente, utilizando el paisaje como recurso didáctico (La-
creu, 1998, 2004). Los contenidos conceptuales versaron sobre los
procesos morfogenéticos endógenos/exógenos, constructivos/destruc-
tivos, y sobre las grandes clases de rocas y sus orígenes (ígneas, meta-
mórficas y sedimentarias), sus rasgos estructurales (pliegues, fallas,
diaclasas) y sobre el significado de los diversos contactos litológicos
(concordantes, discordantes, intrusivos). Dichos conceptos se enmarcan
en la teoría de la tectónica de placas y los aspectos históricos se abor-
dan a partir del desarrollo histórico y epistemológico de los principios
básicos de la geología (superposición, horizontalidad original, actualis-
mo, etc.).

78 | Alambique   Didáctica de las Ciencias Experimentales • n. 51 • enero 2007
Enseñanza de las ciencias: perspectivas iberoamericanas




      Los cursos incluyeron contenidos procedimentales tales como la
resolución de problemas vinculados con las características y la génesis
del relieve que sirve de sustrato físico (geológico) al paisaje de una re-
gión, por lo común, cercana a la sede del curso. A tal efecto se utiliza-
ron fotos aéreas e imágenes a partir de las cuales se realizó la
fotointerpretación elemental y construcción de un mapa geológico hi-
potético, empleando las ideas previas, conocimientos y experiencias de
los asistentes. Las hipótesis se referían a la clase de geoformas presen-
tes, a sus materiales constituyentes y a los orígenes de ambos (geofor-
mas y materiales). Posteriormente se realizó el trabajo de campo a fin
de contrastar las hipótesis y confeccionar el mapa geológico definitivo.
      Las convocatorias fueron amplias, invitándose a profesores y pro-
fesoras de todos los niveles que estuviesen enseñando geociencias y sin-
tieran la necesidad de mejorar sus prácticas. Consecuentemente y para
asegurar la llegada al aula de lo aprendido e incidir en la práctica do-
cente, la evaluación de los cursos incluía el diseño y aplicación de uni-
dades didácticas sobre algún contenido del curso y las reflexiones sobre
todo ese proceso.
      Los resultados fueron positivos ya que por un lado el profesorado
descubrió un sentido (antes ignorado) respecto de los contenidos con-
ceptuales y procedimentales de la geología y, por otro lado, durante el
«inexorable» trabajo de campo experimentaron su propias capacidades
para interpretar los rasgos geológicos del paisaje y construir conocimien-
tos sobre su historia. Estas comprobaciones mejoraron su autoestima, lo
cual quedó reflejado en que muchos se entusiasmaron y resolvieron reali-
zar una transposición didáctica de esta metodología con el objeto de
emplearlas con su alumnado.


      Errores conceptuales y dificultades sobre la noción
      de paisaje

     Durante los cursos se percibieron ideas previas erróneas y con-
ceptos confusos, por ejemplo: inmutabilidad de los paisajes y las rocas,
disponibilidad de los recursos mineros, confusión entre elementos quí-
micos y minerales, y entre estos y las rocas, y otros tales como el de
afirmar que el color rojo de los sedimentos «es por la arcilla» (sic), en
lugar de reconocer la influencia del oxido férrico.
     Respecto de los suelos, se destaca la generalización de la idea
errónea: «en todos los suelos» de Argentina, la roca madre esta debajo
de los horizontes. En efecto, dicho modelo involucra suelos desarrolla-
dos sobre materiales parentales autóctonos y es difundido por todos los

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Enseñanza de las ciencias: perspectivas iberoamericanas




manuales escolares. Se trata de un modelo que responde muy bien a los
suelos europeos y a los de varias regiones argentinas, sin embargo, no
representa a los mejores suelos, presentes en la Pampa Húmeda argentina,
cuyo material parental es alóctono, transportado por el viento (loess) y
reelaborado por la acción hídrica.
      Otros indicadores de las carencias formativas en geología se perci-
ben en el diagnóstico previo de los cursos de capacitación, al reflexio-
nar sobre los orígenes y edades de las sierras de San Luis. En general las
ideas son superficiales, del tipo: «por las placas tectónicas» o «debido al
choque de las placas», evidenciando el desconocimiento de procesos
básicos como el origen de las montañas de bloques, el apilamiento de
«escamas» y el rol de la isostasia. Respecto de la edad, existe el precon-
cepto erróneo que la sierra de San Luis es más antigua que la sierra de
las Quijadas. Ello se explica, erróneamente, porque en la segunda hay
rocas con fósiles jurásicos (pterodaustros, etc.), mientras que en la pri-
mera no hay fósiles, «por lo tanto es más vieja» (sic). En realidad, ambas
son casi contemporáneas y su principal ascenso es en el Mioceno, debi-
do a fallas inversas reactivadas durante la orogenia andina.
      Los mencionados errores conceptuales, las carencias informativas
y las confusiones de distinto calibre conducen a la construcción de un
esquema conceptual erróneo que consolida el carácter estático del re-
lieve. Al mismo tiempo, dicho esquema representa un obstáculo epis-
temológico que impide comprender procesos más complejos sobre el
funcionamiento de la Tierra que:
      . Condicionan la distribución de los recursos naturales no renova-
        bles en la superficie y el subsuelo.
      . Limitan las posibilidades humanas de hallarlos y de explotarlos.

La ignorancia sobre estos aspectos, facilita la tolerancia y/o la indife-
rencia respecto del uso inadecuado de los recursos bajo una racionali-
dad perversa. En efecto, muchas acciones que pretenden aportar al
desarrollo sostenible, en realidad, solo se traducen en crecimiento eco-
nómico para pocos y profundizan la inequidad social provocando ade-
más serios desequilibrios ecológicos.


