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Entre Eclesiastés-y-San-Marcos
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Entre Eclesiastés y San Marcos: La vida Mental del Mexicano
Dr. Francisco Morales Zepeda
Palabras Clave: Vanidad, Gracia de Dios, Ética Cristina, Ética Laica
Resumen
La vida mental del mexicano se ha definido desde la colonia en dos mundos, el de Eclesiastés y el
de San Marcos, en el primero se plantea la ruptura de la vanidad por la vía de la espera de la gracia
de dios, en el segundo se establece el camino al cielo en la presencia de Cristo, siempre en la
espera de la gracia de dios, siempre en la contemplación. Estos dos caminos denotan el
conformismo con el que el poder de la corona –primero- en el siglo XV educo a los territorios
conquistados en América y como hoy se continua formando mentalmente a los mexicanos en el
conformismo.
Introducción
La mente de los mexicanos ha sido educada durante dos siglos en las escrituras de la biblia
católica, ya sea el nuevo o el viejo testamento, en estas enseñanzas se ha formado una
idiosincrasia que limita por mucho la participación de los ciudadanos, una relación que hay que
rastrear en el viejo testamento en el libro de Eclesiastés, quien afirma que lo hecho por el ser
humano bajo el cielo es vanidad.
Desde finales del siglo XXI, se promovió desde el gobierno de Salinas de Gortari una “explosión” en
el crecimiento de los cultos cristianos (sectas) en nuestro país, y con ello el aumento de la
enajenación en la iglesia, explotando las ideas religiosas para mediatizar la lucha de la población
por mejores condiciones de vida por la vía de la participación civil.
En 1992, el gobierno de Carlos Salinas de Gortari impulsó la Ley de Asociaciones Religiosas y Culto
Público, y para maquillar la genuflexión con el Estado Vaticano habló de “modernizar” la relación
con las iglesias. Modificaciones que a partir de entonces permitieron a las iglesias gozar de
personalidad jurídica y a los ministros de culto obtener derechos políticos. Desde esa fecha,
sacerdotes y jerarquía eclesiástica participan en la elección de gobernantes como cualquier otro
ciudadano.
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Entre el Cielo y la Tierra
El debate teológico entre San Marcos y Eclesiastés puede partir de la definición de vanidad, el
concepto ético de nuestra contemplación hacia dios y el camino emprendido entre los necios y los
sabios, el viejo testamento la contemplación y la espera de la misericordia de dios es mayor que
en el nuevo testamento, en donde la intermediación de Cristo se hace presente.
Frente al libro Eclesiastés, encontramos el Libro de San Marcos, que es la vida de Jesús, en él se
expresa el camino que siguió para redimir a los seres humanos del pecado, a través del sacrificio.
Ambos libros contemplan parábolas distintas, en el primero hay que dejar que dios nos guie en el
mundo, en el segundo hay que hablar con dios y transformar el mundo.
Durante años la derecha en nuestro país ha usado dichos para detener a los movimientos sociales,
de manera “extraña” en las manifestaciones de protesta aparecen volantes con plegarias y no en
pocas ocasiones con amenazas, como en el dicho popular “El que se mete a redentor termina
crucificado”, en referencia clara al libro de San Marcos.
El debate teológico de los dos libros nos permite encontrar dos visiones éticas del mundo material
“debajo del cielo”, por una parte quienes ven en la contemplación el punto de partida para llegar a
la gracia del señor y por otra quienes ven en la obra del hijo el punto de partida para lograrlo,
dejando a tras los bienes materiales y dedicándose al prójimo.
En ambos matices, la vida mental de los mexicanos se dibuja en su conformidad, y encontramos en
las afirmaciones de Eclesiastés, que provienen del viejo testamento, y que se ha transmitió en la
cultura popular –como se ha mencionado- a través de la idea de la espera de la gratificación de
dios ante las buenas acciones, frente a un mundo que de manera desesperada busca los bienes
mundanos o la sabiduría, nos da pistas de la conformación ética de la mayor parte del pueblo de
México.
3:1 Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora.
