1. LA PUBERTAD
La pubertad es un período de transición entre la infancia y la
adolescencia. En ella se producen transformaciones físicas importantes.
Proviene del latín “pubere” que significa pubis con vello.
Pubis: Parte inferior del vientre, se cubre de vello al llegar a la
pubertad.
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4. Cambios físicos en la Pubertad
En la pubertad comienza la transformación
del niño/a en un ser funcionalmente sexuado
y capaz de reproducirse. Se da la primera
menstruación y la primera eyaculación.
Aparece también un crecimiento físico
espectacular, un estirón brusco
5. Cambios físicos en la Pubertad
Los cambios físicos en niñas son:
• Crecimiento de vello púbico.
• Cambios en la vagina, el útero, y los
ovarios.
• Inicio de la menstruación y fertilidad.
• Cambio en la forma pélvica,
redistribución de la grasa y
composición corporal.
• Crecimiento de vello facial y corporal.
• Aumento de estatura.
• Olor corporal, cambios en la piel y
acné.
• Inicio de actividad sexual.
6. En el comienzo de la pubertad
en el niño se producen los
siguientes cambios:
• Desarrollo de la
musculatura.
• Crecimiento de los
testículos.
• Crecimiento del vello
púbico.
• Vello corporal.
• Emisión nocturna de semen.
• Crecimiento del pene.
• Inicio de actividad sexual.
• Engrosamiento de la voz.
Cambios físicos en la Pubertad
8. CAMBIOS FISICOS,PSICOLOGICOS
Aceptación de la nueva imagen Los
importantes cambios físicos que se
producen en la pubertad tienen una
repercusión sobre la vida psíquica del
púber. La consecuencia directa del
crecimiento en la pubertad es que la
percepción de su cuerpo pasa a tener
gran protagonismo en su vida psíquica.
Los púberes dan una gran importancia
al propio aspecto físico. A partir de
este momento, la imagen física juega
un papel central en la formación de la
imagen de sí mismo, se autodescriben
aludiendo única y principalmente a sus
rasgos físicos (estatura, fuerza, etc.) y
ocupan la mayoría de su tiempo
mirándose al espejo y cuidando la
imagen.
La forma en que ven su cuerpo
(con orgullo, placer, incomodidad
o vergüenza), depende en gran
medida del contexto psicosocial
en el que tiene lugar su pubertad.
El ideal cultural de estar delgada,
o por el cuerpo “perfecto”
Los púberes suelen tener criterios
muy idealizados sobre el atractivo
y la belleza física. En esta
cuestión son muy influenciables
por los prototipos sociales que
están de moda y por la norma del
grupo de pares.
9. El nuevo aspecto físico, muy alejado de sus prototipos de belleza física, le puede
causar decepción, disgusto y Miedo a hacer el ridículo , aumento de su sentido
del pudor y la vergüenza ante su propio cuerpo.
A algunos púberes les resulta muy difícil aceptarse psicológicamente e integrarse
tranquilamente en su grupo.
Los continuos e incesantes cambios físicos pueden afectar negativamente al
desarrollo de la identidad personal. El púber que no se “gusta” inicialmente
reacciona con sentimientos de rechazo hacia “su nuevo cuerpo” y de algún modo
se rechaza a sí mismo de forma global lo que afectará negativamente a su
autoconcepto. Probablemente pase por estados de ansiedad y sentimientos de
inferioridad.
Aumento de peso: Temen engordar: y son presa fácil de trastornos de la
alimentación como bulimia y anorexia.
10. Interés profundo por la sexualidad. El estallido de hormonas en el cuerpo hace
que vean a los miembros del sexo opuesto con una atracción que antes no
sentían. Esto puede generarles alegría, curiosidad y hasta temor.
En esta fase predomina la búsqueda de información sobre el fenómeno de la
sexualidad, y las principales fuentes son el grupo de amigos, los medios de
comunicación, internet, películas. Es necesario para el joven llegar a esta
etapa con una educación sexual familiar que actúe de filtro ante esta
abundancia de información, no siempre del toda adecuada. - Aparece en toda
su magnitud el autoerotismo y la masturbación.
11. DISTANCIAMIENTO DE LOS PADRES.
El niño confía en sus padres, tiende a imitarlos y busca su protección y
aprobación. Son su principal punto de referencia y de apoyo en el
comportamiento diario y su primera fuente de seguridad personal. Al niño le
encanta estar en casa y con sus padres y, para él, estos “lo saben todo”.
Los padres sienten y viven que son el centro de la vida de sus hijos. Con la
llegada de la pubertad esta relación cambia radicalmente. Casi sin darse
cuenta los padres, el joven cambia la casa por la calle y a los padres por los
amigos y por los compañeros .
Este cambio es señal y condición de la maduración personal que el hijo tiene
que hacer para convertirse en ser social. Después de los doce años el chico o
la chica sienten la necesidad de buscar un espacio de relación social más
amplio que el de la infancia.
