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Georgina Gentry

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LA VIUDITA
To Wed a Texan

Argumento
UNA PELEA DE BOXEO ... DONDE HAY QUE ENFRENTAR MUJERES
Cash McCalley estará hecho en la vida si consigue organizar y promover una pelea de boxeo en Dallas, Texas. El evento
ciertamente será un éxito . Sólo que Cash no contaba con la oposición de las mujeres texanas, y una de ellas en
particular.
UNA DAMA UN POCO ANTICUADA Y REMILGADA ... PERO CON COJONES BIEN PUESTOS
Primero, la atrevida invadió su cuarto en el hotel, y ahora está liderando un movimiento en contra de la organización
del evento deportivo .
Si la señorita Purdy dejase de usar ese rodete anticuado de bibliotecaria y se mostrase razonable , él no tendría
problema en “hacerle el favor” y seducirla...
Bonnie O'Neal Purdy ya conoce a tipos de la calaña de Cash McCalley . Y los conoce por experiencia propia, pues llegó a
cometer el terrible error de casarse con uno de ellos! Pero ahora, como presidente de la Asociación de Damas en Pro
de la Decencia y el Decoro, es su deber contribuir para el bien de la sociedad y de la humanidad, y desbaratar el plan
de ese degenerado que quiere ganar dinero a costa de la violencia. Cash puede llegar a creer que conseguirá
conquistarla con sus encantos, pero él no tiene ni idea de con quien se está metiendo...
Una comedia romántica repleta de aventuras y provocaciones . Romántica, sexy y cargada de humor una novela para
leer más de una vez.
"UN romance repleto de diálogos picantes y personajes divertidos." - Romantic Times
CAPITULO 1
Hotel Cattlemen, Dallas, Texas, principio del verano de 1895

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Aquella tarde, Bonnie O’Neal Schwartz Purdy estaba de excelente humor al presentarse a la recepción del hotel.
Desgraciadamente, eso pronto cambiaría.
— Mi apartamento está listo? — preguntó apoyándose en el mostrador, incómoda con el calor que sentía con el
vestido negro, lista para firmar o libro de registros.
— Señora Purdy, es raro verla en Dallas. Cómo está la ciudad de Shot Gun? — El pobre hombre sudaba y ella casi no
lograba oírlo con el barullo en el hotel.
— Muy bien, gracias — ella asintió sonriendo, cansada después del largo viaje en tren . — Parece que tendremos un
buen número de personas para nuestra conferencia.
— Y ese es el problema. — El recepcionista tomó un pañuelo para secar su frente. — Hay muchas damas y mucha
confusión.
Bonnie parpadeó , la notando incomodidad del hombre.
— Hay algún problema? Reservé una suite.
— Yo ... bien... No logro encontrar su reserva y el hotel está repleto.
- Qué? Pero yo hice mi reserva hace semanas! Debe haber una suite para la presidente de la liga de Damas de la
Estrella Solitaria por la Decencia y por el Decoro.
— Tal vez en algún otro hotel... — él se secó la frente una vez más .
— No , no traslade los problemas — ella lo interrumpió, cansada y un poco impaciente. — Yo hice la reserva acá .Ahora,
resuelva este inconveniente.
— Comprendo, señora. — El hombre se secó de nuevo el rostro, bastante nervioso.
Bonnie podría hacer que ese sujeto fuese despedido, pero tal vez tuviese familia y precisase ese empleo. Suspiró y
bajó el tono de voz:
— Con certeza debe haber algún otro cuarto reservado. No soy exigente y puedo conformarme sin la suite.
— No sé... — Sabía que podría ser despedido por ese error, pero , de repente, una idea se le ocurrió al verificar o libro.
— Pensándolo bien, sería posible ofrecerle media suite.
— Media?
— Hay un caballero que ocupa una suite permanentemente, pero él está fuera de la ciudad y podríamos ofrecerle uno
de sus dos cuartos .
Bonnie pensó por un instante. Parecía una buena salida y no le gustaría que el pobre empleado se metiese en apuros.
— Hay una puerta comunicante entre ellos? Existe la posibilidad que ese caballero retorne sin avisar?
— No, no — el recepcionista aseguró. — Además, usted tendrá la única llave de la puerta comunicante.
Bonnie vaciló. Podría armar un gran escándalo y conseguir otro cuarto, si quisiese, pero solía ser una mujer razonable.
— Realmente es todo lo que puede ofrecerme?
El comenzó a disculparse de nuevo, entregándole la llave.
Bonnie estaba un poco incómoda con la idea , pero parecía no haber otra alternativa. De hecho no le gustaría tener
que recorrer toda la ciudad
en busca de otro cuarto.
— Muy bien , entonces, quedamos así.
— Lleva el equipaje de la señora Purdy al 203B. — Mientras ella firmaba el libro, el recepcionista llamó el mensajero.
— Si, pero el señor Cash, la suite... — el muchacho mexicano demostró sorpresa.
— Es de la señora Purdy ahora — el recepcionista lo interrumpió bruscamente.
Bonnie se dio notó el intercambio de miradas entre los dos, pero no era problema suyo.
— A propósito, me gustaría tener el servicio de cuarto todos los días. — Ese era uno de sus pocos lujos. Miró a su
alrededor y decidió cenar antes de retirarse. Le entregó la llave y la propina al muchacho . — Estaré en el restaurante
en caso alguien del club me busque. Puedes devolverme la llave allá.
El muchacho sonrió al ver el valor de la propina y se tocó la gorra, saludándola, antes de dirigirse a las escaleras.
Bonnie se dio vuelta , sujetando el borde de su falda, y fue hacia el restaurante repleto. Llegando allá, se decidió por
una ensalada liviana y un té , pues ya había comido un bife en el tren.
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Cash McCalley entró con pasos largos al hotel, fumando y sonriendo al aproximarse a la recepción. El lugar estaba
lleno de mujeres, pero no del tipo que calientan la sangre ; estas parecían respetables y reprimidas puritanas, aunque
pensándolo que podría llegar a corromper a alguna de ellas si quisiese. Pero Fifi pronto llegaría a la ciudad y ella, si
que sabía calentar a un hombre.
- Hola, Earl. La suite de siempre, por favor — dijo con acento texano arrastrado.
El recepcionista, muy pálido, se pasó la mano por la boca.
— Cash... Pensamos que estabas fuera de la ciudad ...
— Estaba, pero ya volví . — Cash sonrió . — Acabo de volver de la Costa este, donde logré cerrar un excelente negocio.
— Qué bien. Tal vez ahora te sea posible... pagar los aranceles atrasados.
Cash exhibió su sonrisa más simpática.
— Rayos, Earl, sabes que voy a pagar. Cuando el negocio se concrete , saldaré todas las deudas.
— Creo que el gerente... — Earl se mordía el labio inferior.
— Qué te parecería una pelea de boxeo aquí en Dallas?
— Cómo?
Cash frotó las manos excitadamente y parpadeó .
— Sólo debo contárselo a una persona. La novedad estará en los periódicos mañana. Escucha. Arreglé una pelea entre
el campeón Jim Corbett y el promisorio Bob Fitzsimmons.
— El campeón no era John L. Sullivan? — preguntó Earl.
— Lo era, pero fue derrotado por Corbett algún tiempo atrás. Vendrán un montón de hombres a Dallas para asistir a esa
pelea, y yo, como empresario organizador , voy a ganar una montaña de dinero.
— Y entonces vas a pagar las cuentas?
— Por supuesto . Ahora , las llaves. — Cash, de repente, se sintió un tanto molesto. Había perdido todo el dinero que
había ahorrado durante su vida en la crisis de recesión de 1893, pero ahora parecía que las cosas iban a mejorar.
Comenzó a canturrear mientras firmaba el libro, tomó la llave y ya iba a subir cuando se detuvo y se dio vuelta . —
Sólo me diste la llave del 203A.
Earl tomó el pañuelo y secó su rostro pálido.
— Bien , hay una gran conferencia de Damas en la ciudad...
— Crees que no lo sé ? El tren estaba lleno de ellas.
— Bien, tuve que darle tu otro cuarto a una de ellas.
— Qué? — Cash giró, intentando controlar su carácter escocés. — Pero es mi suite permanente!
Ella fue muy ... persistente, y tu cuenta está atrasada y vos te encontrabas fuera de la ciudad...
- Voy a pagar cuando este negocio se concrete, Earl, y, como ves, ya estoy de vuelta!
— Yo ... yo... pensé que no ibas a precisar el otro cuarto.
— Siempre tengo una o dos muchachas conmigo, o no? El recepcionista se secó la cara una vez más .
— Cash, sabes que si fuese por mí, te habría guardado el cuarto, pero con tu cuenta vencida y ella siendo una dama
tan influyente...
— Me estás ofendiendo! Cash McCalley siempre paga sus cuentas. Sólo estoy un poco desorganizado. La señorita Fifi
LaFemme debe llegar mañana a la ciudad.
— La bailarina de can can ? — Earl, muy interesado, preguntó .
Cash asintió sonriendo. Mentalmente, ya veía a Fifi levantando la pierna y mostrando las medias caladas y...
— Exacto. Pensé si no sería conveniente tener los cuartos intercomunicados.
— Lo siento mucho , Cash.
— Está bien . Esas mojigatas partirán en pocos días. — Entregando una moneda al muchacho mexicano, le pidió que
llevase el equipaje arriba y le avisó que, si lo buscasen, estaría en el bar y , luego, en el restaurante.
Estaba de tan buen humor con el éxito del negocio que nada lo aborrecería. Después de dos medidas de whisky, se
sintió mejor todavía y fue hacia el restaurante. Pero parado en la puerta, su humor comenzó a cambiar.
— Joe, quiénes son todas esas mujeres? — le preguntó al camarero . — Parecen cacarear como gallinas.
— Que bueno tenerte de vuelta, Cash. — El camarero sonrió . — Está muy lleno hoy , parece que vas a tener que
esperar o compartir una mesa.
— Qué? No quiero compartir una mesa — Cash gruñó . — A menos que se trate de una bella señorita, pero , por el que
veo, estas son las mujeres más púdicas y mojigatas que vé en mi vida.
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l Son las Damas de la Estrella Solitaria por la Decencia y el Decoro — Joe susurró. — Es una conferencia anual. Si quieres
compartir la mesa,
l creo que puedo acomodarte inmediatamente.
— Estoy intentando decidir si tengo tanta hambre . Diablos, si tengo mucha hambre .
— Hay una señora sentada sola, cerca de esa ventana. Puedo preguntarle si le molestaría compartir la mesa. — El
camarero señaló a una de las mesas.
Cash siguió el gesto con la mirada y no le gustó lo que vio. La pequeña dama debía estar cerca de los treinta años y
usaba vestido y sombrero negros un tanto desaliñados. Se trataba de una viuda, y , ciertamente, muy modesta.
A pesar de que esa imagen lo había desanimado , Cash decidió que sentía suficiente hambre como para soportar la
compañía por poco tiempo.
— Ve.
El camarero fue hasta la señora y se inclinó para hablar. Ella
frunció el ceño al oír la pregunta, observando Cash con desagrado.
Cash se sacó el sombrero de vaquero y le ofreció su sonrisa más cautivante. ella pareció vacilar. Tenía grandes ojos, pero
los labios apretados mostraban desaprobación, y el cabello, debajo del sombrero negro, estaba sujeto en un rodete
severo. Una vez más , él sonrió e intentó ser encantador . La mujer le dijo algo al camarero y frunció las cejas de
nuevo. Seguramente no lo hallaba tan atractivo . Y eso hirió su orgullo, pues nunca se había encontrado con una mujer
que no cediese a sus encantos.
El camarero volvió.
— La señora Purdy está un poco dudosa, pero yo le aseguré que sos un perfecto caballero.
— Tiene miedo que sea un conquistador oportunista? — su voz se elevó con indignación.
— Cash, baja la voz, ella puede escucharte y cambiar de idea
- Bueno vamos de una vez . — Cash respiró profundamente y siguió al camarero .
CAPITULO 2
Al verlo aproximarse , Bonnie ya se arrepentía. El alto y musculoso texano era justo el tipo de hombre que ella siempre
había evitado . Era demasiado guapo y usaba un sombrero llamativo. Probablemente era un jugador vicioso como su
segundo marido.
Al aproximarse , Cash se curvó e hizo un amplio gesto con el sombrero.
— Señora, muy agradecido por su generosidad. No suelo encontrarme con damas tan ...
— Sólo siéntese. No soy el tipo de mujer que se derrite con elogios. — Bonnie señaló la silla delante de sí. Desde su
lugar lograba sentir el aroma de la colonia de él. Intentó desviar la mirada, pues había algo peligroso en los ojos grises
que la observaban por debajo de esa masa de cabellos oscuros.
— Una dama como usted siempre debe ser elogiada. — Cash se sentó y colocó la servilleta en su regazo. — Cash
McCalley.
Su voz se parecía a la de un barítono, pero con acento texano.
— Cash no es un nombre, señor.
— En verdad , mi nombre de bautismo es Jack. Y el suyo ?
— Señora Purdy — ella respondió y comenzó a comer la ensalada más rápidamente, deseando librarse de esa
compañía.
El suspiró e hizo su pedido: bife, papas y pan. La charla continua de las mujeres en el salón los envolvía y Cash volvió
su atención a Bonnie.
— Lindo día, no?
Ella simplemente asintió con la cabeza y tomó una galleta.
Pobrecita, no debía tener mucho dinero, sino no estaría vestida de esa forma y no comería solamente una magra
ensalada. Cash se solidarizó con su condición, pero no se atrevió a ofrecerle una cena decente , pues una dama
respetable jamás permitiría que un extraño hiciese una cosa así .
— Acabo de volver de un viaje a la Costa este. Y usted ? — Cash preguntó para romper el silencio.
— Soy bibliotecaria — Bonnie afirmó sin levantar la vista . — Estoy aquí para asistir a una conferencia.
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— Verdad ? Qué interesante!. — Era obvio que no era nada interesante. La señora Purdy parecía una bibliotecaria,
altanera y excesivamente respetable, aunque cuando levantó la mirada, él se encontró con sorprendentes ojos azules.
Jamás había estado en una biblioteca, ni sabía cual era el trabajo de una bibliotecaria, si bien que ahora se acordaba
de haber seducido a una o dos. El silencio era hostil y Cash agradeció cuando el camarero volvió con su pedido.
El bife era grande. Cash respiró profundamente , sintiendo el aroma, y comenzó a comer. Colocó un pedazo en la boca
y lo saboreó lentamente. Perfecto! Cuando abrió los ojos, vio que la mujer lo miraba con censura .
— Ese bife está tan crudo que si le vuelve a clavar el tenedor va a mugir — ella observó.
— Me gusta así . — Cash se dio cuenta que ella miraba fijamente su plato. La pobre probablemente no podía pagar un
bife y él no podía ofrecerle un pedazo del suyo. Sería un insulto.
— Señor McCalley — ella bajó la voz y esa vez su tono era más melódico —, no creo que pueda comer todo eso. Podría
darme las sobras?
— Cómo ? — La pregunta lo sorprendió.
— No quiero que piense que soy impertinente, pero estoy alimentando a un gato de la calle . — Las delicadas facciones
se enrojecieron .
Entonces ella no estaba pasando hambre .
— Como no, señora. Le gustaría llevar papas también ?
— No estoy segura que a los gatos les gusten las papas. — Bonnie pareció desorientada.
El no quería avergonzar a la mujer. Sin duda ella comería el bife en el cuarto.
— Voy a pedirle al camarero que embale papas y pan también , en caso que al gato le guste. — Cash había pensado
en darle las sobras a un gato que venía alimentando en la estación de trenes , pero había bastante comida para la
señora y también para John L.
Por primera vez, Bonnie sonrió , pareciendo más atractiva de lo que Cash había considerado al principio.
— Gracias, señor McCalley, es muy gentil.
El notó que ella también tenía acento texano.
— Purdy... — Cash reflexionó mientras comía. — Conocí a un Purdy. Clint Purdy.
— No lo conozco. — Bonnie mantuvo los ojos fijos en el plato, deseando esconder su rostro de ese extraño. Clint Purdy.
Se sentía avergonzada al recordar . Cómo había podido equivocarse tanto?
— No imaginaba que fuese un apellido común — Cash insistió, observándola mientras comía. — El viejo Clint Purdy.
Como buen jugador, Cash podía leer la cara de las personas y se dio cuenta cuando ella se puso roja y sus ojos se
llenaron de lágrimas. Entonces la señora Purdy había sido engañada por ese canalla? Era extraño, pues ella no parecía
ser el tipo e mujer que atraía a estafadores como Purdy. La mayoría de los jugadores prefería mujeres vanidosas y
salvajes.
— Dios! Debo irme ahora. — Bonnie miró el pequeño reloj colgando de su cuello.
— No. — Cash llamó o camarero . — Llévate las sobras y divídelas en dos paquetes, si ? La señora Purdy y yo estamos
alimentando gatos de la calle.
Bonnie lo estudió con desconfianza. ?l no parecía ser del tipo que alimentase a nadie, excepto a las bailarinas de
tabernas.
— Es jugador, señor McCalley? — ella preguntó sin pensar.
— Más bien soy un emprendedor. — Se inclinó un poco a silla y ya alcanzaba un cigarro del bolsillo del chaleco cuando
recordó que estaba en presencia de una dama.
Un emprendedor! Era un eufemismo para decir jugador, Bonnie pensó. Olió otra vez la cara colonia de él y se movió
incómodamente en la silla. Había algo muy viril en ese hombre que la agitaba.
En ese momento el camarero volvió con los dos paquetes.
— Gracias — ella dijo y se levantó. Cash se puso de pie e hizo una reverencia.
— Muy gentil de su parte compartir la mesa, señora Purdy. ?l era tan masculino y amenazador que una alarma sonó
en su mente. Retrocedió un paso confundida .
— Gracias por las sobras.
— Pídale al camarero que le de un poco de manteca para las papas.
— Creo que los gatos no comen papas — ella repitió.
— Demonios , me olvidé . — Cash asintió y sonrió .
Um tanto aturdida, Bonnie tomó su cartera y la comida y dejó el restaurante.
El la siguió con la mirada. Qué mujer rara! Esperaba que al menos disfrutase el bife. Con su apariencia modesta ,
debía estar ahorrando hasta el último centavo para hospedarse en ese hotel.
— Te gustó la cena, Cash? — preguntó el camarero presentándole la cuenta.
- Excelente, Joe. Voy al bar a tomar un último trago y a fumar. Dile al portero que pida mi caballo en la caballeriza,
si ? — él sonrió y firmó la cuenta, tomó el otra paquete de comida y salió.

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Fuera del hotel, Bonnie esperaba el carruaje que el portero había pedido.
— Precisa un conductor, señora? — el cochero preguntó .
- Gracias, pero sé manejar los caballos. — sujetando el paquete con las sobras, permitió que él la ayudase a subir al
carruaje y fue hacia a la estación. Dallas se estaba convirtiendo en una gran ciudad. Le gustaba Shot Gun, pero el
deber la reclamaba y allí estaba ella.
l Al día siguiente tendría inicio la conferencia de las Damas de la Estrella Solitaria y estaba determinada a ser la mejor
presidente que el club jamás hubiese tenido .
El texano encantador apareció en sus pensamientos. Parecía ser tan peligroso para las mujeres como un zorro en un
gallinero, pero después de dos casamientos con canallas, no se iba a mezclar con ese tipo de hombre nuevamente ,
menos todavía , siendo texano. Esos eran
los peores.
La mayoría de los hombres se reiría de la idea de ir hasta la estación sólo para darle comida a un gato callejero , pero el
jugador no había dicho que hacía eso ? Esperaba no volver a encontrárselo en el hotel. Bajó del carruaje y subió a la
plataforma. El día casi estaba acabando y no había nadie allí.
— Bichito — Bonnie llamó. — Gatito...
Después de algunos minutos un gato anaranjado apareció detrás de un de los vagones estacionados y la observó con
atención.
— Ven acá, gatito. Tengo una cosa rica para vos. — él continuó mirando, sin moverse. — Oh, pobrecito, no voy a
lastimarte . Ven . — Colocó la comida en el suelo y se apartó.
Después de vacilar un poco más, el gato se aproximó y comenzó a devorar el bife.
— Pobrecito, sabe que si confiases en mí, podría llevarte conmigo a casa? No te gustaría tener un hogar?
El gato solamente continuaba comiendo mientras lo examinaba. Si al menos se dejase acariciar... Bonnie se aproximó
un poco y él desapareció debajo del vagón . Ella suspiró.
— Voy a dejaste en paz para que termines tu cena. Necesitas aprender a confiar en alguien o jamás tendrás un hogar.
Volvió al carruaje, pero , antes de partir, miró al gato, que ya había vuelto a comer.
Cuando se apeaba de regreso al hotel, ella vio que Cash salía. ?l sonrió y la saludó con el sombrero. Bonnie sintió el
olor a whisky, se dio vuelta y vio cuando él montaba un garañón gris que el portero sujetaba.
Ciertamente partía para una juerga en alguna taberna. Podía imaginarse lo que sucedía en un lugar de ese tipo.
Alcohol , juego, prostitutas y todo el cotillón de una orgía . Se sintió avergonzada con sólo pensarlo. No es que
supiese mucho al respecto. Su primero marido era un hombre de edad , no habían tenido mucha intimidad. Lo que él,
en realidad , había necesitado era de una ama de casa. El segundo... bien , no le gustaba siquiera recordarlo ... cómo
se había equivocado . Había amado a tres hombres en la vida y todos ya estaban muertos. Lágrimas surgieron en sus
ojos Bonnie las secó . Debo dejar el pasado atrás.
A la mañana siguiente, Bonnie se estaba vistiendo cuando el servicio de cuarto fue entregado . Llevó la bandeja a una
mesa, se sirvió café mientras leía el periódico. La primera página casi hizo que derramase todo el café. Decía :
EMPRESARIO TRAE BOX A DALLAS
— Qué... Qué?!!! — ella parpadeó al continuar leyendo el artículo:
El empresario y hombre conocido en la ciudad, Cash McCalley, acaba de volver de Nueva York con planes para
promover una pelea de boxeo aquí en Dallas...
Los tres hombres que Bonnie había amara habían sido muertos en peleas y ella sentía como algo muy personal
impedir que otras mujeres sufriesen el dolor por el que ella había pasado . Golpeó la taza en la mesa con convicción.
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— Sabía que era un canalla . Una pelea salvaje y sangrienta en Texas? Sobre mi cadáver! Cuando la gente respetable
está intentando civilizar este estado? No habrá boxeo si las Damas de la Estrella Solitaria por la Decencia y por el
Decoro lo pueden impedir !
Bonnie terminó de vestirse apresuradamente , se puso el mismo vestido negro y sujetó una mecha de cabellos que
insistía en salir del rodete . Ya que estaba en Dallas, podría comprarse algo nuevo. Pero, para qué ? Los vestidos de
viuda la protegían de hombres como Clint Purdy. El fallecido la hizo acordarse de Cash McCalley. Había cosas más
importantes en ese momento que vestidos nuevos.
Era sábado y , en menos de dos horas, estaría abriendo la sesión del encuentro anual de las Damas de la Estrella
Solitaria. Estaba atemorizada por tener que presidir la reunión por primera vez; no quería meter la pata , pues había
mucho en juego. Las mujeres respetables de Texas tenían mucho que hacer .
Al tomar otra taza de café, pensó en el gatito de la estación. Tendría que ir hasta allá más tarde para alimentarlo. Con
eso se acordó de los restos de bife y del atrevido de la noche anterior. Si hubiese sospechado de los planes de él,
jamás habría permitido que se sentase a su mesa. Irritada, apretó los dientes y volvió a leer el periódico:
El empresario local, Jack McCalley, más conocido en el mundo del deporte como Cash afirmó que el actual campeón
Jim Corbett y su desafiante Bob Fitzsimmons firmaron un contrato para realizar un combate aquí en Dallas, con lugar
y fecha todavía a ser anunciados.
Dios, un mercenario ! Bonnie sabía que algo en él la había perturbado la noche anterior, pero pensaba que era su
virilidad. Bien , esta pelea de boxeo seguramente formaría parte de las discusiones de la reunión de esa mañana. Si
dependiese de ella y de las otras damas, no habría más hombres violentos en Texas, que ya tenía problemas
suficientes. El Estado precisaba de menos brutos como Cash McCalley y de más de hombres decentes como Herbert
Snodgrass, su prometido. ?l podía no ser tan alto ni tan guapo como ese gusano , pero era el hombre civilizado que
toda mujer deseaba: estable y previsible como un reloj, pero , debía admitir, no muy excitante.
Bonnie, deberías avergonzarte , ella reflexionó . Herbert es un hombre honrado, y ese otro probablemente le
arrancaría las joyas a una dama mientras la estuviese besando. Y ella ni siquiera lo notaría. Dios! En qué estás
pensando! Besos! Concéntrate en la conferencia. Las mujeres la habían elegido para traer civilización a Texas y no
debes decepcionarlas.
CAPITULO 3
Bonnie tomó su cartera y bajó al vestíbulo , lista para combatir la violencia y la barbarie . Abajo, encontró a Herbert. ?l
hasta podría ser considerado agradable, sino fuese por la alarmante pérdida de cabellos y por sus modales
excesivamente afrancesados . Y también por sus alergias perpetuas.
— Herbert! — Bonnie exclamó sorprendida. — No esperaba encontrarte aquí.
— Querida, estaba en la ciudad por la cuenta de "Mejor Pollito" y decidí pasar para apoyarte en tu primer día como
presidente — él dijo, sonándose la nariz.
