Una persona obsesiva experimenta pensamientos repetitivos e intrusivos que no pueden controlar, lo que les lleva a realizar rituales compulsivos como limpiar en exceso, comprobar cosas repetidamente, acumular objetos o seguir estrictos patrones de orden. Suelen ser perfeccionistas, inseguros, dudosos y tienen dificultad para tomar decisiones. Sus tres principales preocupaciones son el tiempo, la limpieza y el dinero.