Tiende a abrirse al mundo extrafamiliar, sobre todo al grupo de personas de
la misma edad con las que se identifica. Esto conlleva un distanciamiento de
la familia, que se manifiesta de varios modos :
12. disminución de la presencia del hijo en casa (no aparece por casa, la
casa se convierte en una “pensión”),
descenso de la interacción o contacto con los padres (se encierra en su
habitación),
dificultades de comunicación (está callado o contesta con monosílabos.
El hijo pretende escapar de la tutela ejercida por los padres, de la
sumisión propia de la infancia, y encontrar un nuevo marco social que le
permita actuar con autonomía, y lo encuentra en el grupo de iguales.
Fase en la que los niños tratan como sea de agradar a sus amigos. Su
grupo de iguales empieza a ser su centro de referencia para construir sus
pensamientos, adoptan actitudes, jergas propias del grupo y muy
diferenciadas de los padres. Buscan vínculos de pertenencia, tribus
urbanas, grupos políticos y se hacen fans de determinado grupo musicales.
Esta es una forma de construir su identidad.
Los amigos pasan a ser sus mayores aliados y tienen a tener actitud rebelde
ante los padres
13. Lo que mueve al púber a volcarse en el grupo de pares, es una necesidad
psicológica de pertenencia y de identificación con su nuevo status de
“mayor”, en ningún caso se debe pensar que sea producto del deterioro de
los vínculos familiares, o de que los hijos ya no quieren a sus padres, como
muchos/as padres/madres creen. En esta edad, el grupo tiene para el joven
un valor formativo y de desarrollo: la vida en el grupo de iguales es el
principal medio de socialización en esta etapa ya que hace posible aprender
y experimentar nuevos roles, probarse a sí mismo, desarrollar actitudes
positivas para la convivencia (cooperación, solidaridad, etc.). Supone un
medio importante de ayuda para configurar la propia identidad y para
madurar en el campo afectivo. En ese grupo homogéneo (integrado
inicialmente por personas del mismo sexo) suele existir una conciencia de
grupo muy fuerte. Los jóvenes ven al grupo como una comunidad de gente
con ideas similares.
El sentido de la pertenencia a un grupo exclusivo reafirma el sentido de
seguridad a nivel social y facilita la “necesaria” separación de la familia y la
formación de la identidad
14. Labilidad (inestabilidad) emocional, la fluctuación de un estado de alegría a
uno de profunda tristeza también caracteriza esta etapa. Se trata de un
periodo lleno de ilusiones, de risas, de llantos, aumenta considerablemente la
influencia de la afectividad sobre el razonamiento. La vida afectiva del púber se
caracteriza inicialmente por las reacciones emocionales primarias: reacciones de
inquietud, ira, miedo, angustia, etc. Se altera por cualquier insignificancia, se
muestra inestable y suspicaz y cambia frecuentemente de estado de ánimo.
Esta afectividad primaria es en parte consecuencia de los cambios físicos (el
crecimiento y la maduración sexual) y de las tensiones típicas de la edad (la
búsqueda de la independencia) y suele provocar fuertes reacciones emotivas y
en general estados de hiperemotividad con frecuentes descargas emotivas (ira,
llantos, gritos, portazos) e incluso conductas agresivas.
Como NO tiene todavía capacidad para tolerar la frustración, cuando se siente
frustrado en alguna meta personal (aspecto físico, éxito escolar, amistades, vida
familiar…) suele aparecer estados de retraimiento, incomunicación,
abatimiento, culpabilidad y tristeza.
15. Cuando la realidad le agobia tiende a evadirse a través de la ensoñación,
refugiándose en un mundo fantástico creado por él mismo, hecho a su
medida. Estas conductas pueden llevar al aislamiento y a que se encierre en sí
mismo y su vez, que se sienta culpable y avergonzado.
Es un tiempo de grandes y profundos cambios que, como padres, debemos
saber asimilar y gestionar.
El púber necesita ser aceptado, comprendido, estimado, querido. Necesita
afecto y reconocimiento y sufre ante las carencias afectivas que puede
percibir en sus relaciones de amistad o incluso en su familia.
16. Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en
disciplina y amonestación del Señor- Col.6:4
Edifica a tus hijos con tus palabras
Instruye a tus hijos
Sé diligente en conocer el estado de tus hijos
Ora por ellos
Ora con ellos
Pasa tiempo de calidad con ellos
17. LOS PADRES: ayudar a sostener en los padres su lugar como tales -restituirles sus
funciones parentales- esto es, que en un sentido acepten ser cuestionados,
atacados, sin que sobrevenga en ellos el sentimiento de ser destruidos; y en el
mismo movimiento, que ofrezcan la posibilidad para el adolescente de atacar,
cuestionar, desidealizar con la menor culpa posible.
La transgresión a lo instituído es casi el modo privilegiado de acceso a la
diferencia y a la separación. Lo que del lado de los padres se requiere, tiene que
ver, no tanto con comprender (porque favorecería la neutralización de esta
diferencias) como con el respeto por la diferencia y con la preservación de sus
funciones parentales.
«Lo importante es que el desafío de los adolescentes encuentre oposición. ¿De
quién? De un adulto dispuesto...lo cual no resultará necesariamente
agradable...»