      Por qué un contenido sobre la historia geológica
      del paisaje

     La construcción de conocimientos sobre el relieve en la enseñanza
obligatoria de argentina, con frecuencia se orienta excluyentemente a
establecer las relaciones memorísticas entre las denominaciones de las

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Enseñanza de las ciencias: perspectivas iberoamericanas


Cuadro 1. Mapa conceptual sobre la historia del paisaje


                                 LA HISTORIA GEOLÓGICA DEL PAISAJE


                                              Es la cronología de                                                NATURALES
  ESPACIOS
                                           los sucesos, representada
  (sitios de la                                      por los                                                 (de la geodiná-
 superficie y/o                                                                                               mica interna
   subsuelo)                                                                                                    y externa)
                        Ocurridos                                                     Originados
                                                       CAMBIOS
                      en diferentes                                                  por procesos
   TIEMPOS                                                                                                       ARTIFICIALES

  (o edades                                              Que se                                              («disparadores»
  geológicas                                            perciben                                                de nuevos
durante lapsos                                           en los                                                  procesos
    cortos                                                                                                      externos)
   o largos)
                        MATERIALES                                                    ASPECTOS

                      Que constituyen                                           De cada geoforma
                     las geoformas del                                           y del conjunto
                           paisaje                                                   de ellas

                                                                               Caracterizados por
                    Caracterizados por                                                                              Tamaño


     Rocas de origen                      Deformación de                                                            Colores
   ígneo, metamórfico                    las rocas: pliegues
     y sedimentario                          y fracturas
                                                                                                                  Pendientes
                                                                          Formas
        Edades de las rocas                Contactos
           (relativas y/o                 instrusivos,                                                       Relieve
             absolutas)                  discordancias                       Superficie

                                                                                                  Distribución




                        geoformas (montaña, río, valle, llanura, etc.) con su descripción morfo-
                        lógica. Ello puede resultar oportuno y pertinente para describir cierto
                        paisaje y comprender sus relaciones con la sociedad, aspectos analiza-
                        dos desde el campo de las ciencias sociales y/o ambientales.
                              Sin embargo, el enfoque geográfico es insuficiente para compren-
                        der cómo funciona el paisaje, debiendo incorporarse un enfoque histó-
                        rico-evolutivo sobre el relieve que considere los procesos generadores,
                        tal como se muestra en el cuadro 1, lo cual solo puede realizarse, con el
                        auxilio de la geología.

                        81 | Alambique   Didáctica de las Ciencias Experimentales • n. 51 • enero 2007
Enseñanza de las ciencias: perspectivas iberoamericanas




      Efectivamente la falta de consideración y/o conocimientos sobre
la historia geológica de diversas regiones junto con la falta de políticas
de desarrollo, la existencia de funcionarios venales y otros ingredientes,
constituyeron un «cóctel» explosivo que provocaron daños ambientales
que se podrían haber evitado, por ejemplo:
  . Hundimiento de edificios y falta de agua en el DF (México) por sobreexplo-
    tación de acuíferos.
  . Salinización de acuíferos en mar del Plata (Argentina), Almería (España) y
    muchos otros.
  . Erosión fluvial y desplome de viviendas en Tartagal (Argentina) en el verano
    austral de 2006.
  . Rápida disminución de reservas y eutrofización del embalse Cruz de Piedra
    (San Luis, Argentina).

También podríamos señalar algunos riesgos o daños ambientales que
suceden con frecuencia en las regiones urbanizadas, rurales, turísticas,
etc., toda vez que en su instalación y/o ampliación no se han considerado
las amenazas representadas por procesos geológicos externos/internos,
lentos/rápidos que están activos en una cierta región.
       Los riesgos y daños señalados, más allá de la indignación y denun-
cias que procedan, son movilizadores de sentimientos y valores que po-
tencian su empleo como recursos didácticos accesibles a través de la
prensa escrita o virtual, por ejemplo:
  Deslizamientos naturales o provocados en calles y rutas montañosas, erosión
  y sedimentación urbana, erosión de suelos, derrumbes por terremotos o pro-
  blemas de fundación, daños volcánicos y, entre los más comunes, los procesos
  de contaminación de aguas superficiales y subterráneas así como del suelo y
  del aire.

También se pueden usar como recursos didácticos aquellas obras u ob-
jetivos frustrados debido a que en su planificación se omitieron los ar-
gumentos y/o predicciones realizadas o realizables a partir del
conocimiento de la historia geológica de un determinado paisaje. Al
respecto señalaremos dos ejemplos.
  Un ejemplo, felizmente frustrado, fue el intento del presidente Alfonsín de
  trasladar la Capital Federal de Argentina a Viedma, provincia de Río Negro, ya
  que era –y sigue siendo– una región con registros geológicos de subsuelo y de
  superficie que evidencian una historia de inundaciones que pueden repetirse.
  Otro ejemplo es el proyecto –infructuoso– del gobierno de San Luis, para in-
  undar la salina del Bebedero, alegando la necesidad de «recuperar el ecosiste-
  ma de un lago desecado como consecuencia de la desertificación provocada
  por la explotación salinera» (sic). Este absurdo, deriva de la ignorancia sobre


82 | Alambique   Didáctica de las Ciencias Experimentales • n. 51 • enero 2007
Enseñanza de las ciencias: perspectivas iberoamericanas




               la historia geológica del paisaje, ya que los registros geológicos del subsuelo
               y de la superficie muestran que, si bien en épocas pasadas hubo una laguna,
               su llenado respondía al deshielo de los glaciares andinos que en la actualidad
               se han retirado por efecto del calentamiento global y ya no pueden proveer
               suficiente agua.

             Todos los aspectos señalados, más temprano o más tarde, de manera di-
             recta o indirecta pueden provocar cambios en el paisaje. En consecuen-
             cia, y tratando de evitar el alarmismo, se señala que los mencionados
             daños y/o riesgos no se presentan en todas las regiones del planeta ni al
             mismo tiempo. Asimismo hemos de evitar la ingenuidad y el cinismo, y
             señalar que las intervenciones humanas siempre modifican los procesos
             naturales y el relieve. Sin embargo, ello no sería un problema si se tu-
             viera en cuenta la historia geológica del paisaje para evitar o mitigar
             los impactos ambientales negativos.
                   La interpretación del paisaje requiere de un «conjunto de estrategias
             capaces de acercar el entorno a los sujetos, desarrollar sensibilidades,
             construir conceptos, aplicar métodos de trabajo interdisciplinares y pro-
             vocar actitudes positivas». En este sentido es interesante la propuesta me-
             todológica de Cuello Gijón (1994), quien ofrece algunas definiciones del
             paisaje y una metodología para su interpretación, orientada principalmente
             hacia la educación ambiental, y propone una interesante bibliografía.
                   Por otra parte, el paisaje es un constructo cuyo desarrollo curricu-
             lar interpela los conocimientos, la imaginación y los sentimientos tanto
             de los docentes como del alumnado. Su complejidad desafía al docente
             para decidir desde qué enfoque promoverá los aprendizajes. Podría
             adoptarse una estrategia didáctica tradicional, «aditiva», y presentar
             secuencialmente las «partes» del paisaje para construir el constructo, o
             bien diseñar otra estrategia que plantee inicialmente el constructo con
             toda la complejidad que admita el nivel escolar en el que se trate.
                   Esta última estrategia es la adoptada por nuestro proyecto, por-
             que permite desarrollar la idea de que el conocimiento científico no so-
             lo es un producto para ser enseñado/aprendido sino que, para los
             sujetos de aprendizaje, representa un proceso histórica y geológica-
             mente situado.


