Material protésico en la reparación de la hernia ventral
Infecciones de la herida quirúrgica
1. 1115-1135 Cirg 6 17/10/06 16:29 Página 1115
CLÍNICAS
QUIRÚRGICAS
DE NORTEAMÉRICA
SAUNDERS Surg Clin N Am 85 (2005) 1115 – 1135
Infecciones de la herida quirúrgica
Philip S. Barie, MD, MBA*, y Soumitra R. Eachempati, MD
Division of Critical Care and Trauma, Department of Surgery P713A, Weill Medical College
of Cornell University, 525 East 68 Street, New York, NY 10021, USA
Se ha producido un cambio de terminología respecto a las infecciones relacionadas con
intervenciones quirúrgicas, para evitar la confusión entre las infecciones de las incisio-
nes quirúrgicas y las de heridas traumáticas. Las infecciones de las incisiones se cono-
cen ahora como infecciones de la herida quirúrgica (IHQ) [1]. Las infecciones de la
herida quirúrgica se reconocen como una complicación habitual de la cirugía; se produ-
cen en casi todas las intervenciones, y en hasta el 20% de los pacientes sometidos a inter-
venciones intraabdominales urgentes [2]. Las complicaciones potenciales incluyen des-
trucción tisular, falta o prolongación de la cicatrización correcta de la incisión, hernias
ventrales y bacteriemia ocasional. Además, es posible el dolor recurrente y las cicatrices
antiestéticas e incapacitantes. Las infecciones de la herida quirúrgica conducen a una
morbilidad sustancial, prolongación de la estancia hospitalaria y aumento de los costes
directos para el paciente. Todos esos factores tienen un impacto sustancial sobre los
pacientes y los hospitales, y crean una enorme carga económica para el sistema de aten-
ción sanitaria de Estados Unidos [3]. La disminución al mínimo de las IHQ es una prio-
ridad fundamental para los cirujanos y los hospitales, con el fin de asegurar el medio
ambiente más seguro para los pacientes sometidos a cirugía.
Definiciones
¿Qué constituye una IHQ? Incluso los expertos discrepan en cuanto al aspecto de la inci-
sión [2]. ¿Existe celulitis de la incisión sin drenaje, o drenaje no purulento sin celulitis?
¿Es una incisión infectada que necesita reapertura, o el mejor indicador es la necesidad
de tratamiento antibiótico? La mayoría de los expertos aceptan que las heridas quirúrgi-
cas que no albergan líquido purulento no están infectadas, pero la falta de acuerdo sig-
nifica, por otra parte, que cualquier estudio retrospectivo sobre IHQ es esencialmente no
fiable e inútil, si utilizó la observación o la administración de antibióticos como criterios
diagnósticos.
*Autor para la correspondencia.
Dirección electrónica: pbarie@med.cornell.edu (P.S. Barie).
1115
2. 1115-1135 Cirg 6 17/10/06 16:29 Página 1116
1116 PHILIP S. BARIE Y SOUMITRA R. EACHEMPATI
La infección puede producirse dentro de la herida quirúrgica a cualquier profundi-
dad, desde la piel misma hasta la cavidad más profunda que quede después de la resec-
ción de un órgano. La IHQ superficial afecta a los tejidos hasta la fascia (fig. 1), mien-
tras que la IHQ profunda se extiende debajo de la fascia, pero no dentro de la cavidad.
Las infecciones de órganos o espacios son subfasciales o intracavitarias, pero si guardan
relación directa con la operación, se consideran formas de IHQ.
La celulitis es el eritema de la piel relacionado con la infección (aunque se pueden
afectar otros tejidos), sin drenaje ni fluctuación. El término «abscesos» se refiere a
colecciones localizadas de material purulento dentro del tejido. Las infecciones necro-
santes de las partes blandas (INPB) invaden los tejidos de forma amplia y rápida, cau-
sando necrosis tisular generalizada. Cuando se afecta la fascia, la infección se denomi-
na fascitis necrosante. El término «mionecrosis» designa la afectación del músculo
subyacente. Sin embargo, las INPB son muy inusuales en el período postoperatorio. Dos
ejemplos infrecuentes, aunque peligrosos, son las IHQ causadas por Streptococcus
pneumoniae o Clostridium perfringens, que deben ser controladas como otras INPB.
Piel IHQ superficial
Tejido subcutáneo
Tejidos blandos
IHQ profunda
profundos
(fascia y músculo)
Órgano/espacio
IHQ de órgano/espacio
Fig. 1. Infecciones de la herida quirúrgica. (Adaptado de Mangram AJ, Horan TC, Pearson ML, et al. The Hospital
Infection Control Practices Advisory Committee. Guideline for the prevention of surgical site infection, 1999. Infect
Control Hosp Epidemiol 1999;20:247-80.)
Epidemiología
Los problemas relacionados con la contaminación bacteriana de la herida quirúrgica han
sido bien definidos [2]. Los procedimientos quirúrgicos limpios son aquellos en los que
la intervención afecta sólo a las partes blandas tegumentarias y musculoesqueléticas. Se
consideran procedimientos limpios-contaminados aquellos en los que se abre una vísce-
ra hueca (p. ej., tracto alimentario, biliar, genitourinario, respiratorio) bajo circunstancias
controladas (p. ej., cirugía de colon electiva). Los procedimientos se consideran contami-
nados si se han introducido bacterias abundantes en una cavidad corporal habitualmente
estéril, pero por un período de tiempo demasiado breve para permitir el establecimiento
de la infección durante la cirugía (p. ej., traumatismo abdominal penetrante, enterotomía
durante la lisis de adherencias para obstrucción intestinal mecánica). Se habla de proce-
dimientos sucios cuando la intervención quirúrgica se realiza para controlar una infección
ya establecida (p. ej., resección del colon para una diverticulitis complicada).
3. 1115-1135 Cirg 6 17/10/06 16:29 Página 1117
INFECCIONES DE LA HERIDA QUIRÚRGICA 1117
El desarrollo de una IHQ depende de numerosos factores, algunos de los cuales
dependen del paciente, mientras que otros dependen del medio ambiente, y todavía otros
del tratamiento (cuadro 1) [4]. Según lo aceptado por el National Nosocomial Infections
Cuadro 1. Factores de riesgo para el desarrollo de infecciones
de la herida quirúrgica
Factores del paciente
Ascitis
Inflamación crónica
Terapia corticoide (discutible)
Obesidad
Diabetes
Extremos de edad
Hipocolesterolemia
Hipoxemia
Enfermedad vascular periférica (especialmente para la cirugía de la
extremidad inferior)
Anemia postoperatoria
Irradiación del sitio previo
Intervención reciente
Infección remota
Colonización estafilocócica de la piel
Enfermedad cutánea en el área de infección (p. ej., psoriasis)
Nutrición deficiente
Factores medioambientales
Medicamentos contaminados
Desinfección/esterilización inadecuada
Antisepsis cutánea inadecuada
Ventilación inadecuada
Factores del tratamiento
Drenajes
Procedimiento urgente
Hipotermia
Profilaxis antibiótica incorrecta
Oxigenación (discutible)
Hospitalización preoperatoria prolongada
Duración larga de la operación
Datos del National Nosocomial Infections Surveillance System (NNIS) System
Report: Data summary from January 1992-June 2001, issued August 2001. Am
J Infect Control 2001;29:404-21.
