El documento resume la situación de las regencias en Castilla tras la muerte de Isabel la Católica en 1504. Su testamento indicó que su hija Juana podría necesitar un regente, nombrando a Fernando el Católico. Fernando fue brevemente regente hasta que llegó Juana desde Flandes, nombrando regente a su esposo Felipe. Tras la muerte de Felipe en 1506, Fernando volvió a ser regente, y luego el cardenal Cisneros hasta la llegada de Carlos de Gante.