3:2 Tiempo de nacer, y tiempo de morir; tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo
plantado;
3:3 tiempo de matar, y tiempo de curar; tiempo de destruir, y tiempo de edificar;
3:4 tiempo de llorar, y tiempo de reir; tiempo de endechar, y tiempo de bailar;
3:5 tiempo de esparcir piedras, y tiempo de juntar piedras; tiempo de abrazar, y tiempo
de abstenerse de abrazar;
3:6 tiempo de buscar, y tiempo de perder; tiempo de guardar, y tiempo de desechar;
3:7 tiempo de romper, y tiempo de coser; tiempo de callar, y tiempo de hablar;
3:8 tiempo de amar, y tiempo de aborrecer; tiempo de guerra, y tiempo de paz.
3:9 ¿Qué provecho tiene el que trabaja, de aquello en que se afana?
3:10 Yo he visto el trabajo que Dios ha dado a los hijos de los hombres para que se
ocupen en él.
(Libro de Eclesiastés)
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El Libro de Eclesiastés aborda la vanidad, en el se narra la vida de un hombre sabio que entiende
que la gracia del ser humano es estar congratulado con dios, no hay más dicha que estar en bien
con el señor y lo demás es vanidad, tanto en la intención de estar por encima de él con la sabiduría
como con la torpeza de no tomarlo en cuenta en cada uno de los actos.
En el Evangelio de San Marcos, encontramos otro debate, el que existe entre la riqueza y la
inmoralidad de la sociedad, para entenderlo hay que remontarnos a Judea en el , donde los
judíos en ese momento en contraste con la búsqueda de la gracia de dios a través de una vida
desprendida de lujos, y en el que la ruptura con la realidad existente sea una meta en la rebelión
de la sociedad.
4:19 pero los afanes de este siglo, y el engaño de las riquezas, y las codicias de otras
cosas, entran y ahogan la palabra, y se hace infructuosa.
4:20 Y éstos son los que fueron sembrados en buena tierra: los que oyen la palabra y la
reciben, y dan fruto a treinta, a sesenta, y a ciento por uno.
4:21 También les dijo: ¿Acaso se trae la luz para ponerla debajo del almud, o debajo de la
cama? ¿No es para ponerla en el candelero?
4:22 Porque no hay nada oculto que no haya de ser manifestado; ni escondido, que no
haya de salir a luz.
4:23 Si alguno tiene oídos para oír, oiga.
4:24 Les dijo también: Mirad lo que oís; porque con la medida con que medís, os será
medido, y aun se os añadirá a vosotros los que oís.
4:25 Porque al que tiene, se le dará; y al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará.
4:26 Decía además: Así es el reino de Dios, como cuando un hombre echa semilla en la
tierra;
4:27 y duerme y se levanta, de noche y de día, y la semilla brota y crece sin que él sepa
cómo.
4:28 Porque de suyo lleva fruto la tierra, primero hierba, luego espiga, después grano
lleno en la espiga;
4:29 y cuando el fruto está maduro, en seguida se mete la hoz, porque la siega ha
llegado.
4:30 Decía también: ¿A qué haremos semejante el reino de Dios, o con qué parábola lo
compararemos?
4:31 Es como el grano de mostaza, que cuando se siembra en tierra, es la más pequeña
de todas las semillas que hay en la tierra;
4:32 pero después de sembrado, crece, y se hace la mayor de todas las hortalizas, y echa
grandes ramas, de tal manera que las aves del cielo pueden morar bajo su sombra.
(Libro de San Marcos)
El libro de San Marcos, es uno de los libros que relata la vida de Jesucristo, representa en sí mismo
una renovación de las lecturas del judaísmo y el inicio de una nueva iglesia, este mesías buscaba
salvar al pueblo judío de su complacencia ante la esclavitud que los romanos había ejercido sobre
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ellos y en donde una parte de se convirtió en cómplice del Cersar (¿Algo distinto de los que pasa
con el imperio del capital y el estado mexicano?), de ahí que la historia de Jesús de Nazaret, es un
llamado a romper con las antiguas escrituras, a través de una actitud distinta, metafísicamente
distinta.
En llamado de Cristo en el Nuevo Testamento, es un nuevo comienzo, no para ser perdonados por
los pecados en el cielo sino para una nueva oportunidad en la tierra. En los Libros de Mateo, San
Marcos, San Lucas y San Juan, abordan la lucha que Jesús emprendió contra una religión judía
plagada de instituciones corruptas que vivían del miedo de los hombres.
