El impuesto sobre actividades económicas se remonta a la Edad Media cuando los señores feudales otorgaban permisos a sus súbditos para realizar actividades comerciales e industriales a cambio de un pago. A partir de 1999, la Constitución cambió el nombre de este impuesto de "Patente de Industria y Comercio" a "Impuesto sobre actividades económicas". La ley también establece que esta relación tributaria genera obligaciones para los individuos de pagar el impuesto y declarar sus ingresos basados en el poder de imposición