Herbert era contador y vendedor de alimentos para gallinas en todo el Estado. Nada interesante, pero muy seguro.
Mucho mejor y más respetable do que ser un empresario que promueve peleas de boxeo .
— Qué gentil, pero debo irme — ella le informó, retirando las manos del asimiento de Herbert. — La sesión inaugural
comienza en pocos minutos.
— Qué tal si almorzamos juntos? — él carraspeó. Herbert siempre carraspeaba. — Debemos definir una fecha...
— Hoy no, Herbert — lo interrumpió , mirando el reloj. — Hay mucho que hacer esta semana.
— Pero vienes postergando esto hace tres años.
— Nos encontraremos para el almuerzo, entonces. — Bonnie suspiró. Se dio vuelta para partir, pues estaba muy
ocupada con los eventos del día. Todavía no sabía qué hacer con Herbert. El era un poco aburrido, pero también
confiable. No un salvaje como Cash McCalley, que más se parecía con al gato callejero de la estación. — Buena suerte
con la venta de "Mejor Pollito" — ella se despidió .
Poco después se encontraba delante de una multitud en el salón de baile. Se quedó imaginando si esas elegantes
damas sabían de su pasado modesto. Nerviosa, Bonnie tomó aliento e inició la sesión, golpeando el martillo.
— Damas! Damas! Por favor, vamos a dar inicio a la ceremonia de apertura y a nuestro encuentro anual .
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Bonnie y sus compañeras se sentaron y observaron las banderas de los Estados Unidos y del estado Texas ser llevadas
al frente. Después de algunos minutos, ella volvió a hablar bajo una salva de aplausos. Hasta el momento todo parecía
salir bien.
— Damas, si leyeron los periódicos del día de hoy, sabrán que tenemos que enfrentar un desafío.
Un murmullo recorrió el salón mientras que las mujeres que habían leído los periódicos le contaban a las demás
sobre la noticia del día. Bonnie golpeó el martillo una vez más , pidiendo orden.
— Creo que acabar con las peleas sangrientas dentro de nuestro Estado y con las apuestas que las acompañan debe
ser uno de los objetivos de aquellas que luchan por la decencia y el decoro.
— Apoyada! — muchas mujeres gritaron .
Alentada por el apoyo, Bonnie se inflamó :
— Un personaje nefasto llamado Cash McCalley planea organizar una pelea aquí en Dallas. ? Un absoluto ultraje!
El asombro recorrió el salón y , cerca de Bonnie, la vice presidente, Ethel Wannamaker, comenzó a jadear y a oler sus
sales.
— Yo también estoy estupefacta e indignada ! — Bonnie concordó.
- Señora presidente. — una ama de casa con un horrendo vestido rosa se levantó y preguntó : — Ayer a la noche
usted no cenó con Cash McCalley?
Oh , Dios! Ahí estaba la mala leche femenina.
— Si. Acepté compartir la mesa con él, pues el salón estaba repleto. Pero en cuanto lo vi, me di cuenta que se trataba
de un bellaco y...
l Muy guapo — Ethel Wannamaker suspiró.
l Oh , Dios! Ahí estaba la debilidad femenina.
— Eso no lo noté — Bonnie retrucó, consciente de que mentía. — Y lo peor de todo , ese mercenario de la violencia
es texano, nacido y criado aquí.
l Esos son los mejores — otra mujer declaró.
l Oh , Dios! Ahí estaba la tontera femenina.
— No concuerdo — Bonnie rebatió. — Considero que es nuestro deber traer civilización a esta barbarie y transformar
a los hombres texanos en maridos y padres respetables.
l Sería muy divertido intentar domesticar a ese — Ethel le susurró y Bonnie se dio vuelta , azorada.
l Oh , Dios! Por qué Ethel tenía que parecer tan ... tan... necesitada ...
— Señora vice-presidente, te has desubicado , sugiero que te controles. Y que te concentres en nuestra misión. Por lo
que leí en el periódico — Bonnie le dijo a la platea —, el señor McCalley planea encontrarse con los miembros del
Consejo Deliberante de la ciudad para pedir apoyo a este proyecto. Creo que debemos unirnos y protestar,
representando a los ciudadanos respetables de Texas.
Las mujeres aplaudieron . Reconfortada por el apoyo, Bonnie prosiguió:—También debemos unirnos a los
representantes de las iglesias para presionar al alcalde , y a los miembros del Consejo Deliberante .
— En el periódico está escrito que el alcalde apoya la pelea — Informó una señora con un inmenso sombrero.
— Lo veremos. Ahora, damas, vamos a repartirnos en grupos y discutir estrategias. Pero, primero, me gustaría
proponer que después del almuerzo marchemos hasta la alcaldía para protestar.
— Propuesta aceptada! — gritó la señora de vestido floreado.
— Establecido eso, hay algo que deba ser discutido? Ethel levantó la mano y preguntó :
- Podremos ver a Cash McCalley? — El tono esperanzado irritó a Bonnie.
Oh Dios! Eso ya era tontera congénita.
— No lo dudo — ella respondió. — Creo que todos los jugadores, los carteristas , los levantadores de apuestas, los
dueños de tabernas y muchas más personas piensan en beneficiarse con este evento estarán presentes cuando
manifestemos nuestra protesta. Las que estén a favor de una marcha hasta la alcaldía digan "si ".
Se oyó un chillido de concordancia en el salón.
— Algún no? Ninguno. Perfecto.
— La moción fue aceptada. Nos reuniremos en el frente del hotel en una hora. Le pido a Ethel Wannamaker que se
encuentre con los miembros de las iglesias locales esta misma mañana. Ahora vamos a repartirnos en grupos para
discutir otros asuntos relativos a la mejoría de Texas. — Bonnie golpeó el martillo, cerrando la sesión, y retrocedió ,
satisfecha al ver que había sido aceptada por el grupo. Se dio vuelta hacia Ethel:
— Por Dios, Ethel! Estabas intentando sabotearme ?
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— No era mi intención, pero vi algo en ese Cash McCalley y...
— Dejemos la cosa ahí — Bonnie la interrumpió , sintiéndose mal porque también se sentía atraída por ese bárbaro .
— ?l es el enemigo.
— Entonces quiero rendirme — Ethel suspiró.
EN las horas siguientes, Bonnie circuló por los grupos, orientando los temas, muy segura de si misma después del
apoyo inicial. Las mujeres, luego , se separaron para el almuerzo, y ella se acordó que debía encontrarse con su
prometido.
Al aproximarse a Herbert, sentado en una mesa do restaurante lleno, él se levantó e intentó besarla.
— Herbert, por favor , estamos en público, no es apropiado — Bonnie dijo, eludiéndolo .
— Pero estamos comprometidos.
— Me imagino que si.
— Te imaginas? Bonnie, qué te pasa ?
— Disculpa, Herbert, tengo mucho en que pensar en este momento. Quiero ser la mejor presidente que el club jamás
haya...
— Está bien, estás bajo mucha presión, te entiendo.
Cuando el camarero llegó para atenderlos, Bonnie pidió un gran bife , pero Herbert criticó su elección . Ella suspiró,
pidiéndole que dejase de actuar de manera tan paternalista. Su prometido hizo su pedido de comida , tan insípido
como él mismo: sopa de legumbres y budín de arroz.
Mientras aguardaban la comida, Herbert discurrió sobre sus negocios, y Bonnie asentía sin oír. Cuando él hizo una
pausa, ella preguntó :
— Viste los periódicos de hoy?
— Si, el precio de los granos subió y...
— No. me refiero a la pelea que ese mercader de la violencia va a organizar.
— Ah, eso... por lo que escuché del hombre, no es para nada una sorpresa .
Bonnie colocó la servilleta en su regazo, pero, no pudiendo contenerse, preguntó :
— Y qué escuchaste sobre él ?
— Un escándalo. — Herbert carraspeó y sacó el pañuelo para sonarse la nariz.
Para disimular su curiosidad personal, ella pidió detalles, en nombre de las damas de la Estrella Solitaria.
Herbert no consideraba que desafiarlo fuese una buena idea, pues el hombre era famoso por su talento con los puños,
con armas, con naipes y con mujeres.
— Cómo ... con mujeres? — Bonnie se sentía como Ethel, pero no pudo evitarlo.
— McCalley siempre ha sido visto en compañía de las más famosas bailarinas de las taberna . No logro entender qué le
ven ellas a él .
Bonnie tenía una vaga idea y suspiró al acordarse de Cash sentado
delante suyo. Había algo peligroso y seductor en ese texano. Obviamente no para ella, una viuda respetable.
— Además, dicen que él acompaña a Fifi LaFemme cuando ella está en la ciudad.
— No la conozco.
— Por supuesto , una dama jamás sabría de quien se trata. — Herbert sonrió de manera irritante. — La señorita
LaFemme es una estrella del can can en la taberna Black Lace. Por lo menos es lo que oí decir.
— Can can ?
— Es un baile — Herbert vaciló. — Dicen que las muchachas usan unos vestidos cortos, levantan las piernas y se le
puede ver la... — Herbert se ruborizó y no terminó la frase.
— Dios! Qué más andan diciendo ?
— Es conversación de hombres, nada apropiado para una dama.
— Yo sólo quiero saber porque pensamos protestar contra esa pelea — ella alegó, cortando el suculento bife que
acababa de ser servido.
— Es un proyecto muy audaz, Bonnie. No creo que ustedes deban enfrentarse con McCalley.
— Las mujeres lo consideran una excelente idea, además de estar haciéndole un bien al Estado.
Herbert se rió. Su risa era aguda y desagradable.
— No creo que muchos texanos concuerden. Pero, obviamente, yo estoy de tu lado.
— Entonces irás con nosotras hasta la alcaldía? — ella preguntó .
— Enfrentar a McCalley? — él se puso pálido y la mano rosada que sujetaba la cuchara tembló un poco.
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— Habrá centenas de personas. No crees que él va a atacar a un grupo de mujeres, verdad? Ningún texano haría eso.
— Esa historia de que los texanos son caballeros es un poco exagerada.
— Claro que no. Afirmo que los texanos son los últimos verdaderos hombres en este mundo. Ellos pueden ser un poco
indomables y brutos...
— Un poco? — Su prometido se burló .
De repente, Bonnie no se sintió a gusto con Herbert. Se acordó que él,
después de todo , era un yanqui de Iowa, aún siendo un perfecto caballero.
— Bien, si estás seguro que corro peligro, tal vez debas acompañarme — ella sugirió .
— Yo ? — Herbert protestó. — Dicen que McCalley es peleador y, si me golpease la nariz... sabes de mis alergias.
— Lo sé — Bonnie dijo y volvió a comer.
— En vez de ocuparse de ese mercenario, ustedes deberían ocuparse de asuntos que realmente causan vergüenza,
como mujeres que trabajan y las jóvenes que andan con faldas cortas en esas bicicletas. Se les puede ver los tobillos! ?
Una afrenta!
— No necesitas mirarlas, si no quieres. — Bonnie consideró mejor no mencionar que se había comprado una, a pesar de
todavía no había aprendido a andar.
Cash McCalley entró en el salón en ese momento. Al pasar por al lado de la mesa, la saludó .
— Es un placer volver a verla, señora Purdy.
— Volver a verla? — preguntó Herbert cuando el hombre se apartó.
A pesar de no tener motivos para ocultar, Bonnie prefería no tener que contarle a su prometido.
— Nada importante. Solamente compartimos la mesa de la cena.
— Cómo? Mi prometida cenó con otro hombre, un mujeriego, y yo no debo enterarme ?
— No sabía quién era él y el restaurante estaba lleno — ella se justificó .
— Sería mejor cenar con un lobo o con un oso.
— Oh, cállate , Herbert. — ella se limpió los labios e intentó no prestar atención a McCalley y a su mesa repleta de
mujeres nada respetables.
— Me hiciste callar? Una dama jamás haría eso, especialmente con su prometido.
— Discúlpame . — Pensó en mandarlo al demonio , pero prefirió llamar al camarero y pedirle que envolviese las sobras
para el gato.
— Es un gato salvaje? — indagó Herbert. — Los animales salvajes son peligrosos. Prefiero peces dorados como
mascotas.
— Ah, si ? — ella dijo, distraída. — Domesticar animales salvajes siempre es un desafío interesante . Debo repasar mis
notas. La sesión tendrá inicio pronto . Tengo que prepararme para dar esta pelea. — El camarero volvió con el
paquete y ella se despidió : — Te veo en la marcha , Herbert. Al salir del restaurante, ella pasó por al lado de la mesa de
Cash y notó su perfume. También se dio cuenta que las mujeres de la mesa parecían hipnotizadas. Cómo podían ser tan
tontas?
Cuando había entrado, Cash había visto que la viuda de la noche anterior estaba acompañada por un hombre un tanto
ridículo . Mejor así. La señora Purdy definitivamente no era su tipo. Prefería a las mujeres más relajadas y mas
pasionales. Sonrió al pensar en Fifi, una rubia llena de curvas, y se preguntó cómo le explicaría que el hotel había
cedido su cuarto. Con un poco de persuasión, conseguiría que ella lo perdonase. Después de la reunión de la tarde con
hombres de negocios de la ciudad, deseaba un poco de acción y diversión. Miró a su alrededor e intentó decidir cual
de las damas escogería. Verdaderamente ninguna de ellas era una dama. Entonces, se quedaría con las dos.
Cash estaba muy animado con la reunión, el alcalde ya había asegurado que nadie se opondría ala pelea de boxeo
en virtud del dinero que el evento traería a los negocios de la ciudad. Hasta lograría convencer a la señora Pendigast
de alquilar un terreno al norte de la ciudad para ser la cede del combate. Tal vez ese fuese el único pedazo de tierra
apropiado para el evento, pues era lo suficientemente grande como para albergar una arena. Había mucho dinero en
juego y la ciudad de Dallas también se beneficiaría. El único problema en ese momento era decidir entre una rubia o
una morena. Tal vez debería ir a la cama con las dos .
— Damas — dijo Cash después terminar el almuerzo y levantarse —, Tengo un importante encuentro de negocios en el
centro da ciudad ahora. Más tarde pasaré por el taberna y podremos tomar algo.
Al salir, convenció al camarero de firmar la cuenta otra vez. Se puso el sombrero y subió al garañón gris que lo
esperaba. Si, Cash pensó, sería una tarde muy provechosa.
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Bonnie necesitó algunos minutos para organizar a las mujeres, que más parecían un grupo de gallinas alborozadas.
Herbert se unió a ellas,
así como algunos maridos, pero ningún de ellos parecía muy contento.
— Hablaste con los sacerdotes y ministros? — ella le preguntó a Ethel, quien todavía parecía estar en trance, después
de encontrarse con McCalley y las mujeres en el restaurante.
— Cómo?
— Sacerdotes y ministros — Bonnie repitió con paciencia.
— Ah, si! Vendrán en una hora, pero prometieron que participarán.
— Perfecto. Vamos a la alcaldía. Damas! — Tuvo que levantar la voz. Después un momento, las mujeres se callaron .
— La señora Wannamaker acaba de afirmar que los clérigos locales se van a unir a nuestra causa.
— Maravilloso ! — Las mujeres celebraron .
Bonnie no estaba segura si ellas sabían realmente lo que festejaban, pero estaban felices de poder formar parte de
algo excitante, de tomar decisiones, para variar.
— Damas! — Se subió a una tarima para hacerse ver mejor. — La alcaldía queda a apenas dos cuadras, vamos
organizarnos en hileras y marchar hasta allá.
— Si no podemos votar, cómo seremos oídas? — Una mujer quiso saber.
— Una excelente pregunta. Tal vez más adelante debamos incluir a las sufragistas en nuestros proyectos.
— Bonnie — Herbert susurró —, pareces una liberal. Ciertamente no estarás a favor del voto de las mujeres...
— Y vos no? — sorprendida Bonnie se dio cuenta de que tal vez no conociese a Herbert tan bien. — Damas, esa es la
respuesta. Las mujeres pueden influenciar a sus maridos, hijos y a sus hermanos a no votar a ningún político que
atente contra la decencia. Se logramos tener el apoyo de las iglesias de esta región, y quizás de todo Texas, no habrá
límites para lo que podemos conquistar. Vamos adelante !
Por sugestión de la señora Olsen, comenzaron a entonar himnos religiosos, a medida que avanzaban en dirección a la
alcaldía.
— Damas, síganme! Por un mundo civilizado y un Texas mejor!
Los caballos se asustaban y hombres se paraban en medio de la calle, boquiabiertos.
En la alcaldía, Cash ya había distribuyendo cigarros y whisky. Aparentemente, sería más fácil que robarle un caramelo a
un niño ; después de todo , qué hombre no disfrutaba una buena pelea? El alcalde , los miembros del Consejo
Deliberante estaban a favor de la pelea de boxeo y todo marchaba sobre rieles .
Un miembro del secretariado preguntó:
— Señor McCalley...
— Cash, por favor. Estamos entre amigos — él lo interrumpió con una sonrisa cautivante.
— Bien, Cash, no es ilegal promover una pelea de box en Texas?
— Muchas cosas divertidas están prohibidas aquí. — él parpadeó y muchos comenzaron a reír. — Pero el alcalde está a
favor y no tenemos ningún opositor.
Un cántico desafinado llegó hasta ellos por las ventanas abiertas.
— Diablos , alguien le pisó la cola a un gato?
Los hombres dejaron de beber para prestar atención a lo que sucedía allá afuera.
— Parece una peregrinación religiosa — dijo el alcalde .
— De cualquier forma, es una distracción — reclamó Cash, levantándose para cerrar las ventanas. — Hay un grupo de
mujeres viniendo en esta dirección, alcalde . Serán sufragistas?
— Ellas de nuevo, no! No sé por qué diablos ellas insisten en tener derechos iguales a los masculinos — agregó el
alcalde al mirar hacia afuera.
Todos se levantaron para ver qué sucedía.
— Parece un himno. Será que están anunciando alguna ceremonia religiosa? — sugirió Cash.
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— Puede ser, pero están viniendo en esta dirección.
— Y por qué? — Cash tomó un último trago de whisky, sintiéndose frustrado. Faltaba poco para que aceptasen y le
diesen el apoyo financiero que precisaba. No podía financiar solo los costos del evento.
— Y esos periodistas? — preguntó el señor Wannamaker, dueño de una gran ferretería .
— Deben estar esperando algo suceda — dijo otro.
Cash no sabía qué demonios estaba sucediendo, pero ciertamente no era problema suyo. Entonces se dio cuenta quien
era el líder del grupo : la señora Purdy! Si esa puritana amargada estaba involucrada, nada bueno le sucedería a él o
con cualquier otro hombre texano!
Tres policías intentaron detener la entrada de las mujeres a la alcaldía, pero Bonnie los enfrentó :
— Cómo se atreven? Somos ciudadanas que respetamos las leyes , pagamos impuestos y tenemos derecho a hablar
con el alcalde !
— El está en una reunión con importantes hombres de negocios — le aclaró uno de los policías.
— Sabemos de que se trata.
— Vamos — pidió Herbert, sujetándola por el brazo. Un periodista salió del medio de la multitud para hablar con el
policía .
— Quiere decir que o alcalde no va a atender a las Damas de la Estrella Solitaria? Qué cree que nuestros lectores van a
pensar de eso?
El policía pareció reconsiderar la situación. Se secó el sudor y
se encogió de hombros , señalando las escaleras.
— Adelante , Damas! Vamos a enfrentar al demonio, pero somos fuertes! El bien triunfará! — incentivó Bonnie.
Las mujeres subieron las escaleras y, en el segundo piso , Bonnie se detuvo confundida con la cantidad de puertas,
pero pronto se orientó debido a un fuerte olor a humo de cigarros . Abrió la puerta y entró en la sala, seguida por sus
compañeras. Los hombres las miraron un tanto temerosos, excepto Cash McCalley, quien parecía muy molesto.
— Dónde está el alcalde ? — Bonnie exigió.
Un hombre bajo y barbudo vaciló, pero después se presentó.
— Damas, como pueden ver, estamos ocupados en una reunión.
— Me puedo imaginar — Bonnie retrucó. — Siento el olor a cigarro y whisky desde aquí.
— Whisky? — La señora Olsen empujó a las mujeres y encaró a uno de los hombres. — Elmer? Ah, ahí estás. Sabes lo
que el médico dijo sobre tu hígado. Deberías estar atendiendo la tienda.
Elmer suspiró, colocó la copa en la mesa y, resignadamente , dijo:
— Si, querida . Estoy yendo. — Y salió con cara de pocos amigos . Unas dos o tres mujeres más descubrieron a sus
maridos en la sala y ellos tuvieron que partir.
Bonnie sonrió triunfalmente. El alcalde , quien parecía no saber qué decir, solamente miró al texano alto. Por su parte
, Cash le dio una sonrisa encantadora a Bonnie. Aunque ella no se dejaría llevar como tantas otras mujeres, pues tenía
experiencia con mercenarios canallas . Detrás de si lograba oír las mujeres suspirando, mientras él se movía.
l Damas — Cash susurró al intentar besar la mano de Bonnie. — Saben que los hombres somos criaturas débiles cuando
el asunto es el whisky. Para un texano, es como lecha materna.
— No estamos aquí para hablar con usted . — Bonnie retiró la mano bruscamente. — Venimos a hablar con el
alcalde , con los miembros del Consejo Deliberante sobre esa pelea brutal que pretende organizar en esta ciudad.
Bonnie pensó haber oído un gemido, pero Cash pronto se recuperó.
- Señores, vamos buscar sillas para estas damas, para que ellas puedan escuchar mi propuesta. Estoy seguro que
después de escucharme, se mostrarán más razonables y volverán al hotel.
— Deje de ser condescendiente y paternalista con nosotras — Bonnie rebatió, y las mujeres la apoyaron.
l Mi estimada señora, se nota que es una bibliotecaria. Siendo un hombre simple , no creo tener certeza de conocer el
significado de esas palabras , pero viniendo de usted, sólo puedo agradecerle — él afirmó sonriendo. — Damas,
siéntense, por favor.
Qué más podrían hacer? Ya habían traído las sillas.
— Bien, dejemos que la señora hable y exponga por qué la pelea no puede llevarse a cabo . Después de todo , no hay
nada que un texano disfrute más que una buena pelea.
Bonnie se levantó, respirando profundamente. Era muy tímida, pero cuando la situación lo requería , sabía defender su
punto de vista.
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- Caballeros, piensen en la propuesta del señor McCalley. Si esa pelea se realiza, millares de hombres llegarán a la
ciudad, jugadores, borrachos, apostadores , carteristas y estafadores . Mujeres .... de vida fácil invadirán las calles de
Dallas, y mucho dinero será gastado en alcohol y apuestas. Es ese el tipo de ciudad que desean? Sodoma y Gomorra?
l Notó una mirada esperanzada en los hombres, como si estuviesen imaginando la escena de degradación descripta por
ella. Tal vez no había abordado el problema de la mejor manera. Cansada, pero no derrotada, Bonnie se sentó .
— Dios , no podría haberlo explicado de mejor! Creo que está de nuestro lado! — declaró Cash.
— Ni pensarlo ! — replicó Bonnie.
El se frotó las manos en excitación, mientras caminaba por la sala.
— Señores, esta dama tiene razón . Trenes abarrotados de hombres llegarán queriendo asistir a este gran evento
deportivo. Ellos necesitarán cuartos, comida y diversión. Todo esto será provisto por los comercios de Dallas. Nos
estamos refiriendo a una reactivación económica que beneficiará a la ciudad.
Bonnie saltó de la silla.
— Caballeros, ustedes pueden poner dinero por encima de la moral ?
— Qué crees ? — dijo Cash, divertido.
Muchos hombres se rieron y Bonnie entendió que tendría que cambiar la táctica.
— Vamos, damas, estamos perdiendo nuestro tiempo aquí.
— Ah, ahora veo que es sensata y...
— Yo también soy texana, nacida y criada en Big Thicket! Yo nunca huyo de una pelea. Solamente nos estamos
reagrupando.
— Que venza el mejor texano! — Cash levantó una copa en un brindis.
— No planeo perder — ella le prometió y salió de la sala.
Las mujeres volvieron a cantar al salir de la alcaldía, seguidas por los periodistas, que no paraban de anotar los detalles
de los acontecimientos.
Bonnie no sabía con certeza qué hacer, pero la situación se estaba haciendo personal; jamás permitiría que un
mercader de vicios como McCalley la hiciese quedar como una idiota .
— Damas, vamos a volver al hotel y planear algo. Más tarde tendremos el apoyo de los clérigos.
Las Damas de la Estrella Solitaria se reunieron en el hotel . Más segura de si, Bonnie golpeó el martillo pidiendo silencio.
— Compañeras, necesitamos refuerzos. Debe haber hombres con un poco de consciencia y moral que se opongan al
circo vicioso que quieren montar aquí en Dallas.
— Los hombres son criaturas débiles .. — se quejó Ethel.
— Necesitan mujeres que les muestren el camino correcto — agregó Mildred.
Bonnie permaneció en silencio por un instante, ya que no lograba ver a Cash como un ser débil o falto de objetivos . El
era astuto como un zorro y , cuando el tema era alcohol, farra, y prostitutas era el más determinado todos. Un
hombre libre y desprejuiciado , un hombre que tal vez jamás sería domesticado.
— Esta es mi propuesta — ella le comunicó a las mujeres. — La mayoría de ustedes partirá a mitad de esta semana,
entonces pediré la presencia de los representantes religioso de la región para proseguir con nuestra batalla, trayendo
nuevas representantes y hasta incluso hombres respetables que puedan ayudarnos.
