Este documento trata sobre el ecodiseño. Explica que el ecodiseño es un tipo de diseño basado en un enfoque ecológico que busca minimizar el impacto ambiental de los productos. También describe diferentes tendencias dentro del pensamiento ecológico como el ambientalismo y el ecologismo. Por último, analiza proyectos pioneros de diseño de ecosistemas como la Biosfera 2 y la estación espacial MIR.
1. ECODISEÑO
Ecología
En 1870 Ernst Haeckel creó el nombre ecología para designar la ciencia abocada a la
investigación de las interacciones entre animales, plantas y sus medioambientes inorgánicos;
posteriormente ese campo de conocimiento se fue ampliando con la inclusión del estudio de los
seres humanos y sus productos materiales, así como el de otros organismos vivientes como los
pertenecientes a los reinos moneras, protistas y fungi, a los que también se pasó a considerar
como integrantes de aquellos sistemas interactivos.
Pero el término ecología, que originalmente denominó una ciencia natural, comenzó luego a ser
usado igualmente para nombrar su objeto original de estudio, haciéndolo significar quot;naturalezaquot;,
como en el dicho: quot;nosotros somos parte de la ecología; nosotros la mejoramos o la alteramosquot;
[4], en el cual el término “ecología” es empleado como sustituto de “naturaleza”. Además, junto a
la postura científico-ecológica inicial de aproximación a la naturaleza, fueron surgiendo otras
maneras de considerarla y de actuar respecto a ella, como son, mencionando unas pocas de las
actuales, la ecoeconomía, la ecopolítica, la ecoética, el ecoderecho... De ahí que se haya
llegado a constituir una especie de panecología, integrada por una serie de áreas que abarcan
desde unas principalmente científicas hasta otras marcadamente ideológicas, con las que se
vinculan actividades muy variadas, que comprenden desde la reflexión teórica y la
experimentación individual hasta algo así como ciertas manifestaciones de una especie de
quot;guerrillerismo verdequot; (generalmente desarmado).
Hemos dicho que el ecodiseño se basa en un enfoque ecológico, y por eso, en tanto diseño y no
ciencia, su relación con la ecología apunta, en lo concerniente a la naturaleza -entendida como
medio ambiente natural- no sólo a procurar conocimiento acerca de cómo es ella y cómo
“funciona”, sino también para derivar de eso una orientación lo mejor fundada posible acerca de
las razones y modos de conservarla y/o transformarla.
Todas las personas tienen actitudes propias ante el medioambiente, esto es, frente al conjunto de
componentes vivientes e inanimados que lo constituyen.
Hay quienes son indiferentes o desaprensivos respecto a él, o mejor dicho, lo son en cuanto a las
consecuencias que puedan tener sus acciones con relación al mismo. Tal es, por ejemplo, el
caso del presidente Bush, quien el 13 de marzo de 2001 “se pronunció en contra del Protocolo de
Kyoto (que) obliga a los países industrializados a disminuir sus emisiones de gases
contaminantes, principalmente el dióxido de carbono, producido por la combustión de
hidrocarburos (diciendo): No aceptaré un plan que perjudique nuestra economía ni a los obreros
estadounidenses. Estados Unidos y la industria están antesquot; [5.
Otros, en cambio, son conscientes de las consecuencias positivas o negativas que sus acciones
puedan tener sobre el medioambiente, a la vez que también toman en cuenta las posibles
incidencias benéficas o perjudiciales del entorno sobre ellos. Obviamente, los diseñadores con
enfoque ecológico pertenecen a este segundo grupo, lo cual no significa que todos actúen con
respeto hacia la naturaleza, pues los hay que conciben el modo de perjudicarla, como cuando,
por ejemplo, proyectan la manera de destruir selvas con fines económicos o bélicos.
Por su parte, aquellos que adoptan enfoques ecológicos respetuosos se dividen en varias
tendencias: algunos autores distinguen entre ellas una a la que denominan ecología superficial
o ambientalismo, y otra a la que llaman ecología profunda o ecologismo, (aunque hay
quienes usan indistintamente los términos ambientalismo y ecologismo sin establecer
diferencias entre sus significados.
Pep Puig, caracteriza al ambientalismo de la siguiente manera: “El ambientalismo no cuestiona
la premisa básica de la sociedad presente: el hecho de que la humanidad deba dominar la
naturaleza. Más bien hace posible este dominio desarrollando aquellas tecnologías que
disminuyen el impacto causado por la expoliación del medio naturalquot; [6]. El mismo autor,
refiriéndose ahora al ecologismo, sostiene: quot;Lo que hace del ecologismo una ideología
liberadora distinta, una nueva concepción del mundo, es el cambio que implica en la noción de
jerarquía. Las ciencias ecológicas nos dan las bases filosóficas para una visión no jerárquica del
mundo. ¿Por qué hablamos de 'Jerarquía' y 'Dominación'? eso no tiene nada que ver con el
ecologismo (ideología que denuncia los modernos sistemas de producción, distribución y
promoción de bienes y de necesidades como algo groseramente irracional y antiecológico) que
tiene por objetivo crear una sociedad en armonía con la naturalezaquot; [7].
