PRESUPUESTOS COMO HERRAMIENTA DE GESTION - UNIAGUSTINIANA.pptx
Desglobalización economía colombiana
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CONSULTA 6 NUESTRA ECONOMÍA Y LA GLOBALIZACIÓN
Jimena Fernanda Fagua Ramírez
Administración Industrial, Universidad Pedagogica y Tecnologica de Colombia
Economía Colombiana
Prof. Jairo Alberto Higuera Sandoval
31 de marzo de 2021
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CONSULTA 6 NUESTRA ECONOMÍA Y LA GLOBALIZACIÓN
LA DESGLOBALIZACIÓN DE LA ECONOMÍA COLOMBIANA
La desglobalización en Colombia, nace de varios apartes, tanto económicos en la historia
de no menos de 5 años atrás, los países inician con las economías protectoras de sus
comerciantes, productores y fuerza de manufacturas.
Es así como la columnista – analistas - María Claudia Lacouture - Exministra de
Comercio – escribe en su artículo nombrado “La hora de la desglobalización” del 25 de
noviembre de 2019, quien expresa en época anterior al nacimiento del COVID-19, lo siguiente:
“Los análisis que comienzan a circular con las perspectivas de los años venideros confirman la
tendencia mundial del regionalismo abierto, impulsado por la incertidumbre por la disputa
comercial entre Estados Unidos y China y la traumática salida de Inglaterra de la Unión Europea,
que parecen no tener fin cercano y que afectaron sensiblemente el comercio y la confianza
inversionista. La tensión chino-estadounidense, principalmente, aceleró el proceso
“desglobalización”, con la premisa de que será mejor tener aliados cercanos con reglas de juego
estables y claras, que incorporen nuevos valores respecto al medio ambiente, la dignidad humana
y la calidad y procedencia de productos. La sociedad ha cambiado y demanda economías más
sólidas, pero también confiables”.
También hay que reconocer que la globalización tuvo un efecto positivo en el mundo.
Mientras en los años 90, según datos del Banco Mundial, la clase media representaba cerca del
20% de la población, este año llegará al 47%, al tiempo que el porcentaje de las personas en
extrema pobreza pasó del 36% al 8%. A la vez, en los últimos 20 años, el PIB chino pasó de ser
menos de US$1 trillón en 1988 a cerca de US$13 trillones en 2018, haciendo que esta economía,
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que ocupaba el último lugar entre el G7, ya sobrepasó a Japón, Alemania, Canadá, Francia y
Gran Bretaña.
De igual forma se analiza el texto– GREGORIO BADENI. - DOCTRINA 2017 Pág. 404,
donde se expresa que “El proceso de globalización iniciado después de la Segunda Guerra
Mundial4, fue defendido firmemente por sus protagonistas; mereció cierta cuota de indiferencia
por parte de los pueblos latinoamericanos, a pesar del bienestar económico que les producía, y la
firme oposición de la Unión Soviética, de los países cercados por la "cortina de hierro" y las
agrupaciones políticas comunistas de Francia, Italia y de los países nórdicos. Esa oposición fue
insuficiente para impedir, no solamente su desarrollo sobre ámbitos comerciales, económicos,
militares, jurídicos, sino también en el ámbito cultural y social europeo.” Pues en la lectura de
este ejemplar, se puede ver claramente que la des globalización es un tema de desarrollo en los
tiempos de antes, y que es un tema fluctuante ante las distintas sinergias de los tiempos.
Para el 11 de septiembre del 2018, también se hablaba ya de la des globalización, así lo
revela la sección internacional del periódico El País, en su artículo titulado: “Soberanismo5 y des
globalización avanzan de la mano al precipicio. Una gran coalición soberanista amaga con
hacerse hegemónica”, en dicho artículo se expresa “Parafraseando al Marx de El 18 Brumario,
vemos cómo en este momento contrarrevolucionario, convulso, de desglobalización generalizada
─guerras comerciales, identidades cerradas, y cierre de fronteras─ vuelven a conjurarse los
espíritus del pasado, tomando prestado los nombres de los muertos y sus ropajes. El fantasma se
llama soberanía, la piedra angular de los Estados-nación modernos y del orden internacional. Y
la ideología de la que se reviste es el soberanismo. De Luis XIV a Marine Le Pen, de las
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monarquías absolutas a las nuevas democracias autoritarias, populismos y nacionalismos del
Norte, Sur y Este de Europa: aunque muy diferentes entre sí en valores y programa, todos hablan
el mismo idioma. Una gran coalición soberanista amaga con hacerse hegemónica.”
