2. LA IMAGINACIÓN 1/2 Con la imaginación se alumbra al sustantivo con múltiples colores, con mil rayos de luz, se ilustra la torpeza del grito primitivo, se muestran las palabras con su cara y su cruz. Con ella puede un árbol ser patíbulo o trono, la milenaria causa de nuestro padecer; la caja que recoge el cuerpo en abandono o el madero sagrado de inmortal florecer; las tiernos hojas verdes, ser nuevas ilusiones; la savia circulante, alimento de fe; copas anchas, frondosas, las humanas pasiones; la rama desgajada, el hijo que se fue; ser árbol inclinado al soplo de la ira o erguido y orgulloso, soberbio en el azul; ser árbol triste y pálido, que en las noches suspira por su amor verde y húmedo, bajo niebla de tul; el árbol de la muerte o el árbol de la vida; el de la bienvenida o el del último adiós; aquél cuya raíz está muerta, podrida, o aquél que con sus frutos toca los pies de Dios;
3. IMAGINACIÓN 2/2 árbol seco y enjuto de parajes maléficos; árbol fresco y jugoso de un celestial vergel; árbol joven, florido, con poderes benéficos; árbol viejo y estéril, engendrador de hiel; puede ser también barco navegando anchos mares o el tablón solitario de un náufrago perdido; el leño que se abrasa en los suntuosos lares o la mísera choza de hermano desvalido; puede ser ese libro que cambió los países; el papel perfumado de una carta de amor; la mesa de trabajo de largas horas grises o la cama que acoge el placer y el dolor... nuestra imaginación, con el vocabulario, teje la fantasía, crea la sensación, y así convierte al árbol, con juego literario, en símbolo del mal o de la redención.
4. TÚ ERES FUEGO, AIRE, AGUA, TIERRA Tu amor es fuego, quema el pensamiento, me abraso en él, mi cuerpo es tea ardiente, brillante resplandor, llama candente, que me forja en pasión y en sentimiento. Tu amor es aire puro, suave viento, mis alas baten libres su corriente; es tu suspiro abierto hacia mi oriente, brisa sutil, calor de nuestro aliento. Tu amor es agua clara, está sediento mi anhelo y bebo en tu vital torrente; es mar de mi oleaje vehemente, rocío en flor de brujo encantamiento. Tu amor es tierra que formó el cimiento de nueva casa, del hogar naciente, es campo fértil, crece mi simiente, y será arcilla en mi último aposento.
5. AMANTES DE TERUEL PIEDRAS DE TURBA Dolor de labio ausente en pálidas mejillas, beso de hechizo y magia, de pasión desvalida, río de sol que aviva una hoguera encendida, febril deseo anclado en las horas sencillas. Beso que se hace puente sobre opuestas orillas, cuerpo que llora y besa la esperanza perdida, beso de amor que lleva una mortal herida, beso esculpido en mármol de ancestrales capillas. Aquel beso enlazó dos bellos corazones que abrieron viejas puertas de escondidas traiciones inmolando sus vidas en aras del amor. ¡Los arcos, las murallas, los viejos torreones, la fuente de la plaza, sollozan emociones, y en las piedras de Turba hay musgo de dolor. Juan Diego e Isabel, ¿Es vuestra herencia acaso alegoría, acaso un mito?, ¿desvelará el misterio la experiencia?. Estáis vivos los dos por trascendencia, la epopeya ha cruzado el infinito y se hace realidad vuestra existencia.
6. PAISAJE CIUDADANO Tras el aliento azul de mi ventana crecen los rascacielos de la tierra. Dime, paisaje huérfano de campos, la historia triturada de tu piedra. Acabo de nacer a las preguntas y no sé las respuestas. Estoy rompiendo herméticos cristales... ¡Me asomo a la tristeza!. El aire trae olor de jaramago envuelto en vaho espeso. Oigo un trinar de pájaros cautivos entre el fragor metálico del suelo. Percibo en los rediles de la infancia un balido de ovejas y corderos. La luz y los colores del anciano se extinguen en menhires geométricos. Dime, paisaje de áridos perfiles, ¿por qué en mi piel despierta una memoria de fuentes y arroyuelos?, ¿por qué hay un grito oculto que pernocta en mi garganta seca poblada de suspiros y salmodias?, ¿por qué hay recuerdos de alas en mis brazos, y de salobre espuma y de gaviotas?. Acabo de nacer a tu paisaje de focos y cemento, de días grises, noches sin estrellas, ansiedades y miedos. Siento el hambre infinita de horizonte, de mar, de bosque y cielo. Acabo de nacer y gime el alma por la ausencia del sol y del lucero. No me dirás, paisaje, la verdad de intereses y miserias, no me dirás jamás las realidades que escondes tras los hierros de tus rejas, ni los sueños que han muerto en las esquinas, ni la sed del amor en las aceras. Yo acabo de nacer a tus mentiras y ya sé las respuestas.