Algunos      Desde la perspectiva antes mencionada, habitualmente iniciamos los
aspectos     cursos planteando una pregunta-problema: «¿Cómo es y cómo se formó
didácticos   el paisaje en el que vives?»
                   Para construir las posibles respuestas se requiere internalizar la
             noción que el relieve es el único elemento del paisaje que contiene los

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Enseñanza de las ciencias: perspectivas iberoamericanas




datos necesarios para interpretar los cambios ocurridos a lo largo de su
historia.
       En efecto, los datos hay que buscarlos en las características morfo-
lógicas de las geoformas de cada relieve así como en sus constituyentes
(rocas, minerales, suelos, sedimentos, etc.), sus estructuras (pliegues, fa-
llas) y en los contactos litológicos o relaciones que las rocas presentan
entre sí (concordancias, discordancias, intrusiones). Todo ello permite
interpretar no solo los procesos y cambios responsables del relieve sino
la secuencia en que ocurrieron.
       Se puede afirmar que ninguno de los rasgos característicos de un
paisaje son permanentes, en todo caso, lo único permanente son los cam-
bios operados en/por ellos. Por el contrario, se destaca que todos «los ele-
mentos del relieve son resultados parciales transitorios de procesos
geológicos endógenos y exógenos» (Lacreu, 1996). Así, por ejemplo una
colada lávica, representa un resultado parcial del vulcanismo en tanto
que los gases fueron dispersados en la atmósfera y las cenizas en sitios
más alejados. Pero además, es parcial porque hay otros materiales y
procesos magmáticos que permanecen ocultos en el subsuelo. La cola-
da, como elemento del paisaje es transitoria ya que los procesos exter-
nos pueden «borrarla» por acción erosiva o bien «ocultarla» bajo una
pila de sedimentos y/o cenizas.
       En nuestra experiencia, las consideraciones precedentes dan lugar
a un jugoso debate a partir del cual emergen diversos conflictos cogni-
tivos, ya que, para discernir entre permanencia y cambios en referencia
a un elemento, es necesario acuerdos previos (normalmente inexisten-
tes) sobre los criterios a usar respecto de las escalas de tiempo (eón, era,
período, año, etc.) y espacio (año luz, kilómetro, metro, etc. ) adoptadas
para analizar los cambios operados en cada rasgo del paisaje.
       Desde un punto de vista didáctico conviene recordar que el alum-
nado entre 10 y 15 años posee ideas erróneas sobre los cambios que se
producen en el relieve (Pedrinacci, 1996), por cuanto predominan las
ideas de un relieve estático e inmutable. Las investigaciones didácti-
cas permiten atribuir dichas ideas erróneas al pensamiento dirigido por
la percepción del entorno (Driver y otros, 1992), lo cual es de aplicación
al relieve. Así, las primeras ideas infantiles sobre el paisaje surgen de un
conocimiento intuitivo o espontáneo del entorno y son transmitidas
acríticamente en la educación formal e informal. Esta circunstancia de-
be ser especialmente tenida en cuenta para las estrategias de enseñan-
za, ya que el concepto de cambios en el relieve, bajo este enfoque,
representa un concepto contraintuitivo.
       Los conceptos estáticos sobre el relieve suponen una correspon-
dencia con regiones geológicamente estables antes que con regiones

84 | Alambique   Didáctica de las Ciencias Experimentales • n. 51 • enero 2007
Enseñanza de las ciencias: perspectivas iberoamericanas




              inestables, obviamente en la escala de tiempo humano. En cualquier ca-
              so, siempre es un desafío predecir si los cambios seguirán ocurriendo y
              ello requiere de argumentos «contraintuitivos» sobre el relieve.
                    Sobre la base de lo expuesto, se considera necesario enseñar/apren-
              der que el relieve del paisaje es policíclico y cambiante, es decir que no se
              formó de una sola vez y para siempre. Por el contrario, salvo excepciones,
              el relieve posee geoformas de diferentes edades cada una de las cuales
              corresponde a un ciclo morfogenético que, seguramente, son modifica-
              das por el siguiente. Podría ocurrir que nunca nos enteremos de esas mo-
              dificaciones si los datos que las ponen en evidencia fueron borrados por
              algún proceso geológico posterior como puede ser la erosión, el meta-
              morfismo o la fusión.
                    Por el contrario, si los datos se conservan, entonces podremos re-
              construir aquellos ciclos en los que se originaron las diferentes geofor-
              mas del relieve de un paisaje. Otro problema es dilucidar: ¿qué datos se
              conservan?, ¿dónde buscarlos: en superficie, en profundidad? ¿cómo
              establecer las edades y la cronología de geoformas y rocas?


Reflexiones   En Argentina existen evidencias de una intervención docente deficiente
finales       en el campo de la geología (Lacreu, 1999), consecuencia quizás de la es-
              casa carga horaria en ciencias y/o debido a la reproducción de una «cul-
              tura» deformada de las ciencias naturales. En efecto, la enseñanza de
              unas ciencias naturales que excluyen u ocultan los contenidos geoló-
              gicos impide «iluminar» adecuadamente el funcionamiento del planeta
              y ofrecen una visión deformada de la naturaleza.
                    En este trabajo se ha intentado señalar los perjuicios cognitivos y
              ambientales causados por el analfabetismo geológico y consecuente-
              mente se propone la incorporación de contenidos geológicos en la en-
              señanza obligatoria, para hacer posible la construcción de la historia
              geológica de los paisajes, desde el enfoque del pensamiento complejo.
                    Al respecto cabe señalar que el pensamiento simplista y el analfa-
              betismo geológico promueven (¿involuntariamente?) una cultura ciu-
              dadana ambientalmente incorrecta. Así, frecuentemente se advierte
              que cada vez que ocurre un desastre natural los daños son atribuidos al
              fenómeno natural en lugar de señalar a los verdaderos responsables: los
              hombres. Tal es el caso de El País, (España) que en su edición del 8 de
              agosto de 1996, al referirse a la tragedia de Biescas tituló: «Una violen-
              ta riada causa 22 muertos y decenas de heridos en el Pirineo de Hues-
              ca». Desde nuestro punto de vista, un titular ambientalmente correcto y
              formativo podría haber sido: «La negligencia humana y la falta de con-
              troles se cobraron 22 muertes en Biescas». Por su parte, el artículo, ade-