2. Las anteriores son posturas claramente distintas, y entre ellas se ubican otras que, por grados,
se van diferenciando o semejando a aquellas. Sin entrar a discriminar valorativamente esas
tendencias, considerándolas entonces en conjunto, se puede afirmar que el campo proyectual
que se abre al ecodiseño es ilimitado, puesto que prácticamente todo lo diseñable puede serlo
con enfoques ecológicos (lo cual, sin embargo, no implica uniformidad de criterios ya que el
pluralismo ecológico se multiplica de manera creciente).
Ecodiseño.
La palabra ecodiseño es sinónima de la expresión diseño ecológico, pues, en este caso,
el prefijo eco
significa “ecológico”, y puede decirse de él, entonces, que es una clase de diseño basado,
entre otros, en un enfoque ecológico. Por ello prácticamente todo lo diseñable, incluidos
ecosistemas, pueden serlo desde tal punto de vista, esto es, con la conciencia de que todo ente
antropogénico que se agregue al mundo (además de los que se envían al espacio extraterrestre),
al establecer interrelaciones con lo existente, de algún modo lo impactará (al margen de la
importancia inicial de tal impacto, porque aun si es inicialmente muy pequeño, las consecuencias
podrían llegar a ser más tarde de gran magnitud, efecto mariposa mediante), y a su vez será
contraimpactado por las acciones y reacciones que provengan del entorno. Tal conciencia
ecosistémica puede tener una base meramente empírica o estar fundada en conocimientos más
elaborados, que pueden llegar a ser propiamente técnocientíficos. Obviamente, cuanto más
extenso y verificado sea ese saber, sus poseedores podrán diseñar más competentemente; de
ahí la conveniencia de incluir estudios de ecología en las diversas carreras que forman
diseñadores, cualesquiera sean sus nombres.
El hombre diseña y produce artefactos y semiartefactos abióticos que en sí mismos no pueden
ser considerados ecosistemas pero que están destinados a formar parte interactiva de
ecosistemas al integrarse a ellos. Si ha ecodiseñado habrá previsto los impactos y
contraimpactos ambientales que provocarán dichos productos; si sólo ha diseñado,
probablemente no habrá tomado en cuenta tales interacciones y sus consecuencias.
Pero además de elaborar tales componentes de ecosistemas, el hombre también diseña y
produce ecosistemas y hasta ecósferas.
Un verdadero hito en la historia del diseño de ecosistemas comenzó a materializarse en 1984,
cuando, en el desierto de Arizona, se inició el proyecto Biósfera 2, el cual tuvo como finalidad
reproducir las condiciones necesarias para mantener la vida dentro de una estructura de cristal y
acero sellada, lo más autónomamente posible del exterior para que, siendo ese ámbito un
ecosistema, sirviera para duplicar modelísticamente el funcionamiento de la ecósfera terrestre (a
la que sus creadores, en su terminología, llamaron “biosfera”). En esa instalación de 204.000
metros cúbicos se reprodujeron las tres zonas de naturaleza física que componen la ecósfera
natural: geósfera, hidrosfera y atmósfera; y se incorporaron más de 4.000 especies de plantas y
animales de 40 países, más ocho personas. Con todo eso se organizaron un desierto, un océano
una selva lluviosa, una sabana, una marisma ,un arrecife de coral y a la vez un área agrícola y un
habitáculo para los ocupantes humanos (que la habitaron desde 1991 hasta 1993), esperándose
que tal sistema pudiera ser autosuficiente al producir sus propios alimentos.
“Desafortunadamente el proyecto no podo proseguirse, pues se presentaron una serie de
imprevistos y problemas. Todos los insectos polinizadores se extinguieron, y como consecuencia,
muchas plantas se vieron imposibilitadas para reproducirse, causando, por consiguiente, una
disminución en las reservas alimenticias. Los microbios del suelo consumieron más oxígeno de lo
que se esperaba y éste reaccionó con el concreto usado en la construcción de Biosfera 2,
descendiendo peligrosamente a niveles nocivos para la vida. Sin embargo, esta experiencia dio
como resultado importantes datos sobre la mecánica de la biosfera, que seguramente serán de
valor para la construcción de colonias humanas en otros planetas, en tanto las instalaciones de
Biósfera 2 continúan en servicio, convertidas en un importante centro de investigaciones
ecológicas” [11].
