Este documento describe los orígenes del retrato y el relieve conmemorativo en la antigua Roma. Explica que el retrato se originó en la época republicana y evolucionó de representaciones naturalistas a idealizadas bajo el Imperio. También describe varios ejemplos notables de relieves conmemorativos romanos, incluidos el Ara Pacis, el Arco de Tito y las Columnas de Trajano y Marco Aurelio.
1. EL RETRATO Y EL RELIEVE CONMEMORATIVO
Los orígenesdel retrato se remontan a la época republicana y en su configuración
destacan dos antecedentes: la tradición funeraria``etrusca´´ y el retrato griego del
período helenístico.
En el siglo II a.C. las grandes familias patricias conservaban el rostro de sus
antepasados en una mascarilla de cera, que se obtenía directamente del cadáver poco
después de morir.
En el siglo I a.C. se había puesto de moda perpetuar estas mascarillas en vaciados de
bronce y copias de mármol. Simultáneamente, los vivos también desearon efigiarse,
mostrando predilección por la absoluta fidelidad al modelo y aceptando sus defectos
físicos. Varios equipos de escultores griegos, familiarizados con el retrato helenístico,
se ponen al servicio de la clientela romana. Niños, jóvenes, hombres, mujeres y
ancianos fueron captados con escrupulosa veracidad.
En el año 27 a.C., el régimen republicano deja paso al Imperio, encarnado en Octavio,
que recibe del Senado el sobrenombre de Augusto. El nuevo rumbo político se
manifiesta también en el arte del retrato. Las facciones del príncipe se idealizan, su
imagen salta del espacio privado al dominio público y se convierte en instrumento de
propaganda oficial. Centenares de copias se envían a las provincias para presidir todos
los espacios públicos. Son estatuas-retrato en las que el emperador aparece en
distintas facetas. En el futuro se conservará el cuerpo y se irán montando y
desmontando las cabezas de los emperadores, según vayan ocupando el poder. En el
siglo I de la era cristiana, el naturalismo republicano ha desaparecido.
El retrato de Augusto de Prima Porta, vestido con traje militar de gala y arengando a
las tropas, es una adaptación del Doríforo de Policleto. El original debió de realizarse
alrededor del año 19 a.C. a tenor de las escenas representadas en la coraza, pues la
pieza del museo Vaticano es una reproducción encargada como recuerdo póstumo por
su esposa Livia cuando enviudó, y el copista, convencido de que Augusto era ya
inmortal, lo representa descalzo, como a los héroes olímpicos, con Cupido
acariciándole las piernas.
En la de la Via Labicana aparece como pontifex maximus, cargo que aceptó en el año
12 a.C. cuando rondaba la cincuentena; lleva la cabeza cubierta con el velo de la toga y
en la mano mostraba la pátera del oficiante. A pesar de su avanzada edad, los rasgos
siguen siendo juveniles, respondiendo a un prototipo de belleza ideal, que se
desentiende del aspecto físico para representar el rango. Así quiso Augusto que le
2. recordara el pueblo romano: hermoso como un atleta y piadoso con la religión; pero
abrumado por la servidumbre del Imperio.
Esta idealización alternó pendularmente con una fase naturalista. A lo largo de esta
evolución se produjeron otras novedades iconográficas y técnicas, observables en el
atuendo, la moda en el peinado femenino, el uso de la barba en los hombres…los
cambios más acusados se dieron en los retratos de medio cuerpo, en los que el busto
va creciendo al compás de los siglos, desde las clavículas hasta llegar al tórax completo.
De los múltiples retratos ecuestres que se alzaron en las calles y plazas de Roma, ocupa
un lugar de honor el del emperador Marco Aurelio, en el Capitolio, fundido en bronce,
que inspirará las estatuas renacentistas.