— No debes volver a tu casa? — indagó a señora Olsen.
— Decidí quedarme hasta ganar esta guerra! — Bonnie respondió con entusiasmo. La biblioteca estaba
temporariamente cerrada mientras el nuevo edificio era construido, y Bill se ocuparía de todo por ella. — Las Damas
de los alrededores de la ciudad pueden pedirle a sus iglesias que nos apoyen . Sugiero invitar a los sacerdotes y
ministros locales a reunirse aquí mañana después del almuerzo. Vamos a votar?
As mujeres gritaron "si" al unísono. Comenzaron a cantar y a aplaudir plenamente satisfechas. Bonnie golpeó el martillo,
para que la escuchasen. Después de algunos minutos, se calmaron y se sentaron . Herbert estaba a un lado , solamente
espiando y rumiando .
— La moción fue aprobada, entonces pediremos ayuda a los clérigos en esta batalla contra el Mal. Vamos a
suspender las reuniones hasta mañana a las dos de la tarde. Ahora, intenten reclutar más personas para nuestra causa.
— Pensaba ir de compras — dijo tímidamente la señorita Piggsley.
— Compras? Mientras tenemos una cruzada contra el Demonio?
— Es que vi unos zapatos que están en oferta en una tienda...
— Oferta? Dónde? — varias preguntaron.
Bonnie suspiró, cómo luchar con compradoras compulsivas?
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— Muy bien . Si deben ir de compras, entonces conversen con los vendedores. Recuerden que los hombres que
vendrán van a gastar dinero en alcohol y apuestas, no van a gastarlo en tiendas de ropas ; ese es el argumento que
debo usar.
Las mujeres concordaron.
De repente, Bonnie se sintió muy cansada. Había hecho mucho calor en la marcha hasta la alcaldía y todavía debía
alimentar al gato.
— Herbert, debo ir hasta a estación.
— Pensé que podríamos pasar la tarde jugando al ajedrez- él dijo, intentando tomarle la mano .
— Todavía tengo mucho que hacer — ella declaró, eludiéndolo .
— Entonces, puedo acompañarte ?
— No tienes importantes negocios que resolver? — Estaba ansiosa por librarse de él.
— Puedo postergarlos.
— No, jamás me atrevería a obstaculizar tu trabajo. Puedes ir. El suspiró y partió. Bonnie pidió un carruaje. En su
casa, a veces desafiaba las convenciones sociales y cabalgaba , pero en Dallas debía mantener las apariencias y el
decoro.
CAPITULO 4
Era casi de noche cuando volvió al hotel a cena. Al principio algunas Damas se mostraron vacilantes, pero con el
liderazgo de Bonnie, comenzaron a ponerse más animadas. Todas parecían ansiosas en relación a la reunión del día
siguiente. Bonnie era una líder de éxito, Danny se enorgullecería de ella. ese pensamiento casi la hizo atragantar,
entonces terminó de comer y fue al vestíbulo del hotel . Vio a McCalley al mismo tiempo que él la vio. Tenía una rubia
voluptuosa colgada de su brazo. Cash se dio vuelta , tal vez intentando evitarla.
Ignorándolo, Bonnie subió al cuarto e comenzó a leer un libro llamado “la mujer Moderna en un Mundo de hombres” .
En la conferencia, ella había planeado apoyar el movimiento sufragista, pero la disputa con el empresario de boxeo
se había convertido en una prioridad.
Después de algunos minutos, se cansó de la lectura, deseando tener algo más para hacer. Oyó una canción a lo lejos,
que hablaba de bailes y de corazones rotos. Su corazón sólo había sido partido por la muerte de Danny. Nunca se
había enamorado de ninguno de sus maridos. Hans le había ofrecido refugio en un momento de necesidad; siempre
le había estado agradecida, pero no lo había amado. Había creído estar enamorada de Clint Purdy, quien la había
cortejado y se había presentado como un hombre respetable. No se había dado cuenta que el interés de él era otro.
Pensando en eso, notó que McCalley se parecía mucho a Clint. En cuanto a bailes, tenía escasas oportunidades de ir.
Era muy posible que el empresario de la violencia estuviese con la rubia en uno de ellos en ese mismo momento.
Bonnie suspiró. no había mucho que hacer en Shot Gun, pues todos vivían demasiado ocupados con el trabajo en las
granjas. Por eso mismo se había ofrecido para cuidar temporariamente de la biblioteca. Amaba estar rodeada de libros.
Desde afuera oyó pasos y sonidos ahogados. Reconoció la voz de barítono de McCalley junto con la de una mujer. Oyó
el ruido da puerta abriéndose. Entendió entonces que su cuarto estaba pegado al de él. Justo ahora que quería
permanecer lo más lejos posible de él . Y lo peor era que McCalley había traído a una mujer!
Oyó el sonido de un gramófono viniendo del cuarto al lado. Cómo iba a dormir? Bien, solamente eran las siete de
la tarde , no podría presentar un reclamo. Notó, entonces, que el pañuelo que había colocado en el ojo de la
cerradura de la puerta comunicante se había caído. No quería que ese degenerado la espiase. Iba a colocarlo de
vuelta cuando la curiosidad la llevó a mirar por la cerradura . No era nada ético, pero muy tentador. Y si él estuviese
con una doncella en apuros? Una menor de edad que hubiese sido llevada por engaño? Una mujer que estuviese allí en
contra de su voluntad? Debía averiguar.
Cuando miró , lo que vio le demostró que no se trataba de ninguna muchacha inocente. Era la rubia indecente que
había visto abajo, ahora bailaba pegada a Cash. El le susurró algo al oído , y ella lanzó la cabeza hacia atrás lanzando
una carcajada.
— Fifi, qué bueno que llegaste a la ciudad. Te extrañé mucho . — Cash dejó de bailar y la besó. Y que beso! Bonnie
jadeó al ver como él le tocaba los pechos. — Fifi, sabes que me encantas , no?
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Bonnie intentó imaginarse qué le encantaba de ella , algo que tenía que ver con el sexo , con certeza . De repente se
sintió acalorada. Nadie jamás la había besado así, ni sus maridos. Comenzó a transpirar, con ultraje e indignación. Esa
mujer sólo podía ser una ... Cómo se atrevía a traer a una prostituta a un hotel familiar y respetable ? Indignada,
metió el pañuelo en la cerradura , sintiéndose un tanto avergonzada por haber espiado.
Tal vez debería hacer algo para rescatar a esa mujer , pero con el oído pegado a la puerta, entendió que ella no
quería ser salvada. Qué oprobio! Qué indecencia!
Indignada, Bonnie bajó al vestíbulo del hotel y se presentó al hombre detrás del mostrador :
— Soy la señora Purdy, estoy con la conferencia de las Damas de la Estrella Solitaria. Hay algo muy escandaloso está
sucediendo en el cuarto 203 A. Un hombre está con una mujer y me temo que le esté haciendo ... mal.
— Quiere decir... que va a matarla ? — el hombre preguntó alarmado .
— No... Que va a seducirla .
— Cuál es el cuarto?
— El 203 A. Es mejor que se apure, antes que algo suceda y con eso manche la imagen de este hotel.
— Si, señora. — El empleado subió, seguido por Bonnie. Cuando golpeó la puerta de Cash, ella se escondió en su
propio cuarto, pegó el oído a la puerta y prestó atención.
— Vayase, estoy ocupado! — gritó Cash, contrariado. — Qué mierda quiere ? Estoy muy ocupado!.
Bonnie oyó al empleado disculparse por la interrupción , pero le informó que había habido un reclamo de una señora
quien , probablemente, lo había visto entrar acompañado.
— Así no puedo . Me voy — dijo Fifi.
— No te vayas, ya me lo saco de encima — le imploró Cash.
— Hum, no sé ... tal vez... — ella se dio vuelta y partió.
Bonnie espió por la puerta entreabierta cuando Fifi salió, acomodándose el vestido desaliñado. Cerró la puerta y
sonrió . Continuó escuchando la conversación entre los dos hombres.
— Quién carajo presentó el reclamo , Murphy?
— Una viudita medio tímida, muy decente y respetable. Cash gimió.
— Ya me imagino quien es. No le basta con meterse en mis negocios, ahora quiere meterse en mi vida personal.
— Vas a volver a encontrarte con Fifi? — preguntó el empleado .
— No escuchaste lo que dijo ? Creo que mi diversión se acabó por hoy.
— Los muchachos están muy entusiasmados con la pelea. Ya hay apuestas.
— Si , mañana a la tarde me voy a encontrar con la señora Pendigast para cerrar el negocio. Ahora creo que voy a ir al
bar. Quieres bajar conmigo? — Cash dijo .
— Por supuesto — Murphy respondió y los dos bajaron . Dos horas más tarde Cash volvía al cuarto, seguramente muy
furioso. Menos mal que él no sabía que Bonnie se encontraba en la habitación contigua . Ella verificó si la puerta
comunicante estaba trancada y se preparó para dormir. Pero no lograba conciliar el sueño. Intentó concentrarse en la
reunión del día siguiente, pero sólo se quedó acostada recordando lo que había visto por el ojo de la cerradura.
Cuando, finalmente, se durmió, soñó que era ella quien estaba en los brazos de Cash y quien recibía sus besos. La boca
era caliente, la lengua le acariciaba los labios mientras sus manos deshacían su rodete . El abrazo era firme, para que
ella no se escapase. Los dedos se movían sobre los pechos y ella temblaba de deseo, queriendo que él explorase todo
su cuerpo y más.
Con un sobresalto, Bonnie se despertó temblando y jadeando. El cuarto estaba caluroso , pero no tan caliente como su
cuerpo. Arrojó las sabanas, se levantó de la cama y abrió la ventana. Nunca había tenido un sueño erótico y el hecho
que el protagonista fuese Cash la enervaba todavía más.

CAPITULO 5
El domingo a la mañana, Bonnie tomó el desayuno en el cuarto, compareció a las plegarias realizadas en el salón de
baile del hotel, organizadas para las damas da convención, y , más tarde, se unió a sus compañeras para un almuerzo
liviano en el restaurante. Cash también apareció con algunos compañeros. Pasando por al lado de Bonnie, se curvó y
la saludó .
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— Qué hombre más encantador! — dijo una señora al lado de ella, mientras otras suspiraban.
— Es un mal bicho — retrucó Bonnie. — Deberían haber visto lo que hizo ayer.
— Qué hizo ? — todas preguntaron, curiosas.
A Bonnie no le gustaban los chismes. Miró a Cash, quien le sonrió , irritándola.
— Mejor dejémoslo ahí . Recuerden que tenemos la reunión con los clérigos.
Observó a Cash. Como siempre, él comía un enorme y suculento bife mientras conversaba con los hombres a su lado.
Por cierto eran hombres de negocios que procuraba tener como aliados. Todo aquello se había vuelto muy personal.
Bonnie sonrió al imaginarse la reacción de McCalley cuando supiese de la inminente asociación con los sacerdotes y
pastores.
Después del almuerzo, las damas se reunieron con los clérigos en una de las iglesias de la ciudad. Había unos veinte
hombres.
— Señora Purdy, de qué se trata esta reunión? — El hombre alto y delgado la miró por sobre sus lentes.
— Supongo que algunos de ustedes ya habrán oído hablar de Jack McCalley, cuyo sobrenombre es Cash.
— Muchas jóvenes han venido a confesarse conmigo, asumiendo los pecados que cometen con el señor McCalley —
un padre comentó.
— Aparentemente, él es irresistible para algunas mujeres — Bonnie afirmó, asqueada.
— Gracias a Dios! Qué bueno es saber que todavía hay mujeres decentes inmunes a ese pecador — dijo el reverendo
Tubbs, un hombre bajo y gordo, con mejillas rosadas.
Intentando no pensar en el hombre alto y viril, Bonnie continuó :
— El problema no son las mujeres. Como deben saber, McCalley tiene intención de promover una pelea de boxeo en
Dallas.
Dos de los sacerdotes, que hasta entonces parecían dormitar, súbitamente se mostraron curiosos.
— Una pelea sanguinaria entre dos hombres que se supone pertenecen al mundo civilizado — ella prosiguió.
— Señora Purdy — el sacerdote más viejo dijo —, los texanos siempre han peleado. Creo que está en la sangre de
ellos.
— Mas hay dinero de por medio! Tal vez no lo sepan que pero yo he sufrido inmensas pérdidas a causa de peleas
como esa. — Hans y Clint estaban indirectamente conectados, pero Danny... — Es muy doloroso, prefiero no comentar
— ella declaró, a pesar del interés de los presentes. — Lo que me molesta y me preocupa son las personas que serán
atraídas por ese evento: jugadores, mujeres vulgares, bandidos., alcohólicos ...
— Ah, finalmente un poco de diversión en esta ciudad ! — el padre alto comentó y todos se volvieron para mirarlo.
— De dónde viene , padre? — preguntó Bonnie.
— De Gainesville, me mudé hace poco .
— Ah, eso explica todo ! — ella concluyó .
Gainesville quedaba al norte de Texas, lo que había al sacerdote prácticamente un yanqui o , al menos, un liberal. Ella
se jugó su última carta:
— Señores, reflexionen conmigo. Si no nos ayudan, buena parte del dinero local será gastado en esa pelea en vez de ir
a las colecta de sus iglesias.
Aquello definitivamente los afectó.
— Mi Dios! — exclamó un padre gordito. — Debemos hacer todo lo posible para evitar esa pelea. señora Purdy, díganos
qué podemos hacer?
— Podrían unirse a nosotras en una marcha hasta la alcaldía. Y qué les parece llevar a la gente de sus congregaciones?
— Siento mucho informarles que muchos de los hombres parecen muy interesados por esa pelea — dijo el más viejo.
— Entonces lleven a las mujeres. Sabemos que ellas se opondrán a cualquier acto que involucre mujeres sórdidas,
juego, apuesta y alcohol . Pero también debe haber algunos hombres dispuestos a apoyarnos también .
— Tiene razón — declaró el reverendo Tubbs. — Las mujeres van en contra de cualquier cosa que los hombres
consideren divertido. Concuerdo con que nuestra congregación debe apoyar al movimiento liderado por la señora
Purdy.
Por fin, llegaron a un acuerdo de que marcharían todos juntos hasta la alcaldía el miércoles a la tarde.
Bonnie se sentía realizada mientras se dirigía hasta a estación. Llegando allá, vio un platito con restos de comida.
Alguien más estaba alimentando a Tom? Lo llamó y el gato apareció, pero sin aproximarse . Qué pena que el gatito
no confiase en ella. Cuando terminase su trabajo, volvería a su casa y le gustaría mucho poder llevárselo . Entonces
pensó en McCalley. Qué mujer habría intentado domesticarlo? Apenas podía esperar para ver la reacción de él cuando
descubriese lo que estaba por venir.
CAPITULO 6

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Cash estaba de buen humor al ir visitar a la señora Pendigast, en los límites de la ciudad. Se decía que ella estaba
dispuesta a alquilar un terreno , suficientemente grande como para montar un ring , vestuarios y un estacionamiento
para los carruajes y carros que vendrían.
Había perdido algunos comerciantes temerosos, pero la mayoría todavía estaba con él. Eso porque él les había
asegurado que a mediados de esa semana todas esas mujeres ya estarían dejado la ciudad, inclusive la irritante señora
Purdy. Pero Cash no podía imaginarse que su humor pronto cambiaría. Cuando llegó a la casa, notó un carruaje y se
preguntó de quién sería . Cuando se apeó del caballo, la señora Purdy salió. Por la expresión de ella, no parecía muy
contenta do que él .
— Bello día, señor McCalley — Bonnie lo saludó sin sonreír.
— No sabía que conocía a la señora Pendigast.
— Somos viejas amigas.
— Ya se iba ? — No quería que ella entrase de nuevo para estropear sus planes.
— Así parece, no? Pasamos una tarde muy agradable.
— En ese caso, déjeme ayudarla. — Pareciendo aliviado, Cash se aproximó al carruaje.
— Soy perfectamente capaz de subir sola — Bonnie afirmó, mirándolo de soslayo. — Además, soy capaz de controlar un
caballo incluso mejor que usted.
— Lo dudo, pues yo fui vaquero. — Jamás había conocido una mujer más desafiante que ella, Cash pensó apretando
los dientes .
— Y dejó ese empleo decente por su actual ... ocupación?
Cash no entendió muy bien lo que Bonnie quería decir con aquello, pero , como buen texano, no podría intercambiar
insultos con una dama.
— Sólo estaba intentando ayudar a una viuda de mediana edad a...
— Mediana edad !? Entérese que sólo tengo veintiséis años ... recién cumplidos !
Carajo , esa vez , si que estaba en apuros. Cómo podría reparar esa situación?
— Mil perdones, señora. Es que, ... oh bien. .. con los cabellos atados ... y esa ropa ... yo no estaba seguro ... —
balbuceaba y se confundía cada vez más,.
— Qué pasa con mis cabellos? — El tono de voz de Bonnie subió todavía más,.
— Son... lindos, pero es que el ...
— Déjelo ahí . — ella parpadeó y se ruborizó intensamente . — Yo tengo una apariencia ... conservadora, una
apariencia que condice con mi condición de viuda respetable. Pero creo que usted no entiende eso.
El se enderezó .
— Mi madre, que Dios la tenga en la gloria , era una mujer muy respetable.
— Entonces, me imagino que debe estar revolcándose en la tumba!
— Sin duda. — él sonrió .
— Que pase bien, señor. — Bonnie parecía molesta y apresurada . Cuando levantó la falda para subir al carruaje, el
taco del zapato se enroscó en el ruedo, y ella se habría caído si no fuese porque Cash la sujetó. — Saque sus manos
de mí, bruto!
Que mujer más insoportable ! Qué había hecho para merecer semejante reacción?
— Señora Purdy, solamente estaba intentando ayudarla. Lamento haber sido mal interpretado.
Bonnie se sintió todavía más avergonzada y balbuceó :
— Entonces. .. soy yo quien debe disculparse. Fui muy brusca.
El la reconfortó asegurándole que no había actuado correctamente al ayudarla sin su consentimiento, le pidió
disculpas una vez más yle preguntó se podría auxiliarla. Colocó las manos en la cintura fina y , de cerca, se dio cuenta
que ella era, de hecho, más joven de lo que aparentaba.
— Que tenga un buen día, señora Purdy.
— Buen día, señor McCalley. — Bonnie de repente, parecía muy frágil.
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Cash se rascó el mentón al darse cuenta que ella poseía un punto débil . Si había una cosa que él conocía eran las
mujeres. Pensando en eso, tomó una caja de chocolates de la alforja y subió las escaleras de entrada. Pronto una
señora de cabellos blancos atendió la puerta.
— Entre, por favor, señor McCalley.
— Que bueno ver a una dama tan encantadora. — Le Entregó los chocolates.
— Oh, cuánta gentileza! Por favor, siéntese. La criada traerá el té . Gusta?
— Me encantaría — Cash mintió, pues prefería el whisky.
— Por poco no se encuentra con una querida amiga mía , la señora Purdy. Hacia mucho tiempo que ella no venía a
Dallas.
El intentó sonreír, pero se preguntó qué había venido a hacer esa zorra allí.
— Nos encontramos cuando ella partía. Es una dama adorable. — Sólo esperaba que Dios no lo castigase por mentir
tan descaradamente.
— Verdad? Pobrecita, no tuvo suerte con los hombres: enviudó dos veces.
Deben haber muerto para librarse de ella, Cash pensó, pero solamente sonrió , solidariamente . En ese momento el té
fue servido.
— Sé como les gusta a los hombres el té. — La mujer guiñó un ojo y le agregó una dosis de whisky.
— Señora Pendigast, usted vivirá para siempre en mi corazón. — Después de un buen trago, Cash se sintió más
generoso con el mundo, inclusive con la señora Purdy.
La señora Pendigast continuó con la historia:
— Bonnie tuvo mala suerte con los maridos. A los dieciséis años se casó con un hombre mucho más viejo para huir de
su padre. Después Hans acabó muriendo en una pelea. El segundo fue muerto unas horas después del casamiento.
— Pobrecita — comentó Cash, pensando en la suerte que el hombre había tenido.
— Como él murió hace cuatro años, Bonnie podría buscarse otro marido. No entiendo por qué continua usando ropa de
viuda — La vieja dama comentó.
— Tal vez lo amó mucho.
— Puede ser... Ingenua como es, no debe haberse dado cuenta que él era un canalla . Por lo que supe , él no se
ocupaba mucho de ella.
Por lo que Cash se recordaba de Clint, a él le gustaba otro tipo de mujer. Debería haber estado borracho cuando dijo
"si " en el altar.
Después de un poco más de té y de conversación , él entró en el tema que lo había llevado hasta allí.
— Estimada señora, vine a traerle los papeles para el alquiler del terreno para el evento de boxeo.
l Ah, la pelea de boxeo , Si... Sabe que usted me gusta, verdad?
l Algo en el comentario de la mujer lo hizo desconfiar .
— Y usted me gusta, señora.
— Es por eso que todo esto se me hace más difícil... — ella comentó. Cash presentía que sería derrotado por una
anciana.
— Hay algún problema? Pensé que habíamos resuelto todo.
— Vea , Bonnie me explicó todo sobre la pelea de boxeo... me dijo que sería sangrienta.
— Pero los hombres van a usar guantes de boxeo . No creo que vaya haber mucha sangre ....
— No fue eso lo que Bonnie me dijo . Ella vino aquí especialmente para explicarme como ese evento perjudicaría a la
ciudad.
Dios ... por qué no había ahorcado a esa viuda en vez de ayudarla.
— No será posible que ella esté exagerando los hechos por alguna razón personal ?
— Está diciendo que la presidente de las Damas de la Estrella Solitaria es mentirosa o manipuladora ? — La anciana lo
miró . — Yo misma soy miembro de ese club .
l No lo sabía. — Desanimado, Cash se reclinó en la silla, con los documentos en las manos. Esa viudita no era tan
ingenua después de todo . Hasta podría ser una excelente jugadora de póker.
l — Señora Pendigast, piense en todas las personas que vendrán a la ciudad y en las ganancias y prosperidad que
podría traer a los habitantes.
— Mujeres que venden sexo , carteristas y apostadores , según Bonnie. Y ella debe tener razón . Pensándolo bien, el
boxeo no es un deporte apropiado para que una dama de la Estrella Solitaria, como yo , apoye.
— Pensé que teníamos un acuerdo. No tengo ningún otro lugar disponible para este evento — reclamó Cash.
Ella se encogió de hombros y volvió a tomar té.
— Lo siento mucho , pero después de hablar con Bonnie, no puedo cederle mi terreno.
Cash argumentó, pidió, imploró, se rebajó pero , finalmente, salió de la casa sin el contrato firmado.

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En ese tiempo, Bonnie, ya estaba de vuelta en el hotel, observaba su reflejo en el espejo, acordándose de las palabras
de McCalley. Aunque él no le simpatizaba , su comentario la había amargado. Cómo había podido pensar que ella era
una mujer de mediana edad ?
Comenzó a verse a través de los ojos de él. El cabello oscuro estaba sujeto tan firmemente que le estiraba
anormalmente la piel de la cara. El vestido negro, además de estar fuera moda, estaba descolorido. Parecía mismo
una bibliotecaria tímida. Pero esa apariencia había sido elegida justamente para protegerla de hombres como Clint
Purdy. Y , aun así, su orgullo había quedado herido por las palabras de McCalley.
Nunca se había considerado bonita, por eso no perdía tiempo con la ropa y su apariencia. Observándose ahora, un
poco de vanidad surgió en Bonnie . Jamás sería como Fifi, pero tampoco era una mujer para descartar.
Qué mal le haría probar un nuevo peinado? Llamó a la recepción y pidió algunos pertrechos. Después de lavar sus
cabellos, comenzó a enroscarlos, marcando bucles.
Mientras se arreglaba, oyó pasos en el corredor, la puerta al lado fue abierta y cerrada con violencia. En seguida,
escuchó a Cash McCalley caminando impacientemente por el cuarto, soltando una serie de improperios. Parecía estar
furioso.
Bonnie sonrió . La señora Pendigast había cumplido con lo prometido, y el gusano no estaba acostumbrado a que una
mujer contrariase su voluntad contrariadas . Se merecía eso, pues, además de insultarla, había hecho que se
comportase como una niña tonta, balbuceando y tropezándose. Respiró profundamente y se acordó de la colonia que
él usaba . No había notado lo grande y fuerte que Cash era hasta que la había sujetado por la cintura para colocarla en
el carruaje.
Después algunos minutos más de insultos , Bonnie oyó ruido de agua. El debía estar lavándose para calmarse. Se
imaginó como se vería sin camisa. Se ruborizó con ese pensamiento. Por poco no sacó el pañuelo de la cerradura para
espiar , pero se contuvo, horrorizada con ese comportamiento. Oyó cuando él dejaba el cuarto. Probablemente iría a
alguna taberna, quizás a encontrarse con Fifi. Esa idea la irritó y se sintió molesta .
Terminando de arreglar su cabello , se estudió en el espejo. El cabello caía en bucles , amarrado con una cinta a modo
de vincha . Se sintió un tanto infantil , pero por lo menos ahora parecía más joven. Satisfecha con su nueva apariencia,
bajó para cenar.
En el restaurante, vio Cash. siguiendo al camarero , intentó pasar rápidamente por al lado de la mesa de él, pero Cash
se levantó, le bloqueó el camino , y la sujetó por la muñeca.
— Qué bueno que vayas a unirte a mí para la cena, Bonnie — él dijo sin sonreír.