              85 | Alambique   Didáctica de las Ciencias Experimentales • n. 51 • enero 2007
Enseñanza de las ciencias: perspectivas iberoamericanas




                 más de explicar lo que ocurre cuando llueve en exceso, debería analizar
                 las causas que permitieron la instalación del camping en un lugar ob-
                 viamente riesgoso, donde las previsibles lluvias hicieron el mismo tra-
                 bajo desde hace millones de años, solo que en esta ocasión
                 «erosionaron» vidas y sueños de 87 personas, lo que causó dolor en va-
                 rias comunidades y gastos de indemnización (11,2 millones de euros),
                 insuficientes para remediar las pérdidas humanas, pero que bien podrí-
                 an haberlas salvado si se hubiesen destinado a estudios ambientales
                 preventivos.
                       Finalmente, se aspira a que se cumpla aquel adagio que dice: «lo
                 que se conoce no se puede negar» y de esta manera contribuir para lo-
                 grar una sensibilización que nos permita sumar esfuerzos tendientes a
                 «equilibrar» y mejorar la enseñanza de las ciencias naturales a fin de
                 contribuir en la formación básica para que toda la ciudadanía pueda co-
                 nocer cómo funciona la naturaleza en su entorno inmediato.
                       Así, actuando como sujetos políticos, podrían cuanto menos sos-
                 pechar la existencia de riesgos derivados de amenazas naturales, como
                 así también valorar, opinar y accionar fundadamente a favor o en con-
                 tra de cualquier tipo de intervención humana y adquirir criterios para
                 no resultar estafados.


Referencias      BERTRAND, G. (1968): Paysage et Géographie Physique globale. Esquisse me-
bibliográficas   thodologique, R.G.P.S.O, n. 39, pp. 249-272. En B. MÉNDEZ GARCÍA (2005):
                 Aproximación al concepto paisaje claves geohistóricas para interpretar el pai-
                 saje del Noroccidente Asturias, en: www.xuliocs.com/didactpaiscinsent.pdf.
                 CUELLO GIJÓN, A. (1994): «Interpretación del paisaje» en Revista Enseñanza de
                 las Ciencias de la Tierra, n. 2.2-2.3, pp. 382-392.
                 DRIVER, R.; GUESNE, E.; A. TIBERGHIEN (1992): Ideas científicas en la infancia y
                 la adolescencia. Madrid. Morata y MEC, 2ª edición.
                 GÓMEZ OREA, D. (1994): Ordenación del Territorio. Una aproximación desde el
                 medio físico. Agrícola Española, Serie Geoambiental, ITGE, p. 238.
                 LACREU, H.L. (1996): «La enseñanza geológica en la educación argentina» en
                 Fuentes para la Transformación Curricular Argentina. Programa de CBC de la
                 Secretaría de Programación y Evaluación Educativa Ministerio de Cultura y
                 Educación de la Nación. Argentina, pp. 179-199.
                 LACREU, H.L. (1998): «Historias del paisaje» en Educación en Ciencias. Universi-
                 dad Nacional de San Martín, Argentina, vol. II, n. 4, pp. 18-27.
                 LACREU, H.L. (1999): «Las geociencias en la alfabetización científica» en M.
                 KAUFMAN y L. FUMAGALLI (comp.): Enseñar ciencias naturales, reflexiones y
                 propuestas didácticas. Barcelona. Paidos.
                 LACREU, H.L. (2004): «Experiencia Piloto de Formación Geológica de Profesores
                 en Servicio» en Documentos del XIII Simposio sobre Enseñanza da la Geología.
                 AEPECT. Universidad de Alicante, pp. 169-176.


                 86 | Alambique   Didáctica de las Ciencias Experimentales • n. 51 • enero 2007
Enseñanza de las ciencias: perspectivas iberoamericanas




              MÉNDEZ GARCÍA, B. (2005): «Aproximación al concepto paisaje. Claves geohis-
              tóricas para interpretar el paisaje del Noroccidente asturiano» en: <www.xu-
              liocs.com/didactpaiscinsent.pdf>.
              PEDRINACI, E. (1996): «Sobre la persistencia o no de las ideas del alumnado en
              geología» en Alambique, n. 7, pp. 27-36.



Dirección     Héctor Luis Lacreu
de contacto   Universidad Nacional de San Luis (Argentina)
              lacreu@unsl.edu.ar




