UNIDAD DIDACTICA nivel inicial EL SUPERMERCADO.docx
Meleagro y Atalanta
1.
2. En Calidón, país de Etolia, el rey Eneo y su esposa, Altea, tuvieron un hijo
llamado Meleagro. Cuando el bebé no tenía ni una semana, llegaron a la
casa las Parcas, que mirando al recién nacido y profetizaron así:
-"Será un hombre bueno como su padre".
-"Será un héroe reconocido en todo el mundo".
- "Vivirá hasta que se consuma la tea del hogar".
Parcas:
Son tres hermanas
hilanderas que
personifican el
nacimiento, la vida y la
muerte. Escribían el
destino de los
hombres en las
paredes de un enorme
muro de bronce y
nadie podía borrar lo
que ellas escribían.
3. Meleagro fue uno de los héroes que se dirigió con Jasón a buscar el
vellocino de oro, y cuando volvía a casa otra hazaña le estaba esperando:
matar al jabalí de Calidón.
El oído de su ansiosa madre captó estas palabras y,
no antes de que las misteriosas hermanas se fueran,
se levantó de su cama para coger la tea, la apagó en
agua y la escondió entre los mayores tesoros secretos.
4. En ausencia de su hijo, el rey Eneo se había ganado la ira de una diosa:
Para agradecer un año próspero en frutos, ofreció en el altar de Demeter
maíz, a Dioniso vino y a Atenea aceite; pero se olvidó de Artemisa, por lo
que ésta se vengó del mortal que no la había honrado:
envió a su país un monstruoso jabalí de ojos brillantes y dientes
espumosos, sus cerdas fuertes y afiladas como puntas de espada, sus
colmillos largos como los de un elefante, su respiración tan fiera como la
de un hombre sobresaltado, y la bestia rompía en estruendos a través de
los bosques.
Dondequiera que estuviera todo lo destrozaba: las cosechas pisoteadas,
los rebaños dispersos con sus estampidas, los pastores huían de sus
rebaños y los agricultores no se arriesgaban a salir para recoger el fruto
de sus viñas y olivos, dejándolos colgados en el aire.
5. Así que cuando Meleagro fue a casa, se encontró la tierra de su padre
devastada por el terror del monstruo.
En seguida reunió a un grupo de cazadores y sabuesos para rastrear en
su guarida como ningún hombre había hecho.
Entre los cazadores había una mujer, Atalanta, de quien se contaban
historias extrañas. Su padre también era rey y había esperado un hijo
como Meleagro para que fuese su heredero, así que cuando nació su hija,
en su enfado abandonó a la niña en una montaña salvaje para que
muriese; pero la niña fue amamantada por una osa y creció como un
chico fuerte, hábil en el manejo del arco y de la lanza. Pocos jóvenes
podían superarla en fuerza o en coraje.
6. Cuando encontraron al jabalí, todos se lanzaron a por él con redes y
perros, pero la primera lanza que alcanzó al jabalí fue la de Atalanta. El
jabalí se precipitó sobre ellos como un trueno, pero cuando parecía que
los hombres iban a perder la batalla ente su embestida, una flecha de
Atalanta dio en el jabalí que otra vez se paró desvalido por el dolor, y el
resto de los hombres, avergonzados de ser vencidos por una mujer, en
seguida se centraron en el ataque.
7. El monstruo se echó a tierra a causa de las heridas que tenía, y murió
cuando Meleagro le clavó su espada hasta la empuñadura.
Cortaron la cabeza del jabalí y quitaron las cerdas, y Meleagro dio estos
trofeos a Atalanta, ya que era la única que se lo merecía al dar el fatal
golpe.
Pero algunos cazadores no estaban de acuerdo, entre ellos los dos
hermanos de Altea y tíos de Meleagro. Éstos se pelearon con Meleagro y
acabaron muertos a los pies de su sobrino.
8. Cuando las noticias de la muerte del jabalí llegaron a Altea, ésta salió al
templo para dar gracias, pero en el camino se encontró con el séquito
morturio que llevaba a sus dos queridos hermanos a la pira funeraria.
Cuando supo que su hijo los había matado, lo maldijo y sacó la tea
apagada que llevó al altar donde estaba el fuego del sacrificio y la arrojó a
la llama. Cuando vio la consecuencia de su venganza, la desconsolada
madre no vio nada mejor que terminar sus propios días muriendo con sus
hermanos.
Meleagro murió cuando regresaba a casa trayendo el triunfo y el botín de
la gran caza. Así se cumplió el decreto de aquellas hermanas fatales que
vieron su nacimiento.
9. Atalanta regresó a sus lugares salvajes, cuidando de no unirse con
hombres desde que murió aquel que había conmovido su corazón. Pero
su padre se enteró de esta promesa y procuró conseguirle un hombre
que fuese el heredero de su reino, ya que aún no había encontrado a tal
heredero.
Había muchos pretendientes que querían casarse con esa bella mujer,
pero ella insistía en que no quería casarse. Por fin accedió ante las
presiones de su padre, pero con una condición: el pretendiente tendría
que ganarla en una carrera: si no ganaba, éste moriría. El pretendiente
debía correr desnudo y sin armas, pero la doncella llevaba una lanza para
matarlos si eran vencidos por ella.
10. Hipomenes era uno de tantos pretendientes pero, antes de participar en el
concurso, imploró el favor de Afrodita y la diosa le dio tres manzanas de
oro para que las llevara en sus manos cuando corriese, y lo que tenía que
hacer con ellas dependía del conocimiento del corazón de la mujer más
que del ingenio del hombre.
La carrera comenzó, y antes de que Atalanta lograse alcanzar a
Hipomenes, éste tiró una manzana de oro para entorpecer la carrera de
aquella. Tentada por la curiosidad, Atalanta se paró para recoger la
manzana, mientras que Hipomenes avanzó un poco más.
11. Cuando ella volvía a alcanzarlo, Hipomenes tiró otra manzana y ella se
volvió a parar a recogerla.
12. Lo mismo ocurrió con la tercera manzana. De esta forma ganó Hipomenes
la carrera cuyo premio era casarse con Atalanta.
13. Pero poco duró la fortuna del joven, ya que se olvidó de agradecer a
Afrodita su ayuda.
Ésta llevó la ofensa a Rea, la poderosa madre de los dioses, que
transformó al corredor y a su novia en un par de leones, enganchados a
su carro cuando ella lo cogía en medio de un estruendo de cuernos y
platillos.