Como se analiza este artículo, se puede palpar la guerra de los comercios, de las fronteras
peleándose con los fantasmas del pasado, pero en últimas, es una desglobalización que ya estaba
en boca de los gobernantes en esta época de las torres gemelas, en fin, lo que se aprecia para mí,
es la necesidad de innovar de los encargados de la macroeconomía, quienes deben manejar las
cifras macro, buscando el flujo de las economías internacionales.
Concluyendo considero que la des globalización es un elemento que nunca estará fuera
de la economía, pues es una variante fluctuante dependiendo de las actividades que lo alteran; si
bien es verdadero que el mundo se enfrenta a un congelamiento de todas las economías,
considero que es un factor que obliga a que se frenen las transacciones económicas Nacionales e
internacionales pero temporalmente y por ende ocurrirá un cambio positivo, pues el flujo del
dinero y de las transacciones y comercios, son entes necesarias para la subsistencia del ser
humano, por tal motivo no es el COVID-19 el creador de la des globalización, ni por ella nació
esta variable económica, ya se venía venir y llegó el momento de sentirla.
De otro lado, se observa que hay países que quieren cuidar el PIB buscan la
desglobalización de algunos productos, y para ello cambian las políticas económicas, exigiendo
mayores aranceles que le dificulte el ingreso de productos extranjeros. Por último, sugiero que el
colombiano, aumente más su nivel de investigación y lectura, así se evita tanta credibilidad a las
noticias amarillistas y de confusión innecesarias.
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¿QUÉ RELACIÓN TIENEN LA ENFERMEDAD HOLANDESA CON LA
ECONOMÍA COLOMBIANA?
El agudo proceso de revaluación que nuestro peso viene sufriendo a partir de 1991,
conduce a pensar que Colombia está padeciendo de la enfermedad holandesa. Como es bien
sabido, la revaluación persistente se bautizó con ese nombre cuando Holanda comenzó a percibir
unos altísimos ingresos en moneda extranjera, provenientes de cuantiosas exportaciones
generadas por ricos yacimientos de gas natural descubiertos en su territorio. Los altos ingresos de
divisas dieron por resultado una acentuada devaluación del florín, que afectó sensiblemente la
competitividad del resto de sus exportaciones. Además, como bien puede colegirse, esas
cuantiosas exportaciones de gas resultaron en altos superávit tanto en la balanza comercial como
en la cuenta corriente.
En Colombia, por el contrario, los déficits tanto de la balanza comercial como de la
cuenta corriente han venido creciendo en forma alarmante. Así, por ejemplo, observadas las
cifras de la balanza cambiaria del Banco de la República, este último déficit para los primeros
ocho meses del año en curso llegó a los 2.200 millones de dólares, comparados con 1.600
millones de dólares para el mismo período de 1995.
Puntualizado ese comportamiento fuertemente negativo dentro de nuestra balanza
cambiaria, surge de inmediato el interrogante del porqué de nuestra revaluación. La respuesta no
se encuentra con la simple observación de las cifras y por ello no es en manera alguna sencilla.
Sin embargo, no existe colombiano alguno que tenga contacto con la realidad de nuestro mundo
económico que, por lo menos, no se la sospecha. Se trata principalmente de los cuantiosos
ingresos que viene produciendo el narcotráfico, que de una manera u otra penetran la esfera de
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las cifras oficiales de la balanza cambiaria. La verdad innegable es que, si los ingresos por la
venta de estupefacientes en el exterior se contabilizarán dentro de la balanza comercial, y de
manera más concreta dentro de la cuenta corriente, ese saldo persistentemente negativo que se
viene observando en la primera y últimamente en la segunda, se convertiría de manera
instantánea en un superávit. Empero, la naturaleza ilícita de ese comercio no hace posible su
identificación dentro de las cifras oficiales.
Entonces, el fenómeno que está ocurriendo en la práctica es simple y llanamente que el
nivel de nuestra tasa de cambio se ha venido envileciendo por una oferta ilegal cuyos montos
reales son desconocidos, pero que se filtra por todos los intersticios de la balanza, comenzando
por los de la cuenta corriente, pero, muy especialmente, por los de la cuenta de capitales. Se
cumple así un axioma que opera ineluctablemente con relación a las corrientes del dinero: que
este fluye hacia los sectores que ofrecen los mayores rendimientos, no importa cuáles sean las
trabas que se le impongan y que de la misma manera se fuga con velocidades pasmosas cuando
su rentabilidad se ve disminuida y más aún cuando el principal se siente amenazado.
En síntesis, la enfermedad holandesa que nos afecta corresponde a un virus
adicionalmente infectado por la cocaína y la heroína. Pero de otro lado, las tendencias más
recientes hacia la revaluación provienen de una razón adicional a la de los narcos dólares. Se
trata del endeudamiento del sector público en el exterior y de la venta de estas cuantiosas divisas
en un mercado de amplitud reducida. Evidentemente, este procedimiento de emitir bonos en los
mercados internacionales a largo plazo para financiar los gastos corrientes del presupuesto, se
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aparta de la ortodoxia en el manejo financiero. Con el cuantioso déficit del sector público los
problemas irán de mal en peor.