— Estoy viendo unas mis amigas allá en el fondo. — Bonnie intentó se libertar. — Estoy segura que me han reservado
un lugar para mí . Suélteme, canalla.
Cash se dio vuelta , asintió y le sonrió a las damas. Todas le sonrieron en respuesta , suspirando.
— Viste ? Ellas a consideran que tienes mucha suerte de poder cena conmigo, entonces siéntate . Ya .
El camarero los miró y después le preguntó a Bonnie si todo estaba bien.
El salón estaba repleto y todos parecían observarlos. Ella no quería causar un escándalo. Una cosa era luchar por una
causa justa, otra manchar su reputación.
— Si, todo está bien — respondió al camarero .
l Me alegra que pienses así. — Cash sonrió con malicia. Corrió la silla y , después de un momento de vacilación, Bonnie
se sentó.
CAPITULO 7
Cash la miró fijamente. — Te cambiaste el cabello! Te quedó muy bonito.
— Venía planeando hacer un cambio — ella argumentó.
Cash volvió a sentarse, colocó los codos en la mesa y se inclinó hacia ella, examinándola.
— Estás mucho mejor — dijo con aprobación.
— Si hubiese sabido que le iba a gustar , no me lo habría cambiado.
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— Intratable, pero valiente . Bonita, también . Si , señora Purdy, creo que te he subestimado .
— Es lo que las personas suelen hacer, tal vez porque soy menuda y baja.
— Noté tu figura delicada cuando te levanté .
l No me siento muy cómoda discutiendo asuntos tan personales. —Bonnie se ruborizó .
— No quiso avergonzarla, señora Purdy. — él sonrió nuevamente. — Pero dado como está la situación me voy a tomar
la libertad de llamarte Bonnie, no te molesta?
— Si me molesta . Sólo Herbert tiene esa libertad.
— Ah, Ss. el vendedor de alimento para gallinas... — Con el ceño fruncido , Cash tomó el menú.
— Herbert es un caballero muy respetable, a diferencia de usted. Un día me casaré con él — Bonnie le informó.
— Sos vos quien saca los temas personales , Si quieres mi opinión , sos vos quien viene evitando eso hace mucho
tiempo. — Cash la miró , muy seguro de si.
— Y cómo sabe eso?
— Estuve informándome — Cash respondió con un guiño de ojo.
— Mi vida personal no es asunto suyo ! Por favor, vamos cambiar de tema . Bonnie tomó el menú.
— Bueno, vamos a hablar de la pelea de boxeo .
— No me refería a eso. Qué tal si hablamos del clima ?
— Clima ? — él se encogió de hombros . — Veamos, hace bastante calor allá afuera. Es un típico día de verano . Ahora
vamos a conversar sobre algo realmente importante.
— No creo que tengamos ningún asunto que discutir. — ella tomó la servilleta y se la colocó sobre su regazo.
— Esta tarde intentaste destruirme económicamente.
— No sé a que se refiere.
— No te hagas la inocente! No sabes mentir. Me refiero a la señora Pendigast. Le llenaste la cabeza en contra de mis
planes. Por favor, dime qué te hice para merecer eso...
Bonnie evitó la mirada de él, más oscura ahora, como una tormenta aproximándose.
— No tengo ningún interés en sus negocios, a pesar de que sospecho que son un poco, o mejor dicho , muy oscuros.
Usted me hace acordar a mi último marido.
— Ah! Entonces es eso...
Bonnie no quería haber revelado tanto sobre sí misma, levantó el menú y se escondió detrás de él.
— Clint era un encantador de serpientes , exactamente como usted , capaces de fascinar a una mujer y después
meterla en grandes problemas.
Cash se inclinó más y , bajando la voz, preguntó :
— Me consideras encantador y fascinante , entonces?
— Le estoy hablando de Clint .
— Bonnie me llamaste encantador y fascinante .
— No fue eso lo que quise decir. — Nerviosa, Bonnie se movió y miró a su alrededor , buscando al camarero . No veía
la hora de comer para poder marcharse de allí .
— Bonnie , me solidarizo con vos . Conocí a tu marido.
— No lo creo . — ella levantó a voz, y pensó en salir corriendo, pero las personas parecían estar observándolos.
— En verdad , presencié su muerte — Cash informó.
— No le creo. Yo estaba arriba , en el hotel , mirando por la ventana, y no lo vi allá.
Cash bajó todavía más la voz:
— Yo me encontraba en la taberna cuando él fue atrapado en flagrante. Una pelea empezó y algunos hombres
corrieron detrás de él por la calle . Yo los seguí para ver qué sucedía.
— Está acusando a Clint de robar en el juego? — Bonnie comenzó a levantarse , pero Cash le sujetó la mano .
— Sabes que tengo razón. Yo vi la pelea y vi a tu marido escapándose .
— Una pelea callejera ! Fue eso lo que lo mató ! — ella estaba lívida. — Mi primer marido también murió así.
— Bonnie , no fue la pelea lo que lo mató. Clint atravesó una calle corriendo y fue atropellado por un carro.
— Si no hubiese sido por la pelea, él no habría huido y no habría sido atropellado — ella declaró muy enrojecida .
— Lo lamento por vos , pero Purdy murió hace más de cuatro años y no era grande cosa como hombre . — Cash
levantó una ceja. — Me pareces demasiado inteligente como para haber caído a la seducción de él.
Bonnie se puso roja de rabia.
— Cómo te atreves? — se levantó y salió caminando velozmente con la cabeza erguida.
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Con certeza Cash lo había conocido. Cómo se arrepentía de haberse casado con ese jugador... había sido tan ingenua y
tan estúpida al creer que Clint la amaba, cuando, de hecho, él estaba detrás de... ella todavía usaba luto por lo que él
le había dicho momentos después del casamiento. Eso evitaba a aproximación de hombres indeseables. Después de
Clint, creía que ningún hombre podía amarla por ella misma. El único hombre que la había amado había sido su
hermano, Danny, y había su culpa que él hubiese muerto en una pelea de boxeo .
Subió al cuarto y pidió que le trajesen la cena. Ahora estaba mucho más determinada a detener la violencia promovida
por McCalley. El la hacía sentirse muy vulnerable, como se pudiese leerle el alma. Eso la llenaba de miedo y rabia.
Y por supuesto que las Damas de la Estrella Solitaria tenían otros asuntos importantes que resolver, pero el Estado do
Texas jamás sería civilizado mientras los hombres se reuniesen para asistir a peleas brutales. Con los padres y los
pastores protestando a su lado, ciertamente el proyecto de McCalley quedaría en la nada.
Después de estudiar las notas para el día siguiente, Bonnie se preparó para acostarse. Pero por algún motivo no
lograba dormir. Continuaba reviviendo el momento en que Cash la había sujetado por la cintura. Eso la hacía sentirse
muy frágil, y la hacía detestarlo todavía más,. Continuó rodando en la cama, intentando dormir, y sonrió al acordarse
da expresión de él al verla conducir el carruaje.
Oyó cuando McCalley entró en el cuarto, arrastrando los pies y cantando, estaba borracho. No era de sorprender. Ya
podía imaginar donde había pasado las últimas horas, y la cara de la rubia vino a su mente. No quería pensar en lo
que ellos podían haber hecho. Daba gracias a Dios porque Herbert fuese un hombre tan respetuoso. Estar con un
hombre sin mucha gracia era el precio que tenía que pagar por querer un prometido respetuoso, previsible y confiable.
Agudizó los oídos intentando escuchar algo más . Cash tropezó y
después cayó en la cama. Se lo Imaginó acostado, a medio desvestir. Su propia cama le pareció mucho mas grande y
más solitaria. Si, debía establecer una fecha de casamiento con Herbert. Haría eso... algún día.
Al día siguiente amaneció soleado. Bonnie tomó el desayuno , guardó una feta de tocino para Tom y , en seguida, se
vistió . Del cuarto de la lado solamente se escuchaban ronquidos. El sueño profundo de Cash, debido a su borrachera,
le daría una buena ventaja.
Antes de bajar, se observó en el espejo, examinando el vestido con una mirada crítico. No sería que su apariencia era
simplona y anticuada en vez de respetable ? Tal vez el vestido estuviese fuera de moda y un poco descolorido . De
cierta forma, el arrogante McCalley tenía razón , Clint había muerto hacia más de cuatro años y nadie podría condenarla
si se vistiese de gris claro o si abandonase el luto. Y con más razón porque solamente había estado casada con él por
pocas horas y ni siquiera habían compartido una cama; Clint había preferido ir a la taberna más cercana a jugar naipes
o para estar con otra mujer.
Canturreando, Bonnie dejó el cuarto, feliz de llevar una ventaja sobre Cash . Al que madruga, Dios lo ayuda . Había
mucho que planear para liderar centenas de personas en una marcha de protesta en la alcaldía.
CAPITULO 8
Cash se despertó con un gemido, rodando de la cama. Miró el reloj. Las cuatro . De la mañana o de la tarde? Estudió
la posición del sol por la ventana. Cuánto tiempo había dormido? Se acordaba vagamente de una partida de cartas, de
Fifi , del whisky. Mucho whisky. Había necesitado ahogar sus penas. Esa viudita lo estaba haciendo perder mucho
dinero, y a los hombres do Texas, mucha diversión. Lo que llamaban una mujer respetable siempre acababa siendo
una aguafiestas empeñada en terminar con la alegría de los hombres y empeñada en domesticarlos. No permitiría que
algo así le sucediese a él.
Notó su propio estado: a medio vestir y con la cabeza latiendo como si una tribu de indios le estuviese haciendo una
danza de guerra en el cerebro. Quería continuar durmiendo , pero el Consejo Deliberante se reuniría a las seis y debía
estar allá. Cuando consiguiese el permiso, la señora Bonnie Purdy y su grupo de mujeres respetable se tendrían que ir
a la mierda . Pronto el encuentro anual terminaría e ellas volverían a sus cocinas, al lugar de donde nunca deberían
haber salido, y la irritante señora Purdy retornaría a su biblioteca. No hay que dure cien años, Cash se dijo.
Con la cabeza latiendo, bajó al restaurante, atento a la presencia de esas mujeres. Afortunadamente ellas no se
encontraban allí . Pidió un jugo de tomate y siguió con un bife grande y huevos revueltos . Puso la cabeza entre sus
manos y gimió.
Consiguió tragar la comida, pero no estaba seguro de cómo le sentaría en el estomago. Llamó al camarero y le pidió:
— Joe, sé bueno y tráeme un whisky doble .
— Tal vez café sea mejor — el camarero sugirió .
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— Más tarde. Ahora, el whisky, por favor. — mirando a su alrededor , dijo: — No vi a ninguna señora de las Damas de
la Estrella Solitaria. Será posible que ya se hayan marchado del hotel?
— No creo. Ellas almorzaron aquí. — El muchacho se encogió de hombros y fue a buscar el whisky . Cuando volvió,
Cash lo tomó en un solo trago.
— Ah! — Saboreó la bebida y suspiró. Ya se estaba sintiendo mejor.
Hablaría en el Consejo, formado en su mayor parte por viejos amigos y compañeros de juego. Era seguro que le
darían el permiso. Los boxeadores ya debían estar preparándose para llegar a Dallas, armar los campamentos e iniciar
los entrenamientos.
No lograba parar de imaginarse el dinero que ganaría y comenzó a pensar en todos los detalles de la organización.
Se dio cuenta que no lograba concentrarse con todo ese ... barullo. Pero, qué sería ? Parecía que una multitud
entonaba himnos. Una procesión religiosa? Una acto patriota? Le preguntó al camarero si había alguna celebración
en la ciudad.
— No tengo la menor idea — respondió Joe.
Los cánticos se aproximaban, y , con un dolor de cabeza, era todavía más difícil para Cash aguantar los cantos
desafinados . Suspirando, se levantó , fue hacia el frente del hotel y siguió a los otros curiosos para ver qué sucedía.
— Qué pasa ? — él preguntó .
— No sé — respondió un hombre a su lado. — Parece un grupo de sacerdotes.
Entonces Cash vio que, en la línea del frente, algunos religiosos que ssotenían un enorme cartel que decía :
ASOCIACI?N PASTORAL DE DALLAS. EL PECADO DEBE SER EXPULSADO
Fue el turno del hombre de preguntar:
— Y las mujeres, qué están haciendo?
— Qué mujeres? — Cash se estiró para ver; la marcha era mayor de lo que había imaginado . Una fila de mujeres
determinadas, con los distintivos rojos, blancos y azules de las Damas de la Estrella Solitaria, marchaba detrás de los
pastores y los sacerdotes. Las Damas cargaban un cartel que decía:
POR UN TEXAS CIVILIZADO. CIVILIZACI?N O BARBARIE – DIGA NO A LA DEGRADACI?N HUMANA
El no sabía bien lo que a palabra "degradación " significaba. Parpadeó al reconocer a Bonnie Purdy en medio de la fila,
sujetando el cartel .
Cuando ella lo vio, lo saludó con una inclinación de cabeza.
— Sabía que era demasiado bueno como para ser verdad. Pensé que ya se habían ido — dijo, gimiendo al oír una
pequeña banda musical improvisada que pasaba, golpeando ollas, y las mujeres que cantaban:
— Marchamos por la paz ,marchamos por el bien , marchamos por amor nuestra comunidad...
— Esta es la mayor marcha que haya visto en esta ciudad — el hombre comentó. — A dónde estarán yendo?
Cash tuvo una terrible sospecha; parecía que iban en dirección a ... la alcaldía. Abriéndose camino entre la multitud,
intentó alcanzar la marcha . Esa perra maldita y las brujas de sus compañeras habían conseguido involucrar a las
iglesias y habían sumado muchas personas a su protesta. La viudita lo había pasado como alambre caído . Admítelo,
Cash . Si no estuviese tan furioso, tal vez admiraría su astucia. Podría ser una perfecta jugadora de póker, pero , por
lo visto, ella no jugaba ni al dominó . Debía alcanzarlos y confrontarlos antes que entrasen a la alcaldía, pero se hacía
difícil avanzar por entre la multitud.
Tenía que detener a esas malditas . Con la presencia de decenas de sacerdotes y centenas de mujeres virtuosas e
indignadas, el Consejo lo pensaría dos veces antes de aprobar cualquier cosa de naturaleza pecaminosa , aunque todos
los hombres del a ciudad estuviesen a favor.
Llegó a la primera línea de la marcha al mismo tiempo en que un grupo de periodistas hacía anotaciones en sus libretas.
La marcha se detuvo y un sacerdote gordo levantó las manos, pidiendo silencio.
— Como la señora Purdy dice, si Dios lo permite, hoy tendremos la oportunidad de salvar a Dallas de un evento brutal
y pecaminoso. Ahora, recemos y sigamos adelante para confrontar a los miembros del Consejo.
Cash pensó que podría enfrentar a las mujeres y a los religiosos , pero poner a Dios en el juego no le pareció muy
justo. Entró en el edificio de la alcaldía junto con Bonnie Purdy .
— Si fueses un verdadero caballero, estarías sujetado la puerta para que yo pase primero — ella dijo.
— Si no fuese tan caballero te cerraría la puerta en la cara se . Por qué vos , y ese grupo de locas , no vuelven a sus
cocinas en vez de amargarle la existencia a unis pocos hombres que sólo quieren diversión ?
— Sos un cerdo machista y chauvinista!
— No tengo la menor idea de lo esas palabras significan , sólo entendí lo de cerdo.
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l Eso es suficiente.
l
Las personas los apretaban contra la puerta y Cash tomó consciencia del cuerpo de Bonnie pegado al suyo . Por un
instante, olvidó a que ella era una tortura y tuvo que contener para no aprovechar el apretujón y pellizcarle las
nalgas redondeadas. Con certeza Bonnie Purdy armaría un escándalo y él se ligaría una docena de golpes con parasoles
femeninos .
Todos entraron a la alcaldía , la multitud todavía a cantando los himnos. Dentro del Consejo Deliberante , las sillas
pronto fueron ocupadas, y muchas personas tuvieron que quedarse de pie sujetando los carteles . El alcalde golpeó
el martillo, pidiendo silencio.
— Qué significa todo esto ?
Los sacerdotes hablaron al unísono:
— El pecado debe ser expulsado de esta ciudad !
— Amén ! — gritaron las damas.
— Compañeros! — clamó uno de los consejeros. — Nosotros, los texanos, siempre fuimos un poco indolentes y laxos en
cuanto al pecado...
— Estamos hablando de violencia descarnada de un ser humano contra otro ! — Bonnie bramó. — Si permitimos que
eso ocurra, lo que vendrá a continuación será Sodoma y Gomorra !
— Es una vergüenza exagerar de esa manera ! — Cash gritó, irritado. — Les recuerdo que el boxeo es un deporte
reglamentado, no es violencia descarnada — le aclaró al Consejo.
— Ese tipo de espectáculo, donde se legaliza la violencia, es perjudicial para la imagen de Dallas! — Bonnie gritó.
— Señora, Dallas no es precisamente una escuela de señoritas cristianas .
— Les pido que razonen — ella pidió, subiéndose a una silla para que todos pudiesen verla. — Queremos que personas
de otros estados compren casas y se muden a Dallas, para llevar una vida en familia y en paz. La época de juergas , de
peleas callejeras y hombres retrógrados como Cash McCalley ya pasó.
— Bravo ! — apoyaron las mujeres.
Cash pidió silencio y se aproximó a Bonnie.
— Gente , esta pelea atraerá a millares de espectadores y tal vez nuevos habitantes para Dallas . Ellos necesitarán
cuartos de hotel, comidas y un millón de cosas más .
El alcalde , amigo de Cash, quien también poseía un restaurante, concordó :
— EN eso él tiene razón.
Bonnie miró a su alrededor .
— Gente , ustedes pondrían la ganancia económica por encima de la mora l?
— Estás hablando con texanos. Qué crees ? — retrucó Cash.
El ministro metodista avanzó y dijo:
— Señores consejeros, debo recordarles que nosotros , los ministros, podemos influenciar el voto de los ciudadanos
decentes y devotos?
— Los jugadores y los pecadores también votan, y creo que somos mayoría — desafió Cash.
— Si, pero normalmente están demasiado borrachos como presentarse a votar — agregó Bonnie.
— Es verdad — él fue obligado a admitir.
Los periodistas anotaban el debate sin parar y la multitud volvió a cantar.
Los miembros del Consejo miraron a Cash; el alcalde se encogió de hombros , como si no pudiese hacer nada, y
golpeó el martillo una vez más . Los sacerdotes dejaron de cantar, pero las mujeres continuaban sacudiendo los
cartelones de protesta.
— Tal vez convenga organizar un comité para evaluar el problema — sugirió el alcalde .
— Ni pensarlo ! — protestó Bonnie. — Ya sabe lo que dicen, si quieres que algo quede en la nada, forma un comité.
Ustedes están queriendo ganar tiempo hasta nuestra partida.
El dolor de cabeza de Cash sólo empeoraba. Quería agarrar a esa mujer , ponerla sobre sus piernas y darle unas
buenas palmadas.
El alcalde parecía abrumado. Cash sabía que él planeaba comprar asientos en la primer fila y hasta hacer alguna
apuesta.
— Señor McCalley, tendremos que hacer una votación.
Las mujeres y los religiosos celebraron.
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— Espere un minuto! — él rugió. — Ustedes saben que hay más pecadores que gente religiosa en Dallas y que ellos
quieren ver una buena pelea de boxeo !
— Piensen antes de votar — Bonnie previno a los miembros del Consejo —, piensen en el futuro de Dallas y en las
próximas generaciones.
— Mierda , cómo es posible que una simple pelea de boxeo puede afectar a futuras generaciones? — Cash
argumentó.
— Embriaguez, adicción al juego , violencia y promiscuidad. — ella levantó la voz. — Realmente quieren promover
ese tipo de comportamiento en sus esposas e hijos? Dallas é ese tipo de ciudad?
— No! — gritaron las Damas.
— En Texas, siempre hubo alcohol , juego y peleas. Por qué cambiar ahora? — él tentaba hacerse oír por encima de los
gritos.
— Señores consejeros, tendrán que darle explicaciones a sus esposas si votan a favor. Además, algunas de ellas están
aquí presentes — amenazó Bonnie.
Cash gimió al percibir las expresiones en la cara de algunos consejeros. La simples idea de tener que enfrentar a sus
esposas los amedrentaba.
— Una buena pelea de boxeo , eso es Texas! Ustedes son hombres , no ratas ! Recuerden a los héroes texanos , creen
que Crockett, Travis y Bowie se curvarían delante de su esposas? — Cash los desafió.
— Sin duda, si conociesen a mi mujer — uno de ellos murmuró.
—Si , recuerden a los héroes de Texas — pidió Bonnie, agitando una bandera de Texas. — esos hombres murieron para
que construyésemos un Estado libre de pecado!
— Miembros del consejo, no podrían postergar esta votación por algunos días? — Si Cash consiguiese librarse de las
Damas de la Estrella Solitaria, estaría a salvo, pues aún los sacerdotes y ministros , siendo texanos, apreciaban una
buena pelea.
— Voten ahora! Con el pueblo como testigo! — exigió Bonnie.
La multitud se animó y , en vano, el alcalde pedía silencio.
Finalmente , el Consejo votó contra la realización de la pelea, y los consejeros dejaron el edificio cabizbajos.

CAPITULO 9
Cash estaba tan perplejo que no lograba sacar los ojos de la viudita mientras los periodistas se aproximaban,
preguntándole qué haría a continuación.
— Esta no es la única ciudad de Texas — Cash declaró. — Encontraré otro lugar para realizar la pelea . Son los hombres
quienes mandan y gobiernan este Estado, y eso no va a cambiar ahora. — En seguida, salió de la alcaldía con pasos
largos y furiosos.
Maldita Bonnie Purdy! Era casi tan astuta como él. Tal vez cuando la conferencia se acabase y las mujeres volviesen a
sus ciudades, podría pedirle al consejo que reconsiderase la decisión .Si eso no funcionaba , no estaba muy seguro
sobre como actuar. Todavía había mucho que hacer para organizar el espectáculo .
Lo peor de todo fue ser derrotado por una mujercita de la altura de una niña.
Bonnie estaba satisfecha al dejar la asamblea. Había logrado evitar la pelea de boxeo que amenazaba con corromper
Dallas, a pesar de que se sentía obligada a aceptar que no se trataba de una ciudad tan inocente . De cualquier forma,
impediría que jóvenes como Danny muriesen por causa de peleas sangrientas. La conferencia de las Damas pronto
terminaría, pero ella decidió permanecer algunos días más para asegurarse que ese canalla no influenciaría a los
miembros do consejo de volver atrás en su decisión .
Anochecía, pero , aún así, fue hasta la estación. Casi se chocó con Cash, quien salía de allá.
1

— Señor McCalley. Está partiendo de la ciudad ?
— No, pero puedes darme la alegría de decirme que sos vos quien se va ? En ese instante, el gato apareció maullando.
— Ey! , Tom, te traje comidita. Ven con mamá!
— Ese gato es mío ! — exclamó él. — Y su nombre es John L.
— Claro que no es suyo , él está abandonado y yo lo llamo Tom. — Aproximándose, Bonnie dejó un pedazo de carne
cerca del vagón. — Pretendo amansarlo y llevarlo conmigo cuando vuelva a mi casa.
— Soy yo quien lo alimenta, y entérate que John L. no puede ser domesticado. El es andariego y libre.
— Eso lo veremos. Creo que a Tom le va a encantar estar acostado delante de una chimenea con mi gatita Spottie.
— Mariconadas ! — él bufó y comenzó a marcharse de la plataforma. — Este gato es texano, y los machos texanos no
pueden ser domados!
Bonnie estaba furiosa al verlo montar su caballo gris y partir. Sería que él tenía algún otro motivo para estar en la
estación? Se dirigió al muchacho del telégrafo y le preguntó :
— El señor McCalley estuvo aquí ?
— Acabó de llevarse un telegrama.
— De quién ?
— Del alcalde de El Paso.
— Podrías decirme qué estaba escrito? — preguntó , abriendo la cartera.
— No puedo, está prohibido.
Bonnie reflexionó . El soborno era ilegal e indigno, pero tratándose de un vilano como McCalley, tendría que hacer
cosas que normalmente no haría.
— Sería de mucho valor para mí . El muchacho vaciló, mirando a su alrededor .
— Creo que no habrá problema. — él tomó el dinero. — Era una respuesta del alcalde , diciendo que aceptaba que la
pelea de boxeo se realice allá.
— Y cuándo McCalley va a partir?
— Mañana a la tarde. El tren sale a las cuatro.
Bonnie sonrió . La conferencia terminaría al mediodía, pero la batalla no sería perdida.
— Quiero comprar un pasaje.
— Se va a con Cash? — él preguntó sorprendido .
— Ah, toma una monedita más . Es para que no le cuentes al señor McCalley que voy a El Paso. Quiero darle una
sorpresa. Oh! También debo enviar unos telegramas. — Bonnie tomó una pluma. — Tal vez vaya estar afuera por
algunos días. Podrías alimentar a ese gato por mí ? Te voy a dejar dinero ...
— Es el gato de Cash. El siempre le trae comida — el muchacho le informó.
— Si fuese de él, el señor McCalley se lo llevaría a su casa — Bonnie retrucó, molesta, y continuó escribiendo a la
sede de las Damas de la Estrella Solitaria y a la Asociación religiosa de El Paso. Terminó los telegramas, compró el
pasaje y subió al carruaje para volver al hotel. Si McCalley creía que podría engañarla, apenas podía esperar lo que
estaba por venir.
