El documento trata sobre la soberanía alimentaria. Define la soberanía alimentaria como el derecho de los pueblos a alimentos nutritivos y culturalmente adecuados producidos de forma sostenible. Describe algunos elementos clave de la soberanía alimentaria como priorizar la producción local, el acceso de campesinos a recursos como tierra y agua, y el derecho de los países a protegerse de importaciones demasiado baratas. Explica que el concepto fue desarrollado por Vía Campesina como alternativa a las políticas neoliberales.
2. La soberanía alimentaria es el derecho de los pueblos a
alimentos nutritivos y culturalmente adecuados,
accesibles, producidos de forma sostenible y ecológica,
y su derecho a decidir su propio sistema alimentario y
productivo. Lo cual coloca aquellos sectores que
producen, distribuyen y consumen alimentos en el
corazón de los sistemas y políticas alimentarias, por
encima de las exigencias de los mercados y de las
empresas básicamente internacionales.
3. La soberanía alimentaria es el derecho de los pueblos, de sus países o uniones de Estados
a definir su política agraria y alimentaria, sin dumping o competencia desleal frente a
terceros países. La soberanía alimentaria incluye:
Priorizar la producción agrícola local para alimentar a la población, el acceso de los/as
campesinos/as y de los sin tierra a la tierra, al agua, a las semillas y al crédito. De ahí la
necesidad de reformas agrarias, de la lucha contra los OGM (Organismos Genéticamente
modificados), para el libre acceso a las semillas, y de mantener el agua en su calidad de
bien público que se reparta de una forma sostenible.
El derecho de los campesinos a producir alimentos y el derecho de los consumidores a
poder decidir lo que quieren consumir y como y quien se lo produce.
El derecho de los países a protegerse de las importaciones agrícolas y alimentarias
demasiado baratas, es posible siempre que los países o las uniones tengan el derecho de
gravar con impuestos las importaciones demasiado baratas, que se comprometan a favor
de una producción campesina sostenible y que controlen la producción en el mercado
interior para evitar unos excedentes estructurales.
La participación de los pueblos en la definición de política agraria.
El reconocimiento de los derechos de las campesinas que desempeñan un papel esencial
en la producción agrícola y en la alimentación.
4. El concepto de soberanía alimentaria fue desarrollado
por Vía Campesina y llevado al debate público con
ocasión de la Cumbre Mundial de la Alimentación en
1996, y ofrece una alternativa a las políticas
neoliberales. Desde entonces, dicho concepto se ha
convertido en un tema mayor del debate agrario
internacional, inclusive en el seno de las instancias de
las Naciones Unidas. Fue el tema principal del foro
ONG paralelo a la cumbre mundial de la alimentación
de la FAO de junio del 2002.
5. Instituciones internacionales como el FMI (Fondo
Monetario Internacional), el Banco Mundial y la OMC
(Organización Mundial del Comercio) han aplicado estas
políticas dictadas por los intereses de las empresas
transnacionales y de las grandes potencias. Unos acuerdos
internacionales (OMC), regionales (Acuerdo de Libre
Comercio para las Américas – ALCA) o bilaterales de “libre”
cambio de productos agrícolas permiten a dichas empresas
controlar el mercado globalizado de la alimentación. La
OMC es una institución totalmente inadecuada para tratar
los temas relativos a la alimentación y a la agricultura por lo
tanto Vía Campesina quiere a la OMC fuera de la
agricultura.
6. La pandemia que vivimos hoy en día ha dejado expuesta la
debilidad de la economía colombiana y la necesidad de fortalecer
el sector alimenticio. La soberanía alimentaria pretende generar
una seguridad alimentaria y nutricional, esto es, la generación de
alimentos para suplir la demanda de toda la comunidad y
garantizar su acceso. Para esto, es necesario promover el
consumo local frente a lo importado, implementar una reforma
agrícola, con más políticas de inversión y tecnificación para el
campo, y la búsqueda de estrategias que permitan reducir la
carga tributaria a los pequeños y medianos productores. Los
procesos técnicos y a gran escala no son la única forma de
fomentar la seguridad alimentaria, ya que la participación de la
ciudadanía, en general, con la implementación de huertas
caseras, aporta significativamente a la eliminación del hambre y
ayuda a generar respeto por la labor campesina.
7. Las huertas caseras son excelentes estrategias de
sostenibilidad alimentaria y pueden realizarse desde
diferentes escenarios, como la huerta escolar, las huertas
comunales y las huertas en centros de reclusión, que
pueden servir para solventar la demanda de alimentos para
internos. Generar estos procesos de sostenibilidad
alimentaria revitalizaría nuestra economía y disminuiría la
dependencia extranjera de productos que pueden ser
cultivados localmente. Ahora bien, esto traería además
notables beneficios frente al medio ambiente, pues una de
las principales consecuencias de la dependencia extranjera
a determinados productos es la huella de carbono generada
por su transporte, así mismo, los desperdicios plásticos en
la producción y empaque serían reducidos
considerablemente.
8. Una bandera roja en la ventana significa que Colombia
sufre de hambre e impotencia. El Gobierno Nacional,
sin respuesta planeada ni preventiva, no tomó las
medidas humanitarias adecuadas a las necesidades
reales de la población más vulnerable. Pero ha llevado
al país a una encrucijada: morir de hambre al
confinarnos y esperar que llegue la vacuna, o morir por
Coronavirus al exponernos al trabajar.
9. Según cifras de la CEPAL, finalizando el 2020, el número de personas
en situación de pobreza se incrementará en 45,4 millones. El total de
personas en esa condición pasará de 185,5 millones en 2019 a 230,9
millones en 2020. Aterrador diagnóstico es tomar consciencia que uno
de cada tres latinoamericanos estará en condición de pobreza al
finalizar el año. Previendo una situación de esta magnitud, Duque
expidió el Decreto 523 del 7 de abril, el cual elimina “parcialmente” el
arancel de aduanas para el maíz amarillo duro, el sorgo, la soya y la
torta de soya, y lo sumó a los créditos financieros en tiempo de
pandemia de FINAGRO de 226 mil millones de pesos, de los cuales el
94% fue a parar a grandes industrias agropecuarias. Estas medidas
demuestran la postura del Gobierno a seguir sobreponiendo los
intereses de la agroindustria y el capital transnacional, a las
necesidades del pueblo colombiano. Así, el agro negocio responderá a
la demanda mundial de alimentos, donde logre el máximo rendimiento
de la inversión, y en las ventanas de Colombia seguirán hondeando las
banderas rojas.
10. Colombia por sus suelos, climas y ubicación, es uno de los
territorios con mayor agro biodiversidad del planeta. Desde la
colonia, impera un régimen feudal, donde unas oligarquías se
han dedicado a expropiar violentamente la tierra y a tratar a
Colombia como su cajero natural de riqueza. Esto ha generado,
por un lado, el acaparamiento improductivo de millones de
hectáreas en el país y, por otro lado, un modelo agroindustrial
extractivita que ordena los territorios según las demandas del
mercado internacional. A partir de la apertura neoliberal de la
economía colombiana, que incluyó la imposición arrasadora de
tratados de libre comercio de grotesca asimetría y la llegada de
alimentos altamente subsidiados del exterior, el campesinado se
ha visto marginado a producir a perdida o a botar su producción
por falta de apoyo en su comercialización.