              87 | Alambique   Didáctica de las Ciencias Experimentales • n. 51 • enero 2007

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  • 1. Monografía La historia geológica del paisaje como contenido Enseñanza de las esencial en la enseñanza obligatoria ciencias: perspectivas iberoamericanas Héctor Luis Lacreu Cada paisaje posee una historia geológica que puede explicar los orígenes y la Universidad Nacional de secuencia de las diferentes geoformas que lo configuran. Dicha historia se San Luis (Argentina) construye a partir de los rasgos geológicos (morfológicos, estructurales y/o com- posicionales) presentes en el relieve, y su conocimiento permite reconocer los cambios acaecidos hasta el presente y así predecir su evolución natural. Di- chos cambios representan un concepto «clave», de tipo contra-intuitivo, que debe ser enseñado a los futuros ciudadanos y ciudadanas para que puedan valorar (positiva o negativamente) las consecuencias de las intervenciones humanas que modifican el relieve de un paisaje. Palabras clave: paisaje, relieve, enseñanza, geología, ciudadanía. The Geological History of the Landscape as Essential Content in Compul- sory Education Every landscape possesses its own geological history which can explain the origins and sequence of the different geological formations that make it up. This history is constructed from the geological features (morphological, struc- tural and/or compositional) present in the lie of the land, and knowledge of it can reveal the changes which have occurred up to now and thus predict its na- tural evolution. These changes represent a key, counterintuitive concept which should be taught to future citizens so they can assess the (positive or negati- ve) consequences of human interventions that change the landscape. Keywords: landscape, lie of the land, teaching, geology, citizenship. El paisaje es un vocablo polisémico generalmente utilizado como eje transversal para articular conceptos tanto de las ciencias naturales co- mo las sociales, en el ámbito de la formación docente y en el de la ense- ñanza obligatoria. Los seres humanos tenemos algunas ideas sobre el paisaje que nos rodea, del que visitamos en vacaciones o de aquellos nunca visitados como el marciano, pero que los podemos conocer a tra- vés de diversos medios: Internet, fotos, películas, etc. Las ideas sobre los rasgos del paisaje incluyen muy diversos elementos: unos de naturaleza física como es el relieve a través de diversas geoformas tales como montañas, médanos, llanuras, ríos, mares, lagos, glaciares, etc. Otros elementos son de naturaleza biótica (vegetales, animales) y otros cultu- rales (construcciones, cultivos, etc.). También poseemos algunas ideas sobre el origen de dichos elementos y estas pueden ser correctas o erró- neas, profundas o superficiales, científicas o dogmáticas. Algunas de ellas, incluso las contradictorias, pueden formar parte de los esquemas 76 | Alambique Didáctica de las Ciencias Experimentales • n. 51 • pp. 76-87 • enero 2007
  • 2. Enseñanza de las ciencias: perspectivas iberoamericanas conceptuales que se construyen sobre la base de experiencias vividas desde la infancia, tanto en forma directa como indirecta. Por todo lo mencionado, el término «paisaje» es un constructo complejo sobre cuya caracterización normalmente surgen divergencias ya que difícilmente dos personas coinciden en las prioridades (jerarquías) de sus esquemas conceptuales. En ello radica su potencialidad didáctica. En este artículo se realiza un recorte del sistema paisaje, poniendo énfasis en el relieve y particularmente en su evolución. Se destaca la importancia del relieve, tanto como soporte de la vida y las obras hu- manas, como por contener los únicos «archivos» que permiten recons- truir el origen de una región. Este conocimiento es imprescindible e insustituible para predecir científicamente las consecuencias derivadas de procesos geológicos naturales y de aquellos provocados por las in- tervenciones humanas en el paisaje, sobre lo cual nos referiremos más adelante. De esta manera, se intenta llamar la atención sobre las consecuen- cias negativas de la reducida presencia de la geología en la educación obligatoria de Argentina y otras regiones de nuestro planeta. Conceptos El término paisaje procede del latín pagus (territorio) y pagensis (terri- sobre el paisaje torio usado). El concepto más difundido, según el Diccionario de la RAE, se refiere al paisaje como «conjunto de formas complejas que accidenta la superficie del globo terráqueo». Existen otras definiciones más escla- recedoras tales como la propuesta por la Convención Europea del Pai- saje: «Paisaje es cualquier parte del territorio, tal como es percibida por las poblaciones, cuyo carácter resulta de la acción de factores naturales y/o humanos y de sus interrelaciones» (Méndez García, 2005). Por su parte, Bertrand (1968), lo define como: Una cierta porción del espacio terrestre, el resultado de la combinación dinámica y, por tanto, inestable de elementos físicos, biológicos y antró- picos que interactúan dialécticamente unos sobre otros, haciendo del paisaje un conjunto único e indisociable en evolución permanente. En el marco del ordenamiento territorial. Gómez Orea (1994) entiende por paisaje: La percepción del medio a partir de la expresión externa de éste. El medio se hace paisaje cuando alguien lo percibe. Esta percepción es subjetiva, variable, por tanto, en razón del tipo de perceptor y se adquiere a través de todos los órganos de percepción, directos e indirectos, que operan en el observador. Es la experiencia perceptiva quien induce en el individuo los sentimientos determinantes de la clasificación y valoración del paisaje. 77 | Alambique Didáctica de las Ciencias Experimentales • n. 51 • enero 2007
  • 3. Enseñanza de las ciencias: perspectivas iberoamericanas Las definiciones de paisaje suelen incluir tres conceptos: elemen- tos, espacio y percepción, cuyos significados e implicaciones deberían ser revisados. Los elementos, que habitualmente se reconocen son objetos in- móviles y, aunque excepcionalmente se alude a la fauna, se omiten otros tales como: nubes, olas, viento, lluvia, etc., los cuales a su vez son agentes que desencadenan procesos macro y microscópicos (erosión, reacciones químicas, etc). En consecuencia, dichos procesos son «ele- mentos dinámicos» que deberían ser incorporados en la caracterización del paisaje, destacando así la transitoriedad del relieve y la existencia de cambios que ocurren a diferentes escalas. Respecto del espacio percibido, ya no se reduce al que observamos con nuestros pies en tierra, debemos incorporar la percepción remota de superficies con dimensiones variables, a través de fotos e imágenes obtenidas desde aviones y satélites con amplia accesibilidad <http://earth.google.es/>. Finalmente debemos reconocer que la percepción, además de estar condicionada por estados de ánimo, intereses, capacidades, etc., tam- bién lo está por la tecnología usada. Así, la descripción e interpretación del paisaje será diferente si se usan binoculares, telescopios o imáge- nes de satélite que modifican la escala de observación, el detalle y la variedad de los elementos percibidos. De este modo, un observador ubi- cado en un mismo sitio pero con diferentes artefactos, percibirá dife- rentes detalles sobre los elementos y sus asociaciones, por ende, construirá y concebirá paisajes distintos. Experiencias de capacitación docente sobre el paisaje geológico En la provincia de San Luis, Argentina, se ofrecieron cursos de ca- pacitación docente, utilizando el paisaje como recurso didáctico (La- creu, 1998, 2004). Los contenidos conceptuales versaron sobre los procesos morfogenéticos endógenos/exógenos, constructivos/destruc- tivos, y sobre las grandes clases de rocas y sus orígenes (ígneas, meta- mórficas y sedimentarias), sus rasgos estructurales (pliegues, fallas, diaclasas) y sobre el significado de los diversos contactos litológicos (concordantes, discordantes, intrusivos). Dichos conceptos se enmarcan en la teoría de la tectónica de placas y los aspectos históricos se abor- dan a partir del desarrollo histórico y epistemológico de los principios básicos de la geología (superposición, horizontalidad original, actualis- mo, etc.). 78 | Alambique Didáctica de las Ciencias Experimentales • n. 51 • enero 2007