7. LA LECCIÓN DE CATECISMO ¡Cómo necesita el mundo la lección de catecismo! No se conoce el mensaje de paz que dio Jesucristo, ni el caritativo ejemplo de amor en el crucifijo. La guerra, el odio, el terror, la masacre, el exterminio, la imposición por la fuerza de ideas, normas y ritos, están destruyendo al mundo por soberbia y fanatismo. Se crean países pobres bajo el poder de los ricos. El hambre, la enfermedad, la muerte de tantos niños, indican que es necesaria la lección de catecismo. Mundo de ambición y lujo, mundo de humano egoísmo. ¿Quién habló de caridad?. Son mitos amor y amigo. Hay que gozar hoy y ahora, ¡fuera entrega y sacrificio!. El hombre ha olvidado que es caminante, peregrino hacia nueva dimensión donde habitará su espíritu, que le llegará la hora de dar cuentas al Altísimo. ¡Mundo de ciegos y sordos! Ojos sin luz de infinito. Se acalla la voz del alma. Se enmudecen los sentidos. ¡Cómo necesita el mundo la lección de catecismo!. Y se abandona a los viejos, y se mata al no nacido, el concepto de familia es obsoleto, es antiguo: la mujer en las cavernas cuidaba el fuego encendido. En el mundo de las luces no hace falta luz de nido, ni consejos de los viejos, ni la amistad del amigo, ni el cariño de los padres, ni clases de catecismo. Se margina al desgraciado, no se quiere oír sus gritos. Se fomenta el culto al cuerpo, al dinero y a los vicios. ¿Quién habló de caridad, de mandamientos divinos?.
8. NO QUIERO PENSAR Quiero sentir el aire que me acaricia, el aroma del valle, la tarde tibia, el latido del alma en el silencio, el ardor de la llama que llevo dentro. Quiero vivir la vida cada momento, apurar las vigilias, palpar el tiempo, disfrutar de este mundo, de mi experiencia, exprimir los segundos sin dejar huella. Ya no quiero pensar. ¡No!. ¡No!. ¡No quiero!. Quiero gozar la paz del universo, del claro cielo azul que me ilumina, de mi honda juventud envejecida. Quiero beber el mar fiero y en calma, el verano sensual, la playa cálida, las noches del invierno junto a la hoguera, el vino fuerte, espeso, de nuestra tierra.
9. LARGO MARTIRIO DE ANSIEDADES Mar de intranquilidad, de dolorosa angustia, recorre las arterias sedientas de remansos, en un ciego horizonte las estrellas se ocultan mientras navega el alma un pensamiento claro. Hoy quiero detener las trágicas mareas que inundan con sus aguas los diques de mi cuerpo y antiguas caracolas con voces de sirenas despiertan los nenúfares de blancos pensamientos. ¡Quién pudiera frenar tifones y huracanes! ¡Quién pudiera amansar las fieras de la ira! ¡Quién pudiera alcanzar los frutos celestiales en el jardín florido de una apacible vida!. Hoy quiero atravesar la tela de mi cuadro, volar en la cometa de libres ideales, llegar a nuevos valles y lagos encantados, ver castillos de sueños hechos ya realidades. ¡Que el tiempo se detenga en el instante mágico surcado por el rayo de la felicidad! !Que las pálidas horas habitadas de ocaso permanezcan hundidas en abismo infernal!. Hoy quiero que este largo martirio de ansiedades, de miedo, incertidumbre, angustia e inquietud, de caminar a ciegas por oscuros fangales, finalice en el sol de un limpio cielo azul.