¿REFLEXIONE SOBRE LAAPERTURA ECONÓMICA?
El proceso de apertura económica inició en Colombia a finales de los años ochenta; los
dos objetivos en materia externa eran la internacionalización de la economía y la diversificación
de las exportaciones. Varias fueron las políticas para la consecución de estos propósitos: se
introdujo un modelo de economía abierta reduciendo los aranceles, se estabilizó la economía con
ajustes fiscales y monetarios, y se realizaron reformas en todos los mercados, incluido el laboral,
tendientes a hacer atractiva la inversión extranjera. Especialmente para el segundo propósito
se introdujeron políticas de competitividad para la reconversión industrial; 20 años después de
este proceso los principales indicadores de apertura muestran que el aceleramiento del proceso
aperturista trajo resultados positivos en el frente externo. De un lado, se pudo triplicar las
exportaciones, superando el esfuerzo exportador del modelo de sustitución de importaciones
aplicado en el país entre 1930 y 1989 y consiguiendo introducir nuevos productos
industriales al comercio exterior; de otro lado, el sector exportador visto por el indicador de la
tasa de apertura exportadora (exportaciones sobre PIB) alcanzó una participación de 15% del
PIB, y pese al incremento de casi 4 puntos porcentuales con relación a la década de los ochenta,
los productos primarios siguieron comandando las exportaciones colombianas. Esto sin duda
es consecuencia de los exiguos esfuerzos por introducir al sector externo el modelo de
investigación desarrollo e innovación IDI para diversificar la oferta exportadora. El modelo de
apertura económica impuesto en Colombia a finales de los ochenta si ocasionó un aumento
sustancial de las exportaciones colombianas; sin embargo, las mismas siguen siendo dominadas
por los productos primarios como el petróleo, carbón, café y perlas preciosas que han gozado de
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buenos precios internacionales especialmente en los últimos 10 años. Las exportaciones
industriales no solo han disminuido, sino que han tenido que afrontar la revaluación del peso y
fundamentalmente la falta de una política clara de diversificación exportadora.
Colombia realizó un proceso de apertura económica que si bien logró incrementar las
exportaciones y desarrollar programas de diversificación de sus ventas al sector externo, todavía
tiene la tarea pendiente del aumento de la competitividad en sus ventas al exterior. En efecto,
apenas las exportaciones lograron representar el 18% del PIB en 2010; 4 puntos porcentuales
superiores a 1990; de otro lado las exportaciones primarias todavía pesan el 46% del total. Los
resultados en materia de diversificación de las exportaciones no se han logrado porque la
política pública no ha desarrollado instrumentos de competitividad sistémica; el país debe
involucrar a sus exportaciones el modelo de IDI con mayores gastos en educación superior
e inversiones en investigación y desarrollo.
¿LA ECONOMÍA COLOMBIANA EN ÉPOCA DE POST PANDEMÍA - QUE
HACER ?
Habremos sufrido en el camino una gran recesión y nos recuperaremos. El mismo virus
que ocasionó una crisis económica global, nos ofrece una oportunidad única: transformar la
economía en beneficio de la humanidad. Trabajar por un futuro mejor para todos.
Para lograrlo, debemos darle primacía a los bienes y servicios esenciales de alimentación,
salud, educación, vivienda, comunicación y seguridad, y valorar más a quienes los producen. En
el capitalismo, eso se traduce en concederles más reconocimiento social y mejores
remuneraciones a campesinos, pescadores, médicos, enfermeras, maestros, constructores,
policías y demás trabajadores esenciales.
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Esto será posible si diseñamos políticas que permitan universalizar la seguridad social,
que los campesinos sean copropietarios de la cadena productiva, que los servidores públicos sean
mejor remunerados y los trabajadores privados cuenten con una remuneración justa. A la par,
tendremos que cambiar nuestras prioridades y reducir la sobrevaloración de bienes y servicios
prescindibles que la publicidad nos ha sobrevendido.
Además de la crisis sanitaria y de la cuarentena, hemos sufrido una caída de los recursos
externos que se traduce en menos producción y mayor desempleo. Esta caída fue fruto de un
menor precio internacional del petróleo y el carbón, que representan casi el 60% de nuestras
exportaciones. La fluctuación ha sido tal que este 20 de abril el barril de petróleo tipo WTI llegó
a un precio negativo de 37 dólares.
