1. DDeessttiinnoo
Efrén Martín, Gerente de y Associate Consultant de Reddin Assessments
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Nº 158 febrero 2020 http://www.fvmartin.net
“Mi madre, la diosa Tetis, de argentados pies, dice
que las parcas pueden llevarme al fin de la muerte
de una de estas dos maneras:
Si me quedo aquí, a combatir en torno de la ciudad
troyana, no volveré a la patria tierra pero mi gloria
será inmortal.
Si regreso perderé la ínclita fama, pero mi vida
será larga, pues la muerte no me sorprenderá tan
pronto.” Aquiles, en “la Iliada”
Nuestros jóvenes siguen debatiéndose en el
dilema de elegir su destino profesional. En el
pasado se les exhortaba, por aversión a la
perdida, a tener “un trabajo para toda la
vida”; hoy se les anima, con atracción por el
riesgo, a “dejarse llevar por la pasión”.
Ningún salto a las conclusiones, tan
característico de nuestro sistema mental
primario, intuitivo-asociativo, es aconsejable.
No sustituyamos el complejo problema de
buscar arduamente una actividad apasionante
y bien retribuida, por la simplicidad de evitar la
infelicidad o la miseria.
Meditar la elección es muy importante,
porque probablemente la vocación, nuestra
voz interior, terminará por hacerse oír en
medio de un juego vital de incertidumbres
donde Éxito= Fortuna + Talento + Esfuerzo.
Es frecuente tener el talento suficiente pero
quizá no tanto la suerte ni el trabajo
necesarios.Consideremos distintos escenarios:
Decisiones afectivas y no efectivas. ¿Qué
les puede pasar a algunos jóvenes que,
optando por su corazón, arruinan su
billetera? Pueden asumir riesgos excesivos e
incluso empeorar su situación por vías
desesperadas, no afectivas y no efectivas.
Buscando el éxito lo perderán todo si no les
salva un golpe de suerte atribuible,
erróneamente, a la actitud.
Decisiones efectivas y no afectivas.
¿Cómo pueden terminar si eligen la vía
contraria, puramente racional? Decidir
exclusivamente por la vertiente económica
servirá de poco a quienes terminen
sintiéndose desgraciados, atrapados en una
jaula de oro de cuya seguridad no podrán ni
querrán escapar.
Resulta difícil superar esta dicotomía, donde
tan ruinoso es prescindir de la pasión como de
la razón. Además, el reto ya no sólo es para
los jóvenes. Todos nos veremos obligados a
redirigir nuestras elecciones profesionales.
Sin despreciar la suerte, que no depende de
nosotros, hemos de esforzarnos en encontrar y
aplicar la esencia de nuestro potencial de
desarrollo: competencias e intereses. Ahí
reside la motivación, energía y talentos en los
que perseverar.
Decisiones afectivas y efectivas.
Csikszentmihalyi descubrió un tipo de
felicidad en no huir de la realidad, sino en
dejarse absorber por desafíos acordes a
nuestras habilidades. Sabiendo para qué
valemos, podremos adaptar una profesión a
nuestra forma de ser y nos pagarán por ello.
No nos demoremos ni precipitemos ante una
cuestión tan compleja como el proyecto vital,
sea en la primera o segunda etapa de la vida:
Tu destino es ser quien realmente eres