4. 1115-1135 Cirg 6 17/10/06 16:29 Página 1118
1118 PHILIP S. BARIE Y SOUMITRA R. EACHEMPATI
Surveillance System (NNIS) [4-6] (tabla 1), los factores más reconocidos son la clasifi-
cación de la herida, clase 3 o más alta de la American Society of Anesthesiology (enfer-
medad médica activa crónica; cuadro 2), y la duración prolongada de la operación, cuan-
do la duración está por encima del percentil 75 para el procedimiento en cuestión. De
acuerdo con la clasificación del NNIS, el riesgo de IHQ aumenta en proporción con el
número de factores de riesgo presentes, independientemente de la contaminación de la
incisión (tabla 2), y también casi con independencia del tipo de operación (v. tabla 1,
fig. 2) [4].
Tabla 1
Índice de riesgo de infecciones de la herida quirúrgica, según el National Nosocomial Infections
Surveillance System (NNIS)
Clase tradicional 0 1 2 3 Todas
Limpia 1,0% 2,3% 5,4% NA 2,1%
Limpia/contaminada 2,1% 4,9% 9,5% NA 3,3%
Contaminada NA 3,4% 6,6% 13,2% 6,4%
Sucia NA 3,1% 8,1% 12,8% 7,1%
Todas 1,5% 2,9% 6,8% 13,0% 2,5%
NA: no aplicable.
Datos del National Nosocomial Infections Surveillance System (NNIS) system report: data summary from January 1992-
June 2001, issued August 2001. Am J Infect Control 2001;29:404-21.
La cirugía laparoscópica se asocia con una incidencia disminuida de IHQ bajo cier-
tas circunstancias, lo que ha conducido a modificaciones de la clasificación de riesgo del
NNIS [1]. Para la cirugía laparoscópica biliar, gástrica y del colon se resta un factor de
riesgo si la operación se realiza a través de laparoscopio. Así pues, se ha creado una
nueva categoría específicamente para esa circunstancia, que representa en esencia un
factor de riesgo –1. La cirugía laparoscópica disminuye el riesgo de IHQ por varias razo-
nes. Entre ellas se incluyen tamaño menor de la herida, uso limitado de la coagulación
en la pared abdominal y respuesta de estrés disminuida a la lesión tisular. La apendicec-
tomía laparoscópica, sin embargo, es un caso especial. Cuando no existen factores de
riesgo, la incidencia de IHQ después de la apendicectomía laparoscópica disminuye sig-
nificativamente, pero si existe cualquier factor de riesgo (p. ej., en caso de apendicitis
perforada o si el procedimiento dura más de una hora), se pierde la ventaja.
Más del 70% de las intervenciones quirúrgicas se realizan ahora sobre una base
ambulatoria, lo que plantea problemas importantes para la vigilancia de la IHQ [7]. Aun-
que muchas IHQ se desarrollan en los 5 a 10 primeros días después de la intervención,
es posible que aparezcan hasta 30 días después. Así pues, la incidencia de IHQ depende
de la autocomunicación por los cirujanos, lo que no es fiable. Por tanto, las estimacio-
nes de la incidencia de IHQ en NNIS son probablemente inferiores a la realidad, aunque
los datos son los mejores disponibles.
Los factores derivados del paciente pueden contribuir al riesgo de IHQ. Los factores
importantes incluyen: edad avanzada [8], obesidad, desnutrición, diabetes mellitus
[9,10], hipocolesterolemia [11] y otros numerosos factores que no son tenidos en cuen-
ta específicamente por el sistema NNIS. En un estudio sobre 2.345 pacientes sometidos
5. 1115-1135 Cirg 6 17/10/06 16:29 Página 1119
INFECCIONES DE LA HERIDA QUIRÚRGICA 1119
Cuadro 2. Puntuación del estado físico de la American Society
of Anesthesiology (ASA)
ASA 1
Paciente sano normal
ASA 2
Paciente con alteración sistémica leve o moderada, que no causa limi-
taciones funcionales. Ejemplos: hipertensión, diabetes mellitus, bron-
quitis crónica, obesidad patológica, edad extrema
ASA 3
Paciente con alteración sistémica grave, que conduce a limitaciones
funcionales. Ejemplos: hipertensión mal controlada, diabetes mellitus
con complicaciones vasculares, angina de pecho, infarto de miocardio
previo, enfermedad pulmonar que limita la actividad
ASA 4
Paciente con trastorno sistémico grave, en potencia letal, en el que se
plantea o no una intervención. Ejemplos: insuficiencia cardíaca con-
gestiva, angina de pecho inestable, disfunción pulmonar, renal o hepá-
tica avanzada
ASA 5
Paciente en mal estado, que probablemente no sobreviva ni con ni sin
intervención quirúrgica. Ejemplos: rotura de aneurisma aórtico abdo-
minal, embolismo pulmonar, lesión cefálica con presión intracraneal
aumentada
ASA 6
Cualquier paciente en el que la intervención quirúrgica se considere
urgente. Ejemplo: ASA 4E
Datos del National Nosocomial Infection Surveillance System (NNIS) system
report: data summary from January 1992-June 2001, issued August 2001. Am J
Infect Control 2001;29:404-21; con permiso.
a cirugía cardíaca, la incidencia global de IHQ fue del 8,5% (199/2.345) [12]. El riesgo
relativo de desarrollo de IHQ entre los pacientes diabéticos, fue de 2,29 (intervalo de
confianza [IC] del 95% 1,15-4,54), y el riesgo relativo para los pacientes obesos (índice
de masa corporal > 30) fue de 1,78 (1,24-2,55). Malone et al estudiaron a 5.031 pacien-
tes sometidos a cirugía no cardíaca en un hospital del Veterans Affairs a lo largo de un
período de 6 años, que terminó en 1990. La incidencia global de IHQ fue del 3,2%. Los
factores de riesgo independientes para el desarrollo de infección incluyeron ascitis, dia-
betes mellitus, anemia postoperatoria y pérdida de peso reciente, pero no enfermedad
pulmonar obstructiva crónica, tabaquismo ni empleo de corticoides [13]. En un estudio
6. 1115-1135 Cirg 6 17/10/06 16:29 Página 1120
1120 PHILIP S. BARIE Y SOUMITRA R. EACHEMPATI
Tabla 2
Tasas (porcentajes) de infección de la herida quirúrgica para intervenciones seleccionadas, National
Nosocomial Infections Surveillance Program, 1992 a 2004
Número de factores de riesgo
Intervención Punto de corte cronológico (h) 0 1 2 3
IDAC tórax/pierna 5 1,25 3,39 5,43 9,76
Laparotomía 2 1,71 3,08 4,71 7,19
RAFI 2 0,79 1,41 2,81 4,97
IDAC: injerto de derivación arterial coronaria (incidencia combinada para ambas incisiones); RAFI: reducción abierta y fija-
ción interna de fractura.
