El documento describe cómo el cristianismo sirvió como un elemento de continuidad entre el Imperio Romano y la Europa Medieval. El cristianismo se difundió en el Imperio Romano debido a la libertad de culto establecida por Constantino y luego se adoptó por muchos reyes germanos que ocuparon territorios del Imperio Romano. De esta manera, la visión cristiana del mundo se convirtió en el elemento más importante para unificar la civilización europea que surgió después de la fragmentación del poder imperial romano.