EL RELIEVE CONMEMORATIVO
Roma siempre generosa con los vencedores, dio la bienvenida a sus emperadores
victoriosos con altares, arcos triunfales y columnas honoríficas decorados con relieves
históricos. En estos carteles de propaganda se conmemoraban las gestas militares del
pueblo romano para que sirvieran de ejemplo a las futuras generaciones.
El altar más celebre fue el Ara Pacis de Augusto siglo I a.C. dedicado a la diosa de la
Paz. Al monumento se accede por dos puertas: la anterior, con escaleras, para el
oficiante; y la posterior para las victimas. Su importancia artística reside en los relieves
que decoran las paredes. Dentro, un friso con cabezas de buey y guirnaldas; y fuera, un
zócalo con espirales o volutas de acanto, cuatro alegorías flaqueando las entradas y
dos frisos con la procesión cívica que acude al sacrificio anual. En la cabeza desfila
Augusto, seguido de su familia, amigos y colaboradores; después avanza rítmica y
pausadamente todo el aparato civil y religioso del estado: magistrados, sacerdotes
alineados en doble fila y vestidos con toga. Todos los relieves fueron labrados por
artistas griegos, que acuden a la tradición helenística para expresar los motivos
ornamentales y los alegóricos; se adaptan al orden severo y a la jerarquía romana en el
cortejo procesional.
La forma habitual de recibir al César y a las legiones fue levantar un arco a la entrada
del foro, bajo el que pasaban los héroes de la romanización camino del Senado
mientras el pueblo les vitoreaba. De estos arcos triunfales sobresalen los dedicados a
Tito, Septimio Severo y Constantino.
El Arco de Tito es de un solo vano y en el interior se desarrollan dos escenas
relacionadas con el aplastamiento de la revuelta palestina en Judea: Roma
conduciendo la cuadriga del emperador, mientras la Victoria lo corona de laurel; y el
desfile clamoroso de las tropas, que llevan a hombros los despojos del Templo de
Jerusalén, obtenidos como botín de guerra: el candelabro de los siete brazos, el altar
3. de los panes de la consagración y las trompetas de plata con las que los hebreos
llamaban a la lucha. El carácter pictórico e ilusionista de estos relieves se observa
también en los que decoran el Arco de Septimio Severo, alusivos al sometimiento de
los pueblos partos y mesopotámicos.
El Arco de Constantino, formado por tres vanos, es un escaparate del relieve histórico
romano, al tener empotradas lastras y medallones pertenecientes a otros
monumentos de los siglos I y II, junto a los frisos que se labraron expresamente para
esta ocasión; celebra su victoria sobre Majencio en el Puente Milvio y los diez años
triunfales de su reinado.
Otro modo de saludar las glorias imperiales fue la columna honorífica. El primer
ejemplo de columna en espiral, exhibiendo un ciclo narrativo continuo, es la de
Trajano, bajo cuyo gobierno las fronteras territoriales del Imperio alcanzaron su
máxima extensión. La Columna Trajana fue diseñada por el constructor de puentes
Apolodoro de Damasco e inaugurada para perpetuar la conquista de Rumania a los
dacios. Consta de 155 escenas con 2500 figuras y, al erguirse entre las bibliotecas
griegas y latina del foro de Trajano parecía un libro más, aunque grabado en mármol.
Relata las fortificaciones de los ingenieros y las construcciones de los zapadores
romanos en las orillas del Danubio, el asalto a las ciudades, el incendio de aldeas, el
ajusticiamiento de prisioneros, la deportación de las tribus bárbaras y el llanto de este
pueblo ante el cadáver de su jefe; Trajano aparece medio centenar de veces, rodeado
por su estado mayor, arengando al ejercito y ofreciendo sacrificios a los dioses.
La Columna de Marco Aurelio no nos aporta ninguna novedad. Su objetivo fue
congelar en piedra las guerras que se desarrollaron en la Europa del Este. La falta de
imaginación artística está preludiando ya la decadencia de Roma.