  • 4. Enseñanza de las ciencias: perspectivas iberoamericanas Los cursos incluyeron contenidos procedimentales tales como la resolución de problemas vinculados con las características y la génesis del relieve que sirve de sustrato físico (geológico) al paisaje de una re- gión, por lo común, cercana a la sede del curso. A tal efecto se utiliza- ron fotos aéreas e imágenes a partir de las cuales se realizó la fotointerpretación elemental y construcción de un mapa geológico hi- potético, empleando las ideas previas, conocimientos y experiencias de los asistentes. Las hipótesis se referían a la clase de geoformas presen- tes, a sus materiales constituyentes y a los orígenes de ambos (geofor- mas y materiales). Posteriormente se realizó el trabajo de campo a fin de contrastar las hipótesis y confeccionar el mapa geológico definitivo. Las convocatorias fueron amplias, invitándose a profesores y pro- fesoras de todos los niveles que estuviesen enseñando geociencias y sin- tieran la necesidad de mejorar sus prácticas. Consecuentemente y para asegurar la llegada al aula de lo aprendido e incidir en la práctica do- cente, la evaluación de los cursos incluía el diseño y aplicación de uni- dades didácticas sobre algún contenido del curso y las reflexiones sobre todo ese proceso. Los resultados fueron positivos ya que por un lado el profesorado descubrió un sentido (antes ignorado) respecto de los contenidos con- ceptuales y procedimentales de la geología y, por otro lado, durante el «inexorable» trabajo de campo experimentaron su propias capacidades para interpretar los rasgos geológicos del paisaje y construir conocimien- tos sobre su historia. Estas comprobaciones mejoraron su autoestima, lo cual quedó reflejado en que muchos se entusiasmaron y resolvieron reali- zar una transposición didáctica de esta metodología con el objeto de emplearlas con su alumnado. Errores conceptuales y dificultades sobre la noción de paisaje Durante los cursos se percibieron ideas previas erróneas y con- ceptos confusos, por ejemplo: inmutabilidad de los paisajes y las rocas, disponibilidad de los recursos mineros, confusión entre elementos quí- micos y minerales, y entre estos y las rocas, y otros tales como el de afirmar que el color rojo de los sedimentos «es por la arcilla» (sic), en lugar de reconocer la influencia del oxido férrico. Respecto de los suelos, se destaca la generalización de la idea errónea: «en todos los suelos» de Argentina, la roca madre esta debajo de los horizontes. En efecto, dicho modelo involucra suelos desarrolla- dos sobre materiales parentales autóctonos y es difundido por todos los 79 | Alambique Didáctica de las Ciencias Experimentales • n. 51 • enero 2007
  • 5. Enseñanza de las ciencias: perspectivas iberoamericanas manuales escolares. Se trata de un modelo que responde muy bien a los suelos europeos y a los de varias regiones argentinas, sin embargo, no representa a los mejores suelos, presentes en la Pampa Húmeda argentina, cuyo material parental es alóctono, transportado por el viento (loess) y reelaborado por la acción hídrica. Otros indicadores de las carencias formativas en geología se perci- ben en el diagnóstico previo de los cursos de capacitación, al reflexio- nar sobre los orígenes y edades de las sierras de San Luis. En general las ideas son superficiales, del tipo: «por las placas tectónicas» o «debido al choque de las placas», evidenciando el desconocimiento de procesos básicos como el origen de las montañas de bloques, el apilamiento de «escamas» y el rol de la isostasia. Respecto de la edad, existe el precon- cepto erróneo que la sierra de San Luis es más antigua que la sierra de las Quijadas. Ello se explica, erróneamente, porque en la segunda hay rocas con fósiles jurásicos (pterodaustros, etc.), mientras que en la pri- mera no hay fósiles, «por lo tanto es más vieja» (sic). En realidad, ambas son casi contemporáneas y su principal ascenso es en el Mioceno, debi- do a fallas inversas reactivadas durante la orogenia andina. Los mencionados errores conceptuales, las carencias informativas y las confusiones de distinto calibre conducen a la construcción de un esquema conceptual erróneo que consolida el carácter estático del re- lieve. Al mismo tiempo, dicho esquema representa un obstáculo epis- temológico que impide comprender procesos más complejos sobre el funcionamiento de la Tierra que: . Condicionan la distribución de los recursos naturales no renova- bles en la superficie y el subsuelo. . Limitan las posibilidades humanas de hallarlos y de explotarlos. La ignorancia sobre estos aspectos, facilita la tolerancia y/o la indife- rencia respecto del uso inadecuado de los recursos bajo una racionali- dad perversa. En efecto, muchas acciones que pretenden aportar al desarrollo sostenible, en realidad, solo se traducen en crecimiento eco- nómico para pocos y profundizan la inequidad social provocando ade- más serios desequilibrios ecológicos. Por qué un contenido sobre la historia geológica del paisaje La construcción de conocimientos sobre el relieve en la enseñanza obligatoria de argentina, con frecuencia se orienta excluyentemente a establecer las relaciones memorísticas entre las denominaciones de las 80 | Alambique Didáctica de las Ciencias Experimentales • n. 51 • enero 2007
  • 6. Enseñanza de las ciencias: perspectivas iberoamericanas Cuadro 1. Mapa conceptual sobre la historia del paisaje LA HISTORIA GEOLÓGICA DEL PAISAJE Es la cronología de NATURALES ESPACIOS los sucesos, representada (sitios de la por los (de la geodiná- superficie y/o mica interna subsuelo) y externa) Ocurridos Originados CAMBIOS en diferentes por procesos TIEMPOS ARTIFICIALES (o edades Que se («disparadores» geológicas perciben de nuevos durante lapsos en los procesos cortos externos) o largos) MATERIALES ASPECTOS Que constituyen De cada geoforma las geoformas del y del conjunto paisaje de ellas Caracterizados por Caracterizados por Tamaño Rocas de origen Deformación de Colores ígneo, metamórfico las rocas: pliegues y sedimentario y fracturas Pendientes Formas Edades de las rocas Contactos (relativas y/o instrusivos, Relieve absolutas) discordancias Superficie Distribución geoformas (montaña, río, valle, llanura, etc.) con su descripción morfo- lógica. Ello puede resultar oportuno y pertinente para describir cierto paisaje y comprender sus relaciones con la sociedad, aspectos analiza- dos desde el campo de las ciencias sociales y/o ambientales. Sin embargo, el enfoque geográfico es insuficiente para compren- der cómo funciona el paisaje, debiendo incorporarse un enfoque histó- rico-evolutivo sobre el relieve que considere los procesos generadores, tal como se muestra en el cuadro 1, lo cual solo puede realizarse, con el auxilio de la geología. 81 | Alambique Didáctica de las Ciencias Experimentales • n. 51 • enero 2007
