La pedagogía jesuita surge de la experiencia espiritual de San Ignacio de Loyola y se basa en tres claves fundamentales: el encuentro personal con Jesús que lleva al servicio desinteresado de los demás, la misión de construir el Reino de Dios en la tierra y el principio de misericordia de servir a los necesitados. El método jesuita busca formar personas competentes, conscientes y comprometidas con la construcción del Reino de Dios a través de un conocimiento interior y experiencial más que académico.