Lo que puede decirse de Biósfera 2 es que fracasó el intento de hacer de él un ecosistema
durable lo más semejante posible a un ecosistema natural autónomo (aunque desde su inicio
fue un ecosistema naturartificial, debido a su origen antropogénico), pero ello no tiene por qué
conducir a pensar que dejó de ser totalmente un ecosistema, pues pasó a ser actualmente un
3. ecosistema naturartificial dependiente o heterónomo, como lo son, entre muchos otros
casos, según caracterización de Jaime Terradas, los núcleos de población humana [12].
Biósfera 2, en tanto réplica ecológica miniaturizada de la ecósfera terrestre construida en su
interior, se constituyó en un ecosistema más de ella. Pero si ese experimento constituyó un
hecho notable en la historia del diseño de ecosistemas, a los dos años del comienzo de su
construcción se produjo en este campo otro suceso aun más trascendente: la puesta en órbita
terrestre de la Estación Espacial MIR, que era, no ya representación de una ecósfera, como
Biósfera 2, sino una ecósfera en sí misma, un nuevo pequeño mundo antropogénico agregado al
universo. En 1986, la URSS logró situar alrededor de la Tierra dicha Estación, destinada al
desarrollo de actividades científicas y tecnológicas, la que se mantuvo en operaciones hasta
2001 -año en que fue eliminada- esto es, durante quince años, lapso durante el cual fue habitada
por 104 astronautas que la fueron ocupando por diversos períodos de tiempo, habiendo llegado a
estar uno de ellos 438 días corridos, esto es, un año y 73 días.
La MIR estaba provista de equipos para condensar la humedad del aire interior y convertirla en
agua potable y para reciclar orina y transformarla en agua no potable, también disponía de un
generador de oxígeno para suministrar aire respirable, pero esos aparatos tenían una capacidad
productiva muy baja, por lo que de ninguna manera podían reemplazar el aprovisionamiento
externo proveniente de la Tierra. Mediante sus puertos de atraque para transbordadores
espaciales, la estación podría ser abastecida de comida, oxígeno, agua y materiales
(imprescindibles para la supervivencia y el trabajo de sus habitantes), renovada en su personal,
así como despejada de los desechos orgánicos e inorgánicos acumulados en los períodos de
entre-viajes de aquellas lanzaderas espaciales de transporte. Por eso, entre los centenares de
experimentos que se llevaron a cabo en ella, algunos consistieron en el cultivo de vegetales, con
miras a ir sentando las bases cognoscitivas de una futura independencia alimentaria.
La Estación Espacial Internacional ISS, que ha reemplazado a la MIR, cuenta con sistemas
de control ambiental y sostén de vida mucho más evolucionados que los de su antecesora en
materia del reciclado de sólidos, líquidos y gases, lo cual le proporciona un mayor grado de
autonomía, pero sin que logre con ello dejar de ser una ecósfera extremadamente dependiente
en cuanto al abastecimiento de provisiones y salida de residuos.
Pero el intento de concretar la autosuficiencia ecosistémica naturartificial transterrestre continúa.
“Investigadores de la NASA están estudiando tecnologías que podrían reunir personas, plantas,
microbios y máquinas en `ecosistemas’ en miniatura, con capacidad para sostener a los viajeros
espaciales indefinidamente. Este tipo de soporte de vida -llamado `bioregenerativo´- sería
completamente balanceado y autosuficiente, creando un microcosmo ecológicamente confiable
donde cada elemento sostiene y es sostenido por cada uno de los otros. Los humanos y las
plantas son compañeros ideales para viajes espaciales. Los humanos consumen oxígeno y
emiten bióxido de carbono. Las plantas devuelven el favor consumiendo bióxido de carbono y
emitiendo oxígeno. Los humanos consumen las partes comestibles de las plantas para
alimentarse, mientras que los desechos y las partes no comestibles de las plantas pueden
-después de ser descompuestos por microbios en tanques llamados `bioreactores´- producir
fertilizantes para cultivo de las plantas. Las plantas y los microbios pueden también cooperar
para purificar el agua, seguramente con la ayuda de máquinas. El único ingrediente necesario
para mantener este sistema en operación continuada es la energía en forma de luz. Así, los tres
elementos principales de un sistema bioregenerativo de soporte de vida son las personas, las
plantas y los microbios, quienes se sostienen mutuamente para crear un sistema ecológico
“cerrado”. [13 ]
Entre los ecosistemas naturartificiales terrestres heterónomos de gran porte, los que
manifiestan un mayor grado de dependencia del ámbito exterior son las ciudades, en parte por
importación de los productos no elaborados por el ecosistema urbano, requeridos en cantidades
crecientes (alimentos, electricidad, carbón, petróleo, gas, agua potable, materias primas, artículos
terminados, etc.), y en parte por exportación de mucho de lo que, originado por múltiples
actividades llevadas a cabo en su interior, se convierte, desmedidamente, en desechos no
reciclados (emisiones de calor, gases, partículas, residuos sólidos y líquidos, etc.) contaminantes
de la atmósfera, del agua y de los suelos externos, además de los propios.