Datos del National Nosocomial Infections Surveillance System (NNIS) system report: data summary from January 1992-
June 2004, issued October 2004. Am J Infect Control 2004;32:470-85.
prospectivo sobre 9.016 pacientes, el 12,5% de ellos desarrollaron una infección post-
operatoria de algún tipo dentro de los 28 días siguientes a la cirugía [14]. La probabilidad
de readmisión para control de la infección y de muerte fue del 2,5% dentro de ese pe-
ríodo. El análisis multivariable reveló que la disminución de la concentración sérica de
albúmina, la edad avanzada, la traqueostomía y las amputaciones, se asociaron con
aumento de probabilidad de una infección temprana, mientras que los factores relacio-
nados con readmisión por infección incluyeron fístula para diálisis, reparación vascular
e infección temprana. Los factores relacionados con la mortalidad a los 28 días incluye-
ron edad avanzada, concentración baja de albúmina sérica, aumento de la concentración
sérica de creatinina e infección precoz [14].
Microbiología
Durante la cirugía se produce el inóculo de la herida quirúrgica, hacia dentro desde la
piel o hacia fuera desde el órgano interno operado, lo que proporciona una base racional
para la preparación cutánea, la preparación intestinal con antisépticos o antibióticos, y
5
4,5 0
1
Incidencia de infecciones
4 2a3
de la herida quirúrgica
3,5
3
2,5
2
1,5
1
0,5
0
Torácica Herniorrafia Mastectomía Vascular
Tipo de operación
Fig. 2. Incidencia de infecciones de la herida quirúrgica. (Datos de CDC NNIS System. National nosocomial infec-
tions surveillance (NNIS) system report, data summary from January 1992 to June 2004, issued August 2003. Am
J Infect Control 2003;31:481-98.)
7. 1115-1135 Cirg 6 17/10/06 16:29 Página 1121
INFECCIONES DE LA HERIDA QUIRÚRGICA 1121
la administración profiláctica de antibióticos por vía oral o parenteral. La microbiología
de la IHQ depende del tipo de operación realizada, con aumento de la probabilidad de
infección por bacilos gramnegativos después de la cirugía gastrointestinal. Sin embargo,
la mayoría de las IHQ están causadas por cocos grampositivos (tabla 3) [15], entre ellos
Staphylococcus aureus, estafilococos coagulasa negativos (usualmente Staphylococcus
epidermidis) y especies de Enterococcus, gérmenes que en su mayor parte proceden de
la piel. En la cirugía de cabeza y cuello (cuando se penetra en estructuras faringoesofá-
gicas), y en los casos de cirugía intestinal, pueden causar IHQ las bacterias entéricas
aerobias (p. ej., Escherichia coli) y anaerobias (p. ej., Bacteroides fragilis).
Tabla 3
Microbiología de la infección de la herida quirúrgica
Prevalencia
Patógeno (% de aislados)
Staphylococcus 19
Staphylococcus coagulasa negativo 14
Especies Enterococcus 12
Escherichia coli 8
Pseudomonas aeruginosa 8
Bacilos gramnegativos aerobios diversos 8
Especies Enterobacter 7
Especies Streptococcus 6
Especies Klebsiella 4
Bacterias anaerobias diversas 3
Bacterias grampositivas aerobias diversas 2
Datos de Emori TG, Gaynes RP. An overview of nosocomial infections, including the role of the microbiology laboratory.
Clin Microbiol Rev 1993;6:428-42.
Preparación preoperatoria
El paciente debe ser evaluado respecto a factores que puedan ser corregidos durante el
período preoperatorio, antes de la cirugía electiva. Si es posible, se debe dar tiempo a que
las lesiones cutáneas abiertas cicatricen, y el paciente no debe sufrir ningún tipo de
infección bacteriana. Si puede, el paciente debe dejar de fumar, preferiblemente un mes
antes de la cirugía. Se duchará con un jabón antibacteriano la noche antes de la opera-
ción. No se debe afeitar la noche previa, puesto que el riesgo de IHQ aumenta clara-
mente por las bacterias que colonizan los inevitables cortes pequeños y abrasiones [16].
Se prestará particular atención al estado de nutrición. Los pacientes obesos deben perder
tanto peso como les sea posible sin peligro. Los pacientes desnutridos pueden benefi-
ciarse incluso con un ciclo breve de nutrición enteral suplementaria. Tan poco como
5 días de nutrición enteral pueden reducir de modo significativo el riesgo de IHQ [17,18].
Profilaxis antibiótica y riesgo de infección de la herida quirúrgica
La administración de antibióticos antes de la cirugía para reducir la IHQ postoperatoria
se usa con frecuencia, y resulta beneficiosa en muchas circunstancias. Sin embargo, esos
8. 1115-1135 Cirg 6 17/10/06 16:29 Página 1122
1122 PHILIP S. BARIE Y SOUMITRA R. EACHEMPATI
antibióticos sólo protegen la incisión quirúrgica, y no son una panacea. Si no se admi-
nistra correctamente, la profilaxis antibiótica no será efectiva y puede resultar peligrosa.
Algunos pacientes se benefician con la profilaxis antibiótica, y otros no. El riesgo de
IHQ aumenta con el grado de contaminación de la herida (p. ej., contaminada frente a
limpia), con independencia de otros factores de riesgo (v. cuadro 2) [6], y con el núme-
ro de factores de riesgo para un determinado tipo de operación (v. tabla 2). La profilaxis
antibiótica está claramente indicada para la mayoría de las operaciones limpias-conta-
minadas y contaminadas (o potencialmente contaminadas). La administración de anti-
bióticos para las operaciones sucias representa el tratamiento para una infección, no una
forma de profilaxis, y, por tanto, no nos ocuparemos más de ese tratamiento. Un ejem-
plo de operación potencialmente contaminada es la lisis de adherencias para la obstruc-
ción mecánica del intestino delgado. En ese caso, la isquemia intestinal no se puede pre-
decir con exactitud antes de la cirugía, y existe la posibilidad de una enterotomía durante
la lisis de adherencias, con aumento al doble del riesgo de IHQ. Un ejemplo de opera-
ción limpia-contaminada en la que no siempre está indicada la profilaxis antibiótica
es la colecistectomía electiva [19]. La profilaxis antibiótica sólo está indicada para la
cirugía biliar de alto riesgo; se consideran pacientes con riesgo elevado los mayores de
70 años, los diabéticos y los sometidos recientemente a instrumentación del tracto biliar
(p. ej., endoprótesis biliar [19]). La gran mayoría de los pacientes sometidos a colecis-
tectomía laparoscópica no requieren profilaxis antibiótica [20].