10. Los jóvenes van cantando las canciones del momento, anhelan, en esta noche, adentrarse en el misterio, llevan premura en las venas por beberse el mundo entero, por adueñarse de golpe del río, del mar, del viento, por degustar el amor carne a carne, beso a beso. Las madres, en sus entrañas, sienten despertar al miedo por tantas cosas que pueden segar la vida y el sueño. Cruzan largas callejuelas cansados, lentos, los viejos, estatuas de sal y escarcha pulidas en blanco y negro; sus ojos, cuchillos grises, taladran los pensamientos; sus pies arrastran la huella de los pasados recuerdos de otras noches con farolas que lloran lejos, muy lejos. Noche de fiesta en el pueblo 1/2 El pueblo es ascua encendida bajo el azabache inmenso, música y algarabía, seda, raso y terciopelo, tenderetes de colores, voces, gritos, risoteos. Embrujo de noche blanca trenza la luna en el cielo con rayos de bronce y oro. Escintilan los luceros. Las estrellas, fuego y plata, bailan por el firmamento con el ritmo de la historia al son de los nuevos tiempos. Golosinas, farolillos, deleitan a los chicuelos que retozan hechizados con la magia del festejo; aferrados a una mano baten alas de jilgueros, libres de jaula y barrotes, iniciando el primer vuelo.
11. Noche de fiesta en el pueblo 2/2 La campana de la Iglesia duerme en torre de silencios. Las casas de cal y adobe están vacías, sin ecos, callan las altas paredes, la fuente, el patio, los tiestos. Pronto sonará la hora de recoger el regreso. Ya están todos los vecinos en la gran plaza del pueblo, ríen, cantan, bailan, juegan, es la noche del ensueño. Los cohetes en el aire dejan estelas de fuego, hay un tronar que retumba, se estremecen alma y cuerpo, crece el goce de la vida, de amor y de vino añejo. . La orquesta fustiga el ánimo con el bombo y el pandero, la rugosa piel de oveja marca el compás en los pechos En las esquinas del monte el sol peina sus cabellos, tiene color aceituna y una nube de recelos. La noche se va marchando por los caminos del tiempo, las calles despiertan mudas, triste la plaza del pueblo, los niños pliegan sus alas, velan y añoran los viejos, y las puertas de las casas se cierran con golpe seco. La campana de la Iglesia está ya tocando a muerto.
12. Sobre las calles del pueblo madruga el sol del trabajo, brillantes rayos rojizos descienden por los tejados, contra el silencio del aire golpea el canto del gallo. Se despiertan las ventanas, se abren misales y arados. Los lugareños bostezan sus sueños de hadas y trasgos, horas en las que tuvieron el paraíso en sus manos y una realidad de bronce se condensa entre sus párpados. Por las veredas angostas se arrastran dóciles pasos de los duros campesinos que van a preñar los campos. Las madres, en las alcobas, limpian su hueco regazo, trajinan por los pasillos sus cuerpos, surcos cansados. Los jóvenes quieren irse del pueblo de cal y barro. Los chiquillos, en la escuela, viven un mundo lejano de océanos y montañas, mariposas y gusanos. ¡Buenos días tenga usted! -saluda el cura al paisano- espero verle en la iglesia, en la Misa y el Rosario. Circula una gran pregunta por la calle y el mercado: ¿Saben la absurda noticia de fulana y de fulano?. ¡Seis doble!- canta una voz del hogar del jubilado-. Juegan su juego de amores la muchacha y el muchacho. Ladra un perro a los chavales. Se oye al grillo desde el campo. Por las montañas del límite se marcha el sol al ocaso, vuelven del campo labriegos con el pan bajo los brazos. Se van durmiendo ventanas, se van cerrando los párpados. Los sueños abren sus alas bajo los rojos tejados. Tras la esquina de la noche la humedad del desengaño, la angustia de las ausencias en los pueblos olvidados Por la torre de la iglesia revolotean los pájaros. UN DÍA EN EL PUEBLO
13. SESTEANDO Tarde lenta de estío castellano. Flor de aceituna, jara y encinar. Quejumbroso silencio secular de una raza y un pueblo soberano. Tarde lenta de sol en el secano. Vacío, luz y sombra, ancho solar. Sementera de espiga y de olivar, vieja estructura abierta sobre el llano. En la tarde, con sueños trasnochados, mira el conquistador al horizonte, olvidando la mies y los arados. En la tarde, los cuerpos enlazados, suben de la llanura al alto monte en monótona siesta sepultados.