  • 7. Enseñanza de las ciencias: perspectivas iberoamericanas Efectivamente la falta de consideración y/o conocimientos sobre la historia geológica de diversas regiones junto con la falta de políticas de desarrollo, la existencia de funcionarios venales y otros ingredientes, constituyeron un «cóctel» explosivo que provocaron daños ambientales que se podrían haber evitado, por ejemplo: . Hundimiento de edificios y falta de agua en el DF (México) por sobreexplo- tación de acuíferos. . Salinización de acuíferos en mar del Plata (Argentina), Almería (España) y muchos otros. . Erosión fluvial y desplome de viviendas en Tartagal (Argentina) en el verano austral de 2006. . Rápida disminución de reservas y eutrofización del embalse Cruz de Piedra (San Luis, Argentina). También podríamos señalar algunos riesgos o daños ambientales que suceden con frecuencia en las regiones urbanizadas, rurales, turísticas, etc., toda vez que en su instalación y/o ampliación no se han considerado las amenazas representadas por procesos geológicos externos/internos, lentos/rápidos que están activos en una cierta región. Los riesgos y daños señalados, más allá de la indignación y denun- cias que procedan, son movilizadores de sentimientos y valores que po- tencian su empleo como recursos didácticos accesibles a través de la prensa escrita o virtual, por ejemplo: Deslizamientos naturales o provocados en calles y rutas montañosas, erosión y sedimentación urbana, erosión de suelos, derrumbes por terremotos o pro- blemas de fundación, daños volcánicos y, entre los más comunes, los procesos de contaminación de aguas superficiales y subterráneas así como del suelo y del aire. También se pueden usar como recursos didácticos aquellas obras u ob- jetivos frustrados debido a que en su planificación se omitieron los ar- gumentos y/o predicciones realizadas o realizables a partir del conocimiento de la historia geológica de un determinado paisaje. Al respecto señalaremos dos ejemplos. Un ejemplo, felizmente frustrado, fue el intento del presidente Alfonsín de trasladar la Capital Federal de Argentina a Viedma, provincia de Río Negro, ya que era –y sigue siendo– una región con registros geológicos de subsuelo y de superficie que evidencian una historia de inundaciones que pueden repetirse. Otro ejemplo es el proyecto –infructuoso– del gobierno de San Luis, para in- undar la salina del Bebedero, alegando la necesidad de «recuperar el ecosiste- ma de un lago desecado como consecuencia de la desertificación provocada por la explotación salinera» (sic). Este absurdo, deriva de la ignorancia sobre 82 | Alambique Didáctica de las Ciencias Experimentales • n. 51 • enero 2007
  • 8. Enseñanza de las ciencias: perspectivas iberoamericanas la historia geológica del paisaje, ya que los registros geológicos del subsuelo y de la superficie muestran que, si bien en épocas pasadas hubo una laguna, su llenado respondía al deshielo de los glaciares andinos que en la actualidad se han retirado por efecto del calentamiento global y ya no pueden proveer suficiente agua. Todos los aspectos señalados, más temprano o más tarde, de manera di- recta o indirecta pueden provocar cambios en el paisaje. En consecuen- cia, y tratando de evitar el alarmismo, se señala que los mencionados daños y/o riesgos no se presentan en todas las regiones del planeta ni al mismo tiempo. Asimismo hemos de evitar la ingenuidad y el cinismo, y señalar que las intervenciones humanas siempre modifican los procesos naturales y el relieve. Sin embargo, ello no sería un problema si se tu- viera en cuenta la historia geológica del paisaje para evitar o mitigar los impactos ambientales negativos. La interpretación del paisaje requiere de un «conjunto de estrategias capaces de acercar el entorno a los sujetos, desarrollar sensibilidades, construir conceptos, aplicar métodos de trabajo interdisciplinares y pro- vocar actitudes positivas». En este sentido es interesante la propuesta me- todológica de Cuello Gijón (1994), quien ofrece algunas definiciones del paisaje y una metodología para su interpretación, orientada principalmente hacia la educación ambiental, y propone una interesante bibliografía. Por otra parte, el paisaje es un constructo cuyo desarrollo curricu- lar interpela los conocimientos, la imaginación y los sentimientos tanto de los docentes como del alumnado. Su complejidad desafía al docente para decidir desde qué enfoque promoverá los aprendizajes. Podría adoptarse una estrategia didáctica tradicional, «aditiva», y presentar secuencialmente las «partes» del paisaje para construir el constructo, o bien diseñar otra estrategia que plantee inicialmente el constructo con toda la complejidad que admita el nivel escolar en el que se trate. Esta última estrategia es la adoptada por nuestro proyecto, por- que permite desarrollar la idea de que el conocimiento científico no so- lo es un producto para ser enseñado/aprendido sino que, para los sujetos de aprendizaje, representa un proceso histórica y geológica- mente situado. Algunos Desde la perspectiva antes mencionada, habitualmente iniciamos los aspectos cursos planteando una pregunta-problema: «¿Cómo es y cómo se formó didácticos el paisaje en el que vives?» Para construir las posibles respuestas se requiere internalizar la noción que el relieve es el único elemento del paisaje que contiene los 83 | Alambique Didáctica de las Ciencias Experimentales • n. 51 • enero 2007
  • 9. Enseñanza de las ciencias: perspectivas iberoamericanas datos necesarios para interpretar los cambios ocurridos a lo largo de su historia. En efecto, los datos hay que buscarlos en las características morfo- lógicas de las geoformas de cada relieve así como en sus constituyentes (rocas, minerales, suelos, sedimentos, etc.), sus estructuras (pliegues, fa- llas) y en los contactos litológicos o relaciones que las rocas presentan entre sí (concordancias, discordancias, intrusiones). Todo ello permite interpretar no solo los procesos y cambios responsables del relieve sino la secuencia en que ocurrieron. Se puede afirmar que ninguno de los rasgos característicos de un paisaje son permanentes, en todo caso, lo único permanente son los cam- bios operados en/por ellos. Por el contrario, se destaca que todos «los ele- mentos del relieve son resultados parciales transitorios de procesos geológicos endógenos y exógenos» (Lacreu, 1996). Así, por ejemplo una colada lávica, representa un resultado parcial del vulcanismo en tanto que los gases fueron dispersados en la atmósfera y las cenizas en sitios más alejados. Pero además, es parcial porque hay otros materiales y procesos magmáticos que permanecen ocultos en el subsuelo. La cola- da, como elemento del paisaje es transitoria ya que los procesos exter- nos pueden «borrarla» por acción erosiva o bien «ocultarla» bajo una pila de sedimentos y/o cenizas. En nuestra experiencia, las consideraciones precedentes dan lugar a un jugoso debate a partir del cual emergen diversos conflictos cogni- tivos, ya que, para discernir entre permanencia y cambios en referencia a un elemento, es necesario acuerdos previos (normalmente inexisten- tes) sobre los criterios a usar respecto de las escalas de tiempo (eón, era, período, año, etc.) y espacio (año luz, kilómetro, metro, etc. ) adoptadas para analizar los cambios operados en cada rasgo del paisaje. Desde un punto de vista didáctico conviene recordar que el alum- nado entre 10 y 15 años posee ideas erróneas sobre los cambios que se producen en el relieve (Pedrinacci, 1996), por cuanto predominan las ideas de un relieve estático e inmutable. Las investigaciones didácti- cas permiten atribuir dichas ideas erróneas al pensamiento dirigido por la percepción del entorno (Driver y otros, 1992), lo cual es de aplicación al relieve. Así, las primeras ideas infantiles sobre el paisaje surgen de un conocimiento intuitivo o espontáneo del entorno y son transmitidas acríticamente en la educación formal e informal. Esta circunstancia de- be ser especialmente tenida en cuenta para las estrategias de enseñan- za, ya que el concepto de cambios en el relieve, bajo este enfoque, representa un concepto contraintuitivo. Los conceptos estáticos sobre el relieve suponen una correspon- dencia con regiones geológicamente estables antes que con regiones 84 | Alambique Didáctica de las Ciencias Experimentales • n. 51 • enero 2007