La cirugía de colon electiva es un caso especial entre las operaciones limpias-conta-
minadas, y están evolucionando las prácticas habituales en ese campo [21]. Desde el
punto de vista histórico, la preparación intestinal mecánica para reducir las heces del
intestino aumenta la seguridad de la cirugía del colon. La preparación intestinal antibió-
tica, estandarizada en la década de 1970 mediante la administración oral de neomicina
no absorbible y eritromicina, redujo el riesgo de IHQ hasta su tasa presente de aproxi-
madamente el 4 al 8%, dependiendo del número de factores de riesgo. La preparación
mecánica ambulatoria es ahora habitual antes de la cirugía electiva del colon, pero las
tres dosis de antibióticos orales, aproximadamente 18, 17 y 10 horas antes de la cirugía,
ya no se administran sistemáticamente, a favor de la profilaxis antibiótica parenteral. Se
emplea una dosis de cefoxitina parenteral o de ampicilina-sulbactam (o una quinolona o
un monobactam más metronidazol, en los pacientes con alergia a la penicilina), admi-
nistrada dentro de la hora previa a la incisión cutánea [21].
La profilaxis antibiótica está controvertida para la cirugía limpia. Cuando se corta el
hueso (p. ej., craneotomía, esternotomía) o se inserta una prótesis, en general está indi-
cada la profilaxis antibiótica. La controversia se centra en los casos de cirugía limpia de
las partes blandas (p. ej., mama, hernia). Un ensayo prospectivo aleatorizado ha demos-
trado algún beneficio con la profilaxis, pero los resultados se ven confundidos por una
frecuencia de infección mayor de la esperada en el grupo de control [22].
¿Qué antibióticos se eligen entre la plétora de fármacos disponibles? La selección se
basa en cuatro principios. En primer lugar, el fármaco debe ser seguro. En segundo lugar,
el fármaco debe tener un espectro apropiadamente estrecho de cobertura de los patóge-
nos relevantes. En tercer lugar, el fármaco no debe ser uno de los usados para el trata-
miento clínico de la infancia, debido a la posibilidad de desarrollo de resistencia si el
antibiótico se usa demasiado. Por último, el fármaco se debe administrar durante un
9. 1115-1135 Cirg 6 17/10/06 16:29 Página 1123
INFECCIONES DE LA HERIDA QUIRÚRGICA 1123
período de tiempo definido, breve (idealmente, una sola dosis; ciertamente, la profilaxis
no se debe prolongar más de 24 h). De acuerdo con esos principios, para la profila-
xis quirúrgica no se debe usar nunca una cefalosporina de tercera generación ni una qui-
nolona. La mayoría de las IHQ están causadas por cocos grampositivos. El agente etio-
lógico más común causante de IHQ después de la cirugía limpia es S. aureus, seguido
por S. epidermidis. Enterococcus faecalis, Escherichia coli y Bacteroides fragilis son
patógenos comunes en la IHQ después de la cirugía limpia-contaminada. El antibiótico
elegido debe ser activo, primariamente, contra los estafilococos para los casos limpios,
y para la cirugía electiva de alto riesgo limpia-contaminada de los tractos biliar y gas-
trointestinal superior. Una cefalosporina de primera generación suele ser el fármaco pre-
ferido para los pacientes con historia de anafilaxia a la penicilina [23]. Aunque S. aureus
resistente a la meticilina (SARM) ha sido aislado en la comunidad en muestras de
pacientes nunca hospitalizados, la profilaxis con vancomicina sólo es apropiada en ins-
tituciones con incidencia alta de infección por SARM (> 20% de todas las IHQ están
causadas por SARM).
¿Cuándo deben administrarse los antibióticos parenterales para obtener el efecto
óptimo? El mejor momento para administrar la profilaxis con cefalosporina es dentro
de la hora previa a la incisión [24] (tabla 4). Los antibióticos administrados antes
(excepto quizás los fármacos de semivida más larga, como el metronidazol) no son
efectivos, y lo mismo sucede si la medicación se administra después de cerrar la inci-
sión. Los antibióticos con semivida corta (< 2 h; p. ej., cefazolina o cefoxitina) se deben
repetir cada 3 o 4 horas durante la intervención, si la cirugía es larga o con mucha pér-
dida de sangre [25]. Si la dosis inicial del antibiótico se administra durante la opera-
ción, todavía proporciona algún beneficio, pero la administración posterior carece de
utilidad profiláctica.
Para la profilaxis de la IHQ pueden administrarse antibióticos orales, siempre que el
fármaco se elija cuidadosamente basándose en el espectro, la biodisponibilidad oral y la
necesidad potencial de que el paciente no tome nada por boca durante varias horas antes
de la anestesia general. Si se considera la facilidad con que se puede establecer el acce-
Tabla 4
Riesgo de desarrollo de infección de la herida quirúrgica, en función de la cronología de la profilaxis
antibiótica
Cronología N.º de pacientes N.º (%) de infecciones RR (IC 95%) RP (IC 95%)
Precoz 369 14 (3,80)* 6,7* (2,9-14,7) 4,3* (1,8-10,4)
Preoperatoria 1.708 10 (0,59) 1,0
Perioperatoria 282 4 (1,40) 2,4 (0,9-7,9) 2,1 (0,6-7,4)
Postoperatoria 488 16 (3,30)* 5,8* (2,6-12,3) 5,8* (2,4-13,8)
Todas 2.847 44 (1,5)
Precoz: administración más de 2 horas antes de la operación, administración durante el intervalo recomendado (≤ 2 h antes
de la incisión cutánea); perioperatoria: administración dentro de las 2 horas después de la incisión cutánea; postoperatoria:
administración más de 2 horas después de hacer la incisión cutánea.
*p < 0,0001 en comparación con el grupo preoperatorio. RP: relación de probabilidad; RR: riesgo relativo.
Datos de Classen DC, Evans RS, Pestotnik SL, et al. The timing of prophylactic administration of antibiotics and the risk
of surgical-wound infection. N Engl J Med 1992;326:281-6.
10. 1115-1135 Cirg 6 17/10/06 16:29 Página 1124
1124 PHILIP S. BARIE Y SOUMITRA R. EACHEMPATI
so venoso, existe poca necesidad de profilaxis antibiótica oral excepto en el caso de ciru-
gía del colon.
¿Durante cuánto tiempo se deben administrar los antibióticos profilácticos? La nece-
sidad de hemostasia de la incisión quirúrgica crea un medio isquémico. Es posible que
los antibióticos no penetren de forma adecuada en la incisión, inmediatamente después
de la cirugía, a causa de la hipoperfusión creada por la división y cauterización de vasos.
