2. ¿Cuál es el más inteligente de todos los
animales? Algunos pueblos piensan que es el
zorro, otros consideran sabia a la tortuga.
Y muchas naciones de África están
convencidas de que ninguno es tan inteligente
como la araña.
Pero Yaví, la araña, no estaba tan tranquila.
Veía que el resto de los animales se iban
volviendo cada vez más sensatos y más
capaces de resolver sus problemas. Le
preocupaba muy en especial la inteligencia de
los seres humanos, que parecía aumentar
peligrosamente.
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4. Entonces decidió usar su ingenio y su magia
para acaparar toda la inteligencia del mundo.
Se acercaba despacito a cada uno de los
animales y las personas y, sin que la víctima lo
notara, absorbía todas sus capacidades: el
ingenio, el instinto, la sabiduría, el
conocimiento. Y los iba guardando en un saco
muy pequeño donde sin embargo cabía todo.
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6. Como es natural, el saco se iba poniendo cada vez más
y más pesado. Llegó un momento en que era muy
difícil de transportar. La araña había decidido que el
mejor lugar para esconder su tesoro era un hueco en
lo alto de un enorme árbol. Ató el saco con una
cuerda, lo agarró con dos de sus patas, y empezó a
trepar con las otras seis.
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8. Pero con solo seis patitas
libres no le alcanzaban las
fuerzas para subir
sosteniendo ese enorme
peso. Empezaba a trepar y
se caía una y otra vez.
Cuando ya estaba
desesperada, sin saber qué
hacer y pensando en buscar
un escondite al que fuera
más fácil llegar, escuchó a
una paloma cantando en lo
alto del árbol. Y su canto
decía así:
-¡El saco a la espalda! ¡El
saco a la espalda!
¡El saco a la espalda!
¡El saco a la espalda
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10. La araña se dio cuenta de que el ave tenía mucha
razón. Y se avergonzó profundamente. Ella, con
toda la sabiduría del mundo, no se había dado
cuenta de algo tan simple. La paloma estaba
demostrando que era mucho más inteligente que
Yaví, al menos en esa circunstancia.
A causa de la gran vergüenza que sentía, la araña
abrió las patitas que sostenían el saco, que golpeó
contra el suelo y se rompió. Todo el ingenio, el
conocimiento, la capacidad de pensamiento del
mundo quedaron sueltos, volaron por el aire y
volvieron a depositarse en todas y cada una de las
criaturas de este mundo.
11. Desde la rama más alta, la paloma cantó una
vez más para la araña:
No hay nadie que no sepa nada y
no hay nadie que lo sepa todo