La conferencia terminó al día siguiente con Bonnie alentando a las damas a sumarse al movimiento sufragista y de
defensa de los derechos femeninos, lo que causó cierto tumulto, las Damas consideraban que ella era un tanto liberal.
También le pidió a las mujeres de la ciudad continuasen alerta, en caso que McCalley intentase realizar la pelea de
boxeo allí después de la partida de las demás. Después subió a su cuarto para preparar el equipaje .
Se encontró con Cash en el corredor. El parecía confundido y le preguntó :
— Estás buscando a alguien ?
— No... creo que ella ya partió. — Bonnie intentó despistarlo , pues no deseaba que él supiese que ese cuarto era suyo.
— La conferencia ya se acabó ? — él sonrió contento .
— Si, pero no pienses que bajaremos los brazos . Algunas Damas continuarán aquí.
— Estoy seguro de eso. No te preocupe, Bonnie , aprendí mi lección .
Si ese sujeto sospechase que ella sabía sobre la situación en El Paso... Iba atener que evitarlo durante el viaje,
entonces la sorpresa sería todavía mas grande al llegar allá.
En la recepción, informó que se ausentaría durante algunos días, pero que deseaba continuar en la misma suite
cuando retornase.
— Esa suite normalmente pertenece al señor McCalley. El siempre lleva...
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Gentry georgina la viudita

  • 1. Georgina Gentry 1 LA VIUDITA To Wed a Texan Argumento UNA PELEA DE BOXEO ... DONDE HAY QUE ENFRENTAR MUJERES Cash McCalley estará hecho en la vida si consigue organizar y promover una pelea de boxeo en Dallas, Texas. El evento ciertamente será un éxito . Sólo que Cash no contaba con la oposición de las mujeres texanas, y una de ellas en particular. UNA DAMA UN POCO ANTICUADA Y REMILGADA ... PERO CON COJONES BIEN PUESTOS Primero, la atrevida invadió su cuarto en el hotel, y ahora está liderando un movimiento en contra de la organización del evento deportivo . Si la señorita Purdy dejase de usar ese rodete anticuado de bibliotecaria y se mostrase razonable , él no tendría problema en “hacerle el favor” y seducirla... Bonnie O'Neal Purdy ya conoce a tipos de la calaña de Cash McCalley . Y los conoce por experiencia propia, pues llegó a cometer el terrible error de casarse con uno de ellos! Pero ahora, como presidente de la Asociación de Damas en Pro de la Decencia y el Decoro, es su deber contribuir para el bien de la sociedad y de la humanidad, y desbaratar el plan de ese degenerado que quiere ganar dinero a costa de la violencia. Cash puede llegar a creer que conseguirá conquistarla con sus encantos, pero él no tiene ni idea de con quien se está metiendo... Una comedia romántica repleta de aventuras y provocaciones . Romántica, sexy y cargada de humor una novela para leer más de una vez. "UN romance repleto de diálogos picantes y personajes divertidos." - Romantic Times
  • 2. CAPITULO 1 Hotel Cattlemen, Dallas, Texas, principio del verano de 1895 1 Aquella tarde, Bonnie O’Neal Schwartz Purdy estaba de excelente humor al presentarse a la recepción del hotel. Desgraciadamente, eso pronto cambiaría. — Mi apartamento está listo? — preguntó apoyándose en el mostrador, incómoda con el calor que sentía con el vestido negro, lista para firmar o libro de registros. — Señora Purdy, es raro verla en Dallas. Cómo está la ciudad de Shot Gun? — El pobre hombre sudaba y ella casi no lograba oírlo con el barullo en el hotel. — Muy bien, gracias — ella asintió sonriendo, cansada después del largo viaje en tren . — Parece que tendremos un buen número de personas para nuestra conferencia. — Y ese es el problema. — El recepcionista tomó un pañuelo para secar su frente. — Hay muchas damas y mucha confusión. Bonnie parpadeó , la notando incomodidad del hombre. — Hay algún problema? Reservé una suite. — Yo ... bien... No logro encontrar su reserva y el hotel está repleto. - Qué? Pero yo hice mi reserva hace semanas! Debe haber una suite para la presidente de la liga de Damas de la Estrella Solitaria por la Decencia y por el Decoro. — Tal vez en algún otro hotel... — él se secó la frente una vez más . — No , no traslade los problemas — ella lo interrumpió, cansada y un poco impaciente. — Yo hice la reserva acá .Ahora, resuelva este inconveniente. — Comprendo, señora. — El hombre se secó de nuevo el rostro, bastante nervioso. Bonnie podría hacer que ese sujeto fuese despedido, pero tal vez tuviese familia y precisase ese empleo. Suspiró y bajó el tono de voz: — Con certeza debe haber algún otro cuarto reservado. No soy exigente y puedo conformarme sin la suite. — No sé... — Sabía que podría ser despedido por ese error, pero , de repente, una idea se le ocurrió al verificar o libro. — Pensándolo bien, sería posible ofrecerle media suite. — Media? — Hay un caballero que ocupa una suite permanentemente, pero él está fuera de la ciudad y podríamos ofrecerle uno de sus dos cuartos . Bonnie pensó por un instante. Parecía una buena salida y no le gustaría que el pobre empleado se metiese en apuros. — Hay una puerta comunicante entre ellos? Existe la posibilidad que ese caballero retorne sin avisar? — No, no — el recepcionista aseguró. — Además, usted tendrá la única llave de la puerta comunicante. Bonnie vaciló. Podría armar un gran escándalo y conseguir otro cuarto, si quisiese, pero solía ser una mujer razonable. — Realmente es todo lo que puede ofrecerme? El comenzó a disculparse de nuevo, entregándole la llave. Bonnie estaba un poco incómoda con la idea , pero parecía no haber otra alternativa. De hecho no le gustaría tener que recorrer toda la ciudad en busca de otro cuarto. — Muy bien , entonces, quedamos así. — Lleva el equipaje de la señora Purdy al 203B. — Mientras ella firmaba el libro, el recepcionista llamó el mensajero. — Si, pero el señor Cash, la suite... — el muchacho mexicano demostró sorpresa. — Es de la señora Purdy ahora — el recepcionista lo interrumpió bruscamente. Bonnie se dio notó el intercambio de miradas entre los dos, pero no era problema suyo. — A propósito, me gustaría tener el servicio de cuarto todos los días. — Ese era uno de sus pocos lujos. Miró a su alrededor y decidió cenar antes de retirarse. Le entregó la llave y la propina al muchacho . — Estaré en el restaurante en caso alguien del club me busque. Puedes devolverme la llave allá. El muchacho sonrió al ver el valor de la propina y se tocó la gorra, saludándola, antes de dirigirse a las escaleras. Bonnie se dio vuelta , sujetando el borde de su falda, y fue hacia el restaurante repleto. Llegando allá, se decidió por una ensalada liviana y un té , pues ya había comido un bife en el tren.
  • 3. 1 Cash McCalley entró con pasos largos al hotel, fumando y sonriendo al aproximarse a la recepción. El lugar estaba lleno de mujeres, pero no del tipo que calientan la sangre ; estas parecían respetables y reprimidas puritanas, aunque pensándolo que podría llegar a corromper a alguna de ellas si quisiese. Pero Fifi pronto llegaría a la ciudad y ella, si que sabía calentar a un hombre. - Hola, Earl. La suite de siempre, por favor — dijo con acento texano arrastrado. El recepcionista, muy pálido, se pasó la mano por la boca. — Cash... Pensamos que estabas fuera de la ciudad ... — Estaba, pero ya volví . — Cash sonrió . — Acabo de volver de la Costa este, donde logré cerrar un excelente negocio. — Qué bien. Tal vez ahora te sea posible... pagar los aranceles atrasados. Cash exhibió su sonrisa más simpática. — Rayos, Earl, sabes que voy a pagar. Cuando el negocio se concrete , saldaré todas las deudas. — Creo que el gerente... — Earl se mordía el labio inferior. — Qué te parecería una pelea de boxeo aquí en Dallas? — Cómo? Cash frotó las manos excitadamente y parpadeó . — Sólo debo contárselo a una persona. La novedad estará en los periódicos mañana. Escucha. Arreglé una pelea entre el campeón Jim Corbett y el promisorio Bob Fitzsimmons. — El campeón no era John L. Sullivan? — preguntó Earl. — Lo era, pero fue derrotado por Corbett algún tiempo atrás. Vendrán un montón de hombres a Dallas para asistir a esa pelea, y yo, como empresario organizador , voy a ganar una montaña de dinero. — Y entonces vas a pagar las cuentas? — Por supuesto . Ahora , las llaves. — Cash, de repente, se sintió un tanto molesto. Había perdido todo el dinero que había ahorrado durante su vida en la crisis de recesión de 1893, pero ahora parecía que las cosas iban a mejorar. Comenzó a canturrear mientras firmaba el libro, tomó la llave y ya iba a subir cuando se detuvo y se dio vuelta . — Sólo me diste la llave del 203A. Earl tomó el pañuelo y secó su rostro pálido. — Bien , hay una gran conferencia de Damas en la ciudad... — Crees que no lo sé ? El tren estaba lleno de ellas. — Bien, tuve que darle tu otro cuarto a una de ellas. — Qué? — Cash giró, intentando controlar su carácter escocés. — Pero es mi suite permanente! Ella fue muy ... persistente, y tu cuenta está atrasada y vos te encontrabas fuera de la ciudad... - Voy a pagar cuando este negocio se concrete, Earl, y, como ves, ya estoy de vuelta! — Yo ... yo... pensé que no ibas a precisar el otro cuarto. — Siempre tengo una o dos muchachas conmigo, o no? El recepcionista se secó la cara una vez más . — Cash, sabes que si fuese por mí, te habría guardado el cuarto, pero con tu cuenta vencida y ella siendo una dama tan influyente... — Me estás ofendiendo! Cash McCalley siempre paga sus cuentas. Sólo estoy un poco desorganizado. La señorita Fifi LaFemme debe llegar mañana a la ciudad. — La bailarina de can can ? — Earl, muy interesado, preguntó . Cash asintió sonriendo. Mentalmente, ya veía a Fifi levantando la pierna y mostrando las medias caladas y... — Exacto. Pensé si no sería conveniente tener los cuartos intercomunicados. — Lo siento mucho , Cash. — Está bien . Esas mojigatas partirán en pocos días. — Entregando una moneda al muchacho mexicano, le pidió que llevase el equipaje arriba y le avisó que, si lo buscasen, estaría en el bar y , luego, en el restaurante. Estaba de tan buen humor con el éxito del negocio que nada lo aborrecería. Después de dos medidas de whisky, se sintió mejor todavía y fue hacia el restaurante. Pero parado en la puerta, su humor comenzó a cambiar. — Joe, quiénes son todas esas mujeres? — le preguntó al camarero . — Parecen cacarear como gallinas. — Que bueno tenerte de vuelta, Cash. — El camarero sonrió . — Está muy lleno hoy , parece que vas a tener que esperar o compartir una mesa. — Qué? No quiero compartir una mesa — Cash gruñó . — A menos que se trate de una bella señorita, pero , por el que veo, estas son las mujeres más púdicas y mojigatas que vé en mi vida.
  • 4. 1 l Son las Damas de la Estrella Solitaria por la Decencia y el Decoro — Joe susurró. — Es una conferencia anual. Si quieres compartir la mesa, l creo que puedo acomodarte inmediatamente. — Estoy intentando decidir si tengo tanta hambre . Diablos, si tengo mucha hambre . — Hay una señora sentada sola, cerca de esa ventana. Puedo preguntarle si le molestaría compartir la mesa. — El camarero señaló a una de las mesas. Cash siguió el gesto con la mirada y no le gustó lo que vio. La pequeña dama debía estar cerca de los treinta años y usaba vestido y sombrero negros un tanto desaliñados. Se trataba de una viuda, y , ciertamente, muy modesta. A pesar de que esa imagen lo había desanimado , Cash decidió que sentía suficiente hambre como para soportar la compañía por poco tiempo. — Ve. El camarero fue hasta la señora y se inclinó para hablar. Ella frunció el ceño al oír la pregunta, observando Cash con desagrado. Cash se sacó el sombrero de vaquero y le ofreció su sonrisa más cautivante. ella pareció vacilar. Tenía grandes ojos, pero los labios apretados mostraban desaprobación, y el cabello, debajo del sombrero negro, estaba sujeto en un rodete severo. Una vez más , él sonrió e intentó ser encantador . La mujer le dijo algo al camarero y frunció las cejas de nuevo. Seguramente no lo hallaba tan atractivo . Y eso hirió su orgullo, pues nunca se había encontrado con una mujer que no cediese a sus encantos. El camarero volvió. — La señora Purdy está un poco dudosa, pero yo le aseguré que sos un perfecto caballero. — Tiene miedo que sea un conquistador oportunista? — su voz se elevó con indignación. — Cash, baja la voz, ella puede escucharte y cambiar de idea - Bueno vamos de una vez . — Cash respiró profundamente y siguió al camarero . CAPITULO 2 Al verlo aproximarse , Bonnie ya se arrepentía. El alto y musculoso texano era justo el tipo de hombre que ella siempre había evitado . Era demasiado guapo y usaba un sombrero llamativo. Probablemente era un jugador vicioso como su segundo marido. Al aproximarse , Cash se curvó e hizo un amplio gesto con el sombrero. — Señora, muy agradecido por su generosidad. No suelo encontrarme con damas tan ... — Sólo siéntese. No soy el tipo de mujer que se derrite con elogios. — Bonnie señaló la silla delante de sí. Desde su lugar lograba sentir el aroma de la colonia de él. Intentó desviar la mirada, pues había algo peligroso en los ojos grises que la observaban por debajo de esa masa de cabellos oscuros. — Una dama como usted siempre debe ser elogiada. — Cash se sentó y colocó la servilleta en su regazo. — Cash McCalley. Su voz se parecía a la de un barítono, pero con acento texano. — Cash no es un nombre, señor. — En verdad , mi nombre de bautismo es Jack. Y el suyo ? — Señora Purdy — ella respondió y comenzó a comer la ensalada más rápidamente, deseando librarse de esa compañía. El suspiró e hizo su pedido: bife, papas y pan. La charla continua de las mujeres en el salón los envolvía y Cash volvió su atención a Bonnie. — Lindo día, no? Ella simplemente asintió con la cabeza y tomó una galleta. Pobrecita, no debía tener mucho dinero, sino no estaría vestida de esa forma y no comería solamente una magra ensalada. Cash se solidarizó con su condición, pero no se atrevió a ofrecerle una cena decente , pues una dama respetable jamás permitiría que un extraño hiciese una cosa así . — Acabo de volver de un viaje a la Costa este. Y usted ? — Cash preguntó para romper el silencio. — Soy bibliotecaria — Bonnie afirmó sin levantar la vista . — Estoy aquí para asistir a una conferencia.
  • 5. 1 — Verdad ? Qué interesante!. — Era obvio que no era nada interesante. La señora Purdy parecía una bibliotecaria, altanera y excesivamente respetable, aunque cuando levantó la mirada, él se encontró con sorprendentes ojos azules. Jamás había estado en una biblioteca, ni sabía cual era el trabajo de una bibliotecaria, si bien que ahora se acordaba de haber seducido a una o dos. El silencio era hostil y Cash agradeció cuando el camarero volvió con su pedido. El bife era grande. Cash respiró profundamente , sintiendo el aroma, y comenzó a comer. Colocó un pedazo en la boca y lo saboreó lentamente. Perfecto! Cuando abrió los ojos, vio que la mujer lo miraba con censura . — Ese bife está tan crudo que si le vuelve a clavar el tenedor va a mugir — ella observó. — Me gusta así . — Cash se dio cuenta que ella miraba fijamente su plato. La pobre probablemente no podía pagar un bife y él no podía ofrecerle un pedazo del suyo. Sería un insulto. — Señor McCalley — ella bajó la voz y esa vez su tono era más melódico —, no creo que pueda comer todo eso. Podría darme las sobras? — Cómo ? — La pregunta lo sorprendió. — No quiero que piense que soy impertinente, pero estoy alimentando a un gato de la calle . — Las delicadas facciones se enrojecieron . Entonces ella no estaba pasando hambre . — Como no, señora. Le gustaría llevar papas también ? — No estoy segura que a los gatos les gusten las papas. — Bonnie pareció desorientada. El no quería avergonzar a la mujer. Sin duda ella comería el bife en el cuarto. — Voy a pedirle al camarero que embale papas y pan también , en caso que al gato le guste. — Cash había pensado en darle las sobras a un gato que venía alimentando en la estación de trenes , pero había bastante comida para la señora y también para John L. Por primera vez, Bonnie sonrió , pareciendo más atractiva de lo que Cash había considerado al principio. — Gracias, señor McCalley, es muy gentil. El notó que ella también tenía acento texano. — Purdy... — Cash reflexionó mientras comía. — Conocí a un Purdy. Clint Purdy. — No lo conozco. — Bonnie mantuvo los ojos fijos en el plato, deseando esconder su rostro de ese extraño. Clint Purdy. Se sentía avergonzada al recordar . Cómo había podido equivocarse tanto? — No imaginaba que fuese un apellido común — Cash insistió, observándola mientras comía. — El viejo Clint Purdy. Como buen jugador, Cash podía leer la cara de las personas y se dio cuenta cuando ella se puso roja y sus ojos se llenaron de lágrimas. Entonces la señora Purdy había sido engañada por ese canalla? Era extraño, pues ella no parecía ser el tipo e mujer que atraía a estafadores como Purdy. La mayoría de los jugadores prefería mujeres vanidosas y salvajes. — Dios! Debo irme ahora. — Bonnie miró el pequeño reloj colgando de su cuello. — No. — Cash llamó o camarero . — Llévate las sobras y divídelas en dos paquetes, si ? La señora Purdy y yo estamos alimentando gatos de la calle. Bonnie lo estudió con desconfianza. ?l no parecía ser del tipo que alimentase a nadie, excepto a las bailarinas de tabernas. — Es jugador, señor McCalley? — ella preguntó sin pensar. — Más bien soy un emprendedor. — Se inclinó un poco a silla y ya alcanzaba un cigarro del bolsillo del chaleco cuando recordó que estaba en presencia de una dama. Un emprendedor! Era un eufemismo para decir jugador, Bonnie pensó. Olió otra vez la cara colonia de él y se movió incómodamente en la silla. Había algo muy viril en ese hombre que la agitaba. En ese momento el camarero volvió con los dos paquetes. — Gracias — ella dijo y se levantó. Cash se puso de pie e hizo una reverencia. — Muy gentil de su parte compartir la mesa, señora Purdy. ?l era tan masculino y amenazador que una alarma sonó en su mente. Retrocedió un paso confundida . — Gracias por las sobras. — Pídale al camarero que le de un poco de manteca para las papas. — Creo que los gatos no comen papas — ella repitió. — Demonios , me olvidé . — Cash asintió y sonrió . Um tanto aturdida, Bonnie tomó su cartera y la comida y dejó el restaurante.
  • 6. El la siguió con la mirada. Qué mujer rara! Esperaba que al menos disfrutase el bife. Con su apariencia modesta , debía estar ahorrando hasta el último centavo para hospedarse en ese hotel. — Te gustó la cena, Cash? — preguntó el camarero presentándole la cuenta. - Excelente, Joe. Voy al bar a tomar un último trago y a fumar. Dile al portero que pida mi caballo en la caballeriza, si ? — él sonrió y firmó la cuenta, tomó el otra paquete de comida y salió. 1 Fuera del hotel, Bonnie esperaba el carruaje que el portero había pedido. — Precisa un conductor, señora? — el cochero preguntó . - Gracias, pero sé manejar los caballos. — sujetando el paquete con las sobras, permitió que él la ayudase a subir al carruaje y fue hacia a la estación. Dallas se estaba convirtiendo en una gran ciudad. Le gustaba Shot Gun, pero el deber la reclamaba y allí estaba ella. l Al día siguiente tendría inicio la conferencia de las Damas de la Estrella Solitaria y estaba determinada a ser la mejor presidente que el club jamás hubiese tenido . El texano encantador apareció en sus pensamientos. Parecía ser tan peligroso para las mujeres como un zorro en un gallinero, pero después de dos casamientos con canallas, no se iba a mezclar con ese tipo de hombre nuevamente , menos todavía , siendo texano. Esos eran los peores. La mayoría de los hombres se reiría de la idea de ir hasta la estación sólo para darle comida a un gato callejero , pero el jugador no había dicho que hacía eso ? Esperaba no volver a encontrárselo en el hotel. Bajó del carruaje y subió a la plataforma. El día casi estaba acabando y no había nadie allí. — Bichito — Bonnie llamó. — Gatito... Después de algunos minutos un gato anaranjado apareció detrás de un de los vagones estacionados y la observó con atención. — Ven acá, gatito. Tengo una cosa rica para vos. — él continuó mirando, sin moverse. — Oh, pobrecito, no voy a lastimarte . Ven . — Colocó la comida en el suelo y se apartó. Después de vacilar un poco más, el gato se aproximó y comenzó a devorar el bife. — Pobrecito, sabe que si confiases en mí, podría llevarte conmigo a casa? No te gustaría tener un hogar? El gato solamente continuaba comiendo mientras lo examinaba. Si al menos se dejase acariciar... Bonnie se aproximó un poco y él desapareció debajo del vagón . Ella suspiró. — Voy a dejaste en paz para que termines tu cena. Necesitas aprender a confiar en alguien o jamás tendrás un hogar. Volvió al carruaje, pero , antes de partir, miró al gato, que ya había vuelto a comer. Cuando se apeaba de regreso al hotel, ella vio que Cash salía. ?l sonrió y la saludó con el sombrero. Bonnie sintió el olor a whisky, se dio vuelta y vio cuando él montaba un garañón gris que el portero sujetaba. Ciertamente partía para una juerga en alguna taberna. Podía imaginarse lo que sucedía en un lugar de ese tipo. Alcohol , juego, prostitutas y todo el cotillón de una orgía . Se sintió avergonzada con sólo pensarlo. No es que supiese mucho al respecto. Su primero marido era un hombre de edad , no habían tenido mucha intimidad. Lo que él, en realidad , había necesitado era de una ama de casa. El segundo... bien , no le gustaba siquiera recordarlo ... cómo se había equivocado . Había amado a tres hombres en la vida y todos ya estaban muertos. Lágrimas surgieron en sus ojos Bonnie las secó . Debo dejar el pasado atrás. A la mañana siguiente, Bonnie se estaba vistiendo cuando el servicio de cuarto fue entregado . Llevó la bandeja a una mesa, se sirvió café mientras leía el periódico. La primera página casi hizo que derramase todo el café. Decía : EMPRESARIO TRAE BOX A DALLAS — Qué... Qué?!!! — ella parpadeó al continuar leyendo el artículo: El empresario y hombre conocido en la ciudad, Cash McCalley, acaba de volver de Nueva York con planes para promover una pelea de boxeo aquí en Dallas... Los tres hombres que Bonnie había amara habían sido muertos en peleas y ella sentía como algo muy personal impedir que otras mujeres sufriesen el dolor por el que ella había pasado . Golpeó la taza en la mesa con convicción.
  • 7. 1 — Sabía que era un canalla . Una pelea salvaje y sangrienta en Texas? Sobre mi cadáver! Cuando la gente respetable está intentando civilizar este estado? No habrá boxeo si las Damas de la Estrella Solitaria por la Decencia y por el Decoro lo pueden impedir ! Bonnie terminó de vestirse apresuradamente , se puso el mismo vestido negro y sujetó una mecha de cabellos que insistía en salir del rodete . Ya que estaba en Dallas, podría comprarse algo nuevo. Pero, para qué ? Los vestidos de viuda la protegían de hombres como Clint Purdy. El fallecido la hizo acordarse de Cash McCalley. Había cosas más importantes en ese momento que vestidos nuevos. Era sábado y , en menos de dos horas, estaría abriendo la sesión del encuentro anual de las Damas de la Estrella Solitaria. Estaba atemorizada por tener que presidir la reunión por primera vez; no quería meter la pata , pues había mucho en juego. Las mujeres respetables de Texas tenían mucho que hacer . Al tomar otra taza de café, pensó en el gatito de la estación. Tendría que ir hasta allá más tarde para alimentarlo. Con eso se acordó de los restos de bife y del atrevido de la noche anterior. Si hubiese sospechado de los planes de él, jamás habría permitido que se sentase a su mesa. Irritada, apretó los dientes y volvió a leer el periódico: El empresario local, Jack McCalley, más conocido en el mundo del deporte como Cash afirmó que el actual campeón Jim Corbett y su desafiante Bob Fitzsimmons firmaron un contrato para realizar un combate aquí en Dallas, con lugar y fecha todavía a ser anunciados. Dios, un mercenario ! Bonnie sabía que algo en él la había perturbado la noche anterior, pero pensaba que era su virilidad. Bien , esta pelea de boxeo seguramente formaría parte de las discusiones de la reunión de esa mañana. Si dependiese de ella y de las otras damas, no habría más hombres violentos en Texas, que ya tenía problemas suficientes. El Estado precisaba de menos brutos como Cash McCalley y de más de hombres decentes como Herbert Snodgrass, su prometido. ?l podía no ser tan alto ni tan guapo como ese gusano , pero era el hombre civilizado que toda mujer deseaba: estable y previsible como un reloj, pero , debía admitir, no muy excitante. Bonnie, deberías avergonzarte , ella reflexionó . Herbert es un hombre honrado, y ese otro probablemente le arrancaría las joyas a una dama mientras la estuviese besando. Y ella ni siquiera lo notaría. Dios! En qué estás pensando! Besos! Concéntrate en la conferencia. Las mujeres la habían elegido para traer civilización a Texas y no debes decepcionarlas. CAPITULO 3 Bonnie tomó su cartera y bajó al vestíbulo , lista para combatir la violencia y la barbarie . Abajo, encontró a Herbert. ?l hasta podría ser considerado agradable, sino fuese por la alarmante pérdida de cabellos y por sus modales excesivamente afrancesados . Y también por sus alergias perpetuas. — Herbert! — Bonnie exclamó sorprendida. — No esperaba encontrarte aquí. — Querida, estaba en la ciudad por la cuenta de "Mejor Pollito" y decidí pasar para apoyarte en tu primer día como presidente — él dijo, sonándose la nariz. Herbert era contador y vendedor de alimentos para gallinas en todo el Estado. Nada interesante, pero muy seguro. Mucho mejor y más respetable do que ser un empresario que promueve peleas de boxeo . — Qué gentil, pero debo irme — ella le informó, retirando las manos del asimiento de Herbert. — La sesión inaugural comienza en pocos minutos. — Qué tal si almorzamos juntos? — él carraspeó. Herbert siempre carraspeaba. — Debemos definir una fecha... — Hoy no, Herbert — lo interrumpió , mirando el reloj. — Hay mucho que hacer esta semana. — Pero vienes postergando esto hace tres años. — Nos encontraremos para el almuerzo, entonces. — Bonnie suspiró. Se dio vuelta para partir, pues estaba muy ocupada con los eventos del día. Todavía no sabía qué hacer con Herbert. El era un poco aburrido, pero también confiable. No un salvaje como Cash McCalley, que más se parecía con al gato callejero de la estación. — Buena suerte con la venta de "Mejor Pollito" — ella se despidió . Poco después se encontraba delante de una multitud en el salón de baile. Se quedó imaginando si esas elegantes damas sabían de su pasado modesto. Nerviosa, Bonnie tomó aliento e inició la sesión, golpeando el martillo. — Damas! Damas! Por favor, vamos a dar inicio a la ceremonia de apertura y a nuestro encuentro anual .