La profilaxis preoperatoria con una sola dosis debe ser la norma [26], con la dosificación
intraoperatoria descrita anteriormente. Por desgracia, el uso excesivamente prolongado
es frecuente y en potencia peligroso para el paciente. Una pauta de 24 horas es el régi-
men común para la cirugía ortopédica y cardíaca/vascular, debido en parte a la falta de
datos para sugerir otra cosa. Aparte del trasplante de órganos sólidos, en el que la inmu-
nosupresión terapéutica ha convertido en estándar los regímenes de 48 horas, la profila-
xis antibiótica prolongada no es necesaria. En particular, no se deben administrar anti-
bióticos como cobertura para drenajes o sondas permanentes, en el líquido de lavado ni
como sustitutos de una buena técnica quirúrgica.
Los antisépticos o antibióticos tópicos preoperatorios también pueden contribuir a la
prevención de IHQ. Una ducha preoperatoria con jabón antiséptico (p. ej., povidona
yodada) debe ser una parte estándar de la preparación para la cirugía, aunque se omite
con frecuencia. La pomada de mupirocina al 2%, aplicada en los orificios nasales de los
pacientes portadores crónicos de S. aureus, también reduce el aumento de la incidencia
de IHQ, característico del estado de portador crónico de estafilococos [27,28].
La prolongación de la profilaxis antibiótica más allá de 24 horas no sólo no propor-
ciona beneficios, sino que también se puede asociar con varias complicaciones. La
enfermedad relacionada con Clostridium difficile (ERCD) es debida a la rotura del equi-
librio normal de la flora intestinal, que conduce a la proliferación de C. difficile produc-
tor de enterotoxina. Está aumentando la incidencia de ERCD nosocomial [29]. El espec-
tro de la enfermedad es amplio, y abarca desde la infección asintomática hasta la colitis
transmural, en potencia letal, con infarto o perforación. Aunque prácticamente cualquier
antibiótico puede causar ERCD, incluso después de la administración de una sola dosis,
la profilaxis antibiótica prolongada aumenta claramente el riesgo. La profilaxis prolon-
gada también aumenta el riesgo de infecciones nosocomiales tardías, no relacionadas
con la herida quirúrgica, y la emergencia de patógenos resistentes a múltiples fármacos.
Tanto la neumonía como las infecciones relacionadas con catéteres han sido asociadas
con profilaxis antibiótica prolongada [29,30], así como con la emergencia de IHQ cau-
sadas por SARM [31].
Situación actual de la profilaxis antibiótica en Estados Unidos
Bratzler et al [32] han resumido la situación actual de la profilaxis antimicrobiana para
la cirugía mayor en Estados Unidos [32]. Se realizó un estudio retrospectivo de 34.133
ingresos de pacientes del Medicare, en 2.965 hospitales para casos agudos, entre los his-
toriales de pacientes sometidos a cirugía abierta cardíaca-torácica, cirugía vascular, ciru-
gía colorrectal, artroplastia con articulación total de cadera y de rodilla, e histerectomía
abdominal y vaginal, durante 2001. Sólo el 55,7% de los pacientes (54,8-56,6%) reci-
bieron una dosis de antibióticos en la hora previa a la cirugía, si bien los fármacos elegi-
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dos estuvieron de acuerdo con las guías publicadas en el 92,6% (92,3%-92,8%) de las
ocasiones. De modo desconcertante, la profilaxis antimicrobiana se suspendió dentro de
las 24 horas siguientes a la cirugía en sólo el 40,7% (40,1%-41,2%) de las ocasiones, y
dentro de las 12 primeras horas en sólo el 14,5%. Está claro que un gran número de
pacientes son expuestos cada día a un riesgo aumentado, por administración excesiva
de antibióticos profilácticos.
Profilaxis antibiótica de las infecciones relacionadas con traumatismos
La lesión traumática es profundamente inmunosupresora, y los pacientes traumatizados
experimentan alto riesgo de infecciones. La incidencia global de infección después del
traumatismo es, aproximadamente, del 25% [33], con la misma probabilidad de infec-
ción de las heridas (o de la incisión realizada como parte del tratamiento) y de infección
nosocomial. Ciertos patrones de lesión particulares guardan relación independiente con
morbididad infecciosa, incluyendo shock hemorrágico, necesidad de transfusión san-
guínea, contaminación intensa de la herida, lesión del sistema nervioso central, lesión
del colon, lesiones toracoabdominales combinadas, lesiones de cuatro o más órganos y
mayor gravedad de la lesión [34].
Ciertas características del traumatismo aumentan la complejidad de la situación. Evi-
dentemente, se deben administrar antibióticos después del traumatismo, y los tejidos lesio-
nados son vulnerables. Los pacientes en shock presentan hipotensión y vasoconstricción,
lo que puede disminuir la penetración tisular de los antibióticos. La pérdida de sangre con-
tinuada puede conducir a la pérdida del antibiótico con la sangre, sobre todo si el fármaco
se une en alta proporción a las proteínas, o si el antibiótico se administra antes de contro-
lar la hemorragia. Los cambios de los líquidos corporales y la hipoalbuminemia posterior
a la lesión pueden causar fluctuaciones importantes en el volumen de distribución, que
quizás sean difíciles de estimar. Como resultado, se ha postulado la conveniencia de admi-
nistrar dosis más altas de antibióticos para profilaxis de la infección postraumática.
A pesar del alto riesgo, deben aplicarse los principios básicos de la profilaxis anti-
biótica: uso de un fármaco seguro, de espectro estrecho, durante un período breve defi-
nido (ciertamente, no más de 24 h), preferiblemente con papel limitado en el tratamien-
to de la infección (es decir, una cefalosporina de primera o segunda generación) [27].
Múltiples estudios indican de forma inequívoca que 24 horas de profilaxis con una cefa-
losporina de segunda generación es todo lo que se necesita después de un traumatismo
abdominal penetrante, incluso en presencia de una lesión del colon o de shock [35].
Aunque la gravedad de la lesión aumenta el riesgo de infección, la lesión grave no justi-
fica la prolongación de la profilaxis quirúrgica [29]. Tal prolongación aumenta el riesgo
de infección subsiguiente resistente a los antibióticos, sin beneficio para el paciente.
Medio ambiente del quirófano
Gran parte de lo que se da por garantizado en el quirófano moderno puede conducir, si
se producen fallos, a una incidencia aumentada de IHQ. Los elementos de diseño correc-
to, el mantenimiento de las instalaciones y el comportamiento en el quirófano, han sido
revisados teniendo en cuenta la evidencia científica disponible [16].
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Aunque factores como la técnica de esterilización y la ventilación correctas no deben
formar parte de la responsabilidad diaria del cirujano, el personal de quirófano debe per-
manecer siempre vigilante. El cirujano debe dedicar atención a la higiene personal (p. ej.,
frotado de las manos, cuidado del pelo) y a la del equipo completo. Datos recientes indi-
can que un enjuagado breve con jabón y agua, seguido por frotado de las manos con gel de
alcohol, es equivalente a la sesión prolongada (y ritualizada) en el lavabo quirúrgico [36].