Leer la biblia en el viejo y el nuevo testamento es un viaje en la historia del pueblo Judío, sus
metáforas y parábolas pueden ser extrapoladas a la realidad actual, pero tanto en los templos
cristianos como católicos, estos últimos ortodoxos o romanos, lo que existe es una amplia
ignorancia de la religión por sus fieles, no hay una enseñanza teológica de la religión, lo que existe
es una apuesta a la distinción como camino para convencer a los feligreses a través de convertir a
las iglesias en clubes sociales con exclusividad para sus miembros, un fenómeno que se repite en
todo el país, lo que hace a estos grupos y sectas presa fácil de la corrupción del poder político y el
narcotráfico.
El cinismo con el que las religiones actúan en nuestro país los ha llevado a gastar millones de pesos
en actos religiosos, intentos de confundir la moral pública (laica) con la moral religiosa, intentos de
relacionar la desgracia del ser humano en el país con los pecados de la carne, todo ello con plena
conciencia de la manipulación de necesidad.
La iglesia católica en México está en estos momentos mar cerca de Eclesiastés que de San Marcos,
la vida placentera y llena de displicencias, así como de corrupción han hecho de esta institución
nuevamente un lastre para los mexicanos, un lastre que amenaza con paralizar al país con la
enajenación que promueve junto con el resto de sectas controladas por la Secretaría de
Gobernación y el CISEN.
El falso debate entre cristianos y católicos en México se está haciendo presente en todo el
territorio nacional, ha crecido desde que se dio la reforma a la Ley de Asociaciones Religiosas
disminuyendo el laicismo de los mexicanos y perturbando el desarrollo del país, aspecto que nos
demuestra de manera clara, como desde el poder político se han promovido estas creencias con el
fin de vulnerar el desarrollo del pensamiento crítico en los mexicanos y mantener niveles de
control mental que rallan en la esclavitud.
Los miembros de las sectas religiosas son los primeros es vulnerar los mandamientos, quienes
tienen una vida moral y ética desordenada, sin control sobre sus apetitos mundanos, esto es así
porque veneran el dios de los filisteos, el dios pagano contra el que Dios mando en manos de
Moisés los Diez Mandamientos, adoran los placeres de la carne, el oro y el dinero.
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La Vida Mental de los Mexicanos en Manos del Poder Político y Económico
La iglesia, al igual que el estado, mantiene una presencia en prácticamente todo el territorio
nacional, las expresiones en los pulpitos son permanentes y continuas, en ellos se ha “dibujado” el
rostro de la nación, sólo en pocas ocasiones –principalmente con las Leyes de Reforma- se ha
logrado plantar una postura distintas a las del poder, simplemente porque los valores culturales
del pueblo son permanentemente “troquelados” en una constante enajenación religiosa.
Cientos de mensajes comunes, cotidianos alrededor de la iglesia nos lleva a pensar en el manejo
que los grupos de poder (empresarios, religiosos, militares y políticos) hacen de las santas
escrituras, colocando la palabra de dios al modo del poder en turno y pidiendo en todo momento
que las personas acepten ciegamente lo que está sucediendo a su alrededor.
Lo peor que podemos hacer es permitir que la ética de la sociedad mexicana la dicten los grupos
sectarios religiosos en México y en esta disyuntiva entre Eclesiastés y San Marcos, ambos puntos
de vista son limitados, se mantienen alejados de la construcción de valores sociales compartidos
en comunidad, sin la mediación divina.
El poder es impunidad, es el sinónimo que nos han repetido en el México, no sólo en la voz de
políticos, también en su actuar cotidiano, aquel que tiene poder es parte de la corrupción que
existe en el país y cuenta con las relaciones necesarias para mantener un estado de cosas que
desdibuja la unidad de la nación y hace perpetua la corrupción en todos sus niveles.