  • 8. 1 Bonnie y sus compañeras se sentaron y observaron las banderas de los Estados Unidos y del estado Texas ser llevadas al frente. Después de algunos minutos, ella volvió a hablar bajo una salva de aplausos. Hasta el momento todo parecía salir bien. — Damas, si leyeron los periódicos del día de hoy, sabrán que tenemos que enfrentar un desafío. Un murmullo recorrió el salón mientras que las mujeres que habían leído los periódicos le contaban a las demás sobre la noticia del día. Bonnie golpeó el martillo una vez más , pidiendo orden. — Creo que acabar con las peleas sangrientas dentro de nuestro Estado y con las apuestas que las acompañan debe ser uno de los objetivos de aquellas que luchan por la decencia y el decoro. — Apoyada! — muchas mujeres gritaron . Alentada por el apoyo, Bonnie se inflamó : — Un personaje nefasto llamado Cash McCalley planea organizar una pelea aquí en Dallas. ? Un absoluto ultraje! El asombro recorrió el salón y , cerca de Bonnie, la vice presidente, Ethel Wannamaker, comenzó a jadear y a oler sus sales. — Yo también estoy estupefacta e indignada ! — Bonnie concordó. - Señora presidente. — una ama de casa con un horrendo vestido rosa se levantó y preguntó : — Ayer a la noche usted no cenó con Cash McCalley? Oh , Dios! Ahí estaba la mala leche femenina. — Si. Acepté compartir la mesa con él, pues el salón estaba repleto. Pero en cuanto lo vi, me di cuenta que se trataba de un bellaco y... l Muy guapo — Ethel Wannamaker suspiró. l Oh , Dios! Ahí estaba la debilidad femenina. — Eso no lo noté — Bonnie retrucó, consciente de que mentía. — Y lo peor de todo , ese mercenario de la violencia es texano, nacido y criado aquí. l Esos son los mejores — otra mujer declaró. l Oh , Dios! Ahí estaba la tontera femenina. — No concuerdo — Bonnie rebatió. — Considero que es nuestro deber traer civilización a esta barbarie y transformar a los hombres texanos en maridos y padres respetables. l Sería muy divertido intentar domesticar a ese — Ethel le susurró y Bonnie se dio vuelta , azorada. l Oh , Dios! Por qué Ethel tenía que parecer tan ... tan... necesitada ... — Señora vice-presidente, te has desubicado , sugiero que te controles. Y que te concentres en nuestra misión. Por lo que leí en el periódico — Bonnie le dijo a la platea —, el señor McCalley planea encontrarse con los miembros del Consejo Deliberante de la ciudad para pedir apoyo a este proyecto. Creo que debemos unirnos y protestar, representando a los ciudadanos respetables de Texas. Las mujeres aplaudieron . Reconfortada por el apoyo, Bonnie prosiguió:—También debemos unirnos a los representantes de las iglesias para presionar al alcalde , y a los miembros del Consejo Deliberante . — En el periódico está escrito que el alcalde apoya la pelea — Informó una señora con un inmenso sombrero. — Lo veremos. Ahora, damas, vamos a repartirnos en grupos y discutir estrategias. Pero, primero, me gustaría proponer que después del almuerzo marchemos hasta la alcaldía para protestar. — Propuesta aceptada! — gritó la señora de vestido floreado. — Establecido eso, hay algo que deba ser discutido? Ethel levantó la mano y preguntó : - Podremos ver a Cash McCalley? — El tono esperanzado irritó a Bonnie. Oh Dios! Eso ya era tontera congénita. — No lo dudo — ella respondió. — Creo que todos los jugadores, los carteristas , los levantadores de apuestas, los dueños de tabernas y muchas más personas piensan en beneficiarse con este evento estarán presentes cuando manifestemos nuestra protesta. Las que estén a favor de una marcha hasta la alcaldía digan "si ". Se oyó un chillido de concordancia en el salón. — Algún no? Ninguno. Perfecto. — La moción fue aceptada. Nos reuniremos en el frente del hotel en una hora. Le pido a Ethel Wannamaker que se encuentre con los miembros de las iglesias locales esta misma mañana. Ahora vamos a repartirnos en grupos para discutir otros asuntos relativos a la mejoría de Texas. — Bonnie golpeó el martillo, cerrando la sesión, y retrocedió , satisfecha al ver que había sido aceptada por el grupo. Se dio vuelta hacia Ethel: — Por Dios, Ethel! Estabas intentando sabotearme ?
  • 9. 1 — No era mi intención, pero vi algo en ese Cash McCalley y... — Dejemos la cosa ahí — Bonnie la interrumpió , sintiéndose mal porque también se sentía atraída por ese bárbaro . — ?l es el enemigo. — Entonces quiero rendirme — Ethel suspiró. EN las horas siguientes, Bonnie circuló por los grupos, orientando los temas, muy segura de si misma después del apoyo inicial. Las mujeres, luego , se separaron para el almuerzo, y ella se acordó que debía encontrarse con su prometido. Al aproximarse a Herbert, sentado en una mesa do restaurante lleno, él se levantó e intentó besarla. — Herbert, por favor , estamos en público, no es apropiado — Bonnie dijo, eludiéndolo . — Pero estamos comprometidos. — Me imagino que si. — Te imaginas? Bonnie, qué te pasa ? — Disculpa, Herbert, tengo mucho en que pensar en este momento. Quiero ser la mejor presidente que el club jamás haya... — Está bien, estás bajo mucha presión, te entiendo. Cuando el camarero llegó para atenderlos, Bonnie pidió un gran bife , pero Herbert criticó su elección . Ella suspiró, pidiéndole que dejase de actuar de manera tan paternalista. Su prometido hizo su pedido de comida , tan insípido como él mismo: sopa de legumbres y budín de arroz. Mientras aguardaban la comida, Herbert discurrió sobre sus negocios, y Bonnie asentía sin oír. Cuando él hizo una pausa, ella preguntó : — Viste los periódicos de hoy? — Si, el precio de los granos subió y... — No. me refiero a la pelea que ese mercader de la violencia va a organizar. — Ah, eso... por lo que escuché del hombre, no es para nada una sorpresa . Bonnie colocó la servilleta en su regazo, pero, no pudiendo contenerse, preguntó : — Y qué escuchaste sobre él ? — Un escándalo. — Herbert carraspeó y sacó el pañuelo para sonarse la nariz. Para disimular su curiosidad personal, ella pidió detalles, en nombre de las damas de la Estrella Solitaria. Herbert no consideraba que desafiarlo fuese una buena idea, pues el hombre era famoso por su talento con los puños, con armas, con naipes y con mujeres. — Cómo ... con mujeres? — Bonnie se sentía como Ethel, pero no pudo evitarlo. — McCalley siempre ha sido visto en compañía de las más famosas bailarinas de las taberna . No logro entender qué le ven ellas a él . Bonnie tenía una vaga idea y suspiró al acordarse de Cash sentado delante suyo. Había algo peligroso y seductor en ese texano. Obviamente no para ella, una viuda respetable. — Además, dicen que él acompaña a Fifi LaFemme cuando ella está en la ciudad. — No la conozco. — Por supuesto , una dama jamás sabría de quien se trata. — Herbert sonrió de manera irritante. — La señorita LaFemme es una estrella del can can en la taberna Black Lace. Por lo menos es lo que oí decir. — Can can ? — Es un baile — Herbert vaciló. — Dicen que las muchachas usan unos vestidos cortos, levantan las piernas y se le puede ver la... — Herbert se ruborizó y no terminó la frase. — Dios! Qué más andan diciendo ? — Es conversación de hombres, nada apropiado para una dama. — Yo sólo quiero saber porque pensamos protestar contra esa pelea — ella alegó, cortando el suculento bife que acababa de ser servido. — Es un proyecto muy audaz, Bonnie. No creo que ustedes deban enfrentarse con McCalley. — Las mujeres lo consideran una excelente idea, además de estar haciéndole un bien al Estado. Herbert se rió. Su risa era aguda y desagradable. — No creo que muchos texanos concuerden. Pero, obviamente, yo estoy de tu lado. — Entonces irás con nosotras hasta la alcaldía? — ella preguntó . — Enfrentar a McCalley? — él se puso pálido y la mano rosada que sujetaba la cuchara tembló un poco.
  • 10. 1 — Habrá centenas de personas. No crees que él va a atacar a un grupo de mujeres, verdad? Ningún texano haría eso. — Esa historia de que los texanos son caballeros es un poco exagerada. — Claro que no. Afirmo que los texanos son los últimos verdaderos hombres en este mundo. Ellos pueden ser un poco indomables y brutos... — Un poco? — Su prometido se burló . De repente, Bonnie no se sintió a gusto con Herbert. Se acordó que él, después de todo , era un yanqui de Iowa, aún siendo un perfecto caballero. — Bien, si estás seguro que corro peligro, tal vez debas acompañarme — ella sugirió . — Yo ? — Herbert protestó. — Dicen que McCalley es peleador y, si me golpease la nariz... sabes de mis alergias. — Lo sé — Bonnie dijo y volvió a comer. — En vez de ocuparse de ese mercenario, ustedes deberían ocuparse de asuntos que realmente causan vergüenza, como mujeres que trabajan y las jóvenes que andan con faldas cortas en esas bicicletas. Se les puede ver los tobillos! ? Una afrenta! — No necesitas mirarlas, si no quieres. — Bonnie consideró mejor no mencionar que se había comprado una, a pesar de todavía no había aprendido a andar. Cash McCalley entró en el salón en ese momento. Al pasar por al lado de la mesa, la saludó . — Es un placer volver a verla, señora Purdy. — Volver a verla? — preguntó Herbert cuando el hombre se apartó. A pesar de no tener motivos para ocultar, Bonnie prefería no tener que contarle a su prometido. — Nada importante. Solamente compartimos la mesa de la cena. — Cómo? Mi prometida cenó con otro hombre, un mujeriego, y yo no debo enterarme ? — No sabía quién era él y el restaurante estaba lleno — ella se justificó . — Sería mejor cenar con un lobo o con un oso. — Oh, cállate , Herbert. — ella se limpió los labios e intentó no prestar atención a McCalley y a su mesa repleta de mujeres nada respetables. — Me hiciste callar? Una dama jamás haría eso, especialmente con su prometido. — Discúlpame . — Pensó en mandarlo al demonio , pero prefirió llamar al camarero y pedirle que envolviese las sobras para el gato. — Es un gato salvaje? — indagó Herbert. — Los animales salvajes son peligrosos. Prefiero peces dorados como mascotas. — Ah, si ? — ella dijo, distraída. — Domesticar animales salvajes siempre es un desafío interesante . Debo repasar mis notas. La sesión tendrá inicio pronto . Tengo que prepararme para dar esta pelea. — El camarero volvió con el paquete y ella se despidió : — Te veo en la marcha , Herbert. Al salir del restaurante, ella pasó por al lado de la mesa de Cash y notó su perfume. También se dio cuenta que las mujeres de la mesa parecían hipnotizadas. Cómo podían ser tan tontas? Cuando había entrado, Cash había visto que la viuda de la noche anterior estaba acompañada por un hombre un tanto ridículo . Mejor así. La señora Purdy definitivamente no era su tipo. Prefería a las mujeres más relajadas y mas pasionales. Sonrió al pensar en Fifi, una rubia llena de curvas, y se preguntó cómo le explicaría que el hotel había cedido su cuarto. Con un poco de persuasión, conseguiría que ella lo perdonase. Después de la reunión de la tarde con hombres de negocios de la ciudad, deseaba un poco de acción y diversión. Miró a su alrededor e intentó decidir cual de las damas escogería. Verdaderamente ninguna de ellas era una dama. Entonces, se quedaría con las dos. Cash estaba muy animado con la reunión, el alcalde ya había asegurado que nadie se opondría ala pelea de boxeo en virtud del dinero que el evento traería a los negocios de la ciudad. Hasta lograría convencer a la señora Pendigast de alquilar un terreno al norte de la ciudad para ser la cede del combate. Tal vez ese fuese el único pedazo de tierra apropiado para el evento, pues era lo suficientemente grande como para albergar una arena. Había mucho dinero en juego y la ciudad de Dallas también se beneficiaría. El único problema en ese momento era decidir entre una rubia o una morena. Tal vez debería ir a la cama con las dos . — Damas — dijo Cash después terminar el almuerzo y levantarse —, Tengo un importante encuentro de negocios en el centro da ciudad ahora. Más tarde pasaré por el taberna y podremos tomar algo. Al salir, convenció al camarero de firmar la cuenta otra vez. Se puso el sombrero y subió al garañón gris que lo esperaba. Si, Cash pensó, sería una tarde muy provechosa.
  • 11. 1 Bonnie necesitó algunos minutos para organizar a las mujeres, que más parecían un grupo de gallinas alborozadas. Herbert se unió a ellas, así como algunos maridos, pero ningún de ellos parecía muy contento. — Hablaste con los sacerdotes y ministros? — ella le preguntó a Ethel, quien todavía parecía estar en trance, después de encontrarse con McCalley y las mujeres en el restaurante. — Cómo? — Sacerdotes y ministros — Bonnie repitió con paciencia. — Ah, si! Vendrán en una hora, pero prometieron que participarán. — Perfecto. Vamos a la alcaldía. Damas! — Tuvo que levantar la voz. Después un momento, las mujeres se callaron . — La señora Wannamaker acaba de afirmar que los clérigos locales se van a unir a nuestra causa. — Maravilloso ! — Las mujeres celebraron . Bonnie no estaba segura si ellas sabían realmente lo que festejaban, pero estaban felices de poder formar parte de algo excitante, de tomar decisiones, para variar. — Damas! — Se subió a una tarima para hacerse ver mejor. — La alcaldía queda a apenas dos cuadras, vamos organizarnos en hileras y marchar hasta allá. — Si no podemos votar, cómo seremos oídas? — Una mujer quiso saber. — Una excelente pregunta. Tal vez más adelante debamos incluir a las sufragistas en nuestros proyectos. — Bonnie — Herbert susurró —, pareces una liberal. Ciertamente no estarás a favor del voto de las mujeres... — Y vos no? — sorprendida Bonnie se dio cuenta de que tal vez no conociese a Herbert tan bien. — Damas, esa es la respuesta. Las mujeres pueden influenciar a sus maridos, hijos y a sus hermanos a no votar a ningún político que atente contra la decencia. Se logramos tener el apoyo de las iglesias de esta región, y quizás de todo Texas, no habrá límites para lo que podemos conquistar. Vamos adelante ! Por sugestión de la señora Olsen, comenzaron a entonar himnos religiosos, a medida que avanzaban en dirección a la alcaldía. — Damas, síganme! Por un mundo civilizado y un Texas mejor! Los caballos se asustaban y hombres se paraban en medio de la calle, boquiabiertos. En la alcaldía, Cash ya había distribuyendo cigarros y whisky. Aparentemente, sería más fácil que robarle un caramelo a un niño ; después de todo , qué hombre no disfrutaba una buena pelea? El alcalde , los miembros del Consejo Deliberante estaban a favor de la pelea de boxeo y todo marchaba sobre rieles . Un miembro del secretariado preguntó: — Señor McCalley... — Cash, por favor. Estamos entre amigos — él lo interrumpió con una sonrisa cautivante. — Bien, Cash, no es ilegal promover una pelea de box en Texas? — Muchas cosas divertidas están prohibidas aquí. — él parpadeó y muchos comenzaron a reír. — Pero el alcalde está a favor y no tenemos ningún opositor. Un cántico desafinado llegó hasta ellos por las ventanas abiertas. — Diablos , alguien le pisó la cola a un gato? Los hombres dejaron de beber para prestar atención a lo que sucedía allá afuera. — Parece una peregrinación religiosa — dijo el alcalde . — De cualquier forma, es una distracción — reclamó Cash, levantándose para cerrar las ventanas. — Hay un grupo de mujeres viniendo en esta dirección, alcalde . Serán sufragistas? — Ellas de nuevo, no! No sé por qué diablos ellas insisten en tener derechos iguales a los masculinos — agregó el alcalde al mirar hacia afuera. Todos se levantaron para ver qué sucedía. — Parece un himno. Será que están anunciando alguna ceremonia religiosa? — sugirió Cash.
  • 12. 1 — Puede ser, pero están viniendo en esta dirección. — Y por qué? — Cash tomó un último trago de whisky, sintiéndose frustrado. Faltaba poco para que aceptasen y le diesen el apoyo financiero que precisaba. No podía financiar solo los costos del evento. — Y esos periodistas? — preguntó el señor Wannamaker, dueño de una gran ferretería . — Deben estar esperando algo suceda — dijo otro. Cash no sabía qué demonios estaba sucediendo, pero ciertamente no era problema suyo. Entonces se dio cuenta quien era el líder del grupo : la señora Purdy! Si esa puritana amargada estaba involucrada, nada bueno le sucedería a él o con cualquier otro hombre texano! Tres policías intentaron detener la entrada de las mujeres a la alcaldía, pero Bonnie los enfrentó : — Cómo se atreven? Somos ciudadanas que respetamos las leyes , pagamos impuestos y tenemos derecho a hablar con el alcalde ! — El está en una reunión con importantes hombres de negocios — le aclaró uno de los policías. — Sabemos de que se trata. — Vamos — pidió Herbert, sujetándola por el brazo. Un periodista salió del medio de la multitud para hablar con el policía . — Quiere decir que o alcalde no va a atender a las Damas de la Estrella Solitaria? Qué cree que nuestros lectores van a pensar de eso? El policía pareció reconsiderar la situación. Se secó el sudor y se encogió de hombros , señalando las escaleras. — Adelante , Damas! Vamos a enfrentar al demonio, pero somos fuertes! El bien triunfará! — incentivó Bonnie. Las mujeres subieron las escaleras y, en el segundo piso , Bonnie se detuvo confundida con la cantidad de puertas, pero pronto se orientó debido a un fuerte olor a humo de cigarros . Abrió la puerta y entró en la sala, seguida por sus compañeras. Los hombres las miraron un tanto temerosos, excepto Cash McCalley, quien parecía muy molesto. — Dónde está el alcalde ? — Bonnie exigió. Un hombre bajo y barbudo vaciló, pero después se presentó. — Damas, como pueden ver, estamos ocupados en una reunión. — Me puedo imaginar — Bonnie retrucó. — Siento el olor a cigarro y whisky desde aquí. — Whisky? — La señora Olsen empujó a las mujeres y encaró a uno de los hombres. — Elmer? Ah, ahí estás. Sabes lo que el médico dijo sobre tu hígado. Deberías estar atendiendo la tienda. Elmer suspiró, colocó la copa en la mesa y, resignadamente , dijo: — Si, querida . Estoy yendo. — Y salió con cara de pocos amigos . Unas dos o tres mujeres más descubrieron a sus maridos en la sala y ellos tuvieron que partir. Bonnie sonrió triunfalmente. El alcalde , quien parecía no saber qué decir, solamente miró al texano alto. Por su parte , Cash le dio una sonrisa encantadora a Bonnie. Aunque ella no se dejaría llevar como tantas otras mujeres, pues tenía experiencia con mercenarios canallas . Detrás de si lograba oír las mujeres suspirando, mientras él se movía. l Damas — Cash susurró al intentar besar la mano de Bonnie. — Saben que los hombres somos criaturas débiles cuando el asunto es el whisky. Para un texano, es como lecha materna. — No estamos aquí para hablar con usted . — Bonnie retiró la mano bruscamente. — Venimos a hablar con el alcalde , con los miembros del Consejo Deliberante sobre esa pelea brutal que pretende organizar en esta ciudad. Bonnie pensó haber oído un gemido, pero Cash pronto se recuperó. - Señores, vamos buscar sillas para estas damas, para que ellas puedan escuchar mi propuesta. Estoy seguro que después de escucharme, se mostrarán más razonables y volverán al hotel. — Deje de ser condescendiente y paternalista con nosotras — Bonnie rebatió, y las mujeres la apoyaron. l Mi estimada señora, se nota que es una bibliotecaria. Siendo un hombre simple , no creo tener certeza de conocer el significado de esas palabras , pero viniendo de usted, sólo puedo agradecerle — él afirmó sonriendo. — Damas, siéntense, por favor. Qué más podrían hacer? Ya habían traído las sillas. — Bien, dejemos que la señora hable y exponga por qué la pelea no puede llevarse a cabo . Después de todo , no hay nada que un texano disfrute más que una buena pelea. Bonnie se levantó, respirando profundamente. Era muy tímida, pero cuando la situación lo requería , sabía defender su punto de vista.
  • 13. 1 - Caballeros, piensen en la propuesta del señor McCalley. Si esa pelea se realiza, millares de hombres llegarán a la ciudad, jugadores, borrachos, apostadores , carteristas y estafadores . Mujeres .... de vida fácil invadirán las calles de Dallas, y mucho dinero será gastado en alcohol y apuestas. Es ese el tipo de ciudad que desean? Sodoma y Gomorra? l Notó una mirada esperanzada en los hombres, como si estuviesen imaginando la escena de degradación descripta por ella. Tal vez no había abordado el problema de la mejor manera. Cansada, pero no derrotada, Bonnie se sentó . — Dios , no podría haberlo explicado de mejor! Creo que está de nuestro lado! — declaró Cash. — Ni pensarlo ! — replicó Bonnie. El se frotó las manos en excitación, mientras caminaba por la sala. — Señores, esta dama tiene razón . Trenes abarrotados de hombres llegarán queriendo asistir a este gran evento deportivo. Ellos necesitarán cuartos, comida y diversión. Todo esto será provisto por los comercios de Dallas. Nos estamos refiriendo a una reactivación económica que beneficiará a la ciudad. Bonnie saltó de la silla. — Caballeros, ustedes pueden poner dinero por encima de la moral ? — Qué crees ? — dijo Cash, divertido. Muchos hombres se rieron y Bonnie entendió que tendría que cambiar la táctica. — Vamos, damas, estamos perdiendo nuestro tiempo aquí. — Ah, ahora veo que es sensata y... — Yo también soy texana, nacida y criada en Big Thicket! Yo nunca huyo de una pelea. Solamente nos estamos reagrupando. — Que venza el mejor texano! — Cash levantó una copa en un brindis. — No planeo perder — ella le prometió y salió de la sala. Las mujeres volvieron a cantar al salir de la alcaldía, seguidas por los periodistas, que no paraban de anotar los detalles de los acontecimientos. Bonnie no sabía con certeza qué hacer, pero la situación se estaba haciendo personal; jamás permitiría que un mercader de vicios como McCalley la hiciese quedar como una idiota . — Damas, vamos a volver al hotel y planear algo. Más tarde tendremos el apoyo de los clérigos. Las Damas de la Estrella Solitaria se reunieron en el hotel . Más segura de si, Bonnie golpeó el martillo pidiendo silencio. — Compañeras, necesitamos refuerzos. Debe haber hombres con un poco de consciencia y moral que se opongan al circo vicioso que quieren montar aquí en Dallas. — Los hombres son criaturas débiles .. — se quejó Ethel. — Necesitan mujeres que les muestren el camino correcto — agregó Mildred. Bonnie permaneció en silencio por un instante, ya que no lograba ver a Cash como un ser débil o falto de objetivos . El era astuto como un zorro y , cuando el tema era alcohol, farra, y prostitutas era el más determinado todos. Un hombre libre y desprejuiciado , un hombre que tal vez jamás sería domesticado. — Esta es mi propuesta — ella le comunicó a las mujeres. — La mayoría de ustedes partirá a mitad de esta semana, entonces pediré la presencia de los representantes religioso de la región para proseguir con nuestra batalla, trayendo nuevas representantes y hasta incluso hombres respetables que puedan ayudarnos. — No debes volver a tu casa? — indagó a señora Olsen. — Decidí quedarme hasta ganar esta guerra! — Bonnie respondió con entusiasmo. La biblioteca estaba temporariamente cerrada mientras el nuevo edificio era construido, y Bill se ocuparía de todo por ella. — Las Damas de los alrededores de la ciudad pueden pedirle a sus iglesias que nos apoyen . Sugiero invitar a los sacerdotes y ministros locales a reunirse aquí mañana después del almuerzo. Vamos a votar? As mujeres gritaron "si" al unísono. Comenzaron a cantar y a aplaudir plenamente satisfechas. Bonnie golpeó el martillo, para que la escuchasen. Después de algunos minutos, se calmaron y se sentaron . Herbert estaba a un lado , solamente espiando y rumiando . — La moción fue aprobada, entonces pediremos ayuda a los clérigos en esta batalla contra el Mal. Vamos a suspender las reuniones hasta mañana a las dos de la tarde. Ahora, intenten reclutar más personas para nuestra causa. — Pensaba ir de compras — dijo tímidamente la señorita Piggsley. — Compras? Mientras tenemos una cruzada contra el Demonio? — Es que vi unos zapatos que están en oferta en una tienda... — Oferta? Dónde? — varias preguntaron. Bonnie suspiró, cómo luchar con compradoras compulsivas?