La preparación cuidadosa de la piel con un antiséptico apropiado es esencial. No se ha
demostrado que ningún método (p. ej., comparación entre alcohol y povidona yodada) sea
superior a otros, ni se han encontrados datos que pongan en duda la eficacia de las nuevas
presentaciones en forma de gel de secado rápido. Sin embargo, tampoco existen pruebas
de que los apósitos de plástico adhesivo, no tratados o impregnados con yodo, reduzcan el
riesgo de IHQ, por lo que no se puede aconsejar el uso sistemático de tales productos.
Alrededor del 20% de los guantes quirúrgicos se rompen durante una operación, lo
que hace posible la contaminación del campo quirúrgico, así como el contacto entre el
cirujano y los líquidos corporales del paciente. Por tanto, se debe prestar atención a la
inspección periódica de los guantes durante una operación. De modo similar, la mayoría
de las batas quirúrgicas utilizadas ofrecen protección limitada (1,5-2 h en el mejor de
los casos) contra la penetración de líquidos. Puede ser prudente cambiar las batas y los
guantes con regularidad (cada 2 h, aproximadamente), durante las operaciones largas, y
ciertamente se debe hacer si existe cualquier evidencia de pérdida de integridad de los
materiales de barrera.
Aunque la mayor parte de la flora responsable de IHQ procede de la piel y es inocula-
da durante el procedimiento, las bacterias transportadas por el aire, en especial los estafi-
lococos, suponen algún riesgo. Los cirujanos portadores nasales crónicos de S. aureus tie-
nen tasas de IHQ más altas que sus colegas no portadores. Se recomienda que las
mascarillas quirúrgicas cubran la nariz y la boca en todo momento, y mantener al mínimo
el tráfico innecesario en el quirófano y la conversación junto a la mesa de operaciones.
Debido a las pérdidas de agua por evaporación, la administración de líquidos a tem-
peratura ambiente y otros factores, los pacientes pueden desarrollar hipotermia durante
la cirugía, si no son calentados. El mantenimiento de la temperatura corporal central nor-
mal es esencial para disminuir la incidencia de IHQ. Dos estudios han corroborado los
datos de un ensayo original previo, en el sentido de que la hipotermia intraoperatoria
ligera se asocia con una tasa aumentada de IHQ, después de la cirugía de colon electiva
[37]. En un estudio aleatorio, 30 minutos de calentamiento preoperatorio activo reduje-
ron la tasa de IHQ después de intervenciones limpias menores [38], mientras que un
estudio de observación sobre 290 pacientes demostró una incidencia significativamente
más alta de IHQ entre los pacientes que habían desarrollado hipotermia durante diversas
operaciones [39].
Tratamiento de la incisión
La estética es importante para los pacientes, que como es natural desean que las heridas
sean cerradas para mejorar su aspecto. Por otra parte, en general se acepta que el cierre
de una herida contaminada o sucia aumenta el riesgo de IHQ. Ese conflicto plantea un
dilema a los cirujanos. Se buscan métodos innovadores o complementos para el cierre de
la herida, que favorezcan la cicatrización y mejoren la estética. Existen pocos estudios
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que ayuden a elegir entre la multiplicidad de técnicas, por lo que éste es un campo en
el que muchas veces parecen prevalecer la tradición y la anécdota sobre la ciencia y la
sabiduría. Los tejidos deben ser manipulados con suavidad, y se debe minimizar el uso
del electrocauterio para la hemostasia [40]. Con respecto al cierre de la herida, la ense-
ñanza tradicional ha aconsejado dejar abiertas las incisiones de alto riesgo después de la
cirugía, para proceder al cierre primario tardío con suturas o adhesivos, aproximada-
mente 4 días después de la intervención, si para entonces la incisión tiene buen aspecto.
Si se considera que la incisión «no está preparada» o si fracasa el cierre primario tardío,
se deja que la herida cicatrice por segunda intención, en un proceso que tarda semanas y
consume recursos preciosos de atención domiciliaria. Tal metodología quizás no sea
menos satisfactoria para el científico o el defensor de la medicina basada en pruebas.
Pero a los pacientes ciertamente no les gustan las incisiones abiertas.
¿Se puede usar el cierre primario en las incisiones contaminadas? Existen datos dis-
pares. Parece que las incisiones de apendicectomía con división de músculos se pueden
cerrar de forma primaria. Los cirujanos pediátricos han estado haciéndolo rutinaria-
mente, y el análisis de decisión indica que el cierre primario proporciona buena relación
coste-efectividad, si la tasa de IHQ es inferior al 27% [41]. Sin embargo, las técnicas en
el cuidado de la herida que pueden ser apropiadas para las incisiones de apendicectomía,
quizás no lo sean para las incisiones abdominales más grandes. Un estudio prospectivo
con gran número de pacientes demostró que el cierre primario de incisiones abdomina-
les contaminadas en la línea media condujo a más fracasos de la cicatrización y mayor
coste que el cierre primario tardío [42].
Es probable que los drenajes colocados en las incisiones causen más infecciones de
las que evitan. Se impide el sellado de la herida por epitelización, y el drenaje se con-
vierte en un conducto que mantiene abierta una puerta para la invasión de la herida por
los patógenos colonizadores de la piel. Varios estudios de drenajes colocados en incisio-
nes limpias o limpias-contaminadas demuestran que no disminuyen la frecuencia de
IHQ [43,44]; de hecho, la frecuencia aumenta [45-49]. Si se considera que los drenajes
imponen un riesgo y proporcionan poco beneficio, se deben usar rara vez y eliminar lo
antes posible [50]. Bajo ninguna circunstancia se debe prolongar la profilaxis antibióti-
ca para «cubrir» los drenajes permanentes.
La irrigación de la herida sigue siendo objeto de controversia como medio para redu-
cir el riesgo de IHQ. Existe poca información para sugerir que el lavado habitual de una
incisión con solución salina a presión baja reduce el riesgo de IHQ [51], pero el lavado
a presión alta (es decir, la irrigación con pulsos) puede ser beneficioso [52]. Un cuerpo
de conocimientos cada vez mayor sugiere que los antibióticos tópicos colocados en la
incisión durante la cirugía pueden minimizar el riesgo de IHQ [53-55], pero pudiera ser
deseable obtener el mismo resultado con antisépticos tópicos en vez de con antibióticos,
para minimizar la posibilidad de desarrollo de resistencia.
Período postoperatorio
Transfusión de sangre
En cirugía y traumatología, las transfusiones de sangre son habituales y pueden resultar
imprescindibles. Existen pocas alternativas para las transfusiones en un contexto agudo.