14. SOY TODA PARA TI, HIJO MÍO Se anunció tu llegada, las rosas iniciaron tu alabanza, cantó la madrugada al eco en lontananza, la tierra se llenó de tu esperanza. Por ti fui transformada, mi arcilla rezumaba tu evidencia, tiernamente arrobada con tu dulce cadencia gustaba la verdad de tu existencia. Al fin llegaste aquí, brilló el día, te puse en mi regazo, eras mi savia en ti, eras de mi un pedazo, gocé del paraíso en ese abrazo. Soy toda para ti, contigo me fundí de tal manera que en tu ser me perdí, volcada en tu ribera te di mi libertad, mi primavera.
15. ESTOY CALLADA ¡Estoy callada! En mi puerto confluyen las fuertes marejadas del universo... ¡y estoy callada! Un aciago temblor agita la garganta con el consejo... ¡y estoy callada! Borbotea incesante una infernal borrasca dentro del cuerpo... ¡y estoy callada! Un torrente de sangre con trágica oleada sube al cerebro... ¡y estoy callada! En maternal diluvio, en aparente calma, preso el aliento, ¡estoy callada! Estoy callada...
16. Claustro, silencio... con oración y ayuno, crece el espíritu. En comunión brota aroma de olivo, la paz del mundo. El Sol de lo Alto invade las moradas de almas sin rejas. Meditación, luz de sabiduría, senda y llegada. Vidas-camino, pétalos de un rosario al día naciente. Contemplación, asombro en la Presencia, místico abrazo. El campanario, grito en la oscuridad, la Voz, el Verbo. Celebración, maitines y laudes, del cielo vísperas. Cantos, plegarias, alas de mariposas, sagrado incienso. En oblación la santa sencillez ora y labora.
17. Tañed, campanas libres, las heroicas marchas de los muertos; agrietad las murallas, los castillos; haced temblar los tímpanos del pueblo. ¡TAÑED, CAMPANAS LIBRES! 1/2 Campanas silenciosas, hoy no anunciáis vergeles al desierto, ni cosecha al sudor de los arados, ni sonrisas al ritmo de los péndulos. Hoy es bronce el clamor de los cañones. Las balas son badajos en el viento. Duerme el tañido azul encadenado al mundo, aislado, preso en las mazmorras pétreas del poder, en las almenas grises del dinero. Un eco sordomudo es tétrico quejido, es un lamento de pálidas palomas atrapadas en refugios de exilio, de destierro. Campanas esenciales, erais voz de la fe de antiguos templos, rebato de las almas redimidas, metal de libertad forjado a fuego: ¡Desertad de las manos asesinas que ordenan vuestras horas de silencio!.
18. ¡TAÑED, CAMPANAS LIBRES! 2/2 Tañed, tañed al alba, con el trino de pájaros en vuelo, con la espiga de lágrimas cautivas y la queja granada por el tiempo. Tañed sobre la noche los gritos celestiales de los sueños. Tañed sobre las guerras de cipreses, sobre el dolor inútil, sobre el miedo. ¡Se aplastarán las balas contra el bronce!. ¡Temblarán las conciencias, los gobiernos!. Ya os oigo tañer... ¡Qué hermosa sinfonía!, ¡qué concierto!. Las ramas del olivo se estremecen. Hay alas de palomas por el cielo. Repercute en los címbalos el fragor de herraduras contra el suelo, la voz blanca de trémulas banderas, el latido caliente del cerezo. Campanadas de gloria ascienden con el humo del incienso, repatrían las cigüeñas a sus torres y voltean el centro de los cuerpos. ¡Los campanarios libres, al unísono, proclaman la Verdad al universo!
19. ¿QUIÉN NO...? ¿Quién no está en el umbral de la locura huyendo de las sombras por túneles de niebla? ¿Quién no ensordece con el grito metálico de la asfaltada herida? ¿Quién no tortura la mente en el ocaso por la tierra agostada? ¿Quién no añora, en las viejas cicatrices, la sangre derramada y la piel de otros tiempos? ¿Quién no siente pavor ante la muerte escondida en los pliegues de las horas? Entre las telarañas del cerebro La celestial crisálida espera la eclosión.