  • 10. Enseñanza de las ciencias: perspectivas iberoamericanas inestables, obviamente en la escala de tiempo humano. En cualquier ca- so, siempre es un desafío predecir si los cambios seguirán ocurriendo y ello requiere de argumentos «contraintuitivos» sobre el relieve. Sobre la base de lo expuesto, se considera necesario enseñar/apren- der que el relieve del paisaje es policíclico y cambiante, es decir que no se formó de una sola vez y para siempre. Por el contrario, salvo excepciones, el relieve posee geoformas de diferentes edades cada una de las cuales corresponde a un ciclo morfogenético que, seguramente, son modifica- das por el siguiente. Podría ocurrir que nunca nos enteremos de esas mo- dificaciones si los datos que las ponen en evidencia fueron borrados por algún proceso geológico posterior como puede ser la erosión, el meta- morfismo o la fusión. Por el contrario, si los datos se conservan, entonces podremos re- construir aquellos ciclos en los que se originaron las diferentes geofor- mas del relieve de un paisaje. Otro problema es dilucidar: ¿qué datos se conservan?, ¿dónde buscarlos: en superficie, en profundidad? ¿cómo establecer las edades y la cronología de geoformas y rocas? Reflexiones En Argentina existen evidencias de una intervención docente deficiente finales en el campo de la geología (Lacreu, 1999), consecuencia quizás de la es- casa carga horaria en ciencias y/o debido a la reproducción de una «cul- tura» deformada de las ciencias naturales. En efecto, la enseñanza de unas ciencias naturales que excluyen u ocultan los contenidos geoló- gicos impide «iluminar» adecuadamente el funcionamiento del planeta y ofrecen una visión deformada de la naturaleza. En este trabajo se ha intentado señalar los perjuicios cognitivos y ambientales causados por el analfabetismo geológico y consecuente- mente se propone la incorporación de contenidos geológicos en la en- señanza obligatoria, para hacer posible la construcción de la historia geológica de los paisajes, desde el enfoque del pensamiento complejo. Al respecto cabe señalar que el pensamiento simplista y el analfa- betismo geológico promueven (¿involuntariamente?) una cultura ciu- dadana ambientalmente incorrecta. Así, frecuentemente se advierte que cada vez que ocurre un desastre natural los daños son atribuidos al fenómeno natural en lugar de señalar a los verdaderos responsables: los hombres. Tal es el caso de El País, (España) que en su edición del 8 de agosto de 1996, al referirse a la tragedia de Biescas tituló: «Una violen- ta riada causa 22 muertos y decenas de heridos en el Pirineo de Hues- ca». Desde nuestro punto de vista, un titular ambientalmente correcto y formativo podría haber sido: «La negligencia humana y la falta de con- troles se cobraron 22 muertes en Biescas». Por su parte, el artículo, ade- 85 | Alambique Didáctica de las Ciencias Experimentales • n. 51 • enero 2007
  • 11. Enseñanza de las ciencias: perspectivas iberoamericanas más de explicar lo que ocurre cuando llueve en exceso, debería analizar las causas que permitieron la instalación del camping en un lugar ob- viamente riesgoso, donde las previsibles lluvias hicieron el mismo tra- bajo desde hace millones de años, solo que en esta ocasión «erosionaron» vidas y sueños de 87 personas, lo que causó dolor en va- rias comunidades y gastos de indemnización (11,2 millones de euros), insuficientes para remediar las pérdidas humanas, pero que bien podrí- an haberlas salvado si se hubiesen destinado a estudios ambientales preventivos. Finalmente, se aspira a que se cumpla aquel adagio que dice: «lo que se conoce no se puede negar» y de esta manera contribuir para lo- grar una sensibilización que nos permita sumar esfuerzos tendientes a «equilibrar» y mejorar la enseñanza de las ciencias naturales a fin de contribuir en la formación básica para que toda la ciudadanía pueda co- nocer cómo funciona la naturaleza en su entorno inmediato. Así, actuando como sujetos políticos, podrían cuanto menos sos- pechar la existencia de riesgos derivados de amenazas naturales, como así también valorar, opinar y accionar fundadamente a favor o en con- tra de cualquier tipo de intervención humana y adquirir criterios para no resultar estafados. Referencias BERTRAND, G. (1968): Paysage et Géographie Physique globale. Esquisse me- bibliográficas thodologique, R.G.P.S.O, n. 39, pp. 249-272. En B. MÉNDEZ GARCÍA (2005): Aproximación al concepto paisaje claves geohistóricas para interpretar el pai- saje del Noroccidente Asturias, en: www.xuliocs.com/didactpaiscinsent.pdf. CUELLO GIJÓN, A. (1994): «Interpretación del paisaje» en Revista Enseñanza de las Ciencias de la Tierra, n. 2.2-2.3, pp. 382-392. DRIVER, R.; GUESNE, E.; A. TIBERGHIEN (1992): Ideas científicas en la infancia y la adolescencia. Madrid. Morata y MEC, 2ª edición. GÓMEZ OREA, D. (1994): Ordenación del Territorio. Una aproximación desde el medio físico. Agrícola Española, Serie Geoambiental, ITGE, p. 238. LACREU, H.L. (1996): «La enseñanza geológica en la educación argentina» en Fuentes para la Transformación Curricular Argentina. Programa de CBC de la Secretaría de Programación y Evaluación Educativa Ministerio de Cultura y Educación de la Nación. Argentina, pp. 179-199. LACREU, H.L. (1998): «Historias del paisaje» en Educación en Ciencias. Universi- dad Nacional de San Martín, Argentina, vol. II, n. 4, pp. 18-27. LACREU, H.L. (1999): «Las geociencias en la alfabetización científica» en M. KAUFMAN y L. FUMAGALLI (comp.): Enseñar ciencias naturales, reflexiones y propuestas didácticas. Barcelona. Paidos. LACREU, H.L. (2004): «Experiencia Piloto de Formación Geológica de Profesores en Servicio» en Documentos del XIII Simposio sobre Enseñanza da la Geología. AEPECT. Universidad de Alicante, pp. 169-176. 86 | Alambique Didáctica de las Ciencias Experimentales • n. 51 • enero 2007
  • 12. Enseñanza de las ciencias: perspectivas iberoamericanas MÉNDEZ GARCÍA, B. (2005): «Aproximación al concepto paisaje. Claves geohis- tóricas para interpretar el paisaje del Noroccidente asturiano» en: <www.xu- liocs.com/didactpaiscinsent.pdf>. PEDRINACI, E. (1996): «Sobre la persistencia o no de las ideas del alumnado en geología» en Alambique, n. 7, pp. 27-36. Dirección Héctor Luis Lacreu de contacto Universidad Nacional de San Luis (Argentina) lacreu@unsl.edu.ar 87 | Alambique Didáctica de las Ciencias Experimentales • n. 51 • enero 2007