El calendario romano original tenía 10 meses lunares y era utilizado principalmente para fines militares y religiosos. Más tarde, el rey Numa Pompilio añadió dos meses más y lo reformó para que coincidiera mejor con el año solar, dividiendo los meses en tres partes. Finalmente, Julio César reformó el calendario en el siglo I a.C. para establecer el sistema de 12 meses y 365 días que se usa en la actualidad.