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Sin embargo, los pacientes intervenidos con estado hemodinámico estable toleran bien
las concentraciones de hemoglobina > 7 g/dl [56]. Un conjunto de datos cada vez mayor
sugiere que la transfusión de sangre se debe evitar, si es posible. Las transfusiones san-
guíneas han sido asociadas con aumento de la tasa de infección nosocomial, después del
traumatismo abdominal penetrante, independientemente de los factores relacionados,
como shock o hemorragia aguda [57]. Además, las transfusiones de sangre han sido aso-
ciadas con mayor gravedad de la lesión y aumento del volumen de transfusión en pacien-
tes traumatológicos no seleccionados [58]. La transfusión de 6 a 20 unidades de sangre
durante las primeras 12 horas después de un traumatismo múltiple guardó relación con
el riesgo aumentado de infección nosocomial [59], e incluso la transfusión de una sola
unidad conllevó un riesgo demostrable en otro estudio [60]. El riesgo de infección
aumentó con el volumen total de transfusión, sobre todo cuando se emplearon bolsas de
sangre que habían permanecido almacenadas durante más de 14 días [59]. Un metaaná-
lisis reciente estimó que la transfusión de cualquier volumen de concentrado de hema-
tíes aumenta a más del triple el riesgo de infección nosocomial, en comparación con la
ausencia de transfusión [61]. La postulada «lesión por almacenamiento» es compleja,
pero incluye cambios de la afinidad por el oxígeno, disminución de la fluidez de la
membrana y la deformabilidad de los hematíes, acortamiento del tiempo en la circula-
ción, y consecuencias biológicas de la generación y liberación de citocinas. Reciente-
mente, estudios observacionales han sugerido que la transfusión a pacientes en situación
crítica eleva el riesgo de infección nosocomial [62], puede empeorar la disfunción de
órganos y aumenta la mortalidad [63].
Hiperglucemia, nutrición y control de la glucosa en sangre
La hiperglucemia tiene varios efectos deletéreos sobre la función inmunitaria del hués-
ped, sobre todo por alterar la función de los neutrófilos y los fagocitos mononucleares.
La hiperglucemia también es un marcador del catabolismo y de la resistencia a la insu-
lina, relacionados con la respuesta al estrés quirúrgico, e indica que la administración de
insulina exógena puede mejorar el estado catabólico.
El control deficiente de la glucemia durante la cirugía y en el período perioperatorio
aumenta el riesgo de infección y empeora la evolución de la sepsis. Los pacientes dia-
béticos sometidos a cirugía de derivación cardiopulmonar tienen un riesgo más alto de
infección de la incisión esternal, y de las incisiones para la resección de venas en las
extremidades inferiores [64]. El control estricto de la glucemia por el anestesiólogo
durante la cirugía disminuye el riesgo. La hiperglucemia moderada (> 200 mg/dl) en
cualquier momento durante el primer día después de la operación aumenta cuatro veces
el riesgo de IHQ después de la cirugía no cardíaca [65]. En un gran ensayo aleatorio de
pacientes operados en situación crítica, la administración de insulina exógena para man-
tener las concentraciones de glucosa en sangre por debajo de 110 mg/dl se asoció con
una disminución de la mortalidad del 40%, menor número de infecciones nosocomiales
y menor disfunción de órganos [66]. El metaanálisis de los aproximadamente 35 ensa-
yos existentes indica que el riesgo de infección postoperatoria disminuye de modo sig-
nificativo con el control estricto de la glucosa, independientemente de que el paciente
tenga o no diabetes mellitus [67].
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La necesidad de controlar cuidadosamente el metabolismo de los hidratos de carbo-
no tiene implicaciones importantes para el control nutricional de los pacientes quirúrgi-
cos. La cirugía gastrointestinal puede convertir el tubo digestivo en no utilizable para la
alimentación, a veces durante largos períodos. El íleo es habitual en la UCI quirúrgica,
debido a lesión cerebral traumática, analgesia por narcóticos, reposo en cama prolonga-
do, inflamación cerca del peritoneo (p. ej., neumonía del lóbulo inferior, hematoma
retroperitoneal, fracturas de la columna dorsolumbar, la pelvis o las caderas) u otras cau-
sas. La nutrición parenteral se usa con frecuencia para alimentación, a pesar de las prue-
bas de falta de eficacia [68] y de la posibilidad de disfunción hepática; la hiperglucemia
también puede ser una complicación. Se debe hacer todo lo posible para proporcionar
alimentación enteral, incluyendo el uso de fármacos procinéticos, como la eritromicina
[69]. La alimentación enteral precoz (dentro de las primeras 36 horas) reduce el riesgo
de infección nosocomial hasta menos de la mitad en los pacientes con lesiones y enfer-
medades críticas [70].
Oxigenación
Parece lógico que la administración de oxígeno durante el período postoperatorio deba
ser beneficiosa para la cicatrización de la herida y la prevención de la infección [71,72].
El medio isquémico de la incisión quirúrgica reciente es vulnerable; la vasodilatación de
los lechos tisulares locales, para mejorar el aporte de sangre nutriente a una incisión,
puede contribuir a mantener la temperatura corporal normal, y a prevenir la infección de
la herida quirúrgica. Además, se ha postulado que el oxígeno tiene un efecto antibacte-
riano directo [72]. Sin embargo, los ensayos clínicos han proporcionado resultados con-
flictivos [73,74]. En un estudio de 500 pacientes sometidos a cirugía colorrectal electi-
va, la administración de oxígeno al 80% (frente al 30%) durante la cirugía y durante las
2 horas siguientes, disminuyó la incidencia de la infección de la herida quirúrgica en
más del 50% (5,2 frente al 11,2%) [73]. Otro ensayo prospectivo de la utilidad del oxí-
geno al 80 frente al 35%, administrado a 165 pacientes sometidos a procedimientos
intraabdominales mayores demostró que la tasa de infección era dos veces más alta (25,0
frente al 11,3%) después del oxígeno al 80% [74]. Aunque el último ensayo puede ser
criticado por la alta tasa global de IHQ (18,1%) y su potencia quizás insuficiente, la con-
troversia rodea ahora a la administración de oxígeno suplementario, específicamente
para reducir la incidencia de infección de la herida quirúrgica.
Nuevos dispositivos activos para la prevención de la infección
de la herida quirúrgica
Las técnicas innovadoras pueden combinarse con la práctica quirúrgica establecida, en
un intento de disminuir todavía más el riesgo de IHQ. En reconocimiento de que las dos
terceras partes de las IHQ son superficiales y proceden de la inoculación bacteriana
durante la cirugía, y de que las intervenciones para disminuir las IHQ después de la ciru-
gía tienen poco impacto, los fabricantes de material quirúrgico están introduciendo nue-
vos dispositivos de doble acción o «plataformas activas». Tales dispositivos pueden
reducir en un futuro próximo la incidencia de IHQ.