  • 14. 1 — Muy bien . Si deben ir de compras, entonces conversen con los vendedores. Recuerden que los hombres que vendrán van a gastar dinero en alcohol y apuestas, no van a gastarlo en tiendas de ropas ; ese es el argumento que debo usar. Las mujeres concordaron. De repente, Bonnie se sintió muy cansada. Había hecho mucho calor en la marcha hasta la alcaldía y todavía debía alimentar al gato. — Herbert, debo ir hasta a estación. — Pensé que podríamos pasar la tarde jugando al ajedrez- él dijo, intentando tomarle la mano . — Todavía tengo mucho que hacer — ella declaró, eludiéndolo . — Entonces, puedo acompañarte ? — No tienes importantes negocios que resolver? — Estaba ansiosa por librarse de él. — Puedo postergarlos. — No, jamás me atrevería a obstaculizar tu trabajo. Puedes ir. El suspiró y partió. Bonnie pidió un carruaje. En su casa, a veces desafiaba las convenciones sociales y cabalgaba , pero en Dallas debía mantener las apariencias y el decoro. CAPITULO 4 Era casi de noche cuando volvió al hotel a cena. Al principio algunas Damas se mostraron vacilantes, pero con el liderazgo de Bonnie, comenzaron a ponerse más animadas. Todas parecían ansiosas en relación a la reunión del día siguiente. Bonnie era una líder de éxito, Danny se enorgullecería de ella. ese pensamiento casi la hizo atragantar, entonces terminó de comer y fue al vestíbulo del hotel . Vio a McCalley al mismo tiempo que él la vio. Tenía una rubia voluptuosa colgada de su brazo. Cash se dio vuelta , tal vez intentando evitarla. Ignorándolo, Bonnie subió al cuarto e comenzó a leer un libro llamado “la mujer Moderna en un Mundo de hombres” . En la conferencia, ella había planeado apoyar el movimiento sufragista, pero la disputa con el empresario de boxeo se había convertido en una prioridad. Después de algunos minutos, se cansó de la lectura, deseando tener algo más para hacer. Oyó una canción a lo lejos, que hablaba de bailes y de corazones rotos. Su corazón sólo había sido partido por la muerte de Danny. Nunca se había enamorado de ninguno de sus maridos. Hans le había ofrecido refugio en un momento de necesidad; siempre le había estado agradecida, pero no lo había amado. Había creído estar enamorada de Clint Purdy, quien la había cortejado y se había presentado como un hombre respetable. No se había dado cuenta que el interés de él era otro. Pensando en eso, notó que McCalley se parecía mucho a Clint. En cuanto a bailes, tenía escasas oportunidades de ir. Era muy posible que el empresario de la violencia estuviese con la rubia en uno de ellos en ese mismo momento. Bonnie suspiró. no había mucho que hacer en Shot Gun, pues todos vivían demasiado ocupados con el trabajo en las granjas. Por eso mismo se había ofrecido para cuidar temporariamente de la biblioteca. Amaba estar rodeada de libros. Desde afuera oyó pasos y sonidos ahogados. Reconoció la voz de barítono de McCalley junto con la de una mujer. Oyó el ruido da puerta abriéndose. Entendió entonces que su cuarto estaba pegado al de él. Justo ahora que quería permanecer lo más lejos posible de él . Y lo peor era que McCalley había traído a una mujer! Oyó el sonido de un gramófono viniendo del cuarto al lado. Cómo iba a dormir? Bien, solamente eran las siete de la tarde , no podría presentar un reclamo. Notó, entonces, que el pañuelo que había colocado en el ojo de la cerradura de la puerta comunicante se había caído. No quería que ese degenerado la espiase. Iba a colocarlo de vuelta cuando la curiosidad la llevó a mirar por la cerradura . No era nada ético, pero muy tentador. Y si él estuviese con una doncella en apuros? Una menor de edad que hubiese sido llevada por engaño? Una mujer que estuviese allí en contra de su voluntad? Debía averiguar. Cuando miró , lo que vio le demostró que no se trataba de ninguna muchacha inocente. Era la rubia indecente que había visto abajo, ahora bailaba pegada a Cash. El le susurró algo al oído , y ella lanzó la cabeza hacia atrás lanzando una carcajada. — Fifi, qué bueno que llegaste a la ciudad. Te extrañé mucho . — Cash dejó de bailar y la besó. Y que beso! Bonnie jadeó al ver como él le tocaba los pechos. — Fifi, sabes que me encantas , no?
  • 15. 1 Bonnie intentó imaginarse qué le encantaba de ella , algo que tenía que ver con el sexo , con certeza . De repente se sintió acalorada. Nadie jamás la había besado así, ni sus maridos. Comenzó a transpirar, con ultraje e indignación. Esa mujer sólo podía ser una ... Cómo se atrevía a traer a una prostituta a un hotel familiar y respetable ? Indignada, metió el pañuelo en la cerradura , sintiéndose un tanto avergonzada por haber espiado. Tal vez debería hacer algo para rescatar a esa mujer , pero con el oído pegado a la puerta, entendió que ella no quería ser salvada. Qué oprobio! Qué indecencia! Indignada, Bonnie bajó al vestíbulo del hotel y se presentó al hombre detrás del mostrador : — Soy la señora Purdy, estoy con la conferencia de las Damas de la Estrella Solitaria. Hay algo muy escandaloso está sucediendo en el cuarto 203 A. Un hombre está con una mujer y me temo que le esté haciendo ... mal. — Quiere decir... que va a matarla ? — el hombre preguntó alarmado . — No... Que va a seducirla . — Cuál es el cuarto? — El 203 A. Es mejor que se apure, antes que algo suceda y con eso manche la imagen de este hotel. — Si, señora. — El empleado subió, seguido por Bonnie. Cuando golpeó la puerta de Cash, ella se escondió en su propio cuarto, pegó el oído a la puerta y prestó atención. — Vayase, estoy ocupado! — gritó Cash, contrariado. — Qué mierda quiere ? Estoy muy ocupado!. Bonnie oyó al empleado disculparse por la interrupción , pero le informó que había habido un reclamo de una señora quien , probablemente, lo había visto entrar acompañado. — Así no puedo . Me voy — dijo Fifi. — No te vayas, ya me lo saco de encima — le imploró Cash. — Hum, no sé ... tal vez... — ella se dio vuelta y partió. Bonnie espió por la puerta entreabierta cuando Fifi salió, acomodándose el vestido desaliñado. Cerró la puerta y sonrió . Continuó escuchando la conversación entre los dos hombres. — Quién carajo presentó el reclamo , Murphy? — Una viudita medio tímida, muy decente y respetable. Cash gimió. — Ya me imagino quien es. No le basta con meterse en mis negocios, ahora quiere meterse en mi vida personal. — Vas a volver a encontrarte con Fifi? — preguntó el empleado . — No escuchaste lo que dijo ? Creo que mi diversión se acabó por hoy. — Los muchachos están muy entusiasmados con la pelea. Ya hay apuestas. — Si , mañana a la tarde me voy a encontrar con la señora Pendigast para cerrar el negocio. Ahora creo que voy a ir al bar. Quieres bajar conmigo? — Cash dijo . — Por supuesto — Murphy respondió y los dos bajaron . Dos horas más tarde Cash volvía al cuarto, seguramente muy furioso. Menos mal que él no sabía que Bonnie se encontraba en la habitación contigua . Ella verificó si la puerta comunicante estaba trancada y se preparó para dormir. Pero no lograba conciliar el sueño. Intentó concentrarse en la reunión del día siguiente, pero sólo se quedó acostada recordando lo que había visto por el ojo de la cerradura. Cuando, finalmente, se durmió, soñó que era ella quien estaba en los brazos de Cash y quien recibía sus besos. La boca era caliente, la lengua le acariciaba los labios mientras sus manos deshacían su rodete . El abrazo era firme, para que ella no se escapase. Los dedos se movían sobre los pechos y ella temblaba de deseo, queriendo que él explorase todo su cuerpo y más. Con un sobresalto, Bonnie se despertó temblando y jadeando. El cuarto estaba caluroso , pero no tan caliente como su cuerpo. Arrojó las sabanas, se levantó de la cama y abrió la ventana. Nunca había tenido un sueño erótico y el hecho que el protagonista fuese Cash la enervaba todavía más. CAPITULO 5 El domingo a la mañana, Bonnie tomó el desayuno en el cuarto, compareció a las plegarias realizadas en el salón de baile del hotel, organizadas para las damas da convención, y , más tarde, se unió a sus compañeras para un almuerzo liviano en el restaurante. Cash también apareció con algunos compañeros. Pasando por al lado de Bonnie, se curvó y la saludó .
  • 16. 1 — Qué hombre más encantador! — dijo una señora al lado de ella, mientras otras suspiraban. — Es un mal bicho — retrucó Bonnie. — Deberían haber visto lo que hizo ayer. — Qué hizo ? — todas preguntaron, curiosas. A Bonnie no le gustaban los chismes. Miró a Cash, quien le sonrió , irritándola. — Mejor dejémoslo ahí . Recuerden que tenemos la reunión con los clérigos. Observó a Cash. Como siempre, él comía un enorme y suculento bife mientras conversaba con los hombres a su lado. Por cierto eran hombres de negocios que procuraba tener como aliados. Todo aquello se había vuelto muy personal. Bonnie sonrió al imaginarse la reacción de McCalley cuando supiese de la inminente asociación con los sacerdotes y pastores. Después del almuerzo, las damas se reunieron con los clérigos en una de las iglesias de la ciudad. Había unos veinte hombres. — Señora Purdy, de qué se trata esta reunión? — El hombre alto y delgado la miró por sobre sus lentes. — Supongo que algunos de ustedes ya habrán oído hablar de Jack McCalley, cuyo sobrenombre es Cash. — Muchas jóvenes han venido a confesarse conmigo, asumiendo los pecados que cometen con el señor McCalley — un padre comentó. — Aparentemente, él es irresistible para algunas mujeres — Bonnie afirmó, asqueada. — Gracias a Dios! Qué bueno es saber que todavía hay mujeres decentes inmunes a ese pecador — dijo el reverendo Tubbs, un hombre bajo y gordo, con mejillas rosadas. Intentando no pensar en el hombre alto y viril, Bonnie continuó : — El problema no son las mujeres. Como deben saber, McCalley tiene intención de promover una pelea de boxeo en Dallas. Dos de los sacerdotes, que hasta entonces parecían dormitar, súbitamente se mostraron curiosos. — Una pelea sanguinaria entre dos hombres que se supone pertenecen al mundo civilizado — ella prosiguió. — Señora Purdy — el sacerdote más viejo dijo —, los texanos siempre han peleado. Creo que está en la sangre de ellos. — Mas hay dinero de por medio! Tal vez no lo sepan que pero yo he sufrido inmensas pérdidas a causa de peleas como esa. — Hans y Clint estaban indirectamente conectados, pero Danny... — Es muy doloroso, prefiero no comentar — ella declaró, a pesar del interés de los presentes. — Lo que me molesta y me preocupa son las personas que serán atraídas por ese evento: jugadores, mujeres vulgares, bandidos., alcohólicos ... — Ah, finalmente un poco de diversión en esta ciudad ! — el padre alto comentó y todos se volvieron para mirarlo. — De dónde viene , padre? — preguntó Bonnie. — De Gainesville, me mudé hace poco . — Ah, eso explica todo ! — ella concluyó . Gainesville quedaba al norte de Texas, lo que había al sacerdote prácticamente un yanqui o , al menos, un liberal. Ella se jugó su última carta: — Señores, reflexionen conmigo. Si no nos ayudan, buena parte del dinero local será gastado en esa pelea en vez de ir a las colecta de sus iglesias. Aquello definitivamente los afectó. — Mi Dios! — exclamó un padre gordito. — Debemos hacer todo lo posible para evitar esa pelea. señora Purdy, díganos qué podemos hacer? — Podrían unirse a nosotras en una marcha hasta la alcaldía. Y qué les parece llevar a la gente de sus congregaciones? — Siento mucho informarles que muchos de los hombres parecen muy interesados por esa pelea — dijo el más viejo. — Entonces lleven a las mujeres. Sabemos que ellas se opondrán a cualquier acto que involucre mujeres sórdidas, juego, apuesta y alcohol . Pero también debe haber algunos hombres dispuestos a apoyarnos también . — Tiene razón — declaró el reverendo Tubbs. — Las mujeres van en contra de cualquier cosa que los hombres consideren divertido. Concuerdo con que nuestra congregación debe apoyar al movimiento liderado por la señora Purdy. Por fin, llegaron a un acuerdo de que marcharían todos juntos hasta la alcaldía el miércoles a la tarde. Bonnie se sentía realizada mientras se dirigía hasta a estación. Llegando allá, vio un platito con restos de comida. Alguien más estaba alimentando a Tom? Lo llamó y el gato apareció, pero sin aproximarse . Qué pena que el gatito no confiase en ella. Cuando terminase su trabajo, volvería a su casa y le gustaría mucho poder llevárselo . Entonces
  • 17. pensó en McCalley. Qué mujer habría intentado domesticarlo? Apenas podía esperar para ver la reacción de él cuando descubriese lo que estaba por venir. CAPITULO 6 1 Cash estaba de buen humor al ir visitar a la señora Pendigast, en los límites de la ciudad. Se decía que ella estaba dispuesta a alquilar un terreno , suficientemente grande como para montar un ring , vestuarios y un estacionamiento para los carruajes y carros que vendrían. Había perdido algunos comerciantes temerosos, pero la mayoría todavía estaba con él. Eso porque él les había asegurado que a mediados de esa semana todas esas mujeres ya estarían dejado la ciudad, inclusive la irritante señora Purdy. Pero Cash no podía imaginarse que su humor pronto cambiaría. Cuando llegó a la casa, notó un carruaje y se preguntó de quién sería . Cuando se apeó del caballo, la señora Purdy salió. Por la expresión de ella, no parecía muy contenta do que él . — Bello día, señor McCalley — Bonnie lo saludó sin sonreír. — No sabía que conocía a la señora Pendigast. — Somos viejas amigas. — Ya se iba ? — No quería que ella entrase de nuevo para estropear sus planes. — Así parece, no? Pasamos una tarde muy agradable. — En ese caso, déjeme ayudarla. — Pareciendo aliviado, Cash se aproximó al carruaje. — Soy perfectamente capaz de subir sola — Bonnie afirmó, mirándolo de soslayo. — Además, soy capaz de controlar un caballo incluso mejor que usted. — Lo dudo, pues yo fui vaquero. — Jamás había conocido una mujer más desafiante que ella, Cash pensó apretando los dientes . — Y dejó ese empleo decente por su actual ... ocupación? Cash no entendió muy bien lo que Bonnie quería decir con aquello, pero , como buen texano, no podría intercambiar insultos con una dama. — Sólo estaba intentando ayudar a una viuda de mediana edad a... — Mediana edad !? Entérese que sólo tengo veintiséis años ... recién cumplidos ! Carajo , esa vez , si que estaba en apuros. Cómo podría reparar esa situación? — Mil perdones, señora. Es que, ... oh bien. .. con los cabellos atados ... y esa ropa ... yo no estaba seguro ... — balbuceaba y se confundía cada vez más,. — Qué pasa con mis cabellos? — El tono de voz de Bonnie subió todavía más,. — Son... lindos, pero es que el ... — Déjelo ahí . — ella parpadeó y se ruborizó intensamente . — Yo tengo una apariencia ... conservadora, una apariencia que condice con mi condición de viuda respetable. Pero creo que usted no entiende eso. El se enderezó . — Mi madre, que Dios la tenga en la gloria , era una mujer muy respetable. — Entonces, me imagino que debe estar revolcándose en la tumba! — Sin duda. — él sonrió . — Que pase bien, señor. — Bonnie parecía molesta y apresurada . Cuando levantó la falda para subir al carruaje, el taco del zapato se enroscó en el ruedo, y ella se habría caído si no fuese porque Cash la sujetó. — Saque sus manos de mí, bruto! Que mujer más insoportable ! Qué había hecho para merecer semejante reacción? — Señora Purdy, solamente estaba intentando ayudarla. Lamento haber sido mal interpretado. Bonnie se sintió todavía más avergonzada y balbuceó : — Entonces. .. soy yo quien debe disculparse. Fui muy brusca. El la reconfortó asegurándole que no había actuado correctamente al ayudarla sin su consentimiento, le pidió disculpas una vez más yle preguntó se podría auxiliarla. Colocó las manos en la cintura fina y , de cerca, se dio cuenta que ella era, de hecho, más joven de lo que aparentaba. — Que tenga un buen día, señora Purdy. — Buen día, señor McCalley. — Bonnie de repente, parecía muy frágil.
  • 18. 1 Cash se rascó el mentón al darse cuenta que ella poseía un punto débil . Si había una cosa que él conocía eran las mujeres. Pensando en eso, tomó una caja de chocolates de la alforja y subió las escaleras de entrada. Pronto una señora de cabellos blancos atendió la puerta. — Entre, por favor, señor McCalley. — Que bueno ver a una dama tan encantadora. — Le Entregó los chocolates. — Oh, cuánta gentileza! Por favor, siéntese. La criada traerá el té . Gusta? — Me encantaría — Cash mintió, pues prefería el whisky. — Por poco no se encuentra con una querida amiga mía , la señora Purdy. Hacia mucho tiempo que ella no venía a Dallas. El intentó sonreír, pero se preguntó qué había venido a hacer esa zorra allí. — Nos encontramos cuando ella partía. Es una dama adorable. — Sólo esperaba que Dios no lo castigase por mentir tan descaradamente. — Verdad? Pobrecita, no tuvo suerte con los hombres: enviudó dos veces. Deben haber muerto para librarse de ella, Cash pensó, pero solamente sonrió , solidariamente . En ese momento el té fue servido. — Sé como les gusta a los hombres el té. — La mujer guiñó un ojo y le agregó una dosis de whisky. — Señora Pendigast, usted vivirá para siempre en mi corazón. — Después de un buen trago, Cash se sintió más generoso con el mundo, inclusive con la señora Purdy. La señora Pendigast continuó con la historia: — Bonnie tuvo mala suerte con los maridos. A los dieciséis años se casó con un hombre mucho más viejo para huir de su padre. Después Hans acabó muriendo en una pelea. El segundo fue muerto unas horas después del casamiento. — Pobrecita — comentó Cash, pensando en la suerte que el hombre había tenido. — Como él murió hace cuatro años, Bonnie podría buscarse otro marido. No entiendo por qué continua usando ropa de viuda — La vieja dama comentó. — Tal vez lo amó mucho. — Puede ser... Ingenua como es, no debe haberse dado cuenta que él era un canalla . Por lo que supe , él no se ocupaba mucho de ella. Por lo que Cash se recordaba de Clint, a él le gustaba otro tipo de mujer. Debería haber estado borracho cuando dijo "si " en el altar. Después de un poco más de té y de conversación , él entró en el tema que lo había llevado hasta allí. — Estimada señora, vine a traerle los papeles para el alquiler del terreno para el evento de boxeo. l Ah, la pelea de boxeo , Si... Sabe que usted me gusta, verdad? l Algo en el comentario de la mujer lo hizo desconfiar . — Y usted me gusta, señora. — Es por eso que todo esto se me hace más difícil... — ella comentó. Cash presentía que sería derrotado por una anciana. — Hay algún problema? Pensé que habíamos resuelto todo. — Vea , Bonnie me explicó todo sobre la pelea de boxeo... me dijo que sería sangrienta. — Pero los hombres van a usar guantes de boxeo . No creo que vaya haber mucha sangre .... — No fue eso lo que Bonnie me dijo . Ella vino aquí especialmente para explicarme como ese evento perjudicaría a la ciudad. Dios ... por qué no había ahorcado a esa viuda en vez de ayudarla. — No será posible que ella esté exagerando los hechos por alguna razón personal ? — Está diciendo que la presidente de las Damas de la Estrella Solitaria es mentirosa o manipuladora ? — La anciana lo miró . — Yo misma soy miembro de ese club . l No lo sabía. — Desanimado, Cash se reclinó en la silla, con los documentos en las manos. Esa viudita no era tan ingenua después de todo . Hasta podría ser una excelente jugadora de póker. l — Señora Pendigast, piense en todas las personas que vendrán a la ciudad y en las ganancias y prosperidad que podría traer a los habitantes. — Mujeres que venden sexo , carteristas y apostadores , según Bonnie. Y ella debe tener razón . Pensándolo bien, el boxeo no es un deporte apropiado para que una dama de la Estrella Solitaria, como yo , apoye. — Pensé que teníamos un acuerdo. No tengo ningún otro lugar disponible para este evento — reclamó Cash.
  • 19. Ella se encogió de hombros y volvió a tomar té. — Lo siento mucho , pero después de hablar con Bonnie, no puedo cederle mi terreno. Cash argumentó, pidió, imploró, se rebajó pero , finalmente, salió de la casa sin el contrato firmado. 1 En ese tiempo, Bonnie, ya estaba de vuelta en el hotel, observaba su reflejo en el espejo, acordándose de las palabras de McCalley. Aunque él no le simpatizaba , su comentario la había amargado. Cómo había podido pensar que ella era una mujer de mediana edad ? Comenzó a verse a través de los ojos de él. El cabello oscuro estaba sujeto tan firmemente que le estiraba anormalmente la piel de la cara. El vestido negro, además de estar fuera moda, estaba descolorido. Parecía mismo una bibliotecaria tímida. Pero esa apariencia había sido elegida justamente para protegerla de hombres como Clint Purdy. Y , aun así, su orgullo había quedado herido por las palabras de McCalley. Nunca se había considerado bonita, por eso no perdía tiempo con la ropa y su apariencia. Observándose ahora, un poco de vanidad surgió en Bonnie . Jamás sería como Fifi, pero tampoco era una mujer para descartar. Qué mal le haría probar un nuevo peinado? Llamó a la recepción y pidió algunos pertrechos. Después de lavar sus cabellos, comenzó a enroscarlos, marcando bucles. Mientras se arreglaba, oyó pasos en el corredor, la puerta al lado fue abierta y cerrada con violencia. En seguida, escuchó a Cash McCalley caminando impacientemente por el cuarto, soltando una serie de improperios. Parecía estar furioso. Bonnie sonrió . La señora Pendigast había cumplido con lo prometido, y el gusano no estaba acostumbrado a que una mujer contrariase su voluntad contrariadas . Se merecía eso, pues, además de insultarla, había hecho que se comportase como una niña tonta, balbuceando y tropezándose. Respiró profundamente y se acordó de la colonia que él usaba . No había notado lo grande y fuerte que Cash era hasta que la había sujetado por la cintura para colocarla en el carruaje. Después algunos minutos más de insultos , Bonnie oyó ruido de agua. El debía estar lavándose para calmarse. Se imaginó como se vería sin camisa. Se ruborizó con ese pensamiento. Por poco no sacó el pañuelo de la cerradura para espiar , pero se contuvo, horrorizada con ese comportamiento. Oyó cuando él dejaba el cuarto. Probablemente iría a alguna taberna, quizás a encontrarse con Fifi. Esa idea la irritó y se sintió molesta . Terminando de arreglar su cabello , se estudió en el espejo. El cabello caía en bucles , amarrado con una cinta a modo de vincha . Se sintió un tanto infantil , pero por lo menos ahora parecía más joven. Satisfecha con su nueva apariencia, bajó para cenar. En el restaurante, vio Cash. siguiendo al camarero , intentó pasar rápidamente por al lado de la mesa de él, pero Cash se levantó, le bloqueó el camino , y la sujetó por la muñeca. — Qué bueno que vayas a unirte a mí para la cena, Bonnie — él dijo sin sonreír. — Estoy viendo unas mis amigas allá en el fondo. — Bonnie intentó se libertar. — Estoy segura que me han reservado un lugar para mí . Suélteme, canalla. Cash se dio vuelta , asintió y le sonrió a las damas. Todas le sonrieron en respuesta , suspirando. — Viste ? Ellas a consideran que tienes mucha suerte de poder cena conmigo, entonces siéntate . Ya . El camarero los miró y después le preguntó a Bonnie si todo estaba bien. El salón estaba repleto y todos parecían observarlos. Ella no quería causar un escándalo. Una cosa era luchar por una causa justa, otra manchar su reputación. — Si, todo está bien — respondió al camarero . l Me alegra que pienses así. — Cash sonrió con malicia. Corrió la silla y , después de un momento de vacilación, Bonnie se sentó. CAPITULO 7 Cash la miró fijamente. — Te cambiaste el cabello! Te quedó muy bonito. — Venía planeando hacer un cambio — ella argumentó. Cash volvió a sentarse, colocó los codos en la mesa y se inclinó hacia ella, examinándola. — Estás mucho mejor — dijo con aprobación. — Si hubiese sabido que le iba a gustar , no me lo habría cambiado.