No es de extrañar que en distintos momentos de la colonia se formaran santos locales con el fin de
apaciguar la mente de las personas, pero además para que el bulbo social tuviera la manera de
dividir su opinión y fortalecer los lazos de pertenencia de la iglesia católica, así se conocieron
primero, el rito de la Virgen María, después de los padres convertidos en beatos, de los santos
producto de las leyes de reforma en 1857, de los santos después de la Revolución Mexicana
durante la Guerra Cristera, y que se canonizaron en 2009, todos ellos como publicidad del Estado
del Vaticano y en el marco de las relaciones reanudadas con México en 1992.
En cada uno de los santos mexicanos encontramos las huellas de la traición a México, a la
posibilidad de un país alejado de la enajenación religiosa y sobre todo de una perspectiva fascista
que está presente en las autoridades de la iglesia católica y en cada una de las iglesias y sectas de
corte cristiano en el país, aspecto dogmatico que comparten con otras creencias como el
fundamentalismo Árabe o el Budismo, lo que nos indica claramente como las religiones son usadas
para manipular a la población.
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Ni Eclesiastés ni San Marcos, una mirada desde la Ética Laica
La mirada de la vida fuera de los linderos religiosos nos lleva a reflexionar entorno al ser humano y
su condición como ser pensante que puede permitirse, tras siglos de confrontación consigo
mismo, un debate en el contexto de lo humano, en una vida plena en su relación con la naturaleza
y con las condiciones que le permiten asumirse en un contexto histórico.
La búsqueda de lo humano se convierte entonces en la búsqueda de la Ética Laica, como un
principio que nos permite asumir la humanidad en toda su absoluta soledad en el planeta tierra y
por tanto la inexistencia de un paraíso espiritual en el que habremos de encontrar la paz que nos
merecemos en la tierra, de ahí que el respeto irrestricto del otro, y sus convicciones en el punto de
partida para el laicismo.
La ética laica —cualquier ética laica: la laicidad es una nota común en varias éticas—, a
diferencia de la ética religiosa —de toda ética religiosa—, está fundada (o, si se prefiere,
no-fundada) sobre el principio de autonomía como facultad de darse leyes (morales) a sí
mismo, y de no obedecer otra ley que no sea aquella que el sujeto se da y asume como
tal por sí mismo. La ética laica no reconoce ninguna lex naturae que se imponga desde
arriba y desde el exterior a los individuos, y mucho menos reconoce la autoridad de
alguien que establezca cuál es la presunta ley natural. Laica es la ética de un sujeto
naturaliter maiorennis, justo por ello dotado de dignidad: es una ética antidogmática,
antiautoritaria y, justo por ello, también tolerante. (Bovero, 2008)
El estado laico como tal es producto de las luchas liberales burguesas del siglo XVII y es al mismo
tiempo el punto de partida para el surgimiento del mundo humano, apartado de la divinidad de
los dioses para dar paso tanto a la belleza del cuerpo humano, como lo grotesco de sus formas.
El Estado laico, por tanto, es una condición para el ejercicio pleno de la ciudadanía. En
tiempos donde las variables culturales son determinantes para constituirnos en
ciudadanos y ciudadanas activos, el derecho a elegir en qué creer o no creer resulta
fundamental. El concepto de ciudadanía, en tal sentido, se ha ampliado y ya no se
restringe a la mera práctica de los derechos cívicos. También se ejerce cuando los
individuos pueden elegir y manifestar su propia cultura sin ser discriminados por ello4. La
laicidad del Estado garantiza así una superficie de inscripción amplia y abierta para que
todos los grupos religiosos puedan profesar sus cultos y difundir sus ideas en un plano de
igualdad. Esto supone un concepto del espacio público que se fortalece a medida que
aumenta su capacidad para incluir a mayor variedad de sectores. El pluralismo religioso,
de esta manera, se convierte en un indicador que permite medir el grado de
democratización de una sociedad y de consolidación de sus instituciones. (Dobreé, 2005)
El Laicismo del estado juarista en México aporto al desprendimiento de la vida mental de los
mexicanos de los atavismo que representan las visiones religiosas del mundo, pero al mismo
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tiempo, la pérdida de continuidad en la ética laica en los últimos cuarenta años (desde la lucha
estudiantil de 1970) ha significado una estrategia de los grupos de poder en el país para controlar
por la vía del fetichismo religioso a la población mexicana, a tal punto que tras diecinueve años de
promulgarse la libertad de culto en el país hay 5,000 iglesias registradas en la Secretaría de
Gobernación.
