Después de la llegada de los españoles, el territorio de Sinaloa estuvo poblado por diversas tribus indígenas como los Cahítas y Totorames. La conquista española trajo cambios fundamentales a su modo de vida, incluyendo la introducción del cristianismo, la agricultura y la ganadería. En el siglo XIX, Sinaloa se consolidó como un importante productor agrícola y minero.