Para dejar de ser dependientes de estos dos productos y avanzar en el cambio de la matriz
energética y en el desarrollo sostenible, necesitamos aumentar la competitividad de otros sectores
como la agricultura, la agroindustria, las manufacturas, el turismo y las industrias creativas
incluyendo el diseño de software y aplicaciones digitales. Para esto a su vez es necesario inclinar
a favor de ellos la estructura de rentabilidades relativas mediante las política monetaria, fiscal y
regulatoria.
Tendremos que cambiar nuestras prioridades y reducir la sobrevaloración de bienes y
servicios prescindibles que la publicidad nos ha sobrevendido. El sistema de salud necesita más
recursos para aumentar el número de camas, los equipos médicos y las consultas. Así mismo, es
importante el énfasis en la prevención y en mejorar la atención primaria.
Por otro lado, los colegios y universidades privadas han logrado sobrellevar la cuarentena
gracias a las clases virtuales, pero la mayoría de los planteles públicos y rurales no han podido
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acceder a esta solución. Por eso, hay que aumentar en serio la inversión del Estado en el sector
educativo y reducir la brecha de la desigualdad que lo caracteriza, particularmente el atraso de la
virtualidad en las áreas rurales y urbanas pobres.
La COVID-19 también ha puesto en evidencia la fragilidad del sistema de capitalización
o ahorro individual bajo los fondos privados de pensiones. Para garantizarles el ingreso mínimo,
las personas que están en retiro programado han tenido que ser trasladadas al sistema público de
Colpensiones: solo el sistema de prima media o de pensión mínima garantizada por el Estado, es
decir, avalada por los impuestos de todos- es capaz de atender a las personas mayores.
Esta crisis ha revivido la discusión mundial sobre una renta básica universal que le
garantice a cada ciudadano los recursos mínimos para una vida digna.
Aunque en Colombia los programas de subsidios han mejorado significativamente en los
últimos años, la pandemia ha develado su principal limitación: las bases de datos son
insuficientes y no permiten ubicar a toda la población vulnerable. Es momento de discutir la
conveniencia de un ingreso básico universal (IBU). Para ello sería necesario:
● Aceptar que el mercado no resuelve todos los problemas; ponerse en los zapatos de los
otros es condición para vivir en sociedad;
● Reconocer que la riqueza debe redistribuirse por la vía tributaria;
● Subsumir los sistemas de información en una declaración de renta universal para
determinar quién paga impuestos y quién recibe subsidios;
● Unificar los subsidios en una canasta única, dándole prelación a las transferencias
monetarias.
Para que los cambios anteriores sean viables, hay que aumentar notoriamente el gasto
público. El Estado colombiano es excesivamente pequeño, y una sociedad moderna e incluyente
exige una mayor presencia de lo público. Hay que aumentar notoriamente el gasto público. El
Estado colombiano es excesivamente pequeño.
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El fisco colombiano no puede seguir dependiendo de regalías volátiles e impuestos
indirectos que desaparecen ante una paralización de las actividades económicas. La estructura
tributaria debe por eso seguir los patrones de los países desarrollados de la OCDE. Los
impuestos a la renta y al patrimonio deben ser la base de la recaudación: la tarifa debe aumentar
con la riqueza y el nivel de ingreso de las personas naturales. Estos países nos ofrecen una gran
lección: la concentración del ingreso y de la riqueza se reduce, fundamentalmente, por la vía
tributaria.
Hay que dejar atrás el llamado “capitalismo de compadres” tan frecuente en América
Latina, dentro del cual las decisiones, reglamentaciones y contratos del Estado se amañan en
beneficio de amigos y poderosos.
Un buen ejemplo es el sector financiero. Según el Banco de la República, el crédito en
Colombia funciona en competencia monopolística y, en el caso de los créditos de consumo y de
vivienda funciona casi como un cartel. En este caso se requiere una regulación que estimule la
competencia.
Hay que dar prioridad a los bienes y servicios esenciales, de manera que todas las
personas cuenten con los recursos necesarios para una vida satisfactoria. La reducción de los
consumos suntuarios permitirá aumentar el ahorro y la inversión que a su vez pase a ser el gran
motor de nuestra economía.
Las sociedades nórdicas y las asiáticas han logrado combinar un nivel satisfactorio de
consumo con altos índices de ahorro e inversión para acelerar su desarrollo y registrar altos
ingresos per cápita junto con una distribución de los ingresos equitativa. Todo esto lo han
logrado a través de políticas económicas que promueven el consumo responsable, el ahorro y la
inversión para el crecimiento económico.
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Referencias
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UNICIENCIABGA.
https://www.unicienciabga.edu.co/universidad/boletines-uniciencia/287-el-color-d
e-la-desglobalizacion-en-colombia
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espues-de-la-covid-19/#:%7E:text=Adem%C3%A1s%20de%20la%20crisis%20s
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