El Laicismo y el Ateísmo
Cuando hablamos del laicismo, estamos hablando no sólo de la vida civil del hombre, también
estamos asumiendo el ateísmo como principio fundamental, aspecto que la iglesia católica en
México ha buscado desvirtuar a partir de que enseñan ideas religiosas en la instituciones
educativas que promueven, aspecto que limita enormemente el desarrollo pleno de los niños
mexicanos.
Para Michelon Ofray (2006) el ateísmo es un derecho de los seres humanos a la libre
determinación, no es posible hablar de un hombre pleno si este ha sido limitado por la religión en
algún momento de su vida.
El último de los dioses desaparecerá con el último de los hombres. Y con él, el miedo, el
temor, la angustia, esas máquinas de crear divinidades. El terror ante la nada, la
incapacidad para integrar la muerte como un proceso natural e inevitable con el que hay
que transigir, ante el cual sólo la inteligencia puede producir efectos, y del mismo modo
la negación, la ausencia de sentido fuera del que otorgamos, el absurdo a priori, éstos
son los conjuntos genealógicos de lo divino. Dios muerto supondría la nada domesticada.
Estamos a años luz de un progreso ontológico como ése. (Ofray, 2006)
El ateísmo militante del que nos habla Ofray en su libro Tratado de Ateología (2006), es una
invitación también a no dejar que las ideas religiosas avasallen la mente humana, y que
prevalezcan incólumes ante los millones de crímenes que se han cometido en nombre del
monoteísmo religioso en el mundo, aspecto que está perfectamente documentado en los últimos
años, en este “choque de civilizaciones” que se ha hecho presente entre occidente y oriente desde
la invasión de Irak.
A partir de 1992 en México se han apoderado los cínicos de las ideas religiosas, han sacado los
crucifijos mientras hambrean a la población con ingresos miserables, simplemente el estado
mexicano se ha dejado guiar por aquellos estados Latinoamericanos que abiertamente han
abrazado ideas hipócritas con respecto a la religión y que mantienen un estado-administrador de
la miseria en sus países con la venia de los poderes facticos del capital y la violencia en el mundo.
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Conclusiones
La vida mental del mexicano en el límite de las escrituras bíblicas es un mundo de contemplación y
conformismo con la realidad preestablecida, el pueblo está dominado por fetichismos y creencias
que de manera profunda mediatizan su participación social.
Tanto en Eclesiastés como en San Marcos encontramos una forma de ver el mundo en el que no se
presenta ante la naturaleza, con todas las contradicciones propias de los mexicanos en la vida
cotidiana, es en todo caso, una lucha entre el cristianismo de corte norteamericano y antinacional,
frente a una iglesia imperial y pro fascista de derecha, ambos proyectos son anacrónicos en la vida
de los mexicanos, no presentan una propuesta que se desvincule de la búsqueda de la felicidad
material en la tierra y la gracia de dios en el cielo.
Leer la Biblia, al igual que cualquier otro libro sagrado, como el Coran, el Popul Huv o el Chilam
Balan es un ejercicio intelectual importante, para conocer la historia de los pueblos, y aprender
enseñanzas de la vida cotidiana, pero no para promover la enajenación y menos aún como
instrumento de dominación.
¿Quién se va a hacer cargo del país entonces? ¿Las religiones? Definitivamente no, en ellas
encontramos los elementos de enajenación propia de los cultos mesiánicos, que al replegarse el
estado laico en el país se han propiciado el crecimiento de fanatismo que ponen en riesgo a la
nación y la colocan en una situación explosiva, sin más perspectiva que la decadencia.
El manejo político que los grupos de poder han hecho de la religión católica y de las distintas
sectas en el país demuestra el nivel de descomposición al que han llegado quienes se han
acostumbrado a mentir para mantener el status quo y los “apellidos” criollos en una perene
división de castas en el país, sin importarle que por ello se debiliten a las instituciones civiles de la
Republica, porque simple y sencillamente desprecian al pueblo de México y a sus instituciones,
forjadas en cientos de años de lucha por el laicismo y con ello el derecho a decidir nuestro futuro.
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Sectas Religiosas
http://www.sectas.org/