Durante la Edad Media, los monasterios cristianos preservaron el conocimiento a través de la producción de manuscritos iluminados, que eran libros escritos a mano y adornados con ilustraciones y hojas de oro. Estos manuscritos transmitieron ideas y conocimientos de región en región a pesar de su pequeño tamaño. Los monasterios también desarrollaron estilos regionales distintivos en la decoración de manuscritos a lo largo de Europa.