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Para disminuir las tasas de infección asociadas con la cirugía plástica, los investiga-
dores están estudiando el uso de expansores tisulares implantables, impregnados en sus-
tancias antimicrobianas [75]. El Dermabond (Ethicon, Somerville, NJ), un adhesivo
tisular de octilcianoactilato, proporciona una barrera efectiva contra las especies bacte-
rianas grampositivas y gramnegativas, móviles e inmóviles [76]. El adhesivo es no inva-
sivo, fácil de aplicar y sella la incisión rápidamente, en comparación con otros métodos.
Un material de sutura antibacteriano, conocido como VICRYL Plus Antibacterial (Ethi-
con), puede inhibir S. aureus, S. epidermidis y cepas de Staphylococcus resistentes a la
meticilina (SARM y SERM). El hilo de poliglactina está recubierto de triclosano
(2,2,4’-tricloro-2’-hidroxi-difenil éter), un antiséptico usado en muchos productos
comerciales, activo contra las bacterias grampositivas comunes causantes de IHQ. El tri-
closano parece suprimir la adherencia de las bacterias grampositivas viables a la sutura,
y difundirse en los tejidos adyacentes para proporcionar un efecto antibacteriano de
larga duración. Las concentraciones más altas de triclosano pueden inhibir también las
bacterias gramnegativas. La adición de triclosano al tapizado no altera las propiedades
de manipulación ni las características de rendimiento de la sutura [78,79].
El Kerlix Antimicrobial Dressing (Tyco Health Care, Mansfield, MA), contiene poli-
hexametileno biguanida, un componente antimicrobiano que resiste a la colonización
bacteriana dentro del apósito y reduce la penetración de bacterias a su través [80]. Este
componente puede proporcionar protección contra microorganismos grampositivos,
gramnegativos y micóticos [80]. La flora cutánea nativa no resulta afectada, y favorece
el mantenimiento de las defensas del huésped [80]. Sin embargo, cualquier beneficio
resulta cuestionable una vez que se produce la epitelización de la incisión (alrededor de
24 horas).
El Acticoat con Silcryst Nanocrystals (Smith & Nephew, Largo, FL) es un apósito
antimicrobiano efectivo. El tapizado de plata nanocristalina destruye un amplio espec-
tro de bacterias en tan sólo 30 minutos, y es efectivo durante por lo menos 3 días [81]. El
apósito Acticoat tiene tres capas: un núcleo interno absorbente, empaquetado entre capas
externas de red de polietileno tapizadas de plata, con baja adherencia. La plata nano-
cristalina protege la zona de la herida frente a la contaminación bacteriana, mientras que
el núcleo interno mantiene el medio ambiente húmedo para facilitar la curación de la
herida. El Acticoat 7 (Smith & Nephew), otro apósito con función de barrera antibacte-
riana, tiene cinco capas: dos capas de un núcleo interno absorbente, alternando con tres
capas de red de polietileno tapizada con plata de baja adherencia. El Acticoat y el Acti-
coat 7 se pueden usar en heridas crónicas y quemaduras, pero se desconoce su beneficio
para una incisión quirúrgica vulnerable.
Tratamiento de la infección de la herida quirúrgica
Sólo una constante ha guiado el tratamiento de la IHQ establecida: incisión y drenaje de
la herida. Muchas veces son suficientes la apertura de la incisión y la aplicación de cui-
dados básicos (p. ej., apósitos de gasa de algodón empapados en solución salina), siem-
pre que la incisión se abra lo bastante para facilitar las curas y el diagnóstico de las alte-
raciones asociadas. Una incisión demasiado pequeña puede conducir a fracaso del
control de la infección. La mayoría de los preparados distintos de la solución salina fisio-
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lógica aplicados a los apósitos (p. ej., solución de Dakin modificada, solución de ácido
acético al 0,25%), suprimen realmente la proliferación de fibroblastos y pueden retrasar
la cicatrización secundaria.
La apertura adecuada de la incisión es esencial no sólo para obtener el control de la
infección sino también para diagnosticar y tratar cualquier proceso asociado, como
necrosis de la piel, del tejido subcutáneo o de la fascia, que requiera desbridamiento;
dehiscencia de la fascia o evisceración con necesidad de reconstrucción de la pared
abdominal; o drenaje desde debajo de la fascia, que podría indicar una infección de órga-
no o espacio o una fístula entérica. Sin control de las complicaciones, una IHQ puede ser
difícil o imposible de erradicar.
El tratamiento antibiótico no es necesario para la IHQ no complicada, abierta y dre-
nada adecuadamente y que recibe cuidado local apropiado. De modo similar, si no están
justificados, el cultivo y las pruebas de susceptibilidad del drenaje carecen de valor y
pueden omitirse. Aunque se tomen muestras para cultivo, no se recomiendan las torun-
das de drenaje, puesto que el riesgo de contaminación por la flora cutánea comensal es
alto, lo que reduce su utilidad. Como alternativa se recomienda la recogida de muestras
de tejidos o de pus, con técnica aséptica y en condiciones anaerobias, para estudio
microbiológico.
Los antibióticos pueden estar indicados si existen indicios de toxicidad sistémica
(p. ej., fiebre, leucocitosis), o celulitis que se extiende más de 2 cm por fuera de la inci-
sión. Los antibióticos también están indicados como tratamiento complementario de
varias de las complicaciones mencionadas anteriormente. La elección de antibióticos se
define por la operación realizada a través de la incisión y los gérmenes infecciosos pro-
bables, como ya se ha dicho. En la mayoría de los casos está indicada la cobertura con-
tra los cocos grampositivos.
El cierre de la herida por segunda intención puede tardar mucho y causar deformi-
dades. Proliferan los informes sobre cierre de la herida ayudado por vacío (CAV). Los
presuntos beneficios de los apósitos CAV incluyen inflamación reducida, aumento de la
actividad de los fibroblastos, mejoría de la higiene por aspiración continua del líquido,
y contracción y cierre más rápidos de la herida [82]. Sin embargo, esos beneficios siguen
siendo dudosos en ausencia de datos clase 1 definitivos.
Resumen
El hecho de favorecer el proceso de la cicatrización tiene importancia tanto para el ciru-
jano como para el paciente. Ciertos principios intemporales siguen siendo importantes,
entre ellos la preparación del paciente, la aplicación cuidadosa de la técnica estéril y las
medidas para el control de la infección, el uso juicioso a corto plazo de antibióticos y la
minimización de las intervenciones que alteran las defensas del huésped. Los factores de
crecimiento, los apósitos de hidrocoloide de plata y la aplicación de apósitos de presión
negativa pueden favorecer la cicatrización de heridas crónicas, mientras que los mate-
riales de sutura, los apósitos y los dispositivos protésicos tapizados permiten reducir la
incidencia de IHQ. Sin embargo, se ha demostrado que el cumplimiento de las normas
establecidas reduce la incidencia de IHQ en un 27% [83]. La reducción de las IHQ al
mínimo posible debe ser el objetivo de todos los cirujanos y sistemas sanitarios.
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Bibliografía
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