El documento argumenta que los alimentos dietéticos han eliminado el placer de comer al no poder igualar el sabor, olor y textura de los alimentos naturales. Señala que estos productos surgieron para abordar problemas humanos como no saber equilibrar las comidas ni controlarse a la hora de comer, pero que sería mejor aprender a hacerlo en lugar de recurrir a copias sin alma de los alimentos originales que deberían seguir siendo una fuente de disfrute.