  • 20. 1 — Intratable, pero valiente . Bonita, también . Si , señora Purdy, creo que te he subestimado . — Es lo que las personas suelen hacer, tal vez porque soy menuda y baja. — Noté tu figura delicada cuando te levanté . l No me siento muy cómoda discutiendo asuntos tan personales. —Bonnie se ruborizó . — No quiso avergonzarla, señora Purdy. — él sonrió nuevamente. — Pero dado como está la situación me voy a tomar la libertad de llamarte Bonnie, no te molesta? — Si me molesta . Sólo Herbert tiene esa libertad. — Ah, Ss. el vendedor de alimento para gallinas... — Con el ceño fruncido , Cash tomó el menú. — Herbert es un caballero muy respetable, a diferencia de usted. Un día me casaré con él — Bonnie le informó. — Sos vos quien saca los temas personales , Si quieres mi opinión , sos vos quien viene evitando eso hace mucho tiempo. — Cash la miró , muy seguro de si. — Y cómo sabe eso? — Estuve informándome — Cash respondió con un guiño de ojo. — Mi vida personal no es asunto suyo ! Por favor, vamos cambiar de tema . Bonnie tomó el menú. — Bueno, vamos a hablar de la pelea de boxeo . — No me refería a eso. Qué tal si hablamos del clima ? — Clima ? — él se encogió de hombros . — Veamos, hace bastante calor allá afuera. Es un típico día de verano . Ahora vamos a conversar sobre algo realmente importante. — No creo que tengamos ningún asunto que discutir. — ella tomó la servilleta y se la colocó sobre su regazo. — Esta tarde intentaste destruirme económicamente. — No sé a que se refiere. — No te hagas la inocente! No sabes mentir. Me refiero a la señora Pendigast. Le llenaste la cabeza en contra de mis planes. Por favor, dime qué te hice para merecer eso... Bonnie evitó la mirada de él, más oscura ahora, como una tormenta aproximándose. — No tengo ningún interés en sus negocios, a pesar de que sospecho que son un poco, o mejor dicho , muy oscuros. Usted me hace acordar a mi último marido. — Ah! Entonces es eso... Bonnie no quería haber revelado tanto sobre sí misma, levantó el menú y se escondió detrás de él. — Clint era un encantador de serpientes , exactamente como usted , capaces de fascinar a una mujer y después meterla en grandes problemas. Cash se inclinó más y , bajando la voz, preguntó : — Me consideras encantador y fascinante , entonces? — Le estoy hablando de Clint . — Bonnie me llamaste encantador y fascinante . — No fue eso lo que quise decir. — Nerviosa, Bonnie se movió y miró a su alrededor , buscando al camarero . No veía la hora de comer para poder marcharse de allí . — Bonnie , me solidarizo con vos . Conocí a tu marido. — No lo creo . — ella levantó a voz, y pensó en salir corriendo, pero las personas parecían estar observándolos. — En verdad , presencié su muerte — Cash informó. — No le creo. Yo estaba arriba , en el hotel , mirando por la ventana, y no lo vi allá. Cash bajó todavía más la voz: — Yo me encontraba en la taberna cuando él fue atrapado en flagrante. Una pelea empezó y algunos hombres corrieron detrás de él por la calle . Yo los seguí para ver qué sucedía. — Está acusando a Clint de robar en el juego? — Bonnie comenzó a levantarse , pero Cash le sujetó la mano . — Sabes que tengo razón. Yo vi la pelea y vi a tu marido escapándose . — Una pelea callejera ! Fue eso lo que lo mató ! — ella estaba lívida. — Mi primer marido también murió así. — Bonnie , no fue la pelea lo que lo mató. Clint atravesó una calle corriendo y fue atropellado por un carro. — Si no hubiese sido por la pelea, él no habría huido y no habría sido atropellado — ella declaró muy enrojecida . — Lo lamento por vos , pero Purdy murió hace más de cuatro años y no era grande cosa como hombre . — Cash levantó una ceja. — Me pareces demasiado inteligente como para haber caído a la seducción de él. Bonnie se puso roja de rabia. — Cómo te atreves? — se levantó y salió caminando velozmente con la cabeza erguida.
  • 21. 1 Con certeza Cash lo había conocido. Cómo se arrepentía de haberse casado con ese jugador... había sido tan ingenua y tan estúpida al creer que Clint la amaba, cuando, de hecho, él estaba detrás de... ella todavía usaba luto por lo que él le había dicho momentos después del casamiento. Eso evitaba a aproximación de hombres indeseables. Después de Clint, creía que ningún hombre podía amarla por ella misma. El único hombre que la había amado había sido su hermano, Danny, y había su culpa que él hubiese muerto en una pelea de boxeo . Subió al cuarto y pidió que le trajesen la cena. Ahora estaba mucho más determinada a detener la violencia promovida por McCalley. El la hacía sentirse muy vulnerable, como se pudiese leerle el alma. Eso la llenaba de miedo y rabia. Y por supuesto que las Damas de la Estrella Solitaria tenían otros asuntos importantes que resolver, pero el Estado do Texas jamás sería civilizado mientras los hombres se reuniesen para asistir a peleas brutales. Con los padres y los pastores protestando a su lado, ciertamente el proyecto de McCalley quedaría en la nada. Después de estudiar las notas para el día siguiente, Bonnie se preparó para acostarse. Pero por algún motivo no lograba dormir. Continuaba reviviendo el momento en que Cash la había sujetado por la cintura. Eso la hacía sentirse muy frágil, y la hacía detestarlo todavía más,. Continuó rodando en la cama, intentando dormir, y sonrió al acordarse da expresión de él al verla conducir el carruaje. Oyó cuando McCalley entró en el cuarto, arrastrando los pies y cantando, estaba borracho. No era de sorprender. Ya podía imaginar donde había pasado las últimas horas, y la cara de la rubia vino a su mente. No quería pensar en lo que ellos podían haber hecho. Daba gracias a Dios porque Herbert fuese un hombre tan respetuoso. Estar con un hombre sin mucha gracia era el precio que tenía que pagar por querer un prometido respetuoso, previsible y confiable. Agudizó los oídos intentando escuchar algo más . Cash tropezó y después cayó en la cama. Se lo Imaginó acostado, a medio desvestir. Su propia cama le pareció mucho mas grande y más solitaria. Si, debía establecer una fecha de casamiento con Herbert. Haría eso... algún día. Al día siguiente amaneció soleado. Bonnie tomó el desayuno , guardó una feta de tocino para Tom y , en seguida, se vistió . Del cuarto de la lado solamente se escuchaban ronquidos. El sueño profundo de Cash, debido a su borrachera, le daría una buena ventaja. Antes de bajar, se observó en el espejo, examinando el vestido con una mirada crítico. No sería que su apariencia era simplona y anticuada en vez de respetable ? Tal vez el vestido estuviese fuera de moda y un poco descolorido . De cierta forma, el arrogante McCalley tenía razón , Clint había muerto hacia más de cuatro años y nadie podría condenarla si se vistiese de gris claro o si abandonase el luto. Y con más razón porque solamente había estado casada con él por pocas horas y ni siquiera habían compartido una cama; Clint había preferido ir a la taberna más cercana a jugar naipes o para estar con otra mujer. Canturreando, Bonnie dejó el cuarto, feliz de llevar una ventaja sobre Cash . Al que madruga, Dios lo ayuda . Había mucho que planear para liderar centenas de personas en una marcha de protesta en la alcaldía. CAPITULO 8 Cash se despertó con un gemido, rodando de la cama. Miró el reloj. Las cuatro . De la mañana o de la tarde? Estudió la posición del sol por la ventana. Cuánto tiempo había dormido? Se acordaba vagamente de una partida de cartas, de Fifi , del whisky. Mucho whisky. Había necesitado ahogar sus penas. Esa viudita lo estaba haciendo perder mucho dinero, y a los hombres do Texas, mucha diversión. Lo que llamaban una mujer respetable siempre acababa siendo una aguafiestas empeñada en terminar con la alegría de los hombres y empeñada en domesticarlos. No permitiría que algo así le sucediese a él. Notó su propio estado: a medio vestir y con la cabeza latiendo como si una tribu de indios le estuviese haciendo una danza de guerra en el cerebro. Quería continuar durmiendo , pero el Consejo Deliberante se reuniría a las seis y debía estar allá. Cuando consiguiese el permiso, la señora Bonnie Purdy y su grupo de mujeres respetable se tendrían que ir a la mierda . Pronto el encuentro anual terminaría e ellas volverían a sus cocinas, al lugar de donde nunca deberían haber salido, y la irritante señora Purdy retornaría a su biblioteca. No hay que dure cien años, Cash se dijo. Con la cabeza latiendo, bajó al restaurante, atento a la presencia de esas mujeres. Afortunadamente ellas no se encontraban allí . Pidió un jugo de tomate y siguió con un bife grande y huevos revueltos . Puso la cabeza entre sus manos y gimió. Consiguió tragar la comida, pero no estaba seguro de cómo le sentaría en el estomago. Llamó al camarero y le pidió: — Joe, sé bueno y tráeme un whisky doble . — Tal vez café sea mejor — el camarero sugirió .
  • 22. 1 — Más tarde. Ahora, el whisky, por favor. — mirando a su alrededor , dijo: — No vi a ninguna señora de las Damas de la Estrella Solitaria. Será posible que ya se hayan marchado del hotel? — No creo. Ellas almorzaron aquí. — El muchacho se encogió de hombros y fue a buscar el whisky . Cuando volvió, Cash lo tomó en un solo trago. — Ah! — Saboreó la bebida y suspiró. Ya se estaba sintiendo mejor. Hablaría en el Consejo, formado en su mayor parte por viejos amigos y compañeros de juego. Era seguro que le darían el permiso. Los boxeadores ya debían estar preparándose para llegar a Dallas, armar los campamentos e iniciar los entrenamientos. No lograba parar de imaginarse el dinero que ganaría y comenzó a pensar en todos los detalles de la organización. Se dio cuenta que no lograba concentrarse con todo ese ... barullo. Pero, qué sería ? Parecía que una multitud entonaba himnos. Una procesión religiosa? Una acto patriota? Le preguntó al camarero si había alguna celebración en la ciudad. — No tengo la menor idea — respondió Joe. Los cánticos se aproximaban, y , con un dolor de cabeza, era todavía más difícil para Cash aguantar los cantos desafinados . Suspirando, se levantó , fue hacia el frente del hotel y siguió a los otros curiosos para ver qué sucedía. — Qué pasa ? — él preguntó . — No sé — respondió un hombre a su lado. — Parece un grupo de sacerdotes. Entonces Cash vio que, en la línea del frente, algunos religiosos que ssotenían un enorme cartel que decía : ASOCIACI?N PASTORAL DE DALLAS. EL PECADO DEBE SER EXPULSADO Fue el turno del hombre de preguntar: — Y las mujeres, qué están haciendo? — Qué mujeres? — Cash se estiró para ver; la marcha era mayor de lo que había imaginado . Una fila de mujeres determinadas, con los distintivos rojos, blancos y azules de las Damas de la Estrella Solitaria, marchaba detrás de los pastores y los sacerdotes. Las Damas cargaban un cartel que decía: POR UN TEXAS CIVILIZADO. CIVILIZACI?N O BARBARIE – DIGA NO A LA DEGRADACI?N HUMANA El no sabía bien lo que a palabra "degradación " significaba. Parpadeó al reconocer a Bonnie Purdy en medio de la fila, sujetando el cartel . Cuando ella lo vio, lo saludó con una inclinación de cabeza. — Sabía que era demasiado bueno como para ser verdad. Pensé que ya se habían ido — dijo, gimiendo al oír una pequeña banda musical improvisada que pasaba, golpeando ollas, y las mujeres que cantaban: — Marchamos por la paz ,marchamos por el bien , marchamos por amor nuestra comunidad... — Esta es la mayor marcha que haya visto en esta ciudad — el hombre comentó. — A dónde estarán yendo? Cash tuvo una terrible sospecha; parecía que iban en dirección a ... la alcaldía. Abriéndose camino entre la multitud, intentó alcanzar la marcha . Esa perra maldita y las brujas de sus compañeras habían conseguido involucrar a las iglesias y habían sumado muchas personas a su protesta. La viudita lo había pasado como alambre caído . Admítelo, Cash . Si no estuviese tan furioso, tal vez admiraría su astucia. Podría ser una perfecta jugadora de póker, pero , por lo visto, ella no jugaba ni al dominó . Debía alcanzarlos y confrontarlos antes que entrasen a la alcaldía, pero se hacía difícil avanzar por entre la multitud. Tenía que detener a esas malditas . Con la presencia de decenas de sacerdotes y centenas de mujeres virtuosas e indignadas, el Consejo lo pensaría dos veces antes de aprobar cualquier cosa de naturaleza pecaminosa , aunque todos los hombres del a ciudad estuviesen a favor. Llegó a la primera línea de la marcha al mismo tiempo en que un grupo de periodistas hacía anotaciones en sus libretas. La marcha se detuvo y un sacerdote gordo levantó las manos, pidiendo silencio. — Como la señora Purdy dice, si Dios lo permite, hoy tendremos la oportunidad de salvar a Dallas de un evento brutal y pecaminoso. Ahora, recemos y sigamos adelante para confrontar a los miembros del Consejo. Cash pensó que podría enfrentar a las mujeres y a los religiosos , pero poner a Dios en el juego no le pareció muy justo. Entró en el edificio de la alcaldía junto con Bonnie Purdy . — Si fueses un verdadero caballero, estarías sujetado la puerta para que yo pase primero — ella dijo. — Si no fuese tan caballero te cerraría la puerta en la cara se . Por qué vos , y ese grupo de locas , no vuelven a sus cocinas en vez de amargarle la existencia a unis pocos hombres que sólo quieren diversión ? — Sos un cerdo machista y chauvinista! — No tengo la menor idea de lo esas palabras significan , sólo entendí lo de cerdo.
  • 23. 1 l Eso es suficiente. l Las personas los apretaban contra la puerta y Cash tomó consciencia del cuerpo de Bonnie pegado al suyo . Por un instante, olvidó a que ella era una tortura y tuvo que contener para no aprovechar el apretujón y pellizcarle las nalgas redondeadas. Con certeza Bonnie Purdy armaría un escándalo y él se ligaría una docena de golpes con parasoles femeninos . Todos entraron a la alcaldía , la multitud todavía a cantando los himnos. Dentro del Consejo Deliberante , las sillas pronto fueron ocupadas, y muchas personas tuvieron que quedarse de pie sujetando los carteles . El alcalde golpeó el martillo, pidiendo silencio. — Qué significa todo esto ? Los sacerdotes hablaron al unísono: — El pecado debe ser expulsado de esta ciudad ! — Amén ! — gritaron las damas. — Compañeros! — clamó uno de los consejeros. — Nosotros, los texanos, siempre fuimos un poco indolentes y laxos en cuanto al pecado... — Estamos hablando de violencia descarnada de un ser humano contra otro ! — Bonnie bramó. — Si permitimos que eso ocurra, lo que vendrá a continuación será Sodoma y Gomorra ! — Es una vergüenza exagerar de esa manera ! — Cash gritó, irritado. — Les recuerdo que el boxeo es un deporte reglamentado, no es violencia descarnada — le aclaró al Consejo. — Ese tipo de espectáculo, donde se legaliza la violencia, es perjudicial para la imagen de Dallas! — Bonnie gritó. — Señora, Dallas no es precisamente una escuela de señoritas cristianas . — Les pido que razonen — ella pidió, subiéndose a una silla para que todos pudiesen verla. — Queremos que personas de otros estados compren casas y se muden a Dallas, para llevar una vida en familia y en paz. La época de juergas , de peleas callejeras y hombres retrógrados como Cash McCalley ya pasó. — Bravo ! — apoyaron las mujeres. Cash pidió silencio y se aproximó a Bonnie. — Gente , esta pelea atraerá a millares de espectadores y tal vez nuevos habitantes para Dallas . Ellos necesitarán cuartos de hotel, comidas y un millón de cosas más . El alcalde , amigo de Cash, quien también poseía un restaurante, concordó : — EN eso él tiene razón. Bonnie miró a su alrededor . — Gente , ustedes pondrían la ganancia económica por encima de la mora l? — Estás hablando con texanos. Qué crees ? — retrucó Cash. El ministro metodista avanzó y dijo: — Señores consejeros, debo recordarles que nosotros , los ministros, podemos influenciar el voto de los ciudadanos decentes y devotos? — Los jugadores y los pecadores también votan, y creo que somos mayoría — desafió Cash. — Si, pero normalmente están demasiado borrachos como presentarse a votar — agregó Bonnie. — Es verdad — él fue obligado a admitir. Los periodistas anotaban el debate sin parar y la multitud volvió a cantar. Los miembros del Consejo miraron a Cash; el alcalde se encogió de hombros , como si no pudiese hacer nada, y golpeó el martillo una vez más . Los sacerdotes dejaron de cantar, pero las mujeres continuaban sacudiendo los cartelones de protesta. — Tal vez convenga organizar un comité para evaluar el problema — sugirió el alcalde . — Ni pensarlo ! — protestó Bonnie. — Ya sabe lo que dicen, si quieres que algo quede en la nada, forma un comité. Ustedes están queriendo ganar tiempo hasta nuestra partida. El dolor de cabeza de Cash sólo empeoraba. Quería agarrar a esa mujer , ponerla sobre sus piernas y darle unas buenas palmadas. El alcalde parecía abrumado. Cash sabía que él planeaba comprar asientos en la primer fila y hasta hacer alguna apuesta. — Señor McCalley, tendremos que hacer una votación. Las mujeres y los religiosos celebraron.
  • 24. 1 — Espere un minuto! — él rugió. — Ustedes saben que hay más pecadores que gente religiosa en Dallas y que ellos quieren ver una buena pelea de boxeo ! — Piensen antes de votar — Bonnie previno a los miembros del Consejo —, piensen en el futuro de Dallas y en las próximas generaciones. — Mierda , cómo es posible que una simple pelea de boxeo puede afectar a futuras generaciones? — Cash argumentó. — Embriaguez, adicción al juego , violencia y promiscuidad. — ella levantó la voz. — Realmente quieren promover ese tipo de comportamiento en sus esposas e hijos? Dallas é ese tipo de ciudad? — No! — gritaron las Damas. — En Texas, siempre hubo alcohol , juego y peleas. Por qué cambiar ahora? — él tentaba hacerse oír por encima de los gritos. — Señores consejeros, tendrán que darle explicaciones a sus esposas si votan a favor. Además, algunas de ellas están aquí presentes — amenazó Bonnie. Cash gimió al percibir las expresiones en la cara de algunos consejeros. La simples idea de tener que enfrentar a sus esposas los amedrentaba. — Una buena pelea de boxeo , eso es Texas! Ustedes son hombres , no ratas ! Recuerden a los héroes texanos , creen que Crockett, Travis y Bowie se curvarían delante de su esposas? — Cash los desafió. — Sin duda, si conociesen a mi mujer — uno de ellos murmuró. —Si , recuerden a los héroes de Texas — pidió Bonnie, agitando una bandera de Texas. — esos hombres murieron para que construyésemos un Estado libre de pecado! — Miembros del consejo, no podrían postergar esta votación por algunos días? — Si Cash consiguiese librarse de las Damas de la Estrella Solitaria, estaría a salvo, pues aún los sacerdotes y ministros , siendo texanos, apreciaban una buena pelea. — Voten ahora! Con el pueblo como testigo! — exigió Bonnie. La multitud se animó y , en vano, el alcalde pedía silencio. Finalmente , el Consejo votó contra la realización de la pelea, y los consejeros dejaron el edificio cabizbajos. CAPITULO 9 Cash estaba tan perplejo que no lograba sacar los ojos de la viudita mientras los periodistas se aproximaban, preguntándole qué haría a continuación. — Esta no es la única ciudad de Texas — Cash declaró. — Encontraré otro lugar para realizar la pelea . Son los hombres quienes mandan y gobiernan este Estado, y eso no va a cambiar ahora. — En seguida, salió de la alcaldía con pasos largos y furiosos. Maldita Bonnie Purdy! Era casi tan astuta como él. Tal vez cuando la conferencia se acabase y las mujeres volviesen a sus ciudades, podría pedirle al consejo que reconsiderase la decisión .Si eso no funcionaba , no estaba muy seguro sobre como actuar. Todavía había mucho que hacer para organizar el espectáculo . Lo peor de todo fue ser derrotado por una mujercita de la altura de una niña. Bonnie estaba satisfecha al dejar la asamblea. Había logrado evitar la pelea de boxeo que amenazaba con corromper Dallas, a pesar de que se sentía obligada a aceptar que no se trataba de una ciudad tan inocente . De cualquier forma, impediría que jóvenes como Danny muriesen por causa de peleas sangrientas. La conferencia de las Damas pronto terminaría, pero ella decidió permanecer algunos días más para asegurarse que ese canalla no influenciaría a los miembros do consejo de volver atrás en su decisión . Anochecía, pero , aún así, fue hasta la estación. Casi se chocó con Cash, quien salía de allá.
  • 25. 1 — Señor McCalley. Está partiendo de la ciudad ? — No, pero puedes darme la alegría de decirme que sos vos quien se va ? En ese instante, el gato apareció maullando. — Ey! , Tom, te traje comidita. Ven con mamá! — Ese gato es mío ! — exclamó él. — Y su nombre es John L. — Claro que no es suyo , él está abandonado y yo lo llamo Tom. — Aproximándose, Bonnie dejó un pedazo de carne cerca del vagón. — Pretendo amansarlo y llevarlo conmigo cuando vuelva a mi casa. — Soy yo quien lo alimenta, y entérate que John L. no puede ser domesticado. El es andariego y libre. — Eso lo veremos. Creo que a Tom le va a encantar estar acostado delante de una chimenea con mi gatita Spottie. — Mariconadas ! — él bufó y comenzó a marcharse de la plataforma. — Este gato es texano, y los machos texanos no pueden ser domados! Bonnie estaba furiosa al verlo montar su caballo gris y partir. Sería que él tenía algún otro motivo para estar en la estación? Se dirigió al muchacho del telégrafo y le preguntó : — El señor McCalley estuvo aquí ? — Acabó de llevarse un telegrama. — De quién ? — Del alcalde de El Paso. — Podrías decirme qué estaba escrito? — preguntó , abriendo la cartera. — No puedo, está prohibido. Bonnie reflexionó . El soborno era ilegal e indigno, pero tratándose de un vilano como McCalley, tendría que hacer cosas que normalmente no haría. — Sería de mucho valor para mí . El muchacho vaciló, mirando a su alrededor . — Creo que no habrá problema. — él tomó el dinero. — Era una respuesta del alcalde , diciendo que aceptaba que la pelea de boxeo se realice allá. — Y cuándo McCalley va a partir? — Mañana a la tarde. El tren sale a las cuatro. Bonnie sonrió . La conferencia terminaría al mediodía, pero la batalla no sería perdida. — Quiero comprar un pasaje. — Se va a con Cash? — él preguntó sorprendido . — Ah, toma una monedita más . Es para que no le cuentes al señor McCalley que voy a El Paso. Quiero darle una sorpresa. Oh! También debo enviar unos telegramas. — Bonnie tomó una pluma. — Tal vez vaya estar afuera por algunos días. Podrías alimentar a ese gato por mí ? Te voy a dejar dinero ... — Es el gato de Cash. El siempre le trae comida — el muchacho le informó. — Si fuese de él, el señor McCalley se lo llevaría a su casa — Bonnie retrucó, molesta, y continuó escribiendo a la sede de las Damas de la Estrella Solitaria y a la Asociación religiosa de El Paso. Terminó los telegramas, compró el pasaje y subió al carruaje para volver al hotel. Si McCalley creía que podría engañarla, apenas podía esperar lo que estaba por venir. La conferencia terminó al día siguiente con Bonnie alentando a las damas a sumarse al movimiento sufragista y de defensa de los derechos femeninos, lo que causó cierto tumulto, las Damas consideraban que ella era un tanto liberal. También le pidió a las mujeres de la ciudad continuasen alerta, en caso que McCalley intentase realizar la pelea de boxeo allí después de la partida de las demás. Después subió a su cuarto para preparar el equipaje . Se encontró con Cash en el corredor. El parecía confundido y le preguntó : — Estás buscando a alguien ? — No... creo que ella ya partió. — Bonnie intentó despistarlo , pues no deseaba que él supiese que ese cuarto era suyo. — La conferencia ya se acabó ? — él sonrió contento . — Si, pero no pienses que bajaremos los brazos . Algunas Damas continuarán aquí. — Estoy seguro de eso. No te preocupe, Bonnie , aprendí mi lección . Si ese sujeto sospechase que ella sabía sobre la situación en El Paso... Iba atener que evitarlo durante el viaje, entonces la sorpresa sería todavía mas grande al llegar allá. En la recepción, informó que se ausentaría durante algunos días, pero que deseaba continuar en la misma suite cuando retornase. — Esa suite normalmente pertenece al señor McCalley. El siempre lleva...