Presentación Propuesta de Proyecto Social Colorido y Juvenil Multicolor y Neg...
Discurso iesa jmdv 3 de junio de 2016
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Señores compañeros del presídium;
Distinguidos invitados especiales; Señores
profesores; Señores graduandos y sus familiares;
Señoras y señores; Amigos todos
Tenía yo apenas 17 años, cuando recibí mi
primera lección en el IESA. No piensen que era un
niño prodigio. Mi profesor de Mecánica Racional -que
así es como los ingenieros llamamos a la Física del
Movimiento-, era también presidente del IESA.
Aquella clase de recuperación fue el mejor
pretexto para preguntar a mi profesor acerca de la
intriga que me había provocado saber que él era
Presidente de una Escuela de Negocios.
Ese día me enseñó tres cosas que no entendí
entonces, pero que el paso de los años me permitió
comprender…
La primera, una sorpresa escandalosa: Venezuela
es un país pobre porque la riqueza de los pueblos
depende de lo que producen con sus ideas y sus
manos y no de los recursos naturales que tienen bajo
sus pies.
La segunda, la riqueza de un país se fabrica todos
los días en sus empresas; y no de forma casual, sino
como resultado de una actividad desarrollada de
manera científica, para producir bienes y servicios. La
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riqueza no se hereda y si no se ha producido, no
puede repartirse.
Y la tercera, para que Venezuela sea un país
próspero, para que se acabe la pobreza, miles de
empresas deben conducirse con excelencia; y la
excelencia no se improvisa, sino que requiere muchos
profesionales trabajando en equipo, con conocimiento
y pasión para producir riqueza.
“Esa es la Misión del IESA y por eso yo estoy
aquí”, me dijo el Presidente.
Era el Dr. Santiago Vera Izquierdo, venezolano de
excepción. Sus palabras tenían enorme autoridad en
labios del que había sido el primer Ministro del
Petróleo de Venezuela en el año 1951, en una época
cuando sólo los más competentes llegaban a ser
ministros.
En los años 70, cuando recibí mi primera clase en
el IESA, Venezuela estaba entre los 20 países más
ricos del mundo; disfrutaba ya de 50 años de
crecimiento continuo y su ingreso per cápita era
mayor que el de España, Grecia o Israel para la
misma época.
Para entender el alcance de las enseñanzas de mi
profesor, fue menester vivir la experiencia singular de
presidir dos empresas formidables de servicio público.
Hidrocapital y Movilnet producían y distribuían calidad
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de vida y progreso económico a través de las tuberías
de agua o de los servicios de telecomunicación a
millones de venezolanos.
En esas empresas descubrí que la excelencia no
es resultado del azar, sino la consecuencia de un
acertado liderazgo. Más todavía, que la gerencia de
empresas es una disciplina científica; y que el
significado más profundo de la sinergia es el poder
infinito de un equipo humano que, con pasión y
talento, trasforma la realidad introduciendo
competencia, tecnología e innovación de forma
continua.
Pero no me extiendo hablándoles de aquella
Venezuela; ésa ya no existe, fue destruida.
En cambio, sí quiero compartir con ustedes lo que
aprendí en los últimos nueve años, desde que
Movilnet pasó a ser administrada por el Gobierno
Nacional y entró a formar parte de la miríada de
empresas descapitalizadas económica y técnicamente.
Hoy ya sabemos –lo hemos aprendido todos y
dolorosamente- que Venezuela es un país pobre, muy
pobre. Aprendimos también que hasta las empresas
excelentes pueden ser irremediablemente destruidas
cuando están en manos de administradores
incompetentes.
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Hemos comprendido también que, después de
una extraordinaria bonanza de ingresos petroleros, los
recursos mal utilizados producen miseria, dolor y
desesperanza.
La destrucción de nuestras capacidades
productivas por el cierre de empresas, por la
destrucción del tejido empresarial y por la pérdida de
talentos y capitales es una herida que requerirá
mucho tiempo y esfuerzo para cicatrizar.
Se acerca el tiempo de la refundación de la
República Civil.
Estimados graduandos les toca a ustedes la
formidable tarea de iniciar la construcción de un país
próspero, justo, incluyente y moderno, una
oportunidad maravillosa para ejercer su competencia
y talento con pasión por esta nación y toda su gente.
Va a ser necesario haber entendido cómo se
produjo la destrucción institucional de las empresas
del país para no repetir los mismos errores. Por eso
no quiero perder la ocasión y me gustaría cosechar
con ustedes, algunas lecciones aprendidas:
1. La ideología puede destruir el tejido productivo
de un país. Las mejores prácticas de gestión
empresarial no tienen color ideológico. La Gerencia
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Moderna es profundamente pragmática, se mide con
indicadores objetivos y no con buenas intenciones.
La mejores prácticas de las organizaciones
exitosas de China, Vietnam, Singapur o Chile son
similares.
Pero en Venezuela la ideología fue el pretexto
para colonizar con fanatismo e incompetencia
empresas de alta complejidad y tradición de
excelencia.
Ustedes han sido formados en la pasión por el
conocimiento y la investigación, por la búsqueda del
logro de objetivos y su medición, ustedes harán
posible que el país pase de las promesas insatisfechas
a los resultados.
2. La colonización ideológica de las empresas de
servicio tuvo como objetivo el control y la sumisión
obediente de las mismas. En consecuencia, todos los
órganos de gobierno corporativo, Junta Directiva,
Contraloría Interna. Sistemas de Información
Empresarial, fueron desmantelados.
El preciso entender que la corrupción no es, como
se cree generalmente, consecuencia de la escasa
virtud de algunos sino de la carencia de órganos de
gobierno corporativo en las empresas.
Desarrollen y fortalezcan estructuras de gobierno
corporativo: que la trasparencia, la rendición de
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cuentas y los mecanismos de control y supervisión
administrativos sean parte de nuestra cultura
gerencial.
3. El país ha sufrido el aislamiento del resto del
mundo. Mientras en Venezuela se desarrollaba el
proceso de destrucción de su tejido productivo y de
los servicios públicos, en el resto del mundo se ha
implantado la cuarta revolución industrial, con saltos
de productividad impulsados por la tecnología, el
trabajo en redes y la incorporación de la informática,
la microelectrónica y las tele comunicaciones en todas
las áreas de la producción.
La Venezuela que habrá que construir en los
próximos años será totalmente distinta a la que
extraviamos en los años 90, porque la tecnología, la
economía y la política de todas las naciones en el
contexto global evolucionó mientras nosotros
retrocedimos.
Una tarea para ustedes; construir puentes y
ventanas con las empresas y países más exitosos del
mundo, traducir las buenas prácticas en nuestro
medio para competir en excelencia con los campeones
del mundo.
Si estas lecciones no han caído en tierra estéril,
hoy mejor que nunca, podremos comprender la
urgencia del Dr. Vera Izquierdo cuando expresaba la
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necesidad de formar a miles de profesionales, en la
ciencia y el arte de construir y dirigir empresas.
Felicitaciones a ustedes que son parte de esa
generación que estamos seguros asumirá la dirección
de miles de empresas creadoras de valor con pasión y
excelencia.
Sólo así será posible que los venezolanos
conozcan la riqueza de un país que se construyó con
el talento y el esfuerzo de sus hijos y no con los
recursos debajo de nuestro suelo.
Y esa es la Misión del IESA que tan claramente
dibujó Santiago Vera Izquierdo hace cinco décadas.
Son ustedes hoy razón de esperanza, afortunados
por el reto que les corresponde, tendrán el apoyo de
todo el país: ustedes serán los constructores de